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El conflicto laboral puede entenderse como la imposibilidad de que dos posturas consigan
sus objetivos de forma simultánea, porque son opuestas o porque persiguen lo mismo a la
vez.
Los conflictos laborales se engloban dentro de la categoría de los problemas, pero estos
últimos son más objetivables, más concretos y generalizables. Todos los conflictos son
problemas, pero no todos los problemas son conflictos.
En cuanto a los tipos de conflicto laboral, existen muchas y diversas clasificaciones, pero
de forma genérica y atendiendo al criterio de utilidad, podemos distinguir dos tipos, los
conflictos improductivos (son perjudiciales para las personas y para las organizaciones) y
los conflictos productivos (se pueden obtener beneficios de su resolución, como puede ser:
estimular el interés, aumentar la cohesión del grupo, aumentar la motivación hacia una
tarea, favorecer la autocrítica, mejorar la motivación por aprender, etc.)
Cómo gestionar un conflicto laboral
Para comenzar y aunque sea una obviedad, hay que decir que no es sencillo, ya que en los
conflictos laborales median muchos factores, que en ocasiones están ocultos para la otra
parte o para aquel que asume el papel de moderador.
– Quiénes son los protagonistas de dicho conflicto, tanto las personas que intervienen
directa como indirectamente en el conflicto.
Una de las mejores formas de gestionar un conflicto laboral, y en general en nuestra vida
diaria, es a través de la mediación. Método en el que profundizaremos en próximos
artículos, con el fin de daros pistas de cómo realizarlo correctamente.
Estas dos últimas son las más útiles para resolver conflictos y precisamente son las menos
utilizadas.