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llevaban registros de sus operaciones financieras, tanto las correspondientes a las empresas
privadas, como de las entidades públicas, utilizando para estos propósitos tablillas de barro
Los más antiguos testimonios de expresión contable gráfica de la cultura occidental, son los
encontrados en la baja Mesopotamia los que datan de, aproximadamente, el año 4.500 antes
de nuestra Era. Estos hallazgos corresponden a documentos de tipo administrativo y
contable, con relación a la obligación tributaria que se había de cumplir pagando los
respectivos impuestos al templo 4
Código de Hammurabi, “El código regulaba contratos como los de préstamo, venta,
arrendamiento, comisión, depósito y otras figuras propias del derecho civil y
mercantil. La propia organización del Estado, así como un adecuado funcionamiento de los
templos, exigían el registro de sus actividades económicas en cuentas detallada
no deja de llamar la atención la profunda raigambre que parece haber existido desde
siempre entre la actividad financiera y las religiones organizadas, teniendo a los templos
como centros recaudadores, de ahorro, préstamos y generadores de rentabilidad,
preferentemente por la vía de cobro de intereses.
Los “contadores” en esta Era realizaban sus respectivos cálculos mediante un instrumento
conocido hasta nuestros días. Nos referimos al ábaco. De este primitivo instrumento se
tienen los primeros indicios de existencia hacia el año 2.500 antes de nuestra Era. Es
necesario destacar que en la civilización Babilónica se desarrollaron instrumentos y
operaciones matemáticas que ayudaron a facilitar en cierta manera la labor contable, como
por ejemplo, tablas de multiplicar, ecuaciones algebraicas, algoritmos, etc. Con respecto a
esta materia, López plantea
“Debido al desarrollo comercial que se dio en la época, los egipcios tuvieron la necesidad
de crear funcionarios encargados de inspeccionar el registro de operaciones y la
recaudación de tributos; esto se puede considerar como el origen de los antecedentes de la
auditoria”
La escritura practicada por los egipcios era del tipo pictográfica y jeroglífica, que utilizaban
para sus primitivos registros contables, los cuales quedaban plasmados en lápidas, paredes
de distintos edificios y papiros. Este último era el instrumento material utilizado
habitualmente por los funcionarios para las anotaciones de tipo contable. Con respecto a los
libros que llevaban, Juan Valenzuela señala:
“Estos libros estaban hechos de plantas cuyos tallos cortaban en tiras con las cuales
formaban diferentes capas que se humedecían y golpeaban hasta formar una hoja compacta
que se pulía y secaba; colocadas en capas sucesivas formando entramados, se prensaban y
pegaban de tal manera que el pliego obtenido tuviera forma rectangular o cuadrada. Estas
hojas iban a su vez pegadas por un borde formando, según la extensión del texto, tiras de
hasta 40 metros, que se arrollaban en un palo de madera. Cuando la hoja estaba lista, se
procedía a escribir pintando en los papiros con un cálamo mojado en tintas de varios
colores”
“Puede afirmarse así que los primeros bancos griegos fueron algunos templos. Quizás el
lugar donde los arqueólogos han encontrado más abundante y minuciosa documentación
contable lo constituye el santuario de Delfos donde se han recuperados cientos de placas de
mármol que detallan las ofrendas de los fieles, así como las cuentas de reconstrucción del
templo en el siglo IV antes de Cristo”
No obstante lo anterior, en ese período, la actividad de los negocios trajo como consecuencia
el desarrollo de innovaciones adicionales instauradas por una de las más importante
organizaciones de la época: la Orden del Temple, representada por nuestros ya conocidos
Caballeros Templarios, a quienes se les atribuye haber sentado las bases del sistema
bancario. Estas útiles innovaciones también hicieron evolucionar el registro y certificación de
las operaciones mercantiles. La Orden del Temple fue extinguida por orden papal y totalmente
exterminada por mandato real a principios del siglo XIV, según comentáramos previamente.
“frates” encargados de la tesorería, los cuales procedían a realizar una liquidación de cuentas
de frecuencia trimestral y un cierto tipo de Balance General, que les permitía un ajuste
permanente de los intereses ganados y deducidos. Todas las actividades que desempeñaban
los templarios permitieron a éstos desarrollar un complejo sistema contable, el cual conllevaba
la creación de libros que tenían como función principal el registro de todas sus transacciones.
A modo de ejemplo, se puede mencionar uno de los libros, el cual fue llamado Caxa o Caja.
Las imputaciones en los libros contables de la época se realizaban en números romanos. Esta
práctica permaneció hasta alrededor de la segunda mitad del siglo XIII, luego, los registros
fueron cambiando y las respectivas imputaciones en números romanos se reemplazaron por
la numeración arábiga. Un dato importante a destacar, es que este tipo de numeración en los
registros contables fue implantada en el norte de Italia por Leonardo Fibonacci, en el año
1202. Los registros, hasta esa época, continuaban siendo elaborados a partir del comentado
material pergamino. Esta práctica continuó hasta que los árabes inventaron e implementaron
el uso del papel en Europa.
El nuevo método de partida doble permitía registrar los hechos económicos en diferentes tipos
de cuentas, mediante una inscripción en secciones contrapuestas (debe– haber), o sea,
divididas lateralmente, con la referencia constante de las contrapartidas en todas las
anotaciones. De lo anterior, Francisco López Hernández en su trabajo Historia de la
Contabilidad hace referencia planteando:
En la Europa del siglo VIII se conservó una ordenanza de Carlo Magno, llamada “Capitulare
de Villis”, en la cual se estipulaba la exigencia de llevar a cabo el levantamiento de un
inventario anual de las propiedades del imperio y de su posterior registro en un libro que
tuviese por separado ingresos y egresos.
En la Italia del siglo VIII, la Contabilidad era una actividad usual y necesaria, tanto que en
Venecia se conoció de una casta dedicada a tal práctica en forma profesional y constante. Es
en esta ciudad donde se dio mayor impulso a la Contabilidad. En la Europa Central de los
siglos VIII al XII, la práctica contable se reservó para los escribanos, por órdenes de los
señores feudales. En Inglaterra, el rey Guillermo “El Conquistador”, mandó hacer el
“Demosday Book” donde, entre otras cosas, se registraban los ingresos y egresos de la
Corona. Europa, durante los siglos XI y XIV experimentó cambios económicos, dando lugar a
que la Contabilidad dejara de llevarse por los monjes y amanuenses de los feudos, a la
usanza romana
DESARROLLO DE LA CONTABILIDAD
PERIODOS
L a contabilidad en la A ntigüedad Los primeros documentos que recogen alguna información
económica aparecieron en Mesopotamia, muchos años antes de la era cristiana, y datan de
hace más de seis mil años. Posteriormente aparecieron algunas manifestaciones de
contabilidad en Egipto, entre los años 5400 y 3200 antes de Cristo. De acuerdo con Pagani,
en la Grecia del siglo V antes de Cristo era obligación de los comerciantes llevar libros de
contabilidad. En la Roma antigua, los jefes de familia debían utilizar el Codex Tabulae , para
registrar sus ingresos y gastos. La Ley Paetelia, promulgada en Roma en el año 325 antes de
Cristo, constituyó la primera norma relacionada con los libros de contabilidad. A partir del año
235 antes de Cristo, la contabilidad adquirió gran importancia en la Roma antigua. Para esa
época se utilizaban dos libros, el Adversaria y el Codex , con los cuales los romanos llevaban
un buen control del patrimonio (Sinisterra, Polanco & Henao, 2011). L a contabilidad en la E
dad M edia Aunque no se conocen testimonios sobre la práctica contable en la época feudal,
el gran desarrollo del comercio lleva a pensar que la contabilidad era ejercida exclusivamente
por el señor feudal. Del siglo VIII data la ordenanza de Carlo Magno, el Capitulare de Villas,
que obligaba a sus escribanos a hacer un inventario de las pertenencias del Imperio y a
registrar en libros las transacciones económicas, en términos de ingresos y egresos. La
actividad contable se facilitó mucho entre los siglos VII y IX con la aparición del solidus , una
moneda emitida por Constantinopla. En Italia, entre los siglos VII y VIII , la actividad contable
tuvo mucho auge. En España, en el año 1263, el rey
Alfonso X impuso a los funcionarios públicos la obligación de llevar cuentas anualmente. En
Francia, los hermanos Reinero y Baldo Fini, en el año 1300, añadieron a la práctica contable
las cuentas de gastos y ventas, y en Génova se comenzaron a usar los términos debe y
haber, y la cuenta de pérdidas y ganancias. Finalmente, en 1400 aparece la idea de la
contabilidad por partida doble (Gertz Manero, 1997).
El nuevo método de partida doble permitía registrar los hechos económicos en diferentes tipos de cuentas,
mediante una inscripción en secciones contrapuestas (debe– haber), o sea, divididas lateralmente, con la
referencia constante de las contrapartidas en todas las anotaciones.