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LA MORAL Y SUS CONFLICTOS

Por: Fredy García Mamani


Sin lugar a duda la pena de muerte aparte de ser un tema polémico,
considero que es una de las decisiones mas difíciles de tomar, se necesita
mucho valor y coraje ya que en algunos casos me temo que se pueda
sentenciar a alguien inocente a semejante pena ya que no siempre se dictan
los fallos de manera correcta y se sentencia a los verdaderos culpables. Por
otro lado, el incesto moralmente es rechazado, lo cual considero estar de
acuerdo, e incluso puede generar problemas biológicos graves en caso de
procrear. Ahora bien, ¿pueden enamorarse entre hermanos?, ¿aún formar una
familia? ¿se debe realizar en algunos casos la pena de muerte?
Hablando de una relación incestuosa, en mi cabeza cabe la idea de que
quizá se pueda dar entre primos lejanos, hasta podría aceptar la idea de entre
primos solamente. No lo sé, quien soy yo para juzgar el amor y sus cosas.
Pero, hermanos… me parece algo inconcebible incluso más allá de las
consecuencias biológicas negativas posibles porque se rompe el principio de
donde nace la familia. En el caso de la historia del “Matrimonio” es
inconmensurable e impactante, debió ser brutal la manera en que Don Alberto
de Quintero se enteró de lo que acontecía con sus sobrinos. Me pongo a
pensar en que Richard quizá fue cautivado por la belleza de su hermana, pues
cualquier muchacho de Miraflores y San Isidro hubieran sido capaces de matar
por ella. Ya que ella era “una de esas bellezas que dignifican a la especie y
hacen que las metáforas sobre las muchachas de dientes de perla, ojos como
luceros, cabellos de trigo y cutis de melocotón, luzcan mezquinas” (Tapia,
2022, p. 4).
¿Llegaría a pensar que nadie la merecía? ¿Mucho menos su prometido
poco agraciado, el pelirrojo Antúnez? Algunos de su familia decían que era mas
atractivo que el mismísimo Charles Heston. ¿Se sentiría el único a la altura de
estar con una mujer tan hermosa? Para su mala suerte era su propia hermana
menor, no creo que realmente sentiría lo que él decía a Quintero cuando de
borracho ya en la boda después de que Elianita cayera y Don Quintero la
asistiera enterándose ahí que la muchacha estaba embarazada y darse cuenta
que el pelirrojo Antúnez no era el padre: “Porque yo la quiero como hombre y
no me importa nada de nada, tío” (Tapia, 2022, p. 15). Lo que creo es que, a lo
mejor sentía una obsesión y celo ya que no querría que ningún otro tipo pusiera
siquiera un dedo encima a su hermana.
No cabe duda que Elianita conocía su estado antes de decidir casarse,
quien diría que una niña aparentemente inocente haga algo así. Debió sentirse
fatal el pelirrojo por la manera y el momento en que se enteró de todo, ¿Qué
habrá hecho al respecto? Se suicidaría talvez, no quiero pensar, me da pena
ajena. Sea como fuere, el doctor Alberto de Quintero reflexionaba en la
comodidad de su sillón de cuero, con pipa y un trago en las manos:
Mientras saboreaba el perfume del tabaco y degustaba el placentero
fuego de la bebida, se decía que no había que preocuparse demasiado
por Richard. Él encontraría la manera de convencer a Roberto que lo
enviara a estudiar al extranjero, a Londres por ejemplo, una ciudad
donde encontraría novedades e incitaciones suficientes para olvidar el
pasado. Lo inquietaba, en cambio, lo comía de curiosidad lo que pasaría
con los otros dos personajes de la historia. Mientras la música lo iba
embriagando, cada vez más débiles y espaciadas, un remolino de
preguntas sin respuesta giraba en su mente (Tapia, 2022, p.15)
Aunque no lo dice textualmente, al parecer Richard era el padre del bebe que
llevaba en el vientre, su hermana Elianita. Si yo fuera don quintero, sin bacilar
de manera discreta informaría a los padres de estos, ya que la deshonra se les
venía encima.
Ahora bien, hablemos de Lituma, me da gusto volverme a topar con este
personaje desde “¿quién mato a Palomino Molero?”. Ahora ya como Sargento,
este guardia muy dedicado a su trabajo, siendo ciertamente que muchos no
valoran el trabajo que hacen los efectivos policiales. Y es que tienen razones,
por los graves casos de corrupción en la que muchos de estos están
involucrados junto con jueves y fiscales. Sin importarle eso, ahora asignado al
Callao, Lituma medita respecto al porque a diferencia de su colega le gusta su
trabajo, a lo que el mismo se responde:
Porque, como a otros les gusta el fútbol o las carreras, a ti te gusta tu
trabajo. Se le ocurrió que la próxima vez que algún loco del fútbol le
preguntara “¿Eres hincha del Sport Boys o del Chalaco, Lituma?”, le
respondería: “Soy hincha de la Guardia Civil” (Tapia, 2022, p. 3).
Este buen sargento tiene la difícil decisión de si obedecer o no una clara
orden de sus superiores, y ¿de que se trataba? De teñir sus manos de sangre
aplicándole la pena de muerte aun negro a quien encontró y arrestó en una
propiedad privada del Callao.
Resulta que mientras se dirigía a unos antros de la ciudad buscando a
un colega, vio alguna sombra y se dio cuenta de que un negro calato, así es
calato se había metido a una propiedad privada. Él decía que era un ladrón,
incluso pensó que eran varios, y insinuó que venia con mas refuerzos. “—Las
manos sobre la cabeza, zambo —ordenó el sargento, sin avanzar hacia él—.
Tranquilo si no quieres un plomazo. Vas preso por invadir la propiedad privada
y por andar con los mellicitos al aire” (Tapia, 2022, p. 5).
Este tipo no parecía un hombre normal, empezando porque estaba
desnudo en pleno invierno, no hablaba hacia gritos y ruidos extraños, Lituma
llegó a pensar que estaba loco. Se sorprendió mucho que tenía muchas
cicatrices. Lo lleva a la comisaria. Una vez allí, se notaba que este hombre no
comía durante un buen tiempo y le dan una taza de café. No saben que hacer
con el negro. Un amigo le dice que ese negro vino desde el África. El teniente
superior ordena que lo mate. Pero Lituma y su colega no sabe que hacer duda
al respecto.
Lo llevan a un descampado, una vez allí. Lituma y su colega indeciso no
saben qué hacer, a lo que a su compañero se le ocurre lo siguiente: “—Se me
ocurre una cosa, mi sargento. —A Arévalo le chocaban los dientes como si
estuviera helándose—. Dejémoslo que se escape. Diremos que lo matamos y,
en fin, cualquier cuento para explicar la desaparición del cadáver…” (Tapia,
2022, p. 17). No obstante, Lituma se niega a desobedecer la orden de su
superior.
A lo mejor un conflicto moral interno se le sobrevino a Lituma, y es que
no había fundamentos solidos para hacer algo así, a lo mejor pensó que lo mas
pertinente era informarlo con las autoridades del gobierno o la embajada, pero
en este caso no había razones para aplicar una pena de muerte desde mi
punto de vista. La pena de muerte debe darse en casos extremadamente
graves, como el abuso a menores de edad. Si fuera Lituma no habría matado al
mendigo negro, quizá la conciencia me perturbaría por los años siguientes.
Existe un mismo conflicto moral en el caso de las relaciones incestuosas.

Referencias:
Tapia, R. (2022). El Matrimonio. Qatar ediciones.
Tapia, R. (2022). Lituma. Qatar ediciones.

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