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Ensayo evaluación 1
¿Qué es lo que está pasando? ¿De qué estamos siendo testigos, entre
fascinados y devastados? ¿De la continuación, cueste lo que cueste, de un
mundo cansado? ¿De una crisis benéfica del mundo, que ha caído presa de su
propia expansión victoriosa? ¿Del advenimiento de otro mundo? (...)
actualmente todo el mundo tiene que ponerse a pedalear: modernizar,
reformar, ¡cambiar! (..) Pero de hecho, ¿cambiar qué? Si el cambio debe ser
perpetuo, y su dirección, según parece, es constante.
Se dice que, para vivir la desafiante competencia del mercado, se deben ejercer todas
las potencialidades presentes en cada uno de nosotros con el fin de lograr con las
competencias requeridas para sostener eficientemente los “pasos de la productividad, de la
reducción de los presupuestos, de la innovación tecnológica, de la buena salud de nuestros
bancos y de la flexibilización laboral.” (Badiou, 2012, p.8) O en palabras psicoanalíticas,
debemos cumplir con el deportivo mandato superyoico: ¡goza merecida y responsablemente!,
¡Emprende!, más allá de competir con tu alrededor, ante todo, ¡compite contigo mismo!, y así
lograrás estar a la altura de los primeros en esta carrera, los campeones del momento: “un as
alemán, un outsider tailandés, un veteranobritánico, un chino recién llegado, sin contar con el
siempre vigoroso yanqui...” (2012, p.8).
Pues bien, preguntémonos: ¿que ha dejado esta sombra imperceptible del capital en su
camino? Alain Badiou en “El siglo” (2017) recopila algunos datos:
- [Para principio de los años 2000] Las tres personas más ricas del mundo poseían una
fortuna total superior al producto bruto interno conjunto de los 48 países más pobres
del mundo.
- Si tomamos el 20% más pobre y el 20% más rico de la población mundial, en 1960
la franja superior tenía un ingreso treinta veces más alto que el de la franja inferior. En
1995, ese ingreso era ochenta y dos veces más elevado.
- En setenta países (esto es, el 40% de los países del mundo), el ingreso por habitante
es menor que hace veinte años, en cifras constantes. (p. 47-48)
Con estos datos propongo preguntarnos: ¿cómo podemos vernos implicados en estas
condiciones? ¿Cómo, con una época de concientización y empatía, el capitalismo persiste e
incluso se incrementa alejándonos de encontrar una salida ante las consecuencias que ha
engendrado?
Un acercamiento a este problema lo podemos encontrar con Nietzsche, cuando
percibió que la civilización occidental se movía en dirección al «último hombre»: una
criatura apática que sólo busca su comodidad y seguridad, desde una expresión de tolerancia
mutua:
Un manifestante que dice (o canta) todas las cosas correctas (...) está horrorizado por
el calentamiento global, lucha contra el sexismo y el racismo, exige un cambio social
radical, y todo el mundo está invitado a unirse, a participar en el gran sentimiento de
solidaridad global, [pero] no se le exige que cambie su vida (tal vez sólo que dé una
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Por este motivo hoy la prohibición solo se puede mostrar como concientizada: se necesita que la
prohibición no tenga su carácter verdaderamente Otro, a saber, no se admite una verdadera
prohibición -una imposición sin razón que duramente someta a la conciencia-; en definitiva: no se
admite lo excesivo sin el control de la conciencia. Aquí, si damos un paso más radical podemos
afirmar: se necesita concientizar toda prohibición para que pierda su carácter de verdadera
prohibición, se necesita encontrar todo lo excesivo posible para ponerlo bajo control del yo y evitar
cualquier amenaza para su armonía.
limosna aquí y allá), sigue con su carrera, es despiadadamente competitivo, pero está
en el lado correcto. (De La Fuente, V. 2020)
En otras palabras, hoy, como el café sin café hay revolución sin revolución: al discurso
revolucionario se le quita la verdadera acción, el llevarlo hasta a las máximas consecuencias,
es decir, cumplir literalmente lo que explícita. Por este motivo nos encontramos con una
época del cinismo: en la actualidad se puede ser consciente de la ideología que controla
nuestro propio aliento sin asumir interpelarse por ella.
Esta problemática es cada vez más una oposición entre lo que Nietzsche llamaba
nihilismo pasivo y nihilismo activo: La época actual está entre nihilismo pasivo: empatía,
tolerancia, actitud políticamente correcta, hedonismo permisivo, etc., es decir, eliminar al otro
desde su carácter de otredad radical, familiarizándolo, traduciéndolo como una figura
incorporada dentro de las coordenadas del yo -aquí los derechos humanos cumplen un rol
fundamental-, y el nihilismo activo: terrorismo, suicidios, school killers, etc, es decir,
eliminar literalmente al otro o directamente eliminarse a sí mismo.
De La Fuente, V. (2020). Nunca quedas mal con nadie. Por Slavoj Žižek. Le Monde
Diplomatique. Edición Chilena. Recuperado de:
https://www.lemondediplomatique.cl/nunca-quedas-mal-con-nadie-por-slavoj-zizek.html?fbcl
id=IwAR0qXjevT9lcWFHNwOqQ-fDueH5gwDgtn6e94EyvhmK4OcVekSKd-ZdJAP8
Zizek, S. (2016). El frágil absoluto o ¿Por qué merece la pena luchar por el legado cristiano?
España: Pre-Textos.