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"Incluso luego, en las trece noches que siguieron a aquella, instintivamente se aferraron a las Pequeñas

Cosas. Las Grandes Cosas siempre quedaban dentro. Sabían que no tenían adonde ir. No tenían nada.
Ningún futuro. Así que se aferraron a las pequeñas cosas.

Se rieron de las mordeduras de las hormigas en las nalgas de ambos. De la torpeza de las orugas en los
bordes de las hojas, de los escarabajos que se quedaban al revés y no podían darse la vuelta. Del par de
pececillos que siempre buscaban a Velutha en el rió y le mordían. De una mantis particularmente
religiosa. De una araña diminuta que vivía en una hendidura en la pared de la galería trasera de la Casa
de la Historia y se camuflaba cubriéndose el cuerpo con alguna basura. Un fragmento de ala de avispa.
Un trozo de telaraña. Polvo. Una hoja podrida. El tórax vacío de una abeja muerta. Velutha la llamaba
Chappu Thamburan. El Señor de la Basura. Una noche hicieron una contribución a su guardarropa - una
laminilla de piel de ajo - y se sintieron muy ofendidos cuando la rechazo junto con el resto de su
armadura, de donde emergió contrariada, desnuda, color moco. Como si deplorase su mal gusto
respecto a la ropa. Unos pocos días permaneció en aquel estado suicida de desnudez desdeñosa. La capa
de basura rechazada seguía allí, como si fuese una visión del mundo pasada de moda. Una filosofía
anticuada. Poco a poco Chappu Thamburan fue adquiriendo conjuntos nuevos.

Sin confesárselo el uno al otro, conectaban destinos, su futuro (su amor, su locura, su esperanza, su
jubilo infinito) al de la araña. La buscaban todas las noches (con pánico creciente al ir pasando el tiempo)
para ver si había sobrevivido aquel día. Les angustiaba su debilidad. Su pequeñez. Si su camuflaje era el
apropiado. Su orgullo aparentemente auto destructivo. Llegaron a estimar su gusto ecléctico. Su
dignidad desgarbada.

La eligieron porque sabían que tenían que depositar su fe en la fragilidad. Aferrarse a la pequeñez. Cada
vez que se despedían solo se arrancaban una promesa pequeña.

- ¿Mañana?

- Mañana.

Sabían que las cosas pueden cambiar en un solo día. Estaban en lo cierto."

El Dios de las Pequeñas Cosas.

Arundhati Roy

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"No es tener sexo lo que cuenta, sino tener deseo. Hay demasiada gente que tiene sexo sin deseo. Todas
esas mujeres escritoras hablan tan mal del tema, cuando es un mundo que a una le cae encima. Yo he
sabido desde niña que el universo de la sexualidad era fabuloso, enorme. Y mi vida no ha hecho sino
confirmarlo.

Me interesa lo que se encuentra en el origen del erotismo, el deseo. Lo que no se puede, y quizás no se
debe, apaciguar con el sexo. El deseo es una actividad latente y en eso se parece a la escritura: se desea
como se escribe, siempre."

*Marguerite Duras, entrevista en Le Nouvel Observateur, 14 de noviembre de 1986

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