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Facultad Derecho

Universidad Alberto Hurtado.

Los mecanismos de revisión de los laudos arbitrales por parte de


la justicia ordinaria: disparidad en el desarrollo del arbitraje
doméstico e internacional.

Integrantes:

Lorena Elizabeth Díaz Pizarro


Javiera Alejandra Fernández González
Catalina González Tuñon
Eloísa Antonia Parra Marin
Miguel Ángel Pincheira Soto
Nicolás Sebastián Quintana Rojas
Diego Franco Salazar Maldonado
Kazandra Patricia Serey Yañez
Víctor Andrés Silva Ortiz
Nicole Constanza Vargas Hidalgo

Director Semillero:
Cecilia Latorre Florido

RESUMEN
En materia de arbitraje en Chile, la procedencia de los medios de impugnación que
contempla nuestra legislación no logra seguir criterios uniformes en la práctica
jurisprudencial, estableciendo divergencias de aplicación tanto en el ámbito
nacional como en el internacional. El presente trabajo tiene por objeto el estudio de
la institución del arbitraje en nuestro país y de los criterios que adoptan nuestros
tribunales en materia de impugnación del laudo arbitral, en específico por vía del
recurso de queja, con la finalidad de analizar las falencias que esto provoca en
especial en materia de arbitraje internacional, estableciendo críticas y propuestas
para su modificación a futuro.

PALABRAS CLAVES: Arbitraje, Corte Suprema, Recurso de queja, renunciabilidad,


Supremacía Constitucional.

ABSTRACT
In the matter of arbitration in Chile, the provenance of the appeal procedures that
are being contemplated in our legislation fails to follow one uniform criterion in the
jurisprudence practice, establishing divergences of application both at the national
and in the International level. The purpose of this paper is to study the institution of
arbitration in our country and the criteria adopted by our courts on the appeal of the
arbitration award, in specific by means of the complaint proceedings, with the
purpose of analyzing the weakness that this trigger in the matter of international
arbitration, establishing criticisms and proposals for the forthcoming modification.

KEYWORDS: Arbitration, Supreme Court, Complaint proceedings, Waiver,


Constitucional supremacy.

I. INTRODUCCIÓN
“El hombre es un ser social, puesto que debe relacionarse con los demás para los
efectos de poder lograr su plena realización material y espiritual. Para ello el hombre vive
en sociedad”1, en razón de lo cual, el conflicto se gesta como una “patología” humana
inevitable de toda organización social, por lo que desde el surgimiento de los Estados
democráticos es que se ha buscado establecer medios idóneos, justos y racionales para
solucionar conflictos de relevancia jurídica.
Actualmente producto del sistema económico globalizado, las relaciones
comerciales entre los individuos se han incrementado, en consecuencia, del mismo modo
han aumentado los conflictos de relevancia jurídica que requieren la intervención de los
tribunales de justicia, situación que ha originado un congestionamiento de dicha institución.
Por tal motivo, el arbitraje ha adquirido mayor importancia en las últimas décadas, puesto
que se ve como un mecanismo más expedito para la solución de controversias. Sin
embargo, en materia de arbitraje nacional nos encontramos con una institución poco
regulada, lo cual deviene en una escasa legislación aplicable al mismo, estando regulado
específicamente sólo en el título VIII del CPC (Del Juicio Arbitral) y en aquellas normas
referidas a juicios especiales o al juez árbitro. Ahora bien, lo anterior solo aplica al arbitraje
doméstico, debido a que en materia de arbitraje internacional la situación es distinta.
En materia internacional, nuestro ordenamiento jurídico presentó una innovación al
suscribirse a la Ley de Arbitraje Comercial Internacional (LACI), quedando sometido a
toda la normativa allí presente y dejando en un plano de subsidiariedad a la legislación
interna en los casos en que esta se refiriera a ella o en casos de vacíos legales.
El presente trabajo tiene por objeto exponer estas diferencias, específicamente aquellas
relativas a los mecanismos de impugnación contemplados en nuestra legislación, los cuales
facultan a los tribunales nacionales para revisar las sentencias emanadas de los laudos
arbitrales pronunciados en territorio nacional. Para esto, se partirá analizando la naturaleza
jurídica del arbitraje en nuestro ordenamiento jurídico nacional, con el fin de determinar los
recursos procedentes contra las sentencias dictadas por un árbitro, para lo cual es necesario
distinguir las facultades bajo las cuales actúa el árbitro, puesto que dependiendo si el árbitro
es de derecho, mixto o arbitrador, variara el régimen de recursos aplicables contra la
sentencia pronunciada por el árbitro.
En consideración a lo anterior ha de analizarse el alcance del control al que están
sujetos las resoluciones dictadas por árbitros (tanto en el ámbito doméstico como
internacional), teniendo como eje central la discusión sobre la procedencia del recurso de
queja ante nuestros Tribunales Superiores de Justicia cuando las partes han renunciado a los
recursos que la ley otorga, siendo clave la postura adoptada por las Cortes ante su
interposición y así como también de su homólogo procesal respecto de resoluciones
dictadas con ocasión de arbitraje comercial internacional en nuestro país. En este sentido,
es de vital importancia lograr comprender el alcance de la procedencia del recurso de queja
en el ámbito internacional y su diferencia con el tratamiento que se le da en sede doméstica.


1
JIMÉNEZ et al. (2004) p. 2.

II. LOS MECANISMOS DE REVISIÓN CONTEMPLADOS RESPECTO


DEL ARBITRAJE DOMÉSTICO

El Poder Judicial en Chile está compuesto por tribunales establecidos por ley, con
carácter autónomo e independiente. Según su naturaleza se pueden distinguir tres
categorías: los tribunales ordinarios y comunes, los tribunales especiales y, por último, los
tribunales arbitrales. Los primeros “juzgan a la generalidad de las personas y cosas, y
llevan consigo la idea de jerarquía o de subordinación unos respecto de los otros, estando
todos ellos establecidos en el Código Orgánico de Tribunales; los tribunales especiales,
por su parte, juzgan a determinadas personas o a ciertas materias que, por circunstancias
también especiales, gozan de fuero personal o real”2. Mientras que los tribunales arbitrales
corresponden a casos en que los particulares, de común acuerdo, y salvo casos
excepcionales, nombran a un tercero con el fin de que resuelva y decida una contienda de
origen jurídico, al que se le denomina juez árbitro.
El arbitraje, como mecanismo de solución heterocompositivo de conflictos es añoso.
Si bien es posible vislumbrar sus orígenes en las primeras controversias de la antigüedad,
encuentra su origen más primario en el Derecho Romano clásico y justinianeo3. Siglos más
tarde, con la aparición de los Estados Modernos, constituidos como una organización
centralizada, el arbitraje dejará de desempeñar el importante rol que antes tuvo en el
desarrollo de las instituciones judiciales, en la medida que una autoridad de un Poder
Público reclamará para si mismo el ejercicio exclusivo de las funciones jurisdiccionales.
Es así como, “a diferencia de lo que ocurría en el pasado, en que las legislaciones
contemplaban el arbitraje como una figura procesal extraordinaria y de excepción,
podemos advertir que la tendencia actual en Derecho Comparado dista mucho de aquello,
por cuanto la mayoría de los países del mundo han dictado leyes especiales muy completas
para regular la institución que nos ocupa, transformando poco a poco el arbitraje en un
método de aplicación general para la resolución de controversias”4.
1. Naturaleza Jurídica de Arbitraje.
La naturaleza jurídica de esta institución ha generado debate, producto de lo cual en
la actualidad no existe unanimidad respecto de ello. María Fernanda Vásquez ha definido al
arbitraje como: “Un árbitro heterocompositivo de controversias que se justifica en la
autonomía de la voluntad como valor superior del ordenamiento jurídico reconocido en la
Constitución”5, agregando además que “el arbitraje se concibe como un sistema voluntario,
alternativo y excluyente al que regula el Estado, destinado básicamente a resolver
conflictos jurídicos entre particulares y que se concibe como un mecanismo eficaz”6.
En el plano nacional se contemplan distintos tipos de árbitros, cada uno de los
cuales posee un tratamiento diverso en razón de su fuente de origen, la que puede ser la ley,
la voluntad de las partes o una mixtura de ambos. Así, por ejemplo, en el caso de los


2
CASARINO (2006). p. 11.
3
AYLWIN (2009). p. 67.
4
Ibíd. p. 71.
5
VÁSQUEZ (2009). p. 15.
6
Ibíd. p. 16.

árbitros de derecho, deben tramitar el asunto conforme a la naturaleza de la acción


deducida. Lo anterior se plasma en el artículo 628 del Código de Procedimiento Civil -
desde ahora en adelante CPC-, “los árbitros de derecho se someterán, tanto en la
tramitación como en el pronunciamiento de la sentencia definitiva, a la regla que la ley
establece para los jueces ordinarios según la naturaleza de la acción deducida”.
En la legislación nacional, la fuente de la justicia arbitral se encuentra en el artículo
222 del Código Orgánico de Tribunales -desde ahora en adelante COT-, en donde sostiene
que: “Se llaman árbitros los jueces nombrados por las partes, o por la autoridad judicial
en subsidio, para la resolución de un asunto litigioso”7, estableciendo de este modo dos
categorías de origen del arbitraje: la voluntad de las partes y la autoridad judicial en
subsidio de esta. Si bien, estas dos primeras clasificaciones son las que se encuentran
contenidas en el COT, es necesario considerar el rol que juega la ley y la voluntad
unilateral del causante o testador, lo que nos traslada a la naturaleza jurídica del arbitraje,
cuestión ampliamente discutida por la doctrina procesal, planteando una serie de teorías que
se desarrollarán a continuación.

a. Teoría Contractualista o Privatista:


Para esta teoría el arbitraje emana del principio de la autonomía de la voluntad de las
partes, razón por la cual la facultad del juez árbitro provendrá del contrato celebrado, ya sea
a través de un compromiso o un acuerdo arbitral. De esta forma, las partes le encomendarán
al juez árbitro la solución de la contienda, no obstante, los árbitros nombrados no ejercerán
jurisdicción, entendiéndola como la potestad que le corresponde de manera exclusiva al
Estado.
Por lo tanto, para esta tesis el arbitraje correspondería a: “Un contrato por medio
del cual las partes someten sus diferendos a la decisión de un órgano o persona que realiza
la función arbitral, dando curso a un procedimiento que es equivalente al realizado por el
órgano jurisdiccional -pero carente de imperio-, para lo cual se encuentra habilitado por
la cláusula compromisoria o bien, el compromiso arbitral que suscriben las partes en
conflicto”8. Razón por la cual Jorge Alberto Robiolo sostiene que: “Para esta teoría, el
origen del instituto y el carácter de los árbitros pertenecen al ámbito privado, no siendo
estos últimos jueces, en la medida de lo dispuesto por la normativa legal, careciendo del
atributo propio de los mismos, o sea, del imperium”9.

b. Teoría Publicista o Jurisdiccional:


La naturaleza del arbitraje corresponde a la ley, pues es esta fuente del Derecho la
que permite a un tercero (el juez árbitro), resolver un conflicto jurídico mediante la
dictación de una sentencia que pueda exigir, con posterioridad, su cumplimiento coercitivo
por parte de los tribunales ordinarios. De este modo para esta teoría es el legislador quien le
confiere al árbitro el carácter de juez.


7
Artículo 222. Código Orgánico de Tribunales Chileno.
8
CASTRILLÓN (2009). p. 8.
9
ROBIOLO (2007). p. 46.

Se ha sostenido por parte de la doctrina y la jurisprudencia nacional, que esta sería


la tesis que ha adoptado Chile, argumentando que en la historia de la institución la “Lei de
Organización de Tribunales”, anterior al COT, en su artículo 172 mencionaba que:
“Nuestra lei ha hecho del arbitraje una jurisdicción i en tal carácter sus sentencias deben
ser obedecidas por las partes comprometidas como si ellas emanasen de los jueces
ordinarios”10. En este sentido, Alejandro Romero señalará que ha cambiado radicalmente
la base de la institución, y de este modo, sería inútil mantener la disposición romana que
hacía del compromiso una obligación con cláusula penal.
Del mismo modo, en nuestro ordenamiento jurídico “No sólo la doctrina reconoció
el carácter jurisdiccional del arbitraje a partir de la historia fidedigna de la ley, sino que,
además, ha realizado un esfuerzo interpretativo de las normas legales que regulan la
institución para concebir el arbitraje como ejercicio de jurisdicción”11. En este sentido, la
Constitución Política de la República -desde ahora en adelante CPR- regula en su artículo
76 el ámbito de jurisdicción de los tribunales nacionales. Por su parte el COT en su artículo
1, establece que la facultad de juzgar la ejercen los tribunales establecidos por ley, dentro
de los cuales se encuentran señalados los tribunales arbitrales.
Consignándose lo anterior, y debido a su naturaleza de órgano público, es posible
aplicar, a su respecto, “El capítulo I de la Constitución referido a las Bases de la
Institucionalidad. Por ende, en su actuar quedan sometidos a la obligatoriedad de la
Constitución, la supremacía constitucional, el imperio de la ley, la nulidad de derecho
público, los requisitos de validez de la actuación de órganos públicos y, finalmente la
responsabilidad y sanciones aparejadas a su función”12.
El arbitraje se configura, entonces, como una jurisdicción que posee carácter
extraordinario –tribunales no permanentes-, en la medida que es el juez árbitro quien tiene
la facultad de decidir sobre una contienda jurídica y esa capacidad emanaría
inmediatamente de la ley, si esto no fuese de esa manera los sujetos simplemente otorgarían
poder a un tercero nombrado de común acuerdo y en ese evento nos encontraríamos frente
a un mandato sin fuerza ejecutiva.
De esta forma, sería la teoría publicista o jurisdiccional la que es recogida por
nuestro ordenamiento jurídico, “puesto que el laudo arbitral que de éstos emana, tiene el
efecto de cosa juzgada y mérito ejecutivo, para luego concurrir ante los jueces ordinarios,
invocando su ejecución forzada si es necesario, el cual, además no quiere aprobación
judicial previa para que tenga valor y sea vinculante”13.

c. Teoría Mixta o Intermedia:


Esta teoría plantea que el arbitraje corresponde a una institución de carácter siu generis, en
la medida que en el origen del arbitraje existen elementos que son de carácter convencional,
pues la decisión de someter el asunto a la resolución de un juez árbitro corresponde a la
propia voluntad de las partes. No obstante, en cuanto al término del conflicto jurídico a


10
ROMERO (1999). p. 411.
11
HOFFENS (2010). p. 4.
12
Ibid. p. 5.
13
Ibid. p. 6.

través del laudo arbitral, el acto jurisdiccional presenta elementos que son de carácter
público, al igual que una sentencia emanada de los tribunales ordinarios.
Por tanto, “importa reconocer que en el arbitraje convergen elementos tantos
procesales como privados o contractuales. Es posible reconocer aquí dos fuentes del
arbitraje: la voluntad de las partes como la ley. Esta última establece un marco de
actuación que limita el desenvolvimiento de las partes. Para esta doctrina, el árbitro no
desempeña una función jurisdiccional, sino que el laudo que dicta produce el efecto de
equivalente jurisdiccional, en la medida que produce efectos idénticos al de cosa
juzgada”14.

2. Sobre los Recursos que Proceden en Contra de los Laudos Arbitrales y su


Renunciabilidad.

Por recurso procesal debe entenderse “[Todo] acto jurídico procesal de parte o de
quien tenga legitimación para actuar, mediante el cual impugna una resolución judicial no
ejecutoriada, dentro del mismo proceso que se pronunció, solicitando su revisión a fin de
eliminar el agravio que sostiene se le ha causado con su pronunciamiento”15.
En materia de arbitraje doméstico, los recursos que proceden contra el laudo arbitral
variaran según el tipo de arbitro ante el que se este presente. Por regla general, procederá
todo recurso frente a la sentencia emanada de un arbitro de derecho o mixto, salvo pacto en
contrario, vale decir, las partes tienen la libertad de estipular en el pacto compromisorio la
renuncia a todo medio de impugnación, en cambio, frente a un arbitro arbitrador solo será
procedente excepcionalmente el recurso de apelación, el de casación en la forma, por la
causal de omisión de algún trámite esencial y el de queja. Distinta situación es la existente
en materia de arbitraje comercial internacional donde el único recurso procedente es el de
nulidad, a partir de lo establecido en el artículo 34 de la Ley 19.971.
El arbitraje interno tiene sus fuentes, principalmente, en el COT y en el CPC, se
caracteriza por estar orientado a la resolución de conflictos jurídicos entre particulares que
designan a uno o más jueces denominados árbitros (art. 222 COT).
Nuestro sistema arbitral, en lo referente tanto a árbitros de derecho, como mixtos,
contempla un amplio régimen de recursos procesales tendientes a la impugnación de
sentencias arbitrales. Cualquiera sea el tipo de árbitro, siempre procede la Reposición y la
Aclaración, Rectificación o Enmienda, en virtud de lo establecido en el artículo 34 del
Reglamento Procesal de Arbitraje.
Sin perjuicio de aquello, resulta necesario distinguir entre la naturaleza de los
arbitrios que pueden concurrir en un procedimiento arbitral, con el objeto de comprender a
cabalidad qué tipo de recursos proceden en contra sus sentencias.
En primer lugar, se encuentran los árbitros de derecho, a quienes aplican los mismos
recursos que se pueden accionar en un juicio ordinario, tal y como se consagra en el
artículo 628 del CPC: “los árbitros de derecho se someterán, tanto en la tramitación como


14
Ibíd. p. 8.
15
MOSQUERA Y MATURANA (2010). p. 21.

en el pronunciamiento de la sentencia definitiva, a la regla que la ley establece para los


jueces ordinarios según la naturaleza de la acción deducida”.
En referente a lo anterior, se verifica que entre las vías de impugnación se
encuentran, en primer lugar, el Recurso de Apelación que, de acuerdo a las reglas
generales, será conocido por la Corte de Apelaciones respectiva. Además, también procede
el recurso de casación en el fondo y el recurso de casación en la forma, operando de la
misma forma como si la sentencia hubiese sido pronunciada por un tribunal ordinario.
En segundo lugar, se encuentran los árbitros arbitradores que se sujetarán al
procedimiento que hubieren acordado las partes. No obstante, aquello, en caso de que nada
dijeren, deberán tramitar el asunto conforme a las normas mínimas y generales a todo
procedimiento arbitral. Respecto a las sentencias, estos no se rigen por el art. 170 del CPC,
sino que por el art. 640 del mismo cuerpo normativo, según el cual la sentencia debe
“contener las razones de prudencia o equidad que sirvan de fundamento para la
sentencia”, situación que ha generado debate respecto a los recursos que proceden en
contra de las mismas. De este modo, si las partes no han renunciado a sus recursos,
procedería el recurso de casación en la forma, pero solo por la causal de omisión de
trámites esenciales, establecida en el artículo 795 del CPC, mientras que, el recurso de
apelación procederá solo excepcionalmente, vale decir, procederá cuando “en el acto
compromisorio las partes hubieren efectuado dos declaraciones de voluntad conjuntas”16,
establecidas en el artículo 239 del COT y el recurso de queja, estipulado en el artículo 545
inciso 2 del COT.
Finalmente, los árbitros mixtos caracterizados por alejarse de los fundamentos de
equidad, a petición de las partes, para fallar en conformidad a la ley. Contra la sentencia
emanada de un árbitro mixto, proceden los mismos recursos que la ley otorga en contra de
la sentencia emanada de los árbitros de derecho. Es dable destacar, que el factor común que
presenta el régimen de impugnaciones de la justicia arbitral en Chile, es que se admite la
posibilidad de que los fallos de los árbitros de derecho y mixtos sean revisados,
nuevamente, ante instancias superiores, no necesariamente arbitrales, sino pertenecientes a
la jurisdicción ordinaria. Esto, a pesar de que por acuerdo de las partes, se puede restringir
tal posibilidad, renunciando expresamente a los recursos. Incluso, en tal hipótesis, la
jurisprudencia ha establecido ciertos límites, que se presentarán resumidamente a
continuación:
a. El Recurso de Casación en el Fondo: “Es el acto jurídico procesal de la parte
agraviada con una determinada resolución judicial, para obtener que la Corte Suprema la
invalide por haber sido pronunciada con una infracción de ley que ha influido
substancialmente en lo dispositivo del fallo, y que la reemplace por otra resolución en que
la ley se aplique correctamente”17.
El artículo 767 CPC, reconoce el recurso de casación en el fondo contra sentencias
definitivas e interlocutorias inapelables, cuando estas últimas ponen término al juicio o
hacen imposible su continuación, siempre y cuando sean dictadas por la Corte de
Apelaciones o por un tribunal de segunda instancia constituido por árbitros de derecho que

16
Ibíd. p. 44.
17
ARANEDA (2017) p. 116.

tengan bajo su conocimiento materias que eran susceptibles de conocimiento de la Corte de


Apelaciones. En relación a lo anterior, el artículo 239 inciso 2° del COT, establece que
sólo se dispone la improcedencia de tal recurso contra de las sentencias de los arbitradores,
debido a que fallan conforme a la equidad, pudiéndose afirmar, a contrario sensu, que se
permite la procedencia de dicho recurso en contra de las sentencias de los árbitros de
derecho, pues éstos, por mandato del inciso 2° del artículo 223 del COT, deben fallar la
causa con arreglo a la ley y, en especial, someterse, en el pronunciamiento de la sentencia
definitiva, a las reglas establecidas para los jueces ordinarios.
b. El Recurso de Casación en la Forma: “Es el acto jurídico procesal de la parte
agraviada, destinado a obtener del tribunal superior jerárquico la anulación de una
sentencia, por haber sido pronunciada por el tribunal inferior con prescindencia de los
requisitos legales, o emanar de un procedimiento viciado al haberse omitido las
formalidades esenciales que la ley establece”18.
En el arbitraje, este recurso procede por la causal de omisión de algún trámite
esencial, además de las establecidas en el artículo 768 del CPC, operando, siempre y
cuando, las partes hayan convenido expresarlo en las normas del procedimiento aplicable al
arbitraje. Por otro lado, si las partes lo omitieran, la ley fijará ciertos límites.
Siguiendo este punto, el inciso 1° del artículo 239 del COT, reconoce la procedencia
del recurso de casación en la forma en contra de la sentencia del arbitrador de derecho o
mixto, ante el tribunal que habría conocido del mismo, si se hubiera interpuesto en juicio
ordinario, mientras que, respecto de la sentencia del arbitro arbitrador solo procederá el
recurso de casación en la forma por la causal de omisión de algún tramite esencial (artículo
795 CPC). En este sentido, las partes pueden prescindir de este recurso, por tanto, es
renunciable y susceptible de ser sometido a arbitraje en el instrumento mismo o en un acto
posterior.
Por otro lado, la facultad de renunciar a este recurso, es coherente con la amplia
potestad conferida a las partes para señalar reglas de procedimiento ante un arbitro
arbitrador, pudiendo establecer la indisponibilidad de la casación en la forma. Sin embargo,
aunque los litigantes hagan renuncia de los recursos, la Corte Suprema ha sostenido que el
recurso de casación en la forma es irrenunciable por las causales de incompetencia y
ultrapetita del artículo 768 CPC, ya que la misma afirma, “tal renuncia como lo señala la
doctrina y jurisprudencia, no tiene cabida cuando la casación en la forma se funda en las
causales de incompetencia y de ultra petita, por cuanto tratándose de tales motivos de
nulidad dicho recurso reviste el carácter de irrenunciable. (...) la ultra petita como la
incompetencia revisten tal naturaleza porque se relacionan con la jurisdicción del tribunal,
materia de orden público que no admite disponibilidad por las partes”19. Ahora bien, el
argumento principal que utiliza la Corte no radica en el carácter de orden público de ambas
causales, si no que hace alusión al compromiso en el cual consta el arbitraje. En efecto, el
juicio arbitral se conforma mediante un compromiso entre las partes de someter el conflicto
específico a un juez árbitro en vez de utilizar la justicia ordinaria, por lo que cuando se


18
Ibíd. p. 98.
19
Brücke S.A. con OGM Obras y Montajes S.A. (2017).

incurre en causal de incompetencia o ultrapetita se excede de los límites del compromiso y


por tanto no puede renunciarse el recurso en dichas causales, “ya que tal acto sólo puede
referirse a las cuestiones que expresamente se han sometido al conocimiento del árbitro, y
en relación a otras no puede suponerse la voluntad de renunciar a él”20. Al respecto,
Patricio Aylwin sostiene que si se les concede a los árbitros un gran margen de libertad para
actuar, resultaría innecesario especificar en el compromiso el asunto sometido a arbitraje,
debido a que el motivo por el cual se precisa este es para delimitar la esfera de acción del
arbitro, puesto que tanto la causal de ultrapetita como de incompetencia del tribunal, hacen
alusión a un accionar del arbitro, más allá de la potestades concedidas por las partes, por
tanto esto hace nula la renuncia de dichas causales21.

c. El Recurso de Apelación: Los artículos 239 inciso 2° del COT. y 642 del CPC,
reconocen la procedencia del recurso de apelación en contra de la sentencia de los
arbitradores, sometido a dos limitaciones: (1) Que las partes, en el instrumento en que
constituyen el compromiso, expresen que se reservan dicho recurso para ante otros árbitros
del mismo carácter y (2) que designen las personas que han de desempeñar este cargo.
Sobre las limitaciones a su procedencia, solo son apelables aquellas sentencias
arbitrales en cuyo procedimiento las partes establecieron previamente este recurso y
contemplaron a un segundo arbitrio para aquella diligencia.
Por otro lado, respecto de los árbitros de derecho y mixtos, proceden los mismos
recursos como si el asunto se estuviere conociendo por un tribunal ordinario, por tal
motivo, procederá el recurso de apelación.

d. El Recurso de Queja: Es el medio extraordinario que la ley confiere a las partes para
impetrar de un tribunal superior el ejercicio de sus facultades disciplinarias, respecto de los
jueces que ejerzan jurisdicción por las faltas o abusos graves cometidos en el
pronunciamiento de ciertas resoluciones y consecuentemente, la adopción de medidas
conducentes a remediar tales faltas o abusos.22 Al igual que los previamente mencionados
también es un recurso procedente en materia de arbitraje, sin embargo en razón de la
temática a tratar en este trabajo será explicado en mayor detalle en el acápite siguiente.

3. El Recurso de Queja.
El recurso de queja se constituye como una institución sui generis dentro del
sistema recursal chileno, en vista de que no tiene por objeto la invalidación o modificación
de resoluciones judiciales, sino que se “consagra como un medio de impugnación que tiene
por exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos en la dictación de


20
Ibíd.
21
AYLWIN (2005) p. 273.
22
SEPÚLVEDA (1994) p. 8.

10

sentencias definitivas e interlocutorias que ponga fin al juicio o haga imposible su


continuación, que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario o extraordinario”23.
Su principal fuente es el articulo 82 de la CPR, señalando que: “La Corte Suprema
tiene la superintendencia directiva, correccional y económica de todos los tribunales de la
Nación(...)”24. El constituyente prevé́ las facultades disciplinarias al referirse a la
superintendencia correccional, y en virtud de lo cual, la Corte Suprema conoce del recurso.
Además, encuentra su manifestación legal en los artículos 535, 536, 541, 545, 548, 549 y
551 del COT.
El recurso de queja, es conocido por los Tribunales Superiores de Justicia en virtud
de las facultades disciplinarias que estos detentan. Sin embargo, previo a la reforma de
1995, no se entendía de la misma manera, sino que, por el contrario, al no tener una
regulación tan extensa en cuanto a los requisitos exigidos para su procedencia, se optó por
darle un carácter ordinario a este recurso. Lo anterior, originó que en la práctica todos los
asuntos que se ventilaban en los Tribunales de Justicia llegaban a conocimiento de la Corte
Suprema, por medio de la interposición de este recurso “disciplinario”25, pudiendo
entenderse, incluso, como una tercera instancia. Estos problemas condujeron a originar la
promulgación de la Ley 19.374, con la reforma de 1995, modificando algunas disposiciones
del COT en lo referente al recurso de queja, entre otras. Dicha reforma, buscó
descongestionar los Tribunales Superiores de Justicia26 para lograr, de esta manera, una
más adecuada y eficiente aplicación del recurso en cuestión.
Previo a estos cambios, ha de tenerse en consideración el Auto Acordado de la
Corte Suprema de 1972 que regulaba la tramitación y fallo del recurso de queja,
estableciendo un amplio margen para su interposición, de modo tal que su conocimiento
obstaba del carácter disciplinario del mismo. Por tanto, las reformas tuvieron como
propósito acotar la procedencia del medio de impugnación y restablecer la preeminencia de
su naturaleza correccional.
En razón de lo que establece el artículo 545 del cuerpo legal mencionado, se
entiende que para que proceda el recurso de queja debe producirse una falta o abuso grave
por parte del Tribunal en la dictación de resoluciones de carácter jurisdiccional. Esto se
desprende del inciso 1 de dicho artículo, el que reza: “el recurso de queja tiene por
exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos en la dictación de
resoluciones de carácter jurisdiccional”. No existe norma alguna que establezca lo que se
entiende como falta o abuso grave. Por esta razón, han sido los Tribunales Superiores los
que han ido delimitando lo que se entiende por ambos conceptos, estableciendo supuestos
de hecho y derecho en cada uno de ellos.
El concepto falta o abuso grave se ha entendido como la contravención formal de la
ley, la que se produciría cuando el juez no sigue el tenor literal de la ley, sino que se aparta
de ella en la dictación de la sentencia. Además, se incluye la errada interpretación de la ley,
puesto que dentro del Código Civil (específicamente entre sus artículos 19 a 24) se


23
Massanés y otros con Bajos del Matte S.A (2018).
24
Constitución Política de la República de Chile.
25
ALLENDE (2017) p. 78.
26
Ibíd. p. 79.

11

encuentran las reglas interpretativas de la ley que deben seguir los tribunales nacionales, de
modo tal que, si el juez llegase a vulnerar estas disposiciones al interpretar un precepto
legal, estaría incurriendo en tal causal. Por último, se estipula como falta o abuso grave la
falsa apreciación de los antecedentes del proceso, concurriendo en el caso de que el
aplicador del derecho dicte un fallo de manera arbitraria por haber incurrido en un error de
hecho en la apreciación de los antecedentes del proceso.
El Centro de Arbitraje y Mediación (CAM), tomando en cuenta lo establecido por la
Corte Suprema en cuanto causales de procedencia, también se pronuncia respecto al
alcance del concepto en cuestión. Manifiestan, que toda decisión que no sea producto de un
comportamiento reprochable, tendrá que ser impugnada mediante los recursos procesales
correspondientes, mientras que en el caso de los árbitros arbitradores, para comprender su
comportamiento dentro de los supuestos de falta y abuso la sentencia dictada debe ser
inmoral, dolosa y absurda, entre otros supuestos27.

4. Irrenunciabilidad de la Queja en el
Arbitraje Doméstico: Desarrollo Jurisprudencial.
Para analizar la procedencia de este recurso, es pertinente realizar un análisis
jurisprudencial de nuestro Tribunal Superior a modo de esclarecer el criterio que ha venido
adoptando en las últimas sentencias. Dicho análisis girará en torno a la discusión planteada
sobre la renunciabilidad de este recurso en razón de las características que presenta el
Arbitraje como tal, y a la naturaleza de las resoluciones sobre la que procede la queja.
Respecto a esto, en el ámbito doméstico existe una tensión entre lo fallado por la
Ilustrísima Corte de Apelaciones y la Corte Suprema, debido a que la primera ha
establecido que tal recurso tiene un carácter renunciable, mientras que el Tribunal Superior
de la República ha fallado en distintas ocasiones el carácter de irrenunciable de dicho
recurso.
La Corte de Apelaciones ha fallado en diversas sentencias el carácter renunciable
del recurso de queja, puesto que las partes al estipular en una cláusula compromisoria la
renunciabilidad de todo recurso contra el laudo arbitral, se esta haciendo uso de la
autonomía de a voluntad de la cual gozan, debido a que en las relaciones entre particulares
puede hacerse todo lo que no este expresamente prohibido, en virtud de lo establecido en
los artículos 12, 1545, 1587 y 1588 del Código Civil. La situación antes descrita se ve
reflejada en diversas sentencias de la Corte de Apelaciones, como por ejemplo en fallo del
11 de mayo del presente año, en causa rol 4269-2018 en donde se entablo recurso de queja
en contra del juez árbitro de dicha causa. Al momento del fallo, la Corte de Apelaciones de
Santiago argumentó que previamente en el juicio arbitral las partes establecieron una
cláusula arbitral, la cual señala que “En contra de las resoluciones del árbitro no procederá
recurso alguno, a los que las partes renuncian expresamente”28. Sumado a esto, en su
considerando tercero la Corte antes mencionada expreso que no consta en las bases del
arbitraje que hayan convenido expresamente la procedencia del recurso de queja, por lo que
en razón de lo cual decretan la inadmisibilidad del recurso.


27
Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago (Sin fecha) p. 6.
28
Agrícola la Candelaria Ilimitada con Alpin Sun Terre Spa (2018).

12

Por otro lado, el 27 de noviembre de 2017 en la causa rol 13578-2017 se sigue el


mismo criterio antes mencionado. En esta causa, las partes (al igual que el referido
anteriormente) modifican las bases del procedimiento, estableciendo un nuevo numeral en
el que se consigna la renuncia a todos los recursos que pudieren proceder en contra de las
resoluciones dictadas por el juez árbitro. La Corte de Apelaciones termina fallando que
“siendo esa la voluntad de las partes, el presente recurso no será admitido a
tramitación”29, decretando de tal modo la inadmisibilidad del recurso de queja.
Ahora bien, este argumento es el que es seguido principalmente por la Corte de
Apelaciones en la mayoría de sus fallos, pero como se mencionó al inicio de este acápite,
existe una tensión entre nuestros Tribunales Superiores, debido a que la Corte Suprema al
ser recurrida por este tipo de causas, falla en sentido inverso a lo establecido por la Corte de
Apelaciones, vale decir, estableciendo la irrenunciabilidad del recurso de queja.
De este modo, la Corte Suprema el 25 de mayo del 2010, sostuvo que es común que
las partes pacten renunciar a los recursos que la ley dispone en virtud de obtener una
resolución más expedita, situación habitual en la mayoría de los juicios arbitrales por medio
de clausulas convenidas entre las partes. Sin embargo, hasta el momento ha sido
consagrado por medio de sus fallos la irrenunciabilidad del recurso de queja30.
La idea plasmada anteriormente viene dada desde la causa Rol 2601-2009, en la
cual la Corte falla respecto de un recurso de queja deducido en contra de los Ministros de la
Corte de Apelaciones, Ángel Rocha y Jessica González. Dicha causa tiene la particularidad
de que se fija la salvedad respecto a la renuncia del recurso de queja. Así, en su
considerando 4to, la Corte expresa que “no se puede entender que las partes, al renunciar
a los recursos, se vean privadas de la posibilidad de recurrir ante una falta o abuso grave
cometido por el órgano jurisdiccional”31, estableciendo así́ la idea de irrenunciable de un
recurso con estas características disciplinarias.
En un fallo más reciente, caratulado “Massanés y otros con Bajos del Matte S.A” de
causa rol 44956-2018, la Corte Suprema falla de la misma manera. Deciden, sustentando su
posición en doctrina, que en las clausulas arbitrales la renuncia respecto al recurso de queja
no tienen valor y debe entenderse como no escrita. A la vez, hay que tener en consideración
que al tener como fuente el articulo 82 de la CPR se le atribuye una función de carácter
disciplinario al recurso. En razón de esto, y de la superintendencia correctiva que goza la
Corte respecto de todos los tribunales de la nación, no se podría entender como un recurso
renunciable al de queja, por lo tanto, no puede entenderse que las partes se vean privadas de
la posibilidad de recurrir ante una falta o abuso grave cometido por el órgano jurisdiccional
en el ejercicio de tales funciones32.
Por ultimo, igual criterio se sigue en el fallo “Novatec S.A con Nova Austral S.A”
causa rol 18987-2017, en dicho fallo, las partes pactan una clausula compromisoria
estableciendo que contra las resoluciones que emanen del juez arbitro no procederá́ recurso
alguno, sin hacer salvedades.


29
Massanés y otros con Bajos del Matte S.A. (2017).
30
Cámara de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago (2011) p. 3.
31
Comercial Proventa S.A. con Telefónica Móviles de Chile S.A. (2009).
32
Cámara de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago (2011) p. 3.

13

En el mismo sentido de los anteriores fallos citados, la Corte Suprema se refiere el


criterio de irrenunciabilidad del recurso al remitirse a las facultades disciplinarias, como al
carácter de orden público del recurso, puesto que como se mencionó anteriormente este
medio procesal de impugnación tiene por objeto corregir las faltas o abusos de los
aplicadores del derecho, por cual no miran al interés particular de las partes, sino que a una
adecuada tutela de la justicia, en razón de lo cual las disposiciones de este medio de
impugnación forman parte del orden público nacional, entendiéndose por tal según lo
consigna Claro Solar como “un orden social determinado histórica, geográfica y
cronológicamente, en cuanto existe un apego a las instituciones indispensables para la
constitución, organización y funcionamiento del cuerpo social”33. Lo anterior está en
armonía con lo establecido en el articulo 12 del Código Civil, puesto que cuando este
expresa que “Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo
miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia”, se
establece que a contrario sensu en todos aquellos casos en que una disposición mire al
interés general se tendrá́ por prohibida su renuncia, tal como lo reconoce Roberto Munita
Herrera señalando que: “[La] renuncia no puede tener valor, y debe mirarse como no
escrita, porque las disposiciones que establece este recurso son de orden público
manifiesto, pues tienden, no al interés privado de las partes, sino a la correcta
administración de justicia y al buen desempeño de las labores de los jueces. No se trata de
un caso de libre renunciabilidad, como la renuncia de los recursos ordinarios que miran
sólo al interés de las partes”34.
Si bien se admite la renuncia de los recursos jurisdiccionales, queda claro que esta
no puede afectar a las facultades disciplinarias que por mandato de la CPR le corresponde a
la Corte Suprema. De tal modo, queda de manifiesto que la renuncia de los otros recursos
judiciales se encuentre permitida en el arbitraje doméstico, debido a que los “derechos que
surjan del tráfico de las relaciones entre los particulares [que] miren al exclusivo interés
individual de sus titulares (...) [se encuentre] permitida su renuncia”35.
Ahora bien, todos los fallos mencionados anteriormente tienen en común que, se
deduce en primer lugar recurso de queja en contra de la resolución de juez árbitro
respectivo, y al ser declarado este inadmisible por las Cortes de Apelaciones, bajo el
argumento de la cláusula de renuncia pactada entre las partes, se recurrió́ de reposición, la
cual en ninguno de los casos prosperó.
Ante esto, y en virtud de los argumentos ya planteados, la Corte Suprema se acoge a
la facultad oficiosa que le otorga el artículo 545 COT, por medio de la cual invalidan las
resoluciones contrarias al recurso y disponen que se dé la correcta tramitación al recurso de
queja interpuesto originalmente, dejando fijado el criterio de irrenunciabilidad del recurso
en concreto.

III. LOS MECANISMOS DE REVISIÓN CONTEMPLADOS EN LACI.


1. Caracterización del Arbitraje Internacional.


33
GARCÍA Y CONTRERAS (2016). p. 743.
34
MUNITA (1968). pp. 90-91.
35
GONZÁLEZ (2013) p. 542.

14

Hasta el año 2004, el arbitraje internacional no se encontraba reglamentado de


forma expresa, sin embargo, era reconocido mediante diferentes convenciones
internacionales ratificadas por Chile, dentro de las cuales podemos identificar la
Convención de las Naciones Unidas sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias
Arbitrales Extranjeras y la Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial
Internacional de Panamá, ambas ratificadas desde el año 1970. Sin embargo, existía un
vacío normativo en el sentido que la vigencia de estas Convenciones no había significado
mayor despliegue del arbitraje comercial internacional en Chile, dado que carecía de una
regulación específica. Sería la Ley 19.971 sobre Arbitraje Comercial Internacional -desde
ahora LACI- del año 2004 la que supliría tal vacío. Esta norma tiene como antecedente
inmediato la Ley Modelo de Arbitraje de la UNCITRAL cuyo objetivo fue homologar los
procedimientos arbitrales internacionales a nivel global.
En razón de su naturaleza jurídica, si bien el arbitraje internacional sigue la misma
línea que el arbitraje interno en la medida que se presenta como un medio más eficaz,
seguro y efectivo para la solución de conflictos, posee una esencia distinta. De esta forma,
en “virtud de su enfoque comercial y alto grado de especialización, se concibe, más bien,
como una herramienta de solución de controversias antes que un método para lograr el
cumplimiento de los derechos subjetivos únicamente”36. Además, los árbitros no efectúan
justicia en nombre de ningún Estado, sino que reciben su poder directamente de las partes.
El procedimiento arbitral internacional, además, se estructura en base a la
autonomía de las partes. Así, las normas aplicables al procedimiento son reducidas,
otorgando amplias facultades relativas a la conducción del procedimiento, a los árbitros.
De esta forma, es posible sostener que las diferencias provienen, básicamente, del
“ámbito de aplicación y de ciertos elementos como la posibilidad de aplicar un derecho de
fondo distinto del país donde se sigue el arbitraje, la admisión de extranjeros como
árbitros en la decisión del conflicto, la existencia de un sistema de ejecución del laudo
amparado por convenciones internacionales, entre otros”37.
En conclusión, considerando lo recién expuesto, Mereminskaya sostiene que parece
indispensable reconocer el “carácter sui generis del arbitraje comercial internacional para
evitar traspasar a él los conceptos y doctrinas desarrolladas en el ámbito del arbitraje
doméstico”38.

2. Ley de Arbitraje Comercial Internacional (LACI).


En Chile el arbitraje internacional se encuentra regulado por la Ley 19.971 LACI,
proyecto que ingresó a la Cámara de Diputados en junio de 2003, siendo promulgada y
publicada en el Diario Oficial en septiembre del año siguiente, después de una tramitación
legislativa de 15 meses.
Como se esbozó anteriormente, la LACI entrega cierta independencia al árbitro en
cuanto a las resoluciones dictadas por él, a diferencia de lo que sucede en el plano


36
MEREMINSKAYA (2005), p. 105.
37
ROMERO Y DÍAZ (2007) p. 7.
38
MEREMINSKAYA (2005) p. 106.

15

doméstico o interno donde los tribunales de Justicia presentan un amplio margen para la
revisión de las resoluciones pronunciadas en sede nacional (art 239 COT y 242 CPC).

3. Naturaleza Jurídica.
Sobre este punto se ha generado gran debate, no existiendo al día de hoy una
postura unánime al respecto. Debido a esto, resulta necesario revisar de manera general las
teorías concurrentes a este respecto.
En primer lugar, se encuentra la teoría jurisdiccional y la teoría contractual, las que
fueron caracterizadas en páginas anteriores. La teoría autónoma, por su parte, plantea que el
arbitraje se desarrolla en un régimen emancipado y autónomo, intentando vislumbrar la
dinámica que responde a interrogantes como: ¿Qué hace el arbitraje?, ¿Cómo lo hace? y
¿Por qué funciona de tal forma?
Finalmente, la teoría mixta o hibrida, la más aceptada a la hora de referirnos a la
naturaleza del arbitraje internacional. Esta surge en respuesta a las criticas realizadas a la
teoría jurisdiccional y contractual, respectivamente, en un intento por conciliar ambas. La
teoría fue desarrollada por Sauser-Hall en su reporte al Institut du Droit International en
1952, el que sostuvo, básicamente, que el arbitraje no podía apartarse de los sistemas
jurídicos, debiendo existir algún derecho que pudiera determinar la validez del
sometimiento al arbitraje y la ejecutabilidad del laudo y que cada arbitraje tiene su origen
en un contrato privado y que los árbitros y las reglas que utilizan están sujetas al acuerdo de
las partes. En base a este tipo de argumentos, es que se logra concluir la relación ineludible
que se genera entre los planteamientos en torno a la jurisdicción y lo contractual.
En definitiva, desde la perspectiva asumida por esta teoría, los árbitros no se
encuentran dotados de poder estatal, puesto que no existe delegación alguna, pero
efectivamente concurren en la realización de actos jurisdiccionales, resolviendo los
conflictos que se susciten conforme a derecho. En otras palabras, los árbitros realizan
funciones atribuibles a cualquier juez, pero sin que sea posible asociarlas estas a funciones
de Estado, sin dejar de lado el hecho de que las decisiones tomadas por estos no están
investidas de poder público.
En conclusión, la teoría mixta es la que se identifica mayoritariamente en lo que
respecta a la naturaleza jurídica del arbitraje comercial internacional, complementando
tanto los elementos contractuales como jurisdiccionales, lo que permite generar esta teoría
hibrida que domina en la materia. siguiendo la misma, se sostiene, en definitiva, que “el
arbitraje es un sistema de justicia privada creada contractualmente. Tanto el origen
contractual como la función jurisdiccional tienen una influencia importante en el arbitraje.
Un efecto importante que la teoría mixta o híbrida ha tenido es reconocer la fuente, mas no
avasalladora, relación entre el arbitraje y la sede”39.

4. Procedimiento de Aplicación de la LACI.


Para que opere la LACI se establecen algunos requisitos necesarios para su
verificación, expresados en el acápite de “Disposiciones generales” de la ley,
particularmente en su artículo primero número tres.


39
GONZÁLEZ (s.f.) p. 16.

16

El procedimiento se caracteriza porque desde la base del mismo, las partes de


común acuerdo deben convenir en manifestar su voluntad para efectos de designar los
árbitros. A su vez, concurre su voluntad en la designación de algunas cosas sustanciales al
proceso, tales como: el procedimiento, la sede del arbitraje, el idioma por utilizar, entre
otros. A falta de acuerdo, el presidente de la Corte de Apelaciones es quien concurre en las
designaciones mencionadas.
Además, se ha sostenido que si no existe acuerdo en el procedimiento que responde
a la recusación de las eventuales decisiones de los árbitros, se deberá observar lo señalado
por la ley a este respecto, así como en lo referente a la ley aplicable en caso de no
verificarse un punto en común.

5. Principios que Reconoce la Ley de Arbitraje Comercial Internacional.


La doctrina ha sostenido que la referida ley se inspira en tres principios que son
claves en el entendimiento de la materia, los que “no suelen tener aplicación en el arbitraje
doméstico, o cuyo alcance es muy acotado”40, a saber: el pleno respecto de la autonomía de
las partes, la plena libertad del árbitro para desarrollar el respectivo procedimiento y la
acotada intervención de la judicatura local.
Respecto a esta última, la que se ha denominado “principio de intervención
mínima”, el artículo 5 de la Ley 19.971 sostiene que “en los asuntos que se rijan por la
presente ley, no intervendrá ningún Tribunal salvo en los casos en que esta ley así lo
disponga”, misma idea que queda plasmada en el Mensaje del proyecto de ley sobre
arbitraje comercial internacional.
En su plasmación subyace la idea respecto de la búsqueda de un sistema de justicia
que no esté sujeto a los Tribunales nacionales.
La idea de la intervención mínima, consiste en un principio que tiene por principal
objetivo otorgar certeza a las partes, en el sentido de que no se producirá una interferencia
judicial estatal y se respetará la autonomía arbitral.
De esta forma, está excluida toda intervención del sistema judicial nacional que no
esté expresamente reconocida en la LACI, y dicha intervención se concibe en términos
acotados y específicos. Producto de lo anterior, la jurisprudencia nacional ha rechazado la
interposición de recursos de hecho y de protección relativos a fallos de arbitraje
internacional.
6. El Recurso de Nulidad.

Al arbitraje internacional en Chile se le reconoció la posibilidad de objetar


sentencias mediante el recurso de nulidad, establecido en el “Capítulo VII: Impugnación
del laudo”, comprendiendo el artículo 34 del texto legal.
El artículo en cuestión sostiene que se puede solicitar la anulación del laudo arbitral
por la respectiva Corte de Apelaciones con ocasión de que quien interpone la petición debe
probar ciertas cuestiones de hecho -que una de las partes estaba afectada por alguna
incapacidad o que el acuerdo no es válido en razón de la ley que las partes lo han sometido,
o no ha podido hacer valer sus derechos, o que el laudo se refiera a una controversia no


40
MARÍN Y GARCÍA (2011) p. 120.

17

prevista en el acuerdo de arbitraje o contenga decisiones que excedan los términos del
acuerdo de arbitraje o, por último, que la composición del tribunal o su procedimiento no se
ajusten al acuerdo entre las partes o no se hayan ajustado a la ley- o que el tribunal
compruebe que el objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje o que el laudo es
contrario al orden público chileno.
Como es posible ver, las causales del recurso de nulidad son sumamente especificas
y acotadas lo que hace complejo su ejercicio. Empero, esta realidad se condice con el
principio mínimo que esta ley plasma y con la naturaleza de tal recurso en la medida que
con él “se busca dar certeza y estabilidad a la decisión arbitral, impidiendo el ejercicio de
acciones que indirectamente pretendan revertir el resultado del proceso arbitral”41
La causal b. II) del artículo en comento, la que trata sobre el orden público, resulta
importante en la medida que es un concepto sumamente ambiguo y que, además, se
relaciona directamente con una de las causales de procedencia del recurso de queja. En
términos generales, abarca principios fundamentales de la legislación y justicia, tanto en el
aspecto sustantivo como en el de procedimiento. De esta forma, ciertos casos como la
corrupción, el soborno, o el fraude y otros graves análogos constituirían un motivo de
anulación42.
Marín González y García Mirón, sostienen que parece haber acuerdo, tanto en la
doctrina como en las jurisprudencia, en que el concepto en cuestión se refiere a “las
nociones más básicas de moralidad y de justicia de un sistema jurídico”43. Además, se le
reconoce que poseería dos dimensiones: una procesal y otra sustantiva. La primera, cubriría
el denominado debido proceso, en relación al derecho de las partes a ser llamadas a
arbitraje, igualdad de trato, procedimiento adversarial y la falta de independencia, fraude o
corrupción por parte de los árbitros, mientras que, en segundo lugar, la dimensión
sustantiva, incluiría aspectos como a elemento como el deber de actuar de buena fe, la
prohibición de abuso de derecho, prohibición de discriminación, prohibición de
expropiación sin un debido proceso y la protección de los incapaces44.
Como se ha visto, si bien hay cierto acuerdo en delimitar el concepto de orden
público, aún parece etéreo en la práctica, por tanto se ha desarrollado una serie de
principios interpretativos que sirvan de guía a los tribunales de justicia. El primero de ellos
es el denominado principio de excepcionalidad el que busca darle la mayor eficacia posible
a los laudos. Por tanto, el principio de cosa juzgada aplicado a los laudos debe ser la regla
general, limitando esta causal a “aquellos casos de evidente conflicto entre el laudo y los
principios básicos de moralidad y justicia del sistema jurídico”45.
El segundo principio corresponde al de la interpretación restrictiva, el que plantea
que si los tribunales no delimitan el contenido del orden público resultará sumamente
peligroso en razón de que puede desdibujar la esencia o razón de ser del arbitraje comercial
internacional.


41
ROMERO (2007) p. 207.
42
PICAND (2005) pp. 346-347.
43
GONZÁLEZ (2004) p. 429.
44
MARÍN Y GARCÍA (2011) p. 126.
45
Ibíd. p. 128.

18

Y por último, un tercer principio de interpretación dice relación con el nivel de


revisión del laudo arbitral que es necesario para determinar que éste es contrario al orden
público, de esta forma se busca que el nivel de revisión emprendido por el juzgador debe
ser mínimo46Así, para declarar la nulidad por esta causal la contradicción entre este y el
orden público debe ser evidente en razón de un simple análisis superficial.
Por tanto, parece evidente que una vez dictado el laudo, “la Ley contempla sólo una
vía de impugnación a través del recurso de nulidad, que se interpone ante la
correspondiente Corte de Apelaciones, por causales específicas”. Será la misma Corte que
conozca tales recursos, mientras que sus presidentes conocerán las demás situaciones
específicas, como una forma de tener un nivel medio entre los jueces de primera instancia y
la Corte Suprema.
En razón de lo anterior, es que es posible sostener otra diferencia respecto del
arbitraje doméstico, donde se permite una multiplicidad de recursos y oportunidades de
revisión.
En base a los fallos de la Corte de Apelaciones sobre las acciones de nulidad, es
posible evidenciar una marcada tendencia a rechazar los mismos en la medida que el
tribunal conocerá sobre causales tasadas que “apuntan al examen o revisión externa del
laudo y no al mérito o contenido de la decisión de fondo”47. En este sentido la Corte de
Apelaciones de Santiago ha sostenido, además, que la nulidad está diseñada en la LACI
como una acción extraordinaria y de derecho estricto, “donde la actuación del Tribunal se
limita a verificar la concurrencia de las causales invocadas en relación a los hechos que las
fundamentan. La acción otorga competencia a la Corte para examinar el cumplimiento de
las formas del juicio arbitral, especialmente en cuanto a las garantías formales que la propia
ley establece de modo imperativo, para asegurar una correcta génesis del laudo”48.
Años después, el 2013, se alegó vulneración de normas de orden público chilenas,
tanto en forma como en fondo, también siendo rechazado. La misma suerte corrió, en 2015,
una alegación en la que se sostuvo que había faltado un trámite o diligencia que ameritaba
la invalidación del procesal49.
Si bien puede resultar llamativo la limitada procedencia de recursos judiciales
contra los laudos provenientes de arbitrajes internacionales, en ella subyace la máxima del
artículo 5 de la Ley 19.971 sobre Arbitraje Comercial Internacional, es decir, el principio
de mínima intervención judicial.
De esta forma, es posible sostener que con el paso del tiempo se ha reafirmado la
distinción entre arbitraje doméstico e internacional, y el asentamiento de la idea de la
improcedencia de los recursos de queja que pretendan impugnar laudos arbitrales
internacionales, los que sólo pueden ser impugnados por el recurso de nulidad contenido en
la LACI. Es más, se ha sostenido que la procedencia de recursos disciplinarios como el
recurso en cuestión, afectarían gravemente la institucionalidad del arbitraje en Chile y el
prestigio que ha logrado obtener como sede internacional de arbitraje.


46
Ibíd.
47
JEQUIER (2015) p. 22.
48
Inversiones Santa Paula S.A. con juez árbitro M.J.V.V. (2009).
49
Río Bonito S.A., Queltehue S.A con panel de árbitros (2015).

19

Respecto a la renunciabilidad del recurso de nulidad, cabe destacar que no existe un


criterio uniforme al respecto, puesto que existen argumentos tanto en favor como en contra
de la procedencia de la misma. Quienes rechazan la renunciabilidad fundamentan su
posición en que este recurso sirve como factor de garantía del arbitraje puesto que las
causales de anulación cubren irregularidades especialmente graves, imposibles de prever al
momento de pactar el arbitraje y que se vinculan con el derecho a defensa50. Por otro lado,
quienes están a favor de esta postura afirman que, al no existir una norma expresa en la
LACI que prohíba la renuncia del recurso de nulidad cabría aplicar lo dispuesto en el art. 12
del Código Civil que señala “Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con
tal que sólo miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida su
renuncia”, interpretación la cual, a juicio de quienes sostienen esta posición, seria armónica
con los principios básicos del arbitraje comercial internacional como son el de intervención
mínima y autonomía de la voluntad51.
Resulta más coherente la argumentación relativa a la renunciabilidad de la nulidad
puesto que, si bien las causales contenidas en el artículo 34 de la ley en tratamiento, cubren
irregularidades especialmente graves relativas al resguardo del derecho a defensa y al
debido proceso, dicho argumento no sería suficiente para afirmar la irrenunciabilidad de la
nulidad puesto que, en materia de arbitraje interno, el resguardo de dichas garantías queda
encomendada al recurso de casación en la forma, el que en conformidad a lo señalado en el
artículo 239 del COT es esencialmente renunciable por las partes. De esta manera, queda de
manifiesto que, tal como ocurre respecto de las causales del recurso de casación, si bien
fueron consideraciones de orden público e indujeron al legislador a instituir el recurso de
nulidad, su ejercicio en cada caso concreto que la ley lo autoriza responde principalmente
al interés de las partes litigantes52, lo que se materializa en que este solo proceda a petición
de parte, siendo, al igual que el recurso de casación en la forma, de naturaleza renunciable.
Ahora bien, tal como se señaló respecto de la renuncia a la casación en materia de arbitraje
doméstico, esta solo abarcaría aquellas causales relativas al resguardo del debido proceso y
del derecho a defensa toda vez que serían las únicas disponibles por las partes, siendo por el
contrario, irrenunciables aquellas causales que no miren al interés de las partes sino al
interés público o que digan relación con los límites del pacto arbitral, como son las causales
a) iii y b) i del artículo 34.

7. La Procedencia de la Queja en Materia de Arbitraje Internacional.


El recurso de queja, como ya se dijo, se constituye como una institución sui generis
dentro del sistema recursivo chileno. Encuentra su origen en el art. 82 de la Constitución,
precepto que concede a la Corte Suprema la superintendencia correccional sobre todos los
tribunales del país, considerando contenidas las facultades disciplinarias, en virtud de las
cuales se conoce el recurso de queja, siendo extensiva a la actividad de árbitros mixtos y de
derecho toda vez que derivado de la adopción de la teoría jurisdiccional por parte de la
legislación chilena (ver acápite I), los jueces árbitros son considerados como tribunales


50
GÓMEZ (2012) p. 12.
51
Ibíd.
52
Ibíd.

20

especiales en conformidad a lo señalado en el artículo 5 del COT, encontrando su


regulación particular en el título XI de dicho cuerpo legal, en conjunto con lo estipulado en
los artículos 438 y siguientes del CPC. Reconociéndose expresamente, además, la
procedencia de este recurso en contra del laudo arbitral en el art. 545 del COT.
Ahora bien, en materia de arbitraje internacional la procedencia de la queja ha sido
sumamente discutida, ello derivado en gran medida del debate existente en torno a la
naturaleza del mismo, el que, si bien aún no se encuentra totalmente zanjado, existe una
marcada tendencia al respeto del principio de intervención mínima.
A este respecto, la Corte Suprema se ha pronunciado en reiteradas ocasiones
declarando inadmisibles los recursos de queja que se le han presentado en materia de
arbitraje internacional, esto amparado en los artículos 5 y 34 1) de la ley 19.971 puesto que,
a juicio del máximo tribunal, al haberse señalado expresamente la nulidad como único
recurso procedente en contra de un laudo arbitral, se entendería excluido el recurso de
queja, ya que, “por su intermedio el quejoso insta ante esta Corte Suprema por un nuevo
grado de conocimiento y fallo sobre el asunto ventilado ante la judicatura arbitral, revisión
que el legislador especial en materia de arbitraje comercial internacional ha descartado”53.
Asimismo, la Corte apoya su decisión en lo señalado en el art. 63 letra c del COT, en
atención a que dicho precepto, establece a la Corte de Apelaciones como tribunal
competente para conocer, en única instancia, de los recursos extraordinarios que se
presenten en contra de jueces árbitros y sus sentencias, por lo que aún en caso de proceder
la queja este tribunal no sería competente para conocer de ella.
Con todo, si bien resulta razonable la interpretación seguida por la Corte Suprema
desde la perspectiva de los principios que rigen el arbitraje comercial internacional,
particularmente respecto a la intervención mínima en esta clase de arbitraje, la lectura de
los artículos 5 y 34 1) de la Ley 19.971 no se condice con la sostenida por el legislador al
momento de promulgarla.
En este sentido cabe destacar que, durante la tramitación legislativa de la LACI fue
de especial interés para los parlamentarios, determinar el alcance de los artículos 5 y 34 1)
de dicha ley, en atención de prever un eventual conflicto de dichas normas con el ejercicio
de superintendencia correccional que la Constitución confiere a la Corte Suprema.
Curiosamente, este debate se originó a partir de las observaciones formuladas por la misma
Corte en su oficio N°1306 emitido a solicitud de la Cámara de Diputados en el marco del
primer trámite constitucional, la que, al referirse a la procedencia de los artículos 5 y 34 1)
señalo: “Se observa que esta disposición debería dejar a salvo lo preceptuado en el artículo
79 de la Constitución, esto es, que a la Corte Suprema le corresponde la superintendencia
directiva, correccional y económica de todos los tribunales de la Nación. Del mismo modo,
el recurso de inaplicabilidad de las leyes chilenas por inconstitucionalidad de las mismas”.
A este respecto surgió un debate en la Comisión de Relaciones Exteriores de la
Cámara, respecto a si era necesario incluir expresamente en el artículo 5 un apartado que
resguardara la facultad de la Corte para ejercer su potestad disciplinaria y conocer del
recurso de inaplicabilidad de un precepto legal inconstitucional presentado en el desarrollo

53
Ibíd.

21

del proceso arbitral. Finalmente, dicha discusión fue zanjada en favor de no incluir esta
mención expresa ya que, en palabras del asesor jurídico del Ministerio de Justicia “no
compartía dicha observación por estimar que no procede que la ley salve expresamente el
principio de la supremacía constitucional, de tal forma que no podría entenderse que una
ley pueda restringir la aplicación de las normas fundamentales”54. De este modo, se
mantuvo el texto íntegro del articulo 5 el que fue sometido a votación particular, siendo
finalmente rechazado por la Cámara de Diputados.
No obstante lo anterior, durante la tramitación del proyecto en la Comisión de
Relaciones Exteriores del Senado, surgió la moción de reintegrar el artículo 5 de la ley,
toda vez que su exclusión abriría la posibilidad de aumentar la intervención estatal en
materia de arbitraje internacional, cuestión nociva puesto que, en palabras de Ricardo
Sateler, “dotar de más facultades a nuestros tribunales va a debilitar uno de los aspectos
más importantes de la ley, que es liberarla del control judicial”55. Sin embargo, con el fin
de hacer compatible la reincorporación de este precepto con las observaciones formuladas
por la Corte Suprema en su oficio, es que se optó por dejar constancia en la historia
fidedigna de la ley que dicho precepto no afectaba las facultades conferidas por la
Constitución a la Corte, las que, en virtud de la aplicación del principio de jerarquía
normativa se encontrarían implícitas en el artículo 5 de la LACI. En este sentido, el
profesor Bertelsen ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, señaló: “el
proyecto, en su artículo 5, sólo dispone que, en los asuntos regidos por la ley de arbitraje
comercial internacional, no intervendrá otro tribunal salvo en los casos en que ella así lo
disponga. (...) que como la queja y la inaplicabilidad no son asuntos regidos por dicha ley,
la disposición contenida en el artículo 5° del proyecto contenido en el Mensaje del
Presidente en nada cercena las atribuciones constitucionales de la Corte Suprema, de ahí
que no sea necesario dejar constancia que ellas quedan a salvo para que el proyecto se
ajuste a la Constitución”56.
De esta forma fue aprobada la inclusión del artículo en cuestión en la LACI por
parte del Senado y de la Cámara de Diputados en discusión particular, proceso en el cual, si
bien no se reconoció expresamente la procedencia de las facultades de la Corte Suprema
para ejercer sus facultades correccionales en materia de arbitraje internacional, sí se optó
por dejar constancia en la historia fidedigna de la ley la voluntad del legislador entorno a
admitir la procedencia de esas facultades por sobre las disposiciones de la LACI, esto, en
razón del principio de supremacía constitucional.
Asimismo, esta interpretación fue recogida por el mismo Tribunal Constitucional, el
que, en el marco del examen preventivo de constitucionalidad de la LACI señaló que:
“teniendo presente lo anteriormente expuesto, y siguiendo el principio de buscar la
interpretación de las normas que permita resolver, dentro de lo posible, su conformidad
con la Constitución, este Tribunal decidirá que los artículos 5º y 34, en cuanto señala en su


54
Historia de la Ley N°19.971. Informe Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara
de Diputados. Boletín N°3252-10 (2003)
55
Historia de la Ley 19.971. Informe de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
Boletín n°3252-10 (2004)
56
Ibíd.

22

primera parte “La petición de nulidad como único recurso contra un laudo arbitral.”, y en
su número 1), son constitucionales en el entendido que dejan a salvo las atribuciones que
la Constitución otorga a la Corte Suprema según quedó expuesto, así como también, las
acciones jurisdiccionales que contempla la Carta Política a favor de quienes puedan verse
afectados en sus derechos fundamentales por la aplicación de esta ley”57
Así las cosas, a partir del análisis de la historia fidedigna de la Ley N°19.971 queda
de manifiesto la intención del legislador entorno a reconocer la supremacía constitucional
de las facultades disciplinarias de la Corte Suprema por sobre las disposiciones de esta ley.
En virtud de lo anterior, es posible afirmar que, si bien la procedencia de la queja no se
encuentra expresamente regulada en materia de arbitraje internacional, esta omisión no se
debe a que se reconozca al recurso de nulidad como único procedente, inclusive en
desmedro de los demás recursos constitucionales, sino que se relaciona con factores
derivados del carácter internacional del arbitraje, especialmente en lo respectivo a reducir la
intervención de los tribunales ordinarios.
Una vez vislumbrada la procedencia de la queja en materia de arbitraje comercial
internacional, surge una segunda interrogante, que dice relación con la manera que se
compatibilizaría la procedencia de este recurso con las disposiciones de la LACI.
Para dar respuesta a lo anterior, es necesario señalar que en conformidad a lo
dispuesto en el artículo 545 del COT, la queja solo procede en contra de sentencias
definitivas o interlocutorias que ponen fin al juicio o que hagan imposible su continuación,
y que no sea susceptible de recurso alguno, ordinario o extraordinario. Ahora bien, como
quedó de manifiesto en acápites anteriores, al ser la acción de nulidad el único medio de
impugnación contemplado en la LACI, su renuncia anticipada -específicamente en las
causales a) ii, a) iv y b) ii- dejaría a los particulares sin ningún otro mecanismo para
reclamar por la infracción de normas de orden público, específicamente de aquellas
relativas al resguardo del debido proceso. Lo anterior, resulta de vital importancia en la
medida que la renuncia anticipada de la nulidad no significa que el árbitro quede facultado
para vulnerar normas de orden público, sea durante la sustanciación del proceso o en el
fallo, sino que como advierte Aylwin, “hipótesis como las referidas configuran
manifiestamente faltas o abusos susceptibles de corregir por vía del recurso de queja”58,
siendo esta interpretación concordante con lo señalado en el artículo 545 del COT .
No obstante, seguir una interpretación como esta no estaría exenta de
inconvenientes, puesto que, si bien la procedencia de la queja se ve extremadamente
limitada, su regulación actual es contraria a la intención del legislador entorno a establecer
medios de impugnación con causales tasadas y de interpretación restringida. Sin embargo,
dicha observación hace eco respecto a la necesidad de reformular las causales de “grave
falta o abuso” empleadas por el legislador al momento de regular la procedencia de la
queja, tópico que escapa de los objetivos de este trabajo.

IV. CONCLUSIÓN.


57
Sentencia Rol n°420.08-004 del Tribunal Constitucional. Fecha 25 de agosto de 2004.
58
AYLWIN (2009) p

23

La ley de arbitraje comercial internacional (LACI) puso en evidencia lo anacrónico


de la legislación nacional respecto al arbitraje.
En materia doméstica, se trata al arbitraje como un anexo de la jurisdicción estatal,
sin contemplar, siquiera, su concepto o la presentación de elementos que ayuden a la
integración de tal noción. Por el contrario, la Ley de Arbitraje Comercial Internacional (Ley
Modelo UCITRAL) de 2004, incorporó planteamientos modernos en esta materia, tales
como el reconocimiento expreso de la autonomía de la voluntad, el entendimiento del
arbitraje como institución autónoma de la justicia estatal, la consagración de principios y
características particulares de los árbitros en materia de arbitraje internacional, entre otras.
Estos cambios, generaron ciertos conflictos en el accionar de los tribunales superiores de
justicia, ya que, al momento de pronunciarse sobre la regulación internacional en
comparación al arbitraje nacional, es posible evidenciar la adopción de criterios de
interpretación incongruentes entre sí.
Una muestra de este desarrollo dispar, es la regulación respecto de los mecanismos con que
cuenta la justicia ordinaria para revisar los laudos arbitrales. De esta forma, a partir de la
entrada en vigencia de la LACI, se incorporó a nuestra legislación el reconocimiento
expreso del principio de intervención mínima de los tribunales ordinarios, el que se
manifestó preferentemente en lo dispuesto por el artículo 34, 1) del cuerpo legal en
comento, estableciendo que será la acción de nulidad el único medio recursivo procedente
en contra de los fallos arbitrales que se enmarquen dentro de esta ley, señalando de forma
expresa y taxativa las causales para su reclamación, las cuales se caracterizan por ser
tasadas y de interpretación restrictiva. Por el contrario, en el ámbito interno, la legislación
actual contempla un amplio abanico de medios de impugnación de laudos arbitrales,
cuestión que podría resultar nociva en atención a la naturaleza del arbitraje, el que debiese
configurarse como de resolución de conflictos entre particulares, sin necesidad de recurrir a
la justicia ordinaria, o por lo menos, restringir su intromisión.
En razón de lo anterior, es común que las partes en virtud del principio de
autonomía de la voluntad pacten la renuncia de todo medio recursivo con el objeto de
reducir las intervenciones de tribunales ordinarios, siendo la renunciabilidad de los recursos
una cuestión ampliamente aceptada por la jurisprudencia nacional en virtud de lo dispuesto
en el art. 239 del COT, esto, salvo el recurso de casación en la forma por las causales de
incompetencia del tribunal y ultrapetita puesto a juicio del máximo tribunal dichas causales
al tratarse de una infracción a los límites del compromiso no pueden ser objeto de renuncia
anticipada de las partes. Asimismo, tanto la jurisprudencia como la doctrina han entendido
que dicha renuncia no puede abarcar el recurso de queja toda vez que, atendiendo a su
origen constitucional, su procedencia se encontraría fuera del ámbito disponible de los
particulares.
En materia de arbitraje internacional, en cambio, la renuncia anticipada a la acción de
nulidad ha sido tema de debate en la doctrina nacional, esto derivado esencialmente del
hecho de que al ser el único recurso procedente en contra de laudos arbitrales seguidos bajo
la ley 19.971 sus causales de anulación cubren irregularidades especialmente graves,
imposibles de prever al momento de pactar el arbitraje y que se vinculan con el derecho a la
defensa, por lo que no sería válida su renuncia anticipada. Sin embargo, como quedó
expuesto en párrafos anteriores dicho argumento no sería suficiente para afirmar la
irrenunciabilidad de este recurso puesto que, si bien sus causales tienen por objeto

24

resguardar el debido proceso y el derecho a defensa estas si tendrían el carácter de


renunciable puesto que, tal como señala la doctrina y la jurisprudencia, en materia de
arbitraje interno, el resguardo de dichas garantías queda encomendada al recurso de
casación en la forma, el que en conformidad a lo señalado en el artículo 239 del COT es
esencialmente renunciable por las partes, razón por la cual no se ve obstáculo para que en
materia de arbitraje internacional se siga el mismo criterio. Ahora bien, lo anterior no
quiere decir que la renuncia anticipada de la acción de nulidad acarre la indefensión total de
los particulares ante las infracciones graves del debido proceso, sino que dichas
infracciones siempre van a ser susceptibles de ser reclamadas vía recurso de queja, cuya
procedencia en materia de arbitraje internacional si bien no se encuentra expresamente
reconocida en la LACI, al ser una manifestación de las facultades correccionales
concedidas por la CPR a la Corte Suprema recibiría una aplicación preferente sobre las
disposiciones de esa ley en virtud del principio de supremacía constitucional, tal como
quedó de manifiesto en la historia fidedigna de la ley 19.971.
De esta manera, la queja sería procedente únicamente en aquellos casos en que no procede
ningún otro recurso ordinario ni extraordinario en contra del laudo arbitral, por lo que, al
ser el recurso de nulidad el único recurso procedente su renuncia -respecto de alguna causal
que busque resguardar el debido proceso o el derecho a defensa- abriría la posibilidad de
interponer el recurso de queja en materia de arbitraje internacional.

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Agrícola la Candelaria Ilimitada con Alpin Sun Terre Spa (2018) Corte de Apelaciones, 11
de mayo de 2018 (recurso de queja)

Bajos del Matte S.A.con Jorge Massanés Soler, Inversiones Sallent Limitada, Agrícola Vía
Mattona S.A. y Asesorías e Inversiones Geltru SpA (2018): Corte Suprema, 8 de mayo de
2018 (recurso de queja)

Brücke S.A. con OGM Obras y Montajes S.A (2017): Corte Suprema, 2 de octubre de 2018
(recurso de casación en la forma)

Comercial Proventa S.A. con Telefónica Móviles de Chile S.A (2009): Corte Suprema. 28
de julio de 2009 (recurso de queja)

Constructora Emex Limitada con Primera Sala de Corte de Apelaciones de Santiago


(2014): Corte Suprema, 30 de abril de 2014 (recurso de queja)

Inversiones Santa Paula S.A. con juez árbitro M.J.V.V .(2009) Corte de Apelaciones de
Santiago, 4 de agosto de 2009 (recurso de nulidad)

Novatec S.A. con Nova Austral S.A (2017) Corte Suprema, 27 septiembre de 2017 (recurso
de queja)

Río Bonito S.A. con Quinta Sala de Corte de Apelaciones: Corte Suprema, 3 de diciembre
de 2015 (recurso de queja)

Río Bonito S.A., Queltehue S.A con panel de árbitros (2015): Corte de apelaciones de
Santiago, 25 de noviembre de 2015 (recurso de nulidad)

28

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