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Guerra del Gas (Bolivia)

La Guerra del Gas o golpe de Estado en Bolivia de 2003 son los nombres con los que se denomina al
conflicto social ocurrido en Bolivia durante 2003, el conflicto se centró en la explotación de
las reservas de gas natural que se descubrieron en el departamento de Tarija, a mediados de la década
de 19903 y catalogadas conjuntamente como el segundo yacimiento más grande de Sudamérica.
El conflicto principal surge por la decisión de gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa de
exportar gas natural por Chile. Las principales demandas de la guerra del gas era a la no exportación del
gas natural hasta que existiera una política para abastecer el mercado interno, de la misma manera por
los precios bajos a los que se pretendía exportar el gas, que eran menores de un dólar el millar de BTU.
La segunda demanda era una Asamblea Constituyente, es decir, crear un nuevo pacto social hacia un
nuevo Estado de consenso.

Antecedentes
Gobierno de Quiroga

Marchas de octubre de 2003 en contra de Gonzalo Sánchez de Lozada.

El conflicto comenzó en el año 2002, cuando la administración de presidente Jorge


Quiroga propuso construir un gasoducto a través del territorio boliviano y chileno, hasta el
puerto de Mejillones en Chile, la ruta más directa al océano Pacífico. Sin embargo, el
antagonismo hacia Chile es muy profundo en Bolivia debido a la pérdida de la salida al mar en
la Guerra del Pacífico (1879 - 1884). Diversos sectores bolivianos comenzaron a vociferar y
hacer campaña contra la opción del puerto chileno, exigiendo alternativas como la de un puerto
peruano por donde transportar el gas, pero con la dificultad de la mayor lejanía. Según las
estimaciones chilenas, la opción de Mejillones sería 600 millones de dólares más baratos. En
Perú se señalaba una diferencia de no más de 300 millones. Algunas asociaciones políticas
indígenas como Comité Clandestino Revolucionario Indígena - Movimiento Dignidad llamaba a
la población indígena boliviana a "a los de siempre marginados por el sistema oligárquico" 45
Poco antes de las elecciones presidenciales en julio de 2002, el gobierno de Jorge
Quiroga pospuso la ejecución del gasoducto dejando la ejecución en manos de su sucesor,
alegando que no quería comprometer su posibilidad de ser elegido presidente en las
hipotéticas elecciones de 2007, teniendo en cuenta la impopularidad de exportar el gas por el
puerto chileno.67
Gobierno de Sánchez de Lozada y Carlos Mesa planes de exportación
Gonzalo Sánchez de Lozada, junto a su vicepresidente Carlos Mesa, que ganaron las
elecciones presidenciales de 2002, indicaron su preferencia por la opción del puerto
de Mejillones. Pero Sánchez de Lozada también evitó adoptar una declaración oficial de
construir el gasoducto. Durante el año 2003, se reavivó un período de crisis social y política,
derivado en protestas exigiendo la estatización de los hidrocarburos. Las protestas fueron
dirigidas por los representantes del campesinado y minería de las diferentes regiones del país.
La Pacific LNG, la British Petroleum y Repsol YPF y Total S. A. habían pronosticado una
inversión de tres mil millones de dólares en territorio chileno, el precio de venta del gas era
menor al dólar por millar de BTU y las ganancias aproximadas eran de mil millones de dólares
de los cuales el estado Boliviano solo recibía del 18% es decir 180 millones de dólares por año.
Los planes, pasaban por exportar el gas por Chile, y vender a bajo costo gas a California y
a México, Corea del Sur, Dinamarca, Noruega,Japón, China, Libia, Rusia ante una absoluta
certeza Gonzalo Sánchez de Lozada ratifica su decisión públicamente y no pretendía ceder
ante los reclamos de la oposición.

Conflicto
Plan República
"El Plan República", el cual fue elaborado por los departamentos de Inteligencia de las tres
Fuerzas Armadas con meses de anticipación ante posibles movilizaciones sociales o de
insurgencia armada, que no era necesariamente de conocimiento de la población civil, por su
calificación de "Secreto de Estado", resultaron en la salida de los militares a las calles el 16 de
septiembre de 20038
El 11 de septiembre de 2003, se da "alerta roja" poniendo en ejecución el "Plan República". Las
tropas tomaron posiciones estratégicas ante los hechos que ocurrían en Warisata, Sorata y
posteriormente en El Alto y en la ciudad de La Paz. El General Arnez, testimonia que los
regimientos: Calama, Boquerón, Vidaurre, Ranger, Aroma, Independencia, se alojaron en el
Regimiento Ingavi y en otras dependencias militares desde el 8 al 10 de octubre, en ejecución
-se entiende-, "del Plan República".
Enfatiza que recibió órdenes de custodiar Senkata el 9 de octubre, a las 11 y que el 10 de
octubre recibió órdenes de escoltar las cisternas desde Senkata, enviando varios vehículos
blindados. Expresa que en fecha 11 de octubre arribó a El Alto y a la ciudad de La Paz el
primer convoy transportando gas licuado (GLP) para consumo de la población, más un carro
cisterna para eventualidades.9
Warisata
Un poco antes de que se emita el Decreto 27/09/03 que autorizaba la intervención de las
Fuerzas Armadas, el 2 de septiembre de 2003 los militares efectuaron maniobras en contra del
pueblo de Warisata debido a los conflictos, bloqueos y enfrentamientos causados por los
campesinos y comunarios del lugar, acción que dejó seis muertos, de los que cinco eran
campesinos y un soldado. Ante ese resultado, los campesinos desafiaron al Gobierno siendo
esto el principio de la insurrección en contra del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
El Alto
La ciudad de El Alto que había declarado un paro cívico el 9 de octubre . El día 13 de octubre,
el gobierno decide llevar un convoy con gasolina y víveres para algunas familias de la ciudad
de La Paz. En la zona de La Portada, militares con armas de guerra y grandes ametralladoras
empiezan a disparar contra la población, armada de palos y piedras; los helicópteros empiezan
a disparar contra los techos de las casas y crecen las constantes denuncias mediáticas de los
asesores estadounidenses en Bolivia.
En el conflicto muere un niño de cinco años que había salido al balcón de su casa y recibió un
balazo de los militares parapetados en el puente de La Ceja de El Alto. Mueren alrededor de 65
personas y los dirigentes de las organizaciones y comunidades claman la renuncia de Sánchez
de Lozada, ante eso se suman otras organizaciones como la Asamblea Permanente de
Derechos Humanos, el Defensor del Pueblo, los residentes bolivianos en el exterior, etc., que
buscaban la pacificación del país. Las marchas en contra de Sánchez de Lozada se extienden
en todo el territorio nacional. Este episodio en el que el ejército disparó contra la población en
El Alto es conocido como Masacre de Octubre

Renuncia de Sánchez de Lozada

Ante el clima hostil y la decisión del presidente que había optado usar al ejército contra la
población crecen las presiones de renuncia. El 17 de octubre Gonzalo Sánchez de
Lozada decide huir del país dejando su renuncia en el congreso.

Carlos Mesa

Tras la renuncia y huida de Sánchez de Lozada, asume la presidencia su vicepresidente Carlos


Mesa quien emite el Decreto Supremo N.º 27237 que otorga amnistía a todos los actores de
octubre de 2003. El Decreto es luego enmendado para especificar que la amnistía no se aplica
a los exmiembros del Gobierno, sino sólo a los movimientos sociales involucrados.
En junio de 2005 el presidente Mesa propuso constituir una Asamblea Constituyente y
convocar un Referéndum consultivo para dirimir el asunto del gas natural: una opción era
permitir una mayor recaudación de impuesto [cita  requerida]y regalías por parte del Estado a las
empresas transnacionales asentadas en el país. A esta posibilidad se oponían enérgicamente
los empresarios, por considerarla demasiado gravosa. La otra opción era por
la estatización completa, como exigían los sindicatos dirigidos por Evo Morales y Felipe
Quispe.
Estatización de la industria gasífera

Las elecciones fueron postergadas por la Corte Electoral, luego de un reclamo judicial por el
reclamo de bancas por parte del departamento de Santa Cruz. Finalmente, la fecha para
las elecciones generales bolivianas se fijó para el 18 de diciembre de 2005.
En el año 2005, Evo Morales gana las elecciones nacionales con un histórico 54%, (por primera
vez un candidato en Bolivia obtiene la mayoría de los votos). Esto significaba que no eran
necesarias las alianzas post-electorales. Dentro de las principales promesas del actual
presidente estaban la estatización de los hidrocarburos y la Asamblea Constituyente. El primero
de mayo del año 2006 los principales campos gasíferos de Bolivia amanecen militarizados con
la orden de que a partir de ese día pasan a propiedad del podía país, después de
negociaciones con las Empresas Transnacionales (quienes nunca había ratificado sus
contratos con el parlamento nacional) se firman nuevos contratos. A partir de la estatización se
incrementan los ingresos por la explotación del gas; primeramente por la Ley aprobada
después del referéndum del gas que establecía que un 50% debía pagarse en regalías para el
Estado y un 18% por ciento en impuestos. El Estado pasa a ganar del 51% aprobado en el
Referendo de 2004 en el gobierno de Carlos Mesa al 82% del negocio del gas.
Finalmente el 1 de mayo de 2006, firmó un decreto que indicaba que todas las reservas del gas
debían ser estatalizadas. El aviso fue realizado para coincidir con el día del trabajo, el 1 de
mayo. Ordenando a los militares y a los ingenieros de YPFB que, durante la firma, ocuparan y
aseguraran las instalaciones gasíferas. Morales dio a las compañías extranjeras un plazo de
seis meses como “período de transición” para renegociar los contratos, o sino serían
expulsadas del país. Sin embargo, el presidente Morales indicó que la estatización no tomaría
la forma de expropiaciones o de incautaciones. El vicepresidente Álvaro García Linera dijo en la
plaza principal de La Paz, que las ganancias por el gas del gobierno llegarían hasta los $780
millones el año siguiente, creciendo casi seis veces si se las compara con el año 2002, esto
debido principalmente a que ahora Bolivia recibiria más del 82% de los ingresos por la
explotación de hidrocarburos y 18% se llevarian Corporaciones extranjeras, adicionalmente el
incremento del precio de los hidrocarburos se mostraba alentador. Entre las 53 instalaciones
afectadas por la medida están Petrobras del Brasil, uno de los inversionistas más grandes de
Bolivia, que controla el 14% de las reservas del gas en el país. El Ministro de energía de Brasil,
Rondeau de Silas, reaccionó, considerando el movimiento como “antipático” y contrariamente al
entendimiento histórico entre su país y Bolivia. Petrobras, Repsol YPF, PLC Británico del grupo
del productor BG de gas y petróleo, Repsol y la francesa Total son las principales compañías
del gas presentes en el país. Según Reuters, “el eco de las acciones de Bolivia, donde el
presidente venezolano Hugo Chávez, aliado de Evo Morales, el quinto exportador más grande
de petróleo del mundo con las migraciones forzadas y las alzas del impuesto retroactivo, hizo
que los comandantes aceptaran gran parte de las condiciones del contrato.” YPFB pagaría a
las compañías extranjeras sus servicios, ofreciendo cerca del 50% del valor de la producción,
aunque el decreto indicó que las compañías en los campos de gas más grandes del país
conseguirían apenas el 18%.10
La negociación y aprobación de los contratos por el poder legislativo (las cuales se realizaban
por primera vez; es decir que anteriormente ninguna empresa capitalizada en Bolivia cumplía
con todas las formalidades de la ley), tropieza con una oposición que no estaba dispuesta a
discutir la aprobación de los contratos que mediante la presión popular se logra
constitucionalizar en contratos petroleros.
Se estuvo negociando durante un período de 6 meses; dicha negociación había sido difícil,
especialmente con la compañía brasileñá Petrobras. Petrobras rechazaba los aumentos o la
reducción a un abastecedor de servicios. Como resultado Andrés Soliz Rada, el ministro de
energía boliviano, atascado en las negociaciones, terminó dimitiendo en octubre y fue
substituido por Carlos Villegas. “nos obligan vivir con el Brasil en una unión sin divorcio, porque
ambos nos necesitamos”, dijo Evo Morales en la ceremonia de firma del contrato, lo cual
subraya la dependencia mutua de Brasil y de Bolivia en la producción del gas boliviano. 11
La estatización no termina con las empresas productoras, hoy en día también se estatalizó
Transredes, la transportadora del gas que se encargaba de mantener y construir los
gaseoductos. La estatización de los hidrocarburos bolivianos coadyuva a la soberana decisión
en la integración energética de la región sudamericana. Hasta el momento, los pactos
realizados entre Argentina, Bolivia, Brasil, y Venezuela, demostraban un proceso de integración
energética sudamericana.
Las negociaciones entre el gobierno boliviano y las compañías extranjeras se intensificaron
durante la semana previa al plazo que finalizaba el 28 de octubre de 2006. Un día antes se
alcanzó un acuerdo con dos de las compañías (incluida Total) y el sábado antes del plazo con
el resto de las diez compañías restantes (Petrobras y Repsol YPF, entre ellas) el
funcionamiento en Bolivia también había surgido de un acuerdo. Los detalles completos de los
nuevos contratos no se habían dado a conocer, pero el objetivo del gobierno de levantar los
réditos de los dos campos principales del 60% al 82% parecía haber sido alcanzado. La parte
del rédito para el gobierno en los campos de menor importancia se fijaba en 60%.
Guerra del agua (Bolivia)
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La Guerra del Agua es el nombre popular de una serie de protestas que
tuvieron lugar en Cochabamba, entre los meses de enero y abril de 2000. Su
detonante fue la privatización del abastecimiento de agua potable municipal.
En febrero de 2000, impulsada por el Banco Mundial, la
multinacional Bechtel firmó un contrato con Hugo Banzer, presidente de Bolivia,
para privatizar el servicio de suministro de agua a Cochabamba. El contrato fue
oficialmente adjudicado a una empresa denominada Aguas del Tunari, un
consorcio empresarial formado por Bechtel (que participaba con el 27,5 por
ciento), la empresa norteamericana Edison, las empresas Politropolis s.a., A.
Petricevich y SOBOCE S.A., así como el consorcio español Abengoa S.A. (que
participaba con el 25 por ciento). Poco después, surgieron quejas sobre el
aumento de las tarifas del agua (servicio del que se carecía hacía varios años
en la ciudad); las mismas se habían elevado en más de un 50 por ciento hasta
llegar a un 300%. Todas estas acciones culminaron en las protestas de la
guerra del agua de 2000. Muchas personas se vieron obligadas a retirar a sus
hijos de las escuelas o a dejar de visitar médicos como consecuencia de los
precios del agua. Se declaró la ley marcial y la policía boliviana mató al menos
a una persona (Víctor Hugo Daza, de 17 años) e hirió a 121 y 172
encarcelados participantes en las protestas. En medio del colapso de la
economía nacional y el aumento de los disturbios, el gobierno de Bolivia
invalidó el contrato con Bechtel.
Entonces, la empresa de ingeniería Bechtel inició un proceso legal contra el
gobierno de Bolivia, reclamando indemnizaciones por daños por valor de 25
millones de dólares. Bechtel argumentó que el contrato únicamente le permitía
administrar el sistema de aguas, que era un servicio deteriorado y que había
sido el gobierno local quien había subido los precios del agua. La batalla legal
atrajo la atención de los movimientos anticapitalista y anticorrupción. Este tema
es tratado en el documental canadiense realizado en 2003 La corporación (The
Corporation, en su título original, y Corporaciones. ¿Instituciones o
psicópatas?, en España), en la ficción También la lluvia, así como en la propia
página web de Bechtel. En enero de 2006, Bechtel y otros socios
internacionales retiraron la demanda contra el gobierno boliviano después de
intensas protestas.

La Ley 2029
Para asegurar la legalidad de la privatización, el gobierno boliviano aprobó la ley 2029, que
verificó el contrato con Aguas del Tunari. Para muchos, la ley parecía conceder a Aguas
del Tunari el monopolio sobre todos los recursos hídricos. Muchos temieron que esto
incluyera el agua usada por los campesinos para el riego, así como los recursos de la
comunidad, que habían sido independientes antes de la regulación. La ley consideraba
"permitir la venta de los recursos de agua" que nunca habían sido realmente parte de
SEMAPA Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado. Esto hizo pensar que los
sistemas comunales independientes del agua, que todavía no estaban conectados con
SEMAPA, serían expropiados por la nueva concesión. Aguas de Tunari no solo podría
haber instalado las conexiones necesarias para conectarse a los sistemas comunales
independientes, sino que también habría podido cobrar a los residentes por la instalación
de estas conexiones. La ley indicaba además que la población requeriría una licencia para
recoger el agua de lluvia, una política inaplicable. El primero en plantear interrogantes
sobre el alcance de la ley fue Omar Fernández, dirigente de la Federación Departamental
Cochabambina de Regantes (FEDECOR). FEDECOR estaba compuesta por profesionales
locales, incluyendo ingenieros (SIB-Departamental CBBA con el Ing. Maldonado a la
Cabeza) y ecologistas, una federación de los granjeros campesinos, y la Central Obrera
Boliviana dirigida por Oscar Olivera. Estos grupos se unieron y formaron la Coordinadora
para la defensa del agua y de la vida, ente que se convirtió en la base de la oposición a la
política.

Aumento de la tarifa
Como una cláusula contractual que convino Aguas de Tunari, se tenía el pago de 30
millones de dólares de la deuda acumulada por SEMAPA. También acordaron financiar
una extensión del sistema del agua y comenzar un programa de mantenimiento muy
necesario sobre el sistema existente del agua. Dider Quint, director del consorcio,
mencionó "Éramos conscientes que podríamos poner este programa en ejecución en un
período del tiempo más corto que el que estaba requerido por el contrato. Para lograr esto
teníamos que aumentar la tarifa de agua, y nivelar por todos los aumentos que no habían
sido puestos en ejecución antes."
Además, para asegurar el contrato, Aguas del Tunari tuvo que prometer al gobierno
boliviano la financiación para la terminación del Proyecto Múltiple Misicuni, atascado
durante varios años y que consistía en la perforación de un túnel de 20 kilómetros para el
trasvase de agua a través de las montañas (Cordillera Tunari) y que dotaría de agua
potable y riego a Cochabamba, además de generar energía eléctrica. Empero el Banco
Mundial la había juzgado poco rentable, mientras que el consorcio no tenía ningún interés
en la construcción de la presa, pues fue dejada a un lado por un miembro influyente de
la megacoalición de Banzer, el alcalde de Cochabamba Manfred Reyes Villa. Una tentativa
de privatizar el sistema de agua había sido hecha sin la condición de construir la presa en
1997, pero Reyes Villa había utilizado su influencia para aplastar el reparto. Los críticos del
alcalde sostuvieron que la presa era un "proyecto de la vanidad" que beneficiaría a
"algunos de sus soportes financieros principales".
Los funcionarios en Bolivia para Aguas de Tunari eran sobre todo ingenieros que carecían
de la experiencia en la comercialización. Eran también extranjeros que desconocían de las
dificultades de la sociedad y de la economía boliviana. Al tomar control, la compañía
levantó las tarifas del agua en un promedio de 350%, a cerca de $20 por mes como tarifa
mínima. Mientras que esto parece minúsculo en las naciones desarrolladas de las cuales
el personal de Aguas de Tunari había venido, muchos de sus nuevos clientes solamente
perciben cerca de $100 por mes. En la ignorancia completa de la realidad de su situación,
un encargado para el consorcio, Geoffrey Thorpe dijo simplemente que "si la gente no
pagaba sus cuentas del agua se le cortaría el servicio". Ya el servicio, por ser escaso, era
regulado por horarios y zonificado, por tanto esta declaración generó en las familias de
diferentes clases sociales el rechazo al incremento y cobro de un servicio que en algunas
ocasiones no llegaba a sus domicilios. Esta situación inició en enero del 2000. Dirigentes
de sectores sociales intentaron dialogar con el gobierno, y acudieron junto a la iglesia
católica a una reunión en la Prefectura (hoy Gobernación), dirigida por el Prefecto Hugo
Galindo Saucedo, el Alcalde Manfred Reyes Villa, el Monseñor Tito Solari, Arzobispo del
departamento, Oscar Olivera, dirigente fabril y de la Coordinadora del Agua, Omar
Fernández, dirigente de los regantes, y representantes del Gobierno, que se vieron
sorprendidos al ser detenidos en pleno diálogo y encarcelados por algunas horas en
celdas de la Policía Técnica Judicial (PTJ). Ya la revuelta y protesta crecía con una vigilia
en las puertas de esta institución, que decidió al día siguiente, como reacción, tomar la
plaza de armas. Estos enfrentamientos llevaron al prefecto Galindo a presentar la renuncia
a su cargo, y el gobierno designó al Comandante Departamental de la Policía, Cnl.
Eduardo Wayar, como el prefecto interino. Esa misma noche se detuvieron a más de 6
dirigentes de diferentes sectores, secuestrándolos y confinándolos a la población oriental
de Puerto Rico (Departamento de Pando). Con estas detenciones empeoró la reacción de
la población, que inició el bloqueo de las calles de la ciudad y de las carreteras de forma
espontánea. El Gobierno, presidido por Hugo Banzer Suárez, dictó un estado de excepción
local (Estado de sitio) el 8 de abril de 2000, para asumir estas medidas.
Opinión del gobierno sobre los manifestantes
Los cultivadores de la coca de Bolivia, conducidos por el aquel entonces miembro del
Congreso Evo Morales (que sería elegido presidente de Bolivia en diciembre de 2005), se
habían reunido con los manifestantes y exigían el fin del programa patrocinado de la
extirpación de sus cosechas (pese a que la coca se puede refinar y transformar
en cocaína, es utilizada legalmente por muchos en Bolivia en infusión y masticada).
Considerando la implicación de los cultivadores de coca, el gobierno boliviano afirmó que
los manifestantes eran realmente agentes o empeños de los traficantes de la
droga. Ronald MacLean Abaroa, Ministro de Información, dijo a los reporteros que el
trabajo de los traficantes de la droga era intentar parar el programa del gobierno para
suprimir campos de coca y sustituirlos por cultivos de algodón, piña, y plátano. Él dijo que:
«Estas protestas [eran] una conspiración financiada por la cocaína que traficaba buscando
pretextos para realizar actividades subversivas. Es imposible que muchos granjeros se
muevan espontáneamente por sí mismos». Hugo Banzer estaba preocupado porque,
según él, «los grupos y los traficantes están instando a granjeros para enfrentarse al
ejército». Félix Santos, un líder de los campesinos, refutó tales acusaciones diciendo que
estaban protestando por los altos precios de la gasolina y del transporte y por la ley que
carga con tasas el uso del agua.

Las demandas de los manifestantes se amplían


Los maestros de escuelas públicas en áreas rurales se declararon en huelga reclamando
aumentos de sueldo (ganaban $1000 por año o menos). En la ciudad de La Paz, los
estudiantes comenzaron a luchar batallas corrientes con la policía. Los manifestantes
construyeron barricadas de piedras, cerca de Achacachi. La violencia explotó allí también
(un oficial del ejército y dos granjeros perdieron la vida y varias decenas más fueron
heridos). Los soldados y la policía pronto despejaron la mayor parte de las barricadas que
habían cortado las carreteras en cinco de los nueve departamentos del país.

Resolución
La prueba mediante una grabación televisada a todo el país del capitán boliviano del
ejército Robinson Iriarte de la Fuente, disparando vestido de civil con un rifle hacia una
muchedumbre de manifestantes e hiriendo a varias personas, y, por otro lado, un disparo
al estudiante de 17 años Víctor Hugo Daza (1983-2000) que falleció instantáneamente en
la calle Brasil, a pocas cuadras de donde se vio al teniente Iriarte, sin duda fueron el
detonante de la ira popular que había tomado la plaza principal de la ciudad, Plaza 14 de
Septiembre, y sus calles y avenidas adyacentes, donde se encontraba el Comando
Departamental de la Policía y el cuartel de la Séptima División del Ejército (en el cual
Iriarte estaba destinado). La Policía Nacional dijo a los ejecutivos del consorcio Aguas del
Tunari de la empresa multinacional Bechtel, «que su seguridad no podría ser garantizada».
Por lo cual los ejecutivos huyeron de Cochabamba a Santa Cruz de la Sierra. Después de
cuatro días de andar ocultos pudieron salir finalmente del país. Posteriormente, Oscar
Olivera, líder de la Coordinadora del Agua, firmó un acuerdo con el gobierno que
garantizaba el retiro de Aguas del Tunari y que permitía la normalización del servicio de
agua potable a Cochabamba. Los manifestantes detenidos debían ser liberados y la Ley
2029 fue derogada. El gobierno de Banzer entonces dijo que Aguas del Tunari había
dejado Cochabamba, «había abandonado» la concesión y declarado el contrato 200
millones de dólares estadounidenses revocado. La compañía Bechtel, insistiendo que no
se había ido voluntariamente, sino forzadamente, interpuso una demanda por 40 millones
de dólares estadounidenses contra Bolivia, en el centro internacional para el
establecimiento de los conflictos de la inversión, un cuerpo de apelación de
la Organización Mundial de Comercio.

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