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Estoicismo
Estoicismo medio
Panecio de Rodas (185-110 a.C.) y Posidonio de Apamea (135-51a. C.) son los principales
representantes del estoicismo medio, escuela filosófica que se desarrolló durante los siglos
II y I a.C. en Roma. A la escuela de Panecio (185-110 a. C.) asistieron discípulos ilustres
como Cornelio Escipión Emiliano el Africano, Polibio y Sexto Pompeyo, entre otros.
Cicerón alababa su estilo claro y elegante y se inspiró en su tratado Sobre el deber para
componer su libro De Officiis. En Panecio se define la tendencia ecléctica iniciada por los
estoicos Diógenes de Babilonia y Antipáter. Su filosofía combinaba el fondo estoico con
elementos del platonismo y del aristotelismo; incluso adoptaba la actitud dubitativa de la
Nueva Academia, actitud que pudo haber motivado el abandono de varias tesis centrales de
la Stoa. El filósofo de Rodas negó la conflagración universal, creía en la eternidad y en la
belleza de un mundo que la providencia perfecciona; rechazó la adivinación y negó la
inmortalidad del alma, a pesar de su admiración por Platón. En un momento en que el
estoicismo estaba en conflicto con la Academia, el filósofo mostró que ambas escuelas
podían unirse en su admiración por Sócrates. Hacia el año 146 a. C. se reunió con Polibio y
Escipión Emiliano, de quien fue su consejero y al que probablemente acompañó en sus
viajes por el Mediterráneo. En este sentido, Panecio abrió la filosofía a los problemas de su
tiempo.
La reflexión de Posidonio (discípulo de Panecio en Atenas) tuvo una notable
influencia en el pensamiento romano; en él se inspiraron Lucrecio, Varrón, Séneca, Plinio,
Tito Livio, Diodoro y otros. Cicerón asistió a sus clases en Rodas en los años 78 y 77 a. C.
Posidonio adhería al estoicismo tradicional, defendía la adivinación (a diferencia de su
maestro) y la doctrina de la simpatía universal al subrayar la coherencia del mundo y sus
relaciones dinámicas. Desde el punto de vista antropológico reflexionó sobre el alma y las
pasiones con lo cual se aproximaba a tendencias platónicas y religiosas de su tiempo y
también respondía a las inquietudes morales de la sociedad romana sensible a los
desórdenes de las pasiones. Fue un hombre muy erudito, cultivó todas las ciencias
conocidas de su tiempo (retórica, geografía e historia) Sus viajes le proporcionaron una
vasta experiencia, múltiples conocimientos y ejemplos para ilustrar sus doctrinas. Como
Panecio, su pensamiento es ecléctico y aunque fue más fiel a la doctrina estoica que su
maestro incorporó elementos de otras filosofías
Estoicismo romano
Barrow (2006)5 afirma que el estoicismo romano fue fundamentalmente una actitud
ante la vida; no fue una religión aunque haya adoptado una forma religiosa ni un sistema
filosófico; tampoco un reflejo del estoicismo griego pues los romanos imprimieron su
propio sello a lo que asimilaron. El propósito del estoicismo no fue principalmente
proporcionar una base filosófica a la moral – existían postulados fundamentales-, sino más
bien formular preceptos o reglas para vivir representados en la figura del sabio (sapiens) El
estoicismo vacilaba acerca de las respuestas a los problemas sobre Dios, la inmortalidad, el
libre albedrío y la muerte. Sin embargo, sobre estas vacilaciones se eleva un ideal ético “ni
la desgracia ni la tribulación afligen al sabio. Es indiferente a la riqueza y a la pobreza, a
las críticas y las alabanzas”6
Estas ideas fundamentales están presentes en las obras de los filósofos que
representan el estoicismo romano de los siglos I y II d. de C.: Séneca (4-65), Epicteto (125)
y Marco Aurelio(121-180)
Séneca es una de las figuras más importante del siglo I. Participó activamente en la
vida pública de Roma y estuvo expuesto a diversos conflictos. Leal senador de Nerón - de
quien fue maestro de retórica y de filosofía- abandonó la corte en el año 62 para retirarse
al campo. Acusado de complicidad en la conjuración de Pisón, su antiguo discípulo le
ordenó acabar con su vida.
La producción literaria del filósofo comprende algunos epigramas y nueve
tragedias: Hércules loco (Hercules furens), Las Troyanas (Troades), Las fenicias
(Phoenissae), Medea (Medea), Edipo (Oedipus), Fedra (Phaedra), Agamenón
(Agamemnon), Tiestes (Thyestes) y Hércules en el Eta (Hércules Oetaeus). Hay que añadir
el escrito contra emperador Claudio “ Apocolocintosis.
La obra filosófica comprende las Epístolas morales a Lucilio (Epistulae morales ad
Lucilium), las Cuestiones Naturales (Naturalium quaestionum libri septem ad Licilium),
las Consolaciones y los llamados Diálogos (Consolación a Marcia, Sobre la ira,
Consolación a su madre Helvia, Consolación a Polibio, Sobre la brevedad de la vida,
sobre la tranquilidad del espíritu, sobre la firmeza del sabio, Sobre la clemencia, Sobre la
vida feliz, Sobre los beneficios, Sobre el ocio y Sobre la Providencia)
Para Séneca la filosofía tiene ante todo un valor práctico, pues nos enseña a vivir
conforme a la virtud. Si bien a veces el filósofo modifica sus ideas -cuando señala, por un
lado, la necesidad de la solidaridad humana y por otro la reclusión del sabio en sí mismo; o
cuando afirma el amor universal hacia todos los hombres y acentúa el desprecio por los
hombres vulgares o cuando enfatiza el deber de luchar por las adversidades o el suicidio-,
su originalidad radica en el carácter profundamente humano de su doctrina que acentúa
como algo sagrado la dignidad humana.
5
Barrow (2006) “La actitud romana respecto a la religión y la filosofía”, en: Los Romanos, México: FCE p. 162
6
Barrow (2006) ob. Cit, p. 164
El filósofo siente el dolor de los demás y su misión es enseñar la virtud y consolar
a los que sufren. La virtud es entonces una preparación para alcanzar el conocimiento de
las cosas celestes. Séneca sostiene el concepto estoico de Dios, como la Mente del
Universo que penetra todo y que está en todas partes, pues él comprende y abarca la
totalidad de las cosas.
Para el filósofo la Providencia divina es una realidad personal que gobierna el
mundo y cuya prueba es el orden admirable que reina en todas las cosas. Esta Providencia
se ejerce de modo especial sobre los hombres virtuosos, a quienes ayuda a soportar el dolor
y las penas que les envía para fortalecer su alma. De ahí que el sabio deba someterse de
buen grado a la corriente universal que arrastra las cosas, aunque cuando no pueda resistir
más, la salida puede ser el suicidio. Entonces para ser virtuosos se debe vivir conforme con
la naturaleza, lo que implica obrar de acuerdo con la razón que es lo más perfecto en el
hombre (pues está en conformidad con la Razón Universal) Si bien el sabio no es
insensible puesto que experimenta el dolor y la pasión, sabe sobreponerse a ello mediante
la razón, a fin de mantener una serenidad imperturbable. Incluso la confianza del sabio en
la bondad de la Providencia le da una serenidad absoluta ante la muerte, a la que no teme
pues las cosas ciertas no pueden temerse, como sí ocurre con las inciertas.
Para Séneca el sabio sabe vivir porque es el único que sabe vivir para sí. El camino
de la virtud va más allá de la aceptación o rechazo del vulgo, lo que importa es la opinión
que uno tiene de sí mismo y no la que los demás tienen de uno. En este sentido la
verdadera libertad, absoluta consiste en la sabiduría es decir, en someterse a la razón.
Epicureísmo