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Introducción

El rechazo voluntario de un paciente para recibir un tratamiento que a juicio del

médico es necesario para lograr su pronta recuperación es sin duda un agobiante

dilema ético-médico-legal, más aún cuando la terapéutica propuesta sea la única del

cual depende la vida del paciente. Y se cuente con los requerimientos necesarios

para lograrlo. Sobre este tema, en los últimos años muchos han sido los debates

éticos, morales y jurídicos “acerca de los límites de la autonomía personal, la

competencia del Estado para intervenir en la salud de los enfermos en contra de su

voluntad o en la delimitación de las relaciones entre los médicos y los pacientes 3”

(p.212).

Las razones de negación de los pacientes a las terapéuticas propuestas por el

personal médico son de diversa índole, sin embargo, la que ha generado una mayor

polémica en el campo de la ciencia, es la negación del paciente por orden religioso.

Lo que puede parecer del todo irracional, fundamentalista o fanático. Especialmente,

en lo pertinente a la postura de los Testigos de Jehová, quienes manifiestan el

rechazo absoluto a las transfusiones de sangre, o de sus derivados, alegando que

es una orden del creador dada a la humanidad. No obstante, antes de analizar los

distintos conflictos que giran alrededor de este tema, parece oportuno en primer

lugar, analizar cuáles son las creencias, el modo de vida y los puntos de vista sobre

el mundo de la organización religiosa Testigos de Jehová.

Los Testigos de Jehová: Origen, Organización, Distribución Mundial.

Revisando la Literatura sobre el origen de los Testigos de Jehová, distintos

autores señalan que se remonta a la década de1870. Como asevera Murillo

Godínez1, cuando un pequeño grupo de estudiantes de la Biblia de Pittsburg,


2

Pensilvania, Estados Unidos de América, decidió realizar un estudio sistemático de

las Escrituras para extraer de ellas, la verdad divina mediante la interpretación de lo

que a su juicio la biblia enseña, divulgando lo aprendido en libros, artículos de

periódicos hasta el punto de crear las revistas conocidas mundialmente como “La

Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová”, y “Despertad”, que hoy constituyen los

más relevantes medios de difusión de su doctrina ya que ambas son las revistas con

mayor distribución en el mundo.

La primera se edita en 130 idiomas con un tiraje de unos 12 millones (dato de

1993) y, la segunda, en 80 lenguas, alcanzando al inicio de la década de 1980, una

circulación de más de 10 millones de ejemplares. Las imprentas de la organización

establecidas en Brooklyn son las más grandes del mundo 1.

Uno de los estudiantes de ese grupo, Charles Taze Russell (1852-1916), principal

editor de estas revistas se convirtió en el primer juez de la organización 1, 3. Los

sucesores que a través de la historia se conocen continuaron al frente de esta

organización son: Joseph Franklin Rutherford (1869-1942), Nathan Homer Knorr

(1905-1977), Frederick William Franz (1893-1992), Milton George Henschel (1920-

2003) y, Don Aldem Adams (1925-)1.

Desde 1852 hasta los tiempos actuales, esta organización religiosa ha adquirido

las denominaciones de "Russellistas", "Gente de la Aurora del Milenio", “Milenarios”,

"Los ungidos del Señor", "Seguidores en las pisadas de Jesús", "(Asociación

Internacional de) Estudiantes de la Biblia", "Estudiantes sinceros de la Biblia",

"(Asociación del) Púlpito del pueblo", “Sociedad (Bíblica) de publicaciones de la

Torre del Vigía” y, “El Reino Teocrático” 1. A raíz de la escisión de varios grupos

disidentes (Asociación de Estudiantes de la Biblia, Amanecer; Movimiento Standfast,

Movimiento Paul Johnson-posteriormente, Movimiento Laico de Misiones


3

Domésticas, Movimiento de la Voz de Elías, Sociedad del Águila e, Instituto Bíblico

Pastoral de Brooklyn), durante la directiva del juez JF Rutherford, para distinguir

entre los cismáticos y los seguidores del juez, en una convención celebrada en

Columbus, Ohio, en 1931, adoptaron la denominación actual, que oficialmente es

Watch Tower Bible and Tract Society, con base en Isa 43:10-111.

Desde la perspectiva organizacional, es una sociedad anónima de características

mercantiles4. Su estructura es verticalista, “la forman las bases de predicadores

hasta las cúpulas superiores de congregaciones: circuitos, distritos, sucursales,

zonas y el denominado "cuerpo gobernante" con sede oficial (Watch Tower) en

Warwick, New York4”. Este cuerpo es el órgano directivo, “está conformado por siete

varones ungidos (parte especial de sus miembros que se autoproclaman formar

parte de 144 mil personas que tendrán esperanza celestial tras el fin del mundo 1”.

Su autoridad va descendiendo luego a círculos organizativos concéntricos de

alcance nacional: circuitos y distritos, hasta llegar finalmente a las congregaciones

locales de cada población cuyas sedes son denominadas “Los Salones del Reino”

(donde se congregan 3 veces por semana). Los circuitos están formados por 20-22

congregaciones que son visitados (en una semana) por un ministro itinerante2.

En cada congregación hay ancianos o supervisores, los cuales reciben ayuda de

los siervos ministeriales. Estos miembros, proclamadores o misioneros, publican o

proclaman, de puerta en puerta, la doctrina dedicando de 15-50 horas/semana para

el evangelismo personal y, la obra misionera. Los pioneros dedican 100 horas/mes a

realizar la obra de la Sociedad, a nivel de la congregación1, 4.

En lo que se relaciona a la distribución de esta organización religiosa a nivel

mundial, Murillo Godínez1, acota que esta doctrina está presente en 236 países; el
4

total de miembros, en el 2008 era de 7.1 millones; proclaman su doctrina en 430

idiomas. En Estados Unidos, en 1997, se transfundieron 11.4 millones de

concentrados de hematíes, razón por lo cual dentro de esta estadística la posibilidad

de interacción de transfusiones y los Testigos de Jehová, no son infrecuentes.

Postulados de la Doctrina de los Testigos de Jehová acerca de las

transfusiones sanguíneas.

Científicamente la sangre es reconocida como una suspensión compleja y

singular1, pero, para los Testigos de Jehová la sangre, “se trata de una prohibición

que se encuentra solamente en el Antiguo Testamento que nos mandan

abstenernos de la sangre” (p. 217). De manera que fundamentan su creencia en

numerosos pasajes bíblicos y la reiteran en el diario oficial de su iglesia The

Watchtower, a través de estudios relacionados con los riesgos implícitos a la

transfusión sanguínea.

El libro bíblico de Génesis 9:3-4, que textualmente lee así: "Todo animal moviente

que está vivo puede servirles de alimento, como en el caso de la vegetación verde,

de veras lo doy todo a ustedes. Sólo carne con su alma - su sangre - no deben

comer”, es uno de los pasajes bíblicos sobre los cuales fundamentan con

uniformidad y extraordinaria firmeza su creencia en que no deben aceptar

“introducción de sangre al cuerpo, por cualquier vía 1” (p. 391). Pero además citan

otros fragmentos de la biblia presentes en Lv 3:7, 17:10 y 17:13-14; Dt 12:23-25 y,

Hch 15:19-20; 1, 2, 3,4.

Existen cuatro razones principales que justifica, la conducta de reiterar su

negativa a no recibir transfusión “ya sea alógena o autóloga (con excepción de la

intraoperatoria, que es aceptada por algunos creyentes, de sus cuatro principales


5

componentes: glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma sanguíneo” (p.

168).

1. La sangre representa la vida que proviene de Dios 2.

2. So pena de contaminar su alma1.

3. Perder posibilidad de ingresar al cielo 1.

4. Exclusión Comunidad Religiosa1.

“Cabe mencionar que, en el caso del uso de componentes como la albúmina, las

globulinas inmunológicas, y las preparaciones para los hemofílicos, cada testigo

tiene la libertad de decidir individualmente si puede aceptarlos 1” (p. 169). Esta

doctrina está vigente desde julio de 1945, bajo la presidencia de N Homer K 1, 4, lo

que ha dado origen a conflictos ético-médico-legales 1,2,3,4 que, “incluso, han

propiciado casos fatales. Pero, también, a la investigación en la búsqueda de

alternativas1” (p. 392).

Conflictos Ético-Médico-Legales derivados de la Negación de los Testigos de

Jehová a las transfusiones sanguíneas.

Conflictos Éticos

Cuando un Testigo de Jehová se niega a aceptar una transfusión de algún

componente sanguíneo, se inicia un enfrentamiento de dos bienes

fundamentales: la libertad para aceptar o rechazar un tratamiento médico

(principio de autonomía) y el deber del médico de salvaguardar la vida del enfermo

dispensando los tratamientos necesarios (derecho a la vida) previsto en la Ley de

Ejercicio de la Medicina y el Código de Deontología Médica 1, 3, 4,5”.

También se ven implicados algunos principios de la bioética:


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El de beneficencia (el médico debe actuar procurando el bien del paciente,


pero la medida de esa bondad se determina, no por lo que el médico crea
beneficioso para el paciente, sino por lo que éste estime como tal), el de no
maleficencia (constituye la obligación del médico de no hacer daño, tanto
físico como moral) y el de justicia (los recursos asistenciales son limitados y
deben repartirse equitativamente, evitando "privilegios terapéuticos") 5 (p. 38).

Si bien, el médico optara desde la perspectiva ética, anteponer el deber de

preservar la vida del individuo (derecho a la vida consagrado en los Derechos

Humanos a nivel Internacional), al principio de autonomía del paciente, puede

originar que se infringe la libertad del paciente, y esto pudiera dar lugar a

actuaciones que pueden ser susceptibles de reclamaciones y responsabilidades

legales tanto civiles como penales, por daño moral 1, 3, 5,6.

Si por el contrario antepusiera el respeto por la libertad religiosa del paciente

como derecho constitucional y fundamental, esto supone ir en contra de su

vocación, su conciencia y tal vez participar en un procedimiento que puede acabar

con la muerte del paciente, una muerte fácilmente evitable con el uso de sangre. A

esta lucha interna que debe librar el médico se une la presión que sufre por parte

del paciente y sus familiares que exigen un tratamiento alternativo, en ocasiones no

disponible o inexistente5, 6.

Conflictos Legales

Araujo Cuauro 5, señala que tanto el derecho a la vida como a la libertad se

encuentran fundamentados legalmente en la Declaración Universal de los

Derechos Humanos de 1948, punto de referencia para los textos

constitucionales de todos los países que así lo convinieron; por ende, la

integridad física y moral y la libertad ideológica, religiosa y de culto forman

parte de la "dignidad de la persona" sin que exista jerarquía entre ellos.


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En el caso particular de Venezuela, la vida y la libertad son derechos amparados

en los artículos 43,59 y 61 de la Constitución Bolivariana de Venezuela 7. El artículo

43, se refiere a que “El derecho a la vida es inviolable”... En el artículo 59, se hace

referencia a que el Estado garantiza la libertad de culto y religión. Todas las

personas tienen derecho a profesar su fe religiosa y cultos a manifestar sus

creencias en privado o en público, asimismo el artículo 61 expresa que todas las

personas tienen derecho a la libertad de conciencia y a manifestarla, salvo que su

práctica afecte la personalidad o constituya delito (...).

Estos artículos conceden el derecho legal a un paciente testigo de Jehová de en

un momento determinado “rechazar cualquier tipo de procedimiento terapéutico, por

lo cual el médico tratante está en obligación de respetar su decisión, siempre que

anteriormente se le haya informado de una forma comprensible de todas y cada una

de las consecuencias derivadas de su negación 4” (p.222).

No obstante, cuando las creencias de un paciente violan o arrastran el derecho a

la vida de otros individuos, como es el caso de los menores de edad o las pacientes

embarazadas, desde el punto de vista jurídico, la ley aboga a favor de la vida del

niño indicando la necesidad de hemotransfundir aunque el padre y /o la madre estén

en desacuerdo1, 4. La jurisprudencia venezolana ha sido favorable al personal

médico cuando los pacientes Testigos de Jehová que se encuentran en emergencia

y riesgo de muerte inminente que requieran transfusión, cuyo consentimiento

resultara imposible de obtener y que no hubieran manifestado previamente su

rechazo al tratamiento, la recibirán4. Ya que el médico está obligado a actuar en

cumplimiento de un deber legal, en defensa de la vida y salud del enfermo, en razón

del estado de necesidad y en función de su mejor interés.


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Conflictos Médico-Prácticos.

Respecto a los conflictos médico-prácticos que se generan a causa de la

negatividad de un paciente testigo de Jehová a recibir transfusiones de sangre,

destaca que el respeto por su autonomía obliga a los profesionales a tomar en

cuenta la persona del paciente, su dignidad, procurando el bien integral del individuo

y aplicando los principios éticos5,6.

Es una condición irrenunciable para el ejercicio médico que exista una confianza

mutua en el encuentro clínico, que el paciente tenga hasta cierto punto libertad para

escoger el médico o la institución a la cual recurre, y se respete sus convicciones,

se evite la manipulación ideológica por parte del médico y que se respete el rechazo

por parte del paciente del tratamiento propuesto, así como el rechazo del médico

cuando hay objeción de ciencia o de conciencia 6 .

En caso de la más absoluta comprensión del médico hacia la autonomía del

paciente; este debe asegurarse de que la decisión de no recibir transfusión es firme

y no está influenciada por presión familiar o correligionaria e informarle de los

riesgos de la negativa a la transfusión y de las alternativas disponibles,

individualizadas para cada caso. Sería útil, si el paciente lo autoriza, contactar con el

Comité de Enlace con los Hospitales de los TJ (CEH), compuesto por voluntarios,

miembros de esa religión, cuya misión es servir de intermediarios y fomentar la

cooperación entre paciente y médico 5 .

El médico debe ser meticuloso en la elaboración de la historia clínica, donde debe

quedar reflejada por escrito la negativa a la transfusión sanguínea y el

consentimiento al resto de técnicas que requiera el paciente, incluidas las medidas

de ahorro de sangre. El facultativo puede hacer uso del derecho a la objeción de


9

conciencia, pero “si la opción del paciente tuviera que ceder al juicio de la

conciencia médica, la ley del consentimiento informado quedaría sin significado1” (p.

392).

También puede delegar y derivar el caso para que sea adecuadamente tratado

por otro especialista, que, de no aceptar el paciente el tratamiento, se propondrá el

alta voluntaria o, en su defecto y previa valoración por la dirección, el alta forzosa si

no existen tratamientos alternativos. Esto podría aplicarse a situaciones clínicas no

urgentes, en las que no hay disponible otra alternativa a la transfusión sanguínea.

En este caso el paciente será derivado a otro centro hospitalario donde se

encuentren disponibles los medios necesarios1, 3, 5.

En caso que se tratase de pacientes incapaces de tomar decisiones por sí

mismos, como se trata de menores de edad, personas con discapacidades que

dificulten su capacidad de decidir, entre otros, tratará y protegerá la vida de estos

pudiendo solicitar la intervención judicial cuando sea indispensable 3,5.

Conclusión

El intenso debate bioético sobre la conducta que deben asumir los profesionales

de la salud ante casos de atención a pacientes Testigos de Jehová que se nieguen

a recibir transfusión de sangre, es aún un tema en estudio que debe ser abordado

profundamente por todas las asociaciones médicas, juristas y autoridades

legislativas para encontrar una solución adecuada, en virtud que representa una

afrenta que desde el punto de vista jurídico se exija al personal de salud,

especialmente, al médico no violar el principio de autonomía del paciente, pero, no

se considere jurídicamente el principio ético, el deber del médico de decidir por el

beneficio de preservar la vida de su paciente, lo que puede derivar en la inexorable

muerte del paciente.


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Otro dilema que se genera por este dogma que también conviene discutir es que

se exige al médico obtener la carta de consentimiento bajo información, sin

embargo, en casos de extrema emergencia en el que el paciente no tenga

conciencia para tomar decisiones y se recurra a familiares, en algunos casos se

pretenda poner en duda jurídicamente la validez de esta carta. Toda vez que no se

asegura que la constitución de un consentimiento informado para la aplicación de un

tratamiento alternativo sin sangre será suficiente para exonerar al médico de las

consecuencias adversas del mismo.

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11

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