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INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR PEDAGÓGICO PÚBLICO

TEODORO PEÑALOZA
CHUPACA

PROGRAMA DE ESTUDIOS DE EDUCACIÓN FÍSICA

CIENCIA CLASICA Y CONTENPORANEA

MONOGRAFÍA

Autoras

✓ Arroyo Ramos Juan Ivañes


✓ Gutierrez De La Cruz Edgar
✓ Velásquez Puchoc Cristian
✓ Aliaga Coral Frank Carlos

SEGUNDO CICLO

Chupaca – Perú
2021

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DEDICATORIA

A mi maestro quien nunca desistió al


enseñarme, aun sin importar que muchas
veces no ponía atención en clase, a ellos
que continuaron depositando su esperanza
en mí.

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INTRODUCCIÓN

En el siglo VI antes de nuestra era, se formula la doctrina filosófica que habría de


marcar toda la historia de occidentes: La doctrina del Ser. Esta doctrina que nace
con Parménides y su Escuela de Elea, concibe el universo como una gran sustancia
que existe desde siempre y acabado; por esta razón el conocimiento se reduce a
la contemplación desinteresada, donde el saber se traduce en la capacidad de ver
a través de las ideas. Es un conocer humano en el orden visual de las cosas que
se consolida en el ejercicio especulativo (de especulum: espejo, reflejo) y de esta
manera se creyó hasta el siglo XIX que el conocimiento humano no era más que
un reflejo de la naturaleza, de la realidad. El sujeto cognoscente se redujo a agente
pasivo, olvidándose que el hombre influye sobre la realidad material y entra en
conocimiento de las distintas partes que la componen a partir de una dimensión
más elevada como lo es la actividad práctica (el trabajo) y la interacción (la
comunicación). Así mismo, esta doctrina postula un universo uniforme e indivisible,
acabado desde siempre, eterno y absoluto por cuanto se encuentra al margen del
tiempo. Para Parménides el devenir es resultado de una apariencia sensible, es
engaño psicológico como pura impureza de lo cotidiano, siendo necesario
adentrarse en una visión inteligible para poder apreciar el mundo verdadero y lo
efectivamente real. Para él es imposible pensar lo impensable, puesto que el ser es
y en cuanto es no es posible que no sea. Esto permite afirmar que el universo es
algo no cambiante, que el hombre es un ser ya acabado y que todo lo existente es
sustancialidad eterna. Por su parte, el tiempo y el espacio serán ilusiones fluyentes
y la lógica de lo humano será concebida como aprehensión de la estructura del ser
a través de una univocidad excluyente y el delineamiento predeterminado de la
historia.

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ÍNDICE

DEDICATORIA .................................................................................................... 2

INTRODUCCIÓN ................................................................................................. 3

ÍNDICE ................................................................................................................. 4

CAPÍTULO I ......................................................................................................... 5

1.1. La ciencia clásica


1.2. La nueva ciencia
1,3. La verdad dentro de la nueva ciencia
1.4. 1.4. Complejidad e interacción del conocimiento

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .................................................................133

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CAPÍTULO I

1.1. La ciencia clásica

La formulación de teorías científicas basadas en la experimentación y


expresadas en lenguaje matemático se le debe a Galileo (padre de la ciencia
moderna), cuyo desarrollo estuvo precedido por la evolución del pensamiento
filosófico que estableció una escisión radical entre espíritu y materia. Esta
formulación aparece en cabeza de René Descartes en el siglo XVII. Para este
filósofo la naturaleza se compone de dos reinos independientes: la mente (res
cogitans) y la materia (res extensa). Esta concepción permitió tratar a la naturaleza
como un mundo de objetos muertos que, ensamblados todos ellos formaban una
enorme máquina regida por las leyes de Dios, las que obviamente eran
atemporales.La concepción cartesiana del universo como una inmensa máquina
dentada, a semejanza de un gigantesco mecanismo de reloj, le lleva a una
interpretación mecánico-unitaria del mundo como de los seres vivos, estos no son
más que autómatas ("animales -máquinas") que son susceptibles de fabricar por su
condición de sustancias extensas. Por su parte, para salvar al hombre de esta
condición degradante es que formula su dualismo sustancial, asignándole no sólo
un cuerpo extenso sino también una sustancia espiritual pensante inextensa. La
filosofía de Descartes fue especialmente importante en el desarrollo de la física
clásica y además condicionó el modo de pensar occidental a partir de su conocida
máxima "Cogito ergo sum" (pienso luego existo), frase que exaltaba el desarrollo
cognoscitivo por encima de cualquier otra posibilidad de conocimiento, que desde
entonces plantea una división entre los individuos como egos aislados, y de igual
forma al interior de cada uno de ellos. Cada individuo se toma en consideración de
acuerdo a sus inclinaciones económicas, políticas, religiosas y sociales cuya
polarización sólo ha generado conflicto y violencia: frustración social,
contaminación y exterminio del medio ambiente. Se nos ha hecho creer que el
mundo y la naturaleza en sí mismos se encuentran fragmentados, que existen para
ser sobre utilizados y explotados cuya finalidad última del hombre es su dominación
y sometimiento. Esta visión mecanicista es la que va a mantener Newton, sobre ella
construye su mecánica universal, pilar del determinismo científico y por tanto de la

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física clásica, que se desarrolla paralelamente al auge de la manufactura y la
industrialización. Paradójicamente, esta concepción permitió el avance de la ciencia
occidental, la misma que a partir del siglo XX se reencuentra con la unidad y la
totalidad de los fenómenos naturales, iniciando su proceso de superación de la
polarización de las formas del pensar en el marco de la interdisciplinariedad como
consecuencia del reconocimiento de la complejidad de la realidad circundante.

1.2. La nueva ciencia

El surgimiento de la Teoría de la Relatividad y, particularmente con el de la


Física Cuántica, los dos pilares de la física contemporánea, se cuestionan las
condiciones de posibilidad de la física clásica o newtoniana al margen de toda
posible refundación.
Hoy nos encontramos frente a fenómenos asombrosos como el cambio
permanente, la evolución, la expansión del universo, la explosión de estrellas, el
nacimiento y muerte de galaxias como la transformación de partículas elementales,
todo ello lejos de un orden cósmico inmutable e idealizado.
Esto entra a reafirmarse con los descubrimientos físicos de comienzos de siglo,
donde se da la formulación del principio de indeterminación o incertidumbre de
Heisenberg, que postula la imposibilidad de saber simultáneamente dónde se halla
una partícula y a que velocidad se mueve, lo que manifiesta el carácter discontinuo
de la naturaleza a escala atómica. Este principio deja abierta la puerta de la
espontaneidad y el azar en el contexto de lo científico por cuanto que en el mundo
de lo cotidiano nunca pudo estar bajo llave; pues la naturaleza sensible y cambiante
del hombre siempre puso de manifiesto la creatividad artística y cultural de la
sociedad como simple desobediencia a la rigidez de la razón. Por esto mismo surge
el cálculo de probabilidades y, el azar cobra un importante puesto dentro de la
ciencia como constelación que da margen al nacimiento del universo, la diversidad
y particularidad del mundo. Este principio junto con el principio de
complementariedad de Bohr, como extensión de aquel, recoge las distintas
expresiones de la vida, las integra, porque la naturaleza puede dar distintas
versiones de un mismo fenómeno según la forma como se plantee la cuestión, o
mejor, según las condiciones específicas en que se estudia un fenómeno. "Ahora

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somos incapaces -en mecánica cuántica- de predecir lo que sucederá en física en
una circunstancia física dada, que ha sido dispuesta lo más cuidadosamente
posible" (Feynman, R.). Esto por cuanto hoy, el universo se nos revela como regido
por una gran ley de complementariedad pues, éste es tan continuo como
discontinuo en su forma fundamental de existencia que no es otra que el
movimiento. La física cuántica ha dejado sin piso las antiguas pretensiones del
determinismo científico ante la imposibilidad de especificar completa y exactamente
todas las condiciones iniciales del experimento. Esto es sencillamente ideal y
atestigua el carácter relativo del conocimiento. Por su parte, el determinismo en
general (religioso, metafísico y científico) no debe confundirse con el principio de
causalidad, "tenemos que precavernos contra el error que cometen tantos filósofos,
que creen que es válido argumentar a favor del determinismo señalando que cada
suceso tiene una causa" (Popper, K.). Existe relación entre determinismo y
causalidad en tanto que formulación de consecuencias necesarias. Todo efecto
tiene una causa y toda causa produce un efecto; lo cual es válido solamente para
un sistema muy bien delimitado, de tal modo que la pregunta por el porqué de las
cosas es independiente del principio de causalidad, porque se trata de un
interrogante fúndante de la filosofía y de la ciencia en general, que busca asignar
una razón a todo y una explicación del mundo. La ley de causalidad universal no
es más que una ley de sucesión de acontecimientos que no implica obligación de
ninguna índole (Russell, B.).

1.3. La verdad dentro de la nueva ciencia


Ya nunca más deberemos tener la pretensión de predecir con exactitud qué
ocurrirá en el desarrollo de la sociedad mundial; basta recordar los fenómenos de
la unificación de Alemania, de la caída del socialismo realmente existente, de la
globalización de la economía y todas sus implicaciones. Ahora es claro que a partir
del conocimiento de la sociedad actual no podemos necesariamente inferir el futuro
de la misma, en otras palabras, "el mañana ya no está contenido en el hoy"
(Prigogine, I; Stengers, I.). Podemos sí programar, planificar y ordenar nuestros
pasos hacia una sociedad más humana y justa, como asignación de un sentido a
nuestra historia, sentido del cual es responsable el genero humano. Es
precisamente esa ausencia de una racionalidad distinta a la tradicional la que nos
ha llevado a perdernos en la guerra, la violencia y en la persistente polarización de

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las fuerzas y del pensamiento; echo que pone en evidencia la necesidad de nuevas
estrategias y mecanismos regionales, nacionales e internacionales de un profundo
sostén de consenso, participativo y de perspectiva de análisis complejo que
neutralice la barbarie social. Esto no será posible, entre otras cosas, sin repensar
un nuevo orden económico internacional, sin proyectar un desarrollo alternativo, sin
una orientación política no tradicional, sin una propuesta de integración e
intercambio común entre las Américas y los demás continentes basada en la
equidad (en su connotación precisa, no cepalina) y, el respeto de las diferencias de
los pueblos en un proceso mancomunado y amplio de transferencia y generación
de ciencia y tecnología. Para alcanzar lo que queremos hacer, tenemos que hacer
lo que queremos alcanzar. Se trata de una espiral dinámica. En el siglo pasado se
pensó (y aún bien entrado el siglo XX) que el sólo desarrollo de las fuerzas
productivas nos llevaría a la construcción de una sociedad más justa. Hoy sabemos
que esto no es así por la experiencia misma de los países más desarrollados; si no
que a las fuerzas de producción hay que sumarles las relaciones de producción o,
para decirlo en términos habermasianos, el trabajo y la interacción son un todo
integral que se orienta por un interés emancipativo. Es precisamente este interés el
que le da sentido, como una "flecha del tiempo", a la lucha permanente por la vida
en todas sus dimensiones en razón de que el tiempo no es reversible, sino que éste
mismo es una pluralidad de tiempos. Por esto mismo surge la necesidad de una
crítica de la razón en tanto que caracterizada como una gran totalidad,
desconociéndose que éste, como el universo actual, se encuentra abierta a todas
las posibilidades. No en vano señala Prigogine-Stengers que, "tanto en el ámbito
microscópico como en el ámbito macroscópico, las ciencias de la naturaleza se han
liberado de una concepción estrecha de la realidad objetiva, que cree deben negar
en sus principios la novedad y la diversidad en nombre de una ley universal
inmutable. Se han liberado de una fascinación que nos representaba la racionalidad
como cerrada, el conocimiento como en vías de terminación. Están desde ahora,
abiertas a lo imprevisto, del cual ya no hacen el signo de un conocimiento
imperfecto, de un control insuficiente. Desde ahora se han abierto al diálogo con
una naturaleza que no puede ser dominada con una mirada teórica, sino solamente
explorada, con un mundo abierto al cual pertenecemos, en la construcción del cual
participamos". Pero junto a las ciencias naturales, también se han liberado las
ciencias sociales, ya que con el desarrollo de la lógica, junto con la

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problematización lógica de las matemáticas se hace menester enjuiciar la lógica
aristotélica y el absoluto del saber en general, que se ha infiltrado en la racionalidad
humana hasta convertirse en supuesta condición natural del hombre de continua e
inviolable permanencia, haciendo de la razón clásica el único criterio válido de
formulación. El principio de identidad junto con los principios de no contradicción y
tercero excluido, son fundamento de la lógica aristotélica que hoy ha perdido su
vigencia determinista de la que gozaba (sin desconocer su importancia histórica y
actual), pues en el ámbito microfísico existen elementos que tienen propiedades
que se verifican en tipos de experiencias diametralmente opuestos; y hasta el
surgimiento de la física cuántica no se explica este fenómeno de corpúsculos y
ondas que de entrada son excluyentes. Este hecho debilita la categoría de unidad
y la hace relativa a una interacción puesto que la nueva ciencia de la física no
trabaja con individualidades sino con conjuntos o conglomerados. En esta escala
atómica se presenta un fenómeno de complementariedad y por eso mismo es
necesario fusionar (al igual que espacio y tiempo) corpúsculos y ondas en el
concepto corpúsculo-onda, porque sólo esta integración seguirá teniendo
independencia real. Esto es así en tanto que el mundo atómico no responde a un
orden de representación visual ni a una simple manipulación mental, es
simplemente una propiedad objetiva de ciertos fenómenos y objetos físicos; mal
haríamos al tratar de acomodarlos a un orden de continuidad y fijación que no les
pertenece y que está lejos de ser una fiel representación mental de su naturaleza.
Naturaleza que corrobora la instancia discontinua, no lineal y de saltos, que da
validez racional al rompimiento epistemológico con las concepciones de lo idéntico
y sustancial en la dimensión de lo real y cotidiano. Este mundo de cosas nuevas no
es privativo de una escala atómica sino también de una escala macroscópica
porque la necesidad de lógicas polivalentes responde a factores y circunstancias
prácticas de la vida, ya que la simple cotidianidad no es comprensible de manera
adecuada a partir de la dicotomía predicativa de verdadero y falso, como mero
encasillamiento particular y social del sujeto.
Ahora, el problema no se resuelve con la abolición (en sentido lato) de la
racionalidad o lógica clásica, sino con la validez de la coexistencia de sistemas
lógicos divergentes (lógicas regionales, culturales) junto a la lógica tradicional
bivalente. Esto conduce directamente al problema de la verdad, que con la
aparición de las geometrías no euclídeas y el desarrollo de las lógicas plurivalentes

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se excluye toda pretensión de verdad única y determinante; esto es reforzado por
los diversos sistemas de la ciencia, de tal manera que la matemática como la
ciencia por excelencia, en razón de su universalidad y necesidad, no cuenta por
ningún motivo, con una verdad absoluta. La verdad matemática es tan relativa e
histórica como lo es cualquier rama del saber, ya sea social o natural. La verdad
matemática y geométrica se determina en razón de su coherencia lógica al interior
del sistema mismo y, su utilización empírica es cuestión de elección por comodidad.

1.4. Complejidad e interacción del conocimiento

La nueva carta magna empieza por reconocer por primera vez y de manera
explícita la unidad dentro de la multiplicidad, la descentralización y la autonomía de
las entidades territoriales, la diversidad étnica, cultural y ambiental como
reconocimiento del pluralismo en general, del reconocimiento del país como nación
democrática y participativa, todo ello por construir; empatando con una percepción
compleja necesaria para la comprensión del mundo actual. Se nos ha inducido
erróneamente a pensar que las personas son buenas o malas, pacíficas o violentas,
normales o patológicas, descartándose todo punto intermedio ya que simplemente
se esta a favor o en contra de algo o de alguien, de esta manera hemos caído en
el más profundo hoyo de la intolerancia, de la polarización de todo orden, ya político,
religioso, científico, social, cultural, étnico y de todas las demás dimensiones
posibles de la vida.
Sin embargo, la ciencia de hoy no excluye ningún conocimiento, por el contrario, la
biología molecular, la microelectrónica, la biofísica, la mecatrónica y tantas otras
ciencias de reciente constitución dejan claro que se ha pasado de la
sobreespecialización a la integración del conocimiento. Algo bien importante es que
la ciencia contemporánea antes que rechazar avala y reconoce el conocimiento
popular porque destierra la visión cerrada de cientificidad trascendiendo los
métodos puramente empírico-positivos; permitiendo el diálogo de saberes y su
interacción como distintas formas válidas de abordar un mismo problema y una
misma realidad. La ciencia de hoy ha reconceptualizado los conceptos de espacio,
tiempo, materia, energía, causalidad, legalidad, determinismo, mecanicismo,

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racionalidad, y a la vez ha incorporado a su interior conceptos que siempre fueron
considerados acientíficos o metafísicos, tales como los de vida, destino, libertad,
espontaneidad, irreversibilidad, complementariedad e indeterminación. Hoy
sabemos que el universo no es lineal, que el azar y la necesidad no se oponen,
sino que se complementan permitiendo explicar sistemas muy alejados del
equilibrio. También ha quedado claro que la razón no es hegemónica, sino que es
abierta y nos depara grandes sorpresas porque nos introduce en un mundo de
riqueza cultural, de realidad cambiante y aleatoria que corresponde a
especialidades regionales y locales; donde la creatividad del sujeto social se abre
de lleno en proceso de intercambio e interacción. "La ciencia se afirma hoy como
ciencia humana, ciencia hecha por hombres para hombres. En el seno de una
población rica y diversa de prácticas cognoscitivas, nuestra ciencia ocupa la
posición singular de escucha poética de la naturaleza -en el sentido etimológico en
el cual el poeta es un fabricante-, exploración activa, manipuladora y calculadora
pero ya capaz de respetar a la naturaleza que hace hablar" (Prigogine, I; Stengers,
I). En consideración de lo expuesto el universo está abierto a todas las posibilidades
ya que lejos de ser una simple máquina, es un organismo complejo, donde el todo
es igual a la parte y su inverso por cuanto las sustancias materiales o los "ladrillos
básicos" que lo componen son tan solo objetos estáticos cuando en realidad el
universo es una interminable interrelación de telarañas dinámicas. No en vano
Thomas Kuhn habló de comunidades científicas perdiendo así validez la
investigación de los científicos solitarios, en otras palabras, finalmente se ha
reconocido de manera abierta que el conocimiento es una actividad social; esa es
la verdadera significación de la comunidad del mundo en el marco del saber y de la
ciencia. Si la naturaleza y la sociedad son complejas, requerimos de un paradigma
complejo del pensar que nos permita asimilar el orden-desorden de la evolución
biológica y cósmica; por lo cual es prioritario apoyar y fomentar la creación de
grupos y centros de investigación que asuman la inter, intra y transdisciplinariedad.
Nuestra percepción del mundo debe ser distinta, acercarse más a la mirada de Dios
conforme lo planteaba Leibniz, en tanto que visión múltiple de un mismo objeto de
manera simultánea.
Con una percepción de este tipo hablar de verdades absolutas carece de sentido
y, por consiguiente el dogmatismo científico queda desterrado; de igual forma la
perspectiva lineal, homogénea e insensible no tiene cabida. La ciencia ha de ser el

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resultado de grupos interdisciplinarios de investigación, sustentados sobre una
verdad relativa enmarcada dentro del espacio y el tiempo; de connotación
particular, contextualizada o regionalizada. Como consecuencia directa,
estructurada en la tolerancia, el respeto, la espontaneidad y la dinámica. La ciencia
entendida como cotidianidad, como diario vivir, como alimento diario de niños,
jóvenes y adultos en todos los espacios públicos, hacia la formación política o
ciudadana de hombres de bien y solidarios, creativos y optimistas, éticos,
soñadores y forzadores de utopías. La teleología de la ciencia, la tecnología, la
educación y la cultura, como un todo, es la de propender por un mejor estilo de
vida, una naturaleza transformada ecológicamente. Se trata de la superación de la
división de espíritu y materia y por tanto del restablecimiento de la Unidad del
Universo.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• Bunge, Mario; Controversias en Física. Editorial Técnos, Madrid, 1983


• Einstein, Albert; Sobre la teoría de la Relatividad. Editorial Sarpe, Madrid,
1983
• Feynman, Richard; Feynman. Vol. I, II, edición bilingüe, Fondo Educativo
Interamericano, Panamá, 1972
• Haack, Susan; Filosofía de las Lógicas. Ediciones Cátedra, Madrid, 1982
• Hawking, Stephen: Historia del Tiempo.
• Morin, Edgar; Introducción al Pensamiento Complejo. Editorial Gedisa,
Barcelona, 1996
• Russell, Bertrand; Fundamentos de la Filosofía, Editorial Plaza & Janés,
Barcelona, 1996
• Prigogine, I; Stengers, I; La Nueva Alianza: Metamorfosis de la Ciencia,
Alianza Editorial, Madrid, 1983
• Popper, Karl; El Universo Abierto: Un Argumento en favor del
Indeterminismo. Editorial Técnos, Madrid, 1984
• Kapra, Fritjof; El Tao de la Física, Editorial Sirio, Málaga, 1995

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