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@ José Valenzuela.

Población y Mortalidad 01/12/2021


Catastrófica. Eurame

Tema 7
La lucha contra las pestes y
pestilencias. Sanidad y
procesos asistenciales.
Epidemias, sociedad y cultura.

1. Las actuaciones sanitarias frente a las epidemias, en cada


caso concreto, obedecen a la integración de distintos
componentes, que tienen que ver con las estructuras y
circunstancias sociales y los valores culturales. Se despliega
un proceso de configuración sociocultural (framing) de la
epidemia que modula la respuesta colectiva.

2. El estudio histórico de las epidemias desvela los valores y


las prácticas culturales de las sociedades a las que afligieron
(las epidemias pusieron a prueba o reconfiguraron las
creencias y actitudes religiosas, sociales y políticas
contemporáneas, así como las propias teorías médicas). Las
epidemias han conmocionado las culturas.

3. Las epidemias siempre han sido interpretadas de acuerdo


con planteamientos preexistentes sobre cuestiones que
suscitan ansiedad y debate.

Historia social y cultural de las epidemias. Planteamiento

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Mantener limpias las calles, alejar los animales del


centro de la ciudad y detener la actividad de las
ocupaciones que implicaran malos olores (curtidos).
Al tiempo, institución de los deputati alla sanità,
institución encargada de la protección de la salud.

Evitar el peligro que surge de la “corruptione et


infectionis aeris”, a partir de las “rebus et corporibus
putridis et corruptis”.

Las medidas contra la peste fueron una extensión de las


ordenanzas sanitarias comunes de la época (en las ciudades del
norte de Italia había despuntado la idea de que la salud de sus
habitantes era un asunto público, afectaba a la conservación de la
republica).

Medidas contra la Peste Negra (Florencia, marzo de 1348)

‘De la conuersación de las gentes’


Escúsense cuanto pudieren de estar do mucha gente está, ni
en ayuntamientos, porque no sea fecha infección en los
alientos, ca de vno se podían muchos inficionar; deuen estar
lo más solos que puedan. Deuen tanbién guardarse de los que
vienen de ayre inficionado e más de los que vienen heridos.
Avnque algún lugar esté corrompido es bueno de no recebir
de otro corrompido gente, especialmente si es mayor la
corrupción. El daño que oy está en Seuilla fue por no guardar
lo primero e se acrescienta por no guardar lo segundo,
quanto más recebir cuerpos muertos e feridos desta passión.
Muchos fueron grandes pestilencias venidas por malos
regidores de las cibdades e pueblos (…)”.
[Licenciado Fores, Tratado util e muy prouechoso contra toda
pestilencia e ayre corrupto (1507)]

Pestes (Infección y Contagio). Prevención (Galenismo)

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‘Qui veult son corps sante maintenir


Et resister contre l’epydimie
Doit ioye avoir et tristesse fouyr
En frequentant ioyeuse compaignie
D’infectio totalement bannie
Boyre bon vin nettes viandes user
Ay bon odeur contre la punaisie
N’aille point hors si ne fait bel ou cler’
[Estrofa del Régimen escrito por un
médico de Basilea y publicado en 1519
en Lyon]

Régimen contra la Pestilencia

“Como scriue el Galieno, seys cosas son sin las


quales no podemos viuir e vsando dellas como
conuiene son causa de fazer sanidad, e guardarlas
en los cuerpos; vsando dellas en manera contraria,
que es no conueniente, es causa fazedora de
passión es destruydora de la sanidad. Las quales
son estas: el ayre; las viandas e lo que le sigue como
el beuer e medicinas; lo tercero, el henchimiento e su
contrario; velar e dormir; exercicio o mouimientos e
su contrario; las cosas que al ánima acaecen como
son ira, plazer, pesares. Luego necessario que en
este regimiento dellas sea dicho (…)”. [Licenciado
Fores, Tratado util e muy prouechoso contra toda
pestilencia e ayre corrupto (1507)]

Régimen contra la pestilencia. Galenismo. La Dieta (Régimen de vida)

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En los textos se recomiendan medidas dietéticas


específicas con la intención de fortalecer el
equilibrio humoral propio y el corazón, tales como
higos, dátiles, pasas, nueces, granadas, vino
blanco suave y agua fresca de lass fuentes. Se
prohibían ciertas comidas, tales como las plantas
leguminosas, carne, leche y pescados, ya que eran
alimentos que se echaban a perder muy pronto y
se malograban en mayor grado por el aires corupto
(Birsen Bulmus, Plague, Quarantines and
Geopolitics in the Ottoman Empire…)

Prescripciones alimenticias

In the Pestbuch, a medical


treatise on the plague and how
to treat it, a plague victim
shows three physicians the
bubo in his armpit. It was
created around 1500 by a
surgeon named Hieronymus
Brunschwig.
Library of Congress

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Ilustración médica de finales del


siglo XV. Muestra cómo deben
utilizar los cirujanos la lanceta
para sajar el bubón y deshacerse
de la infección.

Österreichische Nationalbibliothek

Curar la Peste

Curar de La Peste

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Curas generales aplicadas en todas


clase de males: sangrías, purgas,
sudoríficos. Unción de las petequias con
grasa de cerdo mezclada con mercurio y
hierbas. Incisión de los bubones y
posterior cauterización; uso de otros
específicos y antídotos conocidos.

Tanto para los médicos como para los


profanos, letalidad implicaba el corto
periodo de tiempo entre el comienzo de
los síntomas y la cercana e inevitable
muerte. Al preocuparse de los bubones,
la consideración más importante de los
prácticos medievales era realizar la
sangría en la localización correcta el
primer día de la aparición del bubón.

Médico a la cabecera de un enfermo de peste


(Fasciculo medicine te Antwerpen)

Actuaciones curativas contra la Pestilencia

Remedios populares, agua bendita (distribuida a la


muchedumbre por improvisados curanderos),
plegarias y oraciones… El arsenal de remedios
incluye las piedras de la tradición alquímica y astral.

La peste: curaciones religiosas (1682) pluralismo

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Huida de la ciudad (de quienes se lo pueden permitir, los


vecinos más prósperos): “luego, lexos y largo tiempo”; “huye
rápido, quédate mucho tiempo y regresa lentamente”, como
lema de época.

Creación de cordones sanitarios que impermeabilizan las


ciudades.

Aplicación de regulaciones de cuarentena dentro de la


propia ciudad, especialmente el confinamiento de las
personas sospechosas en sus propias casas.

Pronunciar la palabra peste provoca la


suspensión de los suministros vitales
para la ciudad.

Actuaciones contra las pestes (individuales y colectivas)

• restricción de la entrada a la ciudad de personas y


mercancías (textiles) procedentes de territorios “infectados”
(cordones sanitarios y cuarentenas).
• expulsión de las ciudades de los pobres vagabundos,
considerados los principales transmisores de las
enfermedades.
• aprovisionamiento de grano para los pobres.
• limpieza de calles y casas y destrucción de bienes
infectados.
• encendido de hogueras en las calles y quema en las casas
de especies aromáticas.
• prohibición de aglomeraciones de personas.
• segregación de las personas infectadas o sospechosas de
estarlo.
• establecimiento de hospitales para aislar a los enfermos.
• enterramientos separados de las víctimas.
• celebración de rituales religiosos de purificación.

Lucha contra la Peste (Occidente de Europa, siglo XVI)

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La estampa nos presenta una escena


dividida horizontalmente en dos
campos: un tercio superior dominado
por las potencias celestiales que
prodigan su acción benefactora sobre la
ciudad doliente y los dos tercios
inferiores que aparecen ocupados por
la representación propiamente dicha de
la ciudad y su periferia. Resulta,
significativo, el empleo de dos escalas
diferentes para cada una de estas
bandas: las figuras celestes dominan el
horizonte de una manera aplastante. El
sutil dominio de la perspectiva
(descompensación de la altura de la
muralla con respecto al caserío) sirve
antes que nada para acentuar los
valores simbólicos. La imagen no
persigue la exhibición triunfal de la
vitalidad económica y de la
Representaciones de la peste efervescencia popular de Milán, sino la
representación de la idea de la muerte
[Calatrava, Juan. Cartografías sagradas: tres imágenes
urbanas de finales del siglo XVI (Roma, Milán, Granada)] que, con la epidemia de peste, planea
sobre ella.

Al sudoeste, algunas escenas de aparente


normalidad cotidiana pierden relevancia ante la
masiva presencia de enterramientos y cruces
funerarias. El Milán de Galiti resulta una imagen
más teológica que topográfica.

Al este de la muralla destaca la representación


del edificio cuadrangular del lazareto, rodeado
de frágiles construcciones provisionales y
hogueras. La acción de los hombres queda
relegada al espacio periférico fuera de las
murallas, y no se trata de las acciones
cotidianas del discurrir habitual de una urbe,
sino de un pulular de personajes marcados la
mayoría de ellos por el signo de la
desesperación, de las medidas excepcionales
tomadas para alejar la peste y que de nada
sirven sin la protección celestial.

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“Creció la violencia de la epidemia [Sevilla, 1649] entrando


el mes de mayo, y ya casi toda la ciudad era un hospital,
porque a la inmensidad de todos estados que se hería no
bastaba la prevención del sitio destinado, aun fuera de la
gente principal y caudalosa, que no podía ser sacada de
sus casas” [Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de
Sevilla (1677), Diego Ortiz de Zúñiga].

La ciudad es un “desolato spazio di morte: la città è


ospedale, è carcere da cui è impossibile fuggire, è
lazzaretto, è ‘un orribile cimiterio”. (Calvi, L’oro, il
fuoco, le forche…).

La ciudad y la peste. Narrativas

“Es cosa precisamente necesaria que se


recojan los pobres que estuvieren
enfermos de cualquier enfermedad que
sea, en hospital o casa, fuera del pueblo,
donde se curen y se les dé lo necesario,
de manera que no anden por las calles ni
a pedir de casa en casa y que por ningún
caso, este recogimiento se haga dentro de
la ciudad” (Mercado. El Libro de la
peste...).
“(…) las que an traído al dicho ospital [en
Burgos] es gente pobrísima nescesitada,
que por no tener con qué curar ni sustentar
los traen a él para que se rremedien, y esto
es cierto que como mal mantenidos
engendran deprabados y rruines humores
de mala calidad y así ay carbuncos y
secas” [el médico a cargo del hospital].
[Documento transcrito por Bennassar].

La peste y los Hospitales (de pobres apestados), ¿una narrativa asistencial?

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La peste y los hospitales: ¿una narrativa asistencial?

La peste y el contagio: segregación y aislamiento de los enfermos

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“La peste sólo tiene tres remedios, sin los cuales ni la


medicina ni sus auxilios tienen suficiencia ni buen
efecto, y con ellos solos se pueden defender grandes
Repúblicas, que son: Oro, fuego y castigo. Oro, para no
reparar en costa ninguna que se ofrezca. Fuego, para
quemar ropa y casas, que ningún rastro quede. Castigo
público y grande, para quien quebrase las leyes y orden
que se les diere en la defensa y cura de estas
enfermedades”. (Mercado. El Libro de la peste…, 1599)

Las regulaciones contra la peste se


transforman en medidas de control social

L’oro, il fuoco, le forche “sono tre rimedi


politici e solo marginalmente medici” (Calvi)

La lucha contra la peste. El control social

“Y así es cosa verisímil pensar que en los pueblos donde


no ha habido recaídas [de peste] la causa principal haya
sido la mucha mortandad de la gente pobre y la fuga de los
que en buena ocasión lo hicieron. Por donde quedando el
pueblo con pocos moradores es suficiente causa para que
los seminarios del contagio se deshagan y disminuyan con
el aire, calor y frío” (Mercado. El Libro de la peste…, 1599).

La enfermedad se extingue sola,


desaparece al morir sus víctimas.

Oro, fuego y castigo

La ciudad como cárcel u hospital: el desajuste social

La peste y los pobres. ¿Cómo se extingue la epidemia? ¿Qué significado tiene la muerte?

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A través de las tentativas de los médicos para controlar y


curar la peste surgió un nuevo concepto de salud pública de
la nación [Inglaterra]. Los médicos ofrecieron consejos para
controlar la conducta de quienes se pensaba que más
difundían la enfermedad: los pobres urbanos. La misma
conceptualización de la salud pública por parte de los
médicos parte de esa raíz: regular la conducta de las gentes
que mayormente se asociaron con las enfermedades de
tipo físico y espiritual. (Sumich, Divine Doctors and Dreadful
Distempers…).

La salud pública habría sido un medio de


regular la conducta de los pobres con el
objetivo de evitar que ellos extendieran la
enfermedad al resto de la población.

La lucha contra la peste y la Salud Pública

Prácticas que combinan conocimiento sobre


los individuos y posibilidades de regulación
social (también por parte de los Estados) en
los ámbitos de la sexualidad, la enfermedad,
la locura, la criminalidad, etcétera.

La representación de la enfermedad suele ser


un constructo rígido e inflexible que funciona
como medida preventiva frente al Otro.
Representar al Otro como enfermo perpetúa
entonces la sensación de poder y el control
social.

La peste (las operaciones discursivas de las ciencias

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“El trabajo de Foucault ha ayudado a elucidar cómo


interactúan conocimiento y poder y cómo se
constituyen mutuamente. Para Foucault el poder no es
una fuerza externa que busca 'reprimir' sino una fuerza
interna, 'productiva', que actúa más eficientemente
cuando 'normaliza' al individuo y lo auto-disciplina”.

“Los discursos médicos contribuyeron a la


consolidación de un nuevo poder que ha operado
modulando y creando al individuo-ciudadano. El aporte
de Foucault para una nueva historia cultural es el haber
señalado cómo los regímenes discursivos disciplinan y
construyen identidades, es decir, a los sujetos
ciudadanos sobre los que el moderno estado-nación se
articula”. (Jorge Cañizares E. Entre el ocio y la
feminización tropical…).

Los estudios culturales. Michel Foucault

“Mateo Leal, ropero, en la calle de Tintores, digo: Que estando ayer


en mi casa con mi mujer e hijos, quieto y sin enfermedad ninguna
antes ni ahora, me sacaron de mi casa a la dicha mi mujer con una
criatura recién nacida, y la llevaron a la cárcel de la Macarena,
donde está en compañía de algunas enfermas que allí hay, diciendo
que la dicha mi mujer está enferma contagiosa lo cual se informó
con siniestra relación, porque los médicos que en la dicha casa
están la han visto y declaran no ser de aquella casa y que antes
podía enfermar allí”. (Sevilla, del 29 de mayo de 1600; citado por
Carmona, La peste en Sevilla…, 2004).

El contagio se percibe fundamentalmente


en términos de orden público.

El ocultamiento de los enfermos, frecuentísimos en toda la ciudad asediada


por el morbo, es una de las formas de resistencia más común a la reclusión”

La peste y los hospitales: ¿una narrativa asistencial?

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“La adopción de las medidas de higiene pública desbarata por completo


el tejido conectivo de la ciudad: las casas cerradas, las separaciones
familiares, el control sobre las formas asociativas cotidianas; las
sospechas y las denuncias se insinúan en todos los pliegues del tejido
social amenazando con disgregar la cohesión de los grupos y de los
afectados”.
“También la oposición, a veces tumultuosa, pero más a menudo tácita y
obstinada de las clases subalternas, se repite según modelos
recurrentes en toda la ciudad asediada por la epidemia, ocultando
enfermos y muertos, traficando con mercancías de una casa a otra para
sustraerlas a la cuarentena y a las purghe, evadiendo de cualquier
modo el control de Estado, de otro modo ausente”.
Dinero, violencia, afectos se inscriben todos, también de modo diverso,
en el interior de una única estrategia: evitar un final que por el hambre o
por la enfermedad parece irrefrenable. La posibilidad de que estas
expresiones de solidaridad elemental se coagulen en un impulso
reivindicativo más amplio depende del contexto histórico específico en
el que irrumpe la enfermedad”.
Giulia Calvi, L’oro, il fuoco, le forche....
La lucha contra la peste. Narrativas: el desajuste social. Y la resiliencia popular

La conciencia de los contemporáneos distingue realmente dos tipos de


causas desencadenantes del contagio (así acaece con ocasión de los
grandes flagelos): una externa a la comunidad, la otra interna a ella. En el
primer caso se hace referencia a la ira divina (en respuesta a los pecados
del grupo) o bien a soldados extranjeros, naves o mercancías importadas,
etcétera; la atribución del flagelo a esta causa externa refuerza los
vínculos del grupo, que expresa la propia voluntad de expiación a través
de peregrinaciones, cultos y ritos colectivos. En el segundo caso, la
identificación de un culpable en el interior de la comunidad (judíos,
herejes, etcétera) produce una serie de comportamientos socialmente
disgregadores y lleva a enfrentamientos que desgarran la comunidad.

Peste en Nápoles, en 1656: edificación de la ermita de Santa Úrsula,


episodios de linchamiento popular contra los presuntos untori y explosión
de la rabia popular contra los españoles.

Giulia Calvi, L’oro, il fuoco, le forche....

Causas de la peste. La crisis y las expresiones simbólicas y rituales

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En Nápoles, la gente del común atribuyó a los españoles la responsabilidad del


contagio; el gobierno, por el contrario apoyó la tesis de una conjura tramada por
los enemigos de la Corona española, los franceses (el contagio se debió a un
envenenamiento causado por los untori y extendido en los barrios populares,
donde había fraguado el motín de 1647).
En todo caso, la imagen estereotipada del enemigo se concreta en aquellos
individuos que desde una ambigua posición de marginalidad amenazan la
compactibilidad del tejido social: el envenenador es quien vive en los
intersticios del tejido social, en la zona peligrosa y temible de la movilidad; haya
o no combinaciones diversas según el momento, las características
identificatorias permanecen constantes: la mujer (extranjera/mendiga), el
soldado extranjero (español/francés), el vendedor ambulante, el vagabundo.
[Calvi, L’oro, il fuoco, le forche…].

La apelación al contagio por contacto directo de los


cuerpos sin mediación del aire es una creencia popular
que ha precedido a la tradición docta hipocrático-
galénica, que la incorpora. Se atribuye un potencial
maléfico a objetos, animales, roles sociales…

Causas y culpabilidad: los untori


Giulia Calvi, L’oro, il fuoco, le forche....

Los sudores (la estufa seca). La sátira antiespañola

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Las medidas de segregación y de desinfección


interpuestas en las ciudades cumplen papeles
importantes en el plano simbólico —la purificación—
y en el nivel ritual —la intención de preservar un
sentido de comunidad y de disuadir conductas
antisociales—. (Horden, 2008)

Las actuaciones contra la peste: purificación y defensa de la comunidad

In this painting by French artist


Josse Lieferinxe at the end of the
15th century, St. Sebastian, one of
the saints whom people prayed to
for protection against the plague,
kneels before God while a grave
attendant is stricken with the
plague as he is burying someone
who died of the disease. He has a
single bubo on his bent neck.
The Walters Art Museum

Note that these people are not at all


covered in spots. You have to look
closely to notice the swollen red
lump — the bubo — on the neck of
the man on the ground in green
sleeves.
Saint Sebastian Interceding for the Plague Stricken

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La lucha contra la peste. Caridad y auxilio divino

San Sebastián, mártir romano San Roque, originario de


en tiempos de Diocleciano, a Montpellier, de origen noble,
finales del siglo III. La imagen dejó sus bienes y se hizo
del martirio es conocida: peregrino; en su camino hacia
atado a un árbol, fue Roma auxilió a los enfermos de
atravesado por flechas y dado peste y contrajo el mal: con la
por muerto; Irene, que había sola atención y consuelo de un
ido a buscar su cuerpo para ángel que le curaba y de un
embalsamarlo, se apercibió perro que le traía comida,
de que aún vivía y los cuidó pudo superar la enfermedad
hasta que sanó; finalmente en medio de indecibles
fue azotado hasta la muerte. padecimientos; falleció tiempo
Su culto como santo protector después en 1327. El culto a San
contra las epidemias se hizo Roque se asentó tras el concilio
muy popular a partir de la de Constanza en 1414. Su
peste del 680 en razón de uno figura ilustra el modelo de vida
de los pasajes esenciales de ideado por las órdenes
su martirio: dado que él había mendicantes. Su mensaje se
sobrevivido a las flechas de adecuaba a los rasgos de la
los hombres, sería el resignación que el cristiano
encargado de protegerlos debía tener ante la
contra las flechas de la ira enfermedad.
divina.

Los santos taumaturgos

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La lucha contra la peste: el ritual religioso (el culto y las procesiones)

Los principales poderes marítimos europeos (Gran Bretaña,


Francia, Holanda, fundamentalmente) adoptaron medidas
contagionistas (cuarentenas) durante los siglos XVII y XVIII. Tales
medidas formaron parte de las políticas mercantilistas: reformas
comerciales y económicas tendentes a controlar las rutas
comerciales ultramarinas y a establecer monopolios comerciales
(importación de materiales crudos y exportación de manufacturas) y
mantener balances comerciales favorable.

Establishing quarantines helped to justify these policies of state


intervention, particularly in the Ottoman Empire, which many
Europeans imagined being as plague-ridden since the 1347–8
outbreak passed through Constantinople and Cairo. Extensive
contacts with distant foreign lands were a conduit for
dangerous new epidemics.

BİRSEN BULMUŞ Plague, Quarantines and Geopolitics in the Ottoman Empire

Cuarentenas y discurso mercantilista

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Los tratados de peste del siglo XVII convergen en línea


creciente con las posiciones del estado absolutista; desde
mediados de siglo se anuncia una versión autoritaria del guion
político (policías de confinamiento y cordones sanitarios): no
fue un cambio radical: desde mucho antes había habido
convergencias de las actitudes médicas y religiosas hacia el
plano político e igualmente una mutua impregnación de
preceptos de los tratados y las actuaciones de las autoridades,
siempre, como reconoce la historiografía de la época, desde
una situación de debilidad de las instituciones del
absolutismo, que no por casualidad comenzó a hacerse fuerte
y a mostrar su autoridad al desarrollar las actuaciones contra
la peste. (Jones, Plague and Its Metaphors in early Modern
France).

La distopía del estallido epidémico fue una utopía absolutista

En el marco de la epidemia de la década de 1720, la medida del cordón


sanitario militar (el método estándar, considerado “eficaz”, de combatir
las ‘epidemias’: una cuarta parte del ejército francés estuvo en algún
momento estacionado en las fronteras de Provenza entre 1720 y 1722
para contener la enfermedad; el resto de Francia —y Europa Occidental—
se salvó por ello de la visita de la peste) también fue objeto de crítica.

Los textos de Chicoyneau y Sénac delataron ‘la violencia hecha a la


libertad’ y los daños causados a los derechos del pueblo. Arguyeron que
la violencia de la peste fue a menudo colectivamente autoinducida y que
en tiempos de peste ‘la medida principal y más contundente era
desacreditar a la peste en el espíritu de la gente’. Frente al tradicional
guion político de la exclusión del comercio regular, arguyeron que ‘el
libre curso y circulación’ era esencial para la salud corporal y social.
Lamentaron las muertes de individuos debidas al hambre y a la escasez
causada por el embargo, e incluso sostuvieron que la no implemetación
de cuarentenas podía ser una respuesta pragmática a la crisis.

La distopía del estallido epidémico fue una utopía absolutista

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@ José Valenzuela. Población y Mortalidad 01/12/2021
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La palabra contagio tenía un carácter normativo, trazador del


marco de la intervención. Esta contenía dos elementos básicos: la
imposición de medidas de aislamiento de enfermos y sospechosos
y la incomunicación de la ciudad (establecimiento de lazaretos para
recluir en cuarentena a sospechosos, incomunicación de las
personas enfermas en los hospitales, prohibición de
aglomeraciones públicas e imposición de cordones sanitarios bajo
supervisión militar).

El conde de Volney, un ideólogo (los Ideólogos inspiraron la acción


política del gobierno de la Convención Thermidoriana y el
Directorio, hasta el 18 brumario y el ascenso de Napoleón al poder
absoluto), había señalado en 1803 (en relación con la opinión
favorable a la importación de la fiebre amarilla) podía ser utilizada
por los gobiernos para entrometerse en la libertad y en la
seguridad de los ciudadanos (actuaciones a las que
contemporáneamente nos referimos como propias de la
biopolítica). El pensamiento absolutista impuso el contagio (y sus
derivaciones de policía sanitaria) como canon político y militar.

Contagio y control social. La fiebre amarilla (‘fiebre epidémica de Andalucía’), 1800-1804

Destrucción de las causas precursoras: “acudir con prontitud a la clase


menesterosa proporcionándole buenos alimentos, abrigo, aseo,
tranquilidad de ánimo, confianza y valor, a fin de disipar el miedo que tanto
la dispone: en una palabra, arreglar el género de vida bajo todos los
aspectos (…) ahora bien, en el estado que hoy tienen las sociedades
europeas, el comercio y las relaciones que establecen entre sí forman el
primer elemento de su bienestar y prosperidad; cuando estas faltan de un
todo, la miseria y tristeza son sus consecuencias inevitables”.

Esas medidas conectaban con las causas predisponentes, aquellas que la


tradición médica occidental había venido identificando con las llamadas
cosas no naturales (el aire, la temperatura y otros factores meteorológicos,
el sueño, la alimentación, el ejercicio y el reposo, las retenciones
secreciones y las excreciones, y las pasiones del alma, sobre todo la
ansiedad y el miedo).

Lucha antiepidémica. Mariano Mociño (Fiebre epidémica de Andalucía’ 1800-1804)

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Catastrófica. Eurame

En la historia de las actuaciones de salud pública moderna —mejor decir


predecimonónica— el estudio de la extensión de las alcantarillas y el análisis
de los esqueletos no son suficientes. Un relato biológico-materialista capturará
con claridad una parte de la historia. Nos informará sobre la ‘salud pública’
como objeto de la política. Pero sólo lo hará en los estrechos términos de la
biomedicina y la demografía, ignorando otros aspectos. También nos informará
sobre los instrumentos de la política (las medidas tomadas para promover la
salud colectiva y combatir las epidemias), pero lo hará en términos legislativos,
de regulaciones y ‘prácticas’ configuradas por los poderes centrales (y estas
habrán sido seleccionadas principalmente porque se ajustan a nuestras
nociones inspiradas por la secularización y la biomedicina acerca de lo que
implica la promoción de la salud pública).

Se requiere una concepción más amplia del acontecimiento, una que dé peso
a los rituales y los simbolismos (superadora del marco centrado en la
investigación de los precedentes de lo que acontecerá en la Edad industrial):
lo simbólico puede ser tan importante como lo material. Esto es, la aspiración
a la pureza y el refuerzo del sentido de la comunidad podrían ser tan
deseables como la salud en el sentido biomédico.

Epidemias y sociedad. Nuevos enfoques historiográficos (Horden)

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