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Drenaje de tierras agrícolas
Facultad de ingeniería civil y agrícola
2021-2
La ley 99 de 1993, ordena a los municipios y departamentos a destinar el 1% del presupuesto para
la conservación del agua y el abastecimiento de acueductos. Según MADS “A 2014, el índice de
cumplimiento de la norma era del 0,22 por ciento para los municipios y del 0,21 para los
departamentos” (Colombia, s.f.), y de acuerdo con la oficina de negocios verdes del MADS “Solo el
10 por ciento de las entidades que reportaron información cumplieron o estuvieron cerca de cumplir
con la inversión del 1 por ciento a la que están obligadas” (Colombia, s.f.). Estas cifras muestran la
evidente falta de cumplimiento por parte de los organismos de control del gobierno nacional, y
como consecuencia estas fallas terminan afectando directamente a la población en general. Esta
problemática deja al descubierto la incapacidad del gobierno para hacer cumplir las leyes, ya que
las cifras muestran que no hay control, vigilancia ni sanciones sobre el mal manejo de tan importante
recurso como lo es el agua.
Es necesario hacer énfasis en la corrupción como el principal problema en el mal manejo del agua,
no solo en Colombia sino también en la mayoría de los países, y este, sumado a la falta de conciencia
ecológica, los bajos niveles de control por parte de las entidades del estado, las nulas sanciones a
quienes cometen crímenes de índole ambiental y el creciente aumento de la población conforman
una bomba de tiempo donde para el 2025 la mitad de los habitantes de Colombia tendrán
problemas de acceso al agua. Casos como por ejemplo el escándalo de Hidroituango o los bonos de
agua creados por el exministro Alberto Carrasquilla son la muestra de las deficiencias de los niveles
de responsabilidad presentes en el gobierno colombiano, allí se involucran funcionarios del estado,
profesionales de la ingeniería, empresas privadas y públicas, entre otros, los cuales no han recibido
las correspondientes y adecuadas sanciones y, por el contrario, muchos de los involucrados en estos
casos de corrupción siguen participando en los diferentes proyectos, concursos y licitaciones
ofertados para obras públicas.
Pese a los esfuerzos por parte del estado y según un artículo de El Tiempo “Aunque entre el 2012 y
el 2016 el país invirtió dineros de regalías por 1,8 billones de pesos en 920 proyectos de agua y
saneamiento básico, según la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (Superservicios),
de los 1.122 municipios solo 541 (el 48,2 por ciento) tienen plantas de tratamiento de aguas
residuales. La situación es más crítica según la Asociación Colombiana de Ingeniería, que asegura
que apenas el 31 por ciento de ciudades tienen sistemas de tratamiento eficiente” (Tiempo, s.f.),
motivo por el cual es imperativo concentrar los esfuerzos no solo en castigar a quienes omiten las
leyes sino también en generar conciencia social respecto a la importancia del recurso hídrico y
mejorar la eficiencia del estado en cuanto al control y el cumplimiento de la GIRH. El incumplimiento
de dichas leyes a afectado directamente a las comunidades, dejándolas en algunos casos sin agua
potable, sin agua disponible para riego de cultivos, sin acueductos y alcantarillados provocando
problemas de sanidad y salud pública, lo que ha venido deteriorando la calidad de vida de gran parte
de la población rural. Fracasos como el proyecto de Hidroituango, generaron desplazamiento
masivo de habitantes de zonas aledañas al proyecto hacia las principales ciudades del país, sumado
a las pérdidas económicas astronómicas que contrario al objetivo del proyecto han empobrecido a
las zonas afectadas.
Observando el panorama de la creciente corrupción en el país, el futuro respecto al manejo del agua
es desalentador, pues el crecimiento de la población requiere cada vez una mayor demanda de
alimentos, peso que recae directamente sobre el recurso hídrico, además la poca inversión en
educación para el desarrollo de tecnologías que contribuyan en el manejo eficiente del agua no es
suficiente, lo cual hace que debamos plantear preguntas como ¿Cuál es la solución definitiva en el
país para tener un buen uso del agua y de los recursos en general? O ¿La GISH es una política
deficiente y poco efectiva? Dichas preguntas tienen más incertidumbre que respuestas y es claro
que a corto plazo no es algo relevante para la política del gobierno nacional. Es importante actuar
ahora, ya que cuando sea tarde las consecuencias serán catastróficas y todo el país se va a ver
envuelto en escases del recurso. Para finalizar exalto el refrán inglés “No se aprecia el valor del agua
hasta que se seca el pozo”, que será la realidad de nuestro pronto y seguro futuro.
Bibliografía
Cosgrove, C. E. (2012). The Dynamics of Global Water Futures Driving Forces 2011–2050. París.
Tiempo, C. (s.f.). Así se derrocha la plata que debería ser para agua potableel tiempo. Obtenido de
El tiempo: https://www.eltiempo.com/justicia/investigacion/recursos-para-el-agua-botin-
de-corruptos-en-colombia-segun-la-contraloria-246180