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TEATRO HISTÓRICO

EN EL ORIENTE ANTIOQUEÑO
Audiolibro con las obras La Gotera (1872-73) de Alejandro Villegas
Bravo (1829-1880) y Juana La Contrabandista (1913) de Juan José
Botero Ruiz (1840-1926)

Ganador de la Convocatoria de Estímulos 2021


Unidos por la Cultura
Modalidad: El Mundo en tu Oído

1
TEATRO HISTÓRICO
EN EL ORIENTE ANTIOQUEÑO

La Gotera (1872-73)
Alejandro Villegas Bravo (1829-1880)

Juana La Contrabandista (1913)


Juan José Botero Ruiz (1840-1926)

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TEATRO HISTÓRICO
EN EL ORIENTE ANTIOQUEÑO

Juan Camilo Valencia Bedoya


Grupo de Estudio de Teatro Histórico

Ganador de la Convocatoria de Estímulos 2021


Unidos por la Cultura
Modalidad: El Mundo en tu Oído

Esta publicación hace parte del trabajo de grado "Teatro Histórico


en el Oriente Antioqueño" de Juan Camilo Valencia Bedoya, para
optar al Título de Historiador, Universidad Nacional de Colombia,
Sede Medellín.

3
Valencia Bedoya, Juan Camilo & Corporación Teatro Bitácoras (Ed).
Teatro Histórico en el Oriente Antioqueño. Medellín. Corporación
Teatro Bitácoras. 2021. 100p.

Ganador de la Convocatoria de Estímulos 2021 Unidos por la


Cultura del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia.
ISBN 978-958-53813-1-5 -Digital-

ISBN 978-958-53813-1-5

Ganador de la Convocatoria de Estímulos 2021


Unidos por la Cultura
Modalidad: El Mundo en tu Oído
Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia
Audiolibro, textos originales de Alejandro Villegas Bravo (1829-
1880) y Juan José Botero Ruiz (1840-1926) con comentarios
editoriales y presentación del autor-investigador
Primera Edición. Corporación Teatro Bitácoras. La Ceja, Colombia.
Noviembre de 2021.
Editores: Juan Camilo Valencia Bedoya y Abel Anselmo Ríos.
Diagramación: Carlos Enrique Ríos
Se permite la reproducción total o parcial de la obra impresa, la
versión en ebook y los audios del audiolibro, toda vez que los textos
pertenecen al dominio público y el material editorial, así como la
interpretación radiofónica, se liberan como dominio público,
siempre y cuando se citen las fuentes cuando sea utilizado.
4
Blog de Teatro Histórico en el Oriente Antioqueño
(Audiolibro, Ebook y otros materiales)

https://teatrohistoricoantioquia.blogspot.com/

Juana La
La Gotera Contrabandista

https://bit.ly/3CwoXcx https://bit.ly/3qVcEof

Ficha Técnica del Audiolibro:


Actores: Juan Camilo Valencia, Beatriz Ramírez Calle, María
Paulina Ríos, Andrés Juan Ciro, Christian Llanos, Ángela
Escalante, María Isabel Toro.
Captura de Sonido: Julián David Trujillo, Mauricio Castro.
Mezcla y procesamiento de sonido: Julián David Trujillo
Dirección (Lectura Dramática y montaje de obra teatral):
Beatriz Ramírez.Agradecimientos: Teatro Municipal Juan de
Dios Aranzazu-Secretaría de Cultura y Juventud de La Ceja,
Sociedad de Mejoras Públicas de La Ceja, Emisora Celeste
Estéreo.
5
ALEJANDRO VILLEGAS BRAVO (1829-1880)
Nació en Rionegro el 23 de mayo de 1829 y fueron sus padres D. Vicente
Villegas Bernal y Dña. Florentina Bravo Bernal. Estudió en Medellín en el
colegio que regentó el Dr. José María FacioLince y colaboró en varios
periódicos de la ciudad. Escribió don Alejandro un gran número de poesías
que andan dispersas en algunas publicaciones de la época y otras inéditas.
Su poesía se caracteriza, como la de los otros poetas antioqueños de
épocas pasadas, por la naturalidad, espontaneidad y exactitud de las ideas.
Murió en Medellín, el 4 de noviembre de 1880. Muy populares fueron y
son las cartas cruzadas entre VILLEGAS y Federico Jaramillo Córdoba, quien
también tenía relación epistolar con Gregorio Gutiérrez González (Tomado
de El Cocuyo N. 4 1953)

JUAN JOSÉ BOTERO RUIZ (1840-1926)


Nació en Rionegro el 13 de enero de 1840, hijo del prócer José María
Botero Villegas y de Lorenza Ruiz Bernal. Fue discípulo de don Lino
Acebedo y don Venancio Berrío. Sus primeras producciones literarias
salieron en El Estudio, periódico que publicó en compañía de Federico
Jaramillo Córdoba. Después fue asiduo colaborador de La Miscelánea, de
Medellín, de Juan José Molina. En ella se publicó su primera composición
¡Quiero ser gato! Publicó muchos dramas y sainetes como Juana la
contrabandista, Los Cazadores de Guamito, Las bodas de un francés, Un
duelo a taburete, y Nosce te ipsum. En 1924 publicó la novela de
costumbres Lejos del Nido. Dirigió varias compañías teatrales de
aficionados. Colaboró en las publicaciones La Idea, el Oasis, El Ruiz, El
Álbum, La Semana Literaria de Antioquia, Antioquia Literaria, El Liceo
Antioqueño, en Antioquia; y en El Hogar, El Pasatiempo, La Tertulia y la
Pluma en Bogotá.Fue fiscal y juez del circuito de Rionegro, prefecto del
Departamento del Centro y visitador del fiscal del estado. Murió en
Rionegro el 9 de febrero de 1926. (Por Nazario Bernal M. (Pbro.) en
Divagaciones genealógicas sobre los Botero. p. 83.)

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TEATRO HISTÓRICO
EN EL ORIENTE ANTIOQUEÑO

Por JUAN CAMILO VALENCIA BEDOYA1

Bien es sabido que las bebidas espirituosas han acompañado a la


humanidad durante toda su historia, han sido utilizadas con
diversos propósitos, desde rituales religiosos hasta las escenas más
cotidianas, y han generado cientos de debates enfrentando a
aquellos que las aprueban contra quienes preferirían erradicarlas.
Al esculcar la historia de las bebidas, nos las encontramos
asociadas a deidades o como agentes sagrados o divinos, como una
buena compañía, o como excelentes generadoras de riqueza. En
otros contextos, sin embargo, las reconocemos como enemigas
casi diabólicas y causa de algunos de los más grandes problemas
sociales de la modernidad. En todas las latitudes del globo
terráqueo han existido culturas que se han identificado con una
bebida alcohólica específica, dependiendo del espacio geográfico
donde se encuentren, y han legislado de maneras diferentes la

1Estudiante de último semestre de Historia, Universidad Nacional de


Colombia, sede Medellín. Actor e investigador Teatro Bitácoras. La Ceja.
Esta publicación hace parte de su trabajo de grado “Teatro Histórico en el
Oriente Antioqueño” para optar al Título de pregrado como Historiador.
7
forma cómo sus sociedades deberían relacionarse con estas.
Formas que han variado desde darle poca importancia hasta,
incluso, llegar a una prohibición total.
Si nos remitimos al espacio antioqueño, podemos arriesgarnos a
hablar de una “cultura alcohólica” que ha bebido
mayoritariamente guarapo y especialmente aguardiente,
producidos, el primero, a partir de la miel de la caña de azúcar en
los trapiches que han adornado con dulces olores las montañas y,
el último, destilado en los alambiques tanto de manera industrial
como artesanal. La producción y venta de aguardiente ha sido un
tema que ha interesado especialmente al Estado, quien desde
tiempos coloniales ha visto en esta bebida una renta que le resulta
en extremo útil para captar dinero, sostener sus menesteres
políticos, y reunir recursos para el fomento de obras públicas,
como la creación de escuelas y hospitales. Evitar que se produzca
de manera clandestina ha sido una ardua tarea. También el
consumo ha sido un motivo de preocupación para el Estado pues
su exceso ha evidenciado el surgimiento de diferentes problemas
sociales asociados a las riñas, los hurtos, los asesinatos y los
suicidios, a la par que genera problemas en la salud física y mental
de las personas, como la dipsomanía, el delirium tremens, la
cirrosis, por dar algunos ejemplos. Es aquí donde los saberes
médicos y jurídicos se han impuesto como dos discursos que
definen el alcoholismo como una enfermedad social y buscan
aliviar sus consecuencias, desde el punto de vista de la medicina a
partir de conceptos como la salud y la higiene pública, y desde el
derecho a través de la imposición de castigos.

8
Sin embargo, más allá de estos saberes legítimos, el alcohol ha
estado en boca de casi toda la sociedad, pues todo el mundo tiene
una opinión vulgar sobre este. Las bebidas embriagantes han sido
un tema recurrente en la literatura. Bien de soslayo, bien como el
tema principal, han ocupado varios renglones que conforman esos
textos que consideramos esenciales para nuestra cultura. Desde
relatos de Emiro Kastos, como Julia, a mediados del siglo XIX;
cuentos de Efe Gómez en la década de 1920, como Guayabo Negro;
hasta escritos más contemporáneos como la novela La tierra
éramos nosotros de Manuel Mejía Vallejo, el alcohol se ha
presentado en medio de escenas festivas, lúgubres, fatídicas,
tiernas, cómicas e incluso ilegales. Lo podemos encontrar en las
fondas campesinas, en las cantinas, en las festividades religiosas,
en las fiestas civiles y populares, en los velorios, al lado de las
minas, alrededor de las prostitutas, acompañando a los arrieros en
su camino, animando algunos amigos que se encuentran a charlar
en un Café; desesperando a la esposa que espera con sus hijos a su
marido o abandonando el puesto de trabajo del empleado que
nunca llega por pasar un guayabo.
Son muchas las aristas de la sociedad que se ven atravesadas por
el licor, por lo que rastrear su presencia en la literatura nos ayuda
a entender mejor cómo ha sido esa relación que en nuestro
territorio los diferentes actores sociales, incluyendo el Estado, han
generado con esta bebida. En medio de las diversas expresiones
literarias, en este trabajo se ha privilegiado al teatro y al género
dramático como una manera de recrear escenas muy concisas de
la sociedad antioqueña. Se ha seleccionado dos obras de teatro,
escritas por dos autores nacidos en la subregión del oriente

9
antioqueño durante el siglo XIX. Si bien, ambas obras giran en torno
al tema de las bebidas embriagantes, cada una lo hace desde
situaciones diferentes, logrando retratar algunas de estas aristas
previamente mencionadas. Además, se les ha querido otorgar un
valor especial por el hecho de haber sido escritas y publicadas hace
más de cien años, pues se convierten en un puente entre la cultura
de aquellos que habitaron, modificaron y significaron nuestro
territorio y nuestra cultura actual.
El teatro y la Historia como disciplina o saber humano, tienen en
común que, en general, nos relatan acontecimientos. El primero se
puede basar en los hechos reales o en situaciones imaginarias para
entretener, compartir o enseñar algo al público. La segunda, parte
de las fuentes y la teoría para relatar no solo acontecimientos, sino
también para dar a entender procesos sociales del pasado y del
presente. De esta forma el teatro puede llegar a convertirse en un
excelente aliado de la Historia a la hora de dar a conocer la vida de
aquellos que nos antecedieron. Es esta una manera muy didáctica
de hacer llegar el conocimiento histórico a aquellos que no
necesariamente hacen parte de la academia. Por esta razón
presenta interés hacer llegar al público un teatro que puede
denominarse de carácter histórico, no solo porque fue creado hace
muchos años, sino porque relata hechos de la vida cotidiana de
esas épocas y puede convertirse perfectamente en fuente para el
estudio de los fenómenos relacionados con las bebidas
embriagantes en Antioquia desde una perspectiva histórica.

10
LA GOTERA, UN DRAMA HISTÓRICO.
La obra relata lo que le aconteció a un goterero2 del sitio de La Ceja,
don Alejandro, el día 24 de diciembre de 1872. Presentándose
como de costumbre al estanquillo de don Rafael, a lo largo de dos
actos y siempre en medio del licor, don Alejandro experimenta
diferentes facetas de su borrachera, pasando de la timidez para
pedir “una gotera, un traguito” a la euforia de hablar sin reparos y
con insolencia hasta finalmente caer en desgracia por tener que
regresar a su casa con el orgullo y el cuerpo heridos. En el primer
acto Don Rafael le reprocha sus excesos, pero el goterero,
empecinado en beber cada vez más, arde de alegría cuando sale
victorioso y recorre los pasillos de la ira cuando un trago le es
negado. En contraste, el segundo acto se convierte en una lección
dolorosa para el goterero, quien es obligado a tomar más de lo que
desea y resiste en medio de un ambiente de hostil camaradería.
La relación del protagonista con el resto de personajes es cercana,
excepto con aquellos a quienes se nombra como desconocidos,
aunque esto no impida al goterero acercárseles en busca de un
trago. A pesar de que todos se reúnen a tomar al estanquillo, no
todos tienen las mismas opiniones acerca del licor: algunos como
Acebedo, Severo, Joaquín, aconsejan a don Alejandro para que no
tome más pues va a caer enfermo, mientras que don Pedro Llano

2
Término utilizado para personas amantes del licor que conseguían
acceder a los tragos de cuenta de otras personas, muchas veces apelando
a su simpatía o buena conversación, aunque en otras ocasiones puede
desembocar en un tipo de mendicidad. Precisamente a esta práctica se
refiere el título de la obra, La Gotera.

11
en su estado de prenda o chispado como se menciona en la obra,
no tiene reparos para elogiar el aguardiente y afirmar que para
todo es bueno. Don Alejandro no es ajeno a estas reflexiones sobre
el aguardiente y, en sus meditaciones finales, llega a la conclusión
de que el misterio que envuelve los deseos de un goterero es
inexplicable, pues cuando este quiere beber por ningún lado
encuentra el trago, pero cuando quiere abstenerse este llega de
manera natural hasta llevar al borracho al desasosiego.
El autor de esta dramaturgia es nada menos que el mismo goterero
don Alejandro, quien narra los hechos en primera persona.
Alejandro Villegas Bravo (1829-1889) nació en La Ceja y fue un
reconocido escritor, versista y político de su época, todos estos
títulos precedidos por su fama de goterero, como lo recuerdan en
la revista de los antiguos alumnos lasallistas de La Ceja, El Cocuyo,
en su número 4 de 1953, donde vuelve a publicarse esta
dramaturgia y de donde pudo rescatarse para este audiolibro. No
es mucha la información que se tiene sobre su vida. Nació en una
de las familias de prestigio del oriente antioqueño y se codeó con
los literatos de su momento, especialmente con el rionegrero
Federico Jaramillo Córdoba con quien mantuvo una relación
epistolar. Fue reconocido por poesías como Un escultor (1873),
Sueltos (1873) y El Jesuita (1874) y, paralelo a su oficio de literato,
fue diputado a la asamblea de Antioquia en 18563.
Es el mismo Alejandro Villegas quien le da el adjetivo de “histórico”
al drama que está contando. ¿Quiere esto decir que lo que se

3
Mejía Cubillos, Javier, Diccionario biográfico y genealógico de la élite
antioqueña y viejocaldense. Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX,
Pereira, Sello Editorial Red Alma Mater, 2012, p. 243.
12
cuenta en la obra ocurrió realmente? ¿Se mofa al insinuar un
carácter épico para la propia lección de dolor que su propia
persona recibe? No se podría afirmar con certeza. Lo que sí
podemos afirmar con certeza es que, así como el personaje de don
Alejandro, goterero, hace referencia a sí mismo, a Alejandro
Villegas Bravo, como persona de carne y hueso, de la misma
manera los demás personajes que aparecen en la obra y que se
referencian con nombre y apellido propio fueron personas reales y
que ostentaban cargos importantes en la política y la
administración de La Ceja.
El municipio de La Ceja, actualmente cuenta con un Archivo
General, en el cual reposan de manera no ordenada los
documentos oficiales más antiguos que la administración del lugar
ha producido desde la tercera década del siglo XIX hasta nuestros
días. Aún no se tiene claridad acerca de cuáles son los documentos
que forman el conjunto del archivo histórico debido a que no se ha
logrado realizar una catalogación adecuada de dichos manuscritos.
Sin embargo, adentrarse al mundo de esos documentos viejos,
esos papeles amarillentos, algunos en pésimas condiciones de
conservación, por el polvo, por los bichos o por los hongos, es
también darse la oportunidad de conocer uno de los mejores
tesoros patrimoniales con los que cuenta el municipio. Son fuentes
con un inmenso valor para construir la historia local que aún está
por hacer.
En una búsqueda sobre referencias a bebidas alcohólicas y temas
relacionadas hecha en aquellos documentos que reposan en el
archivo, fue posible encontrar en el fondo de la alcaldía, en la caja
número 3, cientos de sumarios que hablan sobre el fraude a la

13
renta de licores del sitio de La Ceja. Se ha constatado que para los
primeros años de la década de 1870 entre las personas que
asumieron la administración y el correcto funcionamiento de la
renta fueron, con distinto grado de importancia, todos los señores
que Alejandro Villegas nombra en su dramaturgia.
Si nos atenemos al espacio donde la obra ocurre, nos debemos
remitir al estanquillo de licores destilados del señor Rafael Álvarez,
quien aparece en el archivo como el asentista de la renta de licores.
Además, ejerció esporádicamente el cargo de juez subalterno de la
renta de licores y de secretario, a veces regular, a veces ad hoc, de
la misma4. También el señor Francisco Álvarez, que aparece en la
obra como hermano del señor Rafael, se puede encontrar en
dichos sumarios ocupando los mismos cargos que su hermano,
incluso con más regularidad5. Una de las labores más importantes
de un juez subalterno consistía en perseguir a aquellas personas
que no contaran con la guía o la autorización del asentista y que
destilaban el aguardiente de manera clandestina, hecho que
representaba un delito contra el Estado. Para ello, se ayudaban de
la presencia de un secretario de la renta y del comisario de policía
y sus guardias en los casos que era necesario allanar la casa de
habitación de los sindicados. En una ocasión, mientras Francisco se
desempeñaba como secretario, se le notificó que, según las leyes
dispuestas sobre los bienes y rentas del Estado, no podía

4
Archivo General de La Ceja, Sumarios, Fondo Alcaldía, Caja N°. 3,
documentos 87, 92, 142, 145.
5
Archivo General de La Ceja, Sumarios, Fondo Alcaldía, Caja N°. 3,
documentos 95, 96, 97, 98, 99, 105, 117, 118, 119, 120, 124.
14
desempeñar tal cargo debido a que era hermano del asentista, el
señor Rafael6.
En medio de botellas de aguardiente, calabazos con jugo de caña
fermentada, cabezotes o alambiques, ollas, embudos y anís en
grano, van apareciendo los demás personajes en los documentos.
Don Pedro Llano, ese defensor de los beneficios del aguardiente en
La Gotera, aparece en los sumarios como defensor de María Josefa
Ibarra y Mercedes Serna, a quienes se les incautaron varias botellas
con aguardiente y otras vacías7. Los mismo ocurre con el señor
Severo Gutiérrez quien defiende a Prudencia López y a Juan Álvarez
por poseer no solo botellas con aguardiente, sino objetos propios
de la destilación como calabazos con fermentados y alambiques en
18708. Cinco años después ejerció momentáneamente como
secretario de la renta cuando se le realizaba un sumario a María
Josefa Rodas. En este mismo sumario encontramos al señor
Joaquín Bernal nombrado como defensor de la sindicada 9. Las
defensas que presentan tratando de demostrar que los sindicados
son personas de buena moral o tan ignorantes que algunos no

6
Sumario por fraude a la renta de licores contra María Josefa Rodríguez
7
Archivo General de La Ceja, Sumario por fraude a la renta de licores
contra María Josefa Ibarra y Mercedes Serna, 1870, Fondo Alcaldía, Caja
3, doc. 95.
8
Archivo General de La Ceja, Sumario por fraude a la renta de licores
contra Prudencio Lopez y Juan Alvarez, 1870, Fondo Alcaldía, Caja 3, doc.
98.
9
Archivo General de La Ceja, Sumario por fraude a la renta de licores
contra María Josefa Rodas, 1875, Fondo Alcaldía, Caja 3, sin número de
documento.
15
reconocían en sus acciones un delito, no fueron suficientes para
exonerarlos de las multas.
En el año 1872, en el que ocurre el drama del goterero don
Alejandro, podemos encontrar su firma en un sumario, pues dio el
debido juramento para ejercer como perito medidor del licor que
se le incautó a Manuel María Rodas10, una labor imprescindible en
cada sumario por fraude, pues según la cantidad de licor
aprehendido se debía dictar la multa que debía pagar el
contrabandista. Estos sumarios debían ser revisados por el
procurador del sitio y, para este año, el cargo lo ostentaba el
hermano de Alejandro, el señor Eduardo Villegas Bravo, a quien el
goterero menciona en la obra, cuando don Rafael se niega a
seguirle vendiendo o regalando licor. Alejandro amenaza con irse
donde Eduardo para que le dé dinero y poder patrocinarse su vicio
donde Rodas. Cuando ya no quedara quien le vendiera
aguardiente, buscaría los contrabandistas, lo que se interpreta
como una alusión a que el licor abundaba tanto de manera legal
como ilegal.
Los sumarios nos permiten agregar información al conocimiento
que tenemos de estos personajes que formaron parte de la élite de
La Ceja y el oriente antioqueño, sobre sus labores políticas y
administrativas en una de las rentas que significaban más ingresos
para el Estado. Por otro lado, los documentos de carácter judicial
nos permiten ahondar en el conocimiento de otro tipo de actores,
que son los procesados por cometer el delito del fraude. Aquellos
contrabandistas que convierten al Estado en víctima al evadir los

10
Archivo General de La Ceja, Sumario por fraude a la renta de licores
contra Manuel María Rodas, 1872, Fondo Alcaldía, Caja 3, doc. 119.
16
impuestos que se deben pagar para destilar aguardiente. El teatro
brinda otro ejemplo para acercarse al drama que vivían estos
destiladores.

JUANA LA CONTRABANDISTA, UNA COMEDIA SOBRE EL DELITO.


Esta comedia, escrita por Juan José Botero, el célebre autor de la
novela “Lejos del nido”, fue publicada por primera vez en la revista
Miscelánea de Medellín en 1913. Esta revista significa una fuente
importante para el estudio de la literatura regional, pues en ella se
dieron a conocer al público entre 1886 y 1915 tanto textos
literarios como científicos.
La obra hace referencia a una mujer de nombre Juana Ardila que,
al verse en condiciones de mucha pobreza, decide destilar
aguardiente de contrabando para poder sustentarse. A su decir,
podría dedicarse a otras labores como tejer o hacer comidas, pero
estas no le resultan tan rentables como vender aguardiente, pues
opina que todos los hombres se han vuelto bebedores. Es
consciente de que lo que hace representa un delito contra el
Estado y de tal consciencia parte su denuncia contra el mismo: un
Estado que persigue la embriaguez y los delitos que genera, pero
que no pone freno a la producción de aguardiente “legal” porque
le genera grandes ingresos. Al querer monopolizar todos los
ingresos que puede generar la venta de aguardiente, entonces
persigue a aquel que se quiera lucrar del negocio. “Tu enemigo, el
de tu oficio”.
Juana debe enfrentarse al juez subalterno de la renta de licores
que, con un disfraz y engaños, hace que ella le venda un trago de
aguardiente para poder tener pruebas y llevarla a juicio. Ella

17
sospecha, pero finalmente cae en la trampa. Mientras el juez
vuelve a procesarla, un par de personas llegan a tomar de su
aguardiente, entre las que cabe resaltar la figura del alcalde
municipal. La máxima autoridad, le reprocha ella, que debería estar
persiguiendo el vicio y conservando la buena moral de la población,
se encuentra bebiendo contrabando como todos aquellos que
persigue. Esa noche la suerte no le sonreiría ni a Juana ni al alcalde,
pues ambos caen en manos del juez quien acusa a Juana por fraude
a las rentas y al alcalde como cómplice y encubridor. Finalmente,
el cargo que ostenta José Trinidad Bedoya, de alcalde, le permite
jugar las fichas de la corrupción para que su delito quede tapado
ante la sociedad.
El fenómeno de la destilación clandestina de aguardiente en el
oriente antioqueño ha generado inquietudes e investigaciones por
parte de algunos historiadores, quienes han explicado en qué
consiste la renta de licores, cómo ha cambiado en diferentes
momentos históricos y los problemas sociales que conllevan la
destilación ilegal y el consumo excesivo de bebidas embriagantes.
Dos trabajos de grado han guiado estas reflexiones. El primero
realizado por Jazmín Zapata en el año 199311, que se ubica
geográficamente en los municipios de Rionegro, Marinilla y
Guarne, haciendo un especial énfasis en este último, resaltando la
importancia de los márgenes de la quebrada La Mosca y la vereda
homónima para la fabricación de la famosa tapetusa, que al día de
hoy continúa haciendo eco. El segundo trabajo es el realizado por

11
Jazmín Zapata Pabón, “La renta del aguardiente y su incidencia social
en algunas zonas del oriente antioqueño, 1850-1920” (tesis de pregrado
en Historia, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, 1993).
18
Rodrigo Moreno en el año 200912, que centra su atención en el
municipio de La Ceja y analiza los sumarios por fraude a la renta de
licores producidos por el juzgado local de este lugar. Ambos se
sitúan temporalmente en la segunda mitad del siglo XIX y las
primeras décadas del XX, periodo en el que la renta del aguardiente
pasa de una administración descentralizada, cuando existieron los
Estados Soberanos, a una administración centralizada por esos
Estados Soberanos que se convierten en departamentos bajo la
constitución de 1886. Para el caso del departamento de Antioquia,
las primeras décadas del siglo XX significan el esfuerzo de alcanzar
la monopolización total de la renta a través de la creación de la
Fábrica de Licores que existió inicialmente con el nombre de El
Sacatín y que, a partir de mediados del siglo XX, comienza a ocupar
el espacio en donde se ubica actualmente.
Por su parte, es interesante resaltar la figura de los
contrabandistas. Se les describe en su mayoría como personas de
escasos recursos que al igual que la Juana de Juan José Botero,
encuentran en la saca clandestina de aguardiente el modo de
sustentar a sus familias. Ocultos en medio de las quebradas
montañas de la región o en el espacio doméstico de la cocina,
mujeres y hombres, en complicidad con sus familias o vecinos,
fueron consolidando una economía campesina que, en sitios como
la vereda La Mosca en Guarne o el cerro de San Bonifacio de El

12
Rodrigo Moreno Martínez, “Del aguardiente clandestino al juego
prohibido del montenaipe: Delitos de fraude a la renta de licores, riñas,
agresiones físicas e infracciones contra la moral en La Ceja del Tambo,
1870-1930” (tesis de pregrado en Historia, Universidad de Antioquia,
Medellín, 2009).
19
Carmen de Viboral, constituyeron el sustento de un grupo
poblacional. Para el contexto de La Ceja, la destilación no se
concentró en un lugar específico, sino que, de manera dispersa,
tanto en el poblamiento central como las zonas más rurales,
existieron casos aislados de fraude.
Los contrabandistas contaban con los objetos necesarios para la
destilación, aquellos que se han definido como los objetos
materiales del fraude. Como se ha mencionado antes, estos eran
de una variedad tal que pasaban de calabazos para fermentar el
juego de la caña, alambiques para destilar el fermento, ollas
sacadoras, pailas, embudos, botellas, damasanas, copas y jíqueras
para cargar las botellas. Cuando el licor ya estaba destilado y listo
para la venta, utilizaban sus propias casas para venderlo o salían a
buscar fortuna en medio de las fiestas religiosas y populares, en los
lugares donde los hombres se reunían a jugar billar y otros juegos
permitidos, como también los no permitidos como el monte naipe
y las peleas de gallos. Muchos de estos contrabandistas no eran tan
condescendientes con la ley cuando eran descubiertos y decidían
destruir tanto el licor como algunos objetos, pues si estos
consistían las pruebas para juzgarlos, era necesario eliminar la
evidencia. Además, como las multas se dictaban en relación con la
medida del licor incautado, muchos contrabandistas decidían
quebrar las botellas y regar el licor ante el juez subalterno para que
este no tuviera oportunidad de medirlo.
En la obra “Juana la contrabandista”, Juan José Botero nos pone
ante la situación en la que la justicia llega a recaudar las pruebas
necesarias para llevar a juicio a esa dama pizpireta. El autor entrega
al público, con su humor típico, una de las escenas más dramáticas

20
que relatan los sumarios por fraude a la renta de licores que
reposan en los archivos: el momento en el que el juez subalterno
de la renta, acompañado de su secretario y el comisario de policía
con sus guardias, allanan la casa de la sospechosa. Toda la obra
ocurre en horas de la noche, las más propicias para ejercer las
actividades ilícitas y quizás también las más ilustrativas para
mostrar las contradicciones propias de una sociedad que trata de
condenar prácticas como la embriaguez mientras la mayoría, por
cultura, tiene la costumbre de beber, tanto que es la misma
autoridad la que cae por su propio peso.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES.


Estas obras de teatro fueron creadas en un momento histórico en
el que el alcoholismo comienza a convertirse en una gran
problemática social. A lo largo del siglo XIX el conocimiento médico
europeo empieza a teorizar sobre enfermedades relacionadas con
las bebidas como la dipsomanía y el delirium tremens. Para el año
1849, el médico sueco Magnus Huss acuña el término alcoholismo
luego de observar la piel de algunos reconocidos bebedores y
encontrar ciertas manchas que podrían ser causadas por la
intoxicación que genera el licor en el cuerpo. Es en este siglo en el
que comienza a gestarse la batalla contra el exceso de la bebida y
se empiezan a fundar sociedades para atacar el mal social del
alcoholismo.
El conocimiento médico va traspasando las fronteras nacionales y
empieza a arribar al territorio americano. Ya en la segunda mitad
del siglo XIX se puede observar un aumento de los escritos acerca
de la embriaguez y el alcoholismo en la prensa antioqueña. Algunos

21
periódicos, desde su edición primera, consagran entre sus
actividades principales la de combatir la tradicional embriaguez de
los antioqueños. En 1868, el escritor Camilo Antonio Echeverry,
más conocido como “El Tuerto” dedica un espacio en el periódico
El Oasis para hablar sobre la embriaguez y dar a sus conciudadanos
una descripción de aquel personaje borracho, quien desde sus
rasgos faciales comienza a dar señales de su vicio. Ese descuido en
su apariencia iría directamente relacionado con su abandono de las
responsabilidades familiares y laborales.
El momento histórico en el que se perfila la lucha antialcohólica, es
también el momento en el que el país comienza a dar pasos
incipientes en el proceso de industrialización y modernización del
mercado. La conciencia de los habitantes, especialmente de los
centros más urbanizados, debe dar un salto de las costumbres más
campesinas al tiempo de las empresas y del obrero. Un buen
ejemplo de cómo se da la lucha antialcohólica en Antioquia es el
trabajo de grado realizado por Alejandro Bermúdez, que lleva por
título Necesitamos hombres patriotas y fuertes: alcoholismo y
civilización en Medellín13. Aquí, el autor resalta las contradicciones
en las que se encontraba la lucha antialcohólica frente a un Estado
Cantinero que no mermaba la producción de alcohol buscando
percibir más dinero para sus arcas, en contradicción evidente con
su misión de procurar el progreso, no solo material, sino también
de la moral, la mesura y las buenas costumbres, con las que debería
contar una sociedad sí quería salir del atraso.

13
Alejandro Salazar Bermúdez, “Necesitamos hombres patriotas y
fuertes: alcoholismo y civilización en Medellín (1900-1930)” (tesis de
pregrado en Historia, Universidad de Antioquia, Medellín, 2013).
22
Es en este sentido en el que la persecución se encamina hacia el
exceso. La búsqueda por la mesura, que ha sido tan apreciada en
la cultura occidental desde los griegos, toma su papel relevante y
necesario en la constitución de una sociedad que no debería
malgastar su tiempo de ocio en las cantinas entregándose a la
copa, perdiendo sus capacidades para el trabajo y la industria. El
exceso en la bebida genera la pereza, la idiotez y la degeneración
de la raza.
Tal vez los problemas que genera el exceso de las bebidas sean los
mismos hoy en día que los que padecieron nuestros antepasados:
problemas de salud, delitos, desórdenes, etc. El consumo de
bebidas tiende incluso a aumentar, especialmente en la población
joven. Sin embargo, detrás de las escenas que nos presentan los
documentos criminales, que hacen referencia a acontecimientos
muy específicos y no necesariamente a la cotidianidad social,
existen también las escenas festivas, los encuentros amistosos o
amorosos, la poesía, las coplas y la buena bohemia. Como se
resaltó al principio, el licor atraviesa gran cantidad de actividades
sociales, hecho que no lo hace condenable. Si la Historia puede dar
lugar a alguna enseñanza acerca las bebidas, esta puede ser la de
la oportunidad de reconocer en ellas un poco sobre la historia de
la humanidad misma, la posibilidad de encontrar en el licor a los
dioses y a los humanos que han perpetuado el conocimiento para
embriagar el espíritu. Entre la toxicidad y la plenitud se encuentran
las bebidas embriagantes y toda una historia que enseña a los
humanos la libertad de consumirlas, como también los dramas que
su exceso o adicción conllevan.

23
LA GOTERA14
Alejandro Villegas Bravo (1829-1880)

Drama histórico en dos actos en prosa y verso y repetido más de mil


veces, mereciendo la admiración pública.

PERSONAJES:
D. RAFAEL ÁLVAREZ
D. JOAQUÍN BERNAL
D. RAFAEL ACEBEDO
D. SEVERO GUTIÉRREZ
D. PEDRO LLANO
D. FRANCISCO ÁLVAREZ
VARIOS DESCONOCIDOS,
y YO15

14
Versión de la obra publicada en la Revista El Cocuyo, Nro 4. 1953.
Publicación producida en la época por antiguos alumnos lasallistas. De
acuerdo al mismo texto la obra debe haber sido escrita en 1872 o 1873.
15
Alejandro Villegas Bravo, el autor, también, reconocido goterero. En
esta obra las acotaciones se hacen en primera persona. Además de esta
particularidad, todos los personajes existieron realmente y llegaron a
tener roles políticos o sociales similares a los mencionados en la obra, de
acuerdo a investigaciones en el archivo municipal de La Ceja realizadas
por Juan Camilo Valencia Bedoya.
24
La escena pasa en La Ceja, en el estanco de licores
destilados del Sr. Rafael Álvarez, el día 24 de diciembre del año de
1872

ACTO PRIMERO
D. Rafael A. Álvarez y Yo
}
(A las siete de la mañana yo me presento a la puerta del estanco,
tímido y cabizbajo, y observo el semblante de D. Rafael, quien se
encuentra serio y hojeando unos papeles; mal agüero, le hablo con
timidez).

Yo: Buen día mi don Rafael


Perdone le haya sido infiel.
Rafael: D.16 Alejandro, buen día,
No sé la falta que habría.
Yo: Que el reloj las siete ha dado
Y aún no me había presentado.
(D. Rafael se sonríe; a mí se me vuelve el alma al cuerpo).
Rafael: Estoy muy malo del pecho
Estoy muy acatarrado
Y horrible noche he pasado.
Yo: Lo mismo a mí ha sucedido
Ni un solo instante he dormido
Y me encuentro tan enfermo
Que estoy hecho un estafermo17.
Rafael: ¡Qué! ¿Se haya Ud. sufriendo?

16
Se asume que la abreviación D. corresponde a Don.
17
Muñeco con forma de hombre armado que intentaban herir los jinetes
en los torneos antiguos. Obnubilado, embotado.
25
Yo: El estómago crujiendo
Y los nervios irritados.
(Un momento de silencio; D. Rafael vuelve a ponerse
serio; sin duda ha comprendido que tiene que convertirse en
médico dando las medicinas; al fin me resuelvo y digo con
humildísima voz:)

Yo: D. Rafael, un traguito;


Una gotera, un poquito.
Rafael: Pero ayer se bebió el de hoy.
Yo: Si es que muriéndome estoy,
Muriendo de una fatiga
Que solo el trago mitiga.
Rafael: D. Alejandro, le he dicho,
Y no es chanza, no es capricho
Que un trago cual le dé gana
Aunque sea una damasana18
Todos los días yo le doy
Y ayer [se] tomó el de hoy.
Yo: Pero es, señor, que me muero
Y la vida está primero
Y deme [usted] el trago
Y hasta una promesa le hago…
Rafael: Ud. no cumple, no ofrezca;
Por un momento padezca
Que después le va mejor.

18
Damasana o Damajuana: Botellón o garrafón de cristal forrado con
mimbre, abultado y de cuello estrecho, que sirve para guardar líquidos,
generalmente bebidas alcohólicas. Solía usarse como medida de volumen
con diferentes equivalencias.
26
Yo: Me es imposible, señor,
Deme por Dios un traguito
Una gotera, un poquito
Que estoy sudando, sudando,
Y estoy casi agonizando.
Rafael: Le doy, pues, el aguardiente
Si me ofrece seriamente
Que no me vuelve a pedir.
Yo: Que deje yo de sufrir
Y a todo me comprometo,
Me volveré un esqueleto
De padecer y sufrir.
(D. Rafael al fin conmovido se levanta pausadamente y se
dirige hacia el frasco blanco que nunca se borrará de mi memoria,
y echa en un vaso un trago regular; todo mi cuerpo se conmueve;
los ojos parece que se me salen; el corazón me palpita con
vehemencia y con la boca abierta casi se me sale la lengua; casi no
creo lo que está sucediendo; he conseguido un triunfo espléndido;
cojo el vaso entre mis manos y me embodego el trago con más
placer que el néctar de Minerva).

Yo: Bendito sea Dios eternamente


Hoy sí que está bueno el aguardiente
(Vuelve a restablecerse el silencio; D. Rafael se sienta otra
vez serio; yo me paseo sobándome el bigote más orgulloso que
Guillermo19 por haber obtenido la primera victoria).

ESCENA 2a

19
No fue posible establecer a cuál Guillermo se refiere. Podría tratarse
del Rey Guillermo I de Inglaterra o el propio Guillermo Tell.
27
(Entran Joaquín Bernal y Rafael Acebedo, y saludan
cortésmente; yo le hablo en secreto a Joaquín, quien contesta:
“bueno”, y resueltamente se dirige hacia el citado frasco y sirve un
trago el cual me pasa; yo lo tomo con entusiasmo y en mis ojos se
revela la gratitud a tan generoso ciudadano).

Yo: Mil gracias, mi amigo Joaco,


Pero enciéndame un tabaco.
Joaquín: Tome dos, aún no pequeños,
Y a más, son ambalemeños20.
(No puedo contestar en el momento, porque D. Rafael me
mira con ojos de víbora que me turban; sin embargo, yo estoy
satisfecho con otro triunfo y sigo paseándome, y Joaquín entabla
conversación con D. Rafael Acebedo. A un rato, éste va a retirarse,
y también le hablo en secreto palabras tan tiernas que no puede
resistir; entra y me dá [SIC] otro trago. ¡Oh!, cuánto
agradecimiento).

ESCENA 3a
(Entra un desconocido, y dice:)

Caballero, hágame el favor de servirnos un trago.

Rafael: ¿De qué lo quiere Ud?


Desconocido: De aguardiente de anís; ¿gustan Uds.,
señores, acompañarme a tomar un trago?

No señor, gracias (contestan todos).

20
De Ambalema, Tolima, municipio referente en la producción de Tabaco
en el s. XIX.
28
Yo: Yo lo acompaño, señor,
Me gusta mucho el licor.
Desconocido: Yo siempre antes de almorzar
Dos traguitos me he de tomar.
(Se despide y se va y yo me quedo echándole bendiciones
y con la esperanza de que vuelva, pues dijo que su costumbre eran
dos tragos).

ESCENA 4a
(Entran D. Francisco y D. Severo; los tragos me han hecho
perder el miedo y hablo con resolución).

Yo: (A Severo). – Me alegro que [sic] haya venido


A tan buen tiempo, querido.
Déme [sic] un trago de anís
Y me hará Ud. feliz.
Severo: Con trago ahora lo mato
Cuente con él de aquí a un rato
Porque ahora en mi bolsillo
No tengo un solo cuartillo.
Yo: (A Francisco.). Ud. Francisco, sea humano.
Francisco. Entiéndase con mi hermano21.
Yo: Esa [es]22 mala esperanza
Él ya me dio el de ordenanza.
(Alcanzo a ver en la plaza a Pedro Llano y exclamo loco de
alegría).
Yo: Viene allí Pedro, chispado.

21
Francisco Álvarez, hermano de Rafael Álvarez.
22
En el original: “Esa está mala esperanza…”
29
ESCENA 5a

(Entra Pedro y dice con voz firme y vigorosa:)

Rafael, sírvanos un trago.

(Yo le hago una señal masónica que él me comprende y así


que D. Rafael sirve el trago, le repite con imperio:)

Rafael, sírvase otro trago para Alejandro.


(Lo sirve también, y al tomarlo, exclamo:)

¡Oh Pedro!, bendito seas mil veces, tú y toda tu


generación.
Acebedo: Toma mucho y come poco
Y así pronto estará loco.
Yo: Y si no tengo apetito
¿Qué quieres coma? maldito.
Severo: Su vida será ya muy corta
Yo: ¿Qué diablos le importa?
Joaquín: Es que se muere muy breve
Si unos días más tanto bebe.
Yo: Atienda Ud. que, a los viejos,
Ya no se les dan consejos.
Pedro: No creo esa patarata
El aguardiente no mata;
Yo tomando hasta las heces
Me hubiera muerto ochenta veces.
Al contrario, es excelente
Para todo el aguardiente;
30
Y es mi costumbre constante,
Que cuando tomo, es bastante,
Y me pongo de tal modo
Que me es delicioso todo,
Y no miro sino estrellas,
Flores y mujeres bellas.
Yo: Este sí es gallo y me salva
¡Contiene mucho esa calva!
D. Rafael, déme [sic] un trago,
Que ya casi me deshago.
Rafael: Pero señor, qué torpeza
¿Cuál ha sido su promesa?
Yo: Aquí llegué casi muerto
Con mil fatigas, y tuerto,
Y tomando mi aguardiente
Ya veo perfectamente.
Un trago para almorzar
Y no me vuelve a dar.
Rafael: D. Alejandro, le ofrezco,
Si crédito yo merezco
De mi palabra cumplir,
De no volverle a servir
De aguardiente un solo trago.
No por miseria lo hago
Pero ínter yo esté vendiendo
Ni le doy, ni le fío, ni le vendo.
Yo: Tiene Ud. un corazón
Más duro que el de Nerón,
Y un alma de guayacán
Más cruel que la de Morgán [sic]
No tiene Ud. sentimientos,
31
Se goza en mis sufrimientos,
Es más déspota que un Zar,
Más tirano que Bismark,
Y tan tenaz e inhumano,
Que no parece cristiano;
Ya estoy sudando, sudando,
Y estoy casi agonizando
De una maldita fatiga
Que solo el trago mitiga;
Déme un trago por remedio
Que luego le traigo el medio.
Rafael: Bien puede hablar a su agrado,
Pero aguardiente, negado;
Y atienda que no es por plata
Sino que el trago lo mata;
Aunque me traiga un condor23
Tampoco le doy licor.
Yo: ¡Qué hombre!, por Dios, qué hombre,
Ya no merece este nombre
Es un tigre, una fiera,
Es un león, una pantera,
No conoce humanidad,
No sabe qué es caridad.
(D. Rafael se ríe irónicamente, y a mí se me revisten todos
los demonios y me dan tentaciones de meterle fuego a toda la

23
Son comunes en textos del s. XIX apariciones de la palabra condor con
acento agudo y utilizadas en versos que así la requieren. Además del gran
ave de los andes, condor o cóndor se refiere a una moneda equivalente a
10 pesos oro, una verdadera fortuna.
32
manzana, inclusive el sacatín24 y la casa de Ño Tomás. Los
circunstantes se quedan impávidos cual otros calígulas, que
apoyan criminalmente con su indiferencia y con su silencio la más
inicua, la más infame, la más absurda, y la más escandalosa de
todas las tiranías).
Rafael: No tenga más esperanza
Que el que le doy de ordenanza
Yo: Mas no me aflijo por eso,
Como Eduardo me dé un peso
Le ofrezco mi palabra,
Que he de tomar en cuyabra.25
Rafael: Pero Ud. ya bien lo entiende
Que aquí más no se le vende.
Yo: Buscaré contrabandistas
Ya que no tengo asentistas,
Y así que las pase a todas
Me marcharé donde Rodas.
Rafael: Las nueve acaban de dar,
Nos iremos a almorzar.
(En el momento de salir llega un cliente a caballo): 26

24
En este contexto hace referencia a los sitios donde se destilaban
licores, tanto legal como ilegalmente, o los lugares de almacenamiento
de este. En otras acepciones también se relaciona con los recipientes
donde se guarda el licor.
25
Expresión difícil de definir. Podría referirse a tomar en un totumo o
una calabaza. Otra opción es un desplazamiento a algún sito donde se
trabaje la cabuya, como Guarne, a algún lugar donde se destile licor.
26
Es posible que se haya extraviado en la transcripción de la revista algún
diálogo que dé pie a las acciones posteriores.
33
(D. Rafael echa el primer trago doble y yo lo tomo en mis
manos y me empino a punto de brindar a la salud de aquel bendito
aparecido en tan críticas circunstancias, y volteando donde el que
tenía el otro vaso:)27
(Y orgullosamente nos volteamos tan enormes y
deliciosos tragos; D. Rafael queda burlado pues he logrado tomar
más; él me mira con ojos de relámpago, se muerde los labios y los
colores le suben a la cara, y yo, ufano y contento con tan brillante
victoria, me tiro el bigote, me paseo mirándole con desdén y me
quedo más serio que la estatua de un Inquisidor).

MONÓLOGO

Si estos demonios supieran


Lo que sufre un bebedor
Cuando no tiene licor,
Y lo que siente, sintieran,
Estoy seguro le dieran
Cuanto quisiera tomar,
Para no hacerlo penar
Tan cruda y bárbaramente
Por un trago de aguardiente
Que poco viene a costar.

No hay remedio, ya es preciso


No tomar más aguardiente,
Estoy más que insolente
Sin tener ni un medio liso;

27
Nuevamente, es posible que se haya dejado de transcribir alguna
réplica.
34
Hay que dejar ese hechizo
Que me dá [sic] tantas venturas,
Tantas penas y amarguras,
Siendo ésta la vez primera
Que se agota la gotera
Sin tapar las hendiduras.

D. Pedro tiene experiencia


Y él les puede dar razón,
De cuánta es la desazón
Y que tánta [sic] es la exigencia…
Que con ardor, con vehemencia
Experimenta el que bebe
Cuando no consigue breve
Con qué el cuerpo componer,
Y cuando en vez de tener
Con qué componerlo, debe.

Ya es otra mi voluntad,
¡Adiós por siempre licores!
¡Adiós mis caros amores!
¡Adiós mi felicidad!
Que venga la ancianidad
Con todo su desconsuelo
Hasta arrancarme del suelo,
Siendo público y notorio,
Que en él pasé el purgatorio
Y que he ganado ya el cielo.

35
ACTO SEGUNDO
(La escena pasa en el mismo local; todos los interlocutores
del acto anterior se hallan en el interior de la tienda; fuera del
mostrador está una multitud de gente alegre, y yo me presento con
la mayor inocencia de lo que allí pasaba [sic] y con la humildad
tradicional de Job. A las 12 del día).

ESCENA 1a
La multitud y yo
Uno: ¡Oh! mi D. Alejandro, me alegro verlo. (Me echa los brazos
al cuello y me da un apretón que me hace ver candelillas). D. Rafael
eche un trago doble para mi amigo D. Alejandro.
Yo: Mil gracias, señor, no puedo tomar, estoy muy enfermo.
El: Está enfermo, pues con el trago se alienta.,Ttiene que
tomar conmigo, no me puede desairar porque le pego.
Yo: Siendo así, tomaremos.
El: Trago doble, D. Alejandro, grande, que lo sienta el cuerpo.
Rafael: Sí, señor, están servidos.
(Cojo mi vaso y tocándolo con el de mi compañero tomo un
poquito).
El: ¿Cómo es eso, D. Alejandro, Ud. quiere engañarme a mí, a
un hombre recorrido? Se lo toma todo o se lo tiro a la cara.
Yo: Bueno, señor, lo tomo todo. (y tras, al estómago con medio
vaso).
Otro: Y Uds. ¿Por qué toman solos? ¿Por qué no convidan?; yo
también tengo dinero para comprar todo el aguardiente que hay
aquí: D. Rafael, sírvase Ud. tragos dobles para todos los que
quieran tomar.
Rafael: Sí, señor, están servidos.
El: D. Alejandro, hágame el favor de acompañarme.

36
Yo: Le aprecio mucho, pero acabo de tomar uno doble, y estoy
malo del pecho.
El: ¿No toma Ud.? ¿No me acompaña Ud.? ¿Me desaíra Ud.?
(Y con una mano enorme, con callos de bronce, me coge de la
nunca y dándome fuertes sacudidas me grita: ¿Me desaira Ud.?
¿No toma Ud.?).
Yo: (Ahogándome) Síiiiii…. Sí tomo. (Me suelta y me pone
el vaso en las manos).
El: A su salud D. Alejandro, hasta verle el asiento, si quiere
que seamos amigos.
Yo: A la salud de Ud. (Y adentro con uno de los más grandes
tragos que ha servido D. Rafael en toda su vida).
Otro: D. Alejandro, queremos que nos diga un verso; sí, un verso
adecuado a las circunstancias.
Yo: No soy capaz, estoy muy enfermo y yo no sé hacer versos.
El: ¿No sabe hacer versos? ¿Cómo es eso? Pues yo los he visto
escritos con su firma; a otro perro con ese hueso; tiene que decir un
verso o lo ahorcamos en el momento.
Muchos:Sí, verso, verso, verso.
(Me encuentro convertido en payaso bajo una gravísima
pena).
Yo: (Resuelto). Atención, noble auditorio:

Como la flor cuyo capullo no abre


Sino al calor del rutilante sol,
No está bien mi cabeza si no siente
Las chispas reactivantes del alcohol.

Muchos:Bravo, bravo, bravísimo.


Uno: D. Rafael, sírvase darnos un trago.
Rafael: Están servidos.
37
El: Doble para D. Alejandro.
(Ya no me atreví [sic] a refunfuñar después de haber
escapado de morir ahorcado).
– Salud!
– Salud! (Y adentro con otro enorme trago. Se le propone
como de aposta a D. Rafael dar los tragos más grandes
que nunca).
Otro: Ahora me toca a mí, es preciso que D. Alejandro brinde en
verso, y que pida vino, brandy, cerveza, champaña, lo que quiera,
vamos a ver mi amigo D. Alejandro.
Yo: Imposible, me estoy muriendo, he tomado más de lo que
puedo, y ya casi no puedo hablar.
El: ¿Cómo es eso de imposible? ¿A todos complace Ud. menos
a mí? Allá [sic] lo verá, o nos brinda en verso o la tendremos buena.
(Se me arrima y me da un pisón que casi me arranca un dedo) ¿Qué
quiere Ud. tomar? D. Rafael, sírvanos unos tragos de lo que pida D.
Alejandro y veremos si brinda o me desaíra [sic].
Rafael: (riéndose). ¿Qué toma D. Alejandro?
Yo: Tomo hiel y vinagre, y si no tiene, lo que a Ud. le dé la gana
Rafael: Está servido el licor.
(Mi último amigo coge un vaso más de medio de
aguardiente y me lo pasa a mí).
El: Vamos a ver si es capaz de desairarme, brinda o
prevéngase.
Yo: Sí, señor, yo no lo desaíro a Ud., jamás, por nada de este
mundo, brindemos.
El: Silencio, todos, que vamos a brindar.
Yo: Atención, hijos del desierto.

Brindo por todos, señores,


Por todos los circunstantes;
38
Pues todos somos amantes
De los sabrosos licores;
Brindo por los bebedores;
Brindo por el aguardiente,
Y brindo eternamente
Por todo aquel que dichoso
Se encuentra con alborozo
Tomando entre tanta gente.
Muchos:Bravo, bravo, que viva ese hombre.
(Uno de ellos llevado de su entusiasmo me abraza
horriblemente duro y se me prende con los dientes de una oreja
que se me suelta en sangre).
Uno: Sírvanos D. Rafael otros tragos, también dobles, para
todos cuantos bultos vea; D. Alejandro, hágame el favor de tomar
ahora conmigo.
Yo: Con mucho gusto señor; pero Ud. tiene la bondad de
permitirme que me eche un poquito en esta oreja que estoy
echando mucha sangre; en este dedo que lo tengo casi arrancado;
en este brazo que me parece está quebrado; en este cerebro que lo
tengo tieso y torcido; en la canilla y en este ojo que lo tengo tuerto.
El: No le alcanza ni una damasana; el trago por dentro le
aprovecha más.
Yo: Bueno señor, a su salud.
El: A la salud de mi buen amigo.
(Suenan las dos de la tarde y doy gracias a Dios, y digo para
mí: Si D. Rafael hiciera la hombrada de echar todos estos diablos
afuera como todos los días lo hace conmigo; pero no haya miedo,
pues no hay duda [de] que los locos y los borrachos gozan de
grandes privilegios).

39
ESCENA 2a
SOLILOQUIO

Esto un misterio parece


Que no se puede explicar,
Cuando uno quiere tomar
A nadie un trago merece,
Y cuando abstenerse ofrece
Encuentra a cada momento
Los bebedores por ciento
De fuerza y constancia tal,
Que aunque uno no quiera, por mal
Lo hacen poner tremulento…

Con un dedo pisado,


Con una oreja mordida,
La cara toda escupida,
Y el cerebro maltratado,
Un brazo casi quebrado
La ruana partida en dos,
En el calzón, roto atroz,
El sombrero sin taquilla,
Doliéndole la rodilla,
Y tuerto, gracias a Dios.

Así me voy para casa


Enfermo y meditabundo.
¡Ah cosas las de este mundo,
Lo que a mí a nadie le pasa;
La cabeza se me abrasa
40
Y me lleno de tristeza
Al contemplar la dureza
Con que me trata la suerte.
Ven pronto querida muerte
Ponle fin a mi pobreza.

Este fue mi juramento;


Esta mi promesa fue
Que con toda buena fe
Del trago me creía exento,
Y ahora, en este momento,
Cobarde, vuelvo a caer?
Es más fácil detener
De los astros la carrera,
Que contener la gotera
Quien acostumbra beber.

Me voy [muy] lejos, bien lejos


Donde no encuentre licores,
Donde no haya bebedores,
Donde no me den consejos;
Donde no hayan necios viejos,
Ni mujeres murmuronas
Que a pesar de santurronas
Tienen lenguas infernales;
Me voy a llorar mis males
Donde no hayan traiciones.

Fin.
41
Juana la contrabandista28
Juan José Botero Ruiz (1840-1926)

PERSONAJES:

Juana Muchacha del pueblo, pizpireta29.


El Alcalde Viejo, de gabán, patillas, etc.
César Pinto Cachaco, petimetre30.
Julián Artesano, vestido como tal.
El Juez Un empleado común.
El Secretario Un empleado.
Dos guardas Un empleado.

El teatro representa una pieza pobremente amueblada, con puerta


al fondo, y una sola lateral que da a la alcoba. Habrá una caja capaz
para [sic] contener al alcalde.

ESCENA 1. a
JUANA

28
Publicada en 1913 en la revista La Miscelánea de Medellín. Existen
ediciones de la Editorial Minerva (Poesías y comedias, Bogotá, Minerva,
1928, pp. 199-244) y una publicación homónima, con los textos de Juan
José Botero, editada por la Universidad Pontifica Bolivariana, en 2007).
29
Que es simpática y de carácter vivaz y alegre.
30
Personaje tipo que aparece de vez en cuando en obras de ficción. Es
una persona que suele, fastidiosamente, vestir excesivamente elegante y
darse aires, aspirando a que lo vean como un aristócrata
42
Juana. Por más que duplique[n] jueces
y más resguardos que nombren;
por más que aumenten espías
y más que mi casa ronden;
por más penas que me impongan
y me asedien y me acosen,
destilaré el aguardiente
de contrabando. Soy pobre,
y además de pobre, sola.
No tengo en mi casa un hombre
que me proteja, me ayude,
ni otra industria miro, donde,
pueda con mis pobres brazos
ganar la vida; ¿quién cose?
oficios de costurera
no dan hoy ni para broches.
Los bordados nada valen,
¿Hacer ramitos de flores,
para qué? franjas, encajes;
los bizcochos no los comen…
Yo preparara encurtidos,
pastelitos y jamones
y ¿a quién los vendo? si hoy día
se acabaron los glotones...
Con perdón de los presentes:
se han vuelto todos los hombres
o jugadores insignes
o famosos bebedores.
¡No hay remedio! Especular

43
con el vicio, está en el orden
tal industria; los gobiernos
¿no son especuladores
con ella? ¿no la protegen?
¿No forman rentas enormes?
¿No van en razón directa,
en medidas proporciones,
la riqueza del erario
y el consumo de licores?
¡Vivan, pues, nuestros gobiernos
que a tal industria se acogen!
Más borrachos, más delitos
Y en las cajas más condores31…
pero… bien dice el refrán,
y en esto [yo] estoy acorde:
tu enemigo: el de tu oficio...
No pueden ver que una pobre
destile, (se oye tocar). Tocan la puerta,
¡si serán esos bribones!
Guardemos todo: (lo hace) ¡ya va!
No da para desazones...

ESCENA 2.a
JUANA Y EL ASENTISTA, DISFRAZADO (Tocando la puerta)

Juana. ¿Quién es?


Asent. Yo soy.

31
Posible alusión a la moneda de 10 pesos del siglo XIX.
44
Juana. Pero ¿quién?
Asent. Abra, señora, soy yo...
Juana. ¿Su nombre?
Asent. Juanico Díaz.
Juana. Yo no conozco esa voz...
Asent. Abra, que soy de confianza.
No abrigue ningún temor.
Juana. Y… ¿quién lo manda?
Asent. Julián.
Juana. ¿Qué Julián?
Asent. Pues… un señor
que usted conoce... artesano...
¡Abra, señora, por Dios!
Juana. (Ap32). ¿Qué hago en este caso? ¿abrirle?
Asent. ¡Señora!
Juana. Aguarde, ya voy…
(Ap). Por lo menos, que no encuentre
tan a la vista el licor…
(Juana guarda todo y le abre).

Asent. Buenas noches, mi señora.


Juana. Muy buenas noches, señor; siga usted.
Asent. Le estimo mucho.
Juana. ¿Con quién me entiendo?
Asent. Yo soy
Juanico Díaz y Castro
su obsecuente servidor.
Juana. ¿Y de dónde viene usted?
Asent. Ahora llego del Peñol

32
(Ap) Aparte.
45
en vía para Marmato
y como hace un frío atroz,
necesito de una copa...
si usted me hiciera el favor…
Juana. Aquí no hay un solo trago,
yo nunca vendo…
Asent. ¡Por Dios!
Que me yelo, ¿desconfía?
Juana. (Ap). (¡Si este será algún bribón!)
No hay trago.
Asent. Quiere una prueba
para que sepa que soy
de confianza, oiga: al llegar
a este pueblo, como yo
soy amigo de las López,
fui donde ellas, y ellas son
las que me han encaminado
donde usted, aquellas dos
muy sus amigas...
Juana. ¿Qué López?
Asent. Elisa y Encarnación.
Juana. Pues yo... Yo no sé qué le diga...
Asent. Que va en busca del licor.
Juana. Permita ver si aquí dentro
hay un pite33 que sobró
de una media que al Estanco
mandé que me trajeran hoy.
Pues solamente me calma
de las muelas el dolor,

33
Porción pequeña de algo.
46
dándome con aguardiente
una buena fricación34…
(Juana entra al interior en busca del licor, y
queda paseándose el Asentista)

ESCENA 3.a
ASENTISTA

Asent. (Con ironía)


¡Del Estanco! y va muy fresca
su contrabando a traer.
Y la tontuela no sabe
que está cayendo en la red...
Pón [sic] araña tu armadijo
que el mosquito cae en él...
El tal Juanico es un duende
que todo lo oye y lo ve;
es quien persigue los fraudes;
es nada menos que el Juez
subalterno de la renta
de licores, que al tener
en sus manos esta vara
del empleado recto y fiel,
después que dio el juramento
de cumplir con su deber,
no transige con el fraude,
aunque lo haga el mismo rey...

34
Posiblemente hace alusión a un tipo de enjuague dental con
aguardiente.
47
Y cuando halla tanto así
que a fermento pueda oler
cava, inquiere, araña, busca
y escarba hasta dar con él...
Y… qué bien con mi disfraz
voy saliendo en esta vez.
No saben las que defraudan
Con quien se enredan ¡con quién!
Muy viva es la Juana Ardila,
Pero más vivo es el Juez...
¡Hola! vuelve… disimulo...
Y siga la farsa... y… bien...
(Vuelve Juana con una botella, le da
el trago, y el Asentista sigue fingiendo)

ESCENA 4.a
JUANA, ASENTISTA
Juana. (Sirviendo)
Ya ve, don Juan, un traguito
a duras penas hallé.
Asent. Con esta piadosa obra
muy en alto se irá usted (toma).
Juana. Dios le oiga.
Asent. (Ap). Sí, de reclusa.
¿Cuánto vale?
Juana. Eso… después,
cuando vuelva por el otro.
Asent. No, señora, de una vez...
48
Juana. Será... dos pesos...
Asent. Mil gracias.
Juana. Don Juanico, no hay de qué
ya sabe usted dónde vivo
y cuando quiera volver...
Asent. Pierda cuidado, señora,
que muy pronto volveré.
Juana. Pues con tocar a la puerta
y dar su nombre...
Asent. Muy bien.
Juana. A cualquiera hora del día
o la noche, le abriré.
Asent. Hasta después, doña Juana.
Juana. Don [Juanico], hasta después.
(Se va el Juez).

ESCENA 5.a
JUANA

Juana. No va mal, si así siguiere:


¡Cátate un buen parroquiano!
¡Dobleteros35 se los toma!...
Mas... quién sabe si este paso
lo habré dado muy de prisa…
(Medita).
Como no ande aquí colado
el Asentista... ¡qué diantre!
yo soy viva, pero a ratos

35
Posiblemente se refiere a tragos dobles.
49
se nos resbalan tan fácil
los pies… ¿si será algún galgo
que me espía?... puede ser...
en veces creí notarlo...
fingiendo la voz... La barba,
floja, así, como... Bailando
y… yo no sé, la figura
del tal Juan Díaz y Castro...
¡Ay! Juana Ardila, ¡qué tal
que de ti se hayan burlado!...
pero esta ya, con el codo.
Están los naipes echados36:
sin embargo... tal vez no...
mas... en fin, será acostarnos,
son las once y en la calle
ya todo se ha silenciado
(Hace los preparativos como para irse
a acostar, y de pronto oye).
¡Eh! si están de serenata,
ya se me iba olvidando,
cuando Julián me lo dijo
que aquí traía al cachaco.
Dizque es rico y gastador,
buen mozo y de muy buen trato;
yo solamente de lejos
lo he visto, no me hago cargo
de su facha, lo que importa
es que la gaste, y… ¡qué diablos!

36
Otra opción: “Pero está ya. Con el codo / están los naipes echados.”
50
ESCENA 6.a
JUANA, JULIAN (llama y entra)
Julián. Juana!
Juana. Voy. (Abre).
Julián. (Entrando). ¿Qué tal?
Juana. Muy bien.
Siéntate.
Julián. Si estoy de prisa.
Juana. Y ¿eso por qué?
Julián. Sólo vengo
a saludarte, alma mía.
Juana. Te extrañaba.
Julián. Con razón.
Juana. Julián: si pasan dos días
sin venir, me desesperas.
Julián. Tú bien lo sabes las lidias
que he tenido con ese hombre:
¡caramba! ¡casi me arruina!
pero al fin puse el asunto
en manos de la justicia,
y he triunfado.
Juana. ¿Qué sacaste?
Julián. Me quedé con la casita;
es pequeña, pero Juana,
es un primor.
Juana. ¿Es muy linda?
Julián. Una tacita de flores,
Un nido de golondrinas...
Juana. Y ¿allá nos iremos?
Julián. Claro,
51
Tan pronto como seas mía...
Juana. A descansar
Julián. Sí, mi ángel,
harto has luchado en la vida.
Juana. Pero, siéntate, Julián.
Julián. Ya te dije, estoy de prisa.
Me voy, pero oye:
Juana. ¿Qué cosa?
Julián. Que tengo ya conseguida
la partida de bautismo,
la licencia del curita...
Juana. Y ¿tu madre?
Julián. Muy gustosa.
Juana. ¿Los demás?
Julián. Locos de dicha.
Juana. Y ¿cuándo piensas, Julián...?
Julián. Dentro de unos veinte días.
Juana. Felices vamos a ser.
Julián. Muy felices, vida mía.
Siquiera ya no tendrás
que vivir así, solita,
trabajando sin cesar,
en una lucha continua:
blanco de toda calumnia,
expuesta a tántas [sic] intrigas,
irrespetos, desazones...
Juana. De veras, Julián, esta vida
así no puedo aguantarla,
estoy cansada, aburrida.
Julián. Pobre, mi negra, tan sola
y tanto [sic] que se fatiga.
52
Juana. Por el trabajo, no, no;
por los riesgos. Una espina
tengo clavada. Hace poco
entró aquí, con engañifas
un hombre de mala facha
a tomar. Yo de sencilla
le creí, le di una copa
y… me pareció que había
en todo él fingimiento...
Julián. ¡Pobre mi Juana!
Juana. ¿Sería?
¡Quién sabe!
Julián. Son tan bribones.
Juana. ¡Pero aquí ya no hay salida!
Julián. Yo no encuentro otro remedio
Sino afanar...
Juana. Veinte días.
Julián. Se van tan pronto...
Y, ahora,
es preciso hacer la lista
para el ajuar...
Juana. No, Julián,
eso lo arreglo yo misma.
Por lo pronto lo que importa
es ver...
Julián. Sí, a eso venía:
están dando serenata,
el cachaco está de chispa,
yo lo mando y tú... ya sabes.
Juana. ¡Vaya! esas son cuentas mías.
Julián. Entonces, Juana, hasta luego [sic],
53
porque ya casi terminan
la serenata...
Juana. Muy bien.
Julián. Y puedes estar tranquila
Porque yo me retiro...
Juana. Sí, así lo sé.
Julián. ¡Adiós, amiga!
Juana. Nada temas por tu Juana:
¡siempre firme!
Julián. ¡Siempre mía!
Juana. En cuerpo y alma, mi Julián.
Julián. Yo también con alma y vida
(Julián se va, y Juana que oye la se-
renta, se acerca a la puerta y pone
atención).

ESCENA 7.a
JUANA
(Durante esta escena se oye la
serenata lejana)
Juana. Llegaron donde las Pinos...
Esos tiples... Ellos son...
Aquí seguro que llegan
y no dejan de licor
una gota... Como venga
nuestro marchante (pone oído);
esa voz...
Lindo cantan... pero, Juana,
a tu negocio, me voy
a poner sobre la mesa
cuanto tenga en casa yo...

54
(Corre y saca el tren37 a la mesa,
copas, botellas, etc., etc.).

ESCENA 8.a
JUANA, CACHACO (BOGOTANO) QUE LLAMA

Juana. ¿Quién toca?


Cachaco. (Acento bogotano marcado).
Yo, niña.
Juana. ¿Qué dice?
Cachaco. Que me abras
Juana. ¿Qué quiere?
Cachacho. Te digo,
mi china...
Juana. Soy, Juana.
Cachaco. Entonces, Juanilla...
Juana. ¿Qué?
Cachaco. Digo... ¡Caramba!
me yelo, está fría
la noche.
Juana. Se aguanta:
Yo no abro la puerta
a quien...
Cachaco. Abre, Juana,
te digo que asomes
tantico la cara,

37
Tren. Todo lo necesario para alguna tarea.
55
Julián me ha indicado
que llame a tu casa.
Julián. Si de él es que viene
razón, abro. (Abre).
Cachaco. (Entrando). ¡Cáspita!
que casi me dejas
plantón... mira chata (trata de
abrazarla).
Juana. Cómo es, ¿no saluda?
Cachaco. Cierto, ¿cómo te hallas?
Juana. Muy bien, así, sola...
Cachaco. Mejor te encontraras
durmiendo...
Juana. Quisiera
saber lo que pasa
por fuera [sic], ¿quién toca
tan bueno?
Cachaco. Que cansa
la tal correría,
la tal serenata.
¡Qué diablos! ¡qué diablas!
y a estas que el frío
los huesos me cala,
chaparrón ha caído
que casi me mata...
y de estos serenos
¿qué gusto se saca?
¡Caracho! la vida
tan runcha38 que pasan

38
De mala calidad.
56
aquí...
Juana. ¡Cómo! entonces,
¿por qué no se larga?
Cachaco. ¡Ay! Dios de los cielos!
bendigo a mi patria!
allá yo vivía
a todas mis anchas;
allá sí se juega,
allá sí se baila,
allá sí se bebe,
se come, se calza,
se viste, se monta.
Se grita, se canta,
se pasan las horas
de lindas muchachas
al lado, y... ¡Canario!
si esto es una… ¡vaya!
que si no retorno
ya pronto a mi casa,
me asfixio, me ahogo,
me muero de rabia.
Juana. Y ¿a qué se ha venido
por estas montañas?
Cachaco. Por verte, mi china,
por verte, mi Juana,
a ver un... (trata de abrazarla)
¡qué mimos!
Juana. ¡Jesús! ¡qué confianzas!...
Cachaco. No pierdas, te digo;
la ocasión es calva:
acércate...
57
Juana. ¡Cuénta39! [sic]
Cachaco. Porque no me (vuelve) ¡vaya!
no sabes que te honras
con verme en tu casa;
no sabes al hombre
que necia rechazas;
no sabes chiquilla
con quién te las hayas:
mi clase, mi rango,
mi cuna, mi raza,
mi alcurnia, linaje,
mi nombre, mi fama,
mi...
Juana. Sí, su descaro
también lo proclama...
Cachaco. ¡Te enojas?
Juana. ¿Lo duda?
no estoy enseñada
a tales requiebros
de gentes tan altas.
Mi cuna es humilde,
del pueblo dimana40,
pero... más altiva,
orgullosa y brava
que la más soberbia
dama encopetada...
Cachaco. Mira; no seas niña,
deja esas bobadas,

39
En este caso es una advertencia ¡Cuidado!
40
Dimanar: Provenir en este caso.
58
¿no ves lo que pierdes?
¡ay! cuántas muchachas
quisieran, Juanilla,
llevarse la palma,
tener la fortuna
de ser cortejadas
así... que en mi tierra
se pirran41, se matan
por mí, y en llegando
donde una… por guapa
y esquiva que sea,
desdeñosa, huraña,
sin más que una seña,
con una mirada,
se va derritiendo,
se rinde...
Juana. ¡Caramba!
así serán ellas
las tales... muchachas...
Cachaco. Hermosas, mi china,
y muy...
Juana. Sí, baratas
Pues oiga, don Tuno:
aquí no es su patria;
aquí [sí] se estima
la honra, la fama;
aquí no es tan fácil
llegar a una casa,
y porque se lleva

41
Sentir agrado o afición por una cosa.
59
levita y corbata,
botín y chaleco,
leontina y paraguas,
ir llegando, así...
soltando palabras
con tal desparpajo,
con tánta [sic] confianza,
como si estuvieran
hablando con...
Cachaco. ¡Juana!
extraño estas cosas
en una ñapanga42.
Juana. Ñapanga, y... ¿qué importa?
si yo soy honrada,
si yo sé estimarme;
si vivo en mi casa
solita, es verdad,
pero... señor, [¿maula43?]
yo busco la vida
trabaja y trabaja…
Cachaco. Bien, terminemos,
no seas tú tan brava,
no vuelvo, Juanita,
a hablarle palabra
de amores... venía...
¡ah! ya me olvidaba...
Hay unos señores

42
Alusivo a mestiza o mulata.
43
Maula: Perezosa, tramposa. Los signos de interrogación se han
añadido.
60
dando serenata,
y ya la concluyen
y luego [sic] me aguardan
y míra [sic], ¿no tienes
un trago?
Juana. Buscaba
anís? que lo tengo
del bueno...
Cachaco. Muchacha
trae una botella.
Juana. Gustosa.
Cachaco. Mil gracias.
(Juana entra a buscar la botella)
Cachaco. (Ap). ¡Caramba! qué china
tan linda, tan guapa,
tan chusca y donosa,
pero ¡aupa! ¡qué brava!
si así son de esquivas
aquí las muchachas,
de capa caída
tornaré a mi casa.
(Juana le pasa una botella)
Juana. Aquí tiene usted.
Cachaco. De aquí tú te pagas,
y, adiós, que me dejan.
Juana. ¡Adiós! (Ap). buena maula
(Se va el cachaco)

ESCENA 9.a
JUANA
61
Juana. Y viene el cachaco...
¡no, digo! ¡ah! desgracia
que es ser una pobre,
tener en su casa
el sebo maldito
que al hombre le arrastra
atrae las gentes
más ruines y bajas...
ya ven cómo llegan,
ya ven qué confianzas
se toman con una...
que apenas nos hablan,
se creen con derecho...
¡ay! pobre de Juana
la contrabandista,
¡tener que aguantarla!
(Se hace a la puerta a oír)

ESCENA 10.a
JUANA DENTRO Y FUERA EL ALCALDE Y DE-
MÁS SERENATEROS

Alcalde. ¡Sigan ustedes! (Se oyen lejos).


Un serenatero. ¿Por qué?
62
Alcalde. A la cárcel, y chitón.
Serenatero. Pero, señor…
Alcalde. No hay que hablar,
pues quien manda aquí soy yo,
José Trinidá Bedoya,
alcalde corregidor...
Comisarios, a estos hombres
los empotreran.
Serenatero. ¡Por Dios!
Alcalde. Lo mandao, so borrachos,
que alarman la población.

ESCENA 11.a
JUANA (SOLA)

Juana. Adiós del cachaco,


tan libre que andaba,
fumando y bebiendo
a todas sus anchas.
Y, luego [sic], ¡quién lo oye
apretar quijadas!
soltando muy fresco
unas eles largas
y unos cuchi, cuchis...
y un... ¡ah! ¡cataplasma!
(Remedándolo)
«Muy runcha es mi china
la tal serenata...
¡Qué noche! ¡qué calles!
¡qué diablos! ¡qué diablas!
y a estas que el frío
63
los huesos me cala.
¡Caracho! la vida
tan runcha que pasan!»
decía hace poco
con mucha cachaza.
Y ¿qué dirá, ahora?
le echaron la garra.
No sabe el Alcalde
con quién se las haya,
no saben al hombre
que, necios, agarran.
Su clase, su rango,
su cuna, su raza,
su alcurnia, linaje,
su nombre, su fama...
¡Ay! ¡Dios de los cielos!
bendigo a mi patria,
donde, si hay a veces
abusos que dañan,
también quien refrene
personas tan vanas:
que ya porque llevan
levita y corbata,
botines, chaleco,
leontina y paraguas;
que ya porque llegan
de tierras lejanas,
de cobre bruñido
y así, charoladas…
con dengues postizos,
melindres de damas...
64
se creen con derecho
de todo: ¡canallas!
Que duerma el cachaco
a todas sus anchas,
allá en el pulguero
cantando su fama...
más... ¿yo a quién aguardo?
cerremos la casa.
Ya el viejo importuno
Dañóme [sic] la trampa,
no falta un sopenco...
no falta una tranca...
¡Maldito destino!
¡Ay! ¡Julio, de mi alma!
¡Cuándo será el día!...
mas... la noche avanza
y el frío que arrecia:
¡Acuéstate, Juana!
(Bosteza y se despereza)

ESCENA 12.a
JUANA, EL ALCALDE LLAMANADO A LA PUERTA

Alcalde. ¡Juana! ¡Juanita! (De fuera [sic]).


Juana. ¿Quién llama?
Alcalde. ¡Juanita! ¡Juana! ¿está en pie?
Juana. ¿Qué se le ofrece a estas horas?
Alcalde. Es el Alcalde: ábra [sic] usted.
Juana. (Ap). De mal agüero es el pájaro.
Alcalde. ¡Eh! no es la primera vez
65
que vengo a tu casa...
Juana. ¿Solo?
¿No andará por ahí el juez?
Alcalde. ¡Qué juez ni qué zarandajas!
¡Abre, Juana!
Juana. ¡Cuénta [sic], pues!
(Con cautela le abre Juana y entra el Alcalde).
Alcalde. Esos son muchos remilgos
con la otoridá44...
Juana. (Golpeando la voz). Si usted
aquí es José Trinidad
que viene y entra a beber
como todos, contrabando.
Alcalde. Juana: esté donde yo esté.
el Jefe Monicipal
he sido, soy y seré.
Juana. José Trinidad Bedoya
siempre ha sido, será y es...
Alcalde. No me falte a mí esta insignia
y ¿quién alza el gallo? ¡quien!
Juana. Pero sí que anda torcida
esa vara...
Alcalde. Me apoyé
en ella y se me ha doblado,
pero la enderezaré.
Juana. Difícil de enderezar
lo que se torció una vez...
y si el resabio es en viejo...

44
Los del alcalde son errores de pronunciación consignados en la
dramaturgia original.
66
¡Ah! ¡don Trino! quien lo ve
Mandando gente a la cárcel
para aprovecharse, usted,
entrando con más sosiego
donde Juana a beber...
Alcalde. No seas perra... ¡picarona!
¡qué ladina! je! je! je!
Juana. Y ¿qué fue [sic] de los cantores!
Alcalde. Cumpliendo con mi deber,
encontré a esos vagamundos
berreando a más no poder,
y me dije: acá Bedoya,
una lucida45, y… muy bien,
los empunté al al cuchuflín46...
qué chillen, allá, y yo, ¿qué?
Juana. Pero, oiga, que todavía
juegan billar, y allí es
donde más copas se apuran
y más bochinche se vé[sic]...
Alcalde. Poro el billar paga propios47
al Gobierno, mientras que
ningún impuesto se paga
por serenatas...
Juana. Va, bien;
el escándalo pagado
es diversión, mientras que
la diversión que no paga

45
Alusivo a Lucirse: hacerse notar.
46
Al calabozo.
47
Impuestos.
67
es escándalo...
Alcalde. Esto es,
así está dispuesto el mundo,
Juana, qué vamos a hacer...
poro echa el trago...
Juana. ¡El Alcalde,
tomando!
Alcalde. Mide, mujer,
no demores...
Juana. Y al que toma
lo encierra...
Alcalde. ¡Miren que miel!
mocita más luguleya…
écha [sic] el trago y déja [sic] que
te apriete la otoridá
en sus brazos...
Juana. Vamos bien:
el pobre joven que canta
al pie de una reja es
un seductor, un borracho...
y lo encierran, mientras que
estos viejos, patoniados,
estos muérganos...
Alcalde. ¡Je! ¡je!
Juana. Estos hombres que debieran
dar ejemplo, ya los ven...
en las que andan...
Alcalde. Cuando digo
que esta Juana capaz es
de hacerme perder el juicio.
Juana. Si lo tuviera, tal vez...
68
Alcalde. ¡Ah! Muchacha alebrestada...
eche el trago...
Juana. Tenga usted.
Alcalde. (Se santigua)
En el nombre de mi Dios.
Juana. ¡Aprieta, Poncio!
Alcalde. ¡Qué buen
anís!
Juana. Sí, me alegro, Trino.
Ahora, siéntese, a ver...
de lejitos (Apartándolo).
Alcalde. Qué desdenes...
Juana, aquí donde me ves
echo mis currucuteos.
(Hace cabriolas).
Juana. Se mata: siéntese, usted,
y cuénteme dónde ha estado...
Alcalde. Mira, Juana, me asomé
a un jueguito muy decente;
estuve en el almacén
de don Rufo y me limpiaron.
Juana. ¡Cómo! ¿no persigue, usted
el juego?
Alcalde. Sí, poro hay juegos
de juegos, según con quién,
y cómo, y en dónde y cuándo
y mientras ¡buf! que yo esté
de alcalde o corregidor…....
Juana. ¿Corregirá, quién, a usted?
La ley del embudo en todo.
Alcalde. Qué artícolos ni qué ley,
69
el que manda, manda...
Juana. Y luego,
¿qué hubo de La Chinca48? a ver.
Alcalde. El diantre de la mocita
a la reclusión se fue.
Juana. ¿Cómo?
Alcalde. Como lo oyes, Juana.
Juana. ¿Por qué motivo?
Alcalde. ¿Por qué?
Conmigo no hay media vuelta:
tenía en su casa un gran tren
para defraudar la renta,
y allá todos a beber
iban, y había tal bochinche.
Juana. Pero usted iba también.
Alcalde. También; pero eso no quita
que yo cumpla con la ley...
Juana. ¿Es decir que usted conmigo
hará lo mismo?
Alcalde. Tal vez,
si siguen las esquiveces
con la otoridá...
Juana. ¿Con quién?
Alcalde. Con yo: ¿Por qué no me...
Juana. (Llaman) Tocan.
A la puerta.
Alcalde. Ve quién es.
Juana. ¿Quién va?
El Asent. (De fuera). La justicia.

48
Posiblemente un apodo. Se solía usar “La Chinca” para Chiquinquirá.
70
Alcalde, Juana. ¡Cielos!
Asent. Abra usted al Juez
subalterno de la renta
de licores... ¿oye usted?
Juana. Trino, ¡nos llevó la trampa!
Alcalde. ¿Dónde me voy a esconder?
¿Esta pieza? (Asomando a la alcoba).
Juana. Sin salida.
Asent. (Llamando).
Abra en nombre de la ley.
Juana. No hay más que esta caja, corra
Esconda todo este tren.
Alcalde. Pero... yo...
Juana. Guárdelo todo,
que no hay tiempo que perder.
Alcalde. Y ¿ese calabazo?
Al cuello.
Alcalde. Y ¿esos cascos?
Asent. (De fuera). Abra usted.
Juana. Los bolsillos de la cuácara49...
Alcalde. Poro, Juana, ¿para qué?
Juana. Para que no ande de noche.
Alcalde. ¿Y los zampa50 todos tres?
Juana. Por supuesto.
Asent. (impaciente). ¿No abre?
Juana. Voy.
Alcalde. ¿Hay más?
Juana. Cómo no ha de haber,

49
Chaqueta.
50
Acomoda.
71
guarde con mucho cuidado
en las bragas...
Asent. Juana ¡eh!
Juana. Nada, estamos muy de prisa.
Alcalde. Y... ahora ¿qué debo hacer?
Juana. A la caja, Don Bedoya.
Alcalde. ¡Por Dios! me matas mujer!...
Juana. (Lo empuja a la caja)
Y no chistar.
Alcalde. ¡Ay! ¡ay! Juana!
Juana. Aunque le salga la hiel...
Asent. (Llaman).
Abra.
Juana. Permítame acabo
de vestirme, señor Juez.
(Juana lo esconde dentro de una gran caja)

ESCENA 13.a
JUANA, EL ALCALDE (EN LA CAJA), ASENTISTA
Y GUARDAS ENTRANDO

Asent. ¡Buenas noches!


Juana. Servidora.
Asent. ¿Se llama, usted, Juana Ardila?
Juana. Sí, señor.
Asent. Lea, secretario,
las diligencias escritas.
Secret. (leyendo)
Acaba de presentarse
el señor Francisco Díaz,
72
procedente del Peñol,
y para Marmato en vía,
de espontánea voluntad,
jurando en forma debida,
que es sabedor de que en casa
donde vive Juana Ardila,
se da, por dicha señora,
sin el permiso o la guía,
licor destilado, en venta,
a todas horas del día...
Por tanto: como el denuncio
un delito determina,
de fraude a las rentas públicas,
siga el proceso su vía,
para averiguar los hechos
y dar castigo a la Ardila
dejando a continuación
las diligencias debidas...
Juana. (Ap.) ¡Qué fácil cayó en la trampa
Juana la contrabandista!
Asent. Ahora, léase el auto
para en caso de allanar
la casa...
Juana. ¡Cómo! ¿Mi casa?
Asent. La ley lo manda y no hay más.
Secret. (Leyendo)
De anteriores diligencias,
ha venido a resultar,
grave indicio, de que en casa
de Juana Ardila, se dan
de contrabando y en venta
73
licores; así, por tal
motivo, el allanamiento
se decreta, del lugar
donde se comete el fraude
por la Ardila...
Asent. Impuesta ya,
pido a usted la casa franca.
Juana. Señor... yo... sola...
Asent. No hay
remedio, señora mía,
así las leyes están
hechas, y solo le queda
derecho de presenciar
la ronda...
Juana. ¡Santo derecho
este que la ley me da!
De suerte que por el dicho
de cualquier zote51 o patán:
porque alguno mal nos quiera,
bien, otro, por adular,
queda una a merced de extraños
y profanado su hogar...
¡Trabajo, qué caro cuestas!
¡A qué precios vienes, pan!
Asent. Franca la casa, señora.
Juana. Bien la puede usted rondar.
(El Juez toma una vela y entra a la alcoba
con los guardas y Secretario. Juana queda a la
puerta y se vuelve al Alcalde).

51
Soquete, persona.
74
ESCENA 14.a
JUANA, ALCALDE EN LA CAJA
Alcalde. (Dentro)
¡Juana! ¡Juanita! ¡Me ahogo!.
Juana. Silencio, Don Trinidad...
Alcalde. ¡Ufff! se me salen los bofes.
Juana. ¿La justicia estrecha está?
Alcalde. No quepo bien y se tuerce
esta vara, más y más...
¿Qué hago, Juanita?
Juana. Un alcalde
de contrabando ¿qué hará?
Hoy ni los que tiene guía.
Alcalde. ¡Por dios, Juanita!...
Juana. Callar.
Si los guardas lo descubren,
Embargan la autoridad.
Alcalde. Pero la vara se tuerce.
Juana. ¿Se va torciendo?
Alcalde. ¡Demás!
Juana. La que se torció una vez
no se vuelve a enderezar.
Alcalde. ¡Uff! Juana, ¡Ya yo no aguanto!
Juana. ¿Suda algo, la autoridad?
Vaya acostumbrando el cuerpo
para cuando llegue allá
a la paila mocha,
Alcalde. ¡Juana!
Juana. Allá sí que va a sudar.
75
Alcalde. ¡Juanita!
Juana. Bien calladito
que ya vuelven...
Alcalde. ¡Kag! ¡Kag! ¡Kag!
(Juana se [sienta] sobre la caja)

ESCENA 15.a
LOS MISMOS, ASENTSTA CON GUARDAS QUE VUELVEN

Asent. (Saliendo)
Señora, ¿no hay otra pieza?
Juana. Sala y alcoba, no más.
Asent. Señor secretario, escriba
y vaya haciendo constar...
Juana. (Sentada en la caja)
Estoy bien arrellenada
sobre el tren municipal.
Asent. No falta sino esa caja:
¿Se puede usted levantar?
Juana. Para qué, señor, si, aquí,
prometo a usted que no hay
el importe de un tabaco,
licores...
Alcalde. (Dentro) ¡Juana! ¡ay!...
Juana. (Paso). ¿La justicia está en aprietos?
Asent. Todo, es preciso rondar.
Juana. Aquí solo guardo, yo,
trebejos de poco más:
los trastos de la cocina,

76
el velero, un alcarraz52,
las muletas de mi abuelo,
ropa interior; ¡pobre ajuar
que ojalá no fuera visto!
Asent. Sí, mi señora, ¡ojalá!;
pero la ley...
Juana. Sí, la ley,
siempre de pantalla está,
para poder a su sombra
profanar así el hogar
del desvalido...
Asent. Alce, usted,
abra la caja...
Juana. (Aparte). Será.
Se llevó el diablo a la Juana
y al Jefe Municipal.
(El Juez se acerca a la caja oliendo).
Asent. A materias fermentadas
me vino un olor... si habrá...
Señora, la llave o mando
rompan...
Alcalde. (Dentro). ¡Hay gente!
Juana. (Le da la llave). Aquí está.
Asent. Como que chilla el revuelto.
(Poniendo oído a la caja)
Alcalde. (Saliendo)
¿Qué hay con el alcalde?

52
Puede referirse a alcarraza: Recipiente de arcilla porosa y poco cocida
que deja rezumar cierta porción de agua, cuya evaporación enfría el
líquido que queda dentro
77
Asent. Acá guardas, que es un fraude
de carne, hueso y gabán.
Un guarda. Señor fraude, no se mueva.
Otro guarda. Don resaca, venga acá.
Alcalde. Tengan respeto a la insinia
del Jefe Monicipal.
Asent. ¿Quién dijo que el contrabando
tiene voto y puede hablar?
¡Silencio! y usted señora
ahora mismo me dirá,
¿Con qué derecho guardaba
este fardo, este costal
de objetos de contrabando?
Alcalde. Soy Jefe municipal
Juana. Proceda usted como quiera
nada tengo que alegar.
Asent. Secretario, asiente usted
la diligencia, formal
nombrando depositario
de este fardo, [o] sea costal,
o de lo que guarda él
contrabando, mientras van,
estos señores, probando
y midiendo.
(El Secretario escribe).
Alcalde. Soy legal.
Juana. Quién dijo a usted que yo hacía
contrabando con...
Asent. ¡Callad!
Después dará sus descargos.
Alcalde. ¿Puede irse la otoridá?
78
Asent, No, señor, queda en depósito,
embargada...
Juana. Yo, pagar
la multa por ese trasto.
¡Adiós! no faltaba más!
Asent. A ver, señor secretario
lea el auto, si ya está.
(el secretario lee)
«Habiendo sido allanada
la casa de Juana Ardila,
por denuncio que se diera
de que en tal casa se hacía
contrabando de licores,
fueron hallados en dicha
casa los trastos siguientes:
(Escribe a medida que van despojando al
alcalde de los chismes que se nombran)
Un alcalde, o sea vasija,
con un calabazo al cuello,
colgado en una mochila; (pausa).
En un bolsillo del frac
tres botellas algo chicas; (pausa).
En las bragas y en un liezno[sic]53
(El Secretario hace como que escribe y
va leyendo, despacio, a la vez que lo hace).
Un frasco y una copita.
Conteniendo estos envases
la fermentada bebida

53
No se encuentra referencia para la palabra liezno. Eventualmente se
trate de Lienzo.
79
de [la] que habla la ley, y como
la señora Juana Ardila,
para descargo o disculpa,
no presentara la guía,
se resuelve por el Juez:
el alcalde se comisa54,
el calabazo, la copa,
botellas, frasco y mochila.
Nombrando despositario
del licor y las vasijas...

ESCENA 16.a Y ÚLTIMA


LOS MISMOS, EL CACHACO Y LUÉGO [SIC] JULIÁN

Cachaco. (toca la puerta).


¡Mi Juana! ¡Mi china!
Juana. ¿Quién es?
Cachaco. (Llamando). ¡Abre, Juana!
Juana. Empuje, está abierta...
Cachaco. (Entrando). ¡Qué hallazgo! ¡qué ganga!
(Sin fijarse en los actores)
Que escapo en un tris
de aquellos canallas,
orita55 me zafo
y corro a tu casa...
A ver, unas copas,

54
Decomisa.
55
De “ora”, ahora.
80
Y (mirándolos) ¿No me acompañan?
pero... ¿Qué sucede? (sorprendido)
¿Qué es esta jarana56?
Juana. ¡Nadita! es el Juez
que ronda mi casa.
Asent. Y luego el alcalde
que cae en la trampa.
Cachaco. No entiendo palote57
de tal zalagarda58.
Alcalde. Y yo mucho menos
estando en la danza.
Julián. (Entrando). Pero en resumidas
¿Qué cosa aquí pasa?
Asent. Señor: que esta niña
las rentas defrauda.
Juana. Que a són [sic] de las leyes
mi hogar se profana.
Alcalde. Y el pobre de Trino
Bedoya, la paga.
Cachaco. Apenas lo miden
con su misma vara.
Julián. ¡Caramba! no digo:
¡Pobre de mi Juana!
Asent. Señores, que acabe,
la cosa va larga.
Alcalde. Que acabe, pero antes

56
Alboroto.
57
Alusivo a no entender nada. Trazo recto y vertical que se hace en papel
pautado como primer ejercicio de escritura.
58
Alboroto.
81
suplico a la dama
y al Juez y al cachaco,
al novio y los guardas
que nada se ofrezca
de Trino, mañana...
En fin, que tapemos...
Juana. Aquí ya no hay tapa.
(Se agrupan).

Asent. Suspenda, usted, secretario,


que en volviendo a la oficina,
Seguiremos: buenas noches.
Alcalde. Mejor será; buenos días,
que a un pobre alcalde Bedoya
Lo cogió infraganti el día...

Juana. (Al público).


Aquí tenéis este espejo,
Miráos [sic] bien la carita:
si la justicia anda en éstas [sic]
¿Cómo estará la Justicia?
Después de haberlo juzgado
aquesta mala partida,
perdón al público pide
Juana la contrabandista.

82
CORPORACIÓN TEATRO BITÁCORAS – 10 AÑOS

La Corporación Teatro Bitácoras es un Colectivo de Creación


Poética, principalmente escénica (danza, teatro, performance…)
que lidera además acciones de gestión, producción y gestión
artística y cultural. Está radicada en el municipio de La Ceja con un
trabajo ininterrumpido desde el año 2011.

Actualmente lidera la Escuela de Formación Escénica Teatro


Bitácoras en el municipio de La Ceja, en alianza estratégica con la
SMP d la Ceja y la Secretaría de Cultura y Juventud del municipio,
en zona urbana y rural. Apoya además la realización de actividades
de danza, teatro y música en la localidad y el oriente antioqueño,
gestión de recursos, producción de espectáculos, entre otros.

Desde el año 2018, sumándose a iniciativas del Instituto de Cultura


y Patrimonio de Antioquia y de grupos como La Barra del Silencio,
ha venido explorando el Sainete, el Teatro Campesino y el Teatro
Histórico. Con el liderazgo del actor y estudiante de Historia Juan
Camilo Valencia se ha conformado, como parte de la escuela, un
Grupo de Estudio y Creación de dramaturgias del oriente
antioqueño de finales del S.X e inicios de Siglo XX.

83
Teatro Histórico en el Oriente Antioqueño. Publicación de 2 obras
de teatro histórico y una reseña de investigación alrededor del
teatro en el XIX y principios del siglo XX en el oriente antioqueño.
Texto complementario a un audiolibro con las obras La Gotera
(1872-73) de Alejandro Villegas Bravo (1829-1880) y Juana La
Contrabandista (1913) de Juan José Botero Ruiz (1840-1926).
Proyecto ganador de la Convocatoria de Estímulos Unidos por la
Cultura del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia. Editado
por Corporación Teatro Bitácoras. La versión impresa Se terminó
de imprimir en noviembre de 2021 en GUSIFIT Litografía, Medellín,
versión digital publicada por Corporación Teatro Bitácoras.

Esta publicación hace parte del trabajo de grado "Teatro Histórico


en el Oriente Antioqueño" de Juan Camilo Valencia Bedoya, para
optar al Título de Historiador, Universidad Nacional de Colombia,
Sede Medellín.

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Blog de Teatro Histórico en el Oriente Antioqueño
(Audiolibro, Ebook y otros materiales)

www.teatrohistoricoantioquia.blogspot.com
Juana La
La Gotera Contrabandista

https://bit.ly/3CwoXcx https://bit.ly/3qVcEof

Compilación e Investigación:

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Juan Camilo Valencia Bedoya

Grupo de Estudio de Teatro Histórico de la Corporación Teatro Bitácoras.

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