Está en la página 1de 4

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA

Por gurú tomas

Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces.
Santiago 1:17.

Cuando empezamos a ganar nuestro sustento, estimamos que lo merecemos debido a nuestros
propios esfuerzos, a nuestro trabajo. Pensamos haberlo merecido, pero no olvidemos que el
alimento es un don de Dios. No sólo es él quien da la salud y las fuerzas para trabajar y
alimentarse, sino que también da a la tierra su fertilidad. El hombre puede sembrar y regar, pero
es Dios quien da el crecimiento (1 Corintios 3:6).
Pidamos, pues, a Dios que satisfaga cada día las necesidades de nuestros cuerpos (Mateo 6:11), y
no dejemos de darle las gracias por todo lo que él nos da. Es un Padre bondadoso, fiel a sus
promesas. ¿Para qué preocuparnos? Un niño no se preocupa por sus alimentos, pues sabe que sus
padres le darán lo que necesita. Contemos con Dios con la misma confianza. Por más difíciles que
sean las condiciones de nuestra existencia, un día podremos decir como David: “Joven fui, y he
envejecido, y no he visto justo desamparado” (Salmo 37:25). Entonces alabaremos a Dios por su
fidelidad, pues veremos cómo se hizo cargo de nosotros supliendo a todas nuestras necesidades
físicas y espirituales.

Danos hoy nuestro pan de cada dia...

Esta petición tiene la característica de que es la más humana de todas: el Señor conoce nuestras
necesidades y las tiene muy en cuenta. Ya en el libro del Éxodo leemos: “El Señor dijo a Moisés:
haré llover pan del cielo para ustedes…” (16,4). Y el mismo Jesús dirá a sus apóstoles: “…no estén
agobiados pensando qué van a comer… pues ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de
todo eso” (Mt 6,31-32).

 El pan es fruto de la tierra y del trabajo del hombre, pero la tierra no da fruto si no recibe desde
arriba la lluvia y el sol. Por lo tanto, no somos nosotros mismos los que nos damos de comer; el
alimento nuestro nos viene dado por la misma voluntad de Dios que, así como hace salir su sol y
lluvia para todos, lo hace también con el alimento. Es un Padre que vela por las necesidades de
todos sus hijos. Al ser conscientes de esto, evitamos la tendencia de caer en la fatídica actitud de
creernos que todo lo que hemos logrado con nuestro trabajo y esfuerzo es propiedad nuestra y
sólo nuestra. Esto nos hace recordar además que, nosotros no somos los dueños de las cosas,
aunque las obtengamos con nuestro trabajo, sino que somos sus administradores, porque uno
sólo es el dueño, amo y señor de todo y éste nos pedirá cuenta de lo suyo.

  Jesús nos invita también a que no nos olvidemos de pedir. Si es cierto que Dios sabe y conoce de
nuestras necesidades, también lo es el que quiere que se las presentemos en nuestra
oración: “pidan y se les dará…” (Lc 11,9); y también: “si, pues, ustedes, aun siendo malos, saben
dar cosas buenas a sus hijos, el Padre del cielo no negará los bienes que sólo Él puede dar” (v 13).
Fijémonos también que en esta petición, al igual que decimos Padre “nuestro”, también decimos
danos hoy “nuestro” pan. Es decir, pedimos por el pan de todos, y no sólo por el propio, pedimos
por el pan de los demás. Si todos somos hermanos, según nos lo enseñó Jesús, pues lo más lógico
es que nos preocupemos y pidamos porque todos nuestros hermanos tengan su necesidad de pan
cubierta. Esto es orar en la comunión de los hijos de Dios. Así entonces, el que tiene pan en
abundancia está llamado a compartir: “denles ustedes de comer” (Mc 6,37), dijo Jesús a sus
discípulos.
¿No es que partas tu pan con el hambriento…?
Isaías 58:7. Nadie debería pedir a Dios el sustento diario olvidándose de aquellos a quienes les
falta. ¡Que el Señor nos vuelva capaces de pedir, recibir y compartir nuestro pan de cada día con
los demás!

El tema del pan ocupa un lugar importante en el mensaje de Jesús, desde la tentación en el
desierto, pasando por la multiplicación de los panes, hasta la última cena. Jesús mismo se
autodenominó como el “pan vivo que ha bajado del cielo” (Jn 6,50). Todo el capítulo 6 del
evangelio de san Juan nos evoca ya todo su contenido y relación con la eucaristía
Lo que está encerrado en el pedido: El pan nuestro de cada día dánoslo hoy

Estamos estudiando la oración modelo que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos, o lo que se
conoce como el Padrenuestro. En esta ocasión vamos a ver todo lo que está encerrado en el
pedido: El pan nuestro de cada día dánoslo hoy.

Si tiene una Biblia, ábrala en Mateo 6:9-13. Lo que tenemos aquí es el Padrenuestro o el modelo
de oración que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos. Ya hemos considerado a quien se debe
dirigir la oración. Es a Dios, pero sobre la base de la relación Padre-hijo que tenemos con Él por
haber recibido al Señor Jesús como Salvador. La oración tiene siete pedidos específicos divididos
en dos grupos. En el primer grupo tenemos tres pedidos que tienen que ver con los intereses de
Dios. Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también
en la tierra. En nuestros últimos estudios bíblicos hemos estudiado ya estos tres pedidos. Hoy
vamos a estudiar el primer pedido del segundo grupo de pedidos. Todos estos pedidos tienen que
ver con los intereses del hombre. Los asuntos de Dios son más importantes que los asuntos del
hombre. Este pedido se encuentra en Mateo 6:11 donde dice: El pan nuestro de cada día, dánoslo
hoy. El pedido parece tan sencillo, pero encierra verdades de valor eterno. Lo primero que me
gustaría señalar es que este pedido expresa la absoluta dependencia del hijo de Dios hacia su
Padre. Los hijos de Dios enfrentamos tantas adversidades en este mundo, como dolor, tristeza,
tentación, aflicción, necesidad, enfermedad y tantas otras cosas más y cuando oramos al Padre
diciendo: El pan de nuestro de cada día, dánoslo hoy, estamos reconociendo que no podemos,
atrevernos siquiera a enfrentar estas cosas en nuestra propia fuerza, sino que dependemos
totalmente de Dios. El pedido es una confesión de nuestra incapacidad para valernos por nosotros
mismos, así como un tierno niño no puede valerse por sí mismo y tiene que depender totalmente
de sus padres. Este pedido permite que nuestro Padre se relacione con cada detalle de nuestra
vida, por más mínimo que sea. Todo lo que tenga que ver con sus hijos es importante para Dios,
sin importar que nosotros sus hijos lo consideremos importante o insignificante. Además, cuando
oramos al Padre diciendo: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, expresamos nuestra convicción
absoluta que Dios es totalmente capaz de contestar nuestra oración y de satisfacer cualquiera de
nuestras necesidades. La idea no es torcer el brazo a Dios para que suelte algo que no quiere dar,
o de pelear con Dios para hacer prevalecer nuestra voluntad sobre la suya, la idea es de acogernos
a la disposición de Dios de dar. Mientras más maduro el hijo de Dios, más dispuesto está en
reconocer su necesidad de depender de su Padre celestial no sólo en los asuntos importantes sino
también en los asuntos rutinarios de la vida. Pero note el sentido plural del pedido. No dice: El pan
mío de cada día, dámelo hoy. Dice: El pan nuestro, plural, de cada día, dánoslo, plural, hoy. Esto
implica que al hacer esta oración no debo mirar sólo por lo mío sino también por lo de todos los
demás. Muchas de las veces, nuestra oración se enfoca exclusivamente sobre mis necesidades,
mis pruebas, mis tentaciones y todo lo demás. Mío, mío y mío, y no miramos alrededor donde
existe cantidad de personas, hermanos o hermanas en la fe, más necesitadas que nosotros, en
peores pruebas que nosotros, en tentaciones más fuertes que las nuestras. Cuando digo a Dios: El
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, estoy pensando en otros y también en mí mismo. Pero el
pedido de oración expresa también nuestra plena confianza en la manera como Dios otorga el
pedido. El pan nuestro de cada día, note, cada día, dánoslo hoy. Es un pedido de fortaleza para
cada día que vivimos. La fortaleza que recibimos ayer ya no nos sirve para hoy. Cada día
necesitamos la fortaleza para ese día. Que Dios nos guarde, como creyentes, de tener que
depender de la fortaleza que recibimos ayer. Un buen número de creyentes vive su vida cristiana
dependiendo únicamente de experiencias pasadas, de las glorias pasadas. Son creyentes que se
han dormido sobre los laureles. Han pasado años que no han experimentado el toque fresco de
Dios sobre su vida. Su vida al presente es como un árido desierto, el pan que están comiendo ya
está enmohecido. Permítame hacerle una pregunta muy personal amable oyente. Cuándo le piden
que dé su testimonio, ¿lo único que puede decir es lo que sucedió hace tiempo atrás, pero no
tiene nada nuevo, nada actual para decir en cuanto a su relación con Cristo? Si este es su caso, tal
vez no está comiendo el pan nuestro de cada día. El Señor Jesús debe ser mi pan de cada día. De
esta manera podemos experimentar el toque fresco de Dios cada día. El pedido no contempla el
mañana sino el ahora. Es el pan de cada día, recién salido del horno, lo cual es suficiente para ese
día. Dios nunca da al hombre un reservorio de su gracia porque Dios sabe que si lo hiciera, el
hombre se olvidaría de Él hasta que Dios nuevamente llene el reservorio de más gracia. Lo que
hace Dios es dar de su gracia diariamente a los que se lo piden, la gracia suficiente para enfrentar
las cosas de ese día. Mañana será otro día y Dios dará la gracia suficiente para ese día a los que se
la pidan. Esto es lo que está detrás del pan nuestro de cada día dánoslo hoy. ¿Verdad que es así?
Por supuesto. Siendo este el caso, entonces los creyentes no tenemos razón alguna para vivir en
ansiedad, para vivir en temor, para vivir en duda. Si mañana me despiden del trabajo, Dios me
dará la suficiente gracia para soportarlo y encontrar otro trabajo. Si mañana me informan que
tengo una enfermedad incurable, Dios me dará la suficiente gracia para soportarlo y depender de
él para mi sanidad. Si mañana me tienen que hacer una cirugía muy delicada, Dios me dará la
suficiente gracia para soportarlo y se hará lo que sea su voluntad. Si mañana enfrento una
tentación en el área de mayor debilidad en mi vida, Dios me dará la suficiente gracia para
mantenerme firme ante esa tentación. Si mañana me muero, Dios me llevará a su gloria, donde
mejor no podría estar. Asumiendo que Dios nos dará hoy el pan nuestro de cada día, los creyentes
no tenemos motivo válido para preocuparnos del mañana. Mateo 6:34 dice: Así que, no os afanéis
por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Dios jamás nos llevará a algún lugar o nos someterá a alguna situación, donde su gracia no esté
con nosotros. Él sabe hacia donde vamos, Él sabe la ruta que debemos tomar, y él nos mostrará el
camino día a día, paso a paso. Dios no nos dará su gracia hoy para hacer cosas extraordinarias
mañana. Él nos va a dar gracia hoy para ser extraordinarios en las circunstancias ordinarias del día
de hoy. El pedido también expresa el reconocimiento que cada detalle de nuestra vida debe ser
consagrado al Padre. No podemos decir en oración: Padre, el pan nuestro de cada día dánoslo hoy
y luego tratar de obtener el pan nuestro de cada día de una manera que no honra al Señor. Sería
como si pidiéramos que Dios bendiga nuestra indolencia, nuestra negligencia, nuestra
deshonestidad. Finalmente, el pedido expresa nuestra disposición a aceptar el tipo de pan que
Dios provee. Si hiciéramos una traducción un tanto más literal, el pedido diría más o menos así:
Danos este día pan acorde a nuestra necesidad. Podría tratarse del pan de lágrimas, podría
tratarse del pan de la adversidad, podría tratarse del pan de dolores. En todo caso, todo viene del
Padre, quien sabe que tipo de pan está más acorde a la necesidad de su hijo. Cuando decimos al
Padre: El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, pensamos solamente en el alimento para el
cuerpo, o en alimento para el espíritu, o en su gracia y su poder para cada día, pero a veces Dios
nos envía el pan de la adversidad. Pero aun en casos así no debemos quejarnos contra Dios como
se quejaron los israelitas en desierto por el maná. Muchas de las lecciones espirituales que más se
han hecho carne en mi vida han sido resultado de haber recibido del Señor el pan de lágrimas o el
pan de dolores o el pan de adversidad. Dios sabe lo que más necesitamos en determinada
situación para llegar a ser lo que Dios quiere que seamos. Que Dios en su gracia nos permita vivir a
la luz de la verdad espiritual encerrada en la petición: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Amén.

También podría gustarte