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Escuela de Fotografía Creativa

Materia: Toma

Fotografía básica
Michael Langford

Capítulo I: Algunos principios básicos de la luz

Este primer capítulo estudia las propiedades fotográficamente importantes de la luz. Por
fundamentales que sean —ya que son más de Física que de Fotografía—, es importante
comprenderlas para que después podamos demostrar cómo actúan en la práctica los
objetivos y filtros y las distintas formas del equipo de iluminación.
Como fotógrafos, la luz es nuestra “primera materia” básica de comunicación.
Nos transmite información sobre objetos que quedan fuera del alcance de otros sentidos:
tacto, olfato y oído. Canaliza información sobre objetos, a través del objetivo de la
cámara, hacia el material fotográfico sensible. Después del revelado, nuestra impresión
fotográfica sería inútil si la luz no comunicara su contenido a la vista.
En este mismo instante, la luz que refleja esta página transmite a nuestros ojos la
forma de las palabras, del mismo modo que lo haría el sonido si estuviésemos hablando.
Pero, como hemos vivido con luz desde el mismísimo momento del nacimiento, no
damos importancia a esta silenciosa e impalpable forma de energía. ¿Qué es
exactamente la luz?

Energía electromagnética

Los físicos saben que la luz no es más que una forma de “energía electromagnética”.
Como si fuera miembro de una enorme familia de “transmisores de energía”, la luz está
relacionada con la radio, el radar, los rayos X y los rayos cósmicos. Todas estas formas
de energía electromagnética poseen las siguientes propiedades en común:
1) Son “irradiadas” a partir de un manantial o fuente energética (lámpara de
filamento, antena transmisora, el Sol, etc.). De ahí que reciban a menudo,
colectivamente, el nombre de energía radiante.
2) Son capaces de salvar un vacío tal como el espacio o pasar a través de
cualquier sustancia que sea “transparente” a su energía. (Al contrario del
sonido, que debe ser transmitido por vibración dentro de una sustancia
portadora, tal como aire, agua, etc.)
3) Todas ellas se desplazan a una velocidad colosal. En el vacío, esta
velocidad llega a ser unos 300.000 kilómetros por segundo (igual a una
vuelta alrededor de la Tierra en 1/7 de segundo). En otras materias
transparentes —agua, vidrio, etc.— la velocidad disminuye a medida que
aumenta la densidad del material.

4) Son irradiadas en líneas o “rayos” virtualmente rectos. En el caso de la


luz lo podemos comprobar visualmente por la dirección de las sombras,
observación de los “rayos solares”, etcétera.
5) Parecen desplazarse en “forma de ondas”. Nos lo podemos imaginar por
el ejemplo de la superficie del agua, en la cual la caída de una piedra
forma ondas que van expandiéndose o irradiando desde el centro hacia el
exterior.

Recapitulación. La energía electromagnética es energía que se desplaza


rápidamente a partir de un manantial en forma de rayos rectos. Dentro de esta
trayectoria recta, la energía parece describir “ciclos” en forma de ondas regulares que
vibran perpendicularmente a la dirección de su desplazamiento.

Longitud de onda

El punto importante del movimiento de las ondas es que, si bien toda la “familia” de las
radiaciones electromagnéticas parece desplazarse de ete modo, cada tipo de radiación
tiene su propia longitud de onda. Estas diferencias en longitud de onda son grandes, y
dan a cada forma de radiación electromagnética sus peculiares propiedades, muy
diferentes de todas las demás. Por ejemplo, algunas ondas pueden medir más de un
kilómetro y medio de cresta a cresta, y son muy conocidas como ondas largas en
radiotelefonía. Otras pueden tener menos de una diez mil millonésima de milímetro
(rayos gamma).
Podemos relacionar la posición de las radiaciones luminosas dentro de la familia
de las radiaciones electromagnéticas dibujando una sencilla escala de longitudes de
onda, o espectro electromagnético. Uno de los problemas que plantea hacerlo es
escoger la adecuada unidad de medición. Si, por ejemplo, escogiéramos centímetros,
nuestras ondas de radio se calibrarían en millones, y los rayos gamma en centenares de
millonésimas. Por consiguiente, las escalas de medición cambian a lo largo del espectro,
a fin de mantener los números dentro de proporciones manejables.
Las radiaciones electromagnéticas que tienen longitudes de onda comprendidas
entre 1 y 100 unidades X (diez mil millonésimas de milímetro) poseen propiedades
entre las cuales figura la posibilidad de penetrar metales densos o destruir los tejidos
humanos. A medida que aumentan las longitudes de onda en millares de unidades X, las
radiaciones cambian, pasando de rayos gamma y rayos X “duros” hasta la radiación X
“suave”, rayos que poseen potencia menos penetrante y de reducidos efectos mortales,
por lo cual se utilizan en medicina. Las longitudes de onda más largas suelen calibrarse
en unidades Angström o milimicras.
1 Unidad Angström (1 Å) = 1/10 millonésima de milímetro = 10-8 cm.
1 milimicra (1 mµ) = 1 millonésima de milímetro = 10-7 cm.
(En este libro se emplean la mayoría de longitudes de onda apropiadas para la
fotografía en Angströms.)
La radiación con longitudes de onda superiores a unos 50 Å hasta 4.000 Å tiene
poca capacidad de penetración, y, en cambio, posee la posibilidad de blanquear
colorantes y producir “fluorescencia” en algunas sustancias. Esta radiación
electromagnética se conoce con el nombre de ultravioleta.
El cuerpo humano no puede sentir la presencia de los rayos gamma, X, o
ultravioleta, si bien todos ellos pueden ser nocivos para los tejidos humanos.
Afortunadamente, la mayoría de estas radiaciones procedentes de focos “naturales”,
situados en el espacio exterior, ven interceptado su camino hasta nosotros por las capas
ionizadoras que se encuentran en la atmósfera superior de la Tierra. Los focos hechos
por la mano del hombre se utilizan en circunstancias rigurosamente controladas, para
fines médicos o industrales. La radiación electromagnética dentro de la estrecha faja
comprendida entre 4.000 y 7.000 Å tiene la capacidad de estimular la retina que hay en
el fondo de nuestros ojos, dándonos la sensación de luz. De ahí que tal radiación se
conozca con el nombre de luz visible.
A partir de 7.000 Å y hasta una longitud de onda de 1/10 mm, la radiación ya no
estimula al ojo, sino que se hace cada vez más sensible a la piel en forma de sensación
de calor. Se conoce con el nombre de radiación infrarroja y de calor radiante. Más allá
de 1 cm de longitud de onda, la radiación va cambiando gradualmente de naturaleza
hasta adquirir la forma que se utiliza en el radar. Esta radiación sólo puede percibirse
mediante equipo electrónico, si bien algunas de las radiaciones de radar de mayor
longitud de onda pueden ser perjudiciales para los tejidos humanos. Es peligroso
acercarse a un potente disco transmisor de radar. La radiación de longitudes de onda
superioes a 10 m se emplea progresivamente como ondas de radio cortas, medias y
largas.
Parece extraño que no podamos percibir biológicamente una cantidad tan
importante del espectro electromagnético. Sin embargo, a pesar de existir en la
naturaleza longitudes de onda de radio, infrarrojas, ultravioletas, rayos X y rayos
gamma, procedentes del espacio exterior, el hombre ha evolucionado sin necesidad de
dispositivos de detección (o de defensas biológicas) para estos tipos de radiación.
Pudiera darse el caso de que seres existentes en otro planeta, con un medio ambiente
diferente, disfrutaran de órganos capaces de sentir, por ejemplo, las ondas de radio, pero
ser completamente “ciegos” a la luz visible, tal como la conocemos nosotros.

El espectro visible

La luz, tal como la conocen nuestros ojos, es una faja relativamente estrecha de energía
electromagnética irradiada, con longitudes de onda que van desde unos 4.000 Å hasta
7.000 Å. Pero dentro de este “espectro visible” cada longitud de onda produce un
estímulo ligeramente diferente en la parte posterior de nuestros ojos. Cada tipo de
estímulo es reconocido por el cerebro como un “color”. Una mezcla de todas las
longitudes de onda, o de las más visibles, es considerada la luz “blanca”.
Imagínese que nos encontramos en una habitación oscura mirando a un foco que
irradiara luz de sólo una longitud de onda cada vez, pero que puede variarse de modo
que recorra todo el espectro visible. Trabajando a 4.000 Å, la luz aparece como un rico
color violeta oscuro, haciéndose cada vez más azul a medida que va cambiando la
longitud de onda para pasar a 4.500 Å. En 5.000 Å, el azul empieza a ceder al azul-
verde; entre esta longitud de onda y unos 5.800 Å, nuestra impresión del verde va
haciéndose cada vez menos azul y cada vez más amarilla. En 6.000 Å, el amarillo
empieza a volverse anaranjado, y hacia los 6.500 Å el color naranja ha perdido todo el
amarillo para dejar paso al rojo. Este rojo pierde amarillo, sube de intensidad, se
oscurece… hasta que al llegar a 7.000 Å es tan oscuro y difícil de identificar como la
luz de 4.000 Å.
El espectro visible da una “mezcla” continua de impresiones de color, tal como lo
vemos nosotros, sin que presente divisiones abruptas en longitudes de onda
determinadas. Sin embargo, por razones de comodidad, solemos dar por supuesto que el
“violeta” es una faja de longitudes de onda comprendida entre unos 4.000 Å y 4.500 Å;
el “azul”, de 4.500 a 5.000 Å; el “verde”, de 5.000 a 5.800 Å; el “amarillo”, de 5.800 a
6.100 Å; y el “rojo”, de 6.100 a 7.000 Å. Es importante recordar estos colores y sus
longitudes de onda aproximada. (Puede ayudar a recordarlo una sigla y una frase
convencional formada a base de la misma, por ejemplo: VAVAR; siendo la frase “Ven
A Ver A Ramón”.) Más adelante utilizaremos varias formas de diagramas y gráficos en
los cuales citamos los colores adecuadamente en términos de valores de longitud de
onda. Es útil poder “identificar el color” de estas unidades.

Resumen sobre la naturaleza de la luz

1) La luz es una forma de “energía en tránsito”: una faja relativamente


estrecha de radiación electromagnética entre el ultravioleta y el infrarrojo.
2) La velocidad de la luz varía con la densidad del medio que ella atraviesa.
3) Las ondas luminosas se desplazan en una trayectoria general recta con
una forma ondulante de fuerza electromagnética: la longitud de onda se
mide en unidades Angström.
4) Mezcladas en las adecuadas proporciones, las longitudes de onda
comprendidas entre 4.000 y 7.000 Å crean una sensación de luz “blanca”.
Unas fajas más estrechas son las que se identifican con los nombres de:
violeta, azul, verde, amarillo y rojo, por el orden de su longitud de onda
creciente.
Distribución de la luz

Dado que la luz se desplaza en línea recta, los rayos procedentes de un manantial
puntiforme se difunden cada vez más separadas entre sí, a medida que aumenta la
distancia respecto al manantial luminoso. Dicho con otras palabras, divergen. Debido a
esta constante divergencia, una pequeña superficie sostenida cerca del manantial de luz
recibirá la misma cantidad de energía luminosa que otra superficie mayor, sostenida a
mayor distancia. Cuanto más cerca está la superficie pequeña del manantial luminoso,
más rayos intercepta. Hágase un sencillo experimento. Sosténgase una cartulina blanca
de 15 x 15 cm a 25 cm de distancia de un manantial de luz intenso, pero de reducidas
proporciones (tal como una bombilla blanca de 100 vatios). Tómese una lectura con el
exposímetro de la luz que refleja esta cartulina. Ahora desplácese la misma hasta
situarla a 50 cm de la lámpara, y tómese otra lectura con el exposímetro. Esta segunda
lectura sera la cuarta parte de la primera.
El motivo de esta debilitación está en que la luz que fue capturada por la cartulina
de 15 x 15 cm a 25 cm de distancia ha divergido hasta difundirse por una superficie de
30 x 30 cm en el momento en que se encuentra a 50 cm de distancia de la lámpara.
Nuestra cartulina no ha cambiado de tamaño y ocupa tan sólo una cuarta parte de la
superficie total que está ahora iluminada: por lo tanto, recibe tan sólo una cuarta parte
de la luz original.

Esta proporción en que se reduce la intensidad de la luz a medida que aumenta la


distancia tiene importantes aplicaciones prácticas. Nos permite calcular cambios de
exposición cuando desplazamos las luces del estudio o preparamos nuestro flash. Ello
significa que (considerando al objetivo como un foco de luz puntiforme dentro de la
cámara) debemos dar exposición extra cuando fotografiamos objetos cercanos, por
cuanto el objetivo se ha apartado más de lo corriente de la película. Ya trataremos de
éstas y otras aplicaciones en capítulos posteriores. Por el momento será suficiente
recordar el coeficiente y causa de esta reducción de la luz. Su efecto general se resume
en la ley del cuadrado inverso, que dice: “Cuando una superficie está iluminada por un
manantial puntiforme de luz, la intensidad de la iluminación de la superficie es
inversamente proporcional al cuadrado de su distancia respecto al foco luminoso”.
Sería absurdo aprenderse esta ley física simplemente como una cotorra, sin
comprender lo que quiere decir. Al efecto, vamos a analizarla punto por punto:
“Cuando una superficie está La ley se aplica a manantiales pequeños a partir de los
iluminada por un manantial cuales divergen rápidamente los rayos luminosos como
de luz puntiforme…” si procedieran de un punto. No tiene estrictamente
aplicación a las lámparas situadas en reflectores. El sol
es un caso de manantial luminoso situado a una
distancia tan grande que la diferencia que puede haber
entre dos superficies terrestres cualesquiera iluminadas
por él no tiene importancia en comparación con la
distancia que las separa del Sol.
“…la intensidad de la Cuanto mayor es la distancia, menor es la iluminación
iluminación es inversamente que recibe una superficie de un mismo tamaño.
proporcional…”
“…al cuadrado de su Si se dobla la distancia, la iluminación original se
distancia respecto al foco de reducirá no a la mitad, sino a (1/22…) o sea a una
luz…” cuarta parte.

Cambios cuando la luz incide en una superficie

¿Qué ocurre cuando la energía luminosa llega finalmente a la superficie de una materia?
Probablemente se recordará que, entre otras cosas, la luz puede ser:

a) Absorbida
b) Reflejada (especular o difusa)
c) Transmitida (directa o difusa)
d) Refractada
e) Dispersada.

ABSORCIÓN. Puesto que la energía no puede ser destruida, la aparente “captura” o


absorción de la luz por una materia opaca, tal como un paño negro, es en realidad una
conversión de la longitud de onda. La luz absorbida suele convertirse en calor. Así, un
coche negro se calienta más rápidamente al ser expuesto a los rayos del sol que un
coche blanco; en un proyector, las transparencias oscuras se calientan más que las
claras. La energía luminosa absorbida puede provocar también cambios químicos.
Nuestros materiales fotográficos experimentan una transformación química; los
colorantes cambian de color, o lo pierden; los exposímetros de célula “fotoeléctrica”
producen electricidad.
REFLEXIÓN. La luz puede ser reflejada “especularmente” cuando incide en
sustancias lisas, tales como agua, vidrio, cromados pulimentados, etc. Cada rayo que
llega hasta la superficie es reflejado en una dirección determinada por su “ángulo de
incidencia”.
Si se traza una línea imaginaria perpendicular a la superficie donde incide un rayo
luminoso, el ángulo comprendido entre esta línea “normal” y el rayo de luz recibe el
nombre de ángulo de incidencia. El rayo que parte de la superficie, después de reflejado
especularmente, forma un ángulo de reflexión con el normal, igual al ángulo de
incidencia.
El conocimiento de esta sencilla ley es fotográficamente útil en la iluminación y la
selección del punto de mira. Las lámparas o el flash pueden ser situados instintivamente
en puntos donde las ventanas y vitrinas no puedan proyectar la luz que reflejan de modo
que llegue hasta el objetivo. De noche, los escaparates pueden fotografiarse desde un
ángulo predeterminado en el cual las luces de la calle no puedan reflejarse en la cámara.
No podrá situarse una ampliadora en una habitación cuyas paredes sean de superficie
brillante, puesto que reflejarían luz dispersa de la linterna hacia el papel de positivado.
La reflexión “difusa” tiene lugar a partir de superficies irregulares o “mates”. Se
las puede considerar como reflexión especular desde un número infinito de superficies
con inclinaciones diferentes. Esto dispersa o interrumpe el haz luminoso original,
reflejándolo uniformemente en todas direcciones. La luz que incide en la superficie de
esta página, en un papel fotográfico blanco mate, o bien en una superficie de nubes
iluminadas por el sol, suele ser reflejada de un modo difuso.
La propiedad que tienen los reflectores difusores en orden a la dispersión de la luz
incidente es particularmente útil para atenuar las sombras violentas que proyectan las
lámparas puntiformes o los rayos solares. Una gran hoja de papel blanco mate colocada
de modo que refleje esta violenta iluminación direccional, la dispersa sobre las zonas
oscuras del sujeto, sin que llegue a producir sombras complementarias propias. La
reflexión especular y difusa procedente de distintas superficies de papel para el
positivado fotográfico tiene una influencia importante sobre la calidad de la copia
positiva final. Esto lo estudiaremos en el capítulo XVIII.
Muchas superficies tienen la propiedad de reflejar únicamente ciertas longitudes
de onda, y absorber las restantes. De ahí que aparezcan coloreadas. Por ejemplo, una
tela de un color rojo intenso absorbe los colores violeta, azul, verde y amarillo de la luz
blanca, y refleja las longitudes de onda restantes. Es un reflector “selectivo”. El aspecto
de dicha tela variará según la longitud de onda de la luz incidente: si dicha tela es
iluminada tan sólo por longitudes de onda azules, no puede reflejar ninguna radiación, y
por lo tanto parece negra.
TRANSMISIÓN. La transmisión de la luz, o paso de la misma a través de una
sustancia no opaca, dícese que es difusa cuando los rayos se dispersan en muchas
direcciones. Esto ocurre con los materiales translúcidos, tales como el vidrio
deslustrado, el vidrio opal y muchos plásticos. Por razón de esta dispersión, los rayos
luminosos directos procedentes de un pequeño manantial pueden ser dispersados por un
material translúcido, de modo que la luz producida pueda ser vista por observadores que
pueden encontrarse fuera de la trayectoria directa de la luz original. De ahí que se
empleen pantallas translúcidas detrás de las transparencias en color, cuando se las mira
en visionadoras manuales. Como fondo iluminado por debajo, ofrecen una superficie
uniforme y sin sombras para fotografías de bodegones. Las ampliadoras provistas de
placas difusoras entre la lámpara y el negativo proporcionan una iluminación uniforme,
sin necesidad de que la columna de la linterna tenga demasiada altura para separar el
foco de luz y el negativo.
Dícese que la luz es “transmitida directamente” cuando puede desplazarse a través
de un material transparente sin dispersarse. Constituyen ejemplos muy sabidos el vidrio
corriente, el aire, el agua, etcétera.
La luz es “transmitida selectivamente” (difusa o directamente) por materiales de
color que absorben ciertas longitudes de onda. Un filtro de color verde intenso absorbe
las longitudes de onda rojas y azules de la luz blanca, transmitiendo en su mayoría las
verdes. Como en el caso de los reflectores de color, los materiales transmisores de color
cambian de aspecto según el contenido de la luz incidente en longitud de onda. Así, un
vidrio teñido de azul, por ejemplo, parece negro cuando se mira contra el anaranjado del
sol en un ocaso.

REFRACCIÓN. Una propiedad de la luz que es de primera importancia en fotografía


puede apreciarse cuando un rayo luminoso atraviesa oblicuamente un material
transparente para penetrar en otro. El cambio de dirección que se produce entonces se
conoce con el nombre de “refracción”.
Cada rayo luminoso, si bien se desplaza en línea recta, tiene también un
movimiento ondulante (de ondas). Su “frente de onda” puede dibujarse en forma de una
línea perpendicular a la dirección general de desplazamiento, algo parecido a una hilera
de crestas de olas que avance sobre las aguas del mar. Ya mencionamos al principio de
este capítulo que la velocidad de la luz varía con el material a través del cual pasa.
Alcanza su velocidad máxima cuando se transmite a través del vacío (300.000
kilómetros por segundo), es ligeramente más lenta en el aire y todavía más lenta en el
vidrio. Cuanto más denso es el material, más lenta es la velocidad de la luz.
Cuando la luz pasa desde el aire en ángulo recto y penetra en un bloque de vidrio
transparente, disminuye también la velocidad de todo su frente de ondas. No se produce
ningún cambio de dirección. Sólo disminuye imperceptiblemente la velocidad. Pero
obsérvese lo que ocurre cuando un rayo luminoso pasa oblicuamente del aire al interior
de un vidrio transparente. Un lado del frente de ondas llega al material denso
primeramente y disminuye su velocidad. El extremo opuesto del frente de ondas sigue a
su velocidad originaria un poquitín más, lo suficiente para “pisar los talones” del frente
de ondas, y, por lo tanto, “doblegar” la dirección del rayo luminoso, alejándolo del
punto limítrofe. Viene a ser como una fila de bañistas que penetren corriendo
diagonalmente en el mar: los que llegan primero al agua disminuyen de velocidad,
alterando con ello la dirección de desplazamiento de toda la hilera.

La refracción de la luz es la clave de la óptica fotográfica, porque sin ella los


objetivos no podrían desviar la luz para formar imágenes fotográficas.
¿Cómo podemos medir la magnitud de desviación de la luz? Suponiendo que
proyectamos un estrecho haz de luz oblicuamente para hacerlo penetrar en un bloque de
vidrio, las posicions de la superficie aire/vidrio y la dirección de la luz incidente y la
refractada pueden registrarse en una hoja de papel. Se traza una línea “normal”,
perpendicular a la superficie del vidrio, en el punto de contacto. Como en el caso de la
reflexión, el ángulo descrito por el rayo de luz incidente con esta normal recibe el
nombre de “ángulo de incidencia”. El ángulo formado por el rayo refractado con la
normal dentro del vidrio se conoce con el nombre de “ángulo de refracción”, el cual es
(por razón de ser el vidrio más denso que el aire) menor que el ángulo de incidencia.
La cantidad en que este vidrio ha desviado la luz hacia la normal depende de su
“índice de refracción”. Éste es la relación del seno del ángulo de refracción con el seno
del águlo de incidencia. (Seno = opuesto / hipotenusa.) El índice de refracción puede
calcularse señalando dos puntos de la trayectoria del rayo, a distancias iguales de ambos
lados del límite aire/cristal. La relación de las distancias desde estos puntos hasta la
parte más próxima de la línea normal representa el índice de refracción.
Nota. Hablando estrictamente, el índice de refracción de un material debe
calcularse a base de mediciones efectuadas cuando la luz pasa desde un vacío y penetra
en el material. La velocidad de la luz en el aire es tan poco diferente de su velocidad en
un vacío, que las cifras del índice de refracción son virtualmente las mismas.
Por consiguiente, puede decirse que el “poder de desviación de la luz” de un
material transparente viene indicado por su índice de refracción. Los valores típicos de
los cristales ópticos modernos son entre 1,5 y 2. Sin embargo, la cantidad en que la luz
es refractada en su punto límite depende también de su ángulo de incidencia. La luz que
incide en la superficie del nuevo material y formando ángulo recto (o sea,
desplazándose a lo largo de la normal) no se refracta nada, por cuanto resulta afectado
uniformemente el frente de ondas. Cuando aumenta el ángulo de incidencia con la
normal, aumenta también el cambio en dirección por refracción.

Otra cuestión: Hasta aquí hemos venido diciendo que la “luz” es refractada. La luz
blanca es una banda de longitudes de onda, cada una de las cuales es refractada por una
cantidad ligeramente diferente. Por lo tanto, suelen usarse los valores del índice de
refracción de las longitudes de onda situadas hacia la mitad del espectro visible (verde).
Las longitudes de onda azules son refractadas un poco más y las rojas un poco menos.
Todas las características de la refracción pueden resumirse del modo siguiente:
Definición: “Refracción” es la desviación de la luz que pasa oblicuamente desde
un medio transparente a otro de densidad distinta. La luz se desvía hacia la normal en el
medio más denso.
El cambio general en la dirección de la trayectoria de la luz depende de lo
siguiente:
1) El tipo del material (su índice de refracción).
2) La dirección desde la cual la luz incide en el material (ángulo de incidencia).
3) La longitud de onda de la luz.
DISPERSIÓN. El tratamiento separado de las longitudes de onda por la refracción,
aunque ligero, “dispersa” la luz blanca en sus colores componentes del espectro. El arco
iris es un ejemplo clásico de dispersión. La luz solar que atraviesa la lluvia es refractada
por este medio más denso, y su contenido azul sigue un curso más alterado que las
longitudes de onda rojas.
Desde el punto de vista del diseñador de objetivos, la dispersión es un desgraciado
efecto secundario de la refracción. Provoca el que la luz azul se desplace a un foco
diferente del de la luz roja. Este efecto puede ser neutralizado utilizando elementos
ópticos construidos con vidrios diferentes. La dispersión es una de las principales
razones por las cuales no podemos emplear un sencillo objetivo de una sola lente para
hacer fotografía en serio.
Por razones de comodidad, hemos venido examinando algunos de los cambios
que producen en la luz la absorción, la reflexión, la transmisión, etcétera, como si
ocurrieran totalmente por separado con unos materiales dados. De hecho, nunca es
posible producir uno solo de estos fenómenos sin que por lo menos se produzca alguno
de los demás. Observemos algún material bien conocido. El papel blanco puede reflejar
el 90 % de la luz incidente: el resto puede ser absorbido y transformado en calor, o ser
transmitido a la superficie inferior. La placa de enfoque de una cámara transmite la
mayor parte de la luz, refleja otra parte hacia el interior de la cámara y absorbe el resto.
Un filtro de vidrio rojo transmite la mayor parte de las longitudes de onda rojas
(refractando rayos oblicuos), refleja una parte de esta luz roja y absorbe una pequeña
cantidad. Otras longitudes de onda son absorbidas en su mayor parte, un porcentaje de
ellas es reflejado, y tal vez un diminuto porcentaje es transmitido. La superficie exterior
del fuelle de la cámara aborbe la mayor parte de la luz, refleja algo de ello y (¡por lo
menos, así lo esperamos!) no transmite nada de ella.

Resumen de este capítulo. Propiedades básicas de la luz

1) La energía electromagnética es irradiada en forma de ondas a lo largo de una


trayectoria recta.
2) La luz visible es energía electromagnética comprendida entre longitudes de
onda de unos 4.000 Å y 7.000 Å.
3) Dentro de este espectro visible, cada banda de longitudes de onda produce la
sensación de un color; mezcladas, aparecen “blancas”.
4) La iluminación producida en una superficie disminuye en proporción con el
cuadrado de la distancia que media entre dicha superficie y el manantial de
luz.
5) La energía luminosa que llega hasta el límite de un nuevo material puede ser
absorbida, reflejada, transmitida, refractada o dispersada, por lo común
simultáneamente.
6) La refracción depende del tipo de medio transmisor, la dirección y la longitud
de onda de la luz.

Cuestionario

1) Explíquese qué significa “ley del cuadrado inverso”.


2) a) Nómbrese en su orden correcto los colores que pueden verse en el espectro
formado a partir de luz blanca.
b) ¿Cuál de estas longitudes de onda es la correspondiente a la luz amarilla:
4.000 Å, 5.800 Å, 6.800 Å?
3) Con la ayuda de diagramas demuéstrese lo siguiente:
a) Transmisión difusa,
b) Refracción,
c) Reflexión especular de la luz en una superficie coloreada.
4) Dénse dos ejemplos de unidades utilizadas para expresar las longitudes de
onda de la luz visible.

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