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Control parlamentario
Karl Loewenstein (1989) señala que el control está vinculado con uno de los elementos
esenciales de las democracias: la existencia de un gobierno responsable, lo cual lleva a
establecer en las Constituciones mecanismos de control. De esta manera, explica el
surgimiento histórico del control parlamentario 245 Control parlamentario como garantía del
principio democrático, que implica un Estado democrático de derecho. Tres grandes líneas
doctrinales que conceptualizan al control parlamentario han surgido de su desarrollo histórico.
Una primera concepción, que fue la tradicional y por lo mismo dominó la doctrina
constitucional hasta épocas muy recientes, asocia el control parlamentario con la idea de
presión, influencia y predominio del Parlamento sobre el gobierno, que en última instancia
significa la posibilidad de remoción del titular del Ejecutivo o alguno de sus más altos
colaboradores, a través de la exigencia de responsabilidad política y censura (Santaolalla
López, Lucas Murillo de la Cueva y Álvarez Conde, en España). La segunda línea doctrinal
entiende al control parlamentario como la comprobación, inspección, verificación y
supervisión de la actuación del gobierno, por medio del cual el Parlamento ejerce presión y
puede llegar a influir en la actuación del órgano controlado (Barthélemy, Duguit, en Francia;
Aguiar de Luque, De Esteban, García Morillo, en España). Expone que en las democracias
actuales el control parlamentario resulta fundamental para consolidar el pluralismo político y
hacer posible la alternancia en el poder, construyendo e ilustrando la opinión pública e
influyendo en el elector. Esta función es una competencia específica de los integrantes de las
cámaras, que se diferencia de las demás, por lo que para su ejercicio existen instrumentos
concretos que la hacen posible: las comisiones de investigación, la facultad de formular
preguntas e interpelaciones y la presentación de mociones o juicios políticos. Así, la función de
control es claramente distinta de las funciones legislativa y presupuestaria, en cuanto al fin
inmediato que persigue. Finalmente, en una tercera línea doctrinal se encuentran para quienes
el control parlamentario representa la materialización de la vaga situación de preponderancia
del Parlamento sobre el gobierno, pero sin concretarse en ningún instrumento parlamentario
en específico y encontrándose, a su vez, en todos; representa, así, un concepto más amplio de
control (Rubio Llorente y Aragón, en España; Pedroza de la Llave y Mora-Donatto, en México).
Establecen que las cámaras, por medio de una multiplicidad de actos, inspeccionan, analizan,
comprueban, examinan, revisan, registran, intervienen y verifican el funcionamiento del
Ejecutivo y de los órganos de la administración pública, informando a la opinión pública, los
medios de comunicación y el cuerpo electoral sobre sus actividades. Con respecto a la primera
concepción, el hecho de establecer que toda actividad de control exige, por definición, además
de la supervisión o valoración de la actuación del gobierno, la adopción de medidas que
pongan fin a la situación política en cuestión, por medio de la exigencia de responsabilidad
política, entendida ésta como el mecanismo que puede cesar o remover al funcionario
controlado, podría calificarla de reduccionista al emplear un concepto que no es útil en los
sistemas presidenciales; recordando así la necesidad de que en las democracias parlamentarias
como formas de Estado, se construya una noción de control parlamentario que rebase las
limitaciones antes planteadas respecto a la relación control-remoción del gobierno. 246
Control parlamentario Respecto a la línea doctrinal que busca “un concepto más amplio de
control”, ésta corre el riesgo de disolver la noción misma de control parlamentario. Es
necesario entender que existen procedimientos concretos y especializados, identificables e
inconfundibles con los demás procedimientos parlamentarios que persiguen otras finalidades y
que, por ejemplo, formalizan jurídicamente la voluntad del Congreso, a través de una votación,
en actos del Estado —como sucede al sancionar una ley—. En cambio, los efectos jurídicos del
control parlamentario en el gobierno son de naturaleza procedimental, sin que produzcan
efectos jurídicos reglados sobre su voluntad y, por tanto, los que pudiera tener de naturaleza
política no los podemos conocer con rigor, obteniendo un carácter difuso. Un aspecto más que
debe resaltarse en cuanto al control parlamentario versa sobre el papel que desempeñan la
oposición y las minorías parlamentarias en su desarrollo. Actualmente, éstas son las
interesadas y deben ser las encargadas de desplegar los mecanismos específicos de control,
teniendo por objeto no una sanción directa de la administración, sino un desgaste del gobierno
ante la opinión pública y el electorado, es decir, el establecimiento de una responsabilidad
difusa. Al no tener posibilidades de conseguir que el Parlamento adopte decisiones contra el
Ejecutivo, intentan movilizar a la opinión pública contra éste, en virtud de que aspiran a
alcanzar el poder en las siguientes elecciones, por lo que se centran en descubrir cualquier
falta del gobierno y su mayoría parlamentaria. Y como en el desempeño de la función de
control no se persigue alcanzar la voluntad estatal, es por ello que no debe exigirse el apoyo de
la mayoría, más bien debe facultarse a los parlamentarios de manera individual, a los
integrantes de la oposición que, al no ser poderes públicos, actúen libremente. De aquí la
diferencia que la doctrina ha establecido entre el control efectuado por el Parlamento y el
realizado en el Parlamento. Así, la oposición y las minorías otorgan mayor efectividad al
control parlamentario a partir de la transparencia y el debate libre y público, siempre y cuando
existan garantías institucionales para poder acceder frecuentemente a los mecanismos de
control. Tal es la importancia de su actuación que se ha señalado que la oposición no nace de
la práctica democrática, sino que ésta se presenta en realidad, a partir del surgimiento de la
oposición (Landa, 1994). Por ello, y de acuerdo con la Unión Interparlamentaria, alrededor de
treinta naciones cuentan en sus legislaciones con un estatuto oficial para la oposición, entre
los que destacan Australia, Brasil, Egipto, Irlanda, Italia, Filipinas, Senegal y Tailandia. En
América Latina, Colombia reconoce a nivel constitucional a la oposición, y Ecuador lo hizo
durante la vigencia de la Constitución de 1998. De esta manera se puede establecer el
concepto de control parlamentario, entendiendo que, en las democracias parlamentarias
como formas de Estado, el control parlamentario debe ser concebido como un control político
que se ejerce a través de mecanismos concretos, en cuya operación observan especial interés
la oposición gubernamental y las minorías parlamentarias, teniendo por objeto 247 Control
preventivo - Control previo la fiscalización de la actividad del gobierno y sus órganos
administrativos; fiscalización que comprende la valoración y el debate sobre ciertos hechos e
información obtenida respecto a la actividad controlada, otorgándole a la misma la publicidad
de la cual carecía, dándola a conocer al electorado y produciendo, de esta manera, efectos de
diversa índole y, por tanto, difusos.
Este tipo de control consiste en que las cuestiones de constitucionalidad deben ser
resueltos por un órgano jurisdiccional 01 que se le encomiendo exclusivamente esa
función, y se le denomino concentrado porque eso tarea la tienen una clase específica de
Jueces, Magistrados o Ministros/ Este tipo de tribunales realiza un control abstracto de
constitucionalidad, lo cual significa que no existe un litigio entre portes que promueven
por el interés de garantizar el respeto a lo Constitución y la certeza del orden jurídico
fundamental o para salvaguardar sus derechos propios; y o diferencio de lo que ocurre en
el control difuso donde la sentencia tiene sólo efectos poro el caso concreto, la sentencia
dictada tiene efectos generales o ergo omnes.
iii. Mixto Existe un tercer modelo de control que se denomina mixto, caracterizado, por la
existencia de una Corte Constitucional de carácter jurisdiccional concentrado, que actúa
como un Tribunal Colegiado permanente de jurisdicción privativa, independiente de las
demás órganos del Estada, cuya finalidad es defender el orden constitucional y los demás
atribuciones conferidas por lo Norma Supremo, y cuyas sentencias tendrán efectos
generales. Por otra parte, este sistema se complementa con la presencia de tribunales o
Jueces a los cuales se les ha dado la competencia específica para realizar un control difuso
que puede llevar a inoplicar uno ley 01 coso concreto por ser contraria al orden
constitucional.