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Los Infernales de Güemes, una aproximación histórica.

Cuando pensamos en Güemes, inmediatamente nos viene a la mente la “guerra gaucha”. Nos imaginamos
montoneras interminables de gauchos con los pelos del pecho escurriéndose entre sus ropas, vestidos con
bombachas blancas al estilo zuavo, con chiripás y ponchos rojos, con un cuchillo entre los dientes y
blandiendo tacuaras, atacando a las tropas de línea realistas, venciéndolas a fuerza de arrollarlas “a lo guapo”.
Transcurridos poco más de doscientos años, este cliché está tan instalado, que resulta muy difícil de refutar. El
resultado se puede observar no sólo en toda la iconografía güemesiana (fig. a) -en la que se ven siempre
gauchos, en lo posible de rojo, y de tanto en tanto algunos oficiales con casacas estrambóticas y gorras
extrañas- sino en organismos nacionales (fig. b) y provinciales “serios”, a tal punto que el Rgto. de Caballería
de Exploración de Montaña 5 reproduce estos errores, cuando utiliza su uniforme histórico. Es preciso ir
desgranando estas cuestiones históricas poco a poco, y es por ello que será necesario dividir por cuestiones de
practicidad los resultados de esta investigación en cuatro partes. Resulta entonces imprescindible comenzar
por un estudio detallado de la naturaleza y organización de los Infernales como parte de la contribución del
pueblo de Salta1 al esfuerzo para sostener la Guerra de la Independencia.

Parte I: Los Infernales dentro de la organización del Ejército de Güemes

El Ejército Gaucho fue un cuerpo militar que constaba básicamente de dos grandes unidades de batalla: la
caballería de línea y la caballería gaucha. La táctica básica común a todos los cuerpos que lo formaban era la
de efectuar cargas rápidas concéntricas y escalonadas, tendientes a entrar y salir rápidamente del combate, sin
aferrarse. A eso debería sumarse la artillería, y luego, la infantería. Si bien no es el foco de este trabajo, a
continuación se detalla la organización de todo el ejército de Güemes, para poder así apreciar en toda su
dimensión el papel de los Infernales dentro del mismo.

Organización2
El origen de la caballería de línea puede rastrearse hasta las “partidas de observación creadas en 1810 como
apoyo a la Revolución de Mayo”3. Estas partidas, en un principio de 20 o 30 integrantes, fueron creciendo y
fusionándose con las partidas vecinas para formar escuadrones.

COMANDO: ESTADO MAYOR Y ARTILLERÍA4


TROPA DE LÍNEA DE LÍNEA MILICIAS: CABALLERÍA GAUCHA
( JURISDICCIÓN)
Regimiento Infernales de Gauchos de Línea Salta
Regimiento Granaderos a Caballo De la Frontera del Rosario
Regimiento de Coraceros Del Valle de Cachi
Partidarios Veteranos De Jujuy

1
Es preciso recordar que en ese momento el actual territorio de la provincia de Jujuy y de la actual Bolivia eran parte del territorio
de Salta.
2
Protli J. M.(compilador), Autores varios, Los infernales de Güemes y la guerra por la independencia, Mundo Gráfico Salta
Editorial, Salta, 2016, pág. 24.
3
Ib., pág. 22.
4
Houssay, L. L., El Regimiento de Infernales, Boletín Güemesiano Digital 2014, diciembre de 2014, pág.20.
Partidarios Auxiliares De la Quebrada de Humahuaca
Regimiento de Infantería de Infernales De Orán, San Andrés, Santa Victoria y la Puna
Bajo el “fuero gaucho” (Sujetos al “Reglamento para las
Bajo fuero militar milicias disciplinadas de infantería y caballería del virreinato de
Buenos Aires”, de 1801).
Los Infernales se forman en un principio con veteranos de la guerra de la independencia, (muchos de ellos
desertores del Ejército de Rondeau), por gauchos seleccionados, y por pasados del enemigo. No es fácil
determinar exactamente la organización y cantidad de integrantes de los Infernales, ya que no se conserva la
suficiente información al respecto. La primera aproximación certera de su número y organización puede verse
en un Estado de Fuerzas elaborado por Güemes, fechado en octubre de 18185, (fig. c). Sí se sabe con absoluta
certeza que el regimiento fue creado oficialmente por Güemes el 12 de septiembre de 1815, con la
denominación “División Infernal de Gauchos de Línea”. Güemes solicita en un oficio al Director, su
aprobación para la formación de este cuerpo, informándole que ha “organizado una división de caballería,
compuesta de dos escuadrones de a dos compañías, cada una de a cien plazas: y he dispuesto se les instruya
en todo lo necesario al desempeño del servicio de infantería, para que puedan ser ocupados así a pie como a
caballo[…] armada por ahora con fusil y bayoneta […] su disciplina ya es regular en una y otra arma, tanto
que la considero suficiente para el desempeño del servicio en campaña y en guarnición ”6.
Es aquí donde ya se hace evidente la naturaleza de este cuerpo, pensado más como dragones que como una
caballería de línea estándar.
Volviendo a la solicitud de Güemes, la respuesta no se hace esperar, y ya el 26 de septiembre, con rúbrica de
Álvarez Thomas, se le responde que “el gobierno no encuentra motivo para crear en Salta un cuerpo de
línea”. Sin embargo, en una desobediencia genial, del tenor de las de San Martín o las de Belgrano, Güemes
hará realidad su proyecto de dotar a Salta de tropas de línea, al no acatar la negativa.
Como puede verse en la (fig. d), la organización de la División Infernal de Gauchos de Línea presentada al
poder central era la de una unidad de caballería de línea: un coronel, un teniente coronel para la división, y
para cada uno de los dos escuadrones, un comandante, sargento mayor, ayudante mayor, porta guiones,
capellán, maestro armero, cirujano, tambor mayor, tambores y trompeta de órdenes7. Es decir que en sus
orígenes, la organización de la División Infernal de Gauchos de Línea, sería como muestra la fig. e.
En otro oficio enviado al gobierno central, Güemes adjunta además del Estado de Fuerzas inicial, las
propuestas para cubrir los cargos de oficiales, en el que se evidencia la preocupación por cubrir los puestos de
la oficialidad con veteranos de la guerra de la independencia. Algunos de los oficiales que él propone: Para el
puesto de comandante del 1er. Esc., al teniente coronel graduado del ejército Pablo de la Torre, para teniente
primero de la 1ª. Compañía al teniente del Rgto. de Inf. Nro. 1 Gregorio Acosta, y para comandante del 2do.
Escuadrón al capitán del Rgto. Inf. Nro. 9.
Es importante destacar que esta organización irá sufriendo, con el paso del tiempo, importantes
modificaciones, (incluyendo más músicos, alféreces abanderados, etc.), acrecentando sus efectivos, e incluso
se crearían los Infernales de Jujuy, como se analizará más adelante, y regimientos de infantería.
5
Güemes L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, págs. 20 a 42.
6
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 1, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 204.
7
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 3, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 213.
La División Infernal de Gauchos de Línea funcionaba bajo los estándares de cualquier unidad de línea de
principios del siglo XIX, por lo que se la dotó con los servicios usuales para esa época, como por ejemplo, una
academia de oficiales, maestranza, músicos, hospitales, etc. Se conservan además documentos que prueban
fehacientemente que los Infernales estaban acantonados en cuarteles, y no que eran convocados para el
combate como a las montoneras. Se conservan documentos en los que se solicitaban reses, velas, y todo tipo
de artículos para la manutención de las tropas alojadas en por ejemplo, sus cuarteles en la ciudad de Salta8.
En otros documentos hay más evidencias del funcionamiento de los infernales como tropa de línea,
diferenciándolos de los gauchos, como por ejemplo en un parte que Güemes le envía a Belgrano el 28 de
mayo de 1818, donde además de mencionar la bravura del Sargento Mayor Rojas, de Infernales, diferencia
entre “50 infernales de fusil y 200 gauchos de todas las armas”9. Otra comunicación del 24 de diciembre de
1819 en la que Güemes ordena la entrega de material para los infernales confirma la existencia del 2do.
Escuadrón de los Infernales, nombrando incluso en ella a su comandante, el Tte. Cnel. Antonio Visuara. En
otra orden fechada el 3 de julio de 1816, se dispone la entrega de camisas para, entre otros, el abanderado
infernal Diego Ampuero. Por otro lado, se conserva un oficio del Cabildo de Salta a Bernabé Aráoz en donde
claramente se diferencia entre la “tropa de línea y parte de gauchos”10.

Infernales de Infantería
Un petitorio de auxilio económico para el enlace de José Reyna, tambor de la primera compañía del Batallón
de Cazadores Infernales, nos lleva a, por un lado, a confirmar la existencia de tambores dentro de las tropas
de Güemes, y por otro lado, a suponer, por el nombre que utiliza, que había un batallón de cazadores dentro de
cada compañía de Infernales11, encontrándose también cazadores dentro de los escuadrones gauchos12. En
varios documentos, como por ejemplo una “nota de algunos útiles que se han comprado para los cuarteles
de maestranza”13, se menciona la compra de cuerdas para los músicos del Regimiento de Infantería. En la fig.
g puede leerse claramente cómo en una Relación de las cantidades que se señalan para los socorros otorgados
el 16 de septiembre de 1818, se los denomina “Regimiento de Infantería de Infernales”14. Uno podría
preguntarse si no habría sido un error, denominar a los Infernales como Regimiento de Infantería. Sería,
cuanto menos, algo un tanto curioso que en tres documentos distintos, se cometiera el mismo error. Ya en
febrero de 1816, el marqués de Tojo, en una misiva enviada a Güemes, le cuenta que sus “desvelos se dirigen
a formar cuanto antes el regimiento de infantería que Ud. apetece con una fuerza capaz de contener al
enemigo y escarmentarlo, obrando de conformidad con la invencible caballería que Ud. tiene.”15 Agrega
luego que su primo Uriondo “ya tiene más de 200, y espera en breve completar a 300…” y agrega “…
descuide en cuanto a la formación del cuerpo de Línea de Infantería.” El marqués de Tojo será derrotado en
la batalla de Yavi de ese año y tomado prisionero. Pero hay evidencias ciertas de que la iniciativa continuó

8
Ib., pág. 98.
9
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 5, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, págs. 277/278.
10
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, págs. 373.
11
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 9, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 110.
12
Ib., pág. 230.
13
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 83.
14
Ib., pág. 164.
15
Ib., pág. 147.
desarrollándose convertirse en realidad. Hacia septiembre de 1817, el Rgto. de Infernales de Infantería
contaba con 4 compañías, y una plana mayor. Su composición era la siguiente16:

Regimiento de Infernales de Línea


Plana mayor: 1 tambor mayor, 1 pito mayor (no se encontraron datos sobre la oficialidad).
1ª Compañía 2ª Compañía 3ª Compañía 4ª Compañía
4 sargentos 4 sargentos 4 sargentos 3 sargentos
9 cabos 8 cabos 9 cabos 8 cabos
46 soldados 46 soldados 44 soldados 55 soldados
2 tambores 2 tambores 3 tambores 2 tambores
1 pito 2 pitos 2 pitos 1 pito

En un parte enviado por Arias a Güemes en noviembre de 1817 desde Uquía, Jujuy, le solicita que le remita
unos pasados del enemigo debido a que los necesitaba para ir formando “una infantería que es la que me hace
falta para operar”17.
Menos de un mes después, Güemes le envía un oficio al Director, en el que le informa que frente a la
ocupación de Humahuaca por parte del enemigo, marcha con una “división respetable compuesta de
infernales, gauchos, infantería y caballería, con la lisonjera esperanza de rechazarlos…”18.
Se conserva también un pedido de socorro económico de Antonio Luis, soldado de la 3ª compañía del Rgto.
de Infernales, por hallarse “tan sumamente precisado a no poder salir a cumplir con mis obligaciones por la
falta de calzado, camisas y otras cosas…”19
Por lo visto, en septiembre de 1818 ya había un piquete de Infernales de Infantería en Uquía, según muestra
un recibo por socorros para sus integrantes20.
Podemos asegurar entonces que la División de Infernales de Gauchos de Línea no sólo estuvo compuesta por
caballería, sino también por infantería.

Academia de oficiales
Si bien Güemes se preocupaba por contar con oficiales experimentados provenientes en su mayoría del
Ejército del Norte, éstos no eran suficientes, por lo que procuró formar oficiales para sus tropas de línea. Es
así que eran incorporados jóvenes de aproximadamente 15 años de edad21 a sus divisiones de línea, con la
intención de que les fuesen enseñadas las artes de la guerra y cuestiones inherentes al mando, directamente
por los oficiales de las mismas22.
Puede leerse en varios documentos la presencia de cadetes en los Infernales, en algunos casos efectuando
mandados dispuestos por oficiales de sus escuadrones, como es el caso de un cadete a quién se le encomendó
la tarea de llevar todos los utensilios “para la conclusión de las caponas”23.

16
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 6, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, págs. 50 y 51.
17
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 5, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, págs. 97 y 98.
18
Ib., págs. 167 y 168.
19
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 168.
20
Ib., pág. 165.
21
Cornejo, L., Beverina, G., Los gauchos de Güemes, análisis histórico de sus regimientos, armas, monturas y caballos, , Mundo
Gráfico Salta Ed., Salta, 2014, pág. 72.
22
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires1982, págs. 101.
23
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 9, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires1982, págs. 234.
También se conservan documentos que permiten reconstruir, al menos en parte, su uniforme. En una nota del
27 de abril de 1819 se deja constancia de haberse recibido “tres varas de paño azul de segunda, dos y una vara
de elefante para construir un vestuario de pantalón y chamarra de uniforme para el cadete del Cuerpo de
Infernales…”24.
En un estado de distribución de tela del 12 de mayo de 1819 se puede observar que a dos cadetes del Cuerpo
de Infernales, uno no identificado, y otro con nombre y apellido, se les asigna paño azul de segunda y tela de
elefante para que se les construya chaqueta y pantalón. Al parecer, la carrera militar del segundo cadete,
Nereo Mangudo25, fue en ascenso, ya que su nombre vuelve a aparecer esta vez, en el “Acta Solemne de la
Independencia de la Provincia de Jujui”26, del 18 de noviembre de 1834, en la que figura como uno de los
oficiales militares firmantes.
Todo indica que a pesar de los esfuerzos por formar oficiales a partir de la incorporación de cadetes
directamente en las unidades, ello no fue suficiente, por lo que Güemes crearía una Academia de Oficiales.
Para ello formó un regimiento, el de Coraceros, bajo su mando directo con el grado de capitán.
Si bien no hay constancia de que este regimiento fuese realmente una academia de oficiales, Luis Güemes
(1982) la considera como tal debido a que “es el único cuerpo de ejército donde se menciona por su nombre a
todos los soldados, y además precedidos por la denominación de “Don”, la que en aquella época implicaba
un nivel jerárquico, [probablemente], la de cadetes”27. Y se puede aportar como evidencia una misiva de
Belgrano en la que éste le manifiesta: “me parece muy bien el pensamiento de escoger los mejores jóvenes y
más bien educados para oficiales”28. Hay evidencias de que antes de su muerte, desde su vuelta de Tucumán,
Güemes residía transitoriamente en el campamento de Velarde, “mejor dicho en su finca ‘El Carmen’, donde
mantenía una especie de academia militar de oficiales”29.
Finalmente, se puede concluir que estos cadetes no estaban libres de peligro mientras cursaban sus estudios,
teniéndose constancia de la muerte de uno de ellos junto a cuatro oficiales en un combate30.

Fábrica de pólvora
La preocupación de Güemes por la pólvora fue constante. Ya en el año 1815 le escribe a su pariente, Juan José
Fernández Campero, Marqués de Tojo, lo siguiente: “Uno de los más precisos útiles que necesita esta ciudad y
su Provincia […] es la pólvora”31. Este marquesado, se extendía por el norte de las actuales provincias de Salta
y Jujuy, e incluía grandes extensiones de territorio de Tarija y Potosí32, por lo que puede suponerse al marqués
como poseedor de cuantiosos recursos y entender de porqué el ruego de Güemes para que Campero instalara
en la Puna una fábrica de pólvora. El 8 de septiembre de 1815, cuatro días antes de la creación formal de los
Infernales, Güemes le escribe a su pariente pidiéndole le envíe “mucha pólvora y plomo”, frente al envío de
24
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires1982, págs. 231.
25
Ib., pág. 104.
26
Carrillo, J., Jujui Provincia Federal Arjentina, Apuntes de su Historia Civil, Buenos Aires, 1887, pág. 453.
27
Cornejo, L., Beverina, G., Los gauchos de Güemes, análisis histórico de sus regimientos, armas, monturas y caballos, Mundo
Gráfico Salta Ed., Salta, 2014, pág. 72.
28
Ib.
29
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 11, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 186.
30
Ib., pág. 40.
31
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 67.
32
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Jos%C3%A9_Feliciano_Fern%C3%A1ndez_Campero
dos mil hombres de auxilio al Ejército del Perú, del que desconfiaba33. El 27 de mayo se envían las primeras
pruebas de pólvora de la fábrica del marqués, ubicada en Casabindo, Jujuy. El 1 de junio de 1816 se reciben
las muestras y los resultados son excelentes. Tanto, que Fernández Campero le comenta en una misiva a
Güemes que cree “que si no es superior a la inglesa, no desmerece a ella”34. El 9 de septiembre el marqués le
informa que una segunda fábrica en Tastil, Salta, producía 10 libras (1 libra española de la época equivale a
460 g, por lo que se fabricaría allí 4,6 kg diarios, lo que representarían grosso modo unos 250 cartuchos de
mosquete). Le pide además “cuatro tablas y una alfajía para hacer una máquina de empavonado, que así
durará más”35. Cabe aclarar que el empavonado de la pólvora tiene por objeto romper las asperezas del grano,
impedir que se reduzca a polvo36, lo que haría más difícil su uso para tiro con mosquete.
El marqués de Yavi será tomado prisionero a finales de 1816, falleciendo 4 años después en Jamaica, cuando
iba rumbo a España para ser juzgado, por lo que sus fábricas quedarían desarticuladas. Es así que el
gobernador salteño debe poner en funcionamiento otra fábrica de pólvora, nombrando director de la misma a
Manuel Baca, hombre de confianza de Güemes, quien procurará mantener el ritmo de fabricación de acuerdo
a las necesidades del ejército. En una lista de gastos de guerra37 puede leerse que el 5 de abril de 1820, se
detalla su sueldo como director de la fábrica.
El funcionamiento de la fábrica puede constatarse en los documentos que se conservan en el Tomo VIII de
Güemes Documentado relativos a la compra tanto de insumos como de herramientas, alimentos y mobiliario.
Además de fabricar la pólvora a granel tanto para armas portátiles como para los cañones, se producían allí los
cartuchos. A pesar del esfuerzo, no siempre se disponía de lo suficiente. En una carta del 6 de octubre de 1816
(seguramente mientras se ponía a punto la nueva fábrica), Belgrano le pregunta si ya ha recibido las
municiones que le mandara y le informa a Güemes que la pólvora que le enviaran de Catamarca era “de mina,
tanto que aun para foguear a la gente es casi inútil y todas las veces que se ha usado he tenido algún
quemado”38. En otra carta del 3 de septiembre de 1817, ante un pedido de pólvora para foguear, le cuenta que
tampoco tenía39. Según la RAE, se entiende por foguear a la acción de
acostumbrar a las personas o a los caballos al estallido de la pólvora. En los ejércitos de la época se entrenaba
a las tropas tratando de reducir costos, y evitando ensuciar los mosquetes innecesariamente. Es por ello que
para la práctica se hacía que los fusileros bisoños foguearan, es decir, cebaran pólvora en la cazoleta y a veces
también cargaran sólo con pólvora y el papel del cartucho en el cañón. Esto tenía una finalidad doble. En
primer lugar, que el recluta ganara en celeridad y seguridad en los pasos de carga del mosquete (que eran al
menos once). En segundo lugar, como se formaba en línea para desplazarse pero también para tirar, por lo
general, y debido a la configuración del mosquete, el compañero de la derecha, recibía en su cara el fuego que
resultaba de la ignición de la pólvora en la cazoleta, es decir, se fogueaba. El dicho estar fogueado, es decir,

33
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 39.
34
Ib., pág. 67.
35
Ib., pág. 68.
36
Serma S.A., Lecciones de química teórica y práctica para servir de base a el curso de las Ciencias Físico-Químicas, establecido en
el Real Palacio, el Sr. Infante Don Antonio: Volumen 4, Real Imprenta Madrid, 1817, pág. 379.
37
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 9, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 83.
38
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 6, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, págs. 146 y 147.
39
Ib., pág. 277.
tener la suficiente experiencia en alguna cosa o actividad, deriva justamente de esta acción. La pólvora que se
utilizaba para foguear por lo general era de menor calidad o menos refinada.

Maestranza de Armería y Carpintería


Güemes siempre tuvo que luchar contra una falta crónica de recursos, los que en infinidad de ocasiones
solicitó a las autoridades, la mayoría de las veces, sin éxito. Belgrano lo auxilió siempre cuando pudo, aunque
sus recursos fuesen limitados también. Güemes, militar experimentado, comprendía cabalmente que sin una
maestranza eficaz, ningún ejército que se precie de tal funcionaría, y menos en la situación de aislamiento a la
que lo tenía sometido el poder central. Si bien la maestranza del ejército estaba en continuo funcionamiento,
parece ser que sus dimensiones y recursos no alcanzaban para satisfacer las necesidades del ejército de línea y
de los escuadrones de gauchos.
Sin embargo, se luchó con lo que se pudo, se tuvo, lo que se consiguió o se fabricó. La maestranza del ejército
se ocupaba nominalmente de la compostura de las armas (y en algunos casos de su fabricación) y de trabajos
de carpintería, aunque la realidad fue otra. En la nota de la figura h, del 18 de julio de 1819, es posible ver una
pequeñísima parte de la cantidad ingente de incumbencias de la que se ocupaba la maestranza del ejército de
Güemes día a día40.
Su primer jefe fue el capitán Vicente Torino, quien fuera ascendido luego a Sargento Mayor, y formara parte
del Estado Mayor del Ejército de Salta. Es preciso mencionar que antes de su captura, el marqués de Tojo
puso en funcionamiento una pequeña maestranza que funcionaba junto a la fábrica de pólvora. Ésta se ocupó
de cuestiones vitales, como por ejemplo la fabricación de piedras para pistolas y mosquetes41. El marqués
incluso llegó a levantar dos fábricas en Jujuy, que se ocuparon entre otras cosas, de manufacturar sables para
las tropas salteñas, una ubicada en Santa Victoria; la otra, en Acoyte. Se tiene certeza de que se fabricaron
muestras y se enviaron a Güemes, aunque no se conserva evidencia de su calidad y empleo42.
La maestranza se ocupaba también de conseguir el plomo43 con el que fabricar las municiones para las armas
portátiles. El plomo era sacado, según una carta de Güemes al marqués de Tojo, de las minas de San Lucas,
en la actual Bolivia44.
En la maestranza trabajaban artesanos de varios ramos, especialmente herreros, armeros, lutieres, albañiles y
carpinteros. Quienes trabajaban en la Maestranza recibían el título de oficial, mientras que sus jefes eran
denominados maestros mayores45. Uno de ellos, llamado Francisco Neri, fue ascendido al grado de Teniente
Graduado y transferido luego a la artillería46. Sus miembros estaban uniformados, y al igual que las tropas de
línea, cobraban un salario, conservándose aún una nómina de pago semanal a armeros y carpinteros, de
septiembre de 181547. Es preciso aclarar que se conservan varios documentos sobre la tercerización de los

40
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires,1982, pág. 83.
41
Ib., pág. 68.
42
Ib.
43
Ib., pág. 97.
44
Ib., pág. 338.
45
Ib., pág. 86.
46
Ib., pág. 63.
47
Ib., pág. 80.
trabajos de maestranza, con encargos de una gran variedad de ítems a un sinfín de artesanos, quienes cobraban
por sus servicios a la provincia, en metálico o con una promesa de pago.
La maestranza no sólo reparaba armamento, sino que se ocupaba de fabricar las astas de las lanzas, monturas,
lazos, cajas de guerra, herraduras, muebles, cajones para los fusiles y un largo etcétera. Existe aún una lista de
necesidades de la maestranza, en la que Neri solicita, entre otras cosas, la provisión de hierro, acero, cobre,
chafalonía para soldadura, atincar (bórax), hilo de hierro, aceite, crisoles, ajos, vinagre, cola, lana, chaguar
(para hacer sogas y atar los cartuchos de artillería), choleta (tela), limas surtidas, papel, estaño, cebo, tijeras y
una olla para hacer colada48.

Hospital
Güemes tampoco descuidó la salud de sus tropas. El primer registro que se encuentra de un hospital
provisional de la División Infernal de Gauchos de Línea, es de junio de 1816, en donde se muestran gastos
por un total de 26 pesos y 7 reales durante aproximadamente 20 días de funcionamiento49. Se conserva
también un reclamo por sueldos adeudados del período entre noviembre de 1817 y marzo de 1818 de quien
fuera su director, Sixto Molouny, profesor de farmacia, y su correspondiente pago.
El hospital no sólo recibía pacientes de los infernales, sino que atendía a todos aquellos que formaran parte del
ejército y milicias salteñas, como lo indica un recibo por “tres varas de elefante para curaciones de varios
soldados Infernales, Granaderos y Artilleros”50, firmado por Molouny un 23 de abril de 1819. El Hospital
Betlemita de San Andrés, en la ciudad de Salta, también se usó como hospital militar. Su “presidente” fue fray
Mariano del Corazón de Jesús, de la orden Betlemita, hasta su muerte en 1819. A él es a quien irían dirigidos
todos los envíos de artículos necesarios para su funcionamiento que pueden verse una lista de compra de
medicamentos, habituales en esa época (fig. i).
Se pueden apreciar compras de ruibarbo (planta usada contra el estreñimiento y la inflamación intestinal),
jalapa (planta usada como purgante), crémor (tártaro, para dolores de artritis, aliviar infecciones urinarias,
etc.), alballalde (carbonato de plomo, usado para las várices, el dolor de oído y de garganta), quina (usada para
el tratamiento de la arritmia cardíaca), aceite, nitro (útil para expulsar cálculos) y miel51.
Seguramente ante 6 años de continuos combates, la cantidad de camas de ambos hospitales no serían
suficientes, desbordándose su capacidad, por lo que Güemes dispondría de la creación de un hospital para
pobres y tropa en el pueblo de Santa María, y la ubicación de enfermos o heridos en casas de familia.

Sastrería
Como en los casos anteriores, la necesidad de tener un apoyo logístico adecuado para sus tropas, indujo a
Güemes a organizar una sastrería para proveer a sus regimientos de línea, entre ellos a los Infernales. Su
encargado fue Félix Viamonte52.

48
Ib., pág. 89.
49
Ib., pág. 122.
50
Ib., pág. 124.
51
Ib., pág. 127.
52
Ib., pág. 69.
A diferencia del Ejército de los Andes, para el que San Martín se abasteció en gran medida de paño fabricado
en batanes propios y teñidos in situ, no se conserva documentación que avale la producción de paño, bayeta o
brin para uniformes, ni telas para camisas o forros. Sí se conservan muchísimos documentos que revelan no
sólo las distintas maneras de obtener las telas e hilos necesarias para la confección de todo lo necesario para
vestir decentemente a la tropa, sino en muchos casos nos dan una idea bastante cercana a cómo serían los
uniformes de las distintas unidades de línea. En algunos casos, como por ejemplo, en el de los Coraceros,
directamente no se conserva documentación acerca de cómo sería su vestimenta. Todo lo relativo a uniformes
será desarrollado en otro artículo.

Sueldos y socorros
Los infernales cobraban un sueldo de parte del Gobierno de la provincia de Salta. Si bien algunos autores
sostienen que las tropas de línea cobraban socorros, es decir, que eran socorridas con algún dinero a petición
del interesado o cuando las autoridades así lo dispusiesen, la evidencia parece indicar otra cosa.
Las tropas de Infernales cobraban o deberían cobrar un sueldo determinado. Como por lo general las arcas de
Hacienda de la provincia estaban exhaustas, cada tanto se las socorría, pero a cuenta de sueldos atrasados. O
en otros casos, se solicitaban a cuenta de sueldos a devengar, es decir, adelantos.
Esto parece indicar la multitud de pedidos de socorro, y de órdenes de pago en respuesta a ellos, que se
conservan, como por ejemplo, el del músico de Infernales, Victorio Robles, que pide 8 pesos que se
descontarían de los sueldos a devengar53. Otro caso es el de José Pequeño, quien solicita y recibe 3 pesos a
cuenta de los sueldos que se le deben. Un tercer caso se registra a nombre del sargento Lázaro Soria, con 3
pesos a cuenta de su sueldo.
Incluso una mujer, María Isabel Arias recibe 6 pesos a cuenta de su viudedad. Otra mujer, Manuela Saravia,
solicita y recibe 25 pesos a cuenta de los sueldos devengados de su marido fallecido, teniente de Caballería y
Comandante del Fuerte San Bernardo, don Pedro Aguilar. José Loreto de Cabrera recibirá, en julio de 1816 y
a cuenta de su sueldo de inválido, 8 pesos54.
Ahora bien, ¿cuánto cobraba la tropa? Independientemente del lugar donde estuviese acantonado, el sueldo
semanal de la tropa de Infernales era el siguiente (sólo se transcriben aquellos de los que se dispone
información fehaciente. Nota: un peso equivalía a 8 reales):

Regimiento de Infernales de Línea: sueldos


Oficiales Sueldo ( en pesos) Suboficiales y tropa Sueldo ( en reales)
Comandante del cuerpo 40 Sargento 12
Capitán Comandante 4 Cabo 8
Capitán 3 Soldado 4
Ayudante 3 Músicos ( en reales)
Tambor mayor y músico
Teniente 2 12
mayor
Alférez 2 Tambor, pífano, 8
Capellán 2 Fagote, violín y bajo 8

53
Ib., pág. 157.
54
Ib., pág. 140.
Los soldados negros y mestizos de Güemes.

Hacia 1800, la población negra y mestiza de Salta sería de aproximadamente un 48% de la población total,
siendo “altamente probable que el porcentaje de la población esclava de Salta fuese superior al 11,6%...”55.
Los esclavos eran incorporados a los ejércitos revolucionarios para luchar por la libertad, y es por ello que se
les prometía liberarlos una vez finalizada la guerra. Éstos ingresaban en las milicias de Salta por propia
voluntad, entregados por sus amos o bien confiscados a los que no simpatizaban con la causa patriota. Es
importante destacar que los negros no estuvieron segregados en unidades especiales (como fuera el caso, por
ejemplo, de los batallones 7 y 8 del Ej. de los Andes), sino que estaban integrados en todos los regimientos de
línea y escuadrones de gauchos.
En cuanto al Rgto. de Infernales, está debidamente documentado que éste cuerpo de línea tenía en sus cuadros
a esclavos. Uno de los casos que ha perdurado a través del tiempo es el de Pedro José, esclavo de Pedro
Antonio de Zabaleta, “quien lo había vendido al Estado, probablemente para integrar las filas del Ejército
Auxiliar”56, aunque terminará, como muchos otros oficiales y soldados después de la derrota del Ejército en el
Alto Perú en noviembre de 1815, incorporado en este regimiento de línea.
Otro caso muy interesante es el de Manuel Galo, un pardo esclavo de un tal Pedro Ignacio Iriarte.57 En una
representación ante el gobernador, el 13 de agosto de 1822, decía: “que hacen nueve años que sirvo a la
patria, habiendo practicado cuanto exige de un soldado la disciplina militar, y habiendo asistido a todas las
funciones de guerra que se han tenido en esta provincia contra el enemigo común […] me he determinado a
reclamar ante la piedad de V.S. la carta de mi libertad, en compensación de mis servicios. [ y agrega algo
muy relevante…] No seré yo ciertamente el primer esclavo que haya ganado su libertad por la vía que yo a
la vez la solicito […] Mi libertad es el todo de mi súplica.
Acompañaba el pedido por testimonios, entre ellos, el de Juan Rebaynera, capitán de la escolta, quien
aseguraba que Galo había pertenecido a la escolta de Güemes, y que “ha servido con bastante honradez”.
Luego de la Revolución de Mayo, una de las primeras milicias urbanas de Salta en crearse fue la de Pardos
Libres (que luego disolvería Güemes). Su capitán, pardo también, fue Antonio Visuara, un zapatero elegido
por los integrantes de la Compañía para ese cargo por votación. Una vez disuelta esta compañía, Visuara, fue
elegido por Güemes capitán de la Cuarta Compañía del Segundo Escuadrón del Regimiento de Infernales58.
En la fig. j puede verse su ascenso al grado de Coronel59, en 1820.
Es posible también comprobar que, dentro de la oficialidad de los Infernales, figura Juan Visuara, hijo de
Antonio60, quien lo menciona como tal en una presentación al gobernador de Salta, apareciendo también en el
estado de ascensos otorgados que presentara Güemes, en el que se lo asciende de alférez efectivo a teniente

55
Mata, S., Negros y esclavos en las guerras de la independencia, en Mallo, S., Telesca, I., Editores, “Negros de la patria”, Los
afrodescendientes en las luchas por la independencia en el antiguo Virreinato del Río de la Plata, Ed. SB, CABA, 2010, pág. 32.
56
Ib., pág. 137.
57
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 12, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, págs. 261 a 264.
58
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 3, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 212.
59
Güemes, L., Güemes Documentado, Tomo 8, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1982, pág. 64.
60
Ib., pág. 199.
graduado del Rgto. de Infernales (fig. k).61 La trayectoria militar de ambos, y el ascenso social que lograron
padre e hijo nos muestra las posibilidades que la revolución pudo haber brindado a los sectores postergados,
como la posesión del poder político que se les negaba en el sistema colonial.
CV del autor:

Prof. en Matemática y en Física. Lic. en Educación con Esp. en Matemática. Docente secundario y terciario.
Recreador histórico y modelista, especializado en dioramas históricos.

61
Ib., pág. 74.

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