ignorancia que ha prevalecido con respecto a los hábitos
y costumbres de este pueblo que se encuentra en estado
salvaje», Grey menciona un ejemplo notable, una cita de otro explorador, el capitán Sturt, quien, al encontrarse con un grupo de aborígenes ocupados en recolectar grandes cantidades de resina de mimosa, llegó a la conclusión de que esas «infortunadas criaturas se veían reducidas al extremo de recolectar ese mucílago por carecer de otro tipo de ali- mento». Sir George observa, sin embargo, que esa resina es uno de los artículos alimenticios preferidos en esa zona, y que cuando llega la época de su recolección brinda la oportunidad para que grandes grupos se reúnan y acampen juntos, cosa que no pueden hacer en otras oportunidades. Para finalizar dice: En términos generales los nativos viven bien; en algunas regiones puede haber insuficiencia de alimentos durante esta- ciones especiales, pero si eso sucede, esas zonas quedan desier- tas durante ese tiempo. Sin embargo, resulta imposible de todo punto para un viajero o aun para un nativo forastero juzgar si una región proporciona o no alimentos en abundan- cia... Pero en su propia región un nativo se encuentra en situación totalmente distinta: sabe con exactitud lo que pro- duce, conoce la época de recolección de los distintos artículos y el modo más eficaz para proporcionárselos. De acuerdo con estas circunstancias regula sus visitas a las diferentes regiones de su terreno de caza; y sólo puedo decir que siempre he encontrado la mayor abundancia en sus chozas (Grey, 1841, volumen 2, págs. 259-262, la cursiva fue colocada por mí; confróntese Eyre, 1845, vol. 2, pág. 244f) 7.
Al hacer esta feliz evaluación, sir George tiene especial
cuidado en excluir al lupenproletariado aborigen que vive dentro y en las cercanías de las ciudades europeas (cf. Eyre, 1845, vol. 2, págs. 250, 254-55). La excepción es alec- cionadora. Denuncia una segunda fuente de errores etno- gráficos; la antropología de los cazadores es en su mayor parte un estudio anacrónico de ex salvajes, una indagación en el cadáver de una sociedad, según lo dijo Grey en una oportunidad, dirigida por miembros de otra. Los recolectores de alimentos que sobreviven son, en cuanto clase, personas desplazadas. Representan el paleolí- tico privado de todos los derechos civiles y ocupan hábitats marginales con características que no corresponden a las modalidades de la producción: santuarios de una era, luga- res tan alejados de la esfera de influencia de los principales centros del progreso cultural como para que se les permita 7 Para un comentario similar referido a una interpretación equivo- cada por parte de un misionero de las curas por ingestión de sangre en Australia oriental, véase Hocgkinson, 1845, pág. 227.