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Cátedra de Globalización y Sociedad del Conocimiento

Ensayo evaluación 1

Profesor: Luis Gajardo


Estudiante: Gaston Acevedo

14 de mayo de 2021, Santiago de Chile.


Acerca de la ideología actual: Un breve diagnóstico de lo que la época propone.

¿Qué es lo que está pasando? ¿De qué estamos siendo testigos, entre
fascinados y devastados? ¿De la continuación, cueste lo que cueste, de un
mundo cansado? ¿De una crisis benéfica del mundo, que ha caído presa de su
propia expansión victoriosa? ¿Del advenimiento de otro mundo? (...)
actualmente todo el mundo tiene que ponerse a pedalear: modernizar,
reformar, ¡cambiar! (..) Pero de hecho, ¿cambiar qué? Si el cambio debe ser
perpetuo, y su dirección, según parece, es constante.

Alain Badiou. (2012). El despertar de la historia.

Se dice que, para vivir la desafiante competencia del mercado, se deben ejercer todas
las potencialidades presentes en cada uno de nosotros con el fin de lograr con las
competencias requeridas para sostener eficientemente los “pasos de la productividad, de la
reducción de los presupuestos, de la innovación tecnológica, de la buena salud de nuestros
bancos y de la flexibilización laboral.” (Badiou, 2012, p.8) O en palabras psicoanalíticas,
debemos cumplir con el deportivo mandato superyoico: ¡goza merecida y responsablemente!,
¡Emprende!, más allá de competir con tu alrededor, ante todo, ¡compite contigo mismo!, y así
lograrás estar a la altura de los primeros en esta carrera, los campeones del momento: “un as
alemán, un outsider tailandés, un veteranobritánico, un chino recién llegado, sin contar con el
siempre vigoroso yanqui...” (2012, p.8).

Hoy vivimos en una época de capitalismo desenfrenado que se ha extendido en todos


los rincones del mundo. Algo que, sorprendentemente, Marx ya había precipitado en 1848
con su Manifiesto del Partido Comunista:

Todo lo estamental y estable se evapora, todo lo sagrado es profanado y los hombres


se ven finalmente obligados a contemplar su posición en la vida, sus relaciones
mutuas, con ojos fríos. La necesidad de dar cada vez mayor y más extensa salida a sus
productos lanza a la burguesía de una punta a otra del planeta. Tiene que anidar por
doquier, tiene que establecerse por doquier, tiene que crear conexiones por doquier.
Mediante su explotación del mercado mundial, la burguesía ha configurado de modo
cosmopolita la producción y el consumo de todos los países. (Marx, 1998, p.12)

Este movimiento desenfrenado ha estado tras nuestra consciencia como un fundamento


inamovible y casi imperceptible, como una <sombra> tras figuras mediáticas, coachs,
voceros de la “comunidad internacional”, presidentes atareados, hombres de la Bolsa y de los
consejos de administración, políticos charlatanes de la oposición, personalidades de las
ciudades y las provincias, economistas del crecimiento, sociólogos de la ciudadanía, expertos
en crisis de todo tipo, evaluadores de beneficios, calculadores de rendimientos, editorialistas
mesurados de diarios serios, directores de recursos humanos... (Badiou, 2012) Todo el
mundo, de una u otra manera implicado en este funcionamiento sin atender a un cambio de
raíz respecto a las problemáticas presentes.

Pues bien, preguntémonos: ¿que ha dejado esta sombra imperceptible del capital en su
camino? Alain Badiou en “El siglo” (2017) recopila algunos datos:

- [Para principio de los años 2000] Las tres personas más ricas del mundo poseían una
fortuna total superior al producto bruto interno conjunto de los 48 países más pobres
del mundo.

- Supongamos que se quiera dar a toda la población del mundo un acceso


cuantificable a los alimentos, a saber, 2.700 calorías diarias, así como al agua potable
y a los recursos sanitarios básicos; la suma total necesaria equivaldría más o menos a
lo que los habitantes de Europa y Estados Unidos gastan anualmente en perfumes.

- Si tomamos el 20% más pobre y el 20% más rico de la población mundial, en 1960
la franja superior tenía un ingreso treinta veces más alto que el de la franja inferior. En
1995, ese ingreso era ochenta y dos veces más elevado.

- En setenta países (esto es, el 40% de los países del mundo), el ingreso por habitante
es menor que hace veinte años, en cifras constantes. (p. 47-48)

Con estos datos propongo preguntarnos: ¿cómo podemos vernos implicados en estas
condiciones? ¿Cómo, con una época de concientización y empatía, el capitalismo persiste e
incluso se incrementa alejándonos de encontrar una salida ante las consecuencias que ha
engendrado?
Un acercamiento a este problema lo podemos encontrar con Nietzsche, cuando
percibió que la civilización occidental se movía en dirección al «último hombre»: una
criatura apática que sólo busca su comodidad y seguridad, desde una expresión de tolerancia
mutua:

Un poco de veneno de vez en cuando produce sueños agradables. Y mucho veneno al


final, para tener una muerte agradable. La gente continúa trabajando, pues el trabajo
es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no canse. [...] La gente
tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche, pero honra la
salud. “Nosotros hemos inventado la felicidad”, dicen los últimos hombres, y
parpadean. (1999, p. 41)

Este cinismo de un insustancial parpadeo a gusto calza precisamente con lo esbozado


recientemente: mientras en la época moderna (desde el renacimiento hasta la caída del muro
de Berlín) el super yo sancionaba con prohibiciones provocando que se reprimieran los
placeres, en la actualidad el mandato superyoico te invita a gozar causando que, por el
contrario, se repriman las prohibiciones. (Žižek, S. 2016) Hoy se oculta toda prohibición, a
saber, toda Otredad que interrumpa al yo, entregando a los ojos de la consciencia la necesidad
de una armonía placentera idiosincrática1; se busca familiarizar al otro, es decir, eliminar toda
verdadera otredad al costo que sea necesario: al café se le quita su elemento que prohíbe
consumirlo (cafeína), al azúcar se le quita el azúcar (endulzantes), al amor se le quita el
encuentro traumático amoroso (amor sin compromiso, Tinder), a la política se le quita la
decisión -en el sentido kierkegaardiano del término- con mera gestión consensual (el poder
foucaultiano por sobre la justicia platónica), etc. A la relación con el otro se le quita su
verdadero carácter de otredad que interrumpe al yo, causando que incluso la concientización
misma caiga en estas coordenadas volviéndose “descafeinada”:

Un manifestante que dice (o canta) todas las cosas correctas (...) está horrorizado por
el calentamiento global, lucha contra el sexismo y el racismo, exige un cambio social
radical, y todo el mundo está invitado a unirse, a participar en el gran sentimiento de
solidaridad global, [pero] no se le exige que cambie su vida (tal vez sólo que dé una
1
Por este motivo hoy la prohibición solo se puede mostrar como concientizada: se necesita que la
prohibición no tenga su carácter verdaderamente Otro, a saber, no se admite una verdadera
prohibición -una imposición sin razón que duramente someta a la conciencia-; en definitiva: no se
admite lo excesivo sin el control de la conciencia. Aquí, si damos un paso más radical podemos
afirmar: se necesita concientizar toda prohibición para que pierda su carácter de verdadera
prohibición, se necesita encontrar todo lo excesivo posible para ponerlo bajo control del yo y evitar
cualquier amenaza para su armonía.
limosna aquí y allá), sigue con su carrera, es despiadadamente competitivo, pero está
en el lado correcto. (De La Fuente, V. 2020)

En otras palabras, hoy, como el café sin café hay revolución sin revolución: al discurso
revolucionario se le quita la verdadera acción, el llevarlo hasta a las máximas consecuencias,
es decir, cumplir literalmente lo que explícita. Por este motivo nos encontramos con una
época del cinismo: en la actualidad se puede ser consciente de la ideología que controla
nuestro propio aliento sin asumir interpelarse por ella.

Esta problemática es cada vez más una oposición entre lo que Nietzsche llamaba
nihilismo pasivo y nihilismo activo: La época actual está entre nihilismo pasivo: empatía,
tolerancia, actitud políticamente correcta, hedonismo permisivo, etc., es decir, eliminar al otro
desde su carácter de otredad radical, familiarizándolo, traduciéndolo como una figura
incorporada dentro de las coordenadas del yo -aquí los derechos humanos cumplen un rol
fundamental-, y el nihilismo activo: terrorismo, suicidios, school killers, etc, es decir,
eliminar literalmente al otro o directamente eliminarse a sí mismo.

Aquí es donde se logra consistencia respecto a la conocida frase de Fernando Pessoa:


“Primero sé libre; después pide la libertad” (Pessoa, F. 2019) La libertad, como dice George
Orwell, “es «el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír»” (De La Fuente, V. 2020), es
decir, exponer el piso que te sostiene aunque comprometa liberarte, a saber, perder la garantía
y consistencia individual. Es desde aquí que recién se puede empezar a transformar lo
existente: asumiendo la no garantía de la verdadera libertad, es decir, asumir la verdad -la
verdad duele- para poder hacer algo con esta. La traducción de la frase de Pessoa entonces
podría ser: primero se asume la no garantía de la verdad y luego podrás exigir y dar la vida
por la transformación de esta.
Referencias Bibliográficas

Badiou, A. (2012). El despertar de la historia. Buenos Aires: Nueva visión.

Badiou, A. (2017). El siglo. Buenos aires: Manantial.

De La Fuente, V. (2020). Nunca quedas mal con nadie. Por Slavoj Žižek. Le Monde
Diplomatique. Edición Chilena. Recuperado de:
https://www.lemondediplomatique.cl/nunca-quedas-mal-con-nadie-por-slavoj-zizek.html?fbcl
id=IwAR0qXjevT9lcWFHNwOqQ-fDueH5gwDgtn6e94EyvhmK4OcVekSKd-ZdJAP8

Marx, K. (1998). Manifiesto del Partido Comunista. Debate: España.

Nietzsche, F. (1999). Así habló Zaratustra. Madrid: Alianza.

Pessoa, F. (2019). Yo es otros. Valparaíso: Universidad de Valparaíso

Zizek, S. (2016). El frágil absoluto o ¿Por qué merece la pena luchar por el legado cristiano?
España: Pre-Textos.

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