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Avila Barranco Rodolfo David

dinolfo91@mail.com

Kierkegaard Sören

Temblor y temor

Universidad Tecnológica de Mixteca

Programa de lectura

2020 A

Primer Reporte de Lectura

Avila Barranco Rodolfo David

2014030196

Ingeniería en Diseño

20 de marzo de 2020
Sören Kierkegaard plantea como problema los límites de la Fe, más allá de la

angustia y la locura. Se cree que la metáfora de sacrificio Abrahamico esconda los

propios sentimientos de Kierkegaard hacia la que fuera su novia Regina Olsen y

su definitiva separación. El acto de fe, parece estar vinculado en algunos pasajes

al amor. “Quien ama como quien cree, no reconoce los obstáculos ni los

problemas del mundo”. Recordemos que tiene otros textos filosóficos donde

aborda con mayor profundidad los temas del amor.

Kierkegaard sostiene que más allá de los límites de la Fe se encuentra el temor.

Quien se entrega a ella (la Fe), sin aversiones se abandona a sí mismo. En uno de

sus párrafos más elocuentes, Kierkegaard subraya “En general se cree que el

fruto de la fe, lejos de ser una obra maestra, es una grosera y ardua labor

reservada a las más incultas naturalezas”; pero eso está muy lejos de lo cierto. La

parte central del libro reside en esta frase “la resignación infinita es el último

estadio precedente a la fe, y nadie alcanza la fe si antes no ha hecho ese

movimiento previo, porque es en la resignación infinita donde, ante todo, tomo

conciencia de mi valer eterno”; en virtud de las obras buenas, de ser un hombre de

bien porque asi me identifico con la inmensidad e imploro por mis actos.

Es la propia paradoja de la vida, que presupone la propia resignación ante la

desgracia. La Fe es una especie de consuelo frente a la finitud y la limitación; en

un sentido, utilizo mis fuerzas para renunciar al mundo y por eso no puedo

recobrarlo, pero recibo lo resignado en “virtud de lo absurdo”. El pecado no es más

que un reclamo por lo propio, que contradice las reglas de la eternidad. En


palabras del propio Kierkegaard “la fe es esa paradoja según la cual el Individuo

está por encima de lo General y siempre de tal manera que, cosa importante, el

movimiento se repite y como consecuencia el Individuo, luego de haber estado en

lo general se aísla en lo sucesivo como Individuo por encima de lo general”; en

virtud de nuestras obras no buenas, obras que dañan y causan reacción o efectos

en toda nuestra existencia.

Asi como tambien reconoce la pequeñez que tenemos como seres humanos, al

citar estas palabras del escritor “no importuno a Dios con mis pequeñas

Inquietudes, no me preocupa el detalle, mis ojos están fijos únicamente en mi

amor, cuya llama virginal considero clara y pura: la fe en la seguridad de que Dios

cuida de las cosas más insignificantes.” Está claro que para el autor los seres

humanos estamos a total merced de lo divino y que nuestra Fe resulta

contradictoria a la naturaleza humana.

La conducta de Abraham, desde el punto de vista ético, se expresa diciendo sin

rodeos que quiso asesinar a su hijo, y desde el punto de vista religioso que quiso

sacrificarlo; nada podía evitar la angustia en el momento en que el hombre ético

se ve llamado a dar el paso de la Fe; el análisis que Kierkegaard hace de este

paso es idéntico al que hace ante la angustia del hombre estético que ha

comprendido que debe dejar aquella vida por una vida ética. Es un ciego y oscuro

salto que exige valentía, y cuya omisión sumergiría para siempre al hombre en la

desesperación, tanta más cuanto más se vea aclamado y felicitado por todos.

Pero que una vez dado, nos lleva a la felicidad. Una felicidad aparente, podríamos
decir efímera, porque dada la naturaleza del hombre que sigue siendo parte del

ecosistema de un planeta, es algo que tuvo que imaginar o crear en algun

momento de la historia humana. La Fe es creación humana.

A esa felicidad del hombre de Fe que es la felicidad del hombre a solas con Dios,

tan distinta del consuelo de los hombres. Porque “el caballero de la fe sabe muy

bien dónde se halla y cómo se relaciona con los demás hombres”.

Por eso la tentación de Abraham, dice Kierkegaard, fue la Ética, esto es “lo

general”, no suspender la Ética por la Fe. No, no lo aclamaría su pueblo como

héroe, sino que lo condenaría como asesino. Y él no dice palabra. Nada dijo de

porqué iba al Monte Moria, de como Dios le habla, ni a su mujer ni a su criado, ni a

su hijo, que, acercándose al lugar del sacrificio, le preguntaba. El hombre de fe no

se diluye en la sociedad y no busca en ella su consuelo, sino que, individuo, solo

ante Dios, guarda silencio. Guardar silencio sobre el mandato de Dios fue la

expresión asesina que impuso a su rostro en el momento de abalanzarse sobre su

hijo, para que éste, en su último momento se encomendase confiado a los brazos

de Dios. No. Abraham no habló. No podía hablar. No debía hablar. El hombre

ético, encuentra el consuelo en “lo general”, porque pertenece a lo general. El

hombre de Fe solo encuentra consuelo en Dios. Porque está solo ¡solo! ante Dios.

La verdad no estaba para él en una esencia abstracta, en la humanidad, sino en la

existencia, y por eso su vida ha de consistir en hacer su existencia verdadera.


Finalmente, quedo que la fe, a pesar de las discusiones filosóficas que envuelve,

resulta necesaria en una existencia con verdadero sentido.

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