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Los reproductores que terminen su ciclo productivo deberán ser sustituidos. El reemplazo puede
llevarse a cabo mediante la adquisición externa de animales o mediante la autogestión, y debe ser
muy eficiente para evitar huecos en el área de maternidad, lo cual resulta antiproductivo y
antieconómico. Puesto que lamentablemente en nuestro país no existen granjas productoras de
pie de cría con mejoramiento genético certificado y con calidad microbiológica comprobable, por
el momento será mejor que el cunicultor seleccione objetivamente animales de su propia granja
para efectuar los reemplazos y que solo después de varias generaciones, para evitar la
consanguinidad, introduzca animales de granjas externas. La introducción de animales de otros
centros de producción implica el riesgo sanitario. Los animales adquiridos deberán someterse a
cuarentena, un periodo de observación y valoración del estado de salud, así como una etapa de
adaptación paulatina al nuevo entorno; cualquier alteración o signo de enfermedad deberá ser
anotado y ponderado clínica y sanitariamente. El área de cuarentena deberá ubicarse por
separado de las naves de producción y será manejada bajo estrictas medidas de seguridad. Si los
recursos lo permiten, durante la cuarentena es deseable practicar exámenes clínicos y obtener
muestras biológicas (sangre, suero, orina, heces, raspados de piel, etc.) de los animales para
enviarlas al laboratorio y solicitar pruebas diagnósticas; algunos autores recomiendan desparasitar
durante este periodo. La duración de la cuarentena dependerá de las circunstancias sanitarias. Al
término de esta valoración, si el animal está sano, se le integrará al resto de los conejos de la
granja para cumplir con el propósito zootécnico para el cual fue adquirido.
Tomando en cuenta que en los últimos años ha comenzado a utilizarse la inseminación artificial en
nuestro país (Fig. 5), más como moda que con propósitos técnicamente justificados, es relevante
hacer notar el riesgo sanitario que representa la introducción de semen de una granja a otra. A
través del semen pueden transmitirse los virus de la Mixomatosis y de la Enfermedad Hemorrágica
Viral; bacterias como Pasteurella sp, Staphylococcus sp, Salmonella sp, Chlamydia psittaci;
microsporidios como el Encephalitozoon cuniculi. En países con mayor capacidad técnica se
aplican controles que garantizan la calidad sanitaria apropiada del semen; desafortunadamente en
México no existe esta posibilidad.
Las naves deben estar eficientemente aisladas del ambiente externo de la granja, no solo para
dificultar la entrada de vectores diversos que trasmitan agentes infecciosos, sino también para
separar el ambiente interno del entorno externo de la calle. Tanto el cuarto de cuarentena, como
el de aislamiento deberán ubicarse atrás de las naves, tomando en consideración la dirección de
los vientos. El área de aislamiento (o de segregación) es un cuarto separado en la que se confinará
a todo animal de la granja que muestre una alteración en su comportamiento que haga sospechar
el inicio de alguna enfermedad, o bien, cuando haya manifestación franca de alteración de su
salud. El o los animales sospechosos permanecerán en observación hasta comprobar la presencia
o ausencia de enfermedad, lo cual obligará a tomar medidas de precaución, primero, y de
medicación, después; una vez concluido el tratamiento con medicamentos y recuperado, el animal
podrá regresar a su lugar dentro de la granja. Cuando el cuarto de aislamiento sea desocupado,
deberá lavarse y desinfectarse a fondo. Por otro lado, cada vez que se ingrese a una nave deberá
portarse una bata exclusiva del área y utilizarse un tapate sanitario cuya solución deberá
renovarse tan frecuentemente como sea necesario, dependiendo del tipo de desinfectante
utilizado y de su estabilidad (Fig. 6). Es probable que la eficacia del tapate sanitario sea relativa,
pero es preferible su uso como táctica de bioseguridad y como acto de disciplina. Si la granja
carece de un cuarto o área de segregación, será recomendable, cuando menos, separar a los
animales sospechosos y ubicarlos en las jaulas dispuestas en la parte final de la línea o fila de
jaulas, donde termine también la línea de bebederos automáticos, si es el caso.
La granja debe contar también con un programa apropiado para la disposición final de cadáveres y
desechos orgánicos acordes a las disposiciones sanitarias locales y/o federales.