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Los intereses nacionales y la seguridad energética (SEGUNDA VERSIÓN)

Por: Luis Renato Amórtegui Rodríguez (25 de agosto de 2020)

Economista de la Pontificia Universidad Javeriana con Maestrías en Estrategia y


Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra, en Administración de Negocios – MBA de
la Universidad de los Andes y en Planificación y Administración del Desarrollo Regional
de la Universidad de los Andes.

Con el fin de relacionar los conceptos de interés nacional y seguridad energética,


se toma como referencia lo propuesto por Herrero de Castro (2020):

El interés nacional, puede definirse entonces de forma genérica, como la defensa


y promoción de objetivos naturales y esenciales de un Estado en el área política,
económica, social y cultural.
El interés nacional esencial, sería garantizar la supervivencia, seguridad del propio
Estado, y la defensa de su población. Inmediatamente después cabría situar la
búsqueda de poder, riqueza y crecimiento económico. Todo ello, por sí mismo
y para servir a la satisfacción del nivel esencial.

En esta aproximación teórica, mientras la riqueza y el crecimiento económico son


un interés estratégico, la seguridad del Estado y la defensa de la población son el interés
esencial o primario. La seguridad energética entonces, fomenta el crecimiento económico
y el bienestar de la población; de esta manera, los intereses estratégicos contribuyen al
interés primario de la supervivencia.

Con respecto a la conceptualización de la seguridad energética, ésta desde “la


visión clásica se ha centrado en la protección física de la infraestructura y la garantía de
la continuidad del suministro. Destaca el elemento físico y territorial -sobre instalaciones
y conexiones- así como las relaciones comerciales y de política económica respecto de
los suministradores. Desde una óptica moderna, el enfoque es integrado y
multidimensional. Predominan los elementos funcionales sobre el físico-territorial, y su
consideración sistémica” (De Espona, 2013, p.23).

En este sentido, la visión de la seguridad energética de los Estados Unidos en


2001 según el National Energy Policy Development Group, se relaciona con la suficiente

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disponibilidad de energía para soportar el crecimiento económico interno, como de la
economía global, en función de las fuerzas del mercado, las mejoras tecnológicas de la
industria petrolera y el acceso a las nuevas áreas petroleras del mundo, que ha permitido
diversificar las fuentes de suministro de petróleo y la canasta energética, con el fin de
mejorar la eficiencia y la intensidad energética (cantidad de energía utilizada para
producir un dólar de PIB).

La visión clásica de la seguridad energética se aprecia en la protección de las


regiones productoras de petróleo, oleoductos, gasoductos, rutas marítimas y puntos de
restricción del tránsito marítimo (chokepoints). Lo cual implica, el uso de la fuerza militar
a través de la presencia de bases y la ubicación estratégica de las flotas navales en los
mares, requiriéndose de los canales diplomáticos para velar por los intereses de las
empresas petroleras y de las naciones.

Los beneficios económicos y sociales de la seguridad energética se materializan


en el acceso de las empresas, las instituciones y los habitantes de una nación a las
fuentes en el desarrollo de sus actividades de carácter productiva y reproductiva a través
de un suministro constante y seguro de energía.

Vale la pena recordar que las fuentes fósiles participaron en 2019 con el 84,3%
(petróleo 33,1%, carbón 27,0%, gas natural 24,2%) del consumo mundial de energía
primaria en 2019, según las estadísticas de British Petroleum (2020); las demás,
aportaron el 15,7%: hidroeléctrica el 6,4%, la nuclear un 4,3% y las renovables el 5,0%
(eólica, geotérmica, biomasa, solar, etc.).

Los hidrocarburos (petróleo y gas) son esenciales para los países porque ayudan
al crecimiento económico y el bienestar de la población, al participar con el 57,3% de la
energía primaria a nivel mundial; de esta manera, se evidencia que la restricción en el
abastecimiento del mercado afecta los niveles de precios, la generación de empleo y la
balanza cambiaria. Interpretando a Musgrave (1992), el Estado no podría cumplir
eficientemente la función económica de la estabilización: armonizar la política económica
para generar crecimiento.

Con base en lo anterior, se aprecia que la obtención de los intereses nacionales


requiere de un nivel óptimo de precios; en el caso de los países petroleros para realizar

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el gasto público y el pago de la deuda, ante la dependencia de las divisas y los ingresos
fiscales petroleros; y por el lado de los países consumidores, para el funcionamiento
estable de la economía dentro de unos niveles manejables de inflación.

Adicionalmente, determinados niveles de precios impactan a las empresas


productoras en la ejecución de sus proyectos y a las empresas de servicios petroleros en
el desarrollo de avances tecnológicos de la cadena de valor. Por esta razón, la
intervención de algún actor sobre el mercado global y por un tiempo prolongado, es un
factor de conflicto diplomático y armado.

Una variable adicional que se ha incorporado en las definiciones de seguridad


energética es la ambiental, debido a las consecuencias del consumo de combustibles
fósiles en el proceso de calentamiento global, generador de costos sociales y económicos
para las naciones; por ello, “la seguridad energética tanto en lo que se refiere a la garantía
de su acceso, así como a la calidad de las energías en términos de emisión de CO2, es
considerada como un tema estratégico y de defensa nacional. (…) Los efectos del cambio
climático empiezan a ser crecientemente considerados como un problema de seguridad
nacional” (Caro, 2007, p. 9-10).

Esto se soporta en el desarrollo sostenible, el cual tiene en cuenta la economía, el


medio ambiente y la sociedad en la búsqueda de “un crecimiento a largo plazo sin dañar
el medio ambiente y los ecosistemas y sin consumir sus recursos de forma
indiscriminada, es decir, lograr un desarrollo equilibrado haciendo un uso eficiente de los
recursos naturales, renovables y no renovables” (Gobierno de México, 2020).

Finalmente, como lo reseña Pascual & Elkind (2010), la energía es el corazón del
desarrollo económico: mueve y da poder a las empresas, oficinas gubernamentales,
escuelas y hospitales, calienta los hogares y conserva fríos los alimentos perecederos.
Por tanto, la energía es fuente de riqueza y de competencia, base de la controversia
política y la innovación tecnológica y el núcleo de los desafíos del entorno global.

REFERENCIAS

3
British Petroleum (2020). Statistical Review of World Energy.
https://www.bp.com/en/global/corporate/energy-economics/statistical-review-of-
world-energy.html
Caro Ruiz, Ariela. La Seguridad energética de América Latina y el caribe en el contexto
mundial. Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL).
De Espona, José Rafael (2013). El moderno concepto integrado de seguridad energética.
Instituto Español de Estudios Estratégicos. Documento Opinión.
Gobierno de México (2020). Diferencia entre sustentable y sostenible.
https://www.gob.mx/semarnat/articulos/diferencia-entre-sustentable-y-sostenible
Herrero de Castro, Rubén (2020). El concepto de interés nacional.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4547890.pdf
Musgrave, Richard y Musgrave, Peggy (1992). Hacienda Pública. Teórica y Aplicada.
McGraw Hill, Madrid.
National Energy Policy Development Group (2001). National Energy Policy. President of
the United States. Washington.
Pascual, C. & Elkind, J. (2010). Energy Security – Economics, politics, strategies, and
implications. Washington, D.C., Brookings Institution Press.

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