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GRUPO N° 2
INTEGRANTES:
• ANDRADE SERGIO
• ENRIQUEZ ELIANA
• LÓPEZ VÍCTOR
• MARCILLO MILENA
• VILLAREAL DANIELA
• VILLOTA GÉNESIS
• ZUIN HADA
IBARRA, 2021
ÍNDICE
Anorexia ................................................................................................................................ 3
Polimedicación ............................................................................................................... 9
Dieta .............................................................................................................................. 12
2.1. Introducción
La pérdida involuntaria de peso (PIP) en el anciano es un proceso frecuente y complejo,
varias situaciones que se mencionarán más adelante pueden justificar este cuadro. Un punto
muy importante es que, nunca se debe interpretar una pérdida de peso como un proceso
normal en el envejecimiento, pues, este signo está asociado frecuentemente a enfermedades
presentes o futuras, asimismo se relaciona con una mayor morbimortalidad en el anciano. La
anorexia en el anciano tiene características particulares y es con frecuencia una causa de la
PIP, además, está pérdida de peso también puede asociarse a la presencia de múltiples
enfermedades y situaciones.
Existen diversas causas para una disminución parcial o total de la ingesta de alimentos en el
anciano, esto puede ir desde problemas mecánicos a sensoriales. En esta ocasión nos
referiremos a causas específicas relacionadas con una reducción o anulación de la sensación
del apetito (hiporexia o anorexia). Las recomendaciones nutricionales en esta situación
dependerán de la causa que produce el cuadro de PIP, ya sea que esté asociado o no a la
anorexia.
2.2. Objetivos
• Aumentar la sensación de apetito o apetencia del anciano hacia los alimentos y
menús, a través de modificaciones en la dieta.
• Informar y sensibilizar al anciano, sus familiares y/o cuidadores de la importancia de
una ingestión de alimentos suficiente, para la salud del mismo.
• Mejorar el estado nutricional del paciente geriátrico que presenta PIP y anorexia
2.3. Indicaciones en anorexia
De acuerdo a determinadas circunstancias, descritas a continuación, los ancianos serán
preguntados sobre su apetito, ingestión de alimentos e historial del peso. Estas preguntas
estarán dirigidas al anciano con anorexia, que presente o no una pérdida de peso significativa,
y también en aquellas situaciones clínicas o sociales en las que exista riesgo de presentar
cualquiera de los síntomas o signos citados.
2.3.1 Anorexia
Se entenderá como anorexia, en las siguientes dos circunstancias:
Se entiende como pérdida de peso significativa, a la que pone en peligro la vida del anciano,
la que agrava otras enfermedades asociadas o la que modifica su calidad de vida.
Es importante tomar en cuenta la evaluación y seguimiento de la pérdida de peso
significativa, junto con recomendaciones nutricionales en aquellos pacientes que cumplan
las siguientes situaciones:
a) Perdida de 4.5 kg o más del 5% del peso usual en un periodo de 6-12 meses.
Pérdida del 5-10% de peso en los previos 1-12 meses.
Perdida de 2.25 kg en los últimos 3 meses.
b) Directrices o normas de residencias geriátricas, requieren una evaluación, si hay
pérdidas de 10% del peso en los 6 meses previos, 5% en el mes anterior o 2% en la
semana previa.
c) Aquellos ancianos en los que, a pesar de desconocer su peso real y usual, o la pérdida
reciente del mismo, seamos informados por el anciano, su familia o cuidadores de la
sensación subjetiva de pérdida importante o rápida de peso (a través de las dimensiones
y aspecto corporal, tamaño holgado de la ropa que previamente era normal, sensación
de menor peso al movilizar o transportar al anciano, etc.).
Estas situaciones pueden darse aisladas, pero con frecuencia se combinan, produciendo
pérdida de peso, a veces anorexia y en ocasiones malnutrición.
Diversos mecanismos que afectan al control de la saciedad y del apetito, como los digestivos,
hormonales, del sistema nervioso central, citoquinas y otros, algunos de reciente aparición,
se ven afectados y alterados.
a) Aparato Digestivo.
El sentido del gusto y del olfato se alteran con el envejecimiento; a pesar de estos cambios,
las alteraciones relacionadas con el placer de comer parecen jugar tan sólo un papel menor
en la anorexia senil.
Se ha demostrado que los ancianos tras la comida presentan no sólo menor deseo de comer
que los adultos jóvenes, sino un retraso en el vaciamiento gástrico (escintigrafía), tanto para
líquidos como sólidos respecto a los mismos, lo que puede contribuir también a la anorexia
senil.
b) Hormonales.
Otra hormona alterada en el anciano es la hormona del crecimiento (GH), que tiene un efecto
anabólico y también aumenta la ingesta de alimentos. Los niveles de testosterona se reducen
con la edad en los varones, factor que contribuye tanto a la pérdida de masa muscular. La
leptina es una hormona peptídica relacionada con el tejido adiposo y creada por el adipocito,
cuya elevación produce también anorexia. En el varón, los niveles de leptina aumentan
durante toda su vida, incluso a pesar de una reducción de la grasa corporal en el anciano.
d) Citoquinas.
e) Ghrelina.
En los últimos tiempos se multiplica la descripción de nuevas sustancias relacionadas con los
mecanismos de apetitosaciedad, siendo una novedosa la ghrelina. La ghrelina es una hormona
peptídica (28 AA) secretada por el estómago y duodeno.
Tiene efectos orexígenos y ha sido implicada con el hambre relacionado con las comidas y
la regulación del peso corporal a largo plazo.
M Medicación, efectos
L Paranoia tardía
S Alteraciones en la deglución
• Ingesta reducida.
• Aumento del consumo energético.
• Pérdidas anormales de energía y nutrientes por orina o heces.
Pérdidas anormales de nutrientes. -La pauta nutricional será amplia, desde la dietoterapia,
hasta la nutrición artificial.
Estrategia conductual.
Actividad física
El aumento en la actividad física ha demostrado que incrementa el apetito y la ingesta. En un
estudio, la ingesta fue superior cuando se combinaron ejercicio y suplementos nutricionales
que en pacientes que sólo recibieron suplementos. Otros trabajos también apoyan que el
ejercicio físico de intensidad baja mejora la ingesta y el estado nutricional en ancianos
frágiles.
Antes de referir medidas específicas, es conveniente hablar de la actuación ante las dietas
restrictivas previamente presentes en el anciano. Estas dietas son habituales, dado que el
anciano tiene enfermedades crónicas. Por tanto, la presencia de dietas pobres en sal, sin
hidratos de carbono simples, con escasa grasa total o saturada, de confección culinaria
sencilla, con contenido escaso en colesterol, de consistencia pastosa o en puré, pueden, por
su escasa palatabilidad, colorido y apetencia provocar anorexia, una reducción en el apetito
y pérdida secundaria del peso.
Siempre que sea posible, ante la presencia de una PIP debemos liberalizar la dieta, retirando
o reduciendo las restricciones.
Hiposmia.
En los pacientes con hiposmia puede ser útil el empleo de potenciadores de sabor que
aumenten la intensidad del olor del alimento, también la adición de especias o la toma de
platos calientes que destaquen el aroma del alimento.
Anorexia.
En general es útil el prescindir de horarios, debiendo comer el paciente siempre que tenga
apetito. Las comidas se harán en frecuentes y pequeñas tomas, para reducir la saciedad,
separar la toma de líquidos que acompañan a las comidas, de la de los sólidos. Si la anorexia
es provocada por sequedad de boca u otras xerostomías, puede ser útil aplicar crema de labios
hidratante o chupar cubitos de hielo.
Higiene buco-dental.
Siempre es imprescindible, incluso cuando el anciano no toma alimentos por boca o carece
de piezas dentarias, el mantener una adecuada higiene bucodental, con cepillado tras las
comidas y uso de colutorios antisépticos.
Cuando es provocada por náuseas o vómitos debido al uso de fármacos, deberemos evitar dar
antes de las comidas los mismos. Debe comer en un lugar fresco y bien ventilado, sin olores.
Puede ser útil el ocultar la comida con un cubreplatos hasta su servicio en la mesa, con ello
se obtiene sorpresa e interés por la comida, junto a un mayor olor y aroma de la misma.
Pérdida de peso.
Ante una situación de PIP acompañada o no de anorexia, puede ser útil aumentar la cantidad
de kilocalorías y/o proteínas en la dieta. Para ello, se intentará ofrecer alimentos que tengan
la mayor densidad energética en el menor volumen posible, prefiriendo los líquidos sobre los
sólidos, por su eliminación gástrica más rápida, provocando menor saciedad.
Modificaciones dietéticas que pueden ser beneficiosas en estos casos son, entre otras, las
siguientes: tomar leche fría enriquecida con cucharadas de leche en polvo, tomar helados
blandos o yogures o quesos cremosos, tomar alimentos blandos como huevos revueltos, purés
de legumbres, carne picada o fruta en almíbar. La toma de estos alimentos puede a la vez
estimular el apetito y aumentar la ingesta de calorías en la dieta.