Está en la página 1de 5

Desde el Principio

Seguir a @MorochosLR .,5,283 seguidores


SÁBADO, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2007
Dolo Eventual en Accidentes de Tránsito
Autor: Carlos Alberto López Rafaschieri
juristaucv@gmail.com
www.morochos.org
En Venezuela, desde muy reciente, se ha venido aplicando la figura
del dolo eventual en los accidentes de tránsito donde ocurre la muerte de
por lo menos una persona: específicamente, la víctima del incidente
automovilístico.

Según el jurista Jiménez de Asúa "hay dolo eventual cuando el sujeto


se representa la posibilidad de un resultado que no desea pero cuya
producción ratifica en última instancia" (Asúa citado en Mendoza, 1987:
217) En pro de comprender mejor la figura, traigo a colación un ejemplo
relevante con este tipo de sucesos, expuesto por el jurista Manuel López
Rey: "un automovilista desea llegar pronto a su destino y para ello
aumenta excesivamente la velocidad pese a la gran probabilidad de
atropellar a alguien, pero para él lo importante es llegar y el que se
produzca dicha eventualidad no le importa. Esta se realiza" (López citado
en Mendoza, 1987:220)

La figura del homicidio intencional, a titulo de dolo eventual, ha sido


aplicada erróneamente en escasos procesos penales por los tribunales
de justicia. Ha sido administrada de manera equivoca, en el sentido de
que dicha figura no aparece enmarcada en el Código Penal Vigente. Sólo
la podemos encontrar en la doctrina, y recientemente en la
jurisprudencia.
Una de las características distintivas del derecho penal es que no
acepta aplicación extensiva o análoga, ni con otra figura del derecho
penal, y menos aún, con otra rama del derecho, bien sea civil,
administrativo, mercantil, u otra. De igual modo, el derecho penal excluye
como fuentes lo referente a doctrina, derecho comparado, jurisprudencia,
costumbre jurídica, y cualquier otra fuente que no sea la ley.

Lo mencionado en el párrafo anterior lo encontramos en el artículo 1


del Código Penal vigente, al consagrar: "Nadie podrá ser castigado por
un hecho que no estuvlere expresamente previsto como punible por la ley,
ni con penas que ella no hubiere establecido previamente". Basado en el
famoso principio “Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege poenali” (Ni
crimen, ni castigo sin previa ley penal).

A diferencia de lo comentado anteriormente, tenemos lo expresado en el


artículo 4 del Código Civil, donde el sistema de fuentes acepta en primer
lugar
la ley, y en el supuesto de que no hubiere disposición precisa de la ley, se
tendrán en consideración las disposiciones que regulan casos semejantes o
materias análogas; y, si hubiere todavía dudas, se aplicarán los principios
generales del derecho.

El Código Penal es muy claro al establecer el sistema de responsabilidad


en caso de homicidio, pues distingue entre homicidio intencional (Art. 405),
homicidio calificado (Art. 406), homicidio agravado (Art. 407), homicidio con
causal (Art. 408), homicidio culposo (Art 409) homicidio preterintencional (Art.
410), homicidio preterintencional con causal (único aparte del art. 410),
homicidio por causa de honor (Art. 411) e Inducción o ayuda al suicidio (Art.
412)
El supuesto fundamental para que se califique al homicidio como
intencional, es que la persona haya tenido la intención de matar. Lo que
quiere decir que el individuo quiera o desee ocasionarle la muerte a otro.
Debe emerger de su pensamiento la idea de querer producir el homicidio, y
efectivamente, materializar dicho suceso.

En cambio, el homicidio culposo es para los casos en los cuales la


persona
ocasione la muerte de otra, pero sin tener la intención de hacerlo. Es decir,
que
no ha querido ocasionar la muerte de nadie, pero por imprudencia,
negligencia
o impericia, le produce la muerte.

Para los juristas Grisanti Aveledo y Grisanti Francheschi, los tres


supuestos del homicidio culposo son: La imprudencia, supone una conducta
positiva, un hacer algo, un movimiento corporal. La negligencia, implica una
abstención, un no hacer, una omisión cuando se estaba jurídicamente
obligado a realizar una conducta contraria. Y la impericia, supone un defecto
o carencia de los conocimientos técnicos o científicos que son
indispensables para ejercer idóneamente una profesión, un arte o un oficio.
(Grisanti y Grisanti, 1989).

La gran mayoría de los accidentes de tránsito son producto de la


excesiva
velocidad, al sobrepasar los límites establecidos por la Ley de Tránsito
Terrestre y su reglamento, movido por el deseo de llegar con prontitud a un
lugar especifico Pero es ilógico presumir que cuando la persona a excesiva
velocidad ocasionare la muerte de otra en un accidente de tránsito, haya
tenido la Intención de querer hacerlo, o producir tal efecto. De ser así, se
estaría en contradicción con la Presunción de Inocencia que debe tenerse
de toda persona por mandato expreso de la Constitución Nacional,
consagrada en el ordinal 3ero. del artículo 49.

Por otra parte, la figura del homicidio intencional, a titulo de dolo


eventual, es una figura de imposible aplicación, ya que entre sus supuestos
es necesario el determinar que la persona se haya representado la
posibilidad de un resultado que no desea (Asúa citado en Mendoza, 1987)
pero ¿cómo puede saberse si la persona se lo representó o no? se tendría
que penetrar en el pensamiento de dicha persona y apreciar si en realidad se
representó la supuesta posibilidad, o por el contrario, la desconoció.

Es de suma importancia aclarar el hecho de que cuando la persona no


ha
querido ocasionarle la muerte a otro, pero producto de su imprudencia,
negligencia o impericia lo ha producido, estamos en presencia de un
homicidio
culposo El Código Penal vigente es específico al calificar los supuestos.

El Estado de Derecho es establecido por la sociedad para fijar los


parámetros a la conducta humana. Las normas que regulan tales conductas
no pueden ir a menor o mayor gravedad de lo que la ley consagra ya que
estaríamos en franca violación al Estado de Derecho.
A mí parecer, es injusto que una persona por haber sido imprudente en
su
conducir, y haber ocasionado la muerte a otro ser humano (sin querer
hacerlo)
sea sentenciada con la misma magnitud que una persona que quiso matar y
mató No hace falta ser un experto del derecho para ver lo ilógico que es
equiparar los dos casos.

Se puede estar en detrimento del derecho al obviar que toda persona


debe ser Juzgada como ordena la ley, la diferencia de pena aplicable para
los dos supuestos es descomunal. Para el homicidio intencional oscila entre
los doce y
díeciocho años de prisión; y para el homicidio culposo, la pena oscila entre
seis meses y cinco años de prisión

Este tipo de sentencias tiene un doble efecto que causa el deterioro del
Estado de Derecho. El primero de ellos es que se hace injusticia con las
personas condenadas más allá de lo que consagra la ley. El otro efecto es
que se fija un precedente jurisprudencial donde la próxíma persona que
cometa un homicidio culposo pueda ser sancionada como autor de homicidio
intencional. Esperemos que se haga la oportuna rectificación por parte de
quienes estamos involucrados con el sistema de justicia, y así establecer un
mejor Estado de Derecho en nuestra sociedad.

Por Carlos Alberto López Rafaschieri. Abogado (UCV)


Juristaucv@gmail.com
Referencias Bibliográficas
- Grisanti, H. y A. Grisanti, (1989) Manual de Derecho Penal. Parte
Especial. Caracas, Mobil Libros.

- Mendoza, J, (1987) Curso de Derecho Penal Venezolano. Parte


General. Tomo 11, 118 Edición, Caracas, El Cojo.

Publicado por Morochos.org en 08:00


Recomendar esto en Google

También podría gustarte