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Daniela Erazo Campos

20171160023

EL RUIDO DEL SILENCIO

Juan Rulfo fue un escritor mexicano que planteó un conflicto subjetivo con respecto a

las raíces de la historia mexicana, situó sus cuentos en un constante círculo de tiempo,

mezclando el “aquí” y el “allá” dentro de la Revolución de las décadas de 1940 y 1950 o

fuera de ella. Si bien, la narrativa de Rulfo contenía indirectamente aspectos fundamentales

de la situación actual de su país, también abordaba cierto drama existencial, producto de su

propia historia –Macario, por ejemplo–.

Ahora bien, “El llano en llamas” (primer publicación del autor), es una colección de

cuentos entre los que se encuentran: Acuérdate, Luvina, Es que somos muy pobres, El

llano en llamas, Talpa, Macario, Nos han dado la tierra y Diles que no me maten, los

cuales se trataran en el presente ensayo.

Cada cuento es el manifiesto de una sociedad históricamente afectada, la soledad, la

incomunicación, generando una detención del tiempo, en un momento exacto, en

situaciones específicas que denota en una estructura narrativa particular como lo es el

monologo. Todos los cuentos muestran en su esencia al hombre fruto de la revolución, sin

necesidad de hacer una literatura panfletaria, Rulfo transita esos escenarios macabros y

realistas, simbólicos del siglo XX en México, que vuelven con él y con sus historias cada

vez que se abre el libro.

Tales cuentos vinculan al hombre mexicano del siglo XX dentro de un desencanto, de

una constante tristeza, con la muerte presente en sus vidas, la enajenación y el silencio que

producía dicha situación social.


Daniela Erazo Campos
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Acuérdate se desarrolla en torno al silencio, a ese ruido silencioso que se manifiesta

en Luvina. Durante toda la historia, se encuentra una narración en primera persona, la cual

busca evocar en un emisor omnipresente ciertos sucesos de la infancia, vinculados con la

muerte, la tristeza, los problemas y la enajenación de un compañero de escuela y de su

Familia.

Acuérdate que a su madre le decían la Berenjena porque siempre andaba metida en líos
y de cada lío salía con un muchacho. Se dice que tuvo su dinero pero se lo acabó en
los entierros, pues todos los hijos se le morían de recién nacidos y siempre les mandaba
cantar alabanzas, llevándolos al panteón entre músicas y coros de monaguillos que
cantaban "hosannas" y "glorias" y la canción esa de "ahí te mando; Señor, otro
angelito". De eso se quedó pobre, porque le, resultaba caro cada funeral, por eso de las
canelas que les daba a los invitados del velorio. Sólo le vivieron dos, el Urbano y la
Natalia, que ya nacieron pobres y a los que ella no vio crecer, porque se murió en el
último parto que tuvo, ya de grande, pegada a los cincuenta años. (Rulfo. J. 1953. Pág:
5).

Así pues, la historia de la madre de Urbano y Natalia es un ejemplo de todas las

temáticas que persiguen los cuentos de Rulfo, estando en ella: La muerte de sus tantos

hijos como en el cuento “El llano en llamas”, con cada hombre del movimiento rebelde y

de los federales que toreaban la vida con miedo, con fuego, en caballos, con rifles y en un

llano que evocaba el olvido y el olvido a la soledad y de la soledad al ruido de la percusión

de la muerte hacia la muerte. Y en “Diles que no me maten”, cuando el hombre, que tanto

le ha huido a la muerte, que evoca valentía, se ve implorando por la vida que tanto se había

molestado en conservar y que se iba de a poco con cada latido de su corazón al lado de los

militantes que lo fusilarían, por aquel asunto tan viejo y tan rancio, como su propia alma.
Daniela Erazo Campos
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La pobreza en “Es que somos muy pobres” el cual relaciona el comportamiento de las

hermanas mayores echadas a perder por vivir en la pobreza, con la maldad natural de

Urbano, la desgracia de perderlo todo, por el miedo a lo carnal, por la ida de unas hijas

que aprenden pronto y que entienden muy bien lo que no debían o por la lluvia salvaje o

por la serpentina que se llevaba con ella toda esperanza de un futuro generoso.

La soledad de sus únicos hijos vivos que pone en manifiesto a “Luvina”; aquel cerro

pedregoso que persigue el ruido del silencio y la soledad de sus habitantes, donde se

detenía el tiempo y todos eran viejos, infelices. Y en “Nos han dado la tierra” con el

sentimiento que causaba la inmensidad de ese Llano que por un momento pensaron,

aquellos cuatro hombres que quedaron que sería esa tierra prometida, donde ni un zopilote

nacería condenándolos a la soledad infinita.

Por último, la religión también vista en “Talpa “con Tanilo y su devoción por la

virgen que lo llevo a la muerte, siendo testigo esa misma sonrisa que él mismo había ido a

buscar y en “Macario” con las infinitas oraciones de Felipa para que Macario no cayera al

infierno, condenado por sus pecados y por los que ella cometía, la cual demuestra la

caracterización del cinismo de los religiosos. Demostrando que la religión no es la que

salva al hombre, sino tal vez la que lo condena, como también condeno a la Berenjena y a

sus hijos fallecidos.

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