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CITOLOGÍA DE ORINA

1. Introducción, obtención y procesamiento del material.

La citología urinaria va a utilizarse principalmente para el diagnóstico de procesos


tumorales o inflamatorios, que afectan a la uretra, vejiga, uréteres y pelvis renal; los
tumores parenquimatosos del riñón o de la próstata suelen diagnosticarse por otros
métodos.

Para que sus resultados sean óptimos, el diagnóstico citológico, al igual que el histológico,
requiere dos premisas fundamentales: una adecuada representación de la lesión y una
correcta preparación del material en el laboratorio. El material idóneo es el que contiene
un número suficiente de células, adecuadamente preservadas, para poder realizar el
diagnóstico de la lesión preexistente.

La orina puede obtenerse por micción espontánea o mediante maniobras de


instrumentación, como el lavado vesical, la cateterización y el cepillado.

La orina obtenida por micción espontánea representa, salvo que exista una indicación
clínica de visualización de la vejiga o lesiones del tracto urinario superior, el método más
sencillo y que menos problemas plantea al paciente.

Para evitar la aparición de cambios degenerativos, no debe utilizarse la primera orina de


la mañana, porque las células han estado demasiado tiempo sometidas al efecto ambiental
de la orina.

Se ha recomendado la hidratación previa, y es conveniente la utilización de dos muestras


de cada paciente, al menos una de ellas con hidratación.

El rendimiento diagnóstico de ambas muestras es comparable, aunque la calidad


citomorfológica y el número de células es superior en la muestra que se ha obtenido
mediante hidratación.

La orina puede utilizarse en fresco o usando sustancias para prefijar el material. El


material utilizado en fresco representa en principio el sistema más idóneo, mostrando un
adecuado detalle morfológico, sin los cambios por artefactos provocados por la
prefijación.

El deterioro de las células comienza en el mismo momento de ser exfoliadas y sometidas


a los efectos ambientales de la orina vesical, por lo que el material fresco debe ser
remitido al laboratorio rápidamente, si es posible en las dos primeras horas.

La prefijación de la orina permite conservar el material varios días o meses sin deterioro
importante de las células. El alcohol etílico al 50% es el prefijador más utilizado, pero
condiciona picnosis nuclear y disminuye la viscosidad del material, con lo que las células
se adhieren con mayor dificultad al cristal.
Una vez obtenido el material, y dado que la orina es poco celular, se deben realizar
técnicas de concentración celular, ya sea centrifugado, citocentrifugado o técnicas de
filtrado con técnicas de membrana tipo nucleopore o millipore, que posteriormente se
tiñen con el método de Papanicolaou.

2. Histología y citología normal de la vía urinaria

La mayor parte de las células presentes en la citología urinaria proceden del epitelio de
revestimiento del tracto urológico. El urotelio o epitelio transicional normal, está
constituido por 3-7 hileras de células; las células superficiales son grandes, a veces
multinucleadas, y cubren varias células de los estratos inferiores, que son más pequeñas,
con un solo núcleo, redondeadas o piriformes.

Orina espontánea

La orina emitida espontáneamente posee escasas células, presenta un fondo limpio y tan
sólo ocasionales hematíes.

Una característica de la citología urinaria es la variación del tamaño y la forma de las


células uroteliales. Las superficiales son poligonales, de tamaño similar a una célula
escamosa, y con cierta frecuencia presentan un borde convexo correspondiente a la
superficie luminar. Junto a estas células, aparecen otras más pequeñas, redondeadas o
piriformes, que corresponden a estratos más profundos. Los núcleos tienen la cromatina
finamente granular y pueden tener un pequeño nucléolo.

Con relativa frecuencia, las células en la orina presentan cambios degenerativos. El


núcleo aparece en principio claro o transparente, y posteriormente se transforma en
picnótico. El citoplasma muestra vacuolización y a veces granulaciones eosinófilas, éstas
no parecen guardar ninguna relación con procesos patológicos específicos, sino más bien
con fenómenos de tipo degenerativo.

Nunca se deben valorar células con núcleo picnótico en el que no se pueda discernir la
estructura de la cromatina.

Un dato muy importante de la orina obtenida espontáneamente es que las células se


disponen aisladas, siendo los grupos muy ocasionales.

Por lo tanto, las características que definen como normal una muestra de orina obtenida
por micción espontánea son:

-Celularidad escasa.

-Polimorfismo celular.

-Grupos celulares ocasionales.


-Fondo limpio.

Orina instrumentada

La citología urinaria obtenida por cateterización o instrumentación es, a diferencia de la


anterior, rica en células y con grupos frecuentes. El polimorfismo celular es más
acentuado, y frecuentemente se ven células superficiales muy grandes, multinucleadas y
con citoplasmas finamente vacuolados. Este tipo de material es habitual en el
seguimiento de enfermos con neoplasias vesicales, y por tanto el citopatólogo debe estar
familiarizado con este tipo de muestra para no cometer errores.

3. Citología de las lesiones no tumorales del tracto urinario

3.1. Procesos inflamatorios infecciosos

Los procesos inflamatorios del tracto urológico se asocian casi siempre a maniobras de
instrumentación o problemas obstructivos al flujo urinario, o a ambos.

La citología se va a caracterizar por proporcionar un material con hematíes y abundantes


células inflamatorias; existe un notable aumento en la descamación de las células
uroteliales, que aparecen aisladas o en grupos, apreciándose cambios degenerativos o
reactivos que puedan sugerir malignidad, como la anisocitosis, la vacuolización
citoplasmática, y unos núcleos vesiculosos o intensamente picnóticos.

La mayor parte de las veces, el cuadro es inespecífico desde el punto de vista etiológico.
Dentro de los procesos inflamatorios específicos, ocasionalmente pueden identificarse
hongos, generalmente candida albicans, y virus, principalmente citomegalovirus y virus
herpes, que muestran el mismo aspecto citológico que en otras localizaciones. El virus
polioma, que fue descrito citológicamente por Colleman, en 1973, en muestras urinarias,
se caracteriza desde el punto de vista citológico por la presencia de células aisladas, con
núcleo aumentado de tamaño, y con una gran inclusión basófila y homogénea
intranuclear. Esta inclusión puede ocupar totalmente el núcleo o bien hacerlo
parcialmente, dejando un aro perinuclear similar al que se describe en el citomegalovirus.
Esta última forma es la menos frecuente. En ocasiones el aspecto agrandado e
“hipercromático” de los núcleos puede hacer pensar que células infectadas por este tipo
de virus corresponden a neoplasias.

Antes de realizar exclusivamente por la muestra citológica un diagnóstico de infección


por polioma virus, es recomendable realizar comprobaciones ultraestructurales y de
técnicas de identificación virales.

Alteraciones reactivas similares a las descritas inicialmente, pero más acentuadas, se


observan en los enfermos con litiasis, en los que se suele asociarse el efecto mecánico del
cálculo y los cambios inflamatorios añadidos. Este es el proceso patológico no tumoral,
que condiciona el más alto índice de falsos diagnósticos positivos.
La malacoplaquia es una enfermedad granulomatosa, poco frecuente, que se describió
inicialmente en la vejiga y que posteriormente se la ha identificado en otras muchas
localizaciones. Desde el punto de vista histológico, se caracteriza por la presencia de gran
cantidad de histiocitos en la lámina propia, que constituyen nódulos de color amarillento
cuando se observan con el cistoscopio. Algunos de estos histiocitos contienen inclusiones
intracitoplasmáticas, de aspecto homogéneo o concéntrico, que se denominan cuerpos de
Michaelis-Gutmann. Este hallazgo es muy poco frecuente en las muestras de orina, ya
que la lesión se sitúa por debajo del epitelio; no obstante, en ocasiones, cuando el epitelio
se ulcera aparecen estos histiocitos con cuerpos de Michaelis-Gutmann en la muestra
citológica. Estos cuerpos son P.A.S y Perl positivos, técnicas que en ocasiones facilitan
su identificación.

3.2. Cambios citológicos inducidos por tratamiento

Los cambios citológicos producidos a consecuencia de la radiación o la quimioterapia, o


ambas, pueden causar alteraciones celulares difíciles de evaluar. La radiación de la zona
pélvica, puede producir los cambios típicos de radiación:

-Intenso aumento del tamaño celular y nuclear.

-Vacuolización del citoplasma y, en ocasiones, del núcleo.

-Multinucleación.

-Formas anormales.

El diagnóstico diferencial entre tumor persistente y células con efecto de radiación puede
ser difícil. La conservación de la relación núcleo/citoplasma y la ausencia de un patrón
cromatínico anormal van a favor de cambios posradiación. Además, las citologías no
tumorales con cambios de radiación presentan frecuentemente una falta de transición
entre las células atípicas y el resto de la población celular.

Los fármacos alquilantes, y en especial, la ciclofosfamida, producen alteraciones intensas


de las células uroteliales. Los cambios son similares a los de la radiación, con aumento de
tamaño citoplasmático, nuclear y a veces variaciones del cociente núcleo-citoplasma. El
núcleo tiene un contorno irregular y es siempre hipercromático; la cromatina se dispone
en gránulos gruesos distribuidos de modo regular.

También se utiliza la BCG en el tratamiento de carcinomas in situ. La utilización de este


bacilo condiciona cambios en el epitelio de revestimiento y en la mucosa, que se pueden
traducir citológicamente.

4. Citología de las lesiones tumorales del tracto urinario

Los tumores malignos del tracto urinario representan el 6,5% de todos los cánceres. El
carcinoma de vejiga ha aumentado su frecuencia en los últimos años en la mayoría de los
países industrializados. En España, en el período comprendido entre 1955 y 1975, el
riego de muerte por cáncer vesical en el varón sufrió un crecimiento del 60%.

Los tumores del urotelio pueden clasificarse, según Mostofi, en cuatro tipos: papiloma,
carcinoma grado I, grado II, y grado III.

Las dos primeras categorías, o lesiones de bajo grado, poseen un revestimiento urotelial
análogo al epitelio normal o con desviaciones leves, mientras que los tumores de alto
grado (grados II y III) muestran alteraciones citológicas acentuadas.

Por tanto, las células obtenidas en lesiones de bajo grado carecen, consideradas
individualmente, de rasgos que permitan sentar criterios diagnósticos fiables.

Este tipo de lesiones pueden descamar grupos celulares en mayor cantidad de lo esperado
para una orina emitida espontáneamente. La presencia de grupos uroteliales no atípicos,
permite sugerir la posibilidad de un tumor de bajo grado. Hay que tener en cuenta, sin
embargo, que la presencia de grupos celulares y de células aisladas con cambios reactivos
son también el patrón de diversas condiciones no tumorales (instrumentación,
inflamación litiasis), que junto con las lesiones de bajo grado constituyen una categoría
diagnóstica, que denominamos grupos uroteliales no atípicos.

Los tumores de alto grado, por el contrario producen orinas muy celulares, con grupos
muy frecuentes y un fondo inflamatorio o necrótico, o de ambos tipos.

La diferenciación citológica entre los tumores de grado II-III en muchas ocasiones no es


fiable, aunque está a favor de un tumor más agresivo el hallazgo de necrosis, disminución
de la cohesión celular y fenómenos metaplásicos.

Los criterios más fiables para al identificación de las células malignas en la orina son la
alteración de la relación núcleo/citoplasma y un patrón claramente irregular de la
cromatina.

El carcinoma epidermoide y el adenocarcinoma, en forma pura o en combinación con un


tumor urotelial, descaman células con aspecto análogo al que estos tumores presentan en
otras localizaciones.

El carcinoma in situ plano es una lesión de extraordinaria importancia, en la que las


alteraciones citológicas de malignidad son muy evidentes; con frecuencia las células son
monomorfas con un fondo citológico limpio.

Por lo tanto, ante una citología urinaria, utilizamos tres posibilidades de diagnóstico, con
criterios bien definidos:

Citología negativa

-Fondo limpio.
-Celularidad escasa.

-Grupos celulares ocasionales.

Grupos uroteliales no atípicos

-Fondo limpio o inflamatorio.

-Celularidad abundante.

-Grupos celulares no atípicos frecuentes.

-Polimorfismo celular.

Citología positiva

-Células aisladas o en grupos con:

 Alteraciones de la relación núcleo-citoplasma.

 Patrón anormal de la cromatina.

El diagnóstico citológico de los tumores uroteliales no ha sido del todo bien aceptado en
muchos centros, y ello se debe, a que el urólogo diagnostica con facilidad, mediante
técnicas endoscópicas, las lesiones papilares de bajo grado, en las que la citología carece
de criterios diagnósticos.

Sin embargo en los últimos años se han acumulado pruebas de que los tumores vesicales
presentan dos vías carcinógenas de significado diferente: los tumores papilares y los
tumores planos.

Los tumores papilares son los más frecuentes y llevan un curso clínico prolongado
caracterizado por lesiones recurrentes; por el contrario, los tumores planos suelen ser
invasores cuando se ven clínicamente por primera vez.

Un aspecto muy importante del carcinoma in situ es que la fuente principal del carcinoma
invasor no es la lesión papilar común, sino las lesiones neoplásicas planas asociadas; en
este punto es donde la citología representa un procedimiento diagnóstico inestimable, ya
que representa la situación opuesta de la lesión papilar; desde el punto de vista clínico, no
se encuentran signos endoscópicos fiables, mientras que el cuadro citológico es muy
evidente.

Por lo tanto, el mayor beneficio para los enfermos con neoplasias vesicales se obtiene
mediante una inteligente combinación de los hallazgos citológicos y cistoscópicos.
Hemos revisado en nuestro laboratorio un total de 3189 muestras correspondientes a 1037
pacientes, y considerando los tumores de alto riesgo, la especificidad del método fue del
99% con una sensibilidad del 80%.

5. Otros tumores del aparato urinario

Los tumores malignos, como carcinoma de células pequeñas, carcinoma epidermoide en


sus diferentes variedades y adenocarcinomas, son muy poco frecuentes a este nivel y
presentan un aspecto citológico similar al de otras localizaciones.

Existen también tumores derivados de los tejidos musculares y nerviosos de las paredes
de la vía urinaria, que como en otras localizaciones presentan una traducción muy baja en
la muestra citológica ya que se sitúan por debajo del epitelio y solamente en algunos
casos de ulceración del mismo pueden manifestarse en la muestra. Asimismo, la vía
urinaria es una zona de localización de metástasis y sobre todo puede verse infiltrada por
carcinomas de estructuras vecinas, como el aparato genital femenino, la próstata, el colon
y el recto. Cuando éstos son muy poco diferenciados, puede ser difícil realizar el
diagnóstico diferencial con carcinomas uroteliales de alto grado.

Resumen

 En los tumores vesicales, salvo indicación clínica de visualización de la vejiga, la orina


obtenida por micción espontánea representa el método idóneo de obtención del material.

 La orina debe, a ser posible, ser procesada en fresco para evitar los efectos negativos
de la prefijación, y sometida a técnicas de concentración celular.

 Las muestras obtenidas por micción espontánea con y sin hidratación previa presentan
una eficacia diagnóstica similar, incluso cuando las muestras procedentes de hidratación
proporcionan mayor cantidad de células y mejor calidad de morfología celular.

 El estudio de más de una muestra, si es posible un mínimo de dos, aumenta el


rendimiento diagnóstico hasta el 90%.

 La presencia de grupos uroteliales no atípicos es el cuadro citomorfológico habitual de


diferentes situaciones clínicas (instrumentación, inflamación, litiasis, tumores de bajo
grado).

 No puede realizarse un diagnóstico citológico inequivoco de carcinoma en lesiones


papilares de bajo grado (papiloma, carcinoma papilar grado I).

 Las situaciones clínicas que habitualmente producen mayor cantidad de falsos


positivos son:

o Litiasis.
o Infecciones virales.

o Radio y quimioterapia.

o Instrumentación.

 Los criterios fundamentales para reconocer cambios postquimioterapia son:


mantenimiento de la relación núcleo/citoplasma con patrón cromatínico no atípico, y la
presencia de “hiato” entre las células con cambios anormales y el resto de la población
celular.

 Los criterios citológicos fundamentales que permiten un diagnóstico de malignidad son:

o Alteración de la relación núcleo/citoplasma.

o Alteración evidente del patrón de la cromatina.

 La citología de la orina es un método de diagnóstico superior a la cistoscopia en los


tumores uroteliales planos e inferior en los tumores papilares de bajo grado.

 En las lesiones papilares de bajo grado el estudio citológico es muy útil al permitir
evaluar el estado del urotelio aparentemente normal, descartando la existencia de lesiones
planas asociadas.

 La citología obtenida por micción espontánea puede ser utilizada como método de
detección tumoral en poblaciones de alto riesgo.

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