Está en la página 1de 16

R E V I S T A

LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
http://dx.doi.org/10.1590/1415-4714.2018v22n1p38.3

Psicopatología del niño en la era del


custo a la cifra: antecedentes, paradojas y
posibles respuestas
Child psychopathology in an era fascinated
by numbers: background, paradoxes and
posible answers

Héctor García de Frutos*1

38
El artículo analiza la forma de clasificación actual de los malestares
de la infancia y la adolescencia. Localiza los cimientos de la infancia en
el nacimiento de la industria y la sistematización de la escuela, y de las
taxonomías contemporáneas en el viraje epistémico que supuso el DSM
III. Expone algunas inconsistencias de este modelo, y aboga por la clínica
psicoanalítica: permite una aproximación distinta y consecuente a la psi-
copatología por autorizar la elucidación del paciente.
Palabras clave: DSM, psicopatología infanto-juvenil, psicoanálisis,
genealogía, ideología

*1 Universidad de Barcelona (Barcelona, Espanha).


ARTIGOS

Introducción: clínica sin actos o explicaciones

Se admite que el giro epistemológico del DSM III ha marcado el


devenir de la psicopatología contemporánea. La psicopatología clínica,
articulada en torno de las nociones de síntoma y síndrome, cedió en
favor de la psicopatología estadística, cimentada en el criterio conduc-
tual y el constructo de trastorno. El DSM III no fue solo un manual
prometedor ante la comercialización a gran escala de los psicofár-
macos en la década de los 70 en los EEUU. Tampoco únicamente la
réplica del cientificismo1 al clamor suscitado por el ya casi olvidado
movimiento antipsiquiátrico. Ni exclusivamente la materialización del
anhelo de devolverle a la psiquiatría su aura científica mediante el uso 39
de la cifra, en plena hegemonía del modelo biomédico en medicina.
En EEUU el DSM III se erigió en respuesta administrativa eficaz a la
creciente demanda de atención al padecimiento psíquico, influyendo
decisivamente en Europa en la misma dirección.
Sin embargo, el empuje a la gestión eficaz de la salud mental
pública no es nuevo: las clasificaciones públicas como la sección F de
trastornos mentales de la CIE (incluida por primera vez en la CIE 6 en
1949) o el DSM (cuyo primer borrador, el Medical 203, se gestó en el
ámbito de la psiquiatría militar, de la mano de William C. Menninger,
tras la Segunda Guerra Mundial) nacen y persisten con vocación
de gestionar poblaciones. Se constituyen pues tras el horror del

1
Ideología basada en un autoritarismo científico que postula que cualquier problemática
social debe resolverse con metodología inspirada en la ciencia, que ignora decididamente todos
los límites del saber que las ciencias ha puesto de manifiesto (Peteiro, 2010), y que tiene en la
promesa de progreso constante e ilimitado su dogma de base.

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
R E V I S T A
LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

exterminio sistematizado, y en los albores de la cibernética: se constataba que


la razón humana producía monstruos, y que era posible una razón artificial
sin falla, aséptica. ¿En qué supuso el DSM III un “avance” en el empuje
biopolítico? En que inauguró la Evidence Based Medicine en el campo de
los trastornos mentales. Ello, con la connivencia de la promoción del modelo
biopsicosocial en salud mental (Engel, 1977), contemporáneo al nuevo DSM.
Hoy, la clasificación orientada a lo público apunta esencialmente a
“categorizar datos” con el fin de homogeneizar el lenguaje de los agentes
implicados (Gobierno, investigadores y médicos), y decidir “contrataciones de
servicios”, “discapacidades” o “intervenciones” (Sartorius, 2012). El dato y
la categoría de la que resulta (no existen los datos brutos, pero mucho menos
en el ámbito psicopatológico) determinan así las prácticas que convienen a la
salud pública. En el horizonte: la salud mental como imperativo del desarrollo
humano (Püras, 2017). Pero concebir que la práctica taxonómica consista
esencialmente en categorizar datos conlleva lógicamente una devaluación
decisiva del factor explicativo. A la par, este formateado elide el acto clínico
en favor del protocolo, y facilita el recurso al test psicométrico.
Esta doble determinación de exclusión (del factor explicativo y del
40 acto clínico) incide particularmente en la clínica con niños y adolescentes:
se torna iterativa, carente de matices, ortopédica. En el diagnóstico, tiende
a desentenderse de la historia subjetiva, reduce al mínimo la anamnesis,
banaliza la palabra del niño y opta esencialmente por medir sus capacidades.
El uso sistemático de tests psicométricos excluye definitivamente la
sorpresa: toda respuesta no medible es descartada. En el tratamiento, es afín
al uso de medicación, a la indicación de pautas generalizadas, así como a
la prescripción de tratamientos reeducativos o de inspiración conductual.
Nuestra primera hipótesis de trabajo es que esta orientación tiene precedentes.

La institucionalización de la infancia desde el siglo XVIII

Sólo es posible distinguir una psicopatología específicamente


infantojuvenil si previamente se ha concebido la infancia como estado
diferenciado del desarrollo. Si le debemos a Rousseau la distinción filosófica
entre niño y adulto, el recurso a la historia permite razonar que la infancia
como hoy se concibe en salud mental deriva de dos modificaciones sociales
fundamentales: la escuela, y la salud pública.

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
ARTIGOS

Es decisivo a este respecto el siglo XVIII. Es el de Rousseau, pero también


el de la revolución industrial, que dio lugar a “un encasillamiento más tupido
de la población” (Foucault, 1999). El pobre fue desacralizado (sabemos del
valor moral fundamental de la pobreza para el cristianismo) y categorizado por
el estadista: buenos y malos pobres, vagos voluntarios, parados involuntarios,
aptos, incapaces... También el loco: la cristalización definitiva de la enfermedad
nerviosa se produjo durante este siglo a raíz de la publicación de numerosas
monografías de autores británicos y franceses (Álvarez, Esteban y Sauvagnat,
2004). Era preciso elevar el nivel de salud del conjunto del cuerpo social,
e incorporar al máximo número posible de sujetos al aparato productivo
industrial. Es decir: preservar, mantener e incrementar la fuerza de trabajo. Ello
establece las bases para la consolidación del higienismo en el siglo XIX. Los
niños de clases populares son incorporados a la mano de obra industrial, y eso
reconfigura las políticas de natalidad, supervivencia infantil y desarrollo óptimo
de la población. Aunque el hijo sigue sumiso al orden patriarcal, el Estado se
encargará de promover entre los padres obligaciones sobre el cuidado físico, la
lactancia, la vestimenta y el ejercicio. La familia ya no es solamente un sistema
de parentesco, un estatuto social, un sistema de transmisión de bienes; es un
medio físico denso, que envuelve y mantiene el cuerpo del niño (Foucault, 41
1999). En definitiva, la modernidad es la época en que nace la inquietud por el
niño en su calidad de cuerpo-infantil; “la invención de la infancia se produce y
concreta en el contexto de una «familiarización» creciente de la sociedad que se
despliega desde el siglo XVIII y donde la medicina tiene un papel protagonista”
(Orellana, 2005). Constatamos como la conformación de la infancia depende
entonces de políticas públicas y del discurso hegemónico, que cincelan un
cambio en las formas de vida promovidas por las mutaciones en la economía
productiva y la mano de obra. Puede quizás establecerse un paralelismo con el
siglo XXI: hoy la salud mental de la infancia, la garantía de la plenitud en sus
capacidades cognitivas, la promesa de su autonomía, creatividad y resiliencia,
son requisitos que responden a la reconfiguración del mercado laboral que han
producido la revolución de la información, el declive de la economía real y la
robotización creciente.
La construcción de un modelo de niñez, acorde con una política de
normalización social, depende en cualquier caso de la institución escolar
(Orellana, 2005). Es comprometido fechar el origen de la institución escolar;
situemos pues su lógica discursiva: es la creencia en que la formación
libre de los niños dentro del medio adulto y familiar debe sustituirse por la
delegación de la labor educativa a especialistas en una institución cerrada que

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
R E V I S T A
LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

aísla los cuerpos infantiles. Se institucionaliza la fisura entre el saber escolar


y el de la vida cotidiana: la separación escolar hace de la escolarización
un proceso materialmente separado del proceso de producción (Laporte,
1975). Fábrica y escuela son espacios cerrados y reglamentados. El alumno
y el obrero encarnan el lugar del no saber: todo el saber del que pudieran
disponer resultaría inútil y será desacreditado. Se establecen en la escuela
técnicas de reglamentación y orden de la vida diaria; los contenidos a
enseñar se jerarquizan y universalizan. El ejemplo paradigmático sea quizás
el modelo establecido por Juan Bautista La Salle en el siglo XVIII: el que
ve la consagración del “Santo Pedagogo”, fundador de los hermanos de las
Escuelas Cristianas y hoy patrono de los educadores. El furor educandis que
Grimm detectó como la pasión de su siglo lo anima. La disciplina universal
sobre los cuerpos de los hijos de las clases populares (las escuelas eran
gratuitas) es aplicada por Hermanos, modelos a imitar, sustitutos de unos
padres que “han abandonado a los hijos a sus propias conductas”. La Regla,
sostenida en la mirada omnipresente de Dios, se impone en el vestir, la
limpieza, el mirar y el decir: es imperativo que el cuerpo del niño no sea sede
de goce (Grosrichard, 1975).
42 Si en los siglos XVIII y XIX se impuso el higienismo con la aparición
de la revolución industrial, la época contemporánea vive en el primer mundo
la consolidación de la salud mental como preocupación social (¿laica?) de
primer orden. La competitividad inter pares, particularmente en el ámbito
del predominante sector servicios, formatea tecnologías del yo afines a
los nuevos mercados. El imperativo social demanda emprendedores y
personalidades hechas a sí mismas. El reverso se presenta en la escuela: el
discurso cientificista promueve el cribado universal para clasificar a los niños
en función de sus competencias e identificar los sujetos con trastornos para
proponerles tratamientos específicos de su déficit. Establece su primacía
degradando los saberes pedagógico y educativo: éstos carecen de aval
científico y eficacia empíricamente demostrada, son impotentes para abordar
a los chicos con trastorno, culpabilizan al niño al desconocer su afectación
deficitaria real (al nivel del cerebro). Pero también devalúa el saber intuitivo
de los progenitores acerca de las particularidades del hijo, reconfigurando la
filiación: los padres no son responsables de los síntomas de sus hijos, pero
la genética transmitida es un factor de riesgo decisivo. Encontramos en La
Salle un precedente de la voluntad de negación del cuerpo como espacio de
satisfacciones, hoy retomada por el cientificismo que reduce el cuerpo al
organismo, y el síntoma a la disfunción cerebral.

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
ARTIGOS

La cifra sustituye al ideal en un nuevo higienismo; y lo propio del


cifrado es producir una razón sin sentido, ahistórica e incorporal.

Taxonomías de la cifra para sujetos sin pasado

Si bien conviene elucidar el presente por la lectura del pasado, la lógica


del paralelismo histórico corre el riesgo de pecar de “anacronismo historio-
gráfico”: el estudio del pasado manteniendo un ojo puesto en el presente,
la escritura ahistórica de la historia en la medida en que extrae el dato fuera
del contexto social y político (Huertas, 2001). La teoría de la información,
que hace equivaler dato e idea, es propensa a este desliz. En la metáfora
computacional que gobierna la psicología el dato se pretende apolítico. Una
vez extraído de la persona objeto de estudio afirma una verdad unívoca,
libre de las huellas reales de la cronología (aunque sea un dato fechado): la
serie de medidas produce un destino aséptico. Eso no excluye sin embargo
la comprensión y los prejuicios. En el procesamiento computarizado, el
algoritmo aísla un contexto por vecindad semántica entre términos y el
número de veces que aparecen juntos, instaurando un pensamiento hegemó- 43
nico que excluye su fundamento: la autoridad ética o moral, la lectura fundada
en el juicio, la enarbolación argumentativa. Es la clase de razón que opera tras
los ítems del test, o los criterios diagnósticos del DSM: gobiernan no pese a,
sino por ser reiterativos. Son lenguajes cerrados sobre sí que cortocircuitan la
palabra dicha y la lengua. Los informes diagnósticos devienen textos sin autor
cuya pretendida objetividad enmascara el silenciamiento de la historia del
sujeto y su familia. Esta metodología obtiene el apoyo de no pocas progeni-
tores, que prefieren no saber nada de eso que podría concernirles íntimamente.
¿Pero es sólido su fundamento epistémico?
Puede constatarse una doble tendencia en la psiquiatría mainstream,
ejemplificada en Sartorius (2012): por un lado, una vez admitida la preca-
riedad del conocimiento científico respecto de la patogénesis del trastorno
mental, se avala el “lenguaje común” del proyecto DSM por otorgar a los
clínicos una gran fiabilidad diagnóstica. Por el otro, se alerta de que la clasi-
ficación reconocida obstaculiza la investigación innovadora, mientras se
desprecian las clasificaciones locales y se explicita el deseo de homogeneidad
en los tratamientos. El DSM progresa a partir de las últimas y mejores inves-
tigaciones científicas, pero a la vez es desacreditado (como hizo Insel, 2013),

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
R E V I S T A
LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

director del NIMH, duas semanas antes de su publicación) por su nula validez
científica: las categorías diagnósticas se validan finalmente por consenso.
Esta doble tendencia es complementaria: impulsa el desvío de fondos al
revolucionario proyecto RDoC, que busca marcadores biológicos y conduc-
tuales transclínicos (Reardon, 2017), mientras en la práctica clínica la gestión
de poblaciones en base a un diagnóstico prefabricado prospera, alimentada
por el “fetichismo de la cifra” (Laurent, 2013a): un goce que las autoridades
sanitarias incentivan sin descanso. Se revela una posición ética heredera
del cinismo: la fiabilidad es fruto de la decidida estrechez de exploración
mediante criterios observacionales reiterativos; la misma lógica debe imperar
en la evaluación y selección de los tratamientos, quedando el contradictorio
pedido de innovación y heterogeneidad epistémica sin consecuencias. En
cuanto al RDoC, en cierto modo una reedición del proyecto RDC que en 1972
precedió la creación del DSM III (Shorter, 2013), conviene para mantener el
statu-quo: las revoluciones restablecen, en su circularidad, al Amo en su sitio
(Lacan, 1969-70/1992). El profesional puede elegir una u otra posición, pero
seguirá usando diagnósticos establecidos y obtenidos por checklist, desechará
posiciones fenomenológicas e hipótesis explicativas, y tanto su posición
44 subjetiva como la del paciente, tantas veces admitidas, quedarán excluidas
del procedimiento real y su evaluación. El imperativo de la medida, la cien-
tificidad y el ideal de progreso persisten. El cuestionamiento ético (¿quiero el
bien de mi paciente? ¿Por qué motivos? ¿Por qué medios?) queda a lo sumo
delegado a los comités de ética. No en vano, se responde ante las burocracias
sanitarias y los imperativos sociales, no ante los vericuetos del propio deseo
y las respuestas subjetivas consecuentes. El deseo inconsciente sigue siendo,
en este siglo XXI, el elemento rechazado en la psicopatología. El unifor-
mismo social propio de esta burocratización del saber sobre el padecimiento
deriva en “una impotencia cada vez mayor del hombre para alcanzar su propio
deseo” (Lacan, 1960/2005). Y es que el deseo, fundado en la lengua materna,
remite a la paradoja de una semántica privada.

El deseo y el síntoma psicoanalítico eluden la taxonomía

El deseo inconsciente es objeto del psicoanálisis. Aunque los síntomas


sean su índice, y tengan una presentación típica, dos síntomas nunca tienen
la misma estructura y significación. Esta concepción objeta a la lógica taxo-
nómica del diagnóstico psicopatológico, de la misma forma que el caso en
Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
ARTIGOS

psicoanálisis (singular) siempre objeta a la teoría (con pretensión universal).


Objeta entonces a las taxonomías segregativas tipo DSM, que crean grupos
homogéneos de pacientes con la misma etiología, curso, duración y resultado,
para distinguirlos de lo normal, cuya medida es la distribución estadística.
Paradójicamente, el psicoanálisis norteamericano, quizás por sustituir
la indagación del deseo inconsciente por el refuerzo del yo, abanderó las
dos primeras versiones del DSM, pero curiosamente también decantó el giro
decisivo del DSM III. Las primeras contemplaban los síndromes como reac-
ciones del psiquismo, postulando la causalidad psíquica y habilitando la
dimensión explicativa: de ahí la afinidad. En cambio, en el DSM III podemos
situar dos vías de influencia: la adversa, por el rechazo que suscitó en algunos
adalides de la psiquiatría estadística que abandonaron su formación analítica
(Spitzer y Frances, entre otros); y la activa, pues distintos institutos y socie-
dades del psicoanálisis estadounidense consiguieron hacer pasar algunas
enmiendas a la configuración del DSM III (Shorter, 2013).
Ahora bien, la articulación del psicoanálisis freudiano a la psicopato-
logía fue de otro orden: nunca recusó el diagnóstico diferencial, ni negó la
herencia que recibió de la psiquiatría clásica, pero su fundamento clínico es lo
que puede elaborar el paciente de su síntoma. Freud reforzó así la distinción 45
entre psicosis y neurosis: modificó la presentación clínica de la histeria, abrió
la lectura significante de la neurosis obsesiva, y precisó los modos de autoe-
rotismo en la psicosis (a la par que desestimó su tratamiento por el psicoaná-
lisis). Mantuvo una posición ética muy distinta a la implícita en el modelo de
trastorno, precisamente por universalizar el síntoma y darle al sujeto la posibi-
lidad de leerlo. Una posición afín a la que promueve, hoy, el Alto Comisionado
de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuando reclama una nueva
aproximación que incluya la atención y el apoyo individualizados, centrados
en la palabra, en detrimento de un modelo biomédico que ha promovido una
excesiva e ineficaz medicalización de las enfermedades mentales (Püras,
2017). “Déjenos hablar” es el slogan que propone: no es otro que el de la inau-
guración del ‘momento Freud’ en la historia de la psicopatología.

Paradojas e incidencias de los “trastornos del neurodesarrollo”

La raíz actual de los trastornos de la infancia y la adolescencia reposa


en el modelo biomédico evocado en el punto anterior. El DSM 5 mantiene la
objetivación del trastorno infantil a la par que abandona el ateoricismo que fue
Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
R E V I S T A
LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

su divisa desde el DSM III al sustituir la categoría “Trastornos de inicio en la


infancia y la adolescencia” por “Trastornos del neurodesarrollo”. Si en el DSM
IV los trastornos del desarrollo eran solo los de tipo autístico, en el 5 los del
neurodesarrollo subsumen el TDAH y los trastornos del aprendizaje, entre
otros. Pero los trastornos catalogados bajo esta rúbrica carecen de biomarca-
dores probados. ¿Cómo puede un trastorno del neurodesarrollo carecer de
biomarcadores? Muchos estudios pretenden aislar genes implicados en los
trastornos mentales, o precisar su fundamento cerebral… pero son especula-
tivos. No hay lesión, afectación o anomalía clínicamente observable. Y carecen
de toda consecuencia diagnóstica o terapéutica aprobada: el diagnóstico sigue
siendo clínico, y los tratamientos afines siguen anclados en fundamentos epis-
témicos anteriores a las consecuencias de la demostración experimental de la
neuroplasticidad. Ésta lleva hoy a considerar lo neuronal y lo psíquico como
campos causales diferenciados (Ansermet y Magistretti, 2006).
El cambio de nombre, por tanto, indica no solo la reintroducción de la
teoría, sino cierta incoherencia en un manual cuya divisa es la eficacia admi-
nistrativa y la utilidad de producir de un “lenguaje común”. Se asevera un
fundamento neural del trastorno; desconocemos los motivos, pero intenta-
46 remos elucidar algunos ejes de su andamiaje implícito.
Hay una primera paradoja que merece resaltarse: se postulan trastornos
del neurodesarrollo, pero no hay episteme fundamentada sobre lo que sería
un desarrollo neurotípico. Factores como la neuroplasticidad o la epigenética,
por los que el organismo responde al ambiente, llevan más bien a postular la
singularidad cerebral (Ansermet y Magistretti, 2006). La misma consideración
subyace en la expresión ‘neurodiversidad’, que algunos sujetos con autismo
defienden en los EEUU para despatologizar su ser.
El trastorno del neurodesarollo nos parece en cambio el correlato de la
promoción de la noción de “espectro”: en el autismo obviamente, pero de
forma implícita en la lógica estadística propia de todo trastorno. Ya advertía
Canguilhem (1971) que reducir la normalidad a su sola medida estadística
conllevaba la anulación de la noción de enfermedad. En efecto, ¿dónde situar
en el continuo de datos el punto de corte que distingue lo patológico de lo que
no lo es? Un ejemplo: se mide cada vez más, pero son varios los trastornos del
neurodesarrollo de los que ya no se especifica la prevalencia, cuando sí era
explícita en el DSM IV.
Las nociones como “déficit” o “dificultad” son así epistémicamente
frágiles. La única valoración de lo que no va es la medida cuantitativa: el
trastorno carece de entidad propia, y por eso se define solo por algo que falta.

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
ARTIGOS

Un trastorno es, per se, indefinible. La normalidad que necesita se estrecha


hasta perder su esencia; pero no por intereses más o menos obscenos (Frances,
2014), que también, sino por la idiosincrasia misma del saber estadístico.
A la vez, como indica Allen, el DSM 5 hace más laxos algunos criterios
diagnósticos y amplía su extensión. El TDAH, el TEA y el trastorno espe-
cífico del aprendizaje (TA) presentan mayor prevalencia que en el DSM
IV. Esto introduce una segunda paradoja: hay más niños diagnosticables,
y tener un trastorno es casi cotidiano; pero a la vez la denominación de la
nueva categoría reviste una semántica de mayor gravedad (el cerebro estaría
realmente afectado).
¿Mayor casuística y declaración de causalidad biológica se traducen en
más ventas de medicación? Sin duda, éste es uno de los grandes intríngulis
del asunto. Digámoslo claro: el nuevo DSM 5 no va a acotar el crecimiento
sostenido que vive la venta de metilfenidato para tratar el TDAH (ONU, 2012).
Sin embargo, conviene recordar que si el viraje de los 80 hacia la psiquia-
tría científica ateórica de etiología biologicista fue impulsado por la comer-
cialización de los psicofármacos, no se diseñó para ésta: son las farmacéuticas
quienes adaptan sus productos al manual (Shorter, 2013). Además, hoy no hay
psicofármacos eficaces para el tratamiento de los demás trastornos del neuro- 47
desarrollo. La operación DSM es más ideológica que comercial.
Un examen de la casuística permite constatar que este etiquetado cumple,
socialmente, cierta función. Permite efectos de nominación en una infancia
en la que padres y maestros presentan cada vez más dificultades para sostener
su posición de autoridad; en que la estructura familiar se ha pluralizado; en
que la vida es más líquida y global. La ciencia no solo universaliza, sino que
produce términos que unifican. Cuando se usan siglas, algo muy común en los
diagnósticos infantiles (TDAH, TEA, TA…), la pérdida de la semántica potencia
la rigidez de la designación. Los sujetos pueden, así, hacer de su trastorno un
nombre propio o un uso que les define y resignifica (Hacking, 1995).
En una época de decadencia del ideal, superado por la liberalización en
los modos de vida, las producciones audiovisuales recuerdan que un trastorno
puede ser desde una marca de estilo hasta una potencialidad excepcional.
Uno puede, debe, ser su propio ideal. Así como el trastorno es deficiencia del
propio cerebro, sin implicaciones psíquicas o familiares que lo contemplen
como síntoma enlazado al Otro, se espera del menor que sea voluntarioso en
combatir sus déficits; y más allá que elija, sea dueño de sí mismo, de su vida,
de sus decisiones. Eso tiene su incidencia en los adultos.

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
R E V I S T A
LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

Conclusiones: respuestas de la clínica psicoanalítica


a la infancia generalizada

En el primer apartado, situamos cierto paralelismo entre el obrero y


el niño escolarizado: ambos son sujetos que al entrar en la institución son
despojados de su saber propio para responder a un funcionamiento ajeno
repetitivo. Cierta tipología de tratamiento de los trastornos mentales con niños
y adolescentes se funda en la misma operación. Pero en el siglo XXI asistimos
a otra clase de formateado del ser del hombre, el cual se revela abiertamente
contradictorio: consiste en la promoción simultánea del hombre hecho a
sí mismo, y del hombre sin atributos que se presta siempre a ser evaluado.
Tienen algo en común: recusan las marcas de la propia historia.
Jacques Lacan acuñó el término de “niño generalizado” para pensar la
subjetividad contemporánea, atrapada entre la captura del cuerpo por esta
doble operación: su captura en el discurso de la ciencia, y su constitución
como mercancía en el mercado global. El concepto común a estos cuerpos
es el de goce puesto al servicio de un circuito. Si del cuerpo del obrero se
extrae la fuerza de trabajo para producir una plusvalía distinta a sí mismo,
48 el cuerpo del niño funciona en sí mismo como objeto de satisfacción para
el adulto en posición materna. El niño generalizado es lo que aparece en la
realidad de los hombres cuando, a diferencia del obrero, son a la vez cuerpo
productor y mercancía producida. Es lo que la expresión “recursos humanos”
hace resonar: el cuerpo mismo del hombre es el recurso. Es la forma en
que proponemos leer la promoción del emprendedor, el self-made man, el
freelance, indistintamente entre todas las clases sociales.
En cuanto al rechazo de la propia historia, remite a un tiempo
de progreso no escandido. Da cuenta de ello la erosión marcada de la
importancia de los ritos de paso en la sociedad capitalista contemporánea.
Un rito de paso es un momento de ruptura subjetiva instituido culturalmente,
marcado por el forzamiento de un significante distinto que viene a marcar
una separación con uno anterior que signaba el ser del sujeto (Miller, 2014).
Como mostró Freud, su modalidad princeps es el acto paterno de separación.
El “niño generalizado” indica que los sujetos tienen hoy mayor dificultad para
la separación. La modalidad de goce privilegia el lazo madre-hijo (Laurent,
2007). El consumismo, propio esencialmente de la pulsión oral, remite a esta
no escansión en los tiempos del goce.
Es otro tiempo. Las instituciones no son hoy cerradas y homogéneas como
la fábrica y la escuela de los siglos XVIII y XIX. La heterogeneidad de discursos
Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
ARTIGOS

es patente en la sociedad actual, siendo su devaluación manifiesta el signo


distintivo de la época. Las palabras no sellan la creencia, y la cifra ha tomado
ahí el testigo: en su vertiente contable (somos capitalistas de nosotros mismos),
pero también en la mesurable. La fe propia de la clínica (lo creo si lo veo) ha
dejado paso a la fe cientificista (lo creo si es medido). Los niños difícilmente
pueden oponerse a ello, pero a muchos adultos hoy les resulta casi imposible.
A lo largo del texto hemos tratado de mostrar que el proyecto DSM,
solidario de esta fe cientificista, se asienta en una serie de paradojas o
aparentes contradicciones. Favorece cierta concepción de la psicopatología
y la clínica con un marcado componente ideológico que encuentra sus
antecedentes en modificaciones sociales y gubernamentales rastreables a
partir del siglo XVIII. Esta ideología es la de hacer del signo un dato y del
dato una cifra, y mediante la cifra instituir una categorización universal ajena
al decir del paciente y el acto del profesional. Hemos defendido una salida
alternativa: la concepción freudiana y lacaniana del síntoma. Si la civilización
es un sistema simbólico que pretende la imposición del bienentendido, y
la convergencia del deseo a partir de una homogeneización, la invención
de Freud ha hecho posible que el sujeto pueda apropiarse de su historia
inconsciente y producir otra cosa con ella. Para ello, como se sabe, la infancia 49
es decisiva: es el momento más plástico a para que el niño pueda elaborar
respuestas alternativas, pues las defensas no están aún establecidas (Miller,
2014). La rigidez de las terapéuticas reeducativas y cognitivo-conductuales
lleva a la pérdida de una excelente oportunidad: la de que el sujeto pueda
incidir, interpretación mediante, en sus marcas familiares.
Conviene una última aclaración: el psicoanálisis, por postular un uso
posible del inconsciente freudiano, fundado en la represión y en la inercia de lo
que quedó borrado, no puede ser equivalente a una psicopatología explicativa.
Puede ser afín a una psiquiatría que dé valor a la anamnesis, al significado
e historia de los síntomas, a su descripción detallista… pero no se confunde
con ella. Ello, debido a que el auténtico diagnostico en psicoanálisis es
siempre el autodiagnóstico (Miller, 1998), pues el saber es el del inconsciente
que encamina al sujeto, no el del profesional. Y porque la propuesta del
psicoanálisis (hacer existir el saber inconsciente mediante la hipótesis de un
sujeto que lo articula con la verdad) no tiene pretensión universal. En eso,
aporta ligereza a la práctica y permite una clínica del caso único, cada vez.
Sólo así, mediante la impronta de la diferencia que propone el “cada
vez”, es posible aislar una singularidad que no responda a las huellas
indelebles de la propia existencia. Éstas, inconscientes, son algo más que una

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
R E V I S T A
LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

guía o una brújula para el sujeto: constituyen los raíles de un trayecto que no
pocas veces acaba en la estación de destino prevista. Hablar, entonces, para
desmontar parcialmente esos raíles, que son la norma a la que cada quién se
halla ligado. Las variantes ideológicas a las que obedecemos son disfraces de
ese destino pre-constituido. La cura analítica, entonces, si está guiada por el
acto clínico que admita la sorpresa, permite al sujeto no sólo cierta subversión
respecto de la norma ideal; sino también cierta transgresión natural del
imperativo que lo hace homogéneo a su propia tendencia.

Referencias

Álvarez, J. M., Esteban, R., & Sauvagnat, F. (2004). Fundamentos de psicopatologia


psicoanalítica. Madrid, España: Síntesis.
American Psychiatric Association (2014). DSM-5, Manual diagnostico y estadístico
de los trastornos mentales. Madrid, España: Médica Panamericana.
American Psychiatric Association (1987). DSM III R. Washington DC: APA.

50 American Psychiatric Association (1994). DSM IV. Washington DC: APA.


Ansermet, F., & Magistretti, P. (2006). A cada cual su cerebro: plasticidad neuronal
e inconsciente. Madrid, España: Katz.
Canguilhem, G. (1971). Lo normal y lo patológico. Buenos Aires, Argentina: Siglo
XXI.
Engel, G. L. (1977, April). The need for a new medical model: a challenge for
biomedicine. Science, New Series, 196(4286), 129-136.
Foucault, M. (1999). La política de la salud en el siglo XVIII. In Estrategias de poder
(pp. 327-342). Barcelona, España: Paidós.
Frances, A. J. (2014). ¿Somos todos enfermos mentales? Barcelona, España: Ariel.
González Barrón, R. (Dir. y coord.) (2000). Psicopatología del niño y del adolescente.
Madrid, España: Pirámide.
Grosrichard, A. (1975, mars). Le Saint Pédagogue. Ornicar 2, 19-40.
Hacking, I. (1995). The looping effects of human kinds. In D. Sperber, D. Premack,
A. J. Premack, Causal cognition: a multidisciplinary debate (pp. 351-383).
Cambridge, MA: Harvard University Press.
Huertas, R. (2001). Historia de la psiquiatría. ¿Por qué? ¿Para qué? Tradiciones
historiográficas y nuevas tendencias. Frenia, I-1, 9-36.
Insel, Th. (2013). Transforming diagnosis. Thomas Insel’s blog in the website of
the National Institute of Mental Health, USA. Recuperado em 11ago.2018, de:
Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
ARTIGOS

<https://www.nimh.nih.gov/about/directors/thomas-insel/blog/2013/transforming-
diagnosis.shtml>.
Lacan, J. (1992). El seminario. Libro XVII, El reverso del psicoanálisis. Buenos
Aires, Argentina: Paidós. (Trabajo original publicado en 1969-707).
Lacan, J. (2005). El triunfo de la religión, precedido del Discurso a los católicos.
Buenos Aires, Argentina: Paidós. (Trabajo original publicado en 1960).
Lacan, J. (2012). Alocución sobre la psicosis del niño. In Otros Escritos. Buenos
Aires, Argentina: Paidós. (Trabajo original publicado en 1967).
Laporte, D. (1975, mars). Histoire de l’éducation. Ornicar 2, 41-53.
Laurent, É. (2007). Las nuevas inscripciones del sufrimiento en el niño. In S. Goldber,
& E. Stoisa, Psicoanálisis con niños y adolescentes: lo que aporta la enseñanza
de Jacques Lacan. Buenos Aires, Argentina: Grama.
Laurent, É.(2013a). La batalla del autismo. Buenos Aires, Argentina: Grama.
Laurent, É. (2013b). La crisis post-DSM y el psicoanálisis 1 y 2. Látigo. Recuperado
en 11 ago. 2008, de: <http://www.latigolacaniano.com/textos.html>. Acceso en:
11 ago. 2018.
Miller, J.-A. (1998). Elucidación de Lacan. Charlas Brasileñas. Buenos Aires,
Argentina: EOL-Paidós.
Miller, J.-A. (2014). Prefacio. In H. Bonnaud. El inconsciente del niño. Barcelona, 51
España: RBA/Gredos.
ONU, International Narcotics Control Board (2012). Annual reports. Recuperado en
11 ago. 2008, de: <http://www.incb.org/documents/Publications/AnnualReports/
AR2012/abuse_prescription_drugs.pdf)>.
Orellana, N. C. (2005). Foucault y el saber educativo. Segunda parte: La invención
de la infancia. Revista electrónica Diálogos educativos, 5(9), 20-28.
Peteiro, J. (2010). El autoritarismo científico. Málaga, España: Miguel Gómez.
Püras, D. (2017). Special Rapporteur on the right of everyone to the enjoyment of
the highest attainable standard of physical and mental health. Recuperado en 11
dic. 2008, de: <https://www.ohchr.org/EN/NewsEvents/Pages/DisplayNews.
aspx?NewsID=21480&LangID=E>.
Reardon, S. (2017). US mental-health agency’s push for basic research has slashed
support for clinical trials. Recuperado en 10 sept. 2008, de:: <https://www.nature.
com/news/us-mental-health-agency-s-push-for-basic-research-has-slashed-
support-for-clinical-trials-1.22145>.
Sartorius, N. (2012). Metaefectos de la clasificación de trastornos mentales. In D. A.
Regier, W. E. Narrow, E. A. Kuhl, & D. J. Kupfer, DSM-5: Evolución conceptual
(pp. 55-74). Madrid, España: Panamericana.
Shorter, E. The history of DSM. In J. Paris, & J. Phillips (Eds.) (2013). Making the
Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
R E V I S T A
LATINOAMERICANA
DE P S I C O P A T O L O G I A
F U N D A M E N T A L

DSM-5: Concepts and Controversies (pp. 3-20). New York, NY: Springer.
Whitaker, R. (2015). Anatomía de una epidemia. Madrid, España: Capitán Swing.

Resumenes

(Psicopatologia da criança na era do culto aos números: antecedentes, paradoxos


e possíveis respostas)
O artigo analisa a forma atual de classificação dos desconfortos da infância e
adolescência. Localiza os fundamentos da infância no nascimento da indústria e na
sistematização da escola e das taxonomias contemporâneas na virada epistêmica que
supunha o DSM III. Expõe algumas inconsistências desse modelo e defende a clínica
psicanalítica: permite uma abordagem diferente e consequente à psicopatologia para
autorizar a elucidação do paciente.
Palabras-chave: DSM, psicopatologia infantil-juvenil, psicanálise, genealogia, ideologia

(Child psychopathology in an era fascinated byr numbers: background,


paradoxes and possible answers)
52 This paper analyses the current form of classification of malaise in children and
adolescents. It localizes the foundations of childhood in the birth of industry and the
systemization of school, as well as those of contemporary taxonomies in the epistemic
turn caused by the DSM III. It exposes some of the inconsistencies of this model and
advocates for psychoanalytic cure, allowing a different and consequent approxima-
tion to psychopathology that allows to understand patients better.
Key words: DSM, childand adolescent psychopathology, psychoanalysis, genealogy,
ideology

(Psychopathologie de l’enfant à l’ère du culte aux chiffres: antécédents,


paradoxes et réponses possibles)
L’article analyse le mode de classification des malaises de l’enfance et de l’ado-
lescence. Il localise les fondements de l’enfance dans la naissance de l’industrie et
la systématisation de l’école et ceux des taxonomies contemporaines dans le virage
épistémique propre au DSM III. Il expose quelques inconsistances de ce modèle et se
range du côté de la clinique psychanalytique: il permet une approximation distincte et
conséquente à la psychopathologie, ce qui permet de mieux comprendre les patients.
Mots clés: DSM, psychopathologie de l’enfant e de l’adolescent, psychanalyse,
généalogie, idéologie

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019
ARTIGOS

(Psychopathologie bei kindern und Jugendlichen im heutigen rationellen


Zeitalter: Vorgeschichte, Paradoxa und mögliche Antworten)
Dieser Artikel analysiert wie psychische Störungen von Kindern und
Jugendlichen gegenwärtig eingestuft werden. Er zeigt auf, dass sich die Grundlagen
der Kindheit in der Geburt der Industrie und der Systematisierung der Schule
befinden und dass die zeitgenössischen Taxonomien das Resultat der episte-
mischen Wendung sind, welche vom DSM III verursacht wurde. Weiter werden
Unstimmigkeiten dieses Modells aufgezeigt und die psychoanalytische Klinik als
Alternative vorgeschlagen, da diese einen differenzierten und konsequenteren Zugang
zur Psychopathologie ermöglicht, der es erlaubt, Patienten besser zu verstehen.
Schlüsselwörter: DSM, Psychopathologie bei Kindern und Jugendlichen,
Psychoanalyse, Genealogie, Ideologie

Citação/Citation: Frutos, H. G. de (2019, março). Psicopatología del niño en la era del culto
a la cifra: antecedentes, paradojas y posibles respuestas. Revista Latinoamericana de Psico-
patologia Fundamental, 22(1), 38-53. http://dx.doi.org/10.1590/1415-4714.2018v22n1p38.3.
Editora da entrevista/Editor: Prof. Dr. Julio Verztman
Submetido/Submitted: 28.092018 / 09.28.2018 Revisado/Revised: 11.12.2018 / 12.11.2018

Aceito/Accepted: 16.1.2019 / 1.16.2019 53


Copyright: © 2009 Associação Universitária de Pesquisa em Psicopatologia Fundamental/
University Association for Research in Fundamental Psychopathology. Este é um artigo de
livre acesso, que permite uso irrestrito, distribuição e reprodução em qualquer meio, desde
que o autor e a fonte sejam citados / This is an open-access article, which permits unres-
tricted use, distribution, and reproduction in any medium, provided the original authors
and sources are credited.
Financiamento/Funding: Este trabalho não recebeu apoio / This work received no funding.
Conflito de interesses/Conflict of interest: Os autores declaram que não há conflito de

Héctor García de Frutos


Director del programa de máster y posgrado “Actuación clínica en psicoanalálisis y psico-
patología”; Coordinador del programa de máster “Salud mental comunitária” ambos pela
Universidad de Barcelona (Barcelona, España).
Passeig de la Vall d’Hebron 171
08035, Barcelona, España
https://orcid.org/0000-0001-5446-5354
hectorgarcia@ub.edu

This is an open-access article, which permits unrestricted use, distribution,


and reproduction in any medium for non-commercial purposes provided
the original authors and sources are credited.

Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., São Paulo, 22(1), 38-53, mar. 2019

También podría gustarte