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“La ley de Herodes”: un análisis literario sobre la obra de Jorge

Ibargüengoitia.

“How does it feel?


To be on your own
With no direction home
A complete unknown
Like a rolling stone?”
(Bob Dylan; Like a rolling stone)

La risa y la tragedia han quedado inmortalizadas en la visión popular de la


dramaturgia a través de las famosas máscaras que adornan nuestra psique cada que hablamos
de teatro, incluso está usted pensando en ellas ahora. Cada cual por su parte ha crecido, se ha
fortalecido y ha cimentado una identidad a través de obras inmortales que han visto el
escenario una y otra vez de la mano de diferentes histriones. Alguna de todas estas
escenificaciones, estoy hablando de Rosalba y los llaveros, tocó las membranas del cerebro
poeta de Ibargüengoitia aproximadamente en el año ´51. Esto lo lleva a dejar la carrera de
ingeniería que estaba estudiando y empezar a estudiar teatro, con Rodolfo Usigli como su
maestro. Dicha decisión no dejaría muy contentas ni su madre ni a sus tías, quienes dependían
económicamente de él, ya que tras la revolución mexicana, y los cambios financieros que su
consumación trajo, la familia Ibargüengoitia había conservado su status en el apellido, pero
nada más en el apellido, pues perdieron su fortuna. Así mismo, el padre de Jorge moriría
cuando el autor tenía apenas 8 meses, dejando a su madre viuda desde ese entonces en
adelante.1

El mundo en el que nació, creció, leyó y escribió Ibargüengoitia se encontraba


cubierto de ideologías: que si los capitalistas esto, que si los comunistas aquello, que si eres
estalinista o trotskista, o en cambio anarquista. Como ya he mencionado, el dinero jugó un
papel importante en la vida de Jorge, así como en el panorama social, pues pocos años antes
del nacimiento de Ibargüengoitia entraría en funciones el Banco de México, por lo que
crecerían a la par, el escritor y la formal institucionalización nacional de la economía. Para

1
Canal Once. (2013, 5 diciembre). Historias de vida - Jorge Ibargüengoitia [Vídeo]. YouTube.
https://www.youtube.com/watch?v=3NpcHjWAs74&t=543s
el año 1950, Miguel Alemán Valdés, presidente de México para ese entonces, conciliaría los
intereses campesinos al organizar la CNOP (Confederación Nacional de Organizaciones
Populares), procurando así frenar las ideas comunistas tal como lo exigía, bajita la mano, el
gobierno de Estados Unidos. Esta solución plenamente diplomática, y otras decisiones del
gobierno alemanista, acarrearían consigo una notable y creciente desigualdad, situación que
llevaría a las clases bajas mexicanas a buscar oportunidades fuera del país, y para la misma
década el bracerismo se tornaría en una dificultad para el gobierno mexicano y el
estadounidense.2 ¿Qué traería esto a la mente de un joven veinteañero como lo fue Jorge
cuando (vi)vió estos cambios?

Jorge Ibargüengoitia es, en sí mismo, un fenómeno particular y sumamente


interesante, incluso en una época como la que dio cabida al desarrollo de su literatura; época
en la que, nacionalmente, se vivía una feroz búsqueda de nuevos horizontes literarios
auspiciada por las reflexiones existencialistas (francesas, de forma primordial) e inspirados
por personalidades de la talla de James Joyce, William Faulkner, Honorato de Balzac,
Thomas Mann, entre otros. Apellidos que ahora ocupan un lugar especial en el pantheon de
las letras mexicanas compartieron época con Jorge, es una generación que Wigberto Jiménez
Moreno bautizaría como la generación de Medio Siglo; hablo de Inés Arredondo, Sergio
Galindo, Guadalupe Dueñas, Ricardo Garibay, Rosario Castellanos, Carlos Fuentes,
Salvador Elizondo y un largo, larguísimo etcétera, que mostraría una lista de escritoras y
escritores cuya destreza no cela ni tampoco demerita la de otros que, aproximadamente en la
misma época y con las mismas presunciones estilísticas, formarían parte del tan mentado
boom latinoamericano. De forma general (aunque francamente incompleta, debido a que esta
no es la materia de la que me ocuparé por el momento) puedo decir que todos estos literatos
y literatas cultivaron un estilo ambicioso, atractivo, y peculiar; hicieron del cuento o historia
corta, su carta de presentación y convirtieron lo fantástico de ser un tópico a ser un efecto,
un artefacto en su caja de herramientas. Jaime Castañeda define a Jorge Ibargüengoitia como
“un escritor singular”, dado que parece ajeno a lo que sus compañeros estaban haciendo,
aunque bueno, considero que le quedaría igual de bien el título de “escritor reacio”, pues en
las mismas palabras de Jaime Castañeda:

2
Agustín, J. (1990). Tragicomedia mexicana: La vida en México de 1940 a 1970 (5.a ed., Vol. 1). Planeta.
“…cuando todos escriben novelas contra las dictaduras de América Latina, él escribe
una deliciosa farsa, en la que los héroes son tan ridículos como sus enemigos; en un
medio donde se venera tanto el culto al yo, él escribe un libro de cuentos en el que
todo el tiempo se burla de sí mismo, exponiéndose torpe, ingenuo, pobre, antiintelectual;
cuando cualquiera hubiera escrito una novela sociologizante, o una pésima novela
policiaca, él escribe una extraordinaria historia de dos criminales que no entienden
que lo que hacen es criminal…”3

Para analizar a Jorge Ibargüengoitia y a su obra, cabe preguntarnos: ¿era un escritor sin
convicciones y, por lo tanto, libre para hablar sobre lo que quisiera? ¿o, por el contrario, era
un hombre de convicciones tan férreas que decía lo que tenía que decir exactamente como
tenía que ser dicho por él?

La ley de Herodes es el título de uno de sus cuentos que forma parte del libro
homónimo, y esta será la materia del análisis. Para los escritores del Medio Siglo, “el cuento
alcanzó como género un prestigio que no había tenido y que no ha vuelto a tener. Un escritor
podía hacer su carrera en el género que quisiera, pero en algún momento tenía que pasar por
la prueba del cuento.” 4 Quizá, motivado por esta tendencia generacional, Jorge realiza este
libro a partir de anécdotas propias. Si bien en la mayoría de los textos entendemos que -en
casos donde se permita este análisis- la voz que narra no se trata de la personificación del
autor sino de una voz literaria ajena, y que, sin embargo, lo que describe es resultado del
entorno y la vida del autor, este cuento, junto a sus iguales en el libro, tiene un narrador que
debemos identificar con Jorge y, empero, no podemos quitar de la vista el hecho de que la
ficción y las concesiones narrativas forman parte de lo que leemos.

Para adentrarnos en el texto empezaremos por esquematizar aspectos importantes:

Estructura narrativa:

1: Narrador: Equisciente; focalización interna fija.

3
Castañeda, J. (1986). Jorge Ibargüengoitia Humorismo y Narrativa. ITAM. Recuperado 23 de noviembre de
2021, de http://estudios.itam.mx/sites/default/files/estudiositammx/files/007/000169823.pdf
4
Cadena, A. (1998, septiembre). Medio siglo y los sesenta. Universidad Autónoma Metropolitana.
Recuperado 18 de noviembre de 2021, de http://www.uam.mx/difusion/revista/septiembre98/cadena.html
Muy propio de una narración autobiográfica.

2: Personajes:

a) Sarita.
Aun cuando no se da ningún tipo de descripción de Sarita, considero que dado
el diminutivo podemos deducir dos cosas: 1. Cariño, o bien, 2. Delgadez o
baja estatura. Me inclino hacia la segunda posibilidad debido a que el principal
motivo de esta narración es narrar la mezquindad de Sarita, así que el hecho
de que la siguiera llamando así no me parece infundado en cariño o aprecio de
ningún tipo.

b) Doctor Philbrick.
Del doctor Philbrick sólo conocemos su nacionalidad y la colonia donde
reside. Me tienta decir que se trata de alguien con cabello rubio y ojos claros,
sin embargo, considero que se omite la descripción de Sarita y del Doctor
Philbrick para evidenciar que ambos representan facciones ideológicas
contrarias, aun cuando nunca se menciona la ideología del doctor; sin
embargo, podrían adherirse a cualquier tipo de descripción física pues
representan a cualquiera (exceptuando, la distancia económica que les
separa, siendo Philbrick un doctor estadounidense acomodado y Sarita una
estudiante mexicana necesitada de dinero).

c) Enfermera (con rasgos faciales y acento “que la revelan como evadida de la


Europa Libre”)
Aquí, en la descripción, cabe preguntarse, ¿cuál es la Europa libre? Tal vez,
para el contexto del cuento, se trata de aquellos países que están fuera del
control norteamericanocapitalista -activo y descarado, o bien, velado y sutil.
¿Cómo determinar estos países? Quizá podríamos mirar hacía lo que
aconteciera tan sólo unos años antes a la publicación del cuento, pues para
1957, se crearía la Comunidad Económica Europea como un intento de
reactivar la productividad financiera en Europa y hacer frente a la nación que,
tras hacer mucho dinero en las Guerras Mundiales, se estaría levantando como
la nación dominante, Estados Unidos. La CEE, dejaría fuera a muchas
naciones, principalmente de la Europa Media. Países cuya influencia por
Rusia no era un secreto. Ahora bien, si la enfermera era parte de la “Europa
libre”, ¿por qué evadiría esa libertad? ¿Cuándo se ha visto que alguien
desprecie o rechace esto? Bueno, como ya he mencionado, su “libertad” estaba
menguada por la sombra del régimen comunista. Así que una mujer,
enfermera, que huye de Europa, decepcionada por el comunismo, en busca de
mejores oportunidades, no suena descabellado. No olvidemos que el mismo
Trotsky se refugia en México por razones similares.

d) Narrador (aparentemente el mismo Jorge)


Se describe como alguien robusto y saludable física y mentalmente.

3: Espacios:

a) Escenario:
a. Casa de Narrador.
b. Calle
c. Laboratorio de análisis clínicos.
d. Despacho
e. Sala de espera

De alguna forma resulta comprensible que la casa y el despacho sean


espacios cerrados en los que se existe cierto nivel de privacidad, sin
embargo, el laboratorio, la sala de espera y sobre todo la calle (de
Reforma a la fuente de la Diana) estarían llenas de gente, al menos de
forma común. Lo que comparten todos estos sitios dentro de la ficción
autobiográfica (o bien, la anécdota narrativa), es que están cubiertos
de una extraña soledad. Refuerza la privacidad que sentía al retirar de
la narración a cualquiera que innecesariamente tuviera que formar
parte, y las únicas personas que debieron saberlo era: el Doctor, la
enfermera, Sarita y él; es por esto que resulta tan verosímil su
indignación.

b) Atmósfera climatológica-física:
a. Mañana húmeda en la calle.
c) Atmósfera psicológica:
a. Jorge: A la defensiva. Ideológicamente se planta a defenderse, sin embargo,
en su praxis se traiciona. Necesitado de justicia. Dramático, inclusive
exagerado. Pudibundo. Humillado. Avergonzado de contar a Sarita.
Traicionado.

El principio que rige la narración es la traición ideológica, todos sus personajes en


algún momento y de alguna manera traicionan sus propias convicciones y responsabilidades:
Jorge y Sarita al solicitar la beca, la enfermera al huir de Europa y “traicionar” a la Causa, y
el doctor Philbrick al ignorar realizar el examen completo de Sarita.

La frase con la que el cuento comienza: “Sarita me sacó del fango” encuentra sentido
cuando revisamos lo que dice el diccionario de la Real Academia Española…*

El texto menciona que Sarita le enseñó a leer a Marx, a Engels y a Carlos Fuentes.
Carlos Fuentes fue en su momento un importante referente mexicano de la crítica social, de
la juventud rebelde, lo cual lleva mucho tiempo siendo equivalente a ser anticapitalista.
Además de ser un guiño al escritor más popular de la época, es un vínculo que da cimiento a
la identidad de los personajes, nos permite conocer sus convicciones y su rol social:
comunistas universitarios. Posiblemente la excesiva pudibundez y la crítica hacia la
enfermera como “posible traidora de la Causa”, se deben a que precisamente la conducta de
Jorge y sus decisiones contradicen sus propios ideales y de esta manera se “cura” un poco de
su acciones.

Según el Martirólogo romano5, San Tarcisio Acólito encontró su trágica muerte al ser
hallado por unos Paganos mientras llevaba el Sacramento, o bien, la carne y la sangre de

5
Martirólogo Romano (Revisado ed.). (1956). Apostolado de la Prensa.
https://apologeticacatolicasite.files.wordpress.com/2019/09/martirologio-romano-1956.pdf
Cristo (sólido y líquido); al no querer ni siquiera mostrarlos a los malhechores, estos le
apalearon y apedrearon hasta la muerte.

“…apretando contra mi corazón, como san Tarsicio Moderno, no la Sagrada Eucaristía,


sino mi propia mierda. (Esta metáfora que acabo de usar es un tropo al que llegué arrastrado
por mi elocuencia natural y es independiente de mi concepto del hombre moderno.)”

Este santo murió al no querer entregar lo que llevaba en sus manos pues de hacerlo
traicionaría sus ideales y convicciones. Aquí Jorge compara -continuando con esta falaz
negación de sus propios hechos, pensamientos y declaraciones- al hombre moderno con este
mártir, debido a que su alter ego literario entregará sus propias “funciones”, traicionando de
esa manera a sus convicciones, señalando que el hombre moderno está en un constante ir y
venir ideológico motivado por las condiciones de su entorno, más que por, irónicamente, sus
ideales.

Es un cuento sin elementos descaradamente escatológicos, eso también me resulta


interesante, pues incluso cuando habla de defecar en frascos y revisiones rectales utiliza un
lenguaje blanco; hasta cierto punto, se percibe la vergüenza que sentía; aunque, si no quería
que nadie supiera la historia y le daba coraje que Sarita lo haya difamado, ¿por qué la escribió?
¿No se está traicionando a sí mismo en su “sed de justicia”? En este sentido, la justica que
persigue, no va en defensa de su nombre, sino en ataque al de Sarita, y así como ella lo acusa
de traidor a la causa, él la apunta como traidora a… ¿él? ¿a la confidencialidad de una relación?
¿a sus sentimientos? Esa es una buena pregunta (o un buen grupo de ellas).

Ahora debemos inclinarnos a hablar sobre la cuestión marxista, no comunista, no


socialista, marxista pura y llanamente. Cuando hace mención a la confusión del doctor sobre
si él es ingeniero agrónomo y no sociólogo, me pareciera que se podría referir al pasado de
las naciones que fundaron sus ideales económicos en la doctrina marxista (China y Rusia),
dado que anterior a implementar este modelo, sus habitantes se dedicaban mayormente al
cultivo del campo; hipótesis que tendría sentido puesto que estas se “doblegaron” en
determinado momento hacia el imperialismo, aún cuando los cimientos de su progreso se
dieron bajo un orden marxista, empero, las condiciones mundiales les llevaron a la
decadencia del sistema y a homogeneizarse con el resto de las naciones del mundo.
Grosso modo, ¿qué dicta el materialismo, concepto clave para entender el marxismo
y la lucha de clases? Que todo, la historia de las sociedades, la vida de los hombres, el devenir
entero, presente, pasado y futuro, consiste en la producción, la existencia de condiciones
materiales y esto es lo que dirige la realidad. Aquí, Ibargüengoitia, señala algo más, lo que
es tangible, lo que existe, el dinero, los bienes, no es lo que persigue y condiciona al ser
humano. La pudibundez, la decepción, la ira, el desinterés, etcétera… son sentimientos que
forman parte de esta realidad y cosas que nos condicionan, sentimientos que no responden a
intereses ni causas materiales, sino que se encuentran en el interior, en el alma.

*…el uso coloquial de “fango” es el de vilipendiar o rebajar a alguien. 6 La principal


y peor traición que sufrió Jorge fue la de ser embarrado de fango en su vida social, por alguien
que le sacó del fango metafórico e ideológico.

¿Cuál es la cara que el hombre muestra al mundo y cuál es aquella con la que
realmente le mira? Todos somos seres ideológicos y políticos, sin embargo, también somos
sujetos históricos y vivos. No podemos esperar de nadie, ni siquiera de nosotros mismos, el
mantener la misma postura ni el mismo pensamiento ante cualquier situación. No le
pertenecemos a los que pensamos, así como eso no es nuestro. La traición es parte de lo que
nos constituye y construye, es lo que nos motiva e impulsa. Pensar una cosa, hacer otra; tener
una responsabilidad, no cumplirla; tener un amigo, pareja, relación de cualquier tipo, y no
respetarla… somos piedras rodando de un lado a otro, buscando pertenecer a algo porque
estamos solos. Al menos, eso parece señalar Ibargüengoitia con este cuento, en donde, según
el conocido refrán, te chingas, te jodes, o bien, tú decides de qué forma, pero sigues la ley a
la que estamos todos sujetos: la de vivir.

6
fango. (2014). En Real Academia Española (23.a ed.). Asociación de Academias de la Lengua Española.
https://dle.rae.es/fango?m=form

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