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co ejemplo de un Kapauku que compite con otros vende-

dores rebajando el precio de un cerdo a un posible com-


prador, pero, y esto es lo interesante, el hombre trató de
llegar a este acuerdo en secreto (1958, p. 123). La compe-
tencia doble e interrelacionada propia del modelo comer-
cial, competencia por medio de la cual se supone que las
fuerzas de la oferta y la demanda regulan el precio, no apa-
rece en general en la conducta del intercambio primitivo,
y sólo excepcionalmente aparece una modalidad aproxi-
mada.
Siempre existe la posibilidad de un precio de compe-
tencia implícito entre compradores y vendedores. Sólo pue-
do decir que yo no he sido capaz de encontrarlo en las
descripciones con que contamosl3. Tampoco parecería muy

de lo que quisieran el comprador y el vendedor; a veces, cuando el


vendedor tenía todo lo que podía cargar podía entregar una bolsa a
cambio
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de la comida para su grupo (1936-37, págs. 376-377).
O al menos no he llegado a entrever ninguna equivalencia de
competencia encubierta general. Hay una forma de comercio que tal
vez la admita, algunos de los que se ha dado en llamar «mercados»
o «reuniones de mercado» en Melanesia. Este acuerdo, del cual Black-
wood (1935) proporciona varios ejemplos, podría considerarse razona-
blemente como una sociedad comercial corporativa entre comunidades,
cuyos miembros se reúnen en lugares tradicionales y en ocasiones
predeterminadas y tienen libertad para comerciar con cualquier can-
tidad de opositores que se presenten. El comercio se realiza en base
a productos tradicionales y es regulado por tasas habituales de equiva-
lencia y, por lo común, se lleva a cabo sin regateos y hablando muy
poco. Blackwood vio a una mujer tratando de obtener más que lo
habitual por una parte de sus productos —es decir, tratando de
regatear—, pero su intento no obtuvo éxito (1935, pág. 440). Nos
queda por ver, sin embargo, la elección de socios particulares y la
inspección de las mercaderías ofrecidas; aunque no haya indicios
de que se pregonen las mercancías, es posible que las mujeres de un
sector compitan con las demás variando la cantidad o la calidad de sus
mercaderías «estándar» (cf. Blackwood, 1935, pág. 443, acerca de las
variaciones de ciertas mercancías).
Otra posibilidad de competencia implícita, más general que ésta,
se discute más adelante en el texto.
Además, existen dos condiciones bastante excepcionales del comer-
cio a las cuales ya hemos adjudicado una construcción de competencia
de apariencia bursátil. Una de ellas era la economía mixta (Kapauku),
en la que se combinan sectores de regateo y de reciprocidad equili-
brada cuyas diferencias en cuanto a equivalencia podrían inclinar a las
personas, en la medida en que lo permiten las relaciones sociales, a
retraerse de comerciar con uno de los sectores para obtener retribu-
ciones más ventajosas cuya posibilidad se presenta en el otro sector
o, tal como sucede en el golfo Huon, dos o más aldeas pueden
comerciar con el mismo producto y, de esta manera, otras comuni-
dades tienen acceso a más de uno de estos proveedores. En ambos
casos, el efecto de tipo mercantil sería la igualación de las equiva-
lencias por encima de los diferentes sectores o comunidades. Sin em-
bargo, esta interpretación no resuelve los problemas más importantes.
¿Cómo es posible trasponer la tendencia de las equivalencias indeter-
minadas propias del sector de regateo y llegar a las equivalencias

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