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Fragilidad en el adulto mayor: Detección, intervención en la comunidad y

toma de decisiones en el manejo de enfermedades crónicas


El cuadro que envuelve la fragilidad es extenso, pues es un síndrome clínico
con presentaciones que incluyen muchas causas provocando disminución de la
fuerza, la resistencia y funciones fisiológicas, lo que conduce al aumento de la
vulnerabilidad de un individuo, todo esto cursa un proceso fisiopatológico que
conforme se desarrolla provoca la pérdida de masa muscular, estando
asociado a la vejez o a otras causas como sarcopenia. Una de las
recomendaciones de oro es la actividad física como parte del estilo de vida de
las personas y durante el transcurso de todas sus etapas. Es necesario
identificar la fragilidad del adulto mayor que padece de enfermedades crónicas
para la toma de decisiones durante su manejo.
Se pueden resaltas factores sociodemográficos asociados a la fragilidad, entre
ellos están la edad, la raza negra y el sexo femenino. La evaluación geriátrica
integreal es necesaria para la identificación del cuadro, hay materiales de
apoyo también como la escala de FRAIL para una evaluación rápida y sencilla,
que en caso de ser positiva requerirá una evaluación más profunda, así
también se puede sostener la prueba de la marcha, la cual según su velocidad
se determina, específicamente asociadas las de velocidad lenta.
La identificación permite intervenir en el proceso de la fragilidad, brindando la
oportunidad de una mejor calidad de vida tanto para el adulto mayor como para
su familia, ya que un manejo integral disminuye el deterioro cognitivo,
funcionalidad y puede prolongar los fallecimientos.

Se ha observado la asociación de la fragilidad con otras afecciones orgánicas,


entre ellas con enfermedades cardiovasculares en los que la mortalidad se
aumenta al doble, también se puede asociar a diabetes por lo cual se han
publicado guías clínicas con objetivos de tratamiento para los pacientes de tal
forma que se prevenga la hipoglicemia, mantener en lo posible su estado
funcional y evitar complicaciones, y por último también se ha observado
asociado a oncología, ya que como conocemos el cáncer afecta mucho a
personas en edades avanzadas y muchos reciben tratamientos insuficientes,
por lo que se propone enfocar su manejo en fortalecer la calidad de vida
durante los años que el paciente pueda vivir.

Incontinencia urinaria en el adulto mayor


La incontinencia urinaria es un síndrome geriátrico que representa un impacto
negativo en la salud del adulto mayor, deteriora su calidad de vida y de sus
convivientes. En la mayoría de los pacientes, una historia clínica y un buen
examen médico bastan para el diagnóstico, requiriendo estudios de gabinete
más complejos únicamente para la confirmación y clasificación de la misma.
La incontinencia se puede definir como cualquier pérdida involuntaria de orina
ocurrida en al menos seis ocasiones durante el año o cualquier historia
evidente de goteo inducido por estrés o urgencia. El proceso de envejecimiento
se asocia con cambios significativos de la función vesical y la sintomatología
clínica, así como con disfunciones en el vaciamiento, considerados los
problemas gerontológicos más comunes, la capacidad de la vejiga, la
contractilidad del detrusor y la habilidad de resistir al vaciamiento declinan,
Además, la secreción inapropiada del péptido natriurético aumenta la
producción de orina por las noches, contribuyendo a la frecuencia nocturna.
Información reciente sugiere que la incontinencia urinaria puede ser un
marcador temprano de fragilidad y de mayor riesgo de mortalidad. Conforme
progresa la incontinencia, los individuos tienden a desistir de encuentros
sociales, aislándose poco a poco. Las relaciones con la familia y amigos, así
como la vida sexual, también se ven afectadas. Se observó que ancianos con
pobre higiene son excluidos de los grupos sociales.
Los pacientes con incontinencia urinaria habitualmente no la reportan a su
médico o cuidador e incluso la ocultan por vergüenza. Es importante saber el
momento indicado de derivarlo a un médico urólogo para asegurar su manejo
adecuado y oportuno. La farmacología, endoscopia, neurofisiología y cirugía
avanzan rápidamente con nuevas opciones que beneficiarán a nuestros
pacientes si éstos han sido bien estudiados y catalogados.

Síndrome de inmovilización en el adulto mayor


Este cuadro implica una reducción de la tolerancia a la capacidad física,
debilidad muscular progresiva y en casos graves, perdida de los automatismos
y reflejos posturales necesarios para la deambulación. La prevalencia de
síndrome de inmovilidad aumenta con la edad.
Los sistemas más afectados por la inmovilidad son el cardiovascular y musculo
esquelético. Hay también pérdida de masa ósea dependiendo del estrés al que
sea sometido el hueso, dentro de las cuales las vértebras son la más
susceptible. Puede ocurrir osteoporosis por inmovilización y posturas viciosas.
La presión continua sobre la piel mayor al riego capilar de 32mmhg por más de
2 horas favorece al desarrollo de ulceras de presión. Otros factores que las
favorecen son la fricción, desnutrición e hipoxemia.
Su manejo se deben prevenir los problemas informando al paciente y familiares
sobre las posible complicaciones y no solo en solucionar los problemas.
Cambios posturales: seguir una adecuada rotación determinada, respetando
las alineaciones corporales. No arrastrar al paciente para evitar cisallamiento.,
repartir el peso del cuerpo para evitar dolores.
Es de gran importancia conocer los métodos de prevención y realizar el
adecuado manejo para contrarrestar los causantes que aumentan la
morbimortlidad.

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