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REVISTA DEL INSTITUTO INTERDISCIPLINARIO
DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
Índice
Presentación ........................................................................................................... 7
Rossana Nofal
1. LUGAR DE AUTOR
Dictadura y ficción (o el desafío de recrear un tiempo de horror) .......... 27
Horacio Elsinger
2. TEORÍAS
Verdad, justicia y memoria. La experiencia argentina ante las
violaciones a los derechos humanos de los años setenta revisitada ....... 50
Emilio Crenzel
3. LECTURAS
Memorias latinoamericanas
La diferencia en los márgenes. El relato de las
madres presas políticas en Uruguay .............................................................. 96
Ana Laura de Giorgi
4 Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-3633
Memorias argentinas
Princesas, combatientes y pilotos. Estéticas de filiación en
las narrativas de los/as hijos/as de desaparecidos en Argentina ............ 166
Victoria Daona
Memorias tucumanas
Lenguaje henchido de agua: Foguet y la tradición de los marinos ....... 235
Isabel Aráoz
4. OTRAS MIRADAS
Cuando recordamos a través de la belleza. Redención y
aprendizaje ético en dos casos de trabajo: Grupo Ukamau y
Teatro de los Andes (Bolivia) .......................................................................... 321
María Gabriela Aimaretti
5. RESEÑAS
Calentar la tinta. Moro, Adán, Miranda. Aymará de Llano ......................... 399
María José Daona
PRESENTACIÓN
Rossana Nofal
Telar 13 (2015) ISSN 1668-2963 l Historia del Instituto Interdisciplinario de Estudios...: 9-16 9
Contar la historia de una institución implica siempre armar una ficción que
da cuenta de la realidad pero también de las fábulas que se han tejido alrededor
de ella. El Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos de la Facul-
tad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán surge como un
espacio de investigación creado a propuesta de Octavio Corvalán y quien les
habla. El rearmado de la cátedra de Literatura Latinoamericana en los comien-
zos de la democracia nos planteó la necesidad de fundar un territorio para nues-
tras investigaciones, un lugar que nucleara a quienes habían estado fuera y a
quienes buscaban algo distinto. Docentes y estudiantes que intentaban despojar-
se de las marcas autoritarias, a través de un trabajo crítico y apasionado con una
mirada política. La mayoría habían estado afuera de la UNT, otros habían re-
sistido dentro y los más jóvenes se mostraban ávidos de nuevos aires. Todos
queríamos derribar estereotipos y estábamos dispuestos a dar el debate desde el
respeto a las diferencias, acabar con el discurso monológico que había dominado
el saber.
En 1989 comenzamos a funcionar de manera casi nómada, recién dos años
después logramos un sitio. Nos unía a estudios de literatura, arqueología, filoso-
fía, historia nuestro interés por América Latina, ese reino de pesadumbre en pa-
labras de García Márquez en el que muchas veces, como Manuel Scorza, había-
mos sentido que no podíamos nombrar sin morirnos. Era ineludible auscultar
representaciones y prácticas, definir posiciones, volver a tomar la palabra. Ha-
bíamos sufrido los reveses de las utopías de los 60 y los 70, los aires posmodernos
de los 80 y comenzábamos a experimentar los rigores de la “globalización” del
milenio. Resultaba esencial producir el debate acerca del papel del intelectual así
también como de los abordajes de nuestra problemática desde América Latina.
Frente a afirmaciones de teóricos como Walter Mignolo de que ya no se hacía
10 Carmen Perilli l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
ricanos. Ya han sido publicados doce volúmenes. Entre las problemáticas centra-
les están: estudios coloniales, estudios de la memoria, intelectuales y artistas en
América Latina, escrituras del yo, la poesía en América Latina.
A lo largo de estos años hemos propuesto el doctorado honoris causa para
figuras como Tomas Eloy Martínez y Héctor Tizón. También, el nombramiento
de Visitante Ilustre de Eduardo Galeano y Nelson Osorio. Hemos recibido la
visita de académicos como Walter Mignolo, Sonia Mattalía, Joan Alcazar, Marc
Zimmerman, Tomas Eloy Martínez, Susana Zanetti, Noé Jitrik, Nicolás Rosa,
Sara Rosemberg, Profesores de la UNAM, María Clara Medina, Edmé
Domínguez, Nora Domínguez, Aymará de Llano, Laura Scarano, Pilar Vila,
Miguel Dalmaroni, Elizabeth Jelin, Analia Gerbaudo, etc.
Me gustaría terminar con dos pensamientos, uno del narrador uruguayo
Eduardo Galeano: “Nada de neutral tiene este relato de la historia. Incapaz de
distancia, tomo partido: lo confieso y no me arrepiento... Cuanto aquí cuento ha
ocurrido; aunque yo lo cuento a mi modo y manera”. Otro del poeta peruano
César Vallejo: “Y no me digan nada,/ que uno puede matar perfectamente,/ ya
que, sudando tinta,/ uno hace cuanto puede, no me digan...” Entre estos dos
gestos, la verdad y la voluntad, la historia y la literatura se sitúa nuestra labor.
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Memoria y sujeto-identidad
Muchas de las presentaciones, incluso varias de las que ya hemos referido en
el apartado anterior y otras de las que hablaremos en el siguiente, transitaron las
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lando al presente.
Las intervenciones sobre historia del teatro en Tucumán son en sí mismas
emprendimientos de memoria y construyen archivos donde no los hay, con testi-
monios orales, fragmentos de la prensa, etc. Las exposiciones sobre el teatro
tucumano recorren un arco de expresiones sensibles a las condiciones culturales
de la violencia política.
Juan Tríbulo reconstruyó la experiencia de teatro popular y colectivo que un
grupo de artistas militantes de Córdoba ensayaron en el interior tucumano. La
obra “El fin del camino” proponía un proceso creativo de construcción de la
memoria del cierre de los ingenios tucumanos en 1966. La experiencia pone de
relieve numerosos aspectos del complejo panorama tucumano al filo de la déca-
da del 70: el arte militante, la presencia de los “rubios” que transitan el campo
tucumano en pos de la revolución, una población que sufre los primeros ensayos
de una política neoliberal y represiva, la huella de viejas tradiciones de cultura
popular en las formas del melodrama y el circo criollo, etc.
Pablo Delgado destacó que, en quince años de teatro universitario en
Tucumán, sólo una vez incluyó en su repertorio una pieza dramática nacional.
La inesperada y disonante puesta en escena de “La granada” de Rodolfo Walsh
por parte del Teatro Universitario en 1972 es un indicio de hasta qué punto el
compromiso político constituía una problemática que atravesaba el emergente
campo. Las reacciones del la prensa y la crítica, las diferentes resonancias y sig-
nificaciones que se diseminaron en su entorno, son otros tantos indicios de ese
clima de época.
El dramaturgo tucumano Carlos Alsina habló de su trayectoria artística y
puso de manifiesto su anclaje en el lugar y el tiempo del Tucumán de la
posdictadura. La figura del dictador Antonio Domingo Bussi constituye un cen-
tro ausente, una omnipresencia fantasmal, en algunas de sus obras. Por su parte,
Sebastián Fernández analizó los hechos teatrales de “Limpieza” (1985) y “La
guerra de la basura” (1999) de Carlos Alsina a partir de la noción de los “em-
prendedores de memoria” de Elizabeth Jelin. “Limpieza” ficcionaliza el episo-
dio en el que el gobernador de facto ordena arrojar los mendigos de la ciudad en
Catamarca ante la inminente visita del general Videla. “La guerra de la basura”
retoma el paro de los empresarios recolectores de basura que preparó el clamor
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De manera muy sintética hemos rescatado cada unas las intervenciones que
escuchamos durante el Workshop y que exponen esa relación indisoluble entre
memoria y escritura; relación necesaria para que los recuerdos y los sujetos que
recuerdan, como diría el poeta Pablo Neruda, no devengan en polvo como un
cristal irremediablemente herido.
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Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Dictadura y ficción (o el desafío...): 27-35 27
1. LUGAR DE AUTOR
“… Protégeme…”
El Huerto Escondido es el relato del libro en el que aparece por primera vez de
manera manifiesta la experiencia de la violencia, el secuestro y la tortura de los
años 70: “Sabrás lo que te espera, porque habrás escuchado contar la misma
historia innumerables veces en esos años, pero esta vez te sucederá a ti. El viaje
boca abajo en el piso del auto, la venda en los ojos, el interrogatorio, los golpes…
sona, está estructurado en base a una serie de bruscos pasajes temporales que
van desde el presente del personaje central a su pasada infancia y, desde ahí, a su
futuro secuestro y tortura, para retroceder luego a un tiempo de amor inmediato
al secuestro: “Te vendarán los ojos tratando de crear la oscuridad pero no lo
conseguirán. La luz persistirá, esta vez desde el interior de tu cerebro. Será la
memoria de la luz que se resiste a extinguirse. La luz de ese mismo día. La clari-
dad de un sol que surgirá hora antes de tu detención detrás de un horizonte de
cañaverales. (…). Contra el haz de luz que entra por tu ventana verás recortarse
la figura de la muchacha que un momento antes habrá ingresado sigilosamente a
tu cuarto”.
Todo el relato se basa en este deslizamiento de un tiempo a otro que intenta
recrear una dinámica de emociones contrastantes: entusiasmo, miedo, erotismo,
violencia. La infancia, aquí, más que un paraíso perdido parece ser la edad en
que se puede soñar con paraísos. En ese sentido la búsqueda infantil de un edén
de miel y árboles frutales se proyecta al futuro y se emparenta con la experiencia
erótica y utópica de los personajes ya adultos. El regreso a la infancia no sería
entonces el retorno a un paraíso perdido sino el reencuentro con el impulso o
deseo inicial que funciona como un destino.
El tema de la violencia política de los años 70 vuelve a aparecer en el libro en
los relatos Vidas Cruzadas y El Duraznero Florido. En el primero se cuenta el inten-
to de secuestro de un importante empresario azucarero por parte de un grupo
guerrillero. Acá la tensión del relato está puesta en contraponer la subjetividad
de uno de los rebeldes con la del dueño del ingenio mientras se aproximan a su
dramático encuentro: “Hoy era viernes y la operación se había puesto en marcha
tras recibir la llamada telefónica desde Buenos Aires confirmándoles que el hom-
bre había subido al avión esa tarde. (…). El joven dio una nueva pitada a su
cigarrillo e imaginó los titulares de los diarios al día siguiente. ‘Secuestraron al
dueño del Ingenio Mercedes’, ‘Terroristas secuestran empresario’, ‘Nuevo golpe
subversivo’. Sería un golpe, sí, un gran golpe al corazón del poder. (…) Aquellos
que se consideraban y, en los hechos, eran los dueños del poder en la provincia
iban a sentir que no eran intocables”. A su vez, recostado en el asiento del avión,
el empresario considera: “El tema a resolver eran los grupos armados con sus
crecientes ataques y extorsiones. Tenía la idea que no había que ceder ante sus
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Dictadura y ficción (o el desafío...): 27-35 33
amenazas ni realizar ningún tipo de negociación con ellos. Había que terminar
en forma drástica y de una buena vez con el problema. Sus amigos en el ejército
y las fuerzas de seguridad trabajaban en esa perspectiva”.
En El Duraznero Florido, el más breve de los cuentos, se narra la sesión de
tortura a la que es sometido un guerrillero y como éste se refugia en una expe-
riencia de la infancia para intentar soportar el suplicio al que es sometido: “Sé
que estoy al borde de mis resistencias. Trato de no pensar en mis compañeros, de
borrar sus rostros y sus nombres. (…) Un nuevo choque me deja sin aire. Un
torrente de imágenes fluye desordenadamente por mi cabeza. (…). Veo un niño
que camina por el sendero de un huerto. El niño se detiene y se queda contem-
plando uno de los árboles. Puedo ver lo que ese niño mira, porque ese niño soy
yo en el huerto de mis abuelos. El niño observa fascinado el duraznero florido.
Con la copa cubierta de flores rosadas, su figura resplandece en el crepúsculo.
(…). La visión del duraznero me reconforta, me da un instante de respiro. Pero el
dolor no se extingue, reaparece, me persigue hasta este recóndito huerto de la
infancia. Los guardianes me insultan y zamarrean. ‘¡Volvé aquí hijo de puta!’.
Me aferro a la mirada del niño, respiró con él entre los árboles”.
Una vez más, basado en testimonios sobre la tortura y también, en una vi-
vencia excepcional de abandono del propio cuerpo como escape al dolor, surge
un relato en el que se intenta explotar toda la potencia simbólica y metafórica de
elementos como la infancia, el huerto y, sobre todo, el árbol.
Al libro de cuentos La Última Ballena le sigue La Virgen de los Ojos Cerrados,
una novela con una estructura próxima al policial negro, ya que la narración
parte de la misteriosa muerte de una niña en el seno de una secta apocalíptica en
el sur tucumano, hace referencia al lado oscuro de la condición humana y plan-
tea la presencia del mal en la sociedad y en la historia.
Lo que me interesaba en La Virgen de los Ojos Cerrados, inspirada en un caso
real, era recrear la experiencia extrema del mal que vivimos los argentinos en los
años de la última dictadura militar a través del descenso a los infiernos que rea-
liza el personaje, Esteban Diriart, al avanzar en la cobertura periodística de la
extraña muerte de María Gabriela Cruz. La investigación de un hecho del pre-
sente (la novela se sitúa en el año 2000) permitirá que Diriart descubra un nexo
con la historia reciente del país y que, de esa forma, inesperadamente, un mo-
34 Horacio Elsinger l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
semos conocido en otras circunstancias, tal vez hasta podríamos haber llegado a
ser amigos’, te decía, y acto seguido te explicaba que el problema era que estába-
mos en guerra y que nos había tocado estar en bandos diferentes. (…) Decía que
no le gustaba apelar a la tortura, pero que era un mal necesario, que él hacía lo
único que se puede hacer en una guerra cuando alguien tiene información vital y
se niega a dártela. ‘Preferiría no tener que continuar con esto, te decía. Pero si te
obstinas en no hablar, en no decirme la verdad, voy a tener que dejar que te pi-
quen en pedacitos si es necesario”.
En La Virgen de los Ojos Cerrados se hace presente entonces la terrible expe-
riencia del terrorismo de Estado y los campos clandestinos de detención a través
de un relato con mucho de policial negro donde los hechos llegan al lector me-
diados, básicamente, por un periodista escéptico (sobrino de un desaparecido),
un policía con un singular sentido de la justicia y un líder sectario con una visión
apocalíptica.
Con respecto a los propósitos de recrear a través de la literatura el horror de
los años 70 es necesario tener en cuenta la interesante reflexión que hace Sigmund
Freud en un artículo sobre lo siniestro. Allí Freud le atribuye a la literatura la
capacidad de recrear la experiencia de lo siniestro (o del terror diríamos noso-
tros) a través de los mecanismos propios de la ficción. Sin embargo, hace una
importante distinción entre lo siniestro vivencial o real y lo siniestro ficcional.
Lo primero es una experiencia perturbadora que puede afectar gravemente al
sujeto; lo segundo, en cambio, preserva su integridad ya que siempre está presen-
te en el lector la distancia con los hechos.
Ahora bien, la posibilidad de recrear eficazmente la experiencia del horror
tiene que ver con el uso que cada escritor hace de los mecanismos de la ficción a
partir de los materiales que le brinda la realidad. El autor puede poner todo su
empeño y oficio en la construcción de un relato, pero la última palabra sobre su
eficacia o no la tendrá siempre el lector. Él es quien completa la obra.
36 María Silvia Schultze l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Elogio de la ficción
MARISA SILVA SCHULTZE
Milan Kundera
lectores me han llevado a pensar mi escritura fuera de mí: mi escritura leída por
otros, mi escritura en este tiempo histórico y no en otro, en este país y no en otro.
He tenido que traspasar las fronteras de mis búsquedas y mis miedos, de mis
deseos y mis límites. Mirar la obra desde el otro lado para descubrir –con asom-
bro muchas veces– hacia qué orillas navegaban mis palabras.
Reacción uno –y tal vez la más frecuente: ¿es verdad? ¿tu novela es la historia de
tu familia? ¿conocés a esa familia o te contaron su historia? ¿viviste el exilio? ¿viviste la
cárcel? ¿cuál de esos personajes sos tú?
Los lectores buscándome en todas las hojas. Los lectores a la caza de la auto-
ra en las rutas de los renglones. La experiencia personal como única fuente que
legitima la palabra. La biografía como explicación última de toda creación lite-
raria.
Acá hay un asunto muy interesante: la frontera entre ficción y testimonio.
Parecería que no alcanza con plantear diferencias tales como que en las novelas
hay un mundo inventado mientras que el testimonio intenta dar cuenta de una
experiencia. Parecería que no es suficiente diferenciar imaginación de recuerdo,
ficción de biografía. Las fronteras se nos vuelven difusas, móviles, artificiales.
¿Es que, acaso, el testimonio no es, también, una construcción? ¿Es que no hay
en la novela o en el cuento una suma de huellas y retazos biográficos del autor?
Sin embargo, ante la repetida pregunta contesto: yo inventé esos personajes,
yo inventé esas circunstancias. Sin embargo, y sin proponérmelo, me veo soste-
niendo un discurso argumentativo en defensa de la imaginación, un alegato que
pasa por considerar que el realismo es uno de los tantos caminos de la literatura.
Imaginación que, como en cualquier autor o autora, es resultado de mis viven-
cias, es un modo de procesar mi visión sobre el mundo que me rodea y en el que
estoy inserta.
Me parece que aquellas preguntas de los lectores sobre la relación entre mi
vida y mis novelas constituyen una cierta imposibilidad de verse a sí mismos
adentro de una ficción.
Leer una novela cuyo contexto histórico y, por lo tanto, sus personajes son
cercanos, conocidos, parecidos a uno mismo, impide, en algún sentido, la distan-
38 María Silvia Schultze l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Reacción tres: Todavía no puedo leer una novela que tenga que ver con la dictadura.
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Reacción cuatro: Nunca me había imaginado cómo habría vivido mi exilio mi her-
mano que se quedó en el país. Me puse a pensar en los que vivieron acá. Me revolvió todos
mis vínculos familiares. Hijos: quiero que lean esta novela para que me comprendan más.
La exploración de la otredad. La ficción como encuentro con la intimidad
ajena, con otros mundos interiores. La ficción que al lector le permite trascender
las anudadas fronteras de la mismidad.
Cuando el lector abre la primera página de una novela acepta un pacto: esto
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Sus últimas publicaciones son: Ortigas (2011); Prender de gajo (2008, Madrid); Inclinaciones
(2007, Buenos Aires); Seqüana barrosa (2007, Jerez); El Formosa (2010, Buenos Aires); Partir,
digo (2011, Madrid). En 2013 publica la así subtitulada “noveleta”: 23:53 (Buenos Aires). Lunes
de miel (balada en la más estricta intimidad) es un ensayo de 1995 traducido por Louis Soler
Belfond (París). Participó en numerosos festivales internacionales de poesía como los de
Jerusalem, Barcelona, Trois Rivieres, Buenos Aires, Guayaquil, San Juan de Puerto Rico y
fue invitada a seminarios y conferencias en universidades de Estados Unidos, Alemania, Fran-
cia y España. Obtuvo las siguientes becas y distinciones:
1990. Chevalier des Arts et Lettres, Francia.
1991. Beca de la Guggenheim Foundation, USA
1997. Regent’s Lecturer en la Universidad de Berkeley, California, USA
2010-1993 y 1987: Beca del Centre National des Lettres, Francia
Publicó los siguientes libros de artista (Livre d’artiste): Desaires. Texts and poems with photos
from José Antonio Berni. Del Centro Editores (Madrid, 2007) y Desaires/affronts. Translation
in french by Camille Lopato, Del Centro Editores (2008, Madrid). Además, publicó las nove-
las Son cuentos chinos (1983) y Urracas (1992), que conocen ediciones argentinas. En lengua
española, sus obras circulan ampliamente por España y algunos de ellos han sido publicados
en Uruguay. Relevante resulta mencionar la publicación del volumen crítico sobre su obra,
Luisa Futoransky y su palabra itinerante, compilada por Ester Gimbernat González (Ediciones
Hermes Criollo, Uruguay). Su obra fue traducida al francés, inglés, italiano y hebreo.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l “Viví en las antípodas de los argentinos”: 42-49 43
Usted ha vivido largas temporadas en países de Oriente ¿Podría contarnos las razones por
las que residió allí? ¿Por qué eligió esos países en particular, tratándose de culturas tan
alejadas aparentemente de la argentina?
Mirando por el retrovisor no estoy tan segura de que yo haya elegido los
países de Oriente, ni siquiera Francia en la que vivo desde hace tanto, son las
oleadas de la vida que operan con mayor o menor fuerza en la línea de vida de
cada uno, en la capacidad propia de resistir o dejarse llevar por sus embates. Viví
en las antípodas de lo argentino, es cierto, a la larga eso se convirtió en una de
mis cualidades. Vivir en el anverso te permite zurcir prejuicios del reverso.
¿Qué funciones desempeñó durante los años que vivió en Oriente, hasta radicarse definiti-
vamente en París?
Funciones es mucho decir...digamos tareas que desempeñé para sobrevivir.
Trabajé de profesora universitaria enseñando en Tokio la puesta en escena de la
ópera italiana y fui periodista radial en Japón y China. Pero, de eso hace muchos
años.
44 Adrián Ferrero l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
¿Cómo fue la primera vez en París y cómo es vivir en París, en su vida cotidiana, en sus
rutinas, en los espacios que habita de la ciudad y de su casa?
La primera vez fue fascinación de paso, la segunda y tercera también, la
cuarta, para quedarse fue de mucha escritura, mucho desafío, fue escribir mi
primera novela hecha casi para probarme si podía o no ser corredor de fondo, y
pude. Fueron años de mucha búsqueda de sobrevivencia, trabajé añares en el
centro Pompidou, en su museo de arte moderno y fui periodista en la agencia de
noticias France Presse.
¿Cómo fue experimentar la escritura en esos contextos tan disímiles pero siempre extranje-
ros? La lengua extranjera ¿Era inspiración o cárcel?
No puedo saberlo con certeza, cada tanto escribo un ensayo sobre el tema y
en general pienso que lo que no mata engorda, y el lema de mi escudo es suma
pero no resta, quiero decir que acepto las briznas que me brinda mi tránsito, las
rumio en mis cuatro estómagos más o menos sagrados con los que confecciono
mis escenarios, cortinados u teatritos en los que me muevo, como mejor puedo.
Ahora se me da por pensar que esta es la etapa de coleccionar no máscaras sino
sombras.
¿Qué sentía cuando escribía en su vida en Oriente? ¿Qué siente ahora? ¿Qué siente frente a
un texto definitivamente afianzado, terminado frente a otro en curso?
La primera parte no la sé contestar bien, en cuanto a la segunda es el mo-
mento por el que atravieso, acabo de terminar una novela, mejor dicho una
noveleta que tiene por título, al menos provisorio, 23:53 y vuelvo a proseguir un
libro de poemas2. Ahora eso de cerrar algo definitivamente es menos evidente,
cada vez que retomo un fichero de algo publicado siento que no está terminado,
que podría recomenzarlo, eliminarlo, volver a pensarlo, etcétera.
Son cuentos chinos, su novela de 1983, tiene algo de claustrofóbico. En el sentido de que
2
Nota del entrevistador: dado que la entrevista fuera revisada de modo relativamente reciente
por la autora, la mencionada “noveleta” ya había adoptado ése, su título definitivo, y publica-
da en editorial Leviatán, dirigida por Claudia Schvartz. De modo que cuenta en su catálogo
con gran parte de su obra en Argentina: dos libros de poesía, dos novelas y dos de traducción
y edición.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l “Viví en las antípodas de los argentinos”: 42-49 45
se trata de un tipo de ficción que diera toda la impresión de que fuera escrita para proteger-
se, bajo la forma de un tabique, de un mundo que enajena, que aliena y elimina la libertad
subjetiva. ¿La escritura funciona aquí como una suerte de protección, de autopreservación?
Esta experiencia parecer ser recurrente. ¿La experimentó en sus largas residencias en los
países antes mencionados?
Cada uno habla de cómo le fue en la feria, querido Adrián, yo no siento para
nada Son cuentos chinos... como libro especialmente claustrofóbico. En mi proyec-
to primigenio existió una carta de amor y un reto: decirle a Henri Michaux que
una chica, argentina para más señas, podía responder a su fantástico libro vía
Borges, Un bárbaro en Asia, y qué querés que te diga, me gusta aún el desparpajo
de ambos.
¿Cuáles fueron sus primeras experiencias con la escritura? ¿Las hubo escolares o más vin-
culadas al orden de la travesura, el amor o simplemente los pasatiempos?
La verdad, no sé muy bien ubicar el punto preciso del primer arraigo en la
vocación literaria. Me reveo con el brote ya prendido. Es siempre muy juvenil,
digamos en medio de la escuela secundaria, a eso de los catorce años.
A los quince, me veo con la excusa de preparar quinto año libre en el secun-
dario en realidad encontrarme con una compañera para escribir a cuatro manos
una novela de horrendo y cursi título Momentos numerados y de la que por suerte
no existe ningunísima copia. No me quedó otra que aprobar quinto libre e ingre-
sar a la Facultad de Derecho a los dieciséis.
A lo largo de su vida, ¿qué textos recuerda que le ofrecieron más resistencia a la hora de ser
escritos y cuáles menos? ¿Por qué, cómo resolvió esa resistencia, poniendo un ejemplo?
No sé si entra o no aquí en tu pregunta el momento del tijereteo, el momento
de humildad en que agarrás la tijera, no digo el bisturí, y cortás lo desprolijo, lo
que chinguea. Aunque no sé qué decirte en momentos como ahora en que la
moda privilegia el chingado.
En cuanto a resistencias, hay algunas que nunca resolví, como escribir un
cuento para niños, simplemente un cuento o una obra teatral.
Durante su extensa radicación y vida en París, ¿se vinculó al círculo o a los círculos de
argentinos radicados en Francia? ¿Podría dar ejemplos concretos? ¿Siente que hay como
46 Adrián Ferrero l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
un “aire de familia” en esas obras que las vuelve en un punto convergentes, más allá de lo
tópico? También usted siguió publicando en Argentina su obra o parte de ella. Evidente-
mente hay un vínculo intenso con su patria, que puede advertirse también en las distintas
voces, sintaxis y léxicos que despliega en su poesía o narrativa.
No estoy vinculada a ningún círculo literario ni de aquí ni de allí suponiendo
que alguna vez sepa que es aquí, allí o acullá. El vínculo intenso está rubricado
en mi lenguaje, el lenguaje de los argentinos de un punto preciso del mapa en
una época determinada de mi formación, los años 60. En cuanto a que publico
en Francia también es cierto, pero de una treintena de títulos publicados, solo
seis están en francés. O sea que castellano gana en mi lista por amplia goleada.
¿Escribe algunos de sus textos en francés? ¿Por qué? ¿Qué relación mantiene con la lengua
francesa?
No escribo en francés. La razón primera es porque no sé hacerlo. Vivo en
francés, trabajo en francés, hago mis pagos en francés, vivo la política del país,
pero escribir solo escribo en ese idioma con el que llegué (tarde) a París, mi pro-
pio y exclusivo idioma argentino.
Pienso en El Formosa y resulta inevitable evocar una novela del orden de lo coral, en la
que, como en un canon, distintas voces entran y salen de la ficción, ingresan y egresan ¿Qué
fue lo que suscitó esa forma en el caso puntual de esta novela?
¿Simplemente se presentó así o fue una decisión deliberada?
Lo digo en la primera página, la palabra adecuada para mis intenciones es
llevar adelante un orfeón. Voces y peso sobre los hombros. Sin violines ni arpas
para endulzar el contenido.
Creo que como en todo lo que escribí, el protagonista es ante todo el lengua-
je. En el texto explico por qué la novela se llama El Formosa pero adelanto que
desenredo un ovillo donde se integran:
1. Moza tan formosa... non vide en la frontera... así empezaba uno de los prime-
ros poemas que aprendíamos de memoria en la clase de castellano del colegio
secundario y hablaba del reino de la belleza, la que jamás volveremos a apresar,
si es que alguna vez estuvo entre nosotros.
2. La isla china antes de llamarse Taiwán. En una isla que no existe, cabe el
depósito y el almácigo de todas las utopías. Pero, hay que cuidarse de los piratas
que asolan las costas para apropiarse de las esmeraldas y los tiburones carniceros.
3. Formosa, por la remota provincia argentina donde terminó recalando esta
gente, especialmente las mujeres, que entre dos guerras construyeron las pala-
48 Adrián Ferrero l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
¿Podría hablarnos un poco de cuál fue la génesis de escritura de esta novela, qué la desató?
¿Fue un recuerdo, una hilacha que estaba colgando para ser retomada como hilo de Ariadna?
Martin Buber pasó veinte años para aproximarse a una respuesta en el Géne-
sis acerca de de una preposición si se trataba de
En el comienzo...
o
Hacia el comienzo...
A mi manera te contesto con un pequeñito poema que te lo dice en forma
más oportuna:
ELLA, LA EMPECINADA
Nadie diría
que por una hilacha
empezó la Dama de la Licorne
Y ya lo ves
¿Qué rutinas de trabajo tiene? ¿Dónde escribe? ¿Qué pasa durante los viajes: puede escribir
o llevar diarios o sólo lee?
En esta etapa de mi vida escribo en mi casa al amanecer, a la hora del lobo y
sin otra luz que la de la computadora. Un par de horas no más. Escribo con la
radio prendida en un programa de noticias, siempre el mismo. Resabios de mi
época de periodista, donde era prudente saber de qué grandes dramas estaría
hecha la jornada. No desenchufo el teléfono. En los viajes llevo libretitas en las
que anoto palabras para apresar imágenes, antes de que me olvide, me digo, pero
después las pierdo. A veces no me entiendo la letra.
2. TEORÍAS
Verdad
El presidente radical Raúl Alfonsín tras asumir el 10 de diciembre de 1983
anuló, por inconstitucional, la autoamnistía y creó, el 15 de diciembre, la Comi-
sión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) para investigar el
destino de los desaparecidos.
La CONADEP, fue rechazada por las Fuerzas Armadas y sus aliados que se
negaban a que fuese revisada la represión y reclamaban el reconocimiento por su
victoria en la “guerra antisubversiva”. También, por los organismos de derechos
humanos que pedían una comisión parlamentaria bicameral que condenara to-
das las prácticas del terrorismo de Estado. Esta Comisión, compuesta de perso-
nalidades de la sociedad civil y tres diputados de la Nación, tuvo por metas reci-
bir denuncias y pruebas sobre las desapariciones y remitirlas a la Justicia; averi-
guar el destino de los desaparecidos y los niños sustraídos por las fuerzas repre-
sivas; denunciar a la justicia el ocultamiento o destrucción de pruebas y emitir
un informe final. Tras recibir miles de denuncias de familiares y sobrevivientes
de las desapariciones, examinar documentos oficiales e inspeccionar cerca de
cincuenta Centros Clandestinos de Detención en todo el país, entregó al presi-
dente su informe “Nunca Más”.
Nunca Más se convirtió en un Best Seller vendiendo 600 mil ejemplares hasta
2013; fue traducido al Inglés, Italiano, Portugués, hebreo y Alemán; sus claves
narrativas e interpretativas fueron utilizadas en el juicio a las Juntas militares, se
constituyó en modelo de otros informes de comisiones de la verdad del continen-
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Justicia
Alfonsín, tres días después de asumir la presidencia, el 13 de diciembre de
1983, ordenó, mediante el decreto 157, enjuiciar a siete jefes guerrilleros del “Ejér-
cito Revolucionario del Pueblo” y de la organización “Montoneros” por actos
de violencia cometidos desde 1973, líderes que serían luego condenados a penas
de entre 10 años y prisión perpetua. Mediante el decreto 158 enjuició a las tres
primeras Juntas de la dictadura por homicidio, privación ilegítima de la libertad
y torturas ya que la desaparición forzada no estaba tipificada en el Código Penal.
(Boletín Oficial de la República Argentina, 15 de diciembre de 1983, 4 y 5). Esta
disposición fue denominada la “teoría de los dos demonios” pues limitaba a dos
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1
Fuente: Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. A la vez, se dispuso facilidades para
la adquisición de viviendas para sus beneficiarios. Ambas leyes se adecuaban, a su vez, a la
sanción de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de la OEA, sanciona-
da por resolución 1256 en su XXIV Asamblea, que estableció como “crimen contra la huma-
nidad” a las desapariciones. Diario Página/12, 9 de junio de 1994: 9. “Desaparición forzada de
personas. Delito en América Latina”.
62 Emilio Crenzel l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Memoria
Si bien el ejercicio de la memoria fue simultáneo a las luchas por la verdad y
la justicia, la memoria se constituyó en una meta, con un estatus propio, de cier-
tos estamentos del Estado y de los organismos de derechos humanos en 1996, en
el vigésimo aniversario del golpe, al evidenciarse la necesidad de transmitir un
sentido, a las nuevas generaciones, del pasado de violencia. Ello coincidió con la
emergencia de HIJOS organización que agrupa a descendientes de desapareci-
dos, presos políticos y exiliados. En este marco, en Buenos Aires se creó por ley
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recidos y del Estado de integrar esos compromisos políticos en una política ofi-
cial de la memoria. Ello evidencia la vigencia en el plano político y simbólico de
la restricción dictatorial que limitaba a los “inocentes” la condición de sujetos de
derecho. Esto es, los ajenos a la política y, en especial, a toda práctica subversiva.
La constitución de los espacios de memoria parece proponer un desafío. Si la
memoria, como señala Ricoeur, es la presencia de lo ausente, y esa restitución no
puede sostenerse en la pretensión de eliminar cualquier distancia entre el pasado y
el presente, inmanente al acto de memoria, su conformación como lugar de me-
moria deberá sostenerse en la idea de que el acto de rememoración supone las
ideas de trabajo activo sobre el pasado recordado, que no oblitere su marco históri-
co, las identidades de sus protagonistas y las zonas grises (Ricoeur, 2004).
En síntesis, las políticas de la memoria respecto de su pasado de violencia
política evidencian la inscripción de los derechos humanos y de su violación en
la agenda política de la democracia desde 1983. También, se revelan como un
territorio de confrontación simbólica y política que atraviesa las diversas políti-
cas de los gobiernos constitucionales, que no excluye la existencia de instancias
de gestión compartidas entre el Estado y los organismos, las cuales dan lugar a
nuevos conflictos al interior y entre estos actores y debates y luchas por su inter-
pretación. También, la materialización de estos espacios, o los obstáculos para
constituirlos, manifiestan las persistencias de las dificultades para la enunciación
y la memoria de la historia y de la política.
Conclusiones
Tras treinta años de democracia, la experiencia Argentina en materia de jus-
ticia transicional fue intensa y singular. El país fue pionero a nivel internacional
en conformar una comisión de la verdad, al enjuiciar a los máximos responsa-
bles de la violencia de Estado; y se distinguió por sus esfuerzos en transmitir este
pasado a las nuevas generaciones. Todas estas políticas vencieron la voluntad
dictatorial de dejar impunes y en el olvido sus crímenes y evitaron que perdurara
su relato celebratorio del golpe de Estado y la victoria en la “lucha antisubversiva”.
En este logro fue central la tenaz lucha de los organismos de derechos humanos.
Sin embargo, la constitución de una verdad sobre el pasado de violencia
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Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l De la “revolución” a la “nano-tecnología”...: 67-81 67
De la “revolución” a la “nano-
intervención”: tonos, inflexiones y
acentos en la escena teórica
contemporánea
ANALÍA GERBAUDO
1
En la intersección de psicoanálisis y fe hay una ilusión que, no obstante, da lugar a derivas
diferentes: “On dit souvent que la psychanalyse remplace la religion, qu’elle serait une sorte de
68 Analía Gerbaudo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
confession et un sorte de espoir. C’est vrai et faux. Car à la fin de l’analyse, qui met fin au
contrat analytique, l’analysant expérimente la possibilité d’un lien qui n’est pas une adhérence.
Un croyant appartient: il appartient au Nom du père, à un communauté, à son église, à une
morale bien défini, aux dogmes de sa foi” (2001: 129).
2
“Quand San Augustin dit que l’essence de l’homme est de se poser des questions sur soi, que
le moment de vérité est celui où ‘je’ deviens ‘question pour moi même’ (quaestio mihi factus
sum), il préfigure le combat des intellectuels, leur capacité à contester. Cette possibilité de
contestation peut conduire à des impasses, mais elle est la vie même comme vie de la pensée.
Si les intellectuels l’abandonnent, ils renoncent à leur rôle, tout simplement pour devenir des
esthètes ou des spécialistes” (2001: 41).
3
Dos aclaraciones. La primera: uso el término “imposible” desde la apertura a la historia que
habilita la acepción derrideana (cf. Derrida, 1998a, 1998b). La segunda: en la semiótica de
Kristeva confluían la lingüística generativa en sus primeros esbozos (Chomsky, 1957), el psi-
coanálisis (en particular, la teoría de Sigmund Freud sobre la interpretación de los sueños
[1901]) y las tesis de Karl Marx (1873) que hacen foco sobre la producción en sus análisis de la
economía. Teorías asociadas por su carácter revolucionario (en el seno de cada disciplina y en
las ciencias sociales y humanas en general dada la transformación de los conceptos de sujeto,
lenguaje y trabajo) y por la postulación, en cada caso, de dos niveles (superficial o manifiesto
y latente o profundo). En su propuesta, escudriñables a partir de esa particular refundición
epistemológica que llama “semanálisis” (1969). Una ocurrencia estimulada por las vanguar-
dias literarias y también por el Saussure de los anagramas, Bajtin con sus tesis sobre el dialogismo
y la polifonía y Derrida con su “nueva ciencia” llamada “gramatología” (1967). El carácter en
ciernes de este trabajo se advierte en las primeras páginas de su monumental Semiótica: “La
ciencia del texto es una condensación, en el sentido analítico del término, de la práctica histórica
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l De la “revolución” a la “nano-tecnología”...: 67-81 69
un metalenguaje técnico duro (1969) a una escritura que se enreda con la del
objeto que analiza (1994, 1998a)4. Un pasaje de una insistencia en el “texto”
(1969) a una obsesión por la “experiencia” (1994, 1996) legible, de todos modos,
en las inscripciones significantes5.
Intento mostrar que no es posible hablar de un viraje que iría, digamos, de la
Semiótica (1969) y La Révolution du langage poétique. L’avant-garde à la fin du XIXe
siècle, Lautréamont et Mallarmé (1974) a Sens et non sens de la révolte. Pouvoirs et limi-
tes de la psychanalyse (1996), La revuelta íntima (1997) o El porvenir de la revuelta
(1998). Otros encuentran también en la base de los cambios sucintamente
descriptos una continuidad. En el prólogo a Sentido y sin sentido de la revuelta Fer-
nando Urribarri apunta: “La revolución del lenguaje poético (1974), título de uno de
sus primeros y principales libros, simboliza su época de adhesión simultánea al
maoísmo y a la idea de potencial socialmente revolucionario de la poesía. ¿Cómo
no ver en él cierto antecedente de interés por la revuelta?” (1996: 12).
Se podría afirmar que la constante en Kristeva se encuentra en sus preguntas
fundamentales con las variaciones en las respuestas tramadas en relación a una
escucha y a una mirada atentas a la modificación de los escenarios y a los nuevos
tonos e inflexiones de quienes los ocupan. Tal vez, podría sorprender a algún
desprevenido encontrar en su página web varias fotos ligadas a la elección del
–la ciencia de la figurabilidad de la historia: ‘reflexión del proceso histórico en una forma
abstracta y teórica consecuente, reflexión corregida, pero según las leyes que nos propone el
propio proceso histórico real, de suerte que cada momento puede ser considerado desde el
punto de vista de su producción, allí donde el proceso alcanza su plena madurez y su forma
clásica’ (Marx y Engels). Los estudios que vienen a continuación (…) son consecuencia de las
etapas sucesivas de una labor ni definitiva ni acabada, son testimonio de un primer intento de
elaboración teórica que sería contemporáneo de la práctica textual actual y de la ciencia de las
significaciones de nuestros días. Intentan aprehender a través de la lengua lo que es extraño a
sus costumbres y turba su conformismo: el texto y su ciencia, para integrarlos a la construc-
ción de una gnoseología materialista” (1969: 32).
4
“La littérature n’est pas un objet extérieur, sur lequel on va plaquer la psychanalyse –elle est
une expérience qui constitue la vie psychique–, psychanalyse et littérature se côtoient et se
croisent” (2001: 65-66).
5
Kristeva define la experiencia como “l’apparition dans la langue de quelque chose de nouveau
qui n’a pas été nommé jusque-là, qui s’enracine dans le senti, le passionnel et l’archaïque, ainsi
que la possibilité de donner un sens à cette déchirure. Comme un extase douloureuse ou
lumineuse, que je tends à cerner dans du nommable et du transmisible” (2001: 64).
70 Analía Gerbaudo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
reciente Papa junto a entrevistas en las que subraya tanto sus orígenes (otra cons-
tante en los puntos de atención de Kristeva –cf. 1988, 2001–) como su nombre: la
novedad que supone la asunción de un Papa que “viene del fin del mundo” y que
elige el nombre de Francisco (2013), la interpelan. No sorprende esta reacción a
quienes venimos siguiendo (personalmente, con curiosidad) la importancia polí-
tica que la propia Kristeva dio a la invitación recibida por el Papa anterior,
Benedicto XVI, a intervenir en un encuentro interreligioso celebrado en Asís el
27 de octubre de 2011. Su conferencia “Diez principios para el humanismo del
Siglo XXI”6 (que trae el eco de los diez mandamientos, también por su tono
inusualmente normativo y categórico) está atravesada por las mismas preguntas
y preocupaciones que recorren su producción, aunque tocada por cierto tono
místico, tal vez más notorio por provenir de una declarada no creyente (cf.
Kristeva, 2012) y por la inscripción de un nuevo concepto: lo “multiverso”. Así,
junto al octavo principio, afirma: “No existe el Universo, la investigación cientí-
fica descubre y no deja de estudiar lo Multiverso. Multiplicidad de culturas, de
religiones, de gustos y de creaciones” (2011b). Kristeva evoca el Renacimiento,
el siglo de las Luces y trae los nombres de Erasmo, Diderot, Voltaire, Rousseau,
Sade y de “ese judío ateo que fue Sigmund Freud”. Un colectivo heterogéneo
que sitúa en la lucha por “la libertad de los hombres y de las mujeres a rebelarse
contra los dogmas y las opresiones, a emancipar sus espíritus y cuerpos, a poner
en cuestión toda certeza, mandato o valor” (2011b). Un llamado a la duda que
aparta de toda forma de “nihilismo apocalíptico” (2011b)7.
El intento de reformulación categorial es otra constante en sus trabajos. La
reposición de Freud en la escena teórica se hilvana a otras: la de Jean-Paul Sartre8,
6
Salvo que indique lo contrario, cuando aparecen en español citas de textos cuyo título origi-
nal se consigna en francés en la bibliografía, utilizo mi versión.
7
Aclaro que estoy trabajando con la versión larga de la misma conferencia, pronunciada com-
pleta en la Universidad de Roma el 26 de octubre de 2011 junto a la delegación de humanistas
convocados y con la participación del cardinal Ravasi. Como se puede ver en su sitio Web
(Kristeva, 2011b), la versión leída en Asís al día siguiente es más acotada y evita los pasajes
más ríspidos: justamente, varios de los que retomo y cito en esta presentación.
8
“Cuando nos interrogamos sobre la revuelta en el mundo contemporáneo, en la literatura
contemporánea, la experiencia de Sartre es insoslayable (…). Desde hace algún tiempo reina
una especie de consenso blando en todos los campos, y Sartre se ve a menudo despreciado,
muy injustamente, en mi opinión” (1996: 251).
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Roland Barthes9 y Louis Aragon10 (1996) unidas luego a las de Hannah Arendt
(1999), Melanie Klein (2000) y Colette (2003)11. Es la Kristeva desencantada por
la burocracia estalinista (1996: 23), por “los negocios y escándalos” de las “de-
mocracias postindustriales y poscomunistas” (19), por “los retornos represivos a
las necesidades identitarias” que “salen de nuevo a la superficie: nacionalismo,
tradicionalismo, conservadurismo, fundamentalismo, etc.” (43) la que atiende
tanto a la “necesidad de creer” (41) como a la “necesidad de revuelta” (2001: 39-
43)12, la que escucha “la creencia del ateo Sartre” (1996: 41), la que trata de
9
“Aunque el odio … persista como una especialidad bien francesa –¿serán las agrias recaídas
de la duda cartesiana?– y continúe desvalorizando las obras insumisas; aunque los escritos de
Barthes, en este clima, sufran ataques o denigraciones, trataré de demostrarles que no hay en
Barthes nada de un nihilista que hubiese contribuido, junto con los demás ‘estructuralistas’ o
‘teoricistas’, a matar la novela francesa (¡nada menos, y entre otras cosas!). No hay un ‘nihilis-
ta’, pues, sino un trágico sobrio, y esto porque desde comienzos de la década de 1950 consagró
su reflexión a las desventuras del sentido. (…) Existe sentido, y es analizable: tal fue, sino la
‘posición’, pues él era demasiado sutil para ‘posicionarse’, sino la intuición de Barthes, que él
transformó en sabor, en música, en sentido de la moda … y en placer del texto, deslizándose
por entre la rigidez de los conceptos y fascinándolos en una escritura sensible a la enfermedad,
a la ausencia y a la ironía” (1996: 245).
10
“El nombre de Aragon está asociado a dos movimientos que conmovieron este siglo: el
surrealismo y el estalinismo” (1996: 183).
11
En su “introducción general” a los tres tomos de El genio femenino Kristeva afirma: “Hannah
Arendt, una de las protagonistas de esta obra en tres tomos, se burla alegremente del ‘genio’,
inventado, según ella, por los hombres del Renacimiento: frustrados al verse asimilados a los
frutos de sus actividades, aunque fueran cada vez más excelsas, y mientras estaban perdiendo
a Dios, habrían desplazado su trascendencia hacia los mejores individuos de su tiempo. (…)
Me parece que el término ‘genio’ designa hoy en día aventuras paradójicas, experiencias sin-
gulares, excesos sorprendentes, que surgen a pesar de todo en nuestro universo cada vez más
estandarizado. Su aparición conmocionante, tan difícil, incluso imposible, abre el sentido de
la existencia humana. ¿Justificaría el genio el sentido de la vida? No, responden las protagonis-
tas de este libro, pues la vida se justifica de manera más humilde. (…) Como los héroes griegos
de la Antigüedad, mis genios tienen cualidades por cierto excepcionales, pero de las que tam-
bién estamos dotados la mayor parte de nosotros. Por añadidura, “ellos”, los genios (en este
caso “ellas”, tres mujeres), no cesan de cometer errores y mostrar sus límites. Lo que los
distingue no es más que haberle dejado a la opinión … una obra arraigada en la biografía de su
experiencia. (…) Llamamos ‘genios’ a quienes nos obligan a narrarnos su historia porque ella
es indisociable de sus invenciones, de las innovaciones volcadas al desarrollo de su pensamien-
to y de los seres, de la floración de los interrogantes, de los descubrimientos y placeres que esas
invenciones han generado. Sus aportes nos conciernen tan íntimamente que no podemos per-
cibirlos sin arraigarlos en la vida de sus autores” (1999: 9-10). Vida que, unas páginas más
adelante, define como “relato” (21).
12
“La révolte constitue notre intimité psychique, le psychisme comme vie. Si l’enfant ne se
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explicar por qué “el arte y la literatura son la continuación de lo sagrado por
otros medios” (33). “Nuestros pueblos son pueblos de cultura en el sentido de
que la cultura es su conciencia crítica; baste pensar en la duda cartesiana, en el
libre pensamiento de la Ilustración, en la negatividad hegeliana, en el pensa-
miento de Marx, en el inconsciente de Freud” (23). Como se advertirá, el ensam-
ble ideológico es notable (no más que en sus tiempos “semióticos”). Y la lista
sigue para incluir el Yo acuso de Émile Zola junto a las obras de Antonin Artaud,
Pablo Picasso, Jackson Pollock, Francis Bacon: “Los grandes momentos del arte
y la cultura en el siglo XX son momentos de revuelta formal y metafísica” (23),
apunta. Nuevamente, la atención al lenguaje y a las necesidades subjetivas: “Ya
no se trata de ponerse en conformidad con lo ‘universal’” (43). Y agrega: “Se
trata de forzar a fondo la exigencia de lo universal y la exigencia de singularidad
en cada individuo, haciendo de este movimiento simultáneo el resorte del pensa-
miento a la vez que del lenguaje” (43). En esa búsqueda Kristeva sitúa la revuel-
ta: “una revuelta infinitesimal” (1998: 16) atada a la necesidad de “interrogar”, a
la “duda” y también al “entusiasmo” (1996: 44).
El pasaje del “cientificismo” (o tal vez del “tecnicismo”) al “humanismo” se
descubre, por otros avatares y con otros matices, en Tzvetan Todorov.
Comencemos prácticamente por el final: en 2007 Todorov publica La littérature
en péril. Un ensayo que imbrica su historia de formación con su lectura del estado
de la enseñanza de la literatura en Francia. El relato autobiográfico resulta escla-
recedor ya que despeja las razones personales que llevaron a que, en su recorrido
intelectual, algunas preguntas con sus correlativas respuestas teóricas se impu-
sieran con fervor para luego reemplazarse por otras: de origen búlgaro (como
Kristeva), Todorov asocia su fascinación juvenil por el formalismo ruso con el
rechazo que le provocaban las lecturas dominantes en su país mientras rememora
una educación literaria repartida entre la erudición familiar y la propaganda ofi-
cial estalinista (Todorov, 2007: 9; 2011a: 309). Los formalistas, símbolo de la
resistencia a las lecturas totalitarias, no eran conocidos por los sesenta en Fran-
cia. Después de una estadía inicial por un año en París y antes de terminar su
révolte pas contre le père ou la mère, si l’adolescent ne crée pas une réalité rebelle contre ses
parents, contre l’école ou contre l’État, il est tout simplement mort. Il se prive de la possibilité
d’innovation et de création, il devient un robot” (2001: 40)
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l De la “revolución” a la “nano-tecnología”...: 67-81 73
entre otros.
Con cierta rispidez respecto de la producción de Todorov, evidente en su
comentario despectivo respecto de su traducción de los formalistas rusos, en Le
démon de la théorie. Littérature et sens commun, un texto desparejo pero que no obs-
tante no ha sido desestimado por la crítica, Antoine Compagnon localiza en los
años sesenta y setenta el período de apogeo de la teoría literaria en Francia,
reducida luego a método aplicable, a una “pequeña técnica pedagógica” (1998:
11). Su libro, una versión de un Seminario dictado en la Universidad de Colum-
bia en Nueva York y de un curso sobre teoría literaria en la Sorbona, enhebra
diagnósticos en parte certeros con generalizaciones y equívocos: Compagnon se
enreda con el mismo sentido común contra el que batalla. Por ejemplo, en un
pasaje señala que “los teóricos de los años sesenta y setenta no encontraron suce-
sores” (12), y a continuación agrega: “Barthes mismo ha sido canonizado, lo que
no es el mejor modo de guardar una obra viva y activa” (12). Despejemos al
menos dos cuestiones.
Por un lado, observemos que los maestros de los sesenta y setenta sí encon-
traron sucesores: que Compagnon los considere seguidores epigonales que no
produjeron ninguna renovación conceptual importante en esa misma línea es
dar otro matiz al tema. Retomemos el caso de Todorov dado que es uno de los
autores que venimos trabajando. Es interesante reponer dos cuestiones ya que
enriquecen la lectura de este punto. La primera: Todorov decide no participar de
una nueva versión de su muy difundido Dictionnaire encyclopédique des sciences du
langage escrito junto a Oswald Ducrot (1972 [1979]). Es imposible no leer esta
decisión en el marco de su cambio de postura respecto de los modos de interro-
gar la literatura. La actualización que da lugar al Nouveau Dictionnaire
Encyclopédique des Sciences du langage (1995) está a cargo de Oswald Ducrot y de
Jean-Marie Schaeffer con la colaboración de Marielle Abrioux, Dominique
Bassano, George Boulakia, Michel de Fornel y Philippe Roussin13. Y aquí hilva-
namos la segunda cuestión: Philippe Roussin puede considerarse, sin lugar a
dudas, uno de sus discípulos más fieles. Sus trabajos (2010, 2011a, 2011b) como
13
En la “Introducción” se incluye un agradecimiento especial a Todorov por permitir utilizar
ciertos pasajes de la versión de 1972: es por ello que su nombre se agrega al de los colaborado-
res (1995: 12).
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14
Sólo el título del seminario dictado en el Centre de Recherches pour les Arts et le langage
(École des Hautes Études en Sciences Sociales, París) entre noviembre de 2011 y junio de 2012
desnuda esta filiación: “Narratologies contemporaines”.
15
Me refiero al proyecto Animaux et animalité dans la littérature de langue française (XX-XXI siècles)
dirigido por Anne Simon. Agence National de la Recherche, 2010. Ver http://
animots.hypotheses.org/
76 Analía Gerbaudo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
esto se liga lo que llama “nano-intervención” (2008, 2011): una operación ceñi-
da a la “pequeña tarea” que opone a “lo espectacular” (2011: 289). Acciones en
las que las figuras de Derrida y Franz Kafka se unen por sus búsquedas de “inte-
rrupción” a través de “cuestionamientos cruciales” (2011: 287; 2004) de los flu-
jos naturalizados en la lectura literaria de la cultura. A través de un bucle extra-
ño, mientras habla de los otros, habla de su propio trabajo: Ronell lee la
descontrucción con la exigencia de una performatividad delimitada (cf.
Dufourmantelle, 2006) y encuadra su activismo dentro de la “nano-política”
(2008) que, lejos de su reducción, revela el sentido de responsabilidad de la tarea:
si el efecto logrado es una suspensión del tipo de las que ensaya, los objetivos
estarían cumplidos.
Como traté de mostrar a través de este rápido recorrido, buena parte de las
búsquedas actuales del “campo” (ese mapa de contornos poco definidos) aban-
donan los tonos grandilocuentes. Desplazamiento a partir del cual me permito
arriesgar una conjetura que hilvana aspectos políticos (Rinesi, 2003; Nancy, 2004)
y éticos (Deleuze, 1981) a los epistemológicos ya que encuentro en las resisten-
cias a la teoría en su acepción ortodoxa, en el acento puesto sobre la creencia
como parte del conocimiento, en la acotación de las rúbricas puestas sobre el
propio trabajo (“nano-intervención”, “pragramatología”, “revuelta infinitesimal”)
una inflexión comparable a la que practicamos cada vez que, tal vez
equívocamente convencidos pero sin falsa modestia, desde los confines de Amé-
rica Latina, llamamos “crítica” a desarrollos que, dado el re-uso, terminan for-
mando parte del difuso campo de la teoría contemporánea. Habilitan esta hipó-
tesis, entre otros, los conceptos de “regionalismo no regionalista” (Sarlo, 1996),
“nacionalismo no nacionalista” (Gramuglio), “cuento” (Ludmer; Nofal, 2010),
“populismo” (Laclau), “acefalía” (Antelo), “ciudad letrada” (Rama), “transcul-
turación” (Ortiz, Rama), “modernidad periférica” (Sarlo, 1988), “operaciones”
(Panesi), “política” (Rinesi). Hay allí ademanes “herejes” (como bien los ha ca-
lificado Rossana Nofal –2009–) en los que se descubre, junto a la apropiación de
la “herencia” (cf. Derrida, 2001a, 2001b), la introducción del aporte conceptual
en el plexo de una producción “disciplinar” (Spivak, 2003) que evita el rótulo un
tanto pretencioso de “Teoría” para escribirse, más bien, en plural y sin mayúscu-
las.
78 Analía Gerbaudo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
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82 Susana G. Kaufman l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Dadas las diferentes perspectivas sobre el tema del testimonio y de dar testi-
monio, los aspectos éticos comprometidos en él, los escenarios sociales involu-
crados y la densidad de la palabra como el espacio de expresión y construcción
de sentido e interpretación, el testimonio puede tornarse como la voz de lo difícil
de categorizar. Interroga al sujeto sobre sí mismo y abre a un campo de escucha
que involucra a quienes lo reciben. Puede ser objetivizado al tratarse en el campo
judicial por su valor de prueba, entrar dentro del canon ético de los DDHH,
ficcionalizado en la literatura, o poner el acento en las representaciones subjeti-
vas y en la viabilidad del testimonio para ser compartido y transmitido.
El enfoque que propongo, el que vincula violencia social y política y la posi-
bilidad de dar testimonio, nos permite acceder al relato experiencial de hombres
y mujeres que han atravesado períodos históricos en que la violencia cambió el
rumbo de sus vidas y cuyas consecuencias han sido compartidas en espacios
públicos, en otros espontáneos o en entornos habilitados de escucha y cuyos
testimonios se incorporan a la construcción de memorias colectivas.
Estas notas priorizan el enfoque subjetivo y desagregan algunas de sus di-
mensiones en que la singularidad y la construcción de lo único se constituyen en
lo inherente al testimonio. Es allí donde aparece el sujeto, el testigo, lo que impli-
ca un mapa en que la experiencia humana, los acontecimientos y la palabra se
habilitan, transitan, dando lugar a la expresión, a la transmisión, y a la escucha.
El relato testimonial no se centrará, entonces, en la perspectiva ética en que
testimoniar es hablar desde el mandato de recordar y contar, ni de hablar por los
que no están, sino en la perspectiva de aquello que refracta en el yo, en el propio
cuerpo, en las representaciones posibles y en el narrar para dar o revisitar el
sentido de lo vivido. Una narración en primera persona, llena de tensiones y
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Testimonio y violencia social...: 82-95 83
los procesos de transmisión, las diversas formas del testimonio iluminan histo-
rias de vida, relatos de época, y dan densidad a una parte de la historiografía que
a través de relatos individuales ahonda en fenómenos colectivos e históricos.
Desde la perspectiva íntima, el testimonio como parte de la transmisión con-
tribuye a la construcción de genealogías y del armado de sentidos identitarios
para quienes a través de las vivencias personales y de sus memorias relatan y
cuentan para sí y para los otros lo que ha condicionado opciones y recorridos
vitales.
En el circuito generacional las historias contadas y memorias transmitidas
plantean un punto de encuentro entre dinámicas vinculares, inscripciones subje-
tivas y discursos a construir. Un mundo de sentidos, permeado por imaginarios
que, construye referentes y da testimonio de dilemas de épocas y de contextos
socioculturales en que transcurre la vida en común. Quienes intervienen en la
red generacional, mayores y nuevos miembros, se vincularán transmitiendo y
recibiendo historias, contingencias vitales o silencios que encontrarán eco o mul-
tiplicarán enigmas y secretos. Relatos e imágenes sobre el pasado que se conver-
tirán en la historia de los vínculos presentes y que hará de los jóvenes testigos o
transmisores de deseos, penurias, odios, mandatos y valores. Como portadores
de una identidad y de una singularidad en medio de un tiempo histórico, serán a
su vez depositarios y transmisores del mismo (Kaufman, 2006).
La memoria familiar, una de sus dimensiones, se convierte en un capital
intersubjetivo, que relatos y recuerdos actualizan en significaciones tanto para
quienes transmiten como para quienes los reciben que lo harán con una nueva
óptica, desde la cual revisitar las narrativas y ponerlas en la perspectiva crítica y
creativa que surge de su propia experiencia.
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96 Ana Laura de Giorgi l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
3. LECTURAS
Memorias latinoamericanas
narrative seeks to contest only the margins of the story of their comrades.
It is a political commitment where prevails the collective over the indivi-
dual, certainty over doubt, the lived over the imagined, and acceptance
over negation.
Keywords: Memory - Gender - Maternity - Political Prisoners
Introducción
En Uruguay, luego de doce años de dictadura, en 1985 se eligió al primer
gobierno democrático. Un año después se sancionó la Ley de Caducidad que
impidió el juzgamiento a quienes habían cometidos delitos en el terrorismo de
Estado. En este contexto se inscribieron los primeros relatos sobre el pasado re-
ciente que remitían a la experiencia carcelaria y que en su mayoría involucraban
a militantes tupamaros. Los primeros textos recogieron correspondencia, recons-
truyeron trayectorias y relataron a través del testimonio la peripecia en los cen-
tros de detención1.
La literatura testimonial otorgó voz a quienes habían sufrido directamente la
violencia dictatorial y cumplió a su vez una función denunciatoria. Como señala
Achugar (1992: 6), el testimonio permitió en América Latina disputar a nivel
discursivo con la historia oficial y en este sentido, obras como Memorias del cala-
bozo desplegaban el horror dictatorial y contestaron el discurso de la “salida a la
uruguaya” y el “cambio en paz” del presidente Julio María Sanguinetti (de Giorgi
A., 2014). La legitimidad de estas obras provenía de quienes las elaboraban: mi-
litantes directamente involucrados, que sin intermediarios, relataban sucesos
excepcionales de los que habían sido protagonistas y de los cuales nadie se atre-
vía a dudar de su veracidad.
El relato de la cárcel, convivió a su vez con otro tipo de producción sobre el
pasado reciente que refería a las acciones de las organizaciones políticas en la
etapa previa al Golpe de Estado. De particular atractivo resultaron los textos que
1
Ver Bermejo (1985), Autores varios sobre Wasem (1985), Fernández Huidobro y Ronsencof
(1988), entre otros.
98 Ana Laura de Giorgi l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
la maternidad, con sus correspondientes hijos, habilita una dilución de las fron-
teras entre el pasado y el presente.
La reflexión aquí analizada está inspirada en dos preocupaciones generales,
por un lado, comprender el proceso de memoria de Maternidad en prisión política,
en su contexto discursivo y en sus disputas o diálogos con otras memorias. Por
otro, comprender el proceso de memoria desplegado por las testimoniantes des-
de su condición de mujeres que relatan desde la maternidad, esta última condi-
ción, el nudo gordiano de la diferencia sexual. Se trata entonces de ver cuánto
pasado se visita, se relata y se deconstruye, para comprender también qué lugar
ocupa dicho pasado en las apuestas del presente desde donde se escribe.
Maternidad en prisión política, editado en 2010 es un texto que, como adver-
tían sus autoras, trataba sobre sucesos ocurridos treinta y cinco años antes, a
partir del testimonios de mujeres que habían tenido sus hijos en cautiverio. Es un
texto que desde su inicio pretende cumplir con los criterios del canon de la litera-
tura testimonial, es decir, recrear hechos del pasado para darlos a conocer a quie-
nes no lo vivieron. La narración del testimonio adquiere un estatuto de verdad
que como señala Forné (2010) habilita un pacto de lectura testimonial que co-
mienza fundamentalmente por su fuente. La “huella de la oralidad” (Achugar,
1992), es la que otorgará esa certeza al lector de que lo narrado es lo “real” y esta
es una preocupación central anunciada por sus autoras que buscarán dar cuenta
de una “realidad ignorada por la sociedad” (...) de “llenar un hueco en la memo-
ria colectiva haciéndolo con los testimonios de la mayor cantidad posibles de
compañeras (…) con fragmentos con la menor intervención posible para que lo
que realmente ‘hablara’ fueran los testimonios” (2010: 16).
Se trata entonces de un texto que pretende dejar en claro que la ficción no tiene
cabida y que se han tomado todos los recaudos para que no se produzcan errores
en la representación del pasado. Esta apuesta política implicará delinear algunos
límites para visitar ese pasado: primará lo colectivo sobre lo individual, la certeza
sobre la duda, lo vivido sobre lo imaginado, lo aceptado sobre lo negado.
dos en cautiverio, no otras madres como las que fueron detenidas y encarceladas
junto con sus hijas, las que oficiaron de madres dentro de la cárcel protegiendo a
las que más sufrían, o las abuelas o tías que hicieron de madres una vez que los
niños fueron entregados. Quienes relatan son las madres que transitaron el em-
barazo en la cárcel, parieron en terribles condiciones y fueron separadas de sus
hijos al poco tiempo2. La legitimidad de la palabra está dada por un lazo de
sangre indisoluble anclado una vez más en las configuraciones familísticas que
relataron el pasado reciente (Jelin, 2010). El “binomio indisoluble madre-hijo”,
como señaló un médico de la propia estructura militar y que ellas recuerdan
(Jorge, 2010: 145) llegó al relato del pasado. La voz es la de una madre, la bioló-
gica, y no hay otras figuras ni madres-abuelas, ni tías, ni padres. El viaje al pasa-
do permite el encuentro con sus hijos, previo a un largo proceso de separación en
que la maternidad como tal fue suspendida y que sólo recordamos a través de la
voz de sus hijos al final del libro.
A lo largo del texto aparecen algunas referencias al Movimiento Nacional
de Liberación Tupamaros (MLN-T) y una interpretación del pasado –respecto a
la etapa previa y a la salida de la dictadura– propia de esta organización (Jorge,
2010: 20). Sin embargo, el lector debe ir desentrañando a partir de fechas de
detención, edades, lugares y referencias organizacionales, la pertenencia políti-
co-organizacional de las presas políticas. El tiempo correspondiente a la etapa
previa de la cárcel no es más que el preámbulo de la historia que se cuenta des-
pués, la de la maternidad en prisión, y que luego quedará como una historia
autocon-tenida en las dinámicas de la cárcel y la dictadura.
En dicho preámbulo la experiencia de las militantes en modo alguno es cen-
tral. El texto nos conduce a mirar aquel pasado del pasado, desde la trayectoria
organizacional o los grandes eventos3. Entre el relato de grandes momentos po-
2
Los bebés pudieron permanecer con sus madres hasta 1974, luego fueron entregados a las
familias. El texto tampoco aborda la maternidad a distancia luego de la entrega o las otras
formas de maternidad que desarrollaron abuelas y tías que recibieron a los niños.
3
A diferencia de los militantes hombres, al momento de editarse este texto eran pocos los
aportes que permitían reconstruir las trayectorias militantes de las mujeres en los diversos
colectivos de izquierda. En general se contaba con una literatura que relataba las grandes
acciones de partidos y movimientos en las que no conocíamos el rol de las mujeres. Los pocos
textos que abordaban trayectorias de mujeres o acciones donde estas habían participado se
102 Ana Laura de Giorgi l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
líticos como la marcha de los cañeros, la visita del Che Guevara, las ocupaciones
estudiantiles y fabriles, aparecen algunos elementos que nos hablan, casi al pa-
sar, de sus trayectorias militantes y de lo que significó ser joven, mujer y militante
en los sesenta. Así GV, recuerda la primera vez “cuando le tocó subirse a una
tribuna, para hablar de la violencia de arriba y la violencia de abajo”, cuando RB
debió pedir autorización para dormir en el liceo en una ocupación o cuando
MEB decidió no casarse por Iglesia y su familia no asistió a su casamiento. Estos
no son más que algunos comentarios de una experiencia concreta inserta en un
macro relato que no nos permiten mirar los sesenta desde la experiencia de las
mujeres militantes con todas las decisiones tomadas y no tomadas en dicho con-
texto.
El tiempo de la experiencia y de la agencia de las mujeres se inicia en la otra
etapa, cuando ingresan al relato como mujeres embarazadas y el carácter de
mujeres militantes se va perdiendo poco a poco. La experiencia se hace carne en
cuerpos detenidos preocupados por sus panzas, amenazados y maltratados. A la
tortura con la picana, el submarino, el plantón y los golpes, se sumaron los
manoseos, los abusos sexuales, la tortura psicológica, y el control de sus cuerpos
embarazados desde no permitirles ir al baño por horas o someterlas a “controles
ginecológicos”. La paradoja de este proceso de memoria y escritura es que mien-
tras esta etapa –la detención y cárcel– es recordada como el pasaje de la autono-
mía y la decisión a la de desprecio y el abuso (2010: 42), es a través del detalle del
desprecio, el abuso y sus resistencias, donde el lector visualiza mujeres que lu-
chan por tomar decisiones y construir espacios autónomos en el mundo holístico
del control total de la cárcel.
Los relatos de la tortura y los abusos, oscilan entre la firmeza –“Ninguna se
quejó, ninguna se sintió victimizada” (Jorge, 2010: 76) y la vulnerabilidad –“Me
empezaron a interrogar, estaba muda de miedo” (75). En cualquier caso, no que-
dan dudas que las presas se enfrentaron a un doble desafío –no previsto en el
inscribían en el relato de la épica tupamara configurado por la escritura de los varones pertene-
cientes al MLN-T, como los textos: La leyenda de Yessie Macchi (2000) e Historia de 13 palomas y
38 estrellas: las fugas de la Cárcel de Mujeres (1994) este último editado por Graciela Jorge en 1994,
la misma coordinadora del texto que se trabaja en este artículo.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La diferencia en los márgenes...: 96-113 103
4
El Manual de Interrogatorios del MLN-T indicaba que se debía resistir durante las primeras
24 horas de tortura.
5
Los partos se produjeron en el Hospital Militar, es decir, en el mismo lugar donde se atendía
el personal militar y sus familias.
104 Ana Laura de Giorgi l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
proyecto político-personal. Una vez que el relato detalla la resistencia del parto y
el éxito del nacimiento, se sucede el relato de la decisión de ser madres. Los
embarazos son presentados como deseados y buscados, no sólo por la mujer sino
también por sus compañeros varones que retornan a escena. Así como los hijos
de treinta y cinco años habilitan un relato del tiempo de su nacimiento y crianza
en la cárcel, cuando se escribe el libro los bebés recién nacidos habilitan llegar a
los sesenta y reconstruir el momento de su concepción. Los bebés son presenta-
dos como el resultado del amor entre los compañeros y de un proyecto político
más amplio en el que se precisaban “niños para amanecer” como consignaba la
canción de Daniel Viglietti y como ellas mismas se ocupan de recordar. Los hijos
nacidos en cautiverio son el fruto de la semilla de la pareja militante. Los bebés,
simbolizaban más que la llegada de un hijo y por esto al temor “corriente” de las
madres de recibir un hijo que no les perteneciera, se agregaba el riesgo de que el
recién nacido, fuera cambiado en el Hospital Militar por el hijo “de algún milico
de mierda” (Jorge, 2010:99).
La decisión de ser madres parece más un proyecto colectivo que individual.
A su vez el relato sobre la decisión de tener hijos, anudado al relato del nacimien-
to, permite poco margen para la reflexión o la duda de un embarazo en mujeres
que con veinte años recién llegaban a la vida adulta. Las diversas posibilidades
de decisiones en materia de salud-reproductiva no son desplegadas. La decisión
de ser madres originó un bebé que finalmente se dio a luz exitosamente. La pas-
tilla anticonceptiva no es mencionada y mucho menos la práctica del aborto.
La maternidad socializada –planteada como objetivo político– paradojal-
mente terminó desplegándose de forma forzada, ya que luego del parto y de
pasar por diversos cuarteles, fueron trasladas con sus hijos pequeños a distintos
establecimientos dedicados especialmente a estas situaciones, como el cuartel de
Caballería Nº1 Blandengues de Artigas y el Instituto Militar de Estudios Supe-
riores. La maternidad socializada se traducía en “resoluciones colectivas” sobre
los horarios de silencio, las tareas y los cuidados, se socializaban los paquetes y
se guardaban las mejores ropas y alimentos para los más pequeños. Los niños se
prestaban, “eran de todas”, y se construía de algún modo una familia colectiva
que disputaba con la familia individual o que ocupaba el lugar simbólico de esta
última. Como señala Forné (2009), los relatos de mujeres han hecho mucho
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voz y así exigir a los custodios de los cuarteles y cárceles condiciones para criar
mínimamente a los hijos o la presencia de médicos ante problemas de salud de
los niños. El relato es el de las madres presas luchando por el cuidado de sus
hijos, demostrando cómo pudieron a pesar de todo cumplir su rol de madres y
cómo esa identidad de madres fue definiendo la experiencia mientras los hijos
estuvieron con ellas. La categoría de madre aunaba diferencias a la interna y
permitía insertarse en un discurso social donde la figura de madre no tenía pro-
blema alguno de legitimación. Uno de los testimonios (CM) lo describe clara-
mente: “Nosotras éramos madres como cualquier otra madre que vivía en cual-
quier parte del mundo, madres conscientes, madres presas políticas, pero ma-
dres” (2010: 156). Las sospechas sobre ellas que esgrimían los soldados –que no
iban a cuidar bien a sus hijos, que una beba “iba a salir tupita, que los hijos
habían sido engendrados en la tatucera y no se sabía quién era el padre”
(2010:156)– las conducía a fortalecerse en su rol de madres y relatan haberse
esforzado para cumplir con el mandato biológico como cualquier otra mujer en
la tierra. Como señala Jelin (2002), las dictaduras del Cono Sur no sólo produje-
ron violencia y terror, sino un discurso conservador con sentencias sobre el “or-
den ‘natural’ (de género)” que recordaba de forma permanente a las mujeres
cuál debía ser su lugar en la sociedad (101).
En la medida que su discurso maternal se fortalecía y seguramente su propia
experiencia de la maternidad, se alejaban de aquella madre-militante que quería
ser diferente a las esposas de los militares y se ubicaban en un registro en donde
su condición de madres esperaba la solidaridad de género de otras mujeres. En
este sentido, el relato destaca especialmente el maltrato recibido hacia ellas por
parte de otras mujeres y la condición de mujer de enfermeras y pediatras que no
atendieron a sus hijos de la forma adecuada. Las fronteras políticas se diluían y
las víctimas del relato dejaban de ser aquellas militantes políticas torturadas para
ser las madres protectoras de pequeños mal atendidos por mujeres desnaturali-
zadas.
Si, como señala Sempol (2010), el mantenimiento de los patrones de la mas-
culinidad vigente fue una protección para los presos políticos, algo similar pare-
ce haber sucedido con las presas políticas, que en el caso de las madres contaban
con el elemento definitorio de la femineidad de acuerdo a los patrones de la
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época. En el caso de las madres presas dicha protección no sólo era discursiva y
simbólica, sino práctica y cotidiana. Sus hijos ocupaban su vida cotidiana y sus
preocupaciones. En este sentido, el relato de la interrupción de tal proceso, la
entrega de los niños a los familiares en 1974, es el más desgarrador de todo el
texto en el que la afectividad y el dolor son los sentimientos protagonistas y en
donde las figuras de la heroicidad no se atreven a aparecer.
Como señala la cita, las madres presas son trasladadas al Penal de Punta de
Rieles, con otras presas políticas, condición que pasará a ser la compartida. La
maternidad se interrumpe y no sabemos cómo se recuerdan esos otros tantos
años de la cárcel, desde qué figuras se piensa esa otra etapa, si desde la de presas,
madres o militantes. El salto del relato es hacia la salida y al desafío de reanudar
un vínculo con hijos que en algunos casos tenían diez años. Una vez más, como
es el tono general de estas memorias, el relato se construye sin fisuras y en una
dirección lineal de acumulación. La medida del éxito parece estar dada por la
posibilidad de reencuentro con el compañero y la construcción de una familia
con hijos nacidos en democracia –aunque en medio del Referéndum de 19896. A
diferencia del breve relato sobre los sesenta donde lo personal no tiene cabida y
la historia es la de la organización política, las acciones y los líderes, el breve
relato de los ochenta se ancla en un registro de lo personal, de la reconstrucción
de la familia, de los vínculos afectivos, del retorno al estudio y la inserción laboral.
6
El Referéndum de 1989 pretendía anular la Ley de Caducidad que permaneció vigente al no
lograse la mayoría necesaria para derogar la norma.
108 Ana Laura de Giorgi l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
El texto se cierra con una nueva voz, la de los hijos, que reunidos a partir del
año 2007, comenzaron a conocerse, a hablar y a recolectar algunos testimonios o
sensaciones que forman parte del último capítulo del libro. El discurso de este
apartado contrasta con el relato de sus madres al abrir márgenes para la discu-
sión, para la duda y para lo innombrable. Señalan los datos que tardaron tiempo
en conocer, las conversaciones que no pudieron tener con sus madres, las dificul-
tades en ubicarse entre el adentro y el afuera de la cárcel, la cultura del secreto y
los silencios que configuran las memorias. Respecto a esto último, llama podero-
samente la atención la no restricción de los hijos a nominar lo que no pudo ser
señalado por quienes escriben y autorizan el libro: Paloma, la niña concebida y
nacida en cautiverio. ¿Es que la discusión política de este caso impidió mencio-
nar el caso? ¿Es que hablar desde la maternidad y los niños sólo podía ser posible
invisibilizando una maternidad cuestionada? Como señala Pollak (2006), la
memoria es selectiva, y los silencios son un ingrediente fundamental de ella.
Maternidad en prisión política narra los hijos concebidos y buscados fuera de la
cárcel producto de la pareja militante comprometida, pero no lo que queda por
fuera de este canon, como Paloma que nació en prisión seis años después de que
su madre fuera detenida. En este caso, se anudan muchas de las cosas que no se
relatan del pasado durante el período de la cárcel, tal vez el amor, sin dudas la
sexualidad y una decisión buscada de la maternidad que transgredió los manda-
tos militantes. Paloma está presente en una de las fotografías que integran el
libro junto a otros jóvenes nacidos en prisión y sus datos de nacimiento están
disponibles en el anexo al final del texto. Sin embargo, sólo un lector conocedor
del caso, por medio de otras fuentes7, puede detenerse en las fotografías a ubicar
a Paloma o comprender el significado de este nombre cuando una de las hijas la
menciona sin dar más detalle. Como señala Achugar (1992), a diferencia de una
novela, el testimonio no puede ser apócrifo ya que sería desautorizado y perdería
su condición de tal. La omisión del caso paradigmático de una maternidad en
prisión como la anteriormente mencionada, lleva al límite la renegociación del
pacto de lectura (Forné, 2009) que se reanuda con la voz de los hijos y con los
silencios constitutivos de su pasado.
7
Ver Sanseviero R. y Ruiz M. (2012): Las rehenas: historia oculta de once presas de la dictadura.
Montevideo: Fin de siglo.
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Una idea central de los estudios del campo de la memoria es que el recuerdo
del pasado está interpelado por el presente desde el cual se rememora (Van Alphen,
1999). El texto aquí en cuestión es un claro ejemplo de este fenómeno y de una
apuesta de sus autoras de señalar la imbricación entre pasado y presente a través
de sus hijos que encarnan esa dimensión existencial del pasado. Los hijos, y
algunos hijos de los hijos, anudan pasado y presente, conforman el grupo de los
niños, y se transforman en la evidencia de que el desafío a la peripecia carcelaria
realizado por sus madres fue exitoso. El texto finaliza, casi como empieza, con la
voz de terceros, en un caso los hijos, en otro las psicólogas, autorizando la voz de
las protagonistas. Mujeres de resistencia, respetaron los mandatos militantes y
respetaron los mandatos de género como reconocen las voces autorizadas desde
la psicología:
amor filial con madres que aman “naturalmente” a sus hijos. Y en este proceso
posiblemente se encuentre una concepción de la desigualdad de género como
subsidiaria de la desigualdad de clase en las organizaciones políticas de izquier-
da, pero también los efectos de la dictadura en el refuerzo de la moralidad fami-
liar. Toda vez que los soldados les recordaron a las madres-presas su falta de
condiciones para cumplir como madres, ellas se preocuparon en reafirmar que
esta era una condición natural que podían cumplir tan bien como cualquier otra
madre.
Aquí se produce una paradoja, el relato centrado en la maternidad permite
desbordar los márgenes del relato androcéntrico, pero limita las posibilidades
para que las protagonistas recuerden su experiencia política en tanto mujeres
más allá de su condición de madres. Las mujeres quedan presas de su destino
biológico y no pueden visitar otros pasados como mujeres ni desarmar los senti-
dos construidos por sus compañeros desde una experiencia particular. Las prota-
gonistas de este relato quedaron embarazadas en medio de una revolución polí-
tica y sexual que las puso en el centro de la escena. Sin embargo, lo privado y lo
público continúa reñido en el relato y lo político parece terreno de una esfera y lo
personal de otra. No hay visitas a aquellos sesenta desde otros lugares y los se-
tenta dictatoriales encapsulados en el discurso diferencial pero maternal, estre-
chan los márgenes para hablar y escribir sobre el amor y la sexualidad, temas
recurrentemente evitados en las memorias de la cárcel (Sempol 2010; Merenson,
2003). Los ochenta y los dos mil rearman la vida familiar, las madres y sus hijos
construyen un pasado familiar con muy pocas fisuras que se vuelve el comple-
mento, y subsidiario, de los grandes relatos escritos por los padres del relato y de
los niños.
El campo de posibilidades de los que se puede recordar, decir y escribir tiene
sus fronteras que no son sencillas de cruzar. La memoria es colectiva (Ricoeur,
1999) y cuando se trata de literatura testimonial anclada en un pacto de verdad,
los límites son mucho más estrictos que lo que sucede en la ficción donde la
transgresión a los discursos hegemónicos puede ser aceptada como parte del
género (Daona, 2011). Sin embargo, los límites no son internos a las formas que
debe adoptar el testimonio, sino que también son re-creados a través de él. En
este sentido, el relato testimonial puede ser perforado a través de sueños e imagi-
112 Ana Laura de Giorgi l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
naciones (Forné, 2010) o puede inscribirse dentro de los estrictos límites del rea-
lismo. Maternidad en prisión política, es una apuesta política que respeta los límites
del discurso y los recrea de forma constante. Los distintos pasados, sesenta, se-
tenta y ochenta, se visitan desde las categorías disponibles, el espacio para la
diferencia no es más que el de los temas no tratados al ser considerados por fuera
de lo político en el relato mayor.
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Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La diferencia en los márgenes...: 96-113 113
vel. Urzagasti’s prose can be perceived as novels given the fact –the author
argues– that the texts creating a crisis in the genre not necessarily stop
belonging to it. This crisis, which can be seen in other Latin American
writers, turns the novel into what Barthes calls writerly texts, which cannot
be measured by readerly norm.
Keywords: Crisis in the novel - Writerly texts - Writing eccentricity - Orality
- Literary thinking
Preámbulo
Se podría claramente trabajar la noción de ruptura en la novela boliviana del
siglo XX en Bolivia apelando a los evidentes cambios que se operan en ella desde
un primer medio siglo, en el que más o menos imperaría el formato realista en la
representación literaria, pasando por un medio siglo en el que se ejercerían sobre
el lenguaje narrativo una serie de intervenciones que lo sacan de ese formato y lo
sacudirían hacia una nueva postura frente al lenguaje y las posibilidades de la
ficción1, hasta el fin de siglo, donde lo recorrido haría carne en el amplio espectro
de variaciones en las que ha aterrizado el género, incluyendo vertientes como las
de la literatura femenina, del gótico, del policial y de la ciencia ficción, que ahora
suscitan tanto interés.
Esta llana y más o menos ordenada forma de concebir el transcurso de la
novela se ve fuertemente fisurada si rebasamos un poco los límites del género y
tomamos en cuenta más bien la prosa en sus diferentes manifestaciones. Vale la
pena hacer este ejercicio: pensar la novela en un contexto discursivo aun mayor,
el de la prosa. En esta dirección, el decurso del discurso cobra otra dimensión,
pues entonces no hay modo de eludir escrituras como las de María Virginia
Estenssoro, Arturo Borda, Hilda Mundy y Gamaliel Churata, entre otras, como
formas de prosa que habrían antecedido, algunas por décadas, al –ya canonizado
por la crítica– cisma de mediados del siglo, apuntando claramente a un transcur-
so alternativo de la literatura. Un transcurso en el que ya en las primeras décadas
del siglo la literatura estaba atravesando esas intervenciones y sacudidas en el
1
Luis H. Antezana ha trabajado este tramado en la novela boliviana para las primeras ocho
décadas del siglo XX en “La novela boliviana en el último cuarto de siglo” (1985).
116 Ana Rebeca Prada l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
2
Un cisma establecido por Antezana en el artículo mencionado en la Nota 1 y en el prólogo a
Cerco de penúmbras editado por Plural Editores en 2005, en la colección Letras Fundacionales.
3
Es muy sintomático que no haya un solo estudio más o menos extenso y detenido de El
escalpelo de Saenz. Se dice que es su primer libro de poemas, pero si una, en lugar de leerlo en
el horizonte de la poesía de ese tiempo y de su propia poesía posterior, lo lee en el horizonte de
la prosa y la narrativa de vanguardia de décadas anteriores en la región (pienso en la Casa de
cartón de 1928 de Martín Adán, así como la estudió además Hugo Verani en su artículo “La
casa de cartón de Martín Adán y el relato vanguardista hispanoamericano” [1989]), verá que
pueden perfectamente estudiarse los relatos de El escalpelo como parte de esa tradición discursiva.
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claras, pero a ratos se borran; o de plano no están ahí. Estos escritos requieren de
la participación activa del lector, incluso para algo tan básico como la definición
de lo que se está leyendo. Se ponen en crisis los modos aprendidos de lectura y
decodificación. En sus mejores momentos, el texto escribible demanda (o invita
a) ser (re)escrito cada vez que es leído; el lector es convertido en escritor cada vez.
Los signos estarían menos sometidos al código legible y estarían, pues, a disposi-
ción.4
Los textos “legibles” suelen tener una relación referencial con “la realidad”
o requieren para su decodificación la noción de una realidad dada que impera de
todos modos en el sustrato de su estructuración. García Pabón ha trabajado la
compleja relación entre texto y realismo, estableciendo que la literatura realista
no es simple copia; hay una retórica muy compleja, claro, que constituye lo que
entendemos por ese horizonte discursivo5. Los textos “escribibles”, en todo caso,
ponen en crisis esa dependencia del texto respecto a (lo que se construye como)
lo real, haciendo evidente el artificio de toda construcción escritural, ficcional,
señalando a su armazón retórica y a la ilusión que éste proyecta. De este modo,
desestabilizan la posición del lector al decirle que esto que está dado así podría
haberse dado de otra manera; que es recomponible; que no es más que una posi-
ble organización de piezas o fichas.
Estas categorías pueden ser útiles para entender que ya por lo menos desde
la tercera década –pero lo más seguro es que ya desde la segunda– del siglo XX
se estaban escribiendo en Bolivia prosas que desordenaban claramente un cierto
4
El texto “legible” es, por excelencia, la novela realista. En términos generales, el modelo
sería, por ejemplo, Madame Bovary de Flaubert. En cuanto a los textos “escribibles”, podemos
mencionar el nouveau roman (al que se refiere Barthes cuando teoriza el texto como “escribible”
o “legible”): las novelas de Sarraute, Robbe-Grillet y Duras en Francia. En Latinoamérica,
está Salvador Elizondo y su Farabeuf o la crónica del instante 1965; Margo Glantz y su Síndrome
de naufragios 1984 y Apariciones 1996; y está la obra de Diamela Eltit, desde Lumpérica de 1983.
5
Ver, por ejemplo, “De Watawuara a Santiago de Machaca. Apariciones y desapariciones en la
narrativa realista boliviana del siglo XX” (2013). Antezana, en el ya mencionado “La novela
boliviana en el último cuarto de siglo”, apunta que “la novela boliviana es marcadamente
‘realista’; es decir, domina una escritura que busca definir sus significaciones y sentidos en
relación, más o menos directa, más o menos inmediata, con la vida socio-histórica que la
contextualiza”; aclara que no se trata de un realismo “no es necesariamente mimético, aunque
sí se quiere verosímil y posible” (1985: 27).
118 Ana Rebeca Prada l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
formato que imperaba y que tenía como manifestaciones más evidentes a Raza de
bronce de 1919 y La Chaskañawi de 1947. Insisto en que para mí la reflexión debe
ir por este sendero más amplio y no por la compartimentalización más cerrada
del género –creo (tentativamente) que la discusión se abre y se hace más intere-
sante–. Lo enriquecedor está en ver lo que sucede en los géneros discursivos
como la prosa o el verso, y cuáles son sus (entre) contaminaciones. Porque claro,
es evidente que el texto “escribible” es el que más puede o tiende a contagiarse de
lo poético, perturbando la pureza y la especificidad retórica de la prosa narrativa.
Con todo esto quiero entender que algo se desarreglaba y devenía excéntrico
en la prosa durante la primera mitad del siglo XX. El occiso, Pirotecnia, los cuader-
nos de Borda, el Pez de oro, los relatos de Saenz, nos empujan hacia afuera. Seña-
lan estos textos a las vanguardias, esa alteración mayor de los parámetros del
realismo. Hay un diálogo complejo de Estenssoro, Villanueva, Borda, Saenz,
Peralta –y muchos otros, claro– con ellas. El gran aire que insuflaron las van-
guardias a las letras americanas es definitivamente un horizonte de referencia
necesario para la crítica de la literatura boliviana6 y para nuestra reflexión, aun-
que ellas –las vanguardias– deban leerse en la forma particular que incidieron en
cada una de estas obras, sin duda muy distintas unas de las otras.
Jesús Urzagasti
Los párrafos del Preámbulo establecen un mínimo contexto para la idea cen-
tral de este escrito: yo afilio la prosa de Urzagasti a los ejercicios realizados por
estos prosistas de la primera mitad del siglo más que al trabajo de novelistas
como Quiroga Santa Cruz o a cuentistas como Cerruto –a los que se les lee, ya
vimos, como manifestación central del cisma de mediados de siglo–. Cisma a
cuyo contexto Urzagasti se habría agregado una década después, cuando en 1969
Sudamericana publicó Tirinea, tras las gestiones de H. A. Murena y Sara Gallar-
6
En el último par de décadas, se ha empezado a abrir el lente de la crítica en este sentido. El
trabajo de Elizabeth Monasterios sobre la vanguardia andina, los dos tomos de Hacia una
historia crítica de la literatura en Bolivia de Blanca Wiethüchter y Alba María Paz Soldán et al., y
las publicaciones de la editorial de la Mariposa Mundial, así como la revista, son parte de este
fenómeno.
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Acabo de leer [las] 200 páginas [de El Gran Gatsby] por tercera vez y ha
vuelto a encantarme la verdadera lección que encierran acerca de cómo hacer
una novela. Por lo menos estoy seguro de eso en cuanto a dos o tres elemen-
tos: un personaje o un grupo de personajes potentes y bien construidos a lo
largo del texto, una historia interesante, y un narrador que se encarga de
ambas cosas con una estrategia que seduce. Digo esto además en alusión a
que estos días se ha estado escribiendo en nuestro medio acerca del legado
literario dejado por el recientemente finado Jesús Urzagasti (QDDG). Pues
confieso estar desconcertado. Algunos se refieren a libros como De la venta-
na al parque o Los tejedores de la noche en términos de novelas ... Y como eso es
discutible, me parece que es preferible que no lo sean, porque si son novelas,
7
Vargas ya no es hoy columnista de La Razón. Lo es de Página Siete, otro diario paceño.
120 Ana Rebeca Prada l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
todos ellos al mismo tiempo. De ahí que los trece libros de la colección que sí son
novela vayan tan bien acompañados por las selecciones de los libros de Arzáns y
Borda.
En todo caso, y volviendo a Iván Vargas, a mí me preocupa que sigamos
asumiendo la novela como únicamente la novela de modelo clásico europeo y,
dentro de ella, la legible. Y que no asumamos que discutir novela también implica
discutir el género discursivo: la prosa. O sea: si no es como El gran Gatsby, enton-
ces no es novela. Me preocupa, pues si algo hizo, para el caso latinoamericano,
la prosa del modernismo y luego la de las vanguardias (como decíamos antes)
fue perturbar, precisamente, esas nociones rígidas en cuanto a género. El propio
realismo maravilloso y luego las neo-vanguardias sacaron y sacan el novelar de
su estructura canónica –de ahí que tengamos las obras tan ex-céntricas como las
de Salvador Elizondo, Diamela Eltit o Margo Glantz mencionadas en la nota 1–.
Yo me pregunto: ¿por qué aquellos textos que llevan a la crisis el novelar no son
considerados novelas?
Volviendo a El Loco de Borda: para mí ésta es una de las obras que más cerca
de lo “escribible” está en nuestra literatura (entendiendo –reitero– que no es no-
vela, pero que desde su estatuto indefinible en prosa la interpela, así como lo
hace con el ensayo y el cuento, por ejemplo). Otra obra que se encuentra en la
misma esfera es En el país del silencio, que ha sido hasta hoy aludida en general
como novela, como el resto de los escritos en prosa de Urzagasti. Hasta hoy, en
que Iván Vargas establece un criterio distinto. Si son novelas, entonces son “ma-
las novelas”. Así, pues, no hay que leerlas como tales –dice e implica–. Puedo
discrepar con Vargas en eso de que no sean novelas las de Urzagasti, dado que
para mí los textos que ponen en crisis el género no tienen por qué dejar de perte-
necer a él. Pero me interesa una implicación de su aserto: que el texto de estas
prosas sea tan ex-céntrico, que pueda ser expulsado del género –en este caso por
el columnista, y seguramente por muchos otros–. Y que, de paso, pueda ser eva-
luado como “malo” si insistimos en su pertenencia al género.
Soldán tiene que ver, precisamente, con esta cercanía que encuentro entre Borda
y Urzagasti8. En ese escrito enfoco yo en las tramas de estas literaturas, en cuan-
to tienen que ver con un “pensamiento del afuera, un transcurso nómada, una
apuesta ética altamente subversiva (171)”. La semilla de este ensayo así como
del libro Viaje y narración, también del 2002, está en un ensayo de Luis H.
Antezana: “Del nomadismo: Tirinea de Jesús Urzagasti”, que ya en 1977-78 es-
tablecía lo que a mi parecer es la clave para la lectura de esta narrativa (lo
nomádico). En aquel ensayo sobre Borda y Urzagasti apunto a que en estas obras
se da una escritura que plantea “un pensar en/con la literatura”, lo que de hecho
apunta al centro mismo del problema con En el país del silencio o los otros textos
en prosa de Urzagasti como novelas: están atravesadas de la expresión de un
pensamiento que no corresponde a una noción clásica de lo novelesco, y que remi-
te no sólo a temas como el del país o la patria, entre otros, sino al de la escritura
misma de los textos. Al estarse dando como escritura. Aquí ocurre una cercanía
efectivamente complicada con, por ejemplo, el ensayo. Y, además, ambas escri-
turas –las de Borda y Urzagasti– presentan un muy complejo armado auto-bio-
gráfico: la ficción en el caso de Urzagasti se teje en torno a un potente material
de vida. Ello también tensa el espesor ficcional e, igualmente, lo aleja de la no-
ción clásica de lo novelesco acercándolo peligrosamente a ese otro género del
discurso: las historias de vida, las biografías.
Pero, tal vez, lo que más aleje estas escrituras de una noción clásica del géne-
ro es la calidad fragmentaria de la composición escritural –y no el juego de las
significaciones, pues éste más bien va dirigido centralmente en Urzagasti a las
suturas–. Vemos lo fragmentario muy fuertemente en En el país del silencio, pero
es, en verdad, una constante en toda la obra narrativa. Hay eso que menciona
Iván Vargas; repitamos:
8
Me refiero a “Exterioridad nomádica, pensamiento del afuera y literatura: Borda y Urzagasti”,
Hacia una historia crítica de la literatura en Bolivia (2002).
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Oralidad y testimonio
Más allá de los apuntes míos sobre Borda y Urzagasti en la Historia crítica, y
que encaran –creo– la discusión sobre la pertenencia o no y las tensiones de ese
pertenecer o no de la obra de Urzagasti al género de la novela, me gustaría con-
centrarme en un elemento que tiene que ver, precisamente con lo que señalaba
antes: esto de la tradición oral en el seno de lo literario. No sé si llamarlo simple-
mente oralidad, fuerza de lo oral, origen rural y/o cultura campesina, o todo al
mismo tiempo. Veremos. Lo central es que atraviesa la obra de Urzagasti un
registro vinculado a lo oral que es capital en su proyecto escritural general y que
puede resultar siendo el nudo central de esta incomodidad con el género que
suscitan sus novelas en algunos lectores, de esta polémica en torno a su pertenen-
cia genérica y al hecho de que como novelas estas prosas sean “malas”.
Creo que lo oral pasa en la narrativa de Urzagasti por un saber recuperado
de la niñez, vinculado a lo afectivo, a lo emotivo, a lo sensorial, al contacto con
la naturaleza y a la experiencia con un habla específica, la de los chaqueños del
campo y de los pueblos. Es el sustrato clave de la forma de narrar, de los materia-
les narrados y de los modos de recuperar las hablas conocidas, recordadas, entra-
ñables. El humor proviene de estas hablas, muchos personajes son armados a
partir de ellas (esos que van y vienen, que aparecen y desaparecen) y del recuer-
do amoroso de “hermosos destinos” de la tierra de origen. También tiene que ver
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con la familiaridad con lo invisible, con la naturaleza con que se elabora lo fan-
tástico y se alude a lo mítico.
Tiene que ver asimismo con un registro preciso que cruza esta narrativa: la
del testimonio. Beatriz Sarlo, en su polémico libro Tiempo pasado. Cultura de la
memoria y giro subjetivo (2005) nos propone una visión muy crítica del reciente
giro subjetivo del discurso testimonial vinculado a víctimas o hijos de víctimas
de la dictadura o de otras catástrofes históricas. Acudo a este libro, pues otra de
las argumentaciones posibles para tratar la perturbación del orden genérico po-
dría estar relacionado al registro testimonial de esta literatura. Ya hemos habla-
do del registro auto-biográfico; sabemos que la auto-biografía es por excelencia
un género escrito –de gran tradición en occidente, además–, mientras que el tes-
timonio está cruzado de oralidad, en tanto habla del desastre o de la experiencia
social e histórica particular la voz de la víctima, del testigo o alguien muy cerca-
no. Y lo hace desde una circunstancia personal que garantiza ella sola y su expre-
sión la validez de ese hablar –que es lo que Sarlo problematiza–.
Pero aquí mencionamos todo ello para negarlo y para, a partir de esa nega-
ción, acercarnos a la particular manera en que entra la oralidad en el formato
testimonial en estos libros. Una obra como En el país del silencio pone a jaque
tanto a la novela en cuanto género de gran tradición occidental, como al testimo-
nio en cuanto género híbrido y problemático (si seguimos a Sarlo). Es decir,
tanto a la forma escrita y normada del discurso narrativo sobre el pasado (a
partir de las diversas tensiones que en ella inscribe y que ya fueron menciona-
das), como a esa otra forma que es como su némesis: el testimonio, que –en
general se entiende– trae al discurso escrito la experiencia de quienes han vivido
en circunstancias de opresión social, política, económica; de olvido o marginación;
de subalternidad respecto, precisamente, de la cultura letrada. Podemos pensar
inmediatamente, entre otros, en Si me permiten hablar (1977) de Domitila Chungara
con Moema Viezzer; de Nayan uñatatawi-Mi despertar (1988) de Ana María
Condori con Ineke Dibbits y Elizabeth Peredo; o de Kasikinakan purirarunak
qillqiripa-El escribano de los caciques apoderados (1992) de Leandro Condori Chura
con Esteban Ticona. A diferencia de los testimonios que principalmente trabaja
Sarlo, los de las víctimas o hijos de las víctimas de la dictadura argentina, en los
tres testimonios bolivianos que acabo de mencionar hay, por supuesto, el ele-
126 Ana Rebeca Prada l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
9
Ideado por Silvia Rivera y sus estudiantes en el contexto de sus clases en la Carrera de Socio-
logía de la UMSA y creado en 1983, el THOA constituye una de las experiencias más comple-
jas del rescate y difusión de la memoria y el pensamiento indígena a través de la re-valoración
y puesta en ejecución de la oralidad como elemento estructurante de la historia, la política y
las culturas aymara y quechua, y de la vinculación del saber con la comunidad indígena (el
ayllu). El trabajo que realiza y realizó, re-texturando la epistemología, la teoría y la historia
desde lo indígena, se expresó en la publicación de testimonios indígenas y en el trabajo desde
el saber oral en general. Entre muchas otras publicaciones, destacan: El Indio Santos Marka
Tula, cacique principal de los ayllus de Qallapa y apoderado general de las comunidades originarias de la
republica (1984), Los constructores de la ciudad, : tradiciones de lucha y de trabajo del Sindicato Central
de Constructores y Albañiles de La Paz; 1908-1980 (1986), Mujer y lucha comunitaria; historia y memo-
ria (1986); Los artesanos libertarios y la ética del trabajo (S. Rivera, 1988), Metodología de la historia
oral (Carlos Mamani, 1989), La mujer andina en la historia (S. Rivera y Z. Lehm, 1990), Pachakuti:
los aymara de Bolivia frente a medio milenio de colonialismo (S. Rivera, 1991), Ayllus y proyectos de
desarrollo en el Norte de Potosí (S. Rivera, R. Conde, F. Santos, 1992), Encuentro Andino Amazónico
de Narradores Orales (1994), la serie sobre los relatos orales del Zorro Antonio de María Eugenia
Choque y Carlos Mamani (1997).
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Jesús Urzagasti: Una reflexión sobre...: 114-133 127
En el país del silencio se publica en Hisbol de Javier Medina, que editaría muy
poco después (en 1988) el testimonio de Ana María Condori (con I. Dibbits)
Nayan Uñatatawi, : mi despertar, y que produjo una multiplicidad de libros funda-
mentales para el estudio y teorización de lo indígena, lo campesino y rural en los
años 80 y 90. En esta última década publicó los importantes libros: Memoria de un
olvido. Testimonio de vida uru-moratos (Miranda, Moricio, Álvarez, Barragán, 1992);
el ya mencionado El escribano de los caciques apoderados (1992) y Ukhamawa
jakawisaxa = Asi es nuestra vida: autobiografía de un aymara de Luciano Tapia, 1995)10.
¿Por qué publica Urzagasti En el país del silencio en Hisbol? Y ¿qué significancia
puede tener este hecho?
Yo creo que Javier Medina –habrá que conversar y recordar con él en algún
momento– percibió en esta novela de Urzagasti ese elemento de lo rural, de lo
campesino, del trabajo con la memoria y la oralidad que tanto le interesaba a su
proyecto intelectual y editorial. Y no puedo dejar de recordar inmediatamente
que Urzagasti contaba que no le había gustado para nada esa primera edición de
la novela; y rechazaba sistemáticamente –de modo paralelo– toda vinculación
que pudiera hacerse de su escritura con proyectos indígenas, sociales, antropoló-
gicos, defendiendo su tramado estrictamente literario.
Más allá de atender este reclamo del autor, absolutamente válido y muy
elocuente a la hora de medir cómo percibía su propio proyecto escritural, es
necesario decir que el libro de Urzagasti convivía en los estantes de Hisbol con
aquellas otras producciones de estirpe antropológica, etno-historiográfica y so-
ciológica, revelando aquella fibra que muchos –sobre todo su editor– recupera-
ban y apreciaban de su escritura: la de ser parte de un coro de voces venidas del
extra-muro (no sólo en términos geográficos, sino también en términos discursivos,
culturales) para contar historias profundas, silenciadas, luminosamente distin-
tas.
Quiero recoger la crítica central de Beatriz Sarlo a la inmunidad epistemoló-
gica y teórica del testimonio, no para recuperar –como ella– testimonios del ho-
10
Hisbol, editorial y librería, creado por el importante intelectual mencionado, co-editó varias
de las producción del THOA. Y es otro proyecto editorial que resulta capital para entender la
reformulación de los conocimientos durante los 80 y 90 en Bolivia.
128 Ana Rebeca Prada l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
11
Lo que quiere hacer Sarlo es recuperar la tradición de los escritos anti-dictatoriales venidos
de cuerpos victimizados, torturados, pero pertenecientes a la intelectualidad, a la academia.
Testimonios que pueden venir en otros formatos (artículos, auto-biografía, ensayos académi-
cos, etc.) pero que tienen una validez ética y política fundamental; frente a una puesta en
privilegio del testimonio no intelectual, de marginados de la letra y la academia que habrían
establecido una validez epistemológica y ética sin cuestionamientos.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Jesús Urzagasti: Una reflexión sobre...: 114-133 129
Salida
Pero lleguemos a lo sustantivo: lo que más ofusca la materia novelesca es la
materia poética en la narrativa de Urzagasti. No sólo en cuanto en el entre-tra-
mado de la prosa de las novelas haya un desplazamiento del narrar al poetizar,
sino porque hay una mirada de poeta que organiza el mundo ficcional que de
distinta manera se expresa en la narrativa. Es claro que el escritor de las novelas
fue también poeta y que puede haber un resbalar de lo poético hacia la prosa,
claro. Sin embargo, lo importante es que de entrada el lector se encuentra –desde
las primeras páginas de Tirinea, yo creo– con una prosa que está atravesada de
una lógica analógica, que no sólo se desplaza de una cosa a otra, uniendo lo
diferente, sino que entra en la naturaleza de la metáfora misma. Es en este senti-
do y a partir de todas las modulaciones de lo poético, una prosa muy hermosa. Y
muy extraña.
Extravagante, diría yo. En cuanto es rara, fuera de lo común. Ex-céntrica
respecto del orden usual de las cosas del narrar. A ratos vuelve a lo acostumbra-
do: de pronto leemos una narración reconocible, de hechos, con un transcurso,
con personajes, con un inicio y un desarrollo, pero sólo para ver después que se
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Jesús Urzagasti: Una reflexión sobre...: 114-133 131
da una deriva hacia otra cosas. Su peculiaridad tiene que ver con los elementos
que hemos desarrollado en esta intervención: en esa colindancia con otros géne-
ros del discurso que producen un ruido a ratos demasiado estridente en la pureza
del narrar.
Quiero pensar que esa extravagancia tiene que ver con el mundo de cosas con
que carga esta palabra en su etimología: “errar o vagabundear fuera de los lími-
tes”. Ya se ha hablado en diversos lugares del tema del errar, del nomadismo en
la escritura de Urzagasti. Podría considerarse a partir de ello ese –y aquí cito el
diccionario etimológico– “sujeto raro o extraño que se mueve o actúa sin lógica
aparente, fuera de los límites de la normalidad”.
Si mucho de la crítica sobre Urzagasti ha buscado normalizar su extravagan-
cia, aquí he buscado más bien subrayarla. Pues a mí personalmente su escritura
nunca deja de parecerme extraña. Pareciera que –volviendo a aquello de lo
escribible– está lista siempre a ser re-escrita. Invitando a una pasada más. Vol-
viéndose siempre otra cosa.
Extraño: extranjero, foráneo, forastero –dice el diccionario etimológico–. Se
trata de una escritura que se hace extranjera y que logra permanecer en situación
de extranjería. No me canso se repetirlo –y esto con Proust–: los más bellos li-
bros están escritos en una suerte de lengua extranjera. Y, sin embargo, en medio
de toda esta charla sobre extranjería: ¿no es acaso la de Urzagasti una de las
literaturas más propias, más íntimamente nuestras? Lo más probable es que allí
resida su profunda inteligencia poética: mantenerse afuera cuando en verdad vie-
ne desde tan adentro.
El escritor “vino de afuera” –de afuera de los límites– en términos geográfi-
cos (si hablamos desde los Andes, que es donde finalmente recaló), aunque ya
sabemos que en nuestro país –y en el que él construyó en la ficción– “venir de
afuera” puede querer decir “de adentro”, de “lo más interno”.
Así, terminamos de pronto más cerca de la afirmación de Iván Vargas de lo
que creímos: si estas novelas son leídas como novelas entonces son malas nove-
las. Entonces, tal vez hay que leerlas en su ex-centricidad y extravagancia –en el
lugar liminar que ocupan respecto de las fronteras de los géneros, de su delimita-
ción y trazado– en cuanto a textos que derivan en biografía, ensayo, oralidad,
132 Ana Rebeca Prada l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
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134 Blas Gabriel Rivadeneira l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Pensar una poética de la memoria implica volver sobre las complejas relacio-
nes entre lo vivido y las formas de representarlo. Resaltar el papel de lo poético
como mediación, como proceso de aproximación entre la experiencia y un len-
guaje que debe reinventarse para expresar ese momento único e irrepetible. Cuan-
do las viejas palabras, con sus sentidos usuales y ya cristalizados, no sirven para
dar cuenta de la intensidad de lo vivido, en la grieta de esa imposibilidad, apare-
ce lo poético.
Giorgio Agamben supo escribir que “en la actualidad, cualquier discurso
sobre la experiencia debe partir de la constatación de que ya no es realizable”
(2002: 7). Esta constatación en lugar de disminuir aumenta las posibilidades de
la literatura. La crisis en la forma de representación abre un campo para la expe-
rimentación con el lenguaje y la invención de nuevos sentidos y formas de decir
ante construcciones fosilizadas. El énfasis en la potencialidad de la fantasía fren-
te a la literalidad (Nofal, 2006) desplaza los bordes de ese espacio de incertidum-
bre, de lo inefable. La escritura misma se replantea sus condiciones de posibili-
dad más allá del realismo. Rosemary Jackson señala la irrupción de lo fantástico
como una operación subversiva:
136 Blas Gabriel Rivadeneira l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
En este trabajo nos proponemos indagar las distintas figuraciones que ad-
quiere la violencia política en las novelas que componen la Trilogía Involuntaria
del escritor uruguayo Mario Levrero. Rompiendo con cualquier modelo realista
mimético Levrero construye su Trilogía a partir de la recurrencia a lo onírico y la
alusión metafórica. Es en el trabajo con la imagen y la metáfora definida por
Ricoeur como “el proceso retórico por el cual el discurso libera el poder que
ciertas ficciones comportan de redescribir la realidad” (2001: 13) donde Levrero
articula su poética. La imagen no tiene una función reproductiva sino que se
coloca como eje de un texto que busca reponer la experiencia de manera lateral,
en los sentidos que dispara la experiencia misma de lectura. Se trata de pensar la
memoria desde el presente y de encontrar las palabras y sus modulaciones para
contar lo que no se puede contar. El fantasy en su vinculación con las fronteras
de lo siniestro es apropiado para subvertir las categorías de lo posible y explotar
los puntos de fuga del lenguaje. Consideramos que en esta operación escrituraria
Levrero postula otra forma de escribir los sucesos ligados a la violencia política
de finales de los ‘60 y principios de los ‘70 en Uruguay.
La casa y la ciudad
La Ciudad (1970) es la primera novela de la Trilogía Involuntaria. Escrita en
1966, son tiempos de grandes cambios sociales y políticos en la sociedad urugua-
ya. La agitación estudiantil y obrera aumenta en el periodo, con epicentro en
1968 o en la huelga general previa al golpe de Estado; crece el accionar de la
guerrilla, como así también las medidas represivas. En 1966 se produce una re-
forma constitucional que instala un presidencialismo fuerte. El Colorado Óscar
Gestido es el primer presidente en ostentar estos poderes. Hasta su fallecimiento
en diciembre de 1967, tiene un gobierno breve pero convulsivo durante el cual no
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jer, Ana, deviene también en violencia cuando el protagonista casi termina vio-
lándola en el espacio público.
La violencia está siempre latente en los límites de esa cartografía; lo siniestro
se conforma como la frontera de lo socialmente aceptable, a lo largo de la Trilogía
se suceden pasillos a oscuras, puertas prohibidas, habitaciones que atravesar.
Martín Kohan escribe respecto al no-lugar desde donde se configura la ciu-
dad levreriana: “El espacio que los personajes de Levrero recorren o habitan
suele ser el de la falta de ciudad” (2013: 113). No se trata de situar la acción en el
campo o en un posapocalipsis que forman parte del relato-ciudad sino de aban-
donar esos dispositivos para dar cuenta de su falta. Señala Kohan: “La ciudad
desaparece sin dejar en su lugar otra cosa que su falta. Ni otro sitio ni una expli-
cación aparecen para reemplazarla; lo que queda es una promesa incumplida,
una perspectiva que no va a poder realizarse” (2013: 114). Es a partir de esta
operación que entendemos la ciudad como fantasmagoría.
En La Ciudad la violencia se configura como el revés de esa fantasmagoría de
la espera. Esta metáfora es la gran organizadora del relato, en los dobleces del
sueño burgués de la ciudad ordenada aparece el reglamento y la farsa. El pueblo
al que llegan parece ofrecerles todo: vivienda, trabajo seguro en la estación de
servicio, hospitalidad por parte del encargado, Giménez. Sin embargo, esa fa-
chada encubre una amenaza constante. Los códigos de comportamiento que
manejan los habitantes son muy distintos, los zapatos se guardan en cajas mez-
clando diferentes tamaños, el empleado en lugar de vender juega con muñequitos,
la señalización y los mapas están en otro idioma o no sirven como orientadores.
Además, ha perdido a Ana y siente que algunos habitantes parecen ser actores de
una obra que representan para él. Se siente un otro, un extranjero. La estación de
servicios perdida en un pueblo fantasma es la metáfora de ese disciplinamiento
social al que pretenden someterlo. No hay trabajo útil ya que no pasan vehículos,
sólo existe la promesa de que algún día todo va a prosperar. Sobre esa ausencia
se monta la fantasmagoría a partir de la norma. Giménez cumple la función de
adoctrinarlo en el deber de acatar el reglamento. Éste parece abarcarlo todo: no
puede fumar, no puede abrir una puerta, debe estar despierto hasta las 5.37am
para apagar las luces de la estación antes de la salida del sol. Trabajo y prohibi-
ción se asocian a la alienación del individuo. La ciudad como espacio reglado
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tres partes en la que está dividido el libro se corresponden a cada una de ellas.
La primera parte nos muestra al sujeto perdido en el laberinto de su psiquismo.
La serie de habitaciones que se suceden idénticas donde no se puede volver atrás
representan las tensiones del inconsciente. Escribe Helena Corbellini: “Ese Lu-
gar de Levrero, con puertas que se abren y se cierran por única vez a su paso, está
construido como una gran metáfora del inconsciente, con su laberíntica comple-
jidad, sus oclusiones y aperturas, sus padecimientos y anhelos de liberación”
(1996: 21).
El protagonista es nuevamente un personaje vaciado, sin nombre. Cuando
despierta en la primera habitación de la serie, intenta reconstruir una experiencia
anterior. Quiere saber cómo llega allí, recuerda vagamente que tenía una cita con
Ana, que pasa por una parada de colectivos, compra unos cigarrillos y algunos
otros detalles. El esfuerzo es vano porque la memoria es caprichosa. Ana ya no
sólo ha desaparecido sino que se ha convertido en un vago recuerdo, en un signo
de lo que fue, un signo que no puede llenar. Verani escribe que “ya no es más que
la sombra de un deseo o un juego verbal” (1996: 53).
En un intento de retener la experiencia que lo desborda, el personaje princi-
pal de El Lugar registra en una libreta los acontecimientos que está viviendo. La
cárcel del yo es así doble, la del sujeto perdido en las habitaciones y la del que
inscribe esa experiencia en la escritura.
A medida que avanza se suceden algunas variaciones, habitaciones con luz,
o a oscuras, con personajes que hablan un idioma desconocido por él, o
deshabitadas. El escenario es hostil. Con las personas que se cruza no se puede
comunicar y le temen. Sólo el encuentro con una mujer cambia esta situación. A
pesar de tampoco poder comunicarse con ella la nombra Mabel. La necesidad de
que el lenguaje dé cuenta de la experiencia es una constante en la novela. Afron-
tar la falta de comunicación y entendimiento en los límites del poder de repre-
sentación del lenguaje.
En este sentido, se puede leer a Levrero en relación a la máquina de escritu-
ra-memoria que pone a funcionar García Márquez en Cien años de Soledad (Perilli,
2013) como el que desnuda las limitaciones del artefacto. Se cuestiona la capaci-
dad de la novela para cumplir ese papel y, en definitiva, a todo el proyecto
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1
Nos referimos a la “Trilogía Luminosa”, como le llama Corbellini (2011), que componen el
relato Diario de un canalla (1992) y las novelas El Discurso Vacío (1996) y La Novela Luminosa
(2005). La serie puede ser una “Pentalogía” si incluimos el texto hasta hace poco inédito,
Burdeos, 1972 (2013), y otro relato, Apuntes Bonaerenses (1992), que también indagan el formato
diario.
142 Blas Gabriel Rivadeneira l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
París ciudad-metáfora
En la última novela de la serie, París (1979), es donde Levrero lleva más a
fondo los recursos empleados en las dos anteriores. A partir de la toma de con-
ciencia de la imposibilidad de la ciudad, de su ausencia o mera existencia como
promesa, en este último libro el protagonista llega a una ciudad que es claramen-
te una metáfora del sueño de la ciudad moderna: París.
Levrero no ha visitado aún París al momento de escribir la novela. La cons-
truye como un espacio de cruce que concentra las aspiraciones y las pesadillas de
la modernidad. Juan Carlos Mondragón, en un artículo donde destaca el uso de
París como ciudad-metáfora a lo largo de la obra de Levrero, escribe que París
“es el nombre de lo innombrable, el refugio de una circunstancia epocal que va
acorralando las manifestaciones de deseo, la operativa de sueños, la traslación a
lo cotidiano de formas de vida que pudieran desagradarle a los profesionales de
la guerra” (2006: 113).
Estilísticamente este cambio se expresa en una ruptura total con cualquier
pretensión mimética. Las imágenes alegóricas y simbólicas estructuran un relato
que se ha fragmentado por completo, la ambivalencia del protagonista escindido
entre el yo de la vigilia y el yo del sueño es la misma que sufre el relato en su
constitución. Se quiebran las leyes de la física, un viaje puede durar trescientos
años, los taxistas mueren de repente, un grupo de hombres pájaros vuelan sobre
París, y todo esto sin la reposición tranquilizadora del fantástico tradicional o la
ciencia ficción, es decir, sin pretender recomponer el orden en un orden paralelo
o alternativo. Por el contrario, en el texto la ruptura con la secuencia lógica na-
rrativa busca exponer ese desorden, mucho más constitutivo, que es la crisis de la
idea de ciudad como organizadora del espacio y del imaginario.
Hugo Verani señala:
Yo no sé muy bien que quieren decir cuando dicen ficción. Yo digo realis-
mo. Lo digo porque corresponde. Yo nunca he escrito nada que no haya
vivido. A ese vivido si querés ponele comillas. Las cosas que escribo las vivo
interiormente. Más bien una literatura simbólica que mediante ciertos jue-
gos intenta reproducir o traducir cierto tipo de movimientos interiores que
no tienen correspondencia con un lenguaje. Eso mezclado con experiencias
más concretas, todo tiene valor simbólico. En la época de La Ciudad, París,
yo creo que estaba trabajando con capas muy profundas del inconsciente.
(2013: 70).
Poética de la Memoria
Levrero considera al proceso escriturario como una incursión en la interiori-
dad, una búsqueda interior, de ahí la importancia que le da al sueño y a las
manifestaciones del inconsciente. Las principales características de su armado
textual, recurrencia a un simbolismo borroso y a la alusión metafórica, estética
de lo onírico y arbitrario, preferencia por la escritura en primera persona y la
experimentación genérica, se subordinan a esta poética. Lo erótico y lo humorís-
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del lenguaje representativo. Una escritura experiencial, de clima más que de tra-
ma, repone de manera performática lo vivido en el presente de la lecto-escritura
de los textos. La escritura y la lectura en tanto actos se convierten en espacios de
creación y no meras instancias de reproducción.
La noción de poética de la memoria rescata el papel de la fantasía a la hora
de la articulación de los sucesos del pasado. Cuando el lenguaje denotativo, ordi-
nario, se queda sin palabras aparece el espesor de lo poético. La metáfora como
artefacto que subvierte la propia escritura más allá de las fronteras de lo nombrable.
La imagen de una casa abandonada, un pueblo fantasma o un grupo de hombres
alados operan sobre los límites del deseo y lo siniestro. Escritas en tiempos de
gran agitación política y represión en Uruguay (1966 a 1970), las novelas de la
Trilogía, a través de la densidad de sus ambientes y sus deseos de asaltar los
cielos de París, reponen, en primera persona, un inventario de fragmentos, perso-
najes, objetos y lugares, de un sueño que termina en pesadilla.
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Abstract. The lines that follow attempt to establish some trains of thought
for an analysis that seeks to introduce the texts that describe the tragedy of
October 2nd, 1968, occurred in Tlatelolco (Mexico City), into the poetic
tradition of the last decades. The analysis of the different aesthetics in
poems published in differents anthologies like El libro rojo del 68 (2008)
configure some space to highlight some of the essential themes that appear
in the definition of a myth of the 1968 in Mexico. Some of these themes
are a reflection on the country, and a symbolic reenactment of the meaning
of the tragedy, in light of previous crucial events in the history of Mexico.
Keywords: Tlatelolco - 1968 - Mexico - Poetry - History.
Sobre las cinco y media de la tarde del miércoles 2 de octubre de 1968 las
bengalas lanzadas desde los helicópteros que sobrevolaban la Plaza de las Tres
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constantemente “¿Quién, quién ordenó todo esto?” mientras la Plaza de las Tres
Culturas se tiñe de nuevo, cinco siglos después, de sangre. El poema de Pacheco,
además, asimila la matanza del 68 con el final de la conquista de México en
1521, uno de los temas centrales de la configuración de la mítica de Tlatelolco,
de la que hablaremos más adelante.
La intertextualidad, los fragmentos, el collage de voces externas resuenan en
los poemas de Leopoldo Ayala, que recoge testimonios, cifras, porcentajes, listas
de desaparecidos y de muertos o discursos directos en textos como “10 de curpus”,
“Cómo callarás sus vidas”, “Celda conyugal” o “Día de muertos”, donde pode-
mos leer la crudeza del drama en nombres y apellidos:
Años y nombres:
20 Héctor Méndez Brown.
20 José Meel Gaitán Quiñones.
18 Noé Fernando Valladares
21 Manuel Pérez Valladares
19 Manuel Sánchez Casas.
24 Marco Antonio Ovanda Pérez
20 Roberto Valdez Garibay.
22 Jorge Acosta Nava.
20 Venancio Leslei Montoya.
(Ayala et al. 2008: 104).
Por otro lado, los poemas de Octavio Paz y Rubén Bonifaz Nuño, si bien se
alejan de la estética comunicante, nos sirven para introducir algunas de las pau-
tas temáticas centrales sobre el 68: la reflexión sobre el estado de la democracia
mexicana.
Octavio Paz era representante del gobierno mexicano en la India, como
embajador en Delhi, durante los meses anteriores al 2 de Octubre. El tres de
octubre, todavía desde la India, firma su poema “Olimpíada de México, 1968”
(Ayala et al. 2008: 273), aparecido en la revista Siempre, número 801, del 30 de
octubre de 1968, después de presentar su dimisión como diplomático del gobier-
no de Díaz Ordaz. La poética de Paz plantea sensaciones que recorrerán todos
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Entre Tlatelolco y Tlatelolco...: 150-165 157
los poemas del 68: “La limpidez no es límpida: es una rabia extendida sobre la
página. ¿Por qué? La vergüenza es ira”. Vergüenza, ira, rabia, que convierten el
hermetismo metafísico en ineludibles alusiones a la calle, a la plaza: “Los em-
pleados municipales lavan la sangre en la Plaza de los Sacrificios”, reactualizando
el espacio de Tlatelolco con una proyección de lugar sagrado, donde ya
Cuauhtémoc en 1521, lo mismo que los jóvenes estudiantes asesinados, sacrificó
la herencia de su pueblo.
El hermetismo de Rubén Bonifaz Nuño en algunos fragmentos de El ala del
tigre (1969), construye una poética de la desolación cargada de imágenes de muerte
“y aquí de la muerte: aquí, los cauces periféricos de la agonía; los ametrallados
sin saberlo” en una ciudad donde ondean “Banderas de vidrio. Sol, aludes oto-
ñales de luz podrida” (Ayala et al. 2008: 135). La descripción de la masacre, “de
tumbo en tumbo y tumba en tumba ensangrentadas ruedan las banderas” (135),
culmina con otro de los lugares comunes de la mítica de Tlatelolco: la confrater-
nización con los muertos, la asunción de los asesinados como raíz de una socie-
dad nueva: “Por mucho que me aflija y mucho que me alegre, ¿no he de conso-
larme? / Ciegos en medio del combate / están de pie los hombres. Vivos / por
breve tiempo, mis hermanos. / Solo por la muerte nos queremos” (136), que
estará también en los versos finales del poema de Gabriel Zaid “Lectura de
Shakespeare (soneto 66)”: “Asqueado de todo esto, preferiría morir, / de no ser
por tus ojos, María, / y por la patria que me piden” (Ayala et al. 2008: 364).
El viento de protesta, de denuncia, vertebra temáticamente las principales
composiciones del 68. El tono acusatorio define una poesía directa, alusiva, don-
de el interés ideológico prima sobre las definiciones estéticas. La literatura va a
abrir un proceso de reflexión sobre el estado de la patria y las consecuencias del
desarrollo de una democracia aparente, autoritaria y represiva, con un doble
discurso, cargado de grandes significados de progreso y vacía de soluciones rea-
les ante las desigualdades sociales.
Raúl Cáceres Carenzo firma su poema “A los jóvenes” con el pie “8 de no-
viembre de 1968. México D.F. –Año de la ira”, que define claramente el sentir
general de unos textos que generalmente parten de la inmediatez de la ira, de la
rabia de una voz colectiva, pero que ponen sobre la mesa argumentos demoledores
contra un estado de derecho con una ética voraz, capaz de orquestar masacres
158 Víctor Manuel Sanchis Amat l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
nuestra herencia una red de agujeros”, decía el verso náhuatl de La visión de los
vencidos (2012[1959]), “es nuestra herencia una red de agujeros”, dice el poema
de Pacheco, se convirtió también en uno de los grandes temas de la poesía sobre
el 68. José Emilio Pacheco plantea precisamente en su poema “Lectura de los
Cantares mexicanos: Manuscrito de Tlatelolco”, incluido en No me preguntes cómo
pasa el tiempo de 1969, una relectura de algunos de los testimonios de los venci-
dos, traducidos al castellano por el padre Ángel María Garibay en el siglo XX
que leídos en el contexto del 68 actualizan su significado:
1
José Emilio Pacheco corrigió sus poemas en las diferentes ediciones de su obra completa. En
la edición del año 2002 de Tarde o temprano el poema queda de la siguiente manera: “Cuando
todos se hallaban reunidos / los hombres en armas de guerra cerraron / las entradas, salidas y
pasos. / Se alzaron los gritos. / Fue escuchando el estruendo de muerte. / Manchó el aire el
olor de la sangre. / La vergüenza y el miedo cubrieron todo. / Nuestra suerte fue amarga y
lamentable. / Se ensañó con nosotros la desgracia. / Golpeamos los muros de adobe. / Es
toda nuestra herencia una red de agujeros” (Pacheco, 2002: 67).
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Entre Tlatelolco y Tlatelolco...: 150-165 163
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166 Victoria Daona l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Memorias argentinas
filiación” that gives title to this work.At a first moment, it´s shows how
the grouping H.I.J.O.S –Sons for Identity and Justice against Oblivion
and silence– was formed as an actor in the field of Humans Rights, while
other sons began to intervene in the public space with cultural productions.
At a second moment three novels are analyzed: Soy un bravo piloto de la
Nueva China (2011) by Ernesto Semán; Diario de una princesa montonera.
110% verdad (2012) by Mariana Eva Perez; and Pequeños combatientes (2013)
by Raquel Robles, to think what those “estéticas de filiación” are and how
are assembled in these narratives.
Keywords: Fictions - Affiliations - Chilhood - State Terror - Argentina
Este artículo se inscribe en la trayectoria de los hijos y las hijas de los y las
militantes de la década de 1970 en Argentina y busca reflexionar sobre las filia-
ciones y sus formas. Para hacerlo trabajaré con los libros de Ernesto Semán, Soy
un bravo piloto de la Nueva China (2011); Mariana Eva Pérez, Diario de una princesa
montonera. 110% verdad (2012); y Raquel Robles, Pequeños combatientes (2013). Me
interesa pensar cómo, en sus ficciones, esos hijos/ as vivieron después de la des-
aparición de sus padres, qué vínculos establecieron con esas ausencias-presen-
cias, cómo se apropiaron de la herencia que les fue dada y cuáles son las marcas
generacionales que les permitieron hacerlo.
Para ello, propongo pensar qué relación encuentran estas estéticas filiatorias
con el movimiento de DD.HH. en Argentina –especialmente con la agrupación
Hijos e Hijas por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio H.I.J.O.S.–
y con el contexto de producción en el que emergen. Ser hijo/a de un/a desapare-
cido/a en el país es, por un lado, una categoría histórica en tanto da cuenta de un
momento específico de la nación y de una condición particular y, por otro, una
noción política que abre el juego a las disputas por los sentidos que asume la
memoria. Pero es también, aunque pese, una condición de doloroso privilegio,
puesto que las lógicas del “familismo”1 (Jelin, 2010) los habilitan para hablar del
1
En el artículo “¿Víctimas, familiares o ciudadanos/as? Las luchas por la legitimidad de la
palabra” (2010), Elizabeth Jelin plantea que los conceptos de “familismo” y “maternalismo”
son criterios centrales de la atribución de legitimidad de la palabra pública en la Argentina
post-dictatorial, puesto que “durante la dictadura, tanto los militares como el movimiento de
derechos humanos utilizaron la matriz familiar para interpretar su lugar en la confrontación
política” (Jelin, 2010).
168 Victoria Daona l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
tema con solemnidad o irreverencia, según prefieran, pero con una potestad que
no tienen quienes no forman parte de los afectados directos. Creo que es en ese
cruce entre la legitimidad y las formas en donde cobra fuerza la idea de las esté-
ticas de filiación.
Las preguntas que suscitan la lectura de ambos textos tienen que ver con las
distintas temporalidades que se hacen presentes tanto en las acciones y las pro-
ducciones de los hijos/as, como en las formas de leer esas producciones a la luz
de las de los otros actores. Las categorías de “espacio de experiencia” y “hori-
zonte de expectativas”, que R. Kossellek propone en Futuro pasado. Para una se-
mántica de los tiempos históricos (1993), son de gran productividad para pensar en
esas temporalidades sobre las que se fundamentan las historias y sus relatos.
Para Kossellek “la experiencia es un pasado presente, cuyos acontecimientos
han sido incorporados y pueden ser recordados” (1993: 338), se trata de un espa-
cio en donde se fusionan los modos racionales de elaboración de una historia,
junto con sus restos inconscientes, al mismo tiempo que siempre contienen hue-
llas de experiencias ajenas que se transmiten generacional o institucionalmente.
“La expectativa se efectúa en el hoy, es futuro hecho presente, apunta al todavía-
no, a lo no experimentado, a lo que sólo se puede descubrir” (338). Para Kossellek
el tiempo histórico es ese presente en donde las personas viven y actúan, sin
perder de vista sus experiencias del pasado y sus expectativas en relación al futu-
ro.
Volviendo a los textos de Bonaldi y Amado, si bien el primero está pensando
en acciones de protestas sociales y el segundo en producciones audiovisuales;
creo que en ambos casos, en la mirada que busca la novedad de las formas se
escapa algo que estas manifestaciones dicen del presente en relación a un pasado
que desconocen y en pos de un futuro que es siempre incierto. El “espacio de
experiencia” de los hijos, se sostiene en un pasado con el que deben consolidar
sus lazos de filiación en tanto necesidad de construcción de una genealogía fami-
liar que –podemos suponer– en su “horizonte de expectativas” aparece como
significativa a nivel subjetivo e individual; por eso sus relatos no pueden escapar
a la mención de una subjetividad afectada, al mismo tiempo que está cargada de
simbolismos en la esfera pública y por eso tampoco pueden desentenderse de los
discursos que los precedieron.
Como ya adelanté, el propósito de este artículo es analizar tres ficciones
literarias cuyos protagonistas y narradoras/es son hijas/os de desaparecidos.
Quizás al final se puedan esbozar algunas ideas sobre los procesos de tramita-
ción de las historias familiares que las narrativas de Semán (2011), Peréz (2012)
172 Victoria Daona l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
y Robles (2013) proponen y pensar las relaciones que establecen con lo generacio-
nal, con las experiencias y con las expectativas que se manifiestan en estos libros
y que permitirán darle forma a la idea de que hay en ellos una estética anclada en
la filiación.
secuente con sus ideas y preocupaciones, lo mejor que puede hacer con el pasado
es destruirlo, juntar lo que queda y tenerlo debidamente catalogado, para no
olvidarlo ni tener que pensar en ello, porque los que viven, y nos importan, están
acá, aquí y ahora y todavía sin llegar” (75). Lo curioso es que Rubén dice destruir
e inmediatamente después dice juntar todo y catalogar, para no olvidar y para no
pensar en eso.
En la Isla también aparecen Abdela y Capitán; Rubén presencia ese enfren-
tamiento en donde Abdela aparece reflexivo en torno a su militancia. Es para
pensar cómo Rubén recrea la voz de su padre y lo construye tal como a él le
gustaría, un padre que fue militante y que en esa militancia dejó la vida y recién
ahora se da cuenta de que no cuidó a su familia. “Si algo aprendí –le dice el
camarada Abdela a Capitán– es que más allá de mi devoción por la causa, de mi
entrega total por los compañeros y por todo lo que hicimos juntos, la vida es eso
que empieza después del Partido, ahí cuando termina la lucha y uno se queda
solito y al viento, reconstruyendo los pedazos” (228). Al final de esa conversa-
ción Rubén se da cuenta de que durante todos esos años que pasaron desde que
desapareció su papá siempre estuvo preocupado en su propio dolor y nunca se
puso a pensar en el dolor que había sentido su padre al morir. Luego de esa
reflexión la Isla desaparece.
En el epílogo después de cremar a la madre, los hermanos se reparten la
mitad de los dólares, hacen fotocopias de la carta, de la nota y Rubén se queda
con la foto y con Chinastro. Ese mismo día en el diario aparece la noticia del
asesinato de Capitán, cometido por su hijo.
La ciudad, el campo y la Isla, son espacios que le permiten a Rubén recons-
truir una imagen de su padre que pueda armarse en ese cruce que se da entre lo
que conoce (su recuerdo), lo que le transmite su madre y lo que le gustaría que
hubiera sucedido tanto en el Campo como en la Isla. Lo interesante es la trayec-
toria que realiza Rubén desde que comienza la novela –cuando llega a Buenos
Aires para acompañar a su madre– hasta el final, cuando debe enfrentarse a su
orfandad. En ese trayecto, la desaparición de su padre que él creía era el evento
más trascendental de su vida se resignifica puesto que en un mismo tiempo Rubén
debe enfrentar la muerte de la madre y la llegada de su primer hijo. La idea de
una temporalidad en donde el “espacio de la experiencia” esté archivado para no
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Princesas, combatientes y pilotos...: 166-186 175
olvidarlo, pero no para hacerlo intervenir –tal como Rubén lo expresa al verse en
la plaza de pequeño junto a su padre– se le complejiza cuando ese pasado se
hace presente y se fusiona en un “horizonte de expectativas” que incluye a los
que todavía no llegaron pero forman parte de ese entramado familiar. Al final de
la novela, Rubén le encuentra a su padre un lugar en la genealogía familiar, en la
del origen de sí mismo y en la que le narrará a su hijo al nacer.
interesa trabajar tres aspectos que considero estructuran la trama del texto y que
tienen que ver con lo vincular, la noción de emprendedores de memoria y los
problemas que supone la escritura para M.
En el diario todo el tiempo están presentes no sólo la pregunta por sus pa-
dres, sino también sus abuelos, su hermano –nieto recuperado–, Jota –su pareja–
y sus amigos que en su mayoría son hijos de desaparecidos. A M. la crió la mamá
de su papḠlo que ella supo de él durante muchos años fue lo que su abuela le
contó, que se mezclaba con las fotos que había debajo del aparador. Sin embar-
go, dice M., la repetición de las mismas anécdotas que en su infancia la hicieron
sentirse muy cerca de su padre, en la adolescencia dejaron de decirle cosas y
transformaron a su padre en un extraño.
Esa sensación de extrañeza hace que la princesa salga a buscar quien pueda
contarle más cosas. Así es como conoce a unos amigos de su padre que –entre
otras cosas que le cuentan– le entregan unas fotos de 1971 en donde su papá
aparece tocando los teclados de una banda de rock en Villa Bosch. A la princesa
le entusiasma esa imagen de su padre porque es diferente a las otras fotos que vio
y “que no retratan ningún momento significativo, ni dicen nada de lo que hacían
o hicieron” (2012: 97), puesto que se distancia de la foto carnet que aparece en
las banderas de los organismos y se acerca a las fotografías de los álbumes fami-
liares devolviéndole a su papá una vida más allá de su militancia y a la princesa
la imagen de un padre que hizo otras cosas además de ser montonero. En cuanto
a Paty, su madre, la princesa cuenta que la mejor imagen que tiene es la que le dio
Martín, un ex novio de su madre que no solo le habló de ella, sino también le
entregó unas cartas que ella escribió de puño y letra para él. Para la princesa su
mamá está ahí, en su escritura, “Paty apareció” (141) dice, cuando ella conoció
a Martín y él pudo mostrarle una imagen de su madre que nadie le había mostra-
do, “la más sólida y corpórea de todas las Patricias posibles” (142).
A su hermano lo recuperan veintiún años después de que lo hayan apropia-
do en la Esma; sin embargo entre ellos nunca logran armar un vínculo cordial
sino por el contrario, sostienen una enemistad declarada. Contrario a esa ene-
mistad, la princesa construye un lazo de hermandad con sus amigos/as hijos/as
de desaparecidos/as. “Las parejas de hijis, dice, me dan impresión y curiosidad.
Nunca estuve con un hiji. Me suena vagamente incestuoso. Y triste. No sé por
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qué” (152). En el diario, M. todo el tiempo está mostrando que hay una conexión
muy especial entre los/as hijos/as y esto se asemeja a lo que Bonaldi dice en
relación a la conformación de la agrupación H.I.J.O.S. y al fuerte vínculo que
sus integrantes establecieron entre sí.
En cuanto a “el temita”, la princesa se ocupa del mismo permanentemente,
lo que permite que la pensemos en relación a la noción de “emprendedores de
memoria” (Jelin, 2012). En 1998 M. comienza a trabajar en ese organismo de
DD. HH., que aunque no se nombre se puede entrever que es Abuelas de Plaza
de Mayo. Su trabajo consistía en tomar las denuncias de anónimos para seguir la
pista de los/as bebés apropiados/as por la dictadura militar. La princesa dice
que la mayoría de las llamadas eran de mujeres y que ella les tomó bronca. En
esa misma entrada reproduce un diálogo que sostuvo con quien llamó para de-
nunciar el caso de su hermano. La denunciante cuenta que le dio la teta a un
bebé de cinco días sin preguntar quién era ese bebé ni adónde se lo llevaban.
“Una ubre –dice la princesa– lo prenden de una ubre, una ubre que no pregunta,
que no se escandaliza. Ese es para mí el núcleo de la sordidez de la denuncia”
(45).
Varios años después a la princesa la despiden de ese organismo; en el libro se
puede identificar un relato del desencanto en donde a la vez que dice que le
hicieron el favor de expulsarla “de lo que empezaba a ser el vip del gueto porte-
ño” (13), ella no puede hacer otra cosa más que mostrar su pertenencia a ese
gueto que se legitima en los lazos de sangre que la unen a sus padres y a su
hermano, pero que también se legitima por su trayectoria militante en el terreno
de los DD.HH.
Entre las acciones concretas en torno a los emprendimientos de memoria, la
princesa narra en su diario todo el recorrido que hace desde que decide poner
una baldosa marcando la casa de la que los secuestraron hasta que se concreta la
acción. El armado y la colocación de la baldosa son acciones de restitución y
marcas de un sitio de memoria significativo para la princesa y simbólico para los
vecinos de Almagro que son quienes llevan adelante ese emprendimiento de
memoria.
En cuanto a la escritura del texto, si bien desde la primera página se mencio-
na que esto no es un testimonio sino una ficción, hay una tensión que atraviesa
178 Victoria Daona l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
todo el libro en donde la lógica del testimonio pone en jaque esa ficción que la
princesa intenta hacer prevalecer, “hay cosas que quieren ser contadas –dice– el
deber testimonial me llama. Primo Levi, ¡allá vamos!” (11). Ese deber testimo-
nial que la impulsa a escribir, es sin embargo el mismo que cuestiona cuando
siente que lo que escribe tiene un sesgo institucional que le quedó de cuando
trabajó en ese organismo de DD.HH. Así por ejemplo, luego de describir la con-
versación que tuvo con la denunciante que contó como amamantó a su hermano
y “le ocultó su historia durante veintiún años” (45). La princesa se cuestiona esa
última frase que –dice– se asemeja más a un spot publicitario del organismo que
a un trabajo de escritura, entonces se pregunta si “¿podrá la joven princesa
montonera torcer su destino de militonta y devenir Escritora?” (46).
La disyuntiva de la princesa está en cómo contar eso que es un estandarte de
los organismos de una manera que rompa esa lógica de discursos de verdad y
justicia. “¿Con qué nuevas palabras? ¿cómo extraerme la prosa institucional que
se me hizo carne?” (45). Desde esas preguntas emprende esta escritura que pue-
de catalogarse de disruptiva puesto que trata el “temita” de una manera casi
profana, pero no termina de zafarse –como señalan Bonaldi y Amado– de esa
lógica institucional que explicita mucho más de lo que deja jugar a la metáfora y
cierra sentidos más de lo que habilita nuevas preguntas.
Uno de los pasajes que mejor evidencia esta tensión entre lo estatuido y las
nuevas palabras es la entrada en la que copia el mail que le mandó a la vecina que
se encarga de la colocación de la baldosa y entre cada línea del mail, la princesa
escribe lo que cada frase podría decir pero calla. Así, por ejemplo, en donde le
pregunta a la vecina, ¿Qué tal? Ella entre paréntesis le dice que mal porque para
buscar la dirección tuvo que revisar una carpeta que en el lomo dice “Patricia y
José –militancia y desaparición” lo que provocó el regreso de muchos fantasmas.
Luego, al decirle la dirección en donde vivió con sus padres y de donde la secues-
traron junto con su mamá, abre un paréntesis para contar que hace poco tiempo
que comenzó a incluirse en el relato del secuestro. Cuando le dice que a su papá
lo secuestraron de la juguetería que tenía en Martínez, el excurso es para decir
que prefiere hablar de la juguetería de su papá, aunque en realidad lo que más
vendía era cotillón. Y entonces cierra el mail preguntándole a la vecina si necesi-
ta alguna información más y ella se escribe en el paréntesis: “yo sí, yo toda, no se
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me pasa, necesito saber qué les hicieron, dónde, cuándo, no tanto quiénes, ellos
no me importan, pero mis viejos sí, cada cosa que les pasó, todo, aunque sea
terrible, aunque no duerma Nunca Más, porque si no lo sé, si nadie lo sabe, están
tan pero tan solos en su no-muerte” (33). Aquí la princesa deja entrever ciertas
sutilezas de “Escritora”, pero es más fuerte su necesidad de saber todo lo que
paso con sus padres, no las metáforas.
lleva a la plaza a tomar helado, les hace cosquillas, los abraza, pero principalmen-
te “ella sabe quiénes son mi papá y mi mamá, pensé, los tíos creen que los cono-
cen, pero no, ellos conocen a un familiar, y los compañeros no son iguales con
los familiares que con los compañeros” (75)
En la novela el paso del tiempo puede medirse por las distintas vacaciones
de verano que se narran. Las primeras en la colonia del club “Juventud Unida”;
luego unas en una colonia donde se entonaban canciones del gueto de Varsovia;
otras en Tucumán con “la abuela de la ventana” que no regresa con ellos porque
se queda a vivir allí; y las últimas que aparecen en la novela son unas vacaciones
en la playa de Quequén a donde se van con los tíos y “la abuela de los zapatos
grandes”. Pero, también el paso del tiempo puede entreverse en los cambios que
el relato de Lo Peor va asumiendo en la narradora, en las distintas teorías que
ella va esbozando para explicar qué pasó con sus padres, que suponen una ma-
duración por parte de la narradora al mismo tiempo que un mayor conocimiento
de lo sucedido.
En este sentido, la narradora cuenta que al regresar de las vacaciones en la
playa, un día su hermano le preguntó qué harían el día que regresen sus padres
porque si bien él quería que ellos vuelvan, también quería a sus tíos y ya estaba
cansado de extrañar gente. A partir de esa pregunta, la narradora se da cuenta de
que ella cada vez cree menos en esa posibilidad, sin embargo a su hermano le
dice que no se preocupe hasta que llegue el momento. Luego, pensó “por prime-
ra vez que tal vez esa vida que estábamos viviendo no fuera un mientras tanto
sino un para siempre. Fue horrible, dice, pero después de un rato me sentí menos
mal” (146). La certeza de que ella ya no cree que sus padres pudieran estar perdi-
dos en algún bosque con los brazos y las piernas rotas, sino que es probable que
nunca regresen es la evidencia de que “el tiempo pasaba, nosotros crecíamos y
ellos (sus padres) ya no estaban” (150). Es también, la evidencia de que la expe-
riencia del pasado ha ido cambiando con el paso del tiempo y en consecuencia
también ha ido cambiando su horizonte de expectativas en relación a Lo Peor.
Al final del libro aparece la mención a la Guerra de Malvinas y la referencia
a la publicación en la televisión de una lista de muertos por la dictadura militar.
Los padres de la narradora no aparecen allí y su hermano se pone muy contento
pensando que entonces están vivos. La narradora intenta explicarle que ese re-
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globo violeta y M. quiere saber todo lo que pasó con sus padres. Por eso, Rubén
es piloto, la narradora sigue jugando en el patio de sus tíos y M. es princesa.
En estas novela, los/as hijos/as revisan las narrativas que sus padres, sus
abuelas y demás familiares les legaron y las cuestionan, transgreden o avalan
desde sus propias experiencias. Los tres se apropian de la historia familiar a par-
tir de lo que fueron sus propias experiencias en ese terreno, pero también a partir
de lo que les contaron sobre sus padres, y de lo que aprendieron después, cuando
pudieron darse cuenta de que sus historias personales podían leerse en clave
generacional (Amado 2004; Bonaldi 2006; Gatti 2011).
Lo sugestivo de estas ficciones es que vuelven a la infancia para hablar de la
historia de sus padres e incluirse ellos en esas genealogías familiares que se frac-
turaron siendo niños y niñas. “Una historia –dice Kossellek– entra a formar par-
te del transcurso estratificado del tiempo, transmitiéndose consciente o incons-
cientemente y articulándose de nuevo una y otra vez” (1993: 271). Es aquí en
donde están ancladas esas estéticas de filiación que entran en relación con esa
clave generacional que habilita nuevas formas y estéticas de la memoria. Las
producciones de los hijos/as son el resultado de una búsqueda que indaga en el
destino de esos padres con dolor, pero también con alegría, de una manera siem-
pre distinta e inacabada, sujeta a las resignificaciones de la experiencia del pasa-
do y en pos de nuevos horizontes de expectativa.
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Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Lo monstruoso en la literatura argentina...: 187-201 187
of the previous decades and the major controversies of child field. The
incorporation of this subject, about the modulations of the monster and
the feelings associated with it, allow us to understand the emergence of
new ways of doing fiction. These modes of fiction respond to the
movements of a field that expands its limits in working with literature as a
means to realize the horror experience of the dictatorship in those years
public systematic mechanisms of violence.
Keywords: Argentina children’s literature - Collection - Narratives of the
past - Literary fantasy
1
Cabe aclarar que al hacer referencia a textos de los ochenta y los noventa tomamos como
criterio el uso de los corchetes para aludir a la fecha de publicación de los textos y los parénte-
sis, para la edición consultada.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Lo monstruoso en la literatura argentina...: 187-201 189
nizar las narrativas de la literatura infantil argentina entre los años setenta y los
noventa en tres colecciones2, que desde las escenas presentadas hacen posible
reflexionar acerca de nuevos recorridos en la transmisión de la experiencia de la
violencia política.
La primera colección para contar el pasado reciente fue organizada por
Rossana Nofal a partir de una serie de textos para chicos y su experiencia en los
talleres literarios del Grupo Creativo Mandrágora. Al respecto la autora reflexiona:
2
Este trabajo forma parte de una investigación mayor titulada Narrativas de la violencia política
en la literatura infantil argentina. Los trabajos de la memoria para contar la dictadura (1970-1990),
realizada en el marco de las becas de postgrado del CONICET, con la dirección de la Dra.
Rossana Nofal (INVELEC-UNT-CONICET). El corpus de narrativas del campo infantil de
este estudio compuesto por tres colecciones: la primera se construye en torno a la figura del
elefante. Esta figura -retomada en varios textos de autores del campo infantil argentino- de
manera metafórica develan las formas de la política en el mundo adulto. Los textos incluidos
son: Dailan Kifki (1966) de María Elena Walsh, el cuento “Guy” del libro Monigote en la arena
(1975) de Laura Devetach, “Un elefante ocupa mucho espacio” (1975) de Elsa Bornemann,
“¿Quién conoce un elefante?” en: El monte era una fiesta (1984) y “Prohibido el elefante” en:
Prohibido el elefante (1988) ambos de Gustavo Roldán, “El genio del basural” en: El héroe y otros
cuentos (1995) de Ricardo Mariño. La segunda colección toma como figura central al persona-
je del Sapo de Gustavo Roldán por medio de la analogía, esta selección se centra en el rol del
sapo como mediador entre pasado y presente en la poética del autor, revelando las posturas
asumidas por los distintos sectores de la sociedad argentina durante la dictadura. Entre los
textos se destacan: “Sobre lluvias y sapos” y “¿Quién conoce un elefante?” en: El monte era una
fiesta (1982); “Un monte para vivir” en: Cada cual se divierte como puede (1984); “El tamaño del
miedo” en Como si el ruido pudiera molestar (1986); “Gustos son gustos” y “Las reglas del juego”
en: Sapo en Buenos Aires (1989). El análisis de la tercera se desarrollará en el presente trabajo.
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3
En el cuento “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Bornemann (2008).
4
En el cuento “Prohibido el elefante” de Gustavo Roldán (1999).
5
En la novela Otroso. Últimas noticias del mundo subterráneo de Graciela Montes (2007).
192 Laura Rafaela García l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
una literatura que pretende modelar al niño en los valores morales a partir de sus
historias hacia una literatura de autor, donde éste es quien asume los desafíos de
lo deliberado o no en la literatura para niños al presentarla como el territorio de
oportunidades para participar de otros mundos.
En esta zona literaria la autonomía se vuelve experiencia, la obra de María
Elena Walsh en los años sesenta introduce –por medio del humor y el juego– las
modulaciones que hacen posible entender los modos de la ficción como una
interpelación directa a la imaginación del sujeto. Autoras como Laura Devetach
y Elsa Bornemann contribuyen a renovar los códigos para dirigirse al lector e
incorporan nuevas perspectivas en las situaciones narrativas y temas –como la
muerte o el amor– que requieren del sujeto lector posiciones más participativas.
Es el caso de Historia de Ratita (1977 [2007]) o Picaflores de cola roja (1977 [1980])
de Laura Devetach como también, de La torre de cubos (1966 [2011]) o Un elefante
ocupa mucho espacio (1975 [2008]) –estos dos últimos– textos emblemáticos entre
los textos prohibidos por la dictadura. Desde este punto de vista la literatura para
niños cuestiona de manera desafiante los límites del sistema cultural que la rele-
gan a “lo menor” y participa de las disputas históricas de la relación literatura e
infancia.
La ficción –según Juan José Saer– pone en evidencia el carácter complejo de
la realidad y se mezcla de modo casi inevitable el carácter doble de ésta entre lo
empírico y lo imaginario. En ese entrecruzamiento el autor modela “a su mane-
ra” la realidad en la ficción, que no es la exposición novelada de tal o cual ideo-
logía sino un tratamiento específico del mundo inseparable del modo en que la
ficción se trata (1998: 12). Por eso, consideramos que en el marco de esta investi-
gación las poéticas de autor se presentan como una zona de cruce de elementos
políticos y estéticos que hacen posible la transmisión del pasado reciente, en este
caso, desde la literatura para niños.
este punto el objetivo de este trabajo es mostrar cómo la literatura para niños
encuentra su punto de fuga al ir más allá de la aceptación o la transgresión del
orden establecido y proponer la posibilidad de ampliar la percepción del lector
en la existencia de alternativas, la vulnerabilidad del poder y la importancia de la
diferencia. Por eso, nos concentraremos en una de las tres colecciones, que toma
textos de dos autoras claves del campo como Elsa Bornemann y Graciela Mon-
tes, y también se incluye una nouvelle de Ema Wolf de importancia fundamental
para esta serie por la relación con el tema y el año de publicación.
Los textos de la colección que denominamos lo monstruoso corresponden a
los primeros años de reorganización democrática, se publican entre fines de los
ochenta y la primera mitad de los noventa. Uno de los temas centrales en la
opinión pública una vez terminada la dictadura fue la desaparición de personas.
La sociedad no sólo se vio afectada por la experiencia misma de la violencia sino
que, también, las voces de las víctimas y afectados directos en la reconstrucción
de los hechos movilizaron la sensibilidad de algunos grupos sociales. Los recla-
mos de justicia dieron lugar a la conformación de la Comisión Nacional de Des-
aparición de Personas y, más tarde, a la publicación del Informe de la CONADEP
(Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas), titulado Nunca Más. En
este sentido, los textos seleccionados en esta colección6 dan cuenta, por un lado,
de la producción de las autoras que desde la década anterior contribuyen a con-
solidar la literatura para niños en nuestro país. Por otro, señalan la forma que
asume en la escritura la experiencia de la violencia política al dar lugar a las
modulaciones de la literatura fantástica en el campo infantil.
Así como las otras dos colecciones organizadas toman: la primera, las for-
mas de la vida política en el mundo adulto a través de la figura reiterada del
6
Entre los textos que integran esta colección están se encuentran: ¡Socorro! Doce cuentos para
caerse de miedo (1988 [2004]) de Elsa Bornemann, Tengo un monstruo en el bolsillo (1988 [2003])
de Graciela Montes, Maruja (1989 [2011]) de Ema Wolf, Otroso. Últimas noticias del mundo
subterráneo (1991 [2007]) y el cuento Irulana y el ogronte. Un cuento de mucho miedo ([1991])
ambos de Graciela Montes, Queridos monstruos (Diez cuentos para ponerte los pelos de punta) ([1991])
de Elsa Bornemann. Otros textos que Nofal incluye en su colección de lecturas y están cerca-
nos a los planteos de nuestra colección son A la sombra de la inmensa cuchara. Informe confidencial
(1993 [2000]) de Graciela Montes y, unos años más tarde, Socorro diez (Libro pesadillesco) (1994
[1998]) de Elsa Bornemann. Sin embargo, estos últimos trascienden las modulaciones de lo
monstruoso en los términos propuestos por este trabajo.
194 Laura Rafaela García l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
de Irulana se hizo un ovillo redondo y voló al cielo para tejer una luna…
(1991: 34-38).
7
Es claro que los textos que integran las colecciones no pueden limitarse a la interpretación de
la violencia política, sino que ofrecen múltiples abordaje o entradas a diversos temas. En este
caso, el texto permite tratar temas centrales como las modulaciones posibles del miedo que no
sólo son exclusivos de la infancia sino que forman parte de la condición humana.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Lo monstruoso en la literatura argentina...: 187-201 197
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Editorial Sudamericana.
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---------- (2007): Otroso. Últimas noticias del mundo subterráneo. Buenos Aires: Alfagua-
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202 Ángeles Ingaramo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
1
Nos referimos a los Contenidos Básicos Comunes (CBC) para el Sistema Educativo Escolar que
propuso el Estado Nacional durante el año 1995, en razón de la aplicación de la Ley Federal
de Educación Nº 24.195. Los resultados de esta investigación llevada a cabo por la autora
–que precisó las articulaciones y desarticulaciones entre lo propuesto por los CBC para el área
de literatura de Nivel EGB3 y Polimodal, el estado del conocimiento en el campo de la Teoría
Literaria, y algunas de las propuestas editoriales más recurrentes para el abordaje del objeto
literario en las entonces Escuelas de Nivel Medio y Polimodal de Santa Fe–, se hallan conden-
sados en su texto Ni bichos, ni dioses. Profesores de literatura, currículum y mercado (UNL, 2006).
2
La categoría de “obstáculo epistemológico” es propuesta por Gaston Bachelard (1948) y
recuperada en el campo de la Didáctica en Argentina por Graciela Camilloni (1997). Tal
como la autora lo detalla, el “obstáculo epistemológico” es lo que se sabe y que bajo la forma
de saber cristalizado genera una suerte de inercia que dificulta el proceso de construcción de
un nuevo conocimiento. En el obstáculo epistemológico precede la confirmación de lo ya
conocido antes que su interrogación.
3
El proyecto se tituló “Obstáculos epistemológicos en la enseñanza de la lengua y de la literatura
en el Nivel EGB3: notas para una agenda didáctica actualizada” y fue financiado por la Uni-
versidad Nacional del Litoral como un Curso de Acción para la Investigación y Desarrollo (CAI+D),
teniendo una duración de cuatro años (2005-2008).
204 Ángeles Ingaramo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Años después (2009) ese proyecto derivó en otro4 que incorporaba como
novedad la identificación de “buenas prácticas” (Gerbaudo, 2011) en el ejercicio
de la enseñanza escolar de la literatura. Esta nueva apuesta se proyectaba desde
un afán categorial atento a la relación existente entre las decisiones teórico-lite-
rarias que toma el docente en tanto “autor del currículum” (Gerbaudo, 2006;
2011) y el bienestar o malestar que las mismas conllevan en la dimensión de su
subjetividad, de su corporalidad5.
Los resultados que fueron arrojando estas dos instancias investigativas de las
que formé parte (Ingaramo, 2008; 2009) sugerían la necesidad de estudiar lo
acontecido en torno a la formación de grado de los docentes, ya que muchos de
los entrevistados vinculaban gran parte de la base teórica de sus propuestas áulicas
a los conocimientos adquiridos durante sus años de estudiantes de Letras.
En esa línea se inscribe la investigación que aquí presentamos, abocada a
precisar los impactos de la importación y “traducción de teorías” (Romano Sued,
2003) de los campos de la Teoría y la Crítica Literarias en la conformación disci-
plinar de la Didáctica de la Literatura en la Universidad argentina. Específica-
mente, interesa observar qué saberes vinculados a esa importación se recupera-
ron desde las cátedras de Didáctica específica en Letras, entre los años 1995-
2001, a la hora de reflexionar sobre la enseñanza de la literatura y sus posibles
abordajes.
En términos de alcances, se aspira a que los resultados de este estudio contri-
4
Este proyecto, de igual tipo y financiamiento que el anterior, se tituló “Obstáculos epistemológicos
y buenas prácticas en la enseñanza de la lengua y de la literatura en la escuela secundaria:
diagnóstico y propuestas de intervención”. Comenzó en el año 2009 y finalizó en 2013.
5
Para la formulación de dicha categoría, Gerbaudo retoma los aportes de Gary Fenstermacher
(1986), Edith Litwin (1996, 1997) y Gilles Deleuze (1981). Del primero, fundamentalmente
importado y “traducido” (Romando Sued, 2003) en el país por Edith Litwin, recupera su
noción de “buena enseñanza”, un concepto que toma como medida de valorización la capaci-
dad del docente de poder justificar su propuesta áulica a partir de lo que considera importante
que sus alumnos conozcan, crean o entiendan. Por su parte, en lo que respecta a los aportes de
De Deleuze, Gerbaudo retoma su visión de “lo bueno” y “lo malo”, desde la que se advierte
que “lo bueno tiene lugar cuando un cuerpo compone directamente su relación con el nuestro
y aumenta nuestra potencia con parte de la suya. Lo malo tiene lugar cuando actúa como un
veneno que descompone la sangre” (33). Desde este cruce de voces, la autora propone el
concepto de “buenas prácticas” que pone en primera plana el trabajo artesanal del docente
como posible factor potenciador de esa subjetividad, de ese cuerpo.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Importación de teorías literarias...: 202-215 205
6
Nos referimos a la perspectiva comunicacional que define a la literatura como un discurso
social más. Una visión a la que se le sumaba, contradictoriamente, cierta lectura del Estructu-
ralismo y del Formalismo Ruso, que identificaba lo literario como determinado por una espe-
cificidad retórico-discursiva fundada en la primacía de la “función poética” del lenguaje.
206 Ángeles Ingaramo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
En lo que respecta a los dos hechos restantes, los mismos se retoman especí-
ficamente por su papel funcional en la reafirmación de los enclaves neoliberales
en el interior del sistema educativo argentino. En detalle, se señala que la Ley de
Educación Superior supuso la creación, el encuadre o formalización de un nú-
mero de Organismos y Programas a través de los cuales el Estado adoptó una
posición de control evaluativo sobre la Universidad Argentina, incremen-tando
de esta manera su injerencia en el funcionamiento interno de la misma7.
(Buchbinder, 2005; Puiggrós, 2006; Krotsch, 2009).
Por su parte, en lo que respecta a los Contenidos Básicos Comunes, se advierte
que acorde al “pragmatismo globalizado” (Garimaldi et al. 2002) enarbolado
desde los espacios oficialistas, estos documentos proyectaron una visión de la
literatura como un discurso de poca o nula utilidad, relegando el objeto literario
al desarrollo de un placer vacuo (Cuesta 2012; Gerbaudo, 2006) y omitiendo en
su presentación perspectivas teóricas focalizadas en la potencialidad del objeto
en la configuración de lo social y su conocimiento (entre otras: Williams, 1977;
Bourdieu, 1979, 1983, 1992; Derrida, 1993; cf. Gerbaudo, 2008).
En cuanto a la fecha de cierre propuesta, el año 2001 representa el momento
de máximo rechazo organizado hacia los resultados de la aplicación del modelo
de país entonces vigente, una resistencia masiva que derivó en la renuncia del
entonces presidente Fernando De la Rúa (Novaro, 2010). El rechazo a los repre-
sentantes políticos –traducido en el aclamado “que se vayan todos”–, el repudio
masivo frente a las altas tasas de desempleo e indigencia, y la gran visibilidad
que adquirieron desde dicho momento distintas agrupaciones que postularon
otras maneras de organización diferenciales a las “dominantes” (Williams, 1977)
(“Movimiento de empresas recuperadas”, “Asambleas barriales”, etc.) permiten
pensar en este suceso como un punto de inflexión en los relatos sobre la historia
argentina reciente.
En lo que respecta a los espacios universitarios abordados para el desarrollo
7
En dicha línea, resulta especialmente relevante destacar la distribución desigual que se pro-
pulsó desde programas como el FOMEC (“Fondo para el mejoramiento de la Calidad Univer-
sitaria”) en lo que respecta a los fondos destinados al financiamiento de investigaciones, privi-
legiando a las Ciencias Duras y Técnicas por sobre las Ciencias Sociales y Humanidades
(Buchbinder, 2005: 225).
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Importación de teorías literarias...: 202-215 207
8
En términos de tradición institucional.
208 Ángeles Ingaramo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
9
En este sentido, se comprende entonces que autores como Beatriz Sarlo se preguntaran en
torno a la Universidad y sus alcances: “¿qué es una institución que prepara para ocupar luga-
res en otras instituciones, como los medios y la Escuela? ¿Tenemos alguna responsabilidad en
este aspecto de la cuestión, o sólo somos actores de un campo que se imagina autónomo?”
(2001).
10
La producción de Bombini de los años noventa abre una línea de estudio que se sitúa en una
“zona de borde” disciplinar entre la Didáctica de la Literatura y la Teoría Literaria, en la que
las reflexiones sobre la enseñanza de la literatura suponen la ineludible recuperación de los
saberes derivados de los Estudios Literarios.
212 Ángeles Ingaramo l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Concluyendo con lo hasta aquí observado, los resultados que viene arrojan-
do esta investigación permiten afirmar que durante el período 1995-2001 se sos-
tuvo desde la cátedra una política de incorporación crítica de los conocimientos
derivados de la importación y “traducción” de teorías de los campos de la Teoría
y la Crítica Literarias. Los mismos fueron “apropiados” desde dicho espacio
bajo dos formas fundamentales: en clave de identificación de problemáticas en
torno al estado de la trasmisión de la literatura en la Escuela, y en clave de for-
mulación de propuestas superadoras al respecto. En esa línea, la cátedra abordó
distintas cuestiones que atañen a dimensiones centrales en la tradición de la en-
señanza de la literatura en el país, tales como la construcción del objeto en el
aula, la conformación del canon literario escolar, la puesta en valor de ciertas
lecturas en el espacio escolar, el lugar del sujeto lector, y los modos de abordar la
historicidad de la práctica literaria. La recuperación de perspectivas ingresadas
al “campo literario” argentino por distintos agentes como Beatriz Sarlo, Carlos
Altamirano y/o Josefina Ludmer, resultó determinante en el planteo de alterna-
tivas para los problemas que se detectaban; destacándose en dicho sentido la
incorporación “dominante” de los aportes derivados de la Sociología de la Lite-
ratura, de la Estética de la Recepción, del Postestructuralismo y de la Historia
Cultural de la Lectura.
Resta ahora un trabajo más detallado sobre estos diálogos establecidos y la
reconstrucción de las “apropiaciones” efectuadas en el desarrollo de las clases
presenciales de la cátedra, que permitan la profundización de estos primeros
resultados.
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216 Geraldine Rogers l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Lo que vendrá
1. Leídos hoy, algunos fragmentos escritos por el argentino Raúl González Tuñón
en el contexto español de la década de 1930 producen cierta desorientación tem-
poral. Sus imágenes activan brutales resurgimientos a la luz del pasado reciente
latinoamericano, como en estas líneas que llevan por título “Las madres”:
...todas las noches los llevaban al mar…, los arrojaban desde las barcas
con barras de plomo atadas a los pies… Un día bajó un buzo… y vio en el
fondo del mar…, de pie, balanceándose… a los obreros asesinados…, aho-
gados…, verdes…, solemnes… Subió el buzo y dijo… y lo mataron a él (PF:
115).
1
“El inolvidable año 35”, prólogo a la segunda edición (LRB 1962).
218 Geraldine Rogers l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
2
“La muerte acompañada” (LRB)
3
“La copla al servicio de la revolución” (LRB). Subrayado mío.
4
Las intervenciones en el debate –iniciado en 2004 con una carta abierta de Oscar del Barco–
fueron publicadas en La intemperie y otras revistas, en el sitio web El interpretador y en libros
colectivos.
5
“La muralla y los libros” (Borges, 1989: 11).
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6
En principio, el calificativo “de muerte” podría aplicarse a un catálogo tan innumerable
como heteróclito de obras del arte universal, del Guernica a la “Inscripción sepulcral. Para el
Coronel don Francisco Borges, mi abuelo”, por nombrar sólo dos ejemplos. Incluso “L’Iliade è
un grande poema di morte” (Petrucci, 1995: 9).
220 Geraldine Rogers l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
poesía de Tuñón en dos etapas, hallando en los textos de la primera época una
mayor potencia imaginativa, mientras que en la segunda –marcada por la afilia-
ción del autor al Partido Comunista– la obra “queda circunscripta a una sola
realidad, la de la denuncia de la explotación, la enfermedad, la marginalidad, la
miseria, la guerra, más cercana a la agenda de los temas de Boedo”, declinando
a lo largo de la década de 1930 hacia la proclama partidaria y la obra “de oca-
sión” (Prieto, 2006: 239).
En términos generales, la consideración de La Rosa Blindada como un libro
de su tiempo, tendió a limitar su interés a lo testimonial. Una lectura menos
condicionada por esa perspectiva implicaría, en cambio, aceptar el envite de una
poesía que a mediados de una década candente concentró las tensiones entre el
mandato de servicio de la revolución y la experimentación abierta por el surrea-
lismo: “Traigo la palabra y el sueño, la realidad y el juego de lo inconsciente”7
(1935). En efecto, aunque se trata de una poesía intensamente ligada al tiempo
de su escritura, aloja latencias que exceden la coyuntura trágica que las vio na-
cer. Para decirlo con palabras del propio Tuñón, en esos textos “Algo queda en el
aire de vital, algo queda que recuerda lo que ha de suceder,/ Algo queda que nos
hace pensar en lo que aun no ha acontecido,/ Algo queda que nos relata un
hecho que ocurrirá mañana”8. Sin dejar de ser documentos, los poemas engen-
dran inesperadas supervivencias, abriendo los sutiles canales de la memoria:
7
“Juancito Caminador” (TB).
8
“El pequeño cementerio fusilado” (LRB).
9
“Dictado en el entresueño” (PAP).
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Poesía sobreviviente...: 216-234 221
La Rosa Blindada
La primera edición del poemario, de la Federación Gráfica Bonaerense (1936),
muestra en la portada una xilografía de Juan Carlos Castagnino: se trata de una
mujer con los brazos en alto, en actitud de lucha.
10
Sobre el concepto de “supervivencias” (Nachleben) cfr. Didi-Huberman (2009).
11
“La calle del paso de la mula” (CAM).
12
“El Puchero misterioso” (SBA).
222 Geraldine Rogers l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Figura 1
Portada de 1935
13
Probablemente se trata de Luis Lacasa y de Benigno Rodriguez. El primero, a quien Tuñón
dedicó el poema “El pequeño cementerio fusilado” (LRB), vivió en la Residencia de Estudian-
tes de Madrid, fue amigo de Federico G. Lorca (figura en la dedicatoria del poema “Tierra y
luna” de Poeta en Nueva York) y de Luis Buñuel, y fue miembro fundador de la Alianza de
intelectuales antifascistas para la Defensa de la cultura. El segundo fue director de la revista
Milicia Popular. Tras la derrota, ambos se exiliaron en Rusia.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Poesía sobreviviente...: 216-234 223
Ese anclaje subrayaba la idea de una poesía que se proponía como “diálogo
del hombre con su época”14. Sin embargo, en La Rosa Blindada hay bastante más
que un vínculo sincrónico con el contexto de escritura: lejos de estar fijado en un
tiempo, el poemario está atravesado por imágenes de otras cronologías que lo
conforman y lo enriquecen. Ya en la primera edición, en el marco inmediata-
mente anterior a la guerra española, otros tiempos se sobreimprimen al calor de
un presente que arde: el pasado autobiográfico (la “estirpe jacobina”15 del abuelo
asturiano a quien dedica el poema de apertura), el pasado literario (la tradición
de los romances heroicos españoles) y episodios de la historia política (central-
mente, la revolución bolchevique y sus consecuencias más inmediatas, pero tam-
bién una larga tradición insurreccional, de los comuneros de Castilla (S XV)16 a
la Comuna de París (1871)17 y los huelguistas fusilados en la Patagonia (1922)18.
En 1936 el libro implicaba referencias contemporáneas pero susceptibles, ya
entonces, de cargarse intensamente por un haz de imágenes que no le eran sin-
crónicas. En él, “la Revolución de Octubre” era el “octubre rojo” de 1934, pero
en esos apelativos la lucha de los mineros astures aparecía atravesada simbólica-
mente por todo lo producido desde 1917 por el movimiento revolucionario de
mayor alcance en la historia moderna.
El título del libro producía una imagen sobredeterminada, que mentaba la
función combativa de una poesía de su tiempo pero atraía un archivo heterocró-
nico. La rosa era la poesía (“el gabinete de la rosa”19); era una mujer que avanza-
ba hacia la izquierda con un puño en alto en la xilografía sobre fondo color rosa;
era la miliciana asturiana caída en la insurrección de 1934 (“la rosa de octubre”
Aída Lafuente20); era “la Rosa Roja” asesinada en Berlín en 191921. Blindado era
el mítico tren del ejército bolchevique, replicado en versiones poéticas: el de Mieres
14
“El inolvidable año 35” (LRB 1962).
15
“Una suave, lejana sombra, como un país” (SBA).
16
“La historia viva bajo el acueducto inmortal” (LRB).
17
“Cementerio proletario (Jean Allemane)” (LRB).
18
“El cementerio patagónico” (LRB).
19
“Saudades con nombres y fechas” (HAEE).
20
“La libertaria” (LRB).
21
“El violín del diablo” (VD), “Historia de veinte años” (TB).
224 Geraldine Rogers l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Sin duda por eso tres décadas más tarde, una segunda edición de La rosa
blindada (Editorial Horizonte, 1962) pudo salir al encuentro de nuevos lectores y
escritores: “Hace poco, en La Plata, hablando ante un público formado en su
mayoría por muchachos y muchachas estudiantes, evocando a los tres mártires
de la poesía española, Federico, Antonio Machado y Miguel...”. Con un nuevo
prólogo, “El inolvidable año 35”, Tuñón reinscribió el poemario en otra etapa
marcada por el imaginario revolucionario, proponiendo un vínculo entre las vo-
ces jóvenes de entonces y las de aquellos que tres décadas más tarde las rescata-
rían del olvido en otro presente ardiente: “La reedición de este libro –gracias a la
iniciativa de jóvenes poetas– se produce en momentos en que aún perdura el eco
de los gritos de los estudiantes por las calles de Madrid: “¡Viva Asturias!”. Así,
en 1962 el poemario daba lugar a la cita entre dos generaciones, urgidas cada
una en su tiempo a redefinir la relación entre literatura y política:
22
“El tren blindado de Mieres” y “El tren que pasa por Libourne” (LRB).
23
“A nosotros la poesía” (LRB).
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Poesía sobreviviente...: 216-234 225
El descarrilamiento de la rosa
Las revoluciones son las locomotoras de la historia.
K. Marx
24
“Recuerdo de Manuel Tuñón” (LRB).
226 Geraldine Rogers l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
25
“La copla al servicio de la revolución” (LRB).
26
“El tren que pasa por Libourne” (LRB)
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Poesía sobreviviente...: 216-234 227
No se trata de elegir entre este o aquel camino, entre esta o aquella solu-
ción, libremente determinando esta elección al mero parecer personal, o un
análisis superficial de los hechos o la lectura de unos párrafos con los que se
está ‘perfectamente de acuerdo’. [...] El escritor, joven o no, que en estos
momentos desee luchar contra la burguesía, bajo la dirección del proletaria-
do, debe adoptar, en primer término, una posición CLARAMENTE DEFI-
NIDA, INSOSPECHABLE, una posición de todo punto inequívoca, soste-
nida consecuentemente a través de todas sus obras y de todos sus actos, sin
excepción (Moog, 2005: 300, mayúsculas en el original).
A primera vista, “El Tren Blindado de Mieres”, escrito un par de años des-
pués, parece obedecer a esa línea. Parece destinado a mantener la cohesión de
una idea, las definiciones estables y el componente explicativo propios en la es-
critura estalinista en la década de 1930. Sus siete secciones, encadenadas una a
otra por un espacio en blanco, sostienen una entonación prosaica y un acento
voluntarista, afirmativo:
27
“El artículo, sincero y entusiasta, de Raúl González Tuñón, es un caso grave, pues él contie-
ne una serie de afirmaciones completamente arbitrarias y confusionistas, no ya a juicio del
‘marxista ortodoxo’ que Tuñón no lo es, según se anticipa a declararlo él mismo...” (Moog,
2005: 299).
228 Geraldine Rogers l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Los versos muestran una intencionalidad unívoca: saber, revelar, fijar son ac-
ciones orientadas hacia una misma dirección edificante y monumental: “oh
Mieres”, “oh carbonera”. La retórica que comanda la revolución gobierna tam-
bién la poesía, que parece haber abandonado todo interés por la forma poética
para adecuarse a los moldes prefabricados del argumento político, la arenga, la
alabanza:
Pero hacia la mitad del poema, ese prosaísmo empieza a remitir, a partir de
una anáfora que va encadenando un ritmo, igualmente seguro, pero más propia-
mente poético en su materialidad sonora:
Será para otra vez cuando muchas pequeñas sirenas de otros pequeños tre-
nes
vayan por los caminos de la cuenca minera significando tu resurrección
los pesados durmientes despertarán bajo el soplo de acero
y las madres y los niños levantarán sus puños cerrados
a su paso por tantas estaciones hacia la terminal de la victoria.
28
Son ejemplos de esa rigidez los dos artículos publicados por Moog en Contra: “El contralor,
la autocrítica en base a la experiencia general y concreta de aquellos combatientes de clase ya
activos y concientes, constituyen las verdaderas y eficaces garantías contra el error y la confu-
sión, dos males muy graves en este delicado y complejo asunto” (2005: 301).
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(Rancière, 2011: 19). Su especificidad radica en cómo sus imágenes dan a ver lo
que no está a la vista y su lenguaje hace oír lo inaudito. La imagen –“un tren de
espectros marchando a toda muerte”– desarma el lenguaje poético mimetizado
de argumento político, que leído en reversa ya no “funciona” (la arenga no aren-
ga, el saber no sabe), y he ahí su imprevista eficacia: la consigna queda suspendi-
da, se interrumpe la predicación y el blindaje fracasa. Es entonces cuando la
materialidad sonora del poema hace oír que algo, ahora sí, está en marcha, y lo
que se oye es un mecanismo poético que avanza, pero ya no sobre la certeza en
una causalidad histórica sin fallas sino sobre los carriles rítmicos del poema,
dando voz al “indecidor ‘si-no-no-sí’” censurado por la ortodoxia ideológica:
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Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Lenguaje henchido de agua...: 235-243 235
Memorias tucumanas
1
La versión original de este trabajo fue presentado en la mesa “Memorias latinoamericanas,
Tucumán” del III Workshop de Investigadores “Poéticas de la memoria” en el mes de abril de
236 Isabel Aráoz l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
2013; en este caso, la “memoria literaria” es entendida como la construcción de una tradición-
el “recorte selectivo del pasado literario” (Williams, 2009: 159)- que vincula a un escritor de
“provincia” con un corpus mayor, la literatura latinoamericana. La tradición funciona en la
obra de Foguet como un archivo (una biblioteca) de textos que arma su autor- lector.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Lenguaje henchido de agua...: 235-243 237
2
La imagen del agua vinculada a lo primitivo, lo materno y lo eterno (Pretérito perfecto); refiere
un destino y una profundidad (la invasión del agua a la ciudad en Frente al Mar de Timor, “El
diluvio”) como fuerzas “imaginantes” que van más allá de la construcción literaria de un
paisaje fluvial.
238 Isabel Aráoz l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
3
El corazón de las tinieblas dice: “El Nellie, un bergantín de considerable tonelaje, se inclinó
hacia el ancla sin una sola vibración de las velas y permaneció inmóvil. El flujo de la marea
había terminado, casi no soplaba viento y, como había que seguir río abajo, lo único que
quedaba por hacer era detenerse y esperar el cambio de la marea” (Conrad, 3).
4
(T. S. Eliot, 1971: 88-90). Traducción y notas de Vicente Gaos.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Lenguaje henchido de agua...: 235-243 239
el capitán Michelini recuerda las últimas líneas de “Los hombres huecos” del T.
S. Eliot (lectura predilecta) que clausuran la historia: “De este modo se acaba el
mundo/ De este modo se acaba el mundo/ De este modo se acaba el mundo/
No con un estallido sino con un sollozo” (1986: 156); versos mudados al español
por Inés Aráoz5, es decir, poema leído (por un otro), cuya versión original lleva
como epígrafe una línea de El corazón de las tinieblas6: leemos a Joseph Conrad en
las palabras del poeta inglés, a través de la lectura y traducción de Inés Aráoz,
por medio del relato de Foguet, que revela una cadena de citas sin fin.
Son rodeos de otras texturas literarias: “leemos a otros autores a través de la
lectura que estamos leyendo” y que, al mismo tiempo, no leemos (Barei, 2010:
26), aunque esa posibilidad quede abierta. Aquí, el capitán Michelini y Eva tejen
su historia plagada de poesías ajenas (Basho, Tu Fu, Williams, etc.) que se dedi-
can mutuamente durante el cortejo amoroso: “[…] Eva, en el aparte que tácita-
mente establecía en la cabecera con el capitán, lo felicitaba por sus citas tan
oportunas y éste le prometía más de Basho y Moritake y Teitoku y Ryata y haikús
para cuando llegasen a Japón” (Foguet, 1986: 142). Los personajes son lectores
cómplices en el amor y las preferencias literarias quedan inscriptas en sus memo-
rias; Michelini recuerda además el espacio predilecto consagrado a la lectura:
Lugar de encuentro ritualizado entre el lector y esa “tierra de los libros” que
5
Al revisar las diferentes versiones traducidas se puede observar que cada una le imprime una
singularidad por medio de la selección del vocabulario, que manifiesta las preferencias del
lector-traductor. Más adelante, leemos otro verso de Eliot en su lengua original (“Bowsprit
cracked ice and paint cracked with heat”) traducido al español por la poeta tucumana: “Bau-
prés resquebrajado hielo y pintura cuarteada por el calor” (1986: 127).
6
“Mistah Kurtz- está muerto”. En Los hombres huecos de T. S. Eliot. Versión y nota de Jaime A.
Shelley. Disponible en http://www.difusioncultural.uam.mx/revista/oct2001/eliot.pdf
240 Isabel Aráoz l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
nombra el poema “A Ptitza” –“la mano que quita el polvo /mientras los ojos
leen la estrofa /el mero verso de Cavafis /el párrafo de Conrad /-agua ciega /
pozo de la memoria- /del libro /que no habrá tiempo de releer” (Foguet, 2010:
36)– pero que se replica en la memoria de su lector. Otros espacios convocan esta
peculiar reunión: el camarote, la sala de máquinas, un “sótano de la librería de la
calle Tucumán” donde el narrador de “Destinos” diserta sobre la experiencia del
mar en la literatura en escritores como Melville, Lowry, Conrad (1986: 90). O
bien, el jardín por donde Adriana pasea con “su Shelley, su Byron o cualquier
otro romántico enamorado de Italia”, lecturas que su marido, Carlos Bodganovich
detesta (1986: 34); el personaje femenino de “Intermezzo Interrotto” cuyo nom-
bre se funde en los recuerdos de Valdivieso con “el título de una novela, la que
[…] ya había dejado de tener lectores, Adriana Zumarán era el libro y lo había
encontrado revolviendo en los mesones de la Plaza Lavalle” (1986: 13); los li-
bros se adhieren a la memoria y a la piel de estos personajes.
En “Convergencias”, el relato que cierra y da nombre a la colección, cuyo
epígrafe retoma un verso de Arturo Álvarez Sosa7; su palabra se entrama a una
literatura universal (gesto que hemos podido observar en Pretérito perfecto) y se
inscribe como huella de lectura de nuestro escritor, que en este nuevo lugar vuel-
ve a circular para otro lector, desligado de su fuente original y arrastra nuevos
significados atados a lecturas anteriores. Nuevo torrente de citas que se enlazan
una con otras: el verso remite al libro de Álvarez Sosa, Cuerpo del mundo (1974-
1979) en donde resuena la frase “Tu cuerpo es el mundo” de Alan Watts, presen-
te en la imagen de los títulos apilados en los estantes de la biblioteca de Pretérito
perfecto (1983: 169).
A pesar de haber enfatizado en nuestro análisis, por medio de las figuras de
los lectores, la biblioteca y el libro como objeto predilecto de la cultura, la cons-
trucción de una memoria del espacio literario que expande sus dominios, otras
aguas abrazan la vertiente de la lengua de Foguet: nos referimos a las leyendas
que se tejen alrededor del mar (barcos fantasmas, designios, tabúes y maldicio-
nes, etc.) y se mezclan con figuras de piratas, capitanes, buques históricos y avan-
ces tecnológicos de la historia de la navegación. En el cuento repica la pregunta
7
“Cuerpo en colisión fundidas aguas” (1979).
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de Conrad citada en “Naufragio”: “¿Por qué utilizar el mar para el comercio y para la
guerra? ¿A santo de qué estropearlo con el tráfico y la muerte?8 (Foguet, 1986: 71) mien-
tras los personajes del capitán Guadalupe Major y Licinio da Souza ponen a
consideración de uno u otro, sus argumentos rebosados de menciones literarias e
historiográficas:
8
Cursivas del original.
9
Existen numerosas leyendas alrededor de estas embarcaciones misteriosas: por ejemplo, “El
Mary Celeste” (un bergantín que navegaba sin rumbo y sin tripulación); el Barco vengador
(que luego de hundirse debido a la colisión con otro buque, regresa para castigarlo) y por
último, el Holandés Errante (un buque del siglo XVI destinado a navegar sin rumbo debido a
una maldición), cuya historia inspiró la ópera del mismo nombre de Richard Wagner.
242 Isabel Aráoz l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
10
Se trata de la novela en la que estaba trabajando Hugo Foguet al momento de su muerte. No
posee título y consta de unas setenta páginas, el texto se inicia con la frase “El día que la
Josefita Almejía estuvo para morir…”. La copia mecanografiada fue cedida por Javier Foguet,
el sobrino encargado de custodiar los papeles del autor.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Lenguaje henchido de agua...: 235-243 243
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244 Claudio Sebastián Fernández l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Abstract. This paper seeks to explain the ways in which political violence
by governments Antonio Domingo Bussi in Tucumán, in the period of
dictatorship as when it was legitimized by popular vote, impacted poetic
playwright Carlos María Alsina, particularly in two of his plays: Limpieza
(1988) and La guerra de la basura (2001).
Keywords: Memories - Tucumán - Theater - Violence
1
Se parte de una concepción de teatro como acontecimiento que desajusta cualquier noción
de archivo que se formule desde el logocentrismo. El texto literario sería una huella más del
acontecimiento, un resto, un fragmento de una totalidad imposible que solo puede hacer hablar
a quién lo interpreta en la búsqueda de una re-construcción que carece de original. Archivar
significaría, según lo proponemos, reunir las huellas de ese pasado en pos de dar lugar a re-
construcciones de esa zona de experiencia desplazadas hacia el por-venir. Derrida, en su confe-
rencia pronunciada en Londres y titulada “Mal de archivo. Una impresión freudiana” (1994),
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Memorias de la basura: Carlos María Alsina...: 244-259 245
desarrolla algunas nociones que son claves para problematizar la cuestión del archivo. Partien-
do de la palabra “archivo” que remite a la palabra Arkhé, señala las dos ideas que nombra:
comienzo y mandato (1994: 2). Es decir que en la palabra archivo estarían implicados dos
principios: “allí donde las cosas comienzan –principio físico, histórico u ontológico– más tam-
bién el principio según la ley, allí donde los hombres y los dioses mandan, allí donde se ejerce
la autoridad, el orden social (…)” al que llama principio nomológico (1994: 2). De esto se
desprende que todo archivo implica, además (y aún antes) de la reunión de aquello que remite
a los comienzos (del teatro independiente en Tucumán, por ejemplo) la aplicación de ley
archivadora que determina dónde (un domicilio), qué (documentos que se incluyen o no) y
cómo (lógicas internas de ordenamiento). Son los “arcontes” aquellos que custodian los archi-
vos pero además son los que tienen el “derecho y la competencia hermenéuticos. Tienen el
poder de interpretar los archivos” (Derrida, 1994: 3).
2
Un “emprendedor de la memoria” es quien pretende el “reconocimiento social y de legitimi-
dad política de una (su) versión o narrativa del pasado” (Jelin, 2002: 49).
3
Para ampliar información sobre Teatro Abierto, resulta interesante remitirse al texto de Irene
Villagra Teatro Abierto 1981: dictadura y resistencia cultural. Estudio crítico de fuentes primarias y
secundarias. La Plata: Al Margen, 2013.
246 Claudio Sebastián Fernández l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
de policía “cargó los mendigos en varios camiones y los arrojó en una zona
inhóspita, monte adentro, en la localidad fronteriza con Catamarca llamada La
Merced. Los mendigos fueron diseminados en un amplio radio y abandonados a
su suerte” (Cossa en Alsina, 1988).
Es precisamente en este punto donde comienza a tejerse la trama de la obra,
cuando los “mendigos”, “dementes”, “lisiados” y “retardados” se ven arrojados
en la oscuridad de un campo, con los ojos vendados y oyendo como se aleja el
helicóptero que los depositó en ese lugar. Se trata de ocho hombres y dos mujeres
que presentan síntomas visibles de alguna patología psíquica o motriz. Son seres
marginales, abandonados, solitarios, que en su mayoría no cuentan con nadie
que reclame por ellos, salvo uno, al que llaman Plaza, que según se revela al final
del texto, pertenece a una “buena familia” (Alsina, 1988: 105). A lo largo de la
obra, estos hombres y mujeres, confundidos y sin referencias que les permitan
retomar el camino a casa, evolucionan en dos planos: el de la realidad, atravesa-
da por el hambre, el frío y algunos vagos recuerdos, y el de la ficción o fantasía
que ellos mismos construyen como forma de eludir lo que realmente les sucede.
Los mendigos juegan a “ser presidentes” (Alsina, 1988: 44) e incluso hasta for-
mar un partido político propio de “los minorao” para participar en elecciones
(Alsina, 1988: 48-51), inventan un “asado imaginario” del que comen todos, en
una mesa muy fina mientras una de ellos, la Muda, oficia de “Mirtha Legrand”
(Alsina, 1988: 68). En distintos momentos las situaciones viran hacia el desbor-
de erótico, con acciones violentas canalizadas a través del juego sexual. Estas
construcciones que generan los personajes se establecen como vías de escape,
como fugas transitorias que se ven intermitentemente interrumpidas por meca-
nismos de la memoria que intentan dar sentido al “aquí y ahora” que atraviesan,
que luchan por establecer puntos de referencias espacio-temporales: ¿de dónde
vinimos? ¿Hacia dónde debemos caminar para llegar a la ciudad? ¿En qué mes
estamos? ¿Cuánto falta para que el presidente se vaya de la provincia? Finalmen-
te, luego de caminar por el costado de una ruta y habiendo sido vistos por un
automovilista que los denuncia a la policía, los mendigos son sorprendidos por
un helicóptero que los ilumina desde lo alto, para luego, progresivamente, ser
eliminados uno por uno bajo el fuego de una metralleta. Los cuerpos quedan
derrumbados en el suelo. Solo sobreviven Plaza y la Muda; el primero por ser,
como se dijo, de una “buena familia”, y la Muda, por ser analfabeta y no saber
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Memorias de la basura: Carlos María Alsina...: 244-259 247
permitiendo así realizar lecturas más universales de las ideas que allí se cuentan.
El Encontrao es un personaje que, como su nombre lo indica, fue hallado abando-
nado en la basura y cuidado por los recolectores; no habla hasta el final de la
obra, sino que se expresa a través del Decidor: una especie de traductor del “orá-
culo” que transmite los mensajes que aconsejan y orientan al resto de los habi-
tantes del basural. En la entrevista realizada4, Alsina señala: “en esos años me
preguntaba si un personaje como Jesús naciera en esta circunstancia, donde no
hay principios, donde no hay valores. Lo crucificarían. El personaje del Encontrao
es una figura mística, que nació y murió varias veces”. El Encontrao es en quien el
autor deposita la carga ética del grupo de marginados, a la vez que se constituye,
con su sacrificio en manos del Decidor, al final de la obra, en el elemento que
eleva el relato a un plano mayor que escapa a la coyuntura de referencia e instala
una discusión moral en relación al valor de la vida, la defensa de la dignidad
humana y el “vivir para contarlo” como forma de resistencia ante los potentes
aparatos represivos del Estado.
Situándonos en el contexto de recepción de la obra, La guerra de la basura
puede leerse como la versión ficcionalizada de los sucesos que tuvieron lugar
con motivo del regreso de Antonio Bussi a la vida política de Tucumán en demo-
cracia, a finales de los ochenta. El propio autor señala en la entrevista realizada
oportunamente: “forma parte de una época más compleja que la que hace refe-
rencia Limpieza; es más fácil oponerse a una dictadura, donde el enemigo es más
visible, que oponerse a un ex dictador, a un genocida que fue elegido por el voto
popular” (Alsina, entrevista 2012). La trama deja entrever las complejas relacio-
nes existentes entre las distintas instituciones de la sociedad que permitieron su
retorno, generando las condiciones de caos y desorden necesarias, a la vez que
visibiliza la complicidad civil para con la dictadura y las políticas de memoria
que estos agentes ejercen de cara a la sociedad. Las relaciones entre la policía, la
Iglesia, la prensa y el empresariado local (principalmente referido a la industria
azucarera y citrícola) son nombradas por el autor como el núcleo duro de co-
rrupción encargado de garantizar el retorno del genocida al poder. Incluso, seña-
la Alsina, aún hoy pueden observarse continuidades de ese proyecto, en funcio-
4
Entrevista semi-estructurada realizada el 28/8/12 al autor. Una hora y media de grabación
de audio.
250 Claudio Sebastián Fernández l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
narios que pertenecieron a la gestión de Bussi y que todavía ocupan cargos públi-
cos en la provincia.
Memorias de la basura
Alain Badiou sostiene que el teatro tiene como voluntad producir algo que
nos aclare nuestra experiencia colectiva en la historia, "no en el sentido en que
nos enseñan un saber, sino en el sentido de que nos muestra lo que son las gran-
des situaciones de la existencia y cómo se mueven los sujetos dentro de esas
situaciones (2005: 130). Desde esta lógica, resulta necesario analizar las obras
seleccionadas dentro del contexto socio-político instalado en la provincia en el
momento en que ambas se pusieron en escena. El teatro presenta siempre una
idea frágil que es completada por los espectadores en “convivio” (Dubatti, 2007).
Generar un discurso en la escena, a partir del lenguaje teatral, significa abrir
espacios de construcción de sentidos, espacios de disputas por la memoria, en
los términos que lo enuncia Elizabeth Jelin:
(El) sentido del pasado es un sentido activo, dado por agentes sociales
que se ubican en escenarios de confrontación y lucha frente a otras interpre-
taciones, otros sentidos, o contra olvidos y silencios. Actores y militantes
“usan” el pasado, colocando en la esfera pública de debate interpretaciones
y sentidos del mismo. La intención es establecer / convencer / transmitir
una narrativa, que pueda llegar a ser aceptada (Jelin, 2002: 39).
Desde esta perspectiva, considerando las claras referencias que las obras pre-
sentan en relación a los contextos históricos que evocan, resulta posible pensar-
las como lugares desde donde mirar críticamente la evolución del Bussismo como
identidad política en Tucumán y su continuidad a lo largo del período que sepa-
ra ambas puestas.
Emilio Crenzel señala que el retorno de Bussi a la escena política en demo-
cracia fue el resultado de una memoria favorable construida en relación a su
gestión durante la última dictadura. ¿Cómo es posible elaborar positivamente el
recuerdo de los años más oscuros de la historia de la provincia? ¿Cómo justificar
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Memorias de la basura: Carlos María Alsina...: 244-259 251
Las obras que integran el corpus de este trabajo se instalan, en este contexto,
como representaciones contra-hegemónicas que intentan subvertir las memorias
dominantes de cada período. Tanto Limpieza como La guerra de la basura se estre-
naron en momentos clave de la vida política local. La primera fue puesta en
escena por primera vez en 1985 y luego repuesta en 1986 y 1987. Estos años
fueron muy importantes en la elaboración del pasado dictatorial y las disputas
por la memoria quedan en evidencia si se observa que en 1985 se realizaron los
juicios a los jefes militares y hacia Mayo de 1987 ya se habían aprobado las leyes
de “Punto Final” (1986) y “Obediencia Debida” (1987) (Crenzel, 2001: 162).
Bussi se presenta como candidato a Gobernador y Diputado Nacional por la
provincia en 1987.
La guerra de la basura (2001), por su parte, se estrena en 1999, en oposición a
la elección de Ricardo Bussi, hijo del genocida, como Gobernador de Tucumán.
El estreno tuvo lugar una semana antes de las elecciones y consistió en un gran
evento en donde fue convocado un importante número de actores y actrices,
cantantes, músicos, bailarines, todos con el propósito de darle visibilidad al re-
chazo contundente de la comunidad artística local a la continuidad del bussismo
en el poder estatal. Bussi fue derrotado en esas elecciones por Julio Miranda,
candidato del Partido Justicialista.
La oportunidad de este “teatro urgente” que propone Alsina es un rasgo a
tener en cuenta en las puestas del autor, dado que implican potentes procesos de
construcción de sentido sobre el pasado reciente que se materializan en la escena
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Memorias de la basura: Carlos María Alsina...: 244-259 253
5
Roberto Cossa escribe en el prólogo de la edición impresa de 1988, que Bussi debió conside-
rar que tenía que mostrar al presidente Videla que visitaba la provincia, una ciudad ordenada,
tranquila y limpia de “guerrilleros” (Alsina, 1988: 12), es decir, mostrar que la tarea que se le
había encomendado se había cumplido.
254 Claudio Sebastián Fernández l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
6
El énfasis mío.
7
El énfasis mío.
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8
Se refiere, en este caso, a los votantes de sectores medios y altos de la pirámide social, de más
de treinta años y que moran en la capital provincial, haciendo hincapié en los aspectos
ordenancistas del gobierno de facto encabezado por Bussi.
256 Claudio Sebastián Fernández l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
9
El arte, más que conocer el mundo, produce complementos del mundo, formas autónomas
que se añaden a las existentes exhibiendo leyes propias y vida personal. No obstante, toda
forma artística puede muy bien verse, si no como sustituto del conocimiento científico, como
‘metáfora epistemológica’, es decir, en cada siglo el modo de estructurar las formas del arte
refleja –a guisa de semejanza, de metaforización, de apunte de resolución del concepto en
figura– el modo como la ciencia o, sin más, la cultura de la época ven la realidad (Eco, 1984:
88-89).
10
El Intendente se refiere ellos diciendo: “no permitiremos que una chusma de forajidos infil-
trados subvierta la tranquilidad de esta maravillosa geografía bendecida por la Providencia”
(Alsina, 2001: 137).
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11
CAUSA: “VARGAS AIGNASE GUILLERMO S/ SECUESTRO Y DESAPARICION”.
Los alegatos de la defensa, especialmente los alegatos de los dos imputados estuvieron centra-
dos en la idea de guerra. En Tucumán había una guerra y los militares actuaron en defensa de
la “patria”. “Estábamos en guerra”. “En la guerra no hay allanamientos ni órdenes previas,
hay golpes de manos en guaridas y trincheras (…) a un individuo no se lo detenía, se lo captu-
raba” (Bussi 07/08/08) Contrapuesto a este discurso el Fiscal Terraf negó sistemáticamente la
validez de este concepto. En cuanto a la acusación de haber parodiado una supuesta libertad
es importante ver cómo se manejó, desde la defensa la posibilidad de una venganza a manos
de “Montoneros”, ERP o PRT (indistintamente) a causa de la delación de la víctima. (Nofal,
2012: 12)
12
Los trabajos de Rossana Nofal sobre los “Cuentos de guerra” (2012) aportan importantes
reflexiones en este sentido.
258 Claudio Sebastián Fernández l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Alsina sigue preguntándose por qué siempre vuelve Tucumán, después de sus
largas estadías laborales en Europa. Su respuesta es por ahora simple: “vuelvo a
Tucumán para transformar algo, para nutrirme de la vitalidad de los latinoame-
ricanos, para escribir sobre mi provincia y sentir que es el teatro más universal
que puedo producir”.
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Williams, Raymond (1980 [1977]): Marxismo y literatura. Barcelona: Ediciones Pe-
nínsula.
260 Rossana Nofal l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
ROSSANA NOFAL
Abstract. The narrative series that collects the memory of the dictatorship
in Tucuman is dissimilar. It is constructed within the boundaries of both,
the testimonial genre and the journalistic narrative, along with the
counterpoint formed by the voices of those writing from Buenos Aires
and those writing locally in Tucumán. Temporalities juxtapose with
geographical spaces and reading circuits. The present work offers the
opposing readings of “memories against memories”, as defined by Jelin
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Tucumán, Santa Lucía de Tucumán, La Base, libro con sello editor de la autora. En
todos los libros, el pasado violento de la provincia aparece inscripto con sus
múltiples complejidades y organizado por marcadas antinomias y la gran divi-
sión del “aquí” y el “allá”. Martin Andersen, Eduardo Anguita y Lucía Merca-
do coinciden en identificar un discurso sobre la guerra en la provincia, aunque
con modulaciones muy distintas. Andersen apela a la evidencia documental;
Mercado inscribe largas entrevistas realizadas en el pueblo de Santa Lucía y
Anguita le apuesta a la construcción de una novela con la centralidad de una
historia de amor. El cuento sobre la extrañeza más absoluta es quizás, el que se
cuenta desde Tucumán. Lucía Mercado reitera una y otra vez la palabra escu-
chada en sus entrevistas: los problemas venían de otro lado; los traían, por igual
los extremistas y los militares; todos eran “rubios”1.
1
Es interesante pensar en la ficción de memoria de la película Los rubios (2003) de Albertina
Carri, uno de los cuentos más importantes del género testimonial.
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Matías desplegó un mapa grande del Norte argentino, de ésos con verdes
en las selvas tropicales y marrones en las montañas. Parecía fascinado, como
un escolar que estudia geografía. –Así vamos a ir liberando zonas –dijo,
mientras su índice caminaba hacia un corredor que unía Tucumán, Salta,
Jujuy, Bolivia y Perú. Concentró la atención de todos y empezó a contar el
plan estratégico del comandante Santucho: con la primera zona bajo el con-
trol de la guerrilla, pedirían un gobierno autónomo a las Naciones Unidas
(Anguita, 2005: 116).
En la novela de Anguita, los guerrilleros son buenos y bellos. Los dos relatos
replican la idea de una literatura de virtudes propuesta por Hebert Gatto; una
literatura de clausura que supone la negación de elementos ambiguos o la cons-
trucción de un doble crítico que destrone a su contraparte. Hablamos de “una
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2
Richard Gillespie (Wigan, Lancashire, 1952) reside en Argentina entre 1975 y 1976 mientras
reúne material sobre la izquierda peronista con vistas a su doctorado, defendido en 1979. El
libro con título original Soldiers of Perón, Argentina’s Montoneros se publica por primera vez en
1982 con el sello de Oxford University Press en Nueva York.
3
Los Montoneros poseían ya una tremenda reserva de apoyo gracias a sus iniciativas políticas
relacionadas con las masas y a su sensibilidad ante la opinión pública radical. Habían suspen-
dido su campaña guerrillera como principal fuerza de las formaciones especiales peronistas;
reanudaron su actividad como la organización político militar más poderosa de la Argentina;
en el curso de los doce meses siguientes se convertirían en la más potente fuerza guerrillera
urbana de cuantas se han conocido en la América Latina (Gillespie, 1986: 203).
4
Ver en Nofal, Rossana, “Siguiendo a Hobsbawm me permito afirmar que configuran un
círculo de los mitos de los pobres, de los reyes justos y de los hombres que luchan por la justicia
de su pueblo. Esta es la razón, por la cual estas leyendas de guerrilleros tienen aún la capaci-
dad de emocionarnos. Son parte de esa historia que no consiste tanto en el registro documen-
tal de acontecimientos y de los personajes que los protagonizaron. Tienen la forma de un
cuento de hadas que están en la base de las sagas heroicas de todas las religiones de todos los
pueblos y las clases sociales” (2010: 27).
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Memorias de militancia en Tucumán: 260-276 267
cia al intensificarse los conflictos políticos” (1986: 249). La semántica del texto
expone la afinidad personal del autor más allá de las referencias materiales de los
hechos. La clase de mundo a la que se abre el texto está expuesto en el uso de las
modulaciones literarias para dar cuenta del perfil de los combatientes. Lo que se
comprende tiene que ver con conjeturas imaginarias que no necesariamente pue-
den validarse con las referencias históricas. La representación de Tucumán en el
libro expone una nueva manera de mirar las cosas: un campo de batalla5.
Andersen arriesga la hipótesis de que Mario Firmenich era informante del
ejército desde 19736. Con la lógica del desencanto y de la denuncia, construye
una narración del fracaso y desmonta los cuentos de la fuerza y las proezas de la
organización insurrecta. En su capítulo “Tucumán: un rumor de guerra (1975)”
presenta la provincia como un escenario de batallas falsificadas y víctimas sin
agencia política. Organiza el relato de la “zona liberada” creado por la prensa “a
veces de manera histérica” (2000: 160) y, también, el escenario de la primera
organización sistemática de la represión clandestina a cargo de Acdel Edgado
Vilas “general de la muerte” como le gustaba jactarse (161). Cuenta la entrada
de los guerrilleros en una “aldea” en los términos de un relato sobre la “invasión
de Acheral”.
5
Le tocó luego el turno a la Fuerza Aérea, que también sufrieron un ataque vindicativo, esa
vez por el asesinato del líder montonero Marcos Osatinsky. A últimos de agosto, un pelotón
que llevaba su nombre voló por telemando la pista de aterrizaje del aeropuerto Benjamín
Matienzo de San Miguel de Tucumán y destruyó un avión de transporte Hércules C-130 mien-
tras despegaba con personal antiguerrilla. Cinco personas resultaron muertas y cuarenta heri-
das en aquella respuesta –la más directa de los Montoneros– a la misión militar antiguerrillera
en Tucumán. Sucedió en una zona militar bien vigilada, pero la seguridad se había relajado, y
la existencia de un túnel debajo de la pista –desde el cual se podía amontonar explosivos en un
desagüe– fue olvidada, al parecer, por los guardianes. Nuevamente se habían invertido meses
de trabajo en una operación. Los Montoneros se refirieron fríamente a ella como “una verda-
dera una obra de ingeniería militar” (Gillespie, 1986: 242-243).
6
Martin Edwin Andersen fue corresponsal especial de Newsweek y de The Washington Post en
Buenos Aires entre 1982 y 1987, y como tal cubrió los juicios a las Juntas Militares de 1985. El
libro Dossier secreto. El mito de la “guerra sucia” en la Argentina. Edición actualizada y
definitiva, se publica en Buenos Aires en el año 2000. La primera edición es de 1993.
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matrices emblemáticas: los guerrilleros desfilan con uniforme verde oliva, con
fusil al hombro; son los soldados del pueblo en la calle de tierra, el día del ejérci-
to argentino. En esta polarización de lo civil y lo militar funda un discurso testi-
monial victorioso sobre el pasado pautado por la lógica de la guerra. El relato de
Gutman replica la idea de una literatura de virtudes propuesta por Hebert Gatto;
una literatura de clausura que supone la negación de elementos ambiguos o la
construcción de un doble crítico que destrone a su contraparte en la idea bajtiniana
del carnaval en la literatura.
Hablamos de “una narrativa sustentada en la preponderancia de los méritos
individuales de los guerrilleros –sus virtudes éticas y a veces estéticas– inhibe los
análisis sobre el movimiento como organización supraindividual dotada de ca-
racterísticas propias.” (Gatto, 2004: 379). Si bien han cambiado las preguntas y
los personajes que construyen los testimonios, el saber sigue fuertemente ligado
a un poder que lo autoriza. La extrañeza de la palabra guerra permite alejarse de
las identidades narrativas de los personajes unitarios y pensar en héroes disonantes.
Entre el triunfo y la derrota viven los personajes en las tramas de las narrati-
vas de memoria que se escriben y se publican a lo largo y a lo ancho del continen-
te latinoamericano. Se trata de relatos que, como señala Jelin para hablar de las
memorias, no respetan la linealidad del tiempo y vuelven sobre aquellos aconte-
cimientos por esa “imposibilidad de cerrar cuentas con el pasado” (Jelin, 2012:
16) donde quedaron los sueños de juventud y de justicia, pero también donde se
anidan el desgarro del exilio, los fantasmas de la traición y la sinrazón de la
tortura.
La metáfora de Elsinger
En esa zona de clivaje con una fuerte apuesta a la construcción metafórica
sobre la dictadura en Tucumán, se inscribe la novela de Horacio Elsinger, La
virgen de los ojos cerrados (2014), publicada recientemente en Buenos Aires. La
novela escribe los silencios de las muertes en el interior de Tucumán. La indaga-
ción periodística sobre el asesinato de una niña lo lleva a escuchar los relatos
negados sobre la represión clandestina y sus protagonistas. Enmascarado en la
voz de un periodista solitario y desencantado, el autor propone la lectura de los
270 Rossana Nofal l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
cuentos dichos entre “viejos guerreros” (Davoine & Gaudilliére, 2011) que cuen-
tan siempre lo mismo y los nuevos lectores que no pueden evitar escucharlos. El
objetivo es historizar los relatos que no eran permeables en otras épocas: la gue-
rra como opción política. Los juicios a los represores en los tribunales civiles
abre un canal para declaraciones públicas que dicen hasta lo que no se podía
enunciar; las figuraciones de los cuentos de guerra parten del presupuesto de
decir lo que no se puede callar.
El relato se organiza como un inventario de historias de un tiempo anterior,
los vagabundeos en el Parque 9 de Julio y los tempranos poemas de amor de un
aprendiz. La novela nos propone la entrada a la vida de Esteban Diriart. Una
historia de amor que se escribe desde la derrota, la sensación de soledad, sus
encuentros con su ex mujer a quien seguía pensando atractiva a pesar de los
años. Inventario de hoteles y cigarrillos y la constancia de un personaje que “vive
bajo el signo de lo inaugural” en el escenario de la facultad de filosofía y letras
casi un histórico universal como para tantos otros intelectuales formados en la
década de 1960: la bandera del espíritu crítico, la juventud, la transgresión y el
pensamiento creador. Esteban se siente deudor del legado e interpelado por el
mandato de escribir (Elsinger, 2014: 79). Los periodistas no leen el diario en el
que escriben.
El libro de Elsinger colecciona el listad de las rutinas escriturarias del perio-
dismo: las letras que se miden por sus centímetros, la adrenalina de la redacción,
una hora para volver a escribir el artículo, el violento oficio de escribir para el
lector de noticias y para el olvido de las noticias en el desayuno.
En el no-espacio, Esteban encuentra el deseo de investigar, la inquietante muerte
de la niña bella. Se escapa de los lados bajos y macabros para buscar en lo secre-
tos de un infierno escuchado por primera vez. Hay un gesto cómplice de “expe-
riencia compartida”, una suerte de controversia entre lo público y lo privado,
entre los que piensan la nota y entre los que la leen o no la leen, o sus protagonis-
tas. En esa relación es en donde los individuos prefiguran sus experiencias del
mundo. Esteban sale a buscar a los testigos: los padres de María Gabriela Cruz,
el silencio de su madre y el oscuro y confuso pasado del padre. El contacto con el
papel, el sabor del tabaco y el café. La vida que bulle a través de la ventana. Un
periodista arrebatado por la vida: frente a una muerte dudosa encuentra lo que
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Memorias de militancia en Tucumán: 260-276 271
En una de las paredes colgaba una pintura que le llamó la atención. Este-
ban se incorporó de su asiento para observar el cuadro desde más cerca. Un
ángel de bucles dorados parado frente a una María muy joven señalaba el
vientre de ésta con su índice. Una luz suave iluminaba la escena. Es una
Anunciación de autor anónimo –dijo la voz a sus espaldas y agregó–. Perte-
nece a mi familia desde hace mucho años (Elsinger, 2014: 160).
Coda
En un artículo del año 20047, Elizabeth Jelin analiza el surgimiento de un
nuevo campo de preocupaciones en las ciencias sociales latinoamericanas: los
derechos humanos y las memorias de la represión y la violencia política. En este
desarrollo narra los antecedentes conceptuales y las condiciones históricas que
dieron lugar al surgimiento de este campo interdisciplinario en el que se inscri-
ben las marcas propias de su biografía intelectual. Con un rol protagónico en los
hacedores del campo, Jelin siempre habló sobre la necesidad de redefinir las fron-
teras entre los espacios públicos y los privados a la luz de la dimensión de la vida
cotidiana representada en las relaciones sociales que se desarrollan en el día a
día. Las tensiones entre la urgencia de rememorar y recordar los hechos, los
huecos traumáticos y las heridas abiertas constituyen el principal tema de inves-
tigación del campo, pero también su obstáculo más grande: la paradoja de decir
lo indecible (Jelin, 2002).
Igualmente Jelin pensó, como un mandato epistemológico, la necesidad “de
que la investigación siempre historice las memorias” (2004: 103). Sumó a sus
presupuestos la compleja definición de las temporalidades de Koselleck, enten-
didas como la vinculación del tiempo histórico con las experiencias de los hom-
bres que viven y actúan en ese escenario. Las experiencias nunca se inscriben
como discursos lineales. Esta es una de las profundas advertencias de Jelin: escu-
char los matices de cada relato. Las experiencias y las temporalidades se super-
ponen, se entremezclan y se articulan siempre desde el conflicto.
La lectura de las múltiples temporalidades implica ubicar coyunturas que
activan memorias subterráneas, habilitan nuevas interpretaciones de las mismas
escrituras e iluminan los silencios deliberados en los textos leídos una y mil ve-
ces. Implica también pensar las regiones con sus distintas vías, sus tiempos y sus
verdades. En este sentido, el desarrollo del concepto de “cuentos de guerra” en-
tendidos como partículas narrativas inscriptas en múltiples relatos8 ubica a la
7
“Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: La construcción
de un campo nuevo en las ciencias sociales” Estudios Sociales, Revista Universitaria Semestal, Año
XIV, Nro. 27, segundo semestre 2004, Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, pp. 91-113.
8
Inicialmente tomo el concepto de Josefina Ludmer que define cuento en términos de matri-
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ces productoras que pueden ser diversas e indefinidas; “están entrelazadas y forman nudos;
quizás los únicos rasgos que las distinguen sean su impersonalidad (parecen emitidas por
nadie) y su carácter anacrónico (1977:148).
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Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Los sonidos y el silencio...: 277-298 277
ciones denunciadas por las Madres de Plaza de Mayo tendrían como respuesta
siniestra un genocidio. Implementado para terminar con todo pensamiento con-
siderado “subversivo” o “de izquierda”, el plan de exterminio fue acompañado
por persecuciones a artistas críticos del nuevo régimen, amenazas lanzadas por
la organización conocida como la “Triple A” –Alianza anticomunista argenti-
na– y el ejercicio de la censura sobre la obra de quienes intentaban seguir traba-
jando en el suelo patrio.
En ese contexto de agonía de las expresiones populares, nos interesa enfocar
el caso de la música folklórica en Tucumán. Esta provincia, situada en el cora-
zón del noroeste, se caracteriza por haber forjado desde comienzos del siglo XX
una identidad económica y cultural propia, basada en su condición de “Cuna de
la Independencia”, en la creación de una universidad nacional y en la radicación
de la industria azucarera. Esta industria impulsó tanto el crecimiento económico
y la modernización como profundas desigualdades entre élites y trabajadores
migrantes, conocidos como “obreros golondrina”. Dichas tensiones se acrecen-
taron después del 21 de agosto de 1966, al cerrarse once de los veintisiete inge-
nios existentes en la provincia por decreto del Gral. Juan Carlos Onganía. La
crisis social ocasionada por esta medida llevó a episodios de resistencia civil en
1969 y 1972 (Crenzel, 2005), fortaleciendo la resistencia peronista y el surgi-
miento de organizaciones armadas como Montoneros, Fuerzas Armadas
Peronistas (FAP) y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)1.
En 1973 Alejandro Agustín Lanusse, último dictador impuesto por el golpe
del 66, llamó a elecciones; después del breve gobierno de Néstor Cámpora asu-
mió Juan Domingo Perón, que había regresado del exilio. En 1974 falleció y lo
sucedió su viuda, María Estela Martínez de Perón, quien ordenó que en Tucumán
se lanzara el llamado “Operativo Independencia”. Acdel Vilas, a cargo de su im-
plementación, declara una “guerra cultural” concebida como una batalla a muerte
en el orden de las ideas, centrada en las minorías intelectuales y universitarias,
por ser consideradas como agentes de “contracultura” o “culturas de subver-
sión” marxista (Crenzel, 2010: 383). Tucumán fue así la antesala del período más
1
La guerrilla se fortaleció en Tucumán porque había un proletariado rural muy combativo y
porque la cercanía del monte montañoso favorecía el ocultamiento de los campamentos.
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oscuro que vivió el país, a la vez que su dinámico campo cultural fue desarticula-
do, primero bajo la comandancia de Vilas y después, de Antonio Domingo Bussi.
El destacado guitarrista tucumano Juan Falú sostiene que “la de Tucumán
fue la caída más abrupta de todas”, ya que le resulta inexplicable que en “una
provincia que tenía la universidad a la par de las mejores de América, orquesta
sinfónica a la par de las mejores, una industria de peso, como la azucarera, a full,
los talleres ferroviarios más grandes, una gran producción literaria, poética pase
lo que pasó” (2010: 443).
Para dimensionar lo sucedido en el ámbito del folklore repasaremos breve-
mente los ejes que posibilitaban su estructura productiva antes del golpe del 76 y
examinaremos algunos testimonios que dan cuenta tanto del quiebre de esas es-
tructuras como de formas de supervivencia; finalmente nos referiremos a la elabo-
ración del duelo, la recuperación de algunos materiales y el trabajo intersubjetivo
de construcción de la memoria, entre los sobrevivientes y las nuevas generaciones.
2
En 1950, después de un viaje a Europa del Este y Francia, se afinca en Cerro Colorado,
Córdoba, hasta que en 1968 hace de París su residencia principal, retomando su rol articulador
280 Fabiola Orquera l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
vínculo con ese territorio y el tamaño descomunal que fue adquiriendo su figura
hicieron de él el creador de la canción social latinoamericana y de sus zambas el
sustento de las guitarreadas en los años de pre-dictadura. Falú, que en esa época
recorría el interior de la provincia como militante político, señala:
4
A pesar de sus orígenes humildes –su padre alimentaba las calderas del Ingenio Guzmán y su
madre era empleada doméstica– pudo asistir a la Escuela de Comercio, donde tomó sus pri-
meras clases de canto; se identificó con cantantes profesionales, especialmente con la
catamarqueña Margarita Palacios. A los quince años Marta –tal era su nombre real–, aprove-
chando que sus padres participaban del festejo del 17 de octubre en Buenos Aires, desafió la
prohibición familiar de inmiscuirse en el mundo del espectáculo y participó en un concurso de
Radio LV12, ganando el certamen (Braceli, 2003: 39-40).
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Para un estudio detenido de la trayectoria de la cantante hasta 1975 ver el análisis de Illa
Carrillo-Rodríguez.
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6
A nivel nacional, un ala más radical de esta corriente se expresa en términos abiertamente
militantes, como el grupo Huerque Mapu, que, siguiendo las huellas de Quilapayún, llega a
grabar la cantata Montoneros (Molinero, 2010: 334-351 y Smerling y Zak, 2014).
7
Para un acercamiento al género de las “obras integrales” (Ver Molinero, 2010:155-171).
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8
El destacado músico Mariano Etkin, quien se encontraba enseñando Historia de la Música
en la Universidad Nacional de Tucumán, recuerda que tuvo que renunciar y marchar al exilio
porque “el clima era intolerable”; el jefe del Departamento de Artes, un mayor retirado, le
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Fue muy emotivo, nos abrazamos, llorábamos, qué se yo. Y lo que más
escuché de los tucumanos fue lo siguiente: que esa había sido la primera
había dicho: “No se meta en cosas raras, no vaya a ser que amanezca tirado en un zanjón”
(Pujol, 2013:171). Más adelante, Miguel Ángel Estrella, pianista reconocido y militante
peronista, debió emigrar a Uruguay, donde fue de detenido y torturado hasta que una impor-
tante campaña internacional consiguió su liberación (Espinosa, 2006: 124; Pujol, 2013: 172).
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a ese universo generado por la voz del músico, que es a la vez referente de su
generación. El relato vinculante entre el presente y el pasado da lugar a una
atmósfera prácticamente ritual en la que “la experiencia individual construye
comunidad en el acto narrativo compartido, en el narrar y el escuchar” (Jelin,
2002: 17). Falú consigue así reconstituir “ese remanso de la noche” propio de la
bohemia tucumana de los sesenta y comienzos de los setenta, y transmitir ese
vínculo primigenio que une en la emoción al artista y al oyente.
El silencio impuesto fue utilizado también como forma de resguardo de re-
cuerdos y supervivencia. La memoria se refugió en charlas íntimas, en el mur-
mullo, en materiales sonoros ignorados por los medios de difusión, y hasta en el
habla contenida a nivel de latencia. Una forma de resistir, tan heroica como
imposible, fue la de seguir cantando durante el momento de la peor acometida.
Mercedes, ya ocurrido el golpe, trató de seguir ejerciendo su oficio, a pesar de las
amenazas de la Triple A, de la orden –nunca explicitada– de sacar sus discos de
la venta, de la prohibición por parte del COMFER de la difusión de algunas de
sus canciones y de los obstáculos que debía afrontar para actuar en público
(Marchini, 2008: 294). Resistió hasta que el 21 de octubre de 1978, mientras
cantaba “Cuando tenga la tierra” en el Almacén San José de La Plata –capital de
Buenos Aires– su actuación fue interrumpida, y ella fue detenida junto a todos
los asistentes. Se presentó una vez más en Buenos Aires y después de cinco reci-
tales suspendidos no tuvo más opción que partir al exilio (Sosa, 1992: 99-100;
Marchini, 2008: 265-308).
Esa partida activó una segunda forma de resistencia, imposible de desarticu-
lar por completo. Era la consecuencia natural de la relación que había estableci-
do con la gente en todos esos años, de su carisma, ya que su persona artística no
era producto artificial del mercado, sino el resultado de un entretejido que se
remontaba a las composiciones del Chivo y Don Ata y a las corrientes de la
Nueva Canción Latinoamericana:
En distintas requisas se llevaron todos mis discos: los de Serrat, desde Me-
diterráneo, pasando por un homenaje a Miguel Hernández y el del año 1974,
el LP que traía el de “Curro el Palmo”. También se llevaron el de “Muchacha
ojos de papel”, de Almendra, hasta “Jacques Loussier le pone swing al barro-
co” y un LP de Buenos Aires 8 interpretando a Piazzola, magnífico (Ese
disco no lo volví a escuchar porque ya nadie lo tiene –hay en YouTube algu-
nos temas, pero no el LP completo–). Y se llevaron –ese sí era una declaración
de apoyo a los grupos rebeldes– el LP de Viglietti que tenía “A desalambrar”
y “La negrita Martina”. No se conseguía en las disquerías masivas sino que lo
había comprado en la exquisita librería y disquería de Maurice Jaeger, (ubica-
da en) en uno de los pisos de La Gaceta9. Bueno ese disco no lo escuchába-
mos en la dictadura, no nos atrevíamos o no lo teníamos.
9
Se refiere al periodista francés desaparecido el 8 de agosto de 1975 junto a su esposa Olga
Cristina González, embarazada de cuatro meses.
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El testimonio fue brindado por una docente universitaria que regresó a residir en la provin-
cia. Sobre las canciones militantes (Ver Molinero, 2013; Smerling y Zak, 2014).
11
El informante regresó después de la dictadura a vivir a Tucumán y se dedicó a la actividad
política. Los dos militantes citados pertenecen a una clase media-alta, ilustrada.
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Así reflexiona, por ejemplo, en La ruta perdedora: “…Pero sé también que mi vida es tan
triste / como un tonto me creí lo que dijiste // ‘Nuestra vida blanca y buena / nuestra casa
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Los que habían buscado o todavía buscaban el cambio social se sintieron más
cerca del rock que del folklore que se difundió después de 1976, caracterizado por
el abandono de cualquier demanda política o crítica social. Un oyente adolescente
en esa época señala que “luego de 1976 el pop liviano y el folklore nacionalista
ocupaban los medios; escuchábamos a escondidas algunas cosas como La Biblia
de Vox Dei o Cocaine de Eric Clapton. Más tarde, 78 o 79 nos comenzó a llegar de
forma clandestina algo de Nueva trova cubana” (Molina, 2013).
La cantante tucumana Claudia Gargiulo, quien transitó su adolescencia en
la dictadura, recuerda haber asistido a recitales de Luis Alberto Spinetta, de su
banda Spinetta Jade y de La máquina de hacer pájaros. En 1980 Almendra, la
primera banda de este compositor se reunió y emprendió una gira que pasó por
Tucumán. Es decir que a pesar de la represión, había algunas bisagras para esbo-
zos de una contracultura, ya sin slogans políticos. Es posible que los militares
permitiesen estas expresiones por asociar el rock a la cultura occidental –venía,
después de todo, de Estados Unidos– y por no comprender su crítica cifrada; la
música folklórica, en cambio, había desarrollado una vertiente más directamen-
te vinculada a la cuestión social y a los cambios revolucionarios post-cubanos.
Gargiulo narra, a través de su experiencia, cómo la represión impulsó prácticas
de resistencia cultural:
será verdadera / nuestra ciudad será hermosa desde hoy’ // Y ahora escucho que en la calle
gritan: / ‘Bienvenidos a la ruta perdedora…”. En Hipercandombe: “Cuando la noche te hace
desconfiar / yendo por el ‘lao del río / la paranoia es / amigo tu peor enemigo // Cubres tu
cara y tu cuerpo también / como si tuvieras frío / pero en realidad, te querés escapar de algún
lío // Déjenme en paz / no quiero más / no hay esperanzas en la ciudad…”
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Se refiere al propio grupo que integraba en esa época, en el que participaban los hermanos
Enrique y Leopoldo Deza, hoy reconocido compositor.
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Yo voy dos o tres veces por año a Tucumán y siempre me veo con ex
compañeros de militancia. Y siempre hacemos los mismos chistes, y tene-
mos los mismos silencios. Recién desde hace un año que empezaron a tener
reuniones más vitales. Vitales en todo sentido, de hablar de política, de ha-
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La interpretación está a cargo del guitarrista y el joven músico tucumano Juan “Popi” Quin-
tero.
15
Ese equipo estuvo formado por Alba López de Núñez, Juan Paolini, Lucho Hoyos, Nancy
Pedro, Ariel Alberto, Mono Villafañe, Carlos Carrizo, Fernando Korstanje y Fabiola Orquera.
Contó también con el aporte de Mario Melnik, Daniel Ferullo, Grillo Córdoba, Poli Soria y
Eduardo ‘Lalo’ Aybar.
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Ahí están Obeid y Pedro. Ahí el Lucho Hoyos, con toda la música de
nuestros mayores, cantando con la voz de Fernando, Pichuco y el Pepe au-
sentes, con la del Chivo y el Pato presentes pero igual de mayores, recordan-
do a su pueblo tucumano que la historia vive. Ya se vienen asomando el
Popi Quintero y el Topo Encinar con la misma memoria, con igual eleva-
ción del arte. En la reproducción de esos relacionamientos entre edades di-
ferentes, resultamos estar todos presentes, en todo momento, en cualquier
lugar. Un amigo veinteañero de hoy se sabe al dedillo Pastor de nubes de
Portal (…) y lo lleva a Pepe adentro y para siempre.
Nada se hechó al olvido17 (2003: 65-68).
16
Si bien coincido con la abrumadora incidencia de la música mediatizada, según explica
Juan Pablo González (2013: 84), el caso de Tucumán va a contracorriente, al menos en la
formación troncal de sus representantes más reconocidos.
17
Las cursivas son mías.
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“Popi” Quintero tiene lazos profundos con Juan Falú; el cantante y guitarrista
Lucho Hoyos aprendió los repertorios de Pepe Núñez y de Luis ‘Pato’ Gentilini
en proyectos compartidos con ellos; el guitarrista Ariel Alberto, la cantante Nancy
Pedro y el percusionista ‘Café’ Valdés aprendieron los temas de los Núñez a
través de Gerardo. De hecho este músico bautizó al recital que presenta actual-
mente junto a Ariel Alberto “Arengando”, porque sigue hablándoles a los más
jóvenes de un legado que cree importante conocer (Entrevista).
En el año 2013, después de la muerte de Bussi y de la recuperación de restos
de desaparecidos en el “Pozo de Vargas”, Falú recitó en el Festival de Cosquín el
poema “A un genocida muerto”, de ‘Poli’ Soria: “Hecho piltrafa y extraviado el
rumbo / ha muerto en soledad el genocida / y en mi provincia oigo cantar la
vida / aún la que segó su tiro inmundo // El genocida va, llevando sucia gloria
/lo han de juzgar ahora nuestros muertos / que habitan el altar de la memoria”.
Es innegable que hay grietas en el cancionero, como hay voces que faltan sin
remedio. Los santiagueños de la Calle San Luis están ausentes en las guitarreadas
que se improvisan en el restaurante Lisandro cada vez que Juan Falú visita la
provincia. Aún así, Tucumán ha vuelto a cantar, y ha formado ya nuevas genera-
ciones que siguen aprendiendo de quienes los preceden. A pesar de la censura y
la muerte, la música sigue estando del lado de la vida.
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Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La construcción de otras memorias...: 299-320 299
Abstract. This article analyzes the relation between justice and memory,
in reference with the first criminal trial for human rights violation
committed during the seventies in Tucumán, Argentine. It analyzes the
emergence and development of the Relatives of Missing Persons of
Tucumán, starting from its demand for trial and punishment of the persons
guilty of those crimes. For that purpose, will be taken particularly into
account, the influence of Antonio Bussi and his political party, in the
political activity in Tucumán.
Keywords: Memory - Criminal Trials - Human Right Movement
300 Julia Vitar l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Introducción
El presente artículo tiene por objeto analizar la relación entre justicia y me-
moria en la provincia de Tucumán, a partir del estudio de la organización de
Familiares de Desaparecidos –que en el año 2002 se refundó bajo la denomina-
ción de Familiares de Desaparecidos de Tucumán (FA.DE.TUC.)– y su actua-
ción frente a la justicia con el fin de concretar la condena de Antonio Domingo
Bussi1, por violaciones a los derechos humanos (DDHH). Para lograr este obje-
tivo desarrollaremos la importancia que tuvo para FA.DE.TUC. el primer Juicio
Oral y Público por violaciones a los DDHH en la provincia en el año 2008.
Partimos de dos hipótesis para llevar adelante este trabajo, la primera es que
el proceso que comienza a partir del año 2003, con las renovadas políticas de
memoria impulsadas por el Gobierno Nacional de Néstor Kirchner, implicó una
ventana de oportunidades sin precedentes para el Movimiento de Derechos Hu-
manos (MDH) y para la organización de familiares de desaparecidos de Tucumán,
en torno a sus demandas de Juicio y Castigo.
Entendemos por políticas de memoria a las formas de lidiar con el pasado, y
gestionarlo a través de medidas de justicia, reparación y conmemoraciones, se
trata de “grandes ofertas de sentido temporal, o a las narrativas más generales,
que proponen marcos institucionales (y están implícitas en ellas) construyen
temporalidades diferentes y de ese modo contribuyen a marcar rupturas y conti-
nuidades” (Rabotnikof, 2007:261).
Nuestra segunda hipótesis, es que la presencia del bussismo y de Antonio
Domingo Bussi, su principal referente, en la vida política democrática de
Tucumán, marcó el rumbo del activismo del MDH de la provincia. El bussismo
–en tanto fuerza política y social– representó para los Familiares de Desapareci-
1
Antonio Domingo Bussi fue Jefe de la V Brigada del Ejército desde diciembre de 1975 hasta
finales de 1977. Tuvo a su cargo el denominado “Operativo Independencia” y por su lugar de
mando como responsable del Área 3.2.1 fue el principal responsable de las violaciones a los
derechos humanos en la provincia de Tucumán y en las vecinas provincias de Santiago del
Estero y Jujuy. Fundó en los años ochenta, un partido político denominado Fuerza Republica-
na, a través del cual ocupó diferentes cargos públicos electivos, y fue Gobernador de la Provin-
cia de Tucumán entre 1995 y 1999. En el año 2008 fue condenado a cadena perpetua y degra-
dado militarmente por la desaparición de Guillermo Vargas Aignasse.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La construcción de otras memorias...: 299-320 301
Fundamentación Metodológica
Este artículo fue elaborado en base a las conclusiones de la investigación
llevada adelante para la escritura de la tesis de Maestría en Derechos Humanos
y Políticas Sociales de la UNSAM: “No hubo guerra, hubo genocidio. Familia-
res de Desaparecidos de Tucumán y las políticas de juzgamiento a las violacio-
nes a los derechos humanos (el caso de Tucumán 2003-2010)”.
Se trata de un estudio de caso: las demandas a la justicia de Familiares de
desaparecidos de Tucumán en los juicios penales por violaciones a los derechos
humanos, a partir del año 2003. Para dicha investigación se consultaron fuentes
secundarias tales como leyes, decretos, documentos elaborados por la organiza-
ción de familiares, escritos y expedientes judiciales donde se investigan los casos
de desapariciones forzadas de personas.
Por otra parte, se consultaron fuentes primarias, a partir de métodos cualita-
tivos, se realizaron entrevistas a familiares de desaparecidos de la provincia de
Tucumán, militantes del MDH y querellantes en la justicia. Los entrevistados
fueron escogidos en virtud de su calidad de actores claves en los procesos judicia-
les. Se trató de entrevistas en profundidad no directivas, no estructuradas, no
estandarizadas y abiertas (Taylor y Bogdan, 1984).
Además, se accedió al proyecto “Testimonios de Madres y Familiares de
Detenidos y Desaparecidos de Tucumán: Historia y Luchas”, desarrollado du-
rante el año 2010/11 por la Fundación Memorias e Identidades del Tucumán.
En dicho proyecto se realizaron entrevistas a doce miembros fundadores del MDH
de Tucumán, las cuales se encuentran en formato audiovisual. El tenor de las
entrevistas fue la reconstrucción de las memorias de militancia y vida de estas
mujeres.
El estudio del MDH de Tucumán presenta sus dificultades ante los escasos
trabajos realizados sobre el tema. Se destacan en este sentido los aportes de Kotler
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Revueltas populares, que tuvieron como protagonistas a estudiantes y sectores obreros. Se
produjeron durante la Dictadura de Onganía.
3
Crenzel (2001) cita por ejemplo el caso de las “aldeas estratégicas”. Se trató de pueblos
construidos por los militares, y bautizados con el nombre de miembros de la fuerza muertos
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durante “enfrentamientos” del Ejército con el ERP. Estos pueblos fueron poblados con
tucumanos relocalizados a la fuerza, luego de la destrucción de colonias obreras.
4
Las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final fueron sancionadas en 1987 e implicaron la
clausura de toda posibilidad de juzgamiento de los crímenes de Estado. En el año 1989, los
pocos condenados en el Juicio a las Juntas Militares fueron indultados por el Presidente Car-
los Menem (1989-1995 /1995-1999).
5
Nos parece importante citar el trabajo de Crenzel, ya que es uno de los pocos estudios sobre
la problemática del voto a Bussi en la Provincia. Para su trabajo utilizó un método de tipo
cuantitativo, a partir de la realización de una encuesta a una población de 222 personas.
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Entrevista a Nélida Medina de Bianchi, Proyecto “Testimonios...” (2010).
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7
Entrevistas Marta Rondoletto y Marta Gómez, realizadas por la autora (2013).
8
La sentencia fue publicado en el diario El Periódico el 25/06/1995. El Tribunal estaba integra-
do entre otros por David Viñas, León Rozichtner, José D’Andrea Mhor y Carlos El Perro
Santillán. También había personalidades de la política y la cultura de Tucumán, entre ellos
organismos de derechos humanos. Entrevistas a Marta Gómez y Pablo Gargiulo (2013).
9
Auto de imputación a la cadena de mando del Tercer Cuerpo del Ejército (Tucumán), ante la
justicia de España. 18 de octubre de 1999. Se encuentra disponible en http://
www.desaparecidos.org/nuncamas/web/juicios/espania/181099.htm
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El “Pozo de Vargas” está localizado al oeste de San Miguel de Tucumán en una finca cañera
propiedad de Manuel Vargas. Se trata de un antiguo pozo cisterna de los ferrocarriles, que fue
utilizado desde 1975 como lugar de enterramiento clandestino de personas detenidas desapa-
recidas. En noviembre del año 2004 se comprobó la existencia de restos óseos humanos en ese
lugar y en 2011 se produjo la primera identificación de restos correspondientes a un desapare-
cido. Al mes de Junio de 2014 se determinó la presencia de 53 personas inhumadas allí, 24 de
las cuales fueron identificadas mediante la técnica del ADN. Fuente: “Romero, E. s/ su de-
nuncia”.
11
Pablo Gargiulo, y Marta Rondoletto (2013), entrevistas citadas. Marta Rondoletto impulsó
las investigaciones de fosas clandestinas en el CCD Arsenales, además de las denuncias en
España junto a Laura Figueroa, entonces abogada de familiares de desaparecidos, Adelaida
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bólicos porque tenían muchas pruebas acumuladas y habían sido llevados ade-
lante por referentes históricas del MDH. Las presentaciones por otro lado, pro-
curaban conseguir la reapertura de las investigaciones agrupando los hechos de
acuerdo al CCD adonde habían sido vistas secuestradas las víctimas. Este venía
siendo sostenido desde la década del ochenta por los familiares y sus abogados13.
En el año 2003 Bussi se postuló como Intendente de la ciudad de San Miguel
de Tucumán, ssu principal contrincante fue Gerónimo Vargas Aignasse, referen-
te del Partido Justicialista, quien a su vez era hijo de Guillermo Vargas Aignasse,
secuestrado el 24 de marzo de 1976 y desaparecido.
Frente a la nueva candidatura de Bussi, FA.DE.TUC. se reunió con otras
ODH, y junto a H.I.J.O.S. prepararon una impugnación judicial de su candida-
tura. Esta fue la primera de una serie de iniciativas tanto en lo político como en
lo judicial, en las cuales FA.DE.TUC. e H.I.J.O.S. trabajaron juntos.
La impugnación fue rechazada, por lo cual Bussi se presentó a elecciones y
le ganó a Vargas Aignasse por tan solo 17 votos (Ataliva, 2008). Era el mes de
Junio del año 2003.
En mayo del año 2003 Néstor Kirchner había asumido la Presidencia de la
Nación, con un discurso en el cual se nominaba a sí mismo como miembro de la
generación de los años setentas14. Este discurso, implicó el acto inaugural de una
nueva política de memoria y justicia por parte del Gobierno nacional que él en-
cabezaba.
Entendemos que los gobiernos presididos por Néstor Kirchner (2003-2007)
y Cristina Fernández (2007-2011 / 2011-2015), adoptaron una retórica, una se-
13
Los primeros pedidos de reapertura fueron presentados por los casos de Luis Adolfo
Holmquist, Ana Cristina Corral y Raúl Enrique Fernández. Los tres eran militantes de la UES
y fueron secuestrados la madrugada del 30 de mayo de 1976 y vistos en los CCD Arsenales y
Jefatura de Policía. Su expediente era impulsado por Familiares y sus abogados, como cabece-
ra de la investigación de estos dos CCD. Tanto María Estela “Cuca” Posse de Fernández,
madre de Raúl Enrique como Irma Gómez de Holmquist, madre de Luis, fueron miembros
fundadoras del MDH de Tucumán. Fuente: Expediente “Carloni de Campopiano, Adelaida
s/ su denuncia” (Megacausa Arsenales II - Jefatura II), Proyecto “Testimonios…”
14
El discurso fue pronunciado el 25 de mayo del año 2003. Allí se refirió a sí mismo como
parte de “una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias”. Fuente: http://
www.cfkargentina.com/discurso-de-asuncion-del-presidente-nestor-kirchner/
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15
Se destacan entre otras medidas la declaración del 24 de marzo como feriado nacional, la
creación de un Museo de la Memoria en la ex ESMA, el pedido de perdón por parte del
Presidente Kirchner por la impunidad de los crímenes de Estado, entre otros.
16
Se trata del Decreto 1581/2001 del 5/12/2001.
17
Fuente: diario Clarín, fecha 26/07/2003. Edición digital: “Kirchner derogó el decreto que
impedía extradiciones” http://edant.clarin.com/diario/2003/07/26/p-00315.htm
18
Diario La Gaceta, edición online 14/12/2011: “Kirchner puso un ramo de flores”. http://
www.lagaceta.com.ar/nota/469555/politica/kirchner-puso-ramo-flores.html
19
Diario La Gaceta. Edición impresa. 16/10/2003.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La construcción de otras memorias...: 299-320 311
20
Entrevista citada Marta Rondoletto y Marta Gómez.
21
Primero asumió de forma interina el cargo Carolina Vargas Aignasse. Luego, ocupó ese
cargo Domingo Amaya. Ambos miembros del Partido Justicialista.
22
Audios del juicio oral “Vargas Aignasse”.
312 Julia Vitar l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
los Vargas Aignasse lo ven al juicio como algo personal, para nosotros era
un logro colectivo, por eso asistimos, y tuvimos el protagonismo que tuvi-
mos en este primer juicio, más allá de que haya sido Vargas Aignasse, y de
que sabíamos exactamente que era una jugada política (Marta Rondoletto,
2013, entrevista citada).
23
Periódico La Gaceta, 6/08/2008, edición impresa: “Aplazar el Juicio podría ser una de las
alternativas”.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La construcción de otras memorias...: 299-320 313
24
Diario Página/12, edición impresa 5/08/2008: “A Bussi le llegó la hora ante la ley”. Diario
El Clarín, edición impresa, 5/08/2008: “Empieza el juicio oral contra Bussi y Menéndez”.
25
Diario La Gaceta, edición impresa, nota de fecha 06/08/2008: “Bussistas y familiares de
desaparecidos cruzaron insultos durante cuatro horas”.
26
Diario Página/12, edición impresa, nota de fecha: 10/08/2008: “Bussi confirmó todo con
una impudicia Total”. Entrevista a Marta Rondoletto, de Familiares de Desaparecidos de
Tucumán. Entre otras afirmaciones, el militar dijo que tenía desde febrero una lista de perso-
nas a detener el día del Golpe de Estado y reconoció la existencia de Centros Clandestinos de
Detención en la provincia, fuente: sentencia definitiva Causa “Vargas Aignasse”.
314 Julia Vitar l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
27
El Genocidio es una figura del derecho internacional, que penaliza las acciones tendientes a
la destrucción total o parcial de un grupo nacional, racial, étnico o religioso. La Convención
Internacional para la Prevención y Sanción de ese delito, adoptada por la ONU contempla en
su artículo dos cuáles son las acciones que se entienden destinadas a cometer tal fin.
28
Debe señalarse respecto de la figura del Genocidio, que fue tomada por primera vez por un
Tribunal en la condena en el año 2006 a Miguel Etchecolatz en la ciudad de La Plata. El
pronunciamiento es citado en todas las presentaciones de FA.DE.TUC. y de familiares de
desaparecidos querellantes al pedir que se incluya la figura del genocidio.
29
La postura de FA.DE.TUC. surge de las presentaciones judiciales que realizó en otros pro-
cesos en los cuales se constituyó como querellante. Se destaca en este sentido las presentacio-
nes efectuadas en el Juicio “Jefatura de Policía (CCD)”, donde la organización era querellan-
te, Expte: “Coronel, Marta y otros s/ secuestro y desaparición - CCD Jefatura de Policía”. La
consigna No hubo Guerra, Hubo Genocidio, se encuentra en los panfletos distribuidos por
FA.DE.TUC. durante el juicio.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La construcción de otras memorias...: 299-320 315
grupos políticos.
Este Tribunal reconoce que el grado de reproche de los delitos cometidos
contra las víctimas es el mismo que el que merecen las acciones que tipifican el
delito internacional de genocidio previsto por la Convención contra el Genoci-
dio y en este sentido configuran prácticas genocidas y, asimismo, que sus autores
mediatos son claramente genocidaires en el marco de una definición no jurídica
del genocidio (Sentencia Causa Vargas Aignasse - Conductas genocidas no
tipificadas)
Por otra parte, la sentencia también despertó polémicas ya que dispuso man-
tener la prisión domiciliaria como forma de cumplimiento de la condena im-
puesta a Bussi y a Menéndez, hasta tanto la sentencia quedase firme, es decir se
agotaran las vías para apelarla.
La respuesta oficial de FA.DE.TUC. se hizo escuchar mediante un comuni-
cado en el cual objetó la decisión del TOF de mantener la prisión domiciliaria
para Bussi y Menéndez y sostuvieron: “Haber pospuesto la resolución sobre el
lugar de alojamiento resulta una afrenta a las víctimas del terrorismo de esta-
do”30.
Sin embargo, la posición de la organización fue reivindicar el juicio, en tanto
hito en la lucha por la justicia en la provincia de Tucumán.
30
Diario La Gaceta, nota de fecha 30/08/2008
31
Marta Rondoletto, entrevista citada.
316 Julia Vitar l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Conclusiones
En este trabajo hemos procurado graficar las particularidades de la búsque-
da por parte de Familiares de Desaparecidos de memoria, verdad y justicia en la
provincia de Tucumán. Entendemos que el caso de Tucumán presenta sus pecu-
liaridades por la magnitud de la represión desatada por el terrorismo de Estado.
También, distingue al caso tucumano la presencia del bussismo como fuerza
política en la provincia, que implicó que MDH local se viera impelido desde los
años ochenta, a luchar por instaurar otra verdad y otra memoria sobre el pasado
reciente, que desterrase la justificación de las violaciones a los derechos huma-
nos.
Por esto, hemos entendido particularmente importante destacar el bajo im-
pacto que tuvo en la provincia el Juicio a las Juntas Militares, ya que el principal
acusado por violaciones a los DDHH era uno de los políticos con mayor caudal
electoral.
Desde nuestra perspectiva, la elección de Bussi representaba para los Fami-
liares de Desaparecidos que una parte de la sociedad tucumana aceptaba la exis-
tencia de una guerra, y utilizaba ese argumento para explicar, interpretar y justi-
ficar lo sucedido en la provincia durante los años setentas. El pasado era inter-
pretado a partir del enfrentamiento armado entre dos fuerzas beligerantes: la
subversión –que estaba en los montes– y el Ejército argentino. En esta guerra se
podrían haber cometido errores, pero estaba justificada por la necesidad de pro-
teger a la sociedad contra el enemigo interno.
El primer juicio oral por violaciones a los DDHH, con Antonio Bussi como
acusado, fue un hecho de gran importancia en la lucha de la organización de
Familiares por construir otra verdad sobre el pasado cercano. La Justicia develaba
y plasmaba por medio de sus pronunciamientos lo que los miembros de
FA.DE.TUC. consideraban la verdad: la existencia de violaciones a los derechos
humanos y la responsabilidad de Bussi por éstos hechos.
Para FA.DE.TUC. la verdad judicial permitiría la construcción de nuevos
marcos de los cuales surgirían otras memorias sobre el pasado reciente, que per-
mitirían destituir memorias tales como la de la guerra o los dos demonios, que
justificaban el terrorismo de Estado en la provincia. En ese sentido, debe enten-
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La construcción de otras memorias...: 299-320 317
Bibliografía
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169.
318 Julia Vitar l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Prensa consultada:
Periódico La Gaceta:
Edición impresa, nota de fecha 6/08/2008: “Aplazar el Juicio podría ser una de las
alternativas”.
Edición impresa, nota de fecha 06/08/2008: “Bussistas y familiares de desapareci-
dos cruzaron insultos durante cuatro horas”.
Edición impresa, nota de fecha 30/08/2008: “En Fadetuc opinan que los jueces
asumieron una actitud dubitativa”.
Edición online 14/12/2011: “Kirchner puso un ramo de flores”. http://
www.lagaceta.com.ar/nota/469555/politica/kirchner-puso-ramo-flores.html
Periódico Página/12
Edición impresa, nota de fecha: 26/07/2003: “Los Extraditables. Kirchner anuló el
decreto de De La Rua que prohibía a la Justicia analizar y fallar a favor de la
extradición de represores buscados en el exterior. Ya hay 42 presos”.
Edición impresa, nota de fecha: 5/08/2008: “A Bussi le llegó la hora ante la ley”.
Edición impresa, nota de fecha: 10/08/2008: “Bussi confirmó todo con una impudi-
cia Total”. Entrevista a Marta Rondoletto, de Familiares de Desaparecidos de
Tucumán.
Edición impresa, nota de fecha 30/08/2008: “En Fadetuc opinan que los jueces
asumieron una actitud dubitativa”.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l La construcción de otras memorias...: 299-320 319
Diario El Tribuno
Edición impresa, nota de fecha: 10/08/2008: “Su confesión, apoyo inesperado a la
lucha de todos los familiares”. Opinión de Marta Rondoletto de Familiares de
Desaparecidos de Tucumán.
Edición impresa, nota de fecha: 29/08/2008: “La Justicia condenó a perpetua a
Bussi. Hubo fuertes incidentes por la falta de definición sobre si irá a cárcel co-
mún”
Diario Clarín
Edición digital, nota de fecha 26/07/2003: “Kirchner derogó el decreto que impedía
extradiciones” http://edant.clarin.com/diario/2003/07/26/p-00315.htm
Edición impresa, nota de fecha: 5/08/2008: “Empieza el juicio oral contra Bussi y
Menéndez”.
Diario La Nación
Edición online 25/03/2006: “El mensaje conformó a todos los presentes”. http://
www.lanacion.com.ar/791765-el-mensaje-conformo-a-todos-los-presentes
Edición online 08/07/2008: “El Golpe del 76 fue alentado por civiles, dijo la Presi-
denta” http://www.lanacion.com.ar/1028391-el-golpe-del-76-fue-alentado-por-
civiles-dijo-la-presidenta
CAUSAS JUDICIALES:
“Romero Enrique Fernando s/ su denuncia” Expte. 140/02
“Coronel, Marta y Coronel Rolando s/ Secuestros y Desapariciones” acumulado
Causa “Jefatura de Policía CCD s/ secuestros y desapariciones”
“Vargas Aignasse, Guillermo s/ secuestro y desaparición”. Sentencia definitiva de
fecha 4 de septiembre de 2008, Tribunal Oral de Tucumán. Audios del debate
oral.
“Carloni de Campopiano, Adelaida s/ su denuncia” (Megacausa Arsenales II - Jefa-
tura II)
OTROS DOCUMENTOS
Proyecto “Testimonios de Madres y Familiares de Detenidos y Desaparecidos de
Tucumán: Historia y Luchas”, desarrollado durante el año 2010/11. Funda-
ción Memorias e Identidades del Tucumán
Actas de FA.DE.TUC. Año 2002. Archivo de la Fundación Memoria e Identida-
des del Tucumán
Estatuto de FA.DE.TUC. Archivo de la Fundación Memoria e Identidades del
320 Julia Vitar l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Tucumán
Panfletos y Documentos del MDH. Archivo de H.I.J.O.S. Tucumán.
Impugnación de la candidatura de Antonio Domingo Bussi a la Intendencia de
San Miguel de Tucumán. Archivo Fundación Memorias e Identidades del
Tucumán
ENTREVISTAS
Marta Rondoletto. Tiene a los cinco miembros de su familia desaparecidos, fueron
secuestrados de su casa en noviembre de 1976. Fue militante de la organización
Montoneros. Es militante de Familiares de Desaparecidos desde el año 1983.
Entrevista realizada por la autora en fecha 9/9/2013
Pablo Gargiulo. Es hijo de Hugo Gargiulo y Carmen Gómez, ambos secuestrados
en marzo de 1976 en San Miguel de Tucumán. Fue militante de H.I.J.O.S.
Tucumán y de FA.DE.TUC. desde su conformación en el año 2002. Entrevista
realizada por la autora en fecha: 23/11/2013
Nélida Medina de Bianchi. Tiene a su hijo Ramón Bianchi desaparecido. Es una de
las fundadoras de la organización de Familiares de Desaparecidos en Tucumán.
Entrevista de fecha: entrevista del 30/08/2010, consultada del Proyecto “Testi-
monios de Madres y Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Tucumán:
Historia y Luchas”.
Marta Gómez. Tiene a su hija Carmen Gómez desaparecida. Es una de las funda-
doras de la organización de Familiares de Desaparecidos en Tucumán. Entrevis-
ta realizada por la autora en fecha 9/9/2013.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Cuando recordamos a través de la belleza...: 321-340 321
4. OTRAS MIRADAS
Abstract. We accept the need for symbolic level for the joint and renewed
sense of the past, that is, recognize its importance in the work of memory.
Therefore, we intend to reflect on how cinema Ukamau Group (GU) led
by Jorge Sanjinés (1963-present) and production of Teatro de los Andes
(TA) founded by César Brie (1991-2009), have been contributing to
processes social reconfiguration of the meaning of the Bolivian local
history. The recovery of local culture (memory vernacular traditions,
stories, legends, myths, forms of relationship) and problematize issues of
political significance through images and speeches, it produces “shared
memories” re-presentations of experiences and occurred amplification of
voices past and a present that relearn to see, hear, read and interpret the
past. This work shows the theoretical framework from which we think
memory as a problem; then advance on their specific relevance in cultural
groups observe regularities in common and peculiarities.
Keywords: Memory - Grupo Ukamu - Teatro de Los Andes - Redemption
- Ethics
Introducción
¿Qué materialidades simbólicas, culturales, artísticas, necesitamos para el
trabajo de la memoria? ¿Qué ambigüedades, indeterminaciones, opacidades,
vacíos y superficies reflectantes admitimos en ellas? Aceptando la necesidad del
plano simbólico para la articulación y renovación del sentido sobre el pasado, es
decir, reconociendo su importancia en los trabajos de la memoria, reflexionare-
mos sobre cómo el cine del Grupo Ukamau (GU) dirigido por Jorge Sanjinés
(1963-actualidad) y la producción de Teatro de los Andes (TA) fundado por Cé-
sar Brie (1991-2009), han aportado a procesos sociales de reconfiguración del
sentido de la historia local boliviana1. La recuperación de cultura local (tradicio-
1
Liderado por Jorge Sanjinés desde mediados de la década del sesenta el Grupo Ukamau fue
parte del movimiento de cine político latinoamericano, un cine urgente, de contrainformación
y denuncia, combatiente y ligado a las mayorías desposeídas. El objetivo de las películas era
contribuir a la toma de conciencia de los bolivianos en derredor de la explotación, opresión y
humillación imperialista y también interna, denunciando la violencia ejercida con memoria y
compromiso con la realidad del presente. Su cine era concebido como un arma de combate, y
la transformación social en clave de inexorable revolución socialista una responsabilidad (un
imperativo) a asumir. La labor de Ukamau-Sanjinés en el cine latinoamericano es capital y ha
funcionado como referente ineludible en discusiones, foros y encuentros regionales e interna-
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Cuando recordamos a través de la belleza...: 321-340 323
debilitamiento del poder de los estados nacionales frente a los grandes con-
glomerados trasnacionales (Del Campo, 2000: 77).
2
En torno de los vínculos entre historia, memoria y poder, Enzo Traverso advierte: “Dado que
memoria e historia no están separadas por barreras infranqueables, sino que interactúan en
forma permanente, inevitablemente se deriva una relación privilegiada entre las memorias
“fuertes” y la escritura de la historia. Cuanto más fuerte es la memoria –en términos de reco-
nocimiento público e institucional–, el pasado del cual ésta es un vector se torna más suscep-
tible de ser explorado y transformado en historia aunque esta relación no sea directa, porque
se define en el seno de contextos diferentes y está sujeta a múltiples mediaciones, sería absurdo
negarla” (Traverso, 2007: 88).
3
Aunque lo desarrollaremos después, adelantemos que el tipo de memoria –acción de recuer-
do y relato– que hacen posible y transmiten los colectivos se acerca fundamentalmente a los
caracteres de la memoria alternativa.
326 María Gabriela Aimaretti l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
4
La anamnesis, vale aclararlo, no es un sustituto de la justicia, aunque pueda abrir un cauce
político hacia ella: “no se trata de identificar justicia y memoria, sino que frecuentemente
hacer justicia significa también rendir justicia a la memoria” (Traverso, 2007: 92).
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Cuando recordamos a través de la belleza...: 321-340 327
5
Brie ha señalado, por ejemplo, su indignación frente a la complicidad de los diarios, ayer y
hoy: “Curiosamente los mismos periódicos que hoy acusan de “dictador” a Evo Morales,
elegido con el cincuenta y cuatro por ciento de los votos, se encargaron de ensalzar al dictador
“arrepentido” en su nueva máscara democrática” (Brie, 2008: 30). Brie alude al militar Hugo
Bánzer, quien fuera elegido en la década del noventa como presidente de Bolivia.
330 María Gabriela Aimaretti l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
acción hacia un orden que reponga la utopías del pasado incumplidas: es un tipo
de memoria que, leída desde el enfoque de Walter Benjamín, redime el pasado.
Por eso, parte del “desmontaje del presente como dimensión dominante de la
temporalidad histórica”. Para ello [distingue] la fisura sobre cuya sutura se cons-
truyó la omnipotencia del presente: esa fisura es el pasado, en cuanto pasado
pendiente” (Oberti y Pittaluga, 2006: 208).6
En una entrevista con Dina Nascetti en Roma en 1971, Jorge Sanjinés advir-
tió en los objetivos señeros de la película El coraje del pueblo (1971) el horizonte de
su producción fílmica en general, señalando el impulso a un: “rescate del olvido
de hechos que no deben olvidarse y sobre los que se han tendido velos de confu-
sión y error; de situaciones históricas claves; de nombres que se deben anotar en
el libro de la justicia popular … [el] esclarecimiento en relación con hechos sus-
traídos a la información o desfigurados deliberadamente” (1999c: 200). El pasa-
do se rescata en tanto “futuro utópico” trunco, interrumpido, para abrir profun-
das fisuras en un presente “quieto”. El encuentro con el pasado rompe el continuum
de una historia homogénea, hace “saltar la historia” de los opresores, pero lo
hace en clave de “débil fuerza mesiánica” del presente: “aquella que acepta el
pasado en cuanto pasado y admite, entonces, una pérdida. En la medida en que
acoge lo pasado del pasado, es “débil”, y a la vez que reclama su transfiguración
en presente y se opone a la presentificación dominante, es “fuerza”” (Oyarzún
en Oberti y Pittaluga, 2006: 207).
Con la llegada de la democracia a Bolivia en lo que es su última fase produc-
tiva, aunque el GU mantiene el énfasis en la comunicación buscando la clarifica-
ción histórica; la presencia de certezas totalizantes se relativiza, hay un aleja-
miento narrativo de retóricas radicalizadas y sus declaraciones públicas sufren
6
También podríamos nombrar la memoria del GU, como “memoria insurgente” desde la
perspectiva de Forres Hilton y Sinclair Thompson: “La memoria insurgente es una conciencia
temporal que articula pasado y presente, nutriendo la identidad y la práctica política colectiva,
arraigándolas en el accionar insurgente de los antepasados, y otorgándole, por tanto, un senti-
do social más profundo al levantamiento contra el orden dominante ilegítimo, con el propósito
de entablar relaciones sociales nuevas. La memoria insurgente puede contemplar fuentes sim-
bólicas y humanas, prácticas y estratégicas, de inspiración política; y dada su potencia cultural
y moral, puede fortalecer el ánimo y la razón de los sujetos, aun con los altos riesgos que
conlleva un enfrentamiento con el poder dominante” (2005:9).
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Inquietar sobre la idea de vislumbrar una Bolivia que conjugue sus diver-
sidades, que utilice sus pasados y elabore sabidurías para respetarse a sí mis-
ma respetando las diferencias culturales, extrayendo las lecciones y apren-
diendo de sus caídas y carencias. No para quedarse ensimismada en su pro-
pia complejidad sino para que siga elaborando preciosas complejidades que
den más alegría y más asombro, haciendo del vivir una permanente manera
de reverenciar la vida, de admirarse con más pasmo de todo lo maravilloso
que nos rodea y desear, con más fervor, superar lo penoso, lo injusto. … Del
intercambio, las influencias, de las mutuas admiraciones nacen nuevas cul-
turas, nuevas y más profundas maneras de conocer y por lo tanto, el conjun-
to de la complejidad, puede dar más notables saltos hacia la consolidación
de una unidad mas intrincada, resistente y fuerte (1999b: 45-46).
En tanto elaboración ética del pasado, la memoria que entrañan las produccio-
nes de TA parte de la crítica a la deshumanización y el reconocimiento del daño
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Cuando recordamos a través de la belleza...: 321-340 333
7
Otra de las modalidades de rememoración que cultivan ambos colectivos es la que llamamos
“memoria circular”. Esta noción alude a la representación del pasado cultural, las formacio-
nes socio-simbólicas de larga duración, de existencia prolongada e incesante/continua en el
tiempo, la problematización de temas como configuraciones culturales heterogéneas, discur-
sos identitarios y vínculos interculturales. En este caso las obras hacen presente ciertas prácti-
334 María Gabriela Aimaretti l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
cas y rasgos de la cultura andina (lenguas, danzas, cantos, iconografías, costumbres, etc.) y
formas de representación del territorio, abordando asimismo el topos de la migración (itinera-
rio conflictivo que va del desarraigo, al regreso a la tierra de origen). Para nombrar esta forma
de memoria tenemos en cuenta que en el pensamiento andino la “circularidad” es la perspec-
tiva globalizadora que impregna las nociones de tiempo y espacio. Su manifestación más fuer-
te en lo relativo al tiempo es la ciclicidad que permite la regeneración y recreación de la Vida,
la simultaneidad de tiempos en el presente, la resonancia de diferentes temporalidades: el
retorno “no exacto” de los seres y las cosas. Desde la concepción aymara el tiempo es cualita-
tivo, no cronométrico: por eso el futuro está "detrás", a la espalda, es lo que no se conoce aún,
“lo que vendrá”; mientras que el pasado se encuentra adelante, “a la vista de los ojos”, porque
es lo conocido, aquello sobre lo que ya existen referencias, es experiencia vivida y permite
“seguir andando”.
Aunque es obvio señalemos que, en cada colectivo y en cada obra –dependiendo del período
histórico propio de cada grupo– habrá cierta “dominancia” de una u otra memoria.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Cuando recordamos a través de la belleza...: 321-340 335
lo” a la que aludimos incluye una ausencia afectiva concreta (una vida con una
identidad e historia personal trunca), el proceso de elaboración de la pérdida/
situación traumática y también, y esto es sumamente importante, el “enfrenta-
miento” con un orden que busca solapada o explícitamente repetir la violencia y
la muerte en el presente. Duelo como recurso político, o en palabras de Judith
Butler: “un proceso lento por el cual desarrollamos un punto de identificación
con el sufrimiento mismo … éste puede ser el punto de partida para una nueva
forma de entendimiento si la preocupación narcisista de la melancolía puede
estar orientada hacia una consideración de la vulnerabilidad de los otros” (Butler,
2006: 88).
Dentro de estas memorias ¿es posible justificar el uso de la violencia para
llegar a la concreción de esa utopía que se llama “revolución” o a un orden social
más justo, democrático y humanizado? En relación al llamado a la violencia
“desde abajo” y contestando sobre la invención del episodio final de castración a
los miembros del Cuerpo de Paz en la película Yawar Mallku (1969), en una
entrevista publicada en el verano de 1971 en Londres dijo Sanjinés:
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Introducción
A propósito de la duda1 aborda el conflicto de un joven apropiado, cuya carac-
terística física sobresaliente es la calvicie, que las Abuelas resaltarán como un
rasgo hereditario, en contraste con la abundante cabellera de su apropiador. A lo
largo de la puesta se confrontarán testimonios, abordados dramáticamente, de
personajes que interpretan los apropiadores de este joven, a un ex integrante de
un grupo de tareas, así como también a Abuelas y nietos/as recuperados/as. A
partir de la escucha de estos relatos contrapuestos sobre la apropiación de meno-
res y la restitución de la identidad, el protagonista deja entrever en su discurso, a
lo largo de la puesta, las contradicciones y el acrecentamiento de la duda acerca
de su identidad. Lo único que él considera que puede salvarlo de la calvicie es un
progreso económico y social a través de una carrera profesional y de la posesión
de un auto para convertirse en un number one.
Esta salvación individual, económica y expresada con términos en inglés no
es casual, en tanto el estreno de este espectáculo se inscribe en el contexto de
superposición de crisis política, económica y social –producto de las políticas
neoliberales implementadas durante la década del noventa y profundizadas a
principios de los dos mil– que desembocó en el estallido social desencadenado
durante las jornadas de diciembre de 2001.
Pero, además, se inserta en un período de “explosión de la memoria”, proce-
so que se venía activando desde mediados de la década del noventa por la con-
fluencia de varios factores, entre los cuales cabe destacar las declaraciones públi-
cas de algunos represores2 y las condenas a prisión para algunos militares impli-
1
Para ver el corto que muestra escenas del espectáculo y entrevistas al equipo realizador sobre
el proceso de producción del mismo, se puede acceder al siguiente link: http://
www.youtube.com/watch?v=YhGO5ERjZg4
2
Nos referimos a las declaraciones de Adolfo Scilingo sobre su participación en los “vuelos de
la muerte”, realizadas en el programa de televisión Hora Clave conducido por Mariano Grondona
que, posteriormente, dieron lugar a las de Julio Simón, Héctor Vergez y Víctor Ibáñez que
fueron construidas mediáticamente como el “arrepentimiento” de los ex represores; y a las del
entonces jefe del Ejército, teniente general Martín Balza en el programa periodístico de Ber-
nardo Neustadt, Tiempo Nuevo que fue interpretado como una “autocrítica” a la actuación de
las fuerzas armadas durante la última dictadura. Para ampliar esta información ver Feld (2001).
“La construcción del ‘arrepentimiento’: los ex represores en la televisión”, en Entrepasados, Nº
20/ 21.
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3
Según Da Silva Catela (2001), en 1997 un grupo de cinco abuelas (María Isabel de Mariani,
Cecilia Fernández de Viñas, Elsa Pavón de Grinspon, Rosa de Roisinblit e Isabella Valenzi)
inició una causa por la sustracción de sus nietos que contemplaba tres situaciones diferentes:
niños desaparecidos de sus hogares, niños nacidos durante el cautiverio con sus madres en
centros clandestinos, y niños desaparecidos durante el cautiverio de sus padres y posterior-
mente hallados asesinados. Entre 1998 y 1999, la Justicia ordenó procesamiento y prisión a
algunos represores (Jorge Rafael Videla, Eduardo Massera, Reynaldo Bignone, Cristino
Nicolaides, Rubén Franco, Jorge “tigre” Acosta, Antonio Vañek y Héctor Febres) por el delito
de sustracción de menores y supresión de identidad, y rechazó los recursos presentados por
Videla y Massera, afirmando que aquel delito no prescribía y que esa causa no había formado
parte del Juicio a las Juntas al que fueron sometidos en 1985.
4
La presentación de proyectos para la construcción de museos y monumentos, y la recupera-
ción de marcas territoriales; la realización de actos de homenaje a las víctimas y conmemora-
ciones públicas en fechas significativas; la conformación de bancos de datos, archivos y cen-
tros documentales con testimonios gráficos y visuales; la elaboración de artículos periodísticos
y académicos; la organización de manifestaciones y producciones artísticas y literarias; la
discusión por la transmisión de una narrativa sobre el pasado a las nuevas generaciones en la
currícula escolar; y el impulso del tratamiento de temas referidos al pasado en los medios de
comunicación.
5
En este sentido, los documentales de la generación de los/as hijos/as como Papá Iván (2000),
de María Inés Roqué y Los Rubios (2003), de Albertina Carri, por el contrario, cuestionaban su
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condición como hijas de militantes y, según Amado (2009), se proponían indagar críticamente
en la historia de sus padres militantes con el objetivo de tomar distancia de esa generación
precedente para (re)construir sus identidades.
6
“La catástrofe es la quiebra de las relaciones convencionales entre la realidad social y el len-
guaje que casa con ella para analizarla y para vivirla; aparece cuando esta quiebra se consolida
y esa consolidación constituye espacios sociales que, aunque con dificultades para la represen-
tación se representan y aunque con problemas para la construcción de identidad, ésta se hace”
(Gatti, 2011:38).
7
De acuerdo a Dubatti (2004), esto puede observarse en piezas como: Los perros comen huesos
(1986), de Batato Barea; Postales argentinas (1988), de Ricardo Bartís; Vagones transportan humo
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(2000), de Alejandro Urdapilleta; Formas de hablar de las madres de los mineros, mientras esperan
que sus hijos salgan a la superficie (2005), de Daniel Veronese; Venimos de muy lejos (1989) de
Catalinas Sur; El pánico (2005), de Rafael Spregelburd; Por un reino (1993), de Patricia Zangaro,
entre otros denominados “nuevos” dramaturgos del período.
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8
“El texto dramático apenas contiene algunas indicaciones de iluminación, sonido, desplaza-
miento y actitud de los personajes y carece de acotaciones espacio-temporales y de entrada y
salida –exceptuando a los personajes negativos a los que sí se les marca la salida–, por lo que
están en escena en todo momento. Zangaro trabaja con la idea de que a través del diálogo
aparezcan tanto la caracterización como las acciones de los mismos” (Devesa, 2002: 389).
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este sentido, Fanego afirma: “Decíamos que era un semi-montado, pero decía-
mos eso porque no hicimos a tiempo a montarla del todo. Me dijeron que en un
mes estrenaba y teníamos que ensayar en los horarios más estrambóticos, con 30
actores que nunca estaban todos juntos” (Teatros de Buenos Aires, 2002: 2).
Este espectáculo semimontado fue escrito especialmente para Abuelas, quien
no sólo direccionó la problemática que debía abordar, la duda en torno a la iden-
tidad, sino que también proporcionó los documentos en los cuales debía basarse:
material periodístico y audiovisual sobre testimonios de referentes de Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo, de la agrupación H.I.J.O.S., de nietos/as recupera-
dos/as, pero también de represores y apropiadores.
En este sentido, el espectáculo no sólo sería inaugural en el sentido de dar
origen al movimiento de Teatro x la Identidad (TxI), sino también por ser el prime-
ro en hacer un uso dramático predominante de la figura del testimonio que, se-
gún Arreche, constituye una de las estrategias estético-políticas de visibilidad que
eligen la mayoría de las obras de TxI del período 2000-2010 para exponer el
conflicto y contribuir a la causa de Abuelas. La elección predominante de la figu-
ra del testimonio reside en que ésta “figura de manera inmediata como el rastro
material de un vínculo de sangre deshecho, y su tratamiento dramático lleva
sobre sí la intención que tiene como premisa el movimiento, la búsqueda de res-
titución como restauración parcial de una justicia postergada” (2012).
De acuerdo a esta autora, la figura del testimonio se utilizará en las obras de
TxI del período bajo tres modalidades: “como fuente de un texto otro, funcionan-
do como origen del texto dramático (texto destino)”; como formato, ya que “los
actores que los juegan dramáticamente lo hacen desde su condición de
performer, insistiendo en su naturaleza –la de ser relato testimonial– y exaltan-
do así su teatralidad”; y una combinación de ambos usos a la vez (Arreche, 2012).
Éste último tipo de uso es el que se observa en A propósito de la duda, cuyo texto
está basado en fragmentos de testimonios, pero además su puesta en escena re-
presenta tanto la figura del testimoniante como el acto de testimoniar. ¿Quiénes
testimonian y acerca de qué? Por un lado, se encuentran los personajes que inter-
pretan a las Abuelas y los/as nietos/as recuperados/as y, por el otro, los que
encarnan a un matrimonio de apropiadores y a un ex integrante de un grupo de
tareas, quienes enuncian fragmentos testimoniales contrapuestos acerca de la
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9
“Los antagonismos no son relaciones objetivas sino relaciones que revelan los límites de toda
objetividad. La sociedad se constituye en torno a sus límites, que son límites antagónicos (…)”
(Laclau-Mouffe, 1987: 14).
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10
Impulsada por dirigentes de ATE Capital (Asociación de Trabajadores del Estado), esta
murga organiza desde entonces el corso del barrio de Montserrat y ha participado en festiva-
les, marchas y encuentros junto con organizaciones sociales y movimientos de Derechos Hu-
manos, entre los que se encuentran Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo - Línea
Fundadora, e H.I.J.O.S. Además, realiza tareas de apoyo escolar, talleres de música para niños
y microemprendimientos para la autogestión de la murga (Sitio web de Los Verdes de Monserrat:
http://www.agrupacionmurgas.com.ar/AgrupacionesCapital/Monserrat/LosVerdes.htm.
Fecha de consulta: 15/10/2013).
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11
Tanto las niñas y niños secuestrados con sus madres y/o padres durante los operativos repre-
sivos como los bebés nacidos en cautiverio durante la detención-desaparición de sus progenitoras,
fueron inscriptos, en su mayor parte, de manera ilegal e ilegítima como hijas e hijos biológicos
de miembros de las fuerzas represivas o de allegados –directa o indirectamente– a éstos. En
otros casos, fueron entregados a familias, generalmente vecinos de los secuestrados, que o los
adoptaron de buena fe, o bien los anotaron como propios, o los ingresaron en instituciones de
‘menores’ (Abuelas de Plaza de Mayo [1984]1997: 24). Considerando que no se trataba de
criaturas entregadas voluntaria y legalmente en adopción, todas esas modalidades supusieron
–y suponen– la supresión de datos filiatorios y la producción de una identidad jurídica ‘otra’,
que consuma, de ese modo, la borradura identitaria/desaparición de esos/as niños/as (Quin-
tana, 2014: 12-13).
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A modo de epílogo
La figura y la obra de Patricia Zangaro, entre su pertenencia a la tendencia
realista y a la reversión, parodia y polémica de la misma, parecen explicar esta
combinación entre narrativas del sentido pertenecientes al discurso institucional
de Abuelas, y narrativas de la ausencia del sentido, procedentes de los hacedores
del arte y de las jóvenes generaciones, para abordar la figura de la desaparición-
apropiación. Por parte de las narrativas de Abuelas, la figura del testimonio deno-
ta que “la familia rota es el lugar central de la narrativa del sentido cuando se
hace carne entre los afectados” (Gatti, 2011:171) y junto con el eje de la genética
se instituyen como narrativas portadoras de legitimidad y verdad para “hacer
Justicia”, en el sentido de restituir, de restaurar –aunque sea en el plano de lo
simbólico– aquellos vínculos de sangre deshechos por la represión estatal y la
violencia política, y de denunciar a los agentes sociales involucrados en el delito
de apropiación de menores.
Por parte de los teatristas y de los jóvenes, se incluyen narrativas que dan
cuenta de la falta y/o del exceso del sentido para poder dar cuenta de un delito
aún vigente, ante la existencia de jóvenes que desconocen sus verdaderas identi-
dades. Esas narrativas parecen residir en el formato de un espectáculo que no ha
sido montado del todo, que está abierto a la creación y modificación constantes,
pero también en la parodia, en lo tragicómico de la calvicie del personaje princi-
pal y en la puesta en escena de una murga que funciona a modo de escrache para
los responsables y cómplices de este delito que todavía no han sido juzgados. En
este sentido, si bien podría pensarse que las narrativas puestas en juego parecen
ser opuestas, entre unas que reproducen sentidos cerrados y otras que producen
sentidos precarios y provisorios, podría decirse que ambas confluyen para adhe-
rir a una causa institucionalizada que continúa vigente y abierta.
Este espectáculo había sido pensado para cinco únicas funciones, pero supe-
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ró todas las expectativas, ya que se realizaban dos funciones por día a sala llena.
Por este motivo, y porque el Rojas ya tenía comprometida la sala para otro espec-
táculo, su representación continuó desde el mes de septiembre y hasta fines de
noviembre del 2000 en el Auditorio del Centro Cultural Recoleta, dependiente
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, también con entrada libre y gratui-
ta. Se estima que el espectáculo fue visto en total por unos ocho mil espectado-
res. Las repercusiones del espectáculo pueden evaluarse tanto a nivel teatral como
de la causa de Abuelas. Por un lado, debido a la magnitud de la cifra de especta-
dores, A propósito de la duda continuó siendo representado y su texto fue publica-
do tanto en el país como en el exterior12. Por otro lado, una carta de Abuelas
firmada por su presidenta Estela de Carlotto y, por entonces, su secretaria Alba
Lanzillotto, dirigida a los integrantes del espectáculo, afirmaba lo siguiente:
Este año 2000 ha sido para nosotras anchamente fructífero. Hemos con-
seguido que seis de los chicos que buscábamos pudieran recuperar su iden-
tidad. Y en este logro, indudablemente, el semimontado “A propósito de la
duda” ha contribuido eficazmente porque efectuó un llamado, encendió una
luz que alumbró el camino de muchos jóvenes en quienes sembró la duda
inspiradora.
Por su parte, Zangaro sostiene con respecto a su espectáculo, así como tam-
bién a las obras que luego formarían parte de los ciclos de TxI:
12
El espectáculo fue representado en Plaza de Mayo en el marco de la vigésima Marcha de la
Resistencia organizada por Madres y Abuelas, en diciembre de 2000; en Mar del Plata, con un
elenco local en 2001; en Londres y en Francia, con actores de esos países en 2003 y 2004,
respectivamente. El texto fue publicado en el Suplemento Especial Teatro x la Identidad en
Página/12, el 9 de abril de 2001; en el libro Teatro x la Identidad. Obras de teatro del ciclo 2001,
editado por EUDEBA y Abuelas de Plaza de Mayo; y fue traducido al inglés y publicado en la
revista Index on Censorship del Reino Unido en 2001.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l A propósito de la duda: las narrativas sobre...: 341-357 355
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13
Sitio web de Abuelas: http://www.abuelas.org.ar/areas.php?area=difusion.php&der1=
der1_dif.php&der2=der2_areas.php (Fecha de consulta: 16/11/2013).
356 María Luisa Diz l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
question the identity models and experience the culture neoliberal states.
In this context, the appeal to common past that these works propose is
instituted as a form of resistance. To understand the problem, this paper
proposes studying the formation processes and artistic institution in the
90 affected artists collective. Then he inquire into the modes of production
developed by them. And finally it will be considered a concrete experience
of their work, in order to study the mode that takes the past in their
representations.
Keywords: Memory - Contemporary Art - Neoliberal Culture
por la ruptura del anclaje de seguridad y confianza que significan las rutinas
aprendidas y las identidades fijas” (Schuster, 1996).
De estas consideraciones se extraen dos aspectos que resultan primordiales
para comprender cómo la situación referida incide en los procesos de formación
de los artistas de lo colectivo. El primero es que estos artistas, en sus procedimientos,
se hicieron eco de la emergencia de diversas experiencias de resistencia, particular-
mente compartiendo con ellas la acción y despliegue en el espacio público. El
segundo aspecto es que, dada la crisis identitaria del período y lo fragmentado de
los procesos de subjetivación que se sucedieron en la arena social, el imaginario de
la nación –incluido en sus producciones– se instaló como elemento crítico.
La nación como motivo en las obras de los artistas fue el modo de reponer
identidad e historia y aportar, desde allí, a los procesos de singularización que se
observan en las prácticas que se extienden en lo social. Frente a una hegemonía
cultural que declaraba el fin de la historia, estas obras propusieron la historia
como sistema de acción y configuración del recuerdo. Esta operación permitió la
inclusión de la diferencia y lo local en un contexto de globalización que impulsó
diversos aspectos de la cultura hacia el sentido contrario. En ese marco, la nación
devino configuración concreta de heterogeneidad que, impulsada por la crisis
contemporánea de identidad, buscó resaltar sentidos de pertenencia que apela-
ban a la historia común.
Contemporáneamente a los mencionados procesos de subjetivación, acon-
teció la concreción de un proceso de reconfiguración y consolidación de un nue-
vo canon artístico que se identificó, a través de la crítica y sus actores, como arte
light o arte del Rojas. Dicho canon se conformó, como lo advierte Natalia Pineau,
en oposición a los parámetros de la tradición anterior –representada por los artis-
tas de la transvanguardia– donde lo pictórico, la importancia del gesto y la expre-
sividad, aportaban a la identificación de una estética que se comprendía como
vinculada a lo ideológico y lo político (Pineau, 2012).
Fue de este modo que las disputas que fundamentaron la emergencia del
nuevo canon artístico en los años 90 instalaron la comprensión del sistema de
Bellas Artes como elemento conservador, vinculado a modelos de artistas y modos
de producción de una tradición anterior portadora de valores contrarios a los
problemas del Rojas. El nuevo canon instaló, en tal sentido, un modelo de artista
362 María Guillermina Fressoli l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
1
Para más información sobre los trabajos realiza en relación al mencionado edificio véase
http://www.argentinie.freeservers.com/ consultado en julio del 2014.
364 María Guillermina Fressoli l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Ya hacia fines de los años 80 los artistas que se encuentran estudiando en las
ENBA vivenciaron una progresiva crisis y deterioro del sistema de educación
artístico, el cual se expresaba en la falta de conexión de los profesores y los con-
tenidos con las nuevas búsquedas del arte contemporáneo. En este sentido,
Larrambebere comenta que se le presentaba un problema en tanto su interés se
orientaba a la pintura figurativa y sus profesores venían de la abstracción (como
Brizzi y Vidal). De acuerdo al artista, la búsqueda de nuevos procedimientos y
los procesos creativos hacia fines de los años 80 y principios de los 90, quedó
sujeta principalmente a las inquietudes y diálogos que los estudiantes realizaban
entre ellos, en los márgenes de la institución. Allí, intercambiaban impresiones
sobre las tradiciones locales y compartían con un grupo de compañeros el inte-
rés por el Pop Británico. Del mismo modo, el artista Eduardo Molinari relata
que en sus años de formación en la escuela de Bellas Artes se impartía una histo-
ria del arte muy acartonada, “que no llegaba nunca al siglo XX y menos aún al
siglo XX local” (Eduardo Molinari, Entrevista con la autora, 6 de setiembre del
2013).
La crisis y tensión en el sistema de enseñanza artística público se hace visible
en el proceso de implementación de la Ley Federal de Educación2, donde los
procesos asamblearios, tomas y reestructuración interna observan diversas pos-
turas: aquellos que bregaban por el formato tradicional de la escuela de educa-
ción artística (donde predominaban los talleres prácticos); y quienes estimaban
que el paso de nivel terciario a universitario permitiría jerarquizar el sistema de
enseñanza. Los artistas que aquí trabajo vivenciaron como estudiantes la crisis
de la institución entre los años 1986 y 1990. Luego, a partir del año 1996 se
incorporarán a la docencia, por lo que su paso a la producción artística en la
arena pública estuvo signado por el proceso de crisis referido.
2
En el año 1996 surge IUNA como institución creada por el Decreto Nacional del Poder
Ejecutivo 1404- 3/12/96 por medio del cual se produce un proceso de unificación de diferen-
tes conservatorios, escuelas e instituciones terciarios y superiores de arte –el Conservatorio
Nacional Superior de Música “Carlos López Buchardo”, la Escuela Nacional de Bellas Artes
“Prilidiano Pueyrredón”, la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación “Ernesto de la
Cárcova”, el Instituto Nacional Superior de Cerámica, la Escuela Nacional de Arte Dramáti-
co “Antonio Cunill Cabanellas”, el Instituto Nacional Superior de Danzas y el Instituto Na-
cional Superior de Folklore.
366 María Guillermina Fressoli l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
[2] Tapa del cuadernillo y Manifiesto Cimarrón, publicado para la exposición del grupo en la
Biblioteca Miguel Cané.
3
Extracto de “Manifiesto Cimarrón. Geografías de Identidad” publicado en ocasión de la
muestra que el grupo realiza en el año 1999 en la Biblioteca Miguel Cané.
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4
Durante la realización de la entrevistas Eduardo Molinari y Patricio Larrambebere, en dife-
rentes ocasiones, cada uno por su lado, manifestó que rápidamente se los tildaba como
nostálgicos y peronistas. A la vez que la recurrencia a lo nacional se comprendía como ele-
mento conservador.
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[3] Diseño tradicional de la goma dos banderas y transformación del producto hacia mediados
de la década.
[5] Los artistas repartiendo gomas en Plaza Congreso. Foto Archivo Eduardo Molinari.
A modo de conclusión
En el desarrollo de este escrito presenté el proceso formativo de un conjunto
de producciones artísticas dentro de su presente específico, considerando que el
modo en que estas obras operaron en relación a su contemporaneidad aporta a la
construcción crítica del recuerdo. De esta manera, es posible sostener que las
producciones de los artistas de lo colectivo combinaron en su proceso de formación
aspectos residuales y emergentes desde los cuales introdujeron tensiones en las
configuraciones culturales de su tiempo. Como aspecto residual, estas obras in-
tegraron en sus materiales un pasado en proceso de degradación y retiro pero
que aún no se encontraba plenamente inactivo. Así, sus diversos materiales in-
trodujeron restos y experiencias de un concepto de ciudadanía vinculada al esta-
do de bienestar que por entonces se devaluaba. Por otro lado, en su constitución
y materiales, estas obras involucran también procesos emergentes. Estos se rela-
cionan con los nuevos sujetos que se constituyen en la acción de la arena pública,
cuyas formas de organización y despliegue –que los artistas incorporan a su ha-
cer– advenían por entonces resistentes.
Así, aspectos residuales y emergentes del proceso cultural fueron incorpora-
dos en el proceso de constitución y configuración de lo artístico. El arte se define
como ruptura, de allí su status crítico con el entorno. Paradójicamente, en el
caso que aquí ha sido de interés, dicha ruptura consistió en el restablecimiento
de una continuidad histórica. Reponer la tradición, la identidad y la historia de
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l El obrar del arte en la producción de modos...: 358-377 377
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378 Lior Zylberman l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
Imágenes de justicia
LIOR ZYLBERMAN
La relación entre los juicios por los crímenes perpetrados por la última dicta-
dura militar argentina y los medios de comunicación –en especial los audiovi-
suales– siempre resultó problemática; desde el Juicio a las Juntas hasta los actua-
les, los mismos se vieron en una tensión constante entre su visibilidad e invisibi-
lidad mediática.
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Si bien contó con una amplia difusión en la prensa escrita, en 1985 el Juicio
a las Juntas no fue televisado en forma directa: fue a través de resúmenes diarios
de escasa duración y sin sonido. De este modo, el público no pudo ver ni escu-
char dicho evento en forma directa sino a través de las crónicas y resúmenes
periodísticos.
Las causas judiciales que se iniciaron posteriormente vieron truncadas su
posibilidad de continuar con la sanción de las leyes de Punto Final y de Obedien-
cia Debida; un nuevo golpe vendría con los indultos presidenciales de 1989 y
1990. El constante reclamo de los organismos de derechos humanos y la volun-
tad política llevaron a que primero, en 2003, fueran anuladas por el Congreso
Nacional, y luego, en 2005, la Corte Suprema convalidara y declarara inconsti-
tucional a dichas leyes; asimismo, en 2007, ese mismo tribunal superior anuló
los perdones presidenciales. Todo ello habilitó la posibilidad de abrir las causas
judiciales relegadas en el tiempo.
Estos nuevos juicios, tan históricos como el primero, resultan de una impor-
tancia trascendental ya que son tribunales nacionales, es decir ni internacionales
ni especiales, los que están llevando adelante el juzgamiento de todos los respon-
sables (y no sólo de los máximos líderes). Pese a ello, la repercusión mediática en
torno a estos juicios ha sido escasa o casi nula, sobre todo en la televisión. Son
las causas más “polémicas” (la del cura Christian Von Wernich o la de Carlos
Blaquier), aquellas que incluyeron a “símbolos” de la dictadura (como Jorge
Videla o Alfredo Astiz), o la de Miguel Etchecolatz (por ser el primero llevado a
juicio luego de la derogación de las leyes, y por incluir en su desarrollo la nueva
desaparición de Julio López) las que han tenido su cuota de pantalla. Con todo,
y a pesar de los cientos de juicios realizados desde 2006, podríamos afirmar que,
con excepción de flashes informativos en la TV Pública o de los casos más reso-
nantes, éstos no han tenido lugar en las pantallas nacionales.
A pesar de ello, el cine ha recogido esa ausencia realizando una serie de
películas sobre la temática. Si bien dentro del cine existe una tradición de “cine
de juicios”, en nuestro país son escasos los títulos que se colocan dentro de este
género; de este modo, ha sido el cine documental el que se ha hecho eco de los
juicios, llevando adelante una serie de producciones. Dado que una de las fun-
ciones del cine de no ficción es registrar, y sobre todo revelar sucesos de impor-
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tancia histórica1, no es casual que esta opción haya sido la elegida por los realiza-
dores.
Este trabajo se propone analizar las representaciones de las películas docu-
mentales sobre los juicios a los crímenes perpetrados por la última dictadura
militar, focalizándose, sobre todo, en los iniciados a partir de 2006. En nuestro
análisis, no nos proponemos estudiar la instancia del juicio, sus procedimientos
o sus calificaciones, sino que tomaremos cuatro producciones sobre los “nue-
vos” juicios con el objetivo de comparar y señalar continuidades y discontinui-
dades en sus representaciones audiovisuales. Con ello, no deseamos agotar las
discusiones en torno al tema, sino, antes bien, efectuar una primera aproxima-
ción a este corpus de películas.
Las producciones a analizar serán: Un claro día de justicia (Ana Cacopardo e
Ingrid Jaschek, 2006), Los días del juicio (Pablo Romano, 2011), Proyecciones de la
memoria (Patricio Agusti, Betania Capato y Gonzalo Gatto, 2011), e Imprescriptible
(Alejandro Entel, 2013).
Así, en una primera instancia, nuestro foco de análisis se centrará en las
características cinematográficas-audiovisuales en torno a la pregunta sobre cómo
se representaron los juicios. Sin embargo, no dejaremos de considerar lo
extracinematográfico, es decir, qué implican dichas representaciones y qué senti-
dos se colocan en juego a partir de las imágenes. Con ello, nos interesa pensar
dónde ubicar estas producciones: como un “cine de juicios” o dentro de la ya
extensa tradición del cine sobre la dictadura. Asimismo, si se ubican dentro de
este último lugar, ¿poseen continuidades con dicha tradición o pueden ser pensa-
das como nuevas narrativas de la memoria?
El cine de juicios
Como sugiere la criminóloga Nicole Rafter (2000: 93), este tipo de películas
suelen presentar una tensión entre una ley inmutable, natural, por un lado, y la
ley hecha por el hombre, falible, por el otro; así, las películas sobre juicios suelen
1
Sobre las funciones del documental, véase Renov (1993).
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incluir una figura de justicia, un héroe que intenta llevar a la ley hecha por el
hombre hacia una ideal que alcance la universal. En esta clase de títulos, la reso-
lución llegaría cuando la ley del hombre llega a ser idéntica a la esencia de la jus-
ticia; no es casual –aunque no siempre– que la figura de justicia sea el abogado;
en otras ocasiones, y quizá en menor medida, dicha forma se encarna en el mis-
mo juez; en esos casos, el juez, como una figura paternal, es aquel capaz de
restaurar el orden.
Las películas de juicios suelen poseer esquemas narrativos más o menos rígi-
dos, permitiendo pocas innovaciones en sus tramas ya que también es el propio
sistema el que se encuentra severamente delimitado por procedimientos forma-
les. En ese sentido, el cine de juicios conlleva una paradoja: desea dar una ima-
gen de la justicia cuando la justicia en sí misma no puede ser vista (Slide, 2002:
3). Con todo, y por las características propias de este género, se podría decir que
poco ha evolucionado, presentando más bien cierta rigidez tanto en su desarro-
llo narrativo como en su puesta en escena.
Como sostienen muchos autores, el cine y la justicia, sobre todo la instancia de
juicio oral, comparten un léxico en común, un léxico que posee su raíz en el teatro
(Camps y Pazos, 1999: 19). Así, en ambas instancias se habla de actores, de la parte
actuante, de actuar de oficio, de las actuaciones, de interpretar una ley, se hace men-
ción al escenario de los hechos, se hace una presentación ante la justicia y una recons-
trucción de los hechos, existe un representante legal, hay también un público, existen
los autos –es decir, los actos– de procesamiento, el veredicto no es otra cosa que la
verdad dicha, los abogados preparan a los testigos –los hacen ensayar–; finalmente,
el juicio también es una performance y un acto performativo. Tal es así que en un
juicio nos encontramos ante un drama; un juicio existe porque ocurrió un drama,
una tragedia: el delito tuvo lugar porque las pasiones humanas fueron llevadas a
un punto límite. Así, ante el juez se representa lo que sucedió, y éste premiará al
inocente y castigará al culpable: en el transcurso, las partes irán desarrollando la
trama. Finalmente, en la sentencia, se escribirá la última versión del drama.
La televisión y el cine nacional trataron a los hombres de ley de manera dispar.
Quizá la ausencia de este tipo de películas se deba a las características del propio
sistema judicial, ya que la historia del derecho procesal penal argentino ha sido
fluctuante en cuanto a la instauración del juicio oral y público (Berizonce y
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Martínez Astorino, 2013). Quizá esta falta de tradición sea una de las causas por
las cuales los juicios por los crímenes de la dictadura hayan alcanzado las panta-
llas por medio del documental antes que la ficción.
2
El título alude a Un oscuro día de justicia, cuento de Rodolfo Walsh.
3
Para una historia de las imágenes del Juicio a las Juntas, véase Feld (2002).
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Imagen 1
Este documental cubre el juicio en dos tiempos: el registro del juicio propia-
mente dicho y entrevistas, hechas en el mismo tribunal, a protagonistas del mis-
mo. Este último recurso se verá en todas las producciones que analizaremos: una
oscilación entre el testimonio judicial, es decir, el testimonio como prueba, y el
“íntimo-personal”, a través del cual los entrevistados comentan y reflexionan
sobre las características del juicio y su participación en el mismo. Es importante
señalar que éstas prácticamente no se concentran en el pasado, en la historia de
los testimoniantes; sin embargo, en ocasiones la entrevista íntima-personal po-
see características de testimonio-prueba.
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Imprescriptible
Saltaremos el orden cronológico de los documentales para referirnos a
Imprescriptible. Estrenado en 2013, esta obra de Alejandro Ester, según afirma al
comenzar, es “una pequeña muestra del juicio que se extendió por casi dos años
y que corresponde a la segunda etapa de lo que se conoce como megacausa
ESMA”; con esta sobreimpresión, los primeros minutos nos advierten que sólo
veremos un puñado de los cientos de testigos que declararon en este juicio. A
pesar de las proporciones épicas de la investigación judicial, el documental apun-
tará a ser un retrato despojado.
Imprescriptible es también sobre el presente; en consecuencia, sus primeras
imágenes las dedica al predio de la ex ESMA en la actualidad. Pero, ello también
posee otra intención: abrirnos al afuera. No vamos a ser meros testigos de las
audiencias sino que habrá un diálogo entre la sala de audiencias y el exterior. De
este modo, Ester estructura el metraje en diversos bloques, cada uno con un títu-
lo, con el objetivo de concentrarse en diversos aspectos. El primero, titulado “Pá-
jaros”, por ejemplo, relaciona ese exterior que recién visualizamos con una carta
que una testigo lee, una carta en la que dicha mujer le escribía a su pequeño hijo
acerca de un pajarito, amigo en común de la madre y el hijo. Pronto vemos
también que el registro de las audiencias posee una marca de “oficialidad”: el
timecode (Imágenes 2 y 3). Eso no sólo nos demuestra el amplio espectro temporal
que insumió el juicio –en cada testimonio las fechas cambian–, sino que también
la colocación de la cámara resulta una decisión ajena al director. De este modo,
en las audiencias, la cámara registra en forma “aséptica”, no se implica como lo
hiciera el título anterior; de hecho, hay registros que se asemejan más al Juicio a
las Juntas que a los documentales posteriores4.
El bloque titulado “Memoria” llama la atención y representa una revisión
historiográfica novedosa respecto a muchos documentales sobre la dictadura.
Para gran parte de ellos, la tragedia argentina comenzó el 24 marzo de 1976 o
durante los últimos meses del gobierno de María Estela Martínez de Perón; para
Imprescriptible, en cambio, el 16 de junio de 1955 marcó el comienzo de la impu-
4
Incluso, en ocasiones la cámara pareciera adoptar la posición y encuadre de una cámara de
vigilancia. Véase la mencionada Imagen 3.
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nidad, de los crímenes de Estado y del avasallamiento del pueblo. Si los crímenes
de 1955 no fueron juzgados, pero tampoco olvidados, la mega causa ESMA
parecería saldar esa deuda histórica.
Imagen 2
Imagen 3
Una vez comenzado el tercer bloque, “El viaje”, sabemos que la figura de
justicia estará, particularmente, en los sobrevivientes, en aquellos que sufrieron
en forma directa la experiencia concentracionaria de la ESMA. El que inicia el
viaje hacia los tribunales, donde la cámara de Ester es obligada a quedarse afue-
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ra, es Víctor Basterra. Con él, y junto a otros sobrevivientes como Carlos
Lordkipanidse, Imprescriptible presentará un contrapunto entre los dichos en las
audiencias, tanto por querellantes como por acusados: aquí escucharemos, por
primera vez en esta serie de documentales, las declaraciones de Alfredo Astiz o
Jorge Acosta criticando y recusando tanto al tribunal como al juicio.
Apoyándose con imágenes de archivo, el documental efectúa un breve reco-
rrido histórico; sin embargo, el acento sigue estando en el presente. Esto queda
subrayado al enseñarnos las dos caras de una moneda acuñada a partir del 2004:
por un lado vemos al entonces presidente Néstor Kirchner pidiendo perdón en
nombre del Estado por los años de impunidad al momento de inaugurar el pre-
dio como Museo de la Memoria; por el otro, Imprescriptible también nos recuerda
la desaparición de Julio López. Así, si la fuerza narrativa de este documental se
encuentra en su contemporaneidad, no se debe solamente a la posibilidad de
ofrecernos las imágenes del juicio sino al diálogo que teje con el afuera. No se
trata solamente de otorgarle la palabra –y campo visual– a los sobrevivientes
sino también a las diversas movilizaciones y actos del sector autodenominado
“Memoria completa”. El gesto de mostrarnos esas manifestaciones nos resulta
significativo, sobre todo porque la resistencia a llevar adelante los juicios conti-
núa, las voces en su contra, la de aquellos que piensan que se debe bregar “por la
paz, el orden y la reconciliación” o por “hacer borrón y cuenta nueva”, siguen
levantándose. De este modo, queda señalado en forma muy perspicaz la fragili-
dad de los juicios, no por lo que sucede al interior de las audiencias sino en el
exterior.
Finalmente, llega el veredicto. Para muchos, tan importante como la conde-
na, la sensación de justicia se encuentra encarnada en varios aspectos: declarar
ante un tribunal, instancia que los compañeros asesinados no tuvieron, volver a
ver a los acusados, enfrentarlos, perderles el miedo, y, sobre todo, verlos esposados.
Para la lectura de la sentencia, vemos lo que sucede en las inmediaciones de los
tribunales: la militancia, junto a muchos de los que testimoniaron, se han reuni-
do en la puerta. Allí celebran las condenas, pero aún no las consideran una vic-
toria, el trabajo de la justicia recién ha comenzado.
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teada la relación entre el afuera y el adentro; cómo el exterior recoge los ecos del
interior de la sala.
Esta relación adentro-afuera permite efectuar un contrapunto, la entrevista
complementa a la declaración en el juicio, y viceversa; mientras que la primera
resulta más informal, íntima, hecha la mayoría en los hogares de los entrevista-
dos, la segunda, el “testimonio-prueba”, posee los formulismos que el contexto
amerita. De este modo, pronto quedará en claro quiénes son las figuras de justi-
cia: las querellas. Éstas se encuentran conformadas tanto por sobrevivientes, fa-
miliares como, por primera vez en estos documentales, los abogados. Así, Los
días del juicio reconfigura y agrega un partícipe más a la figura del nuevo militan-
te.
Las querellas emergen no sólo como figuras de justicia sino también como
interpretadores de la historia; una de las abogadas, al efectuar su alegato ante los
jueces, advierte a los mismos que los crímenes deben tener un nombre particular
que no alcanza con la condena individual. Citando otros fallos y asegurando,
con Michel Foucault como insignia, que el derecho también produce verdad,
solicita que el tribunal no piense los crímenes como una mera sucesión de delitos
sino como un genocidio. De este modo, en la narración de la serie se articulan los
relatos históricos junto a las historias particulares y privadas: los sufrimientos
durante la tortura, la espera de más de tres décadas para poder juzgarlos, las
pérdidas de seres queridos se acoplan a los relatos macro de las querellas y la
fiscalía.
Afuera del tribunal, días antes que se dicte sentencia, la cámara sigue a algu-
nos testigos mientras se preparan para declarar como también el momento en
que salen del tribunal luego de prestar testimonio. El montaje empleado nos
permite vislumbrar, apenas advertir lo que el testimoniante siente luego de decla-
rar ante el tribunal: una sensación de paz imposible de evocar en palabras. Otro
de los casos en los que la cámara se detiene, 304 días antes de la sentencia, es el
de Ramón Verón. El relato que nos hace, tanto en el tribunal como en la entrevis-
ta, sobre su compañera desaparecida, Hilda Cardozo, resulta muy íntimo y emo-
tivo, reflexiona sobre las fotografías que han quedado, donde ella quedó como
una “chica”, que los desaparecidos han quedado jóvenes para siempre. Luego,
ya con imágenes de Ramón declarando en el juicio, el relato se arma en dos
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tiempos, entre lo que dice ante el tribunal y lo que nos cuenta ante la cámara, en
la cotidianeidad de su casa. Pero aún hay más, un gesto, que podríamos decir
autoral, nos advierte hace cuánto Ramón espera por justicia. Apelando a una
imagen de archivo, la única en toda la serie, al registro del Juicio a las Juntas en
el cual Verón declaró, se nos recuerdan dos elementos: primero, que en esa ins-
tancia aún faltaban 9049 días para la sentencia; segundo, mientras Ricardo Gil
Lavedra le pregunta si tiene noticias “de la suerte que había corrido Hilda
Cardozo”, de Ramón Verón sólo vemos su nuca. En ese sentido, al exponernos
los rostros de los testimoniantes, los del público escuchando y de Verón en este
caso, el director traza una diferencia tanto estética como ética sobre la importan-
cia del rostro en el testimonio (Imágenes 4 y 5).
Imagen 4
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Imagen 5
den cerciorar mucho de lo expresado por los sobrevivientes. Este gesto, esta bús-
queda de humanizarlo, resulta importante de destacar ya que lo diferencia nota-
blemente con los demás documentales. Con ello no significa que Romano bus-
que exculparlo, de hecho Costanzo no se arrepiente ni niega las acusaciones que
se le efectúan; la intención del director, entonces, radica en dos cuestiones: pri-
mero, mostrarnos, efectivamente, todas las voces implicadas en el juicio; segun-
do, tratar de comprender la mente de un genocida. Lo sorprendente es la “nor-
malidad” de este hombre.
En el último capítulo la protagonista es Sabrina Gulino, hija de desapareci-
dos y dada en adopción al nacer. En dicho capítulo escuchamos su historia, cómo
recupera su identidad como también su declaración en el juicio. Su perspectiva
permite hacer ingresar a la militancia de las nuevas generaciones, quienes alzan
los juicios como un estandarte. Es así que junto a ella seguimos a sus compañe-
ros los días previos a la sentencia, viendo cómo se organizan para recibir la bue-
na nueva. Así, el 15 de abril de 2010 se efectúan los preparativos afuera del tribu-
nal para escuchar el veredicto; en montaje paralelo, nos enteramos de las conde-
nas, cadena perpetua a todos los acusados, y cómo son recibidas cada una de
ellas por los militantes en las inmediaciones de la casa de justicia.
Así finaliza Los días del juicio, una serie que pudo dar cuenta de todas las
dimensiones, tanto históricas como legales, de un juicio de estas características.
Una serie anclada en el presente, sobre el pasado, pero mirando hacia el futuro.
Tal es así, que la última inscripción en la pantalla nos advierte que tres meses
después tuvo inicio el segundo juicio en la ciudad de Rosario.
Imagen 6
5
Sobre la obra de Attie, véase Young, James E., (2000), At Memory’s Edge, New Haven: Yale
University Press.
6
Facino, ex Jefe de la comisaría 4ª de la ciudad de Santa Fe, falleció en octubre de 2012.
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Imagen 7
Con registros del juicio tomados por las cámaras oficiales (que por sus posi-
ciones en ocasiones también parecen cámaras de seguridad), la serie logra cum-
plir con dos funciones: registrar y revelar, como también expresar. En apariencia
un documental que apela a pocos recursos, la articulación y combinación que los
realizadores efectúan, ya sea por el efecto que crean las proyecciones o por los
dichos de los entrevistados, Proyecciones de memoria a la vez que da cuenta de un
suceso histórico logra también alcanzar un plano emotivo.
El primer capítulo se centra en las cinco mujeres que movilizaron y lucharon
por la realización del juicio, la figura de justicia toma cuerpo en Anatilde Bugna,
Patricia Traba, Stella Vallejos, Ana María Cámara y Silvia Abdolatif, un grupo
de mujeres que estuvieron detenidas juntas en la Guardia de Infantería Reforza-
da. A partir de sus testimonios tanto ante el tribunal como en las entrevistas,
llegamos a conocer los alcances y características del circuito de tortura y desapa-
rición en la ciudad de Santa Fe. Las mujeres afirman que nunca buscaron ven-
ganza sino justicia, remarcando que los acusados han contado con todas las
garantías legales, tal es así que de los 56 hechos que se presentan, el tribunal
pudo probar 54.
El accionar pasado del ex juez Víctor Brusa es retomado en el capítulo 2.
Allí las mujeres denuncian su labor en los circuitos represivos, sobre todo en la
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Seccional IV. Con Brusa cobra cuerpo la idea de la “patota de saco y corbata”:
además de presenciar sesiones de tortura, al blanquear a algunos detenidos, el
entonces juez les creaba causas penales. Este capítulo, entonces, se focaliza y
otorga voz a los acusados; se despliegan así las diferentes, y divergentes entre sí,
visiones sobre su propio accionar: desde la teoría de la guerra sucia hasta la
obediencia debida. El sumo, quizá, queda manifestado cuando el ex comisario
Juan Perizotti alega en su defensa que él también se cree una víctima: ellos fue-
ron usados por el ejército7. Si bien esta afirmación resulta una estrategia de de-
fensa, en sus dichos no logra cavilar sobre su práctica pasada: la tortura, ejercida
con crueldad como afirman las mujeres, fue ejercida por una voluntad, la suya.
A pesar del lugar autoatribuido, en el transcurso del juicio, Perizotti no sintió
jamás la necesidad de moralizar sus actos o, en todo caso, reflexionar sobre las
consecuencias de los mismos.
El capítulo tercero se hace eco de la manera en que la televisión local cubrió
el inicio del juicio, remarcando su carácter histórico no sólo por llevar al estrado
a un ex juez sino también a una mujer, María Eva Aebi, en este tipo de juicios.
De este modo, este capítulo de la serie se concentra en las particularidades y
recovecos de la justicia: los jueces, los abogados de las querellas y las defensas.
En una entrevista, el presidente del tribunal, Roberto López Arango, reflexiona
sobre su tarea: colocándose como una figura de justicia, remarca la imperiosa
necesidad de no actuar con prejuicios, otorgando a cada acusado todas las ga-
rantías y posibilidades de defenderse. Por último, este juez valora la importancia
histórica de los juicios pero opina que debe implementarse una “economía pro-
cesal”; es decir, una mayor concentración de juicios y no multiplicar las causas
contra los mismos imputados. En esa misma entrevista remarca que en estos
juicios la prueba se construye, además de documentos y archivos, fundamental-
mente en base a testimonios; de este modo, señala la importancia de cuidar al
testimoniante. El relato del capítulo está montado de tal manera que esta idea se
complementa con la voz del propio testimoniante: para una ex desaparecida re-
latar ante un tribunal es una oportunidad única, una administración de justicia,
7
Sus dichos pueden ser pensados como una forma de negación de responsabilidad que se
justifica en la obediencia y conformidad, véase Cohen (2005: 109-112).
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5. RESEÑAS
lógicas, la alternancia entre el verso libre con versos extensos que lindan con el
terreno de la prosa, etc. son algunas de las muestras de una actitud sumamente
vanguardista que intenta romper con la lógica tradicional, generando un desequi-
librio en el lector. Cartas a Antonio reitera los núcleos semánticos del poemario y
pueden leerse ambos de manera intertextual permitiendo analizar La tortuga ecues-
tre como una manifestación de angustia frente a la pérdida del sujeto amado. La
autora, tomando un verso de “A vista perdida”, propone el concepto de “lectura
afásica” que da cuenta de la dificultad de comprender y la dificultad de acceder al
sentido a partir de un texto. La segunda parte del verso, las “perspectivas
embriagadoras”, muestra la intención de Moro de generar una lectura expansiva,
donde el acceso a metatextos explicativos (como las cartas y su obra plástica) invi-
tan a una relectura para percibir el sentido de la palabra poética.
La escritura posvanguardista de Martín Adán (1908-1985) es pensada tam-
bién desde la distorsión que generan los poemas respecto de la tradición. Travesía
de extramares (1946) incluye sesenta y un textos, casi todos sonetos; sin embargo, el
complejo trabajo realizado con los epígrafes sacan del centro a la palabra del mis-
mo Adán generando nuevos sentidos en la construcción total del poema. Aymará
de Llano, nuevamente, no trabaja con el libro aislado sino que lo inserta en una
tradición literaria amplia donde resuenan las voces de Shakespeare, Leopardi, Joyce,
Fray Luis de León, Cervantes, Darío, entre otros. Entre estos epígrafes aparecen
algunos firmados por el mismo Adán, estrategia utilizada para colocarse en el
nivel de autor consagrado y que, a su vez, genera una duplicación de la palabra
desde distintos lugares de enunciación. La voz del poeta queda solapada bajo otras
escrituras y muestra a un sujeto descentrado que busca y experimenta con las dife-
rentes posibilidades que se abren con la escritura. Este poemario es una pregunta
desgarrada por la propia identidad que encuentra en La mano desasida (1961) a un
otro que le permite entrar en contacto de manera objetiva con su soledad existencial.
En este extenso poema la palabra tiene el poder de nombrar a un sujeto y, al hacer-
lo, construir su existencia. Todos estos planteos confluyen en Escribir a ciegas (1961)
donde el autor versa sobre sus problemáticas existenciales. En el título se plasma la
idea de la escritura como una manera de ingresar a las zonas más íntimas y profun-
das del ser, a lo no visible, a lo oculto. Esta reflexión lo lleva a construir su mundo
y a sí mismo en la escritura y, al hacerlo nos invita a repensar qué es el lenguaje y
cuál es la función de la poesía.
Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963 l Reseñas: Calentar la tinta...: 399-401 401
La pregunta que nos hacemos no es, por lo tanto, dónde está la bolivia-
nidad, qué es la bolivianidad o si efectivamente existe lo puramente boliviano,
sino cuáles son los sujetos nacionales legítimos que se construyen desde el
aparato estatal, desde el poder económico y como resistencia, tomando com-
parativamente tres momentos históricos: en primer lugar, la Guerra del Pa-
cífico, desde la perspectiva de Montenegro; en segundo lugar, la guerra del
Chaco, desde los textos de Sangre de Mestizos de Augusto Céspedes y Repete
de Jesús Lara y, por último; la masacre de Catavi, desde la perspectiva de
Herbert Klein en Orígenes de la Revolución Boliviana (Franicevich, 2012: 50).
Unidos” (Ponce, 2012: 150), dice Ponce, como las realidades que configuran las
nuevas tecnologías. Hackers, computadoras y realidades virtuales se conjugan
en el contexto local y se afirman como formas de resistencia en un espacio que se
redefine cuando el entramado social, los lugares y la noción de sujeto nacional
se fragmentan, tal vez, para volverse a erigir.
En otro orden de cosas –o quizá en el mismo, pues la problemática de fondo
atraviesa todos los ensayos– La Virgen de los Deseos de Taboada Terán es el objeto
de los estudios de Sofía Pellicci en “La metáfora del sexo y la configuración de
identidades en La Virgen de los Deseos de Néstor Taboada Terán” y de Catalina
Sánchez en “El sexo subvertido. El ‘devenir mujer’ en la chola de Néstor Taboada
Terán”. En ellos, el erotismo y lo sexual encarnado en el personaje femenino,
una mujer, una chola, dan cuenta de la afirmación de lo propio como modo de
resistencia. Las prácticas subalternas, la fiesta, la religiosidad y el corrimiento de
las fronteras espaciales y sociales que propone la ciudad –aquí, La Paz– son las
formas de subversión que asumen los sujetos, son el decir de lo que se calla.
Cada una de estas inquietudes aspira comprender un poco más los sucesos
de la historia y la heterogeneidad cultural de Bolivia. Configuran, en sí mismos,
un compromiso crítico en tiempo presente sobre una coyuntura histórica que en
la última década ha sacudido el mapa político y cultural del país vecino –y de
toda América Latina–, una nueva realidad que ha desmembrado las categorías
preconcebidas que habían modelado una identidad nacional idealizada sobre las
premisas de la inmovilidad social, política y el desconocimiento de identidades
diversas y sobre bloques de saberes y prácticas clausurados por el prejuicio racial
o los intereses de clase.
Por todo ello, y como una declaración de principios, María Magdalena
González Almada –en el ensayo que cierra el libro y que, a su vez, estimula a
seguir indagando sobre la temática– compendia el enfoque que hoy asume este
grupo de investigadores:
Pablo S. Montilla
FFyH, UNC
408 María del Pilar Ríos l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
fábulas de género. Los fantasmas que habitan estas series son mujeres como la
Malinche o monjas que permiten a los textos mostrar el entramado entre fábula
literaria e histórica en el funcionamiento de la memoria. La escritura en el papel
y el cuerpo politiza el espacio privado al tiempo que los distintos desdoblamientos
y poses se articulan en el goce por un otro distante y prohibido. Monstruos de
variados semblantes componen estos mundos femeninos donde conviven el man-
dato patriarcal y su desestabilización constante, los “cuadernos de manos” de
las monjas y sus cuerpos.
Los últimos capítulos de Sombras de autor se detienen en la obra del chileno
Roberto Bolaño. Mediante un análisis de las novelas La Literatura nazi en Améri-
ca, Estrella Distante, Los detectives salvajes y 2666, Perilli destaca cómo Bolaño
ficcionaliza a todos los actores e instituciones del campo literario: escritores,
críticos, académicos, lectores, talleres literarios, etc. A partir de los restos infa-
mes de la ciudad letrada propone su refundación rescatando el mito del escritor
joven y aventurero de las vanguardias históricas –que tiene como arquetipo a
Arthur Rimbaud– en contraposición al escritor consagrado institucionalmente
–Octavio Paz–. En la parodia del archivo literario se busca revitalizarlo.
“La memoria literaria se construye en los restos de textos de escritores y
críticos” (93) escribe Perilli. Sombras de autor es un libro que indaga de manera
lúcida la formación y el funcionamiento de esa memoria. Se trata de un texto
necesario para entender las figuraciones de la narrativa latinoamericana recien-
te, las máquinas escriturarias que los autores arman y desarman en la constitu-
ción de un archivo literario latinoamericano y sus restos. En definitiva, un libro
potente que interpela al escritor y sus fantasmas.
Blas Rivadeneira
IIELA- INVELEC- CONICET
414 Colaboradores de este número l Telar 13-14 (2015) ISSN 1668-2963
más de tres autores se usará el primer Le Breton, David (1995): Antropología del
autor seguido por “et al.” cuerpo y modernidad. Buenos Aires: Nueva
D. Notas Visión.
1. Las notas se colocarán a pie de página. Perilli, Carmen (2009): “Fijando sombras.
Serán utilizadas para comentarios no para Una ficción en busca de autores” en Revista
referencias bibliográficas y se enumera- de crítica literaria latinoamericana. Tulane
rán consecutivamente. University. Nro 69.
Jaramillo-Zuluaga, J. Eduardo (1993): “Tres
E. Bibliografía
biografías de Silva”. Boletín cultural y biblio-
1. Todas las citas en el texto deben tener su
gráfico, número 32, volumen xxx. En línea
correspondencia en la bibliografía.
www.banrepcultural.org/blaavirtual/
2. Las referencias de la bibliografía se orde-
publicacionesbanrep/boletin/boleti5/bol32/
narán alfabéticamente por apellido del o
resena21.htm.
de los autores. Luego del nombre del
Varios (1997): Leyendo a Silva. Tomo III. Com-
autor/es se colocará, entre paréntesis, el
pilación y Prólogo de Gustavo Cobo Borda-
año de edición.
Edición Dirigida por Luis F. García Núñez,
3. El título de la obra se colocará en cursiva,
Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.
luego, se indicará volumen, lugar de
De Carvajal, Gaspar (s/d): Relación del Nuevo
edición, editorial. Cuando se citen varios
Descubrimiento de famoso Río Grande que des-
trabajos de un mismo autor, se ordenarán
cubrió por muy gran ventura el capitán Francis-
alfabéticamente por título del trabajo.
co de Orellana. Quito: Biblioteca Amazonas -
4. Para los artículos se utilizará el mismo
Volumen I. Publicación Raúl Reyes y Reyes.
orden indicando el título entre comillas.
Transcripción de Fernández de Oviedo y
El nombre de la revista o publicación de
Toribio Medina [1541].
donde se haya extraído en cursiva. Se
indicará número de volumen, número de Envío de manuscritos
ejemplar, fecha de publicación entre Los manuscritos serán enviados vía de
paréntesis, y páginas en las que aparece correo electrónico. En una hoja aparte se
el artículo mencionado. consignarán los siguientes datos: título del
5. Si no se obtienen los datos de edición del trabajo en español y en inglés, datos
libro se consignará entre paréntesis s/d personales del autor, pertenencia institu-
(Sin datos). cional, un resumen del trabajo de no más
6. En los casos que se considere necesario el de 200 palabras en español y en inglés, y
autor podrá consignar los datos de la cinco palabras clave en ambos idiomas. Se
primera edición de la obra que menciona. aclara que la Revista Telar publica en la
En ese caso se aconseja usar corchetes y sección “Colaboradores” una breve reseña
colocar la fecha de la primera edición al del autor y la dirección de correo electrónico.
final de la referencia bibliográfica. En caso de que un/a autor/a no desee que se
Ejemplos: consigne la dirección de correo electrónico
deberá explicitarlo al Consejo de la Revista.