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Un día en mi colegio fue considerado, a mi parecer, un típico día de cualquier estudiante que halla

pisado la tierra hace unos 14 años atrás. Yo tomaba las materias regulares que se podrían trabajar,
a veces sin sentido pienso, dentro del aula de clases. Tales eran matemáticas, ciencias, filosofía,
inglés, castellano, ética, religión, música, deportes, entre otros. Realmente sentía que mi tiempo
no era muy aprovechado o mis capacidades explotadas. Hoy en día, realmente analizo la situación
bajo una perspectiva diferente y veo que muchas de esas materias pueden ser trabajados mucho
más practicas e incluso podrían ser consideradas como electivas. ¿Dónde se encuentra realmente
el enfoque del colegio? En desarrollar competencias que muevan al estudiante a pensar, criticar,
analizar, proponer y ser competitivo dentro de la sociedad. Por tal motivo, materias como ética y
valores no debería ser una asignatura, pues esta debería ser enseñada dentro de otras clases que
tengan el desarrollo de proyectos como metodología de la enseñanza dentro del aula.

Por otro lado, recuerdo que mis profesores se enfocaban muchísimo en el aprendizaje por
memoria. Nunca entendí la razón por la cual nos enfocaban en este tipo de aprendizaje. Después
de muchos años puedo firmemente decir que recuerdo más las experiencias en el patio de juegos
que los conocimientos impartidos en el aula, pues nunca me demostraron como analizar, criticar o
proponer en base a esa información. Hablando claramente, dentro de los márgenes del
conocimiento, puedo decir que mis docentes se empeñaron en sembrar semillas en mi memoria
de corto plazo y las experiencias sensoriales solamente quedaron relegadas al recreo.

Mis profesores buscaban imponer su autoridad a través del típico pregunta-respuesta. Recuerdo
mucho a mi profesor de historia donde sus clases siempre eran una muestra de la inquisición
española. Como decían mis compañeros “tema dado, tema evaluado”. Nunca espere que mi
profesor me preguntara sobre que pensaba yo sobre la influencia de la peste negra en el aspecto
económico, social y cultural de la edad media. Las típicas preguntas se centraban en “¿Cuándo
ocurrió la peste negra?”. ¿Cómo era nuestro comportamiento? Éramos simples victimas dentro de
un sistema poco desarrollador e influenciador de grandes metas. Al parecer, las competencias que
hoy explotamos las adquirimos en el aula de la vida y no en el colegio.

De igual manera, nuestras tareas tendían a ser lo mismo. No investigábamos consecuencias,


razones, motivos, o nos llevaban a analizar situaciones socioculturales que provocaron dichas
situaciones. Las tareas eran básicamente un trabajo repetitivo. Recuerdo que una vez, una
profesora de matemáticas nos coloco a estudiar un tema de trigonometría. Mientras yo
investigaba, encontré un método más sencillo. Lo apliqué en el examen periódico y la profesora
me reprobó porque no lo hice de la manera como ella lo había explicado.

Sin embargo, no todo fue malo. Tuve una profesora que fue mi directora de grupo. Ella era la
docente de informática. No hablo de los temas ni de las maneras como nos enseñaba, porque el
colegio tampoco proveía las suficientes materias primas para trabajar adecuadamente. Recuerdo
que fue la mejor porque llego a ser la única que se intereso en mi vida, mis debilidades, mis
fortalezas, y nos dedicaba tiempo para conocer nuestras preocupaciones y aspiraciones.
Lastimosamente sufría de un problema del corazón. Nunca más la he vuelto a ver. Espero se
encuentre bien y algún día volver a verla y agradecerle por su acompañamiento.

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