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CARMEN GARCÍA NÚÑEZ

Alexis es muy especial. Es mi sobrina. Es la primera hija de mi hermano mayor. Nació días después que
mi hijo Pablo. Siempre ha sido muy cariñosa. Muy amable, muy educada. Pocas niñas como ella. Es una
adolescente que apenas se descubre a sí misma como mujer. Le conozco un novio. Publica fotos de él en
Facebook. Un novio medio robusto, alto, parece jugador de futbol. Ella es porrista. Es como si el cuadro
se completara. La chica hermosa, con el jugador guapo y talentoso.
El día que murió Alexis, unos momentos antes, ella rescataba a un pajarito caído que estaba afuera de su
casa. Quería llevárselo a su mamá pájaro. Así era Alexis, dulce y noble. Quería ser veterinaria. Alexis
murió ayer.
Sergio, su ex-novio, vecino de toda la vida, y acogido por la familia desde siempre, le disparó en la
tráquea y se la destrozó. Estaban presentes mi cuñada y su otra hija. Él buscaba golpearlas, eliminarlas,
como si fuera un crimen pasional o de odio. Buscaba borrar su memoria. Les pegó tanto en la cabeza que
las tres armaron un charco de sangre en el porche de su casa.
Se alistaban para ir a un partido en donde Sharito, su hermana, la iba hacer de porrista, como siempre.
Porque sí, eran porristas, no por nada eran chavas que te alegraban la existencia, en el campo y en la vida.
Estaban muy contentas. Al salir a la calle, Sergio las estaba esperando. Y así, en unos instantes les cambió
la vida.
Como a eso de las 4:00 pm nos avisaron que ya había fallecido. Se hizo todo lo posible, trataron de
reanimarla durante mucho tiempo, le insertaban sangre y ésta simplemente se le salía como en fuente. Su
mamá, al momento de verla en el suelo, ensangrentada y herida, ya sabía que su hija estaba a momentos
de irse. La sentía respirar pero su mirada ya se había ido. Ellas trataron de taparle la herida, de conservar
su alma en su cuerpecito. De arrullarla, de despedirse, de implorarle que no las dejara. Entre gritos
desesperados, golpes, rasguños, tratando de defenderse. Pero Alexis ya estaba en los primeros escalones
hacia al cielo.
Yo no soy de muchas lágrimas, yo soy más racional. Trato de conservar la calma en los momentos de más
angustia. Vi a mis hermanas desvanecerse en lágrimas, en incredulidad. Y no, la verdad es que creo que a
mí no me ha caído el veinte. Yo creo que aún estaré esperando verla en navidad, sentada con nosotros
junto a su hermana, o en el cumple de mis hijos, y creo que en algún momento de la vida cometeré la
estupidez de decirles, "¿por qué no vino Alexis?".
La última vez que la vi fue en el quince de mi sobrina Carito. Andaba contenta con su hermana. Pa allá y
Pa acá. Bailando con mis hijos. Mi hermana me dijo que el novio ese fue al quince. Yo no me acuerdo
haberlo visto. Pero había tristeza en ella. No sé. Como si ella anduviera buscando algo, como si quisiera
huir de algo. Ahora me pregunto, por qué no le pregunté nada. Por qué no intervine más?
A mí no me consuela llorar. A mí me consuela buscar entender. Por qué es que pasan estas cosas. Por qué
el daño viene de las personas que supuestamente te aman. Por qué Alexis se enamoró de un
chavo emproblemado. Por qué ella no buscó ayuda, o no creyó en su miedo. Por qué la mamá de Sergio
ignoró señales. Por qué los focos rojos que se prendieron fueron ignorados? por qué no se hizo algo. Por
qué mi hermano y mi cuñada, no fueron lo suficientemente fuertes o atentos con estas señales. Por qué
nosotros no estuvimos cerca? por qué dejamos que nos prohibieran verlas y hablarles.
Ayer mi cuñada se culpaba por no haberlas protegido lo suficiente, ya que ni en su propia casa las pudo
proteger. Yo me pregunto, Por qué mi hermano no le enseñó a escoger a sus parejas. Por qué no le dijo,
Alexis, tu te mereces a alguien bien. Si no quieres estar con él dime, estoy aquí para protegerte, porque yo
soy tu padre, y debo protegerte. Porque los padres están para proteger a sus hijas. Para enseñarlas a saber
escoger a los hombres. Tal vez lo hizo, tal vez todo esto son ideas mías nada más.
Pero la culpa en este momento o en cualquier otro, no sirve de nada. No se puede vivir con culpa. No
puedes educar a un hijo con culpa, no puedes construir nada con culpa. Además, quién soy yo para juzgar.
No hay palabras para consolar a mi cuñada, o a mi hermano. Sharito no sabe que su hermana ya no está.
No sabe que su hermanita-mejor amiga, ya no estará ahí para verla crecer, para graduarse, para verla
enamorarse, para verla tener a su primer hijo, para verla cambiar el mundo o para ver lo que sea que haya
que ver. Solamente nos queda estar ahí. Acompañarlos en este trágico y duro viaje que es la vida.
Ayer entre toda la tragedia, el hospital, las lágrimas, la incomprensión me tocó ver al asesino mientras lo
subían esposado en una patrulla. Es sólo un muchacho pensé: ¿Qué estaría pensando mientras lo hacía?
¿cuál fue el detonante? ¿qué podemos hacer nosotros como padres, como sociedad, para evitar que
jóvenes como él, o como cualquier otro, se conviertan en asesinos potenciales? ¿qué podemos hacer
nosotros como padres para prevenir esto con nuestras hijas? No se trata de prohibirles, de aislarlas, ni de
no dejarlos ir a ningún lado.
Yo creo que se trata de empoderarlas. De que sepan decir no, y en el momento en que se pasen de lanza
en ese momento denunciar. También se trata de que como padre, uno debe estar bien cerca, estar atento,
de que cualquier señal que no nos cuadre, actuar en consecuencia. Mejor que lo tachen a una de paranoica
o mal pensada tener que pasar por tragedias como esta que no se le desean a nadie. Y no solo dejarlo ahí,
hacer un pedote. Sí, porque debemos hacer pedote cuando alguien es misógino o está enfermo.
Denunciarlo, evidenciarlo. Aunque nos digan feminazis o viejas argüenderas, o viejas locas. A estas
alturas de la vida, me vale madre que me digan eso.
No dejar que ese pasarse de lanza se convierta en un asesinato. Eso no es amor, muchachas. Eso es
obsesión, ¿qué cosa romántica hay en que te disparen por amor? Los celos enfermos son peligrosos. Eso
no es amor.
Las autoridades están investigando lo obvio. Yo en mis adentros, y esta es especulación mía, no fue cosa
de una vez y ya. Yo creo que no era la primera vez que él manifestaba esta violencia contra mi sobrina.
Yo creo que ella no dijo nada para no preocupar a nadie, porque igual pensaba que nadie la podía ayudar.
Pero repito, son suposiciones mías.
Ayer cuando le pregunté a mi cuñada, ¿cómo estás? Muerta, me dijo, me quitaron a mi Alexis. ¿Para qué
vivir? No supe qué contestarle. No hay palabras de consuelo. Sólo le hablé de la hija que le quedaba.
Ahora lo que nos resta a nosotros es sobrevivir. Ojalá esto que nos pasó nos sirva de algo. A nosotros
como familia, a nosotras como mujeres y como sociedad.

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