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CLAUS ROXIN

Catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Munich

PROBLEMAS BASICOS
DEL
DERECHO PENAL

Traducción y notas por

DIEGO-MANUEL LUZON PEÑA


Profesor Ayudante de
Derecho Penal en la Universidad Complutense de Madrid

REUS, S. A.
MADRID
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relevantes jurídicopenalmente y que pudiera constituir la «piedra fundamen­
tal» del edificio del delito, sino que consiste en establecer un criterio de im­
putación que sea general y susceptible de concreción en cuanto a su conte­
nido. Las investigaciones que HoNIG dedica a ese fin le hacen enlazar con
LARENZ 4, llevándole «a la conclusión de que la conducta humana causante
· Reflexiones sobre la problemática de la imputación del resultado sólo es relevante jurídicamente si se la puede concebir como
· dispuesta finalmente con respecto a la producción o evitación del resultado.
en el Derecho Penal* En consecuencia, sólo con la finalidad objetiva que se debe añadir a la causa­
lidad hay base suficiente para considerar significativa jurídicamente a la con­
ducta humana» 5• O, dicho en su formulación más breve 6: «Imputable es...
Hace ahora cuarenta años que RICHARD HoNIG en su ensayo «K ausa!itat a quel resultado que se puede concebir como dispuesto finalmente».
und objektive Zurechnung» 1 · expuso una serie de ideas que marcaban la direc­ Con ayuda del elemento de la finalidad objetiva HoNIG consigue mostrar
ción a seguir para fundamentar el sistema del Derecho penal y que hasta el que los procesos causales irregulares y no dominables de antemano no son
momento no se han agotado por completo. Seguir un poco tras su� huellas imputables, incluso aunque se produzcan conforme se deseaba, del mismo
y examinar :desde una perspectiva actual su ininterrumpida fecundidad me modo que después no se puede enjuiciar como omisión una inactividad hu­
parece que es tarea que merece la pena. mana si falta la posibilidad del actuar: Aunque la teoría de la equivalencia
L El punto de partida de HONIG es la :7ieja p ugna entre teoría �e la pruebe que existe un nexo lógico con una condición, f altará la acción o la
equivalencia y teoría de la adecuación, per� m1;1ediatamente lleva la d1�cu­ omisión porque en la concreta situación no se podría considerar el resultado
sión a··otro terreno al constatar «que en la ciencia del Derecho no es pos1!"> le como objeto de una posible finalidad por faltar la posibilidad de control del
que lo único que importe sea la comprobación del nexo cau�al en sí, smo curso causal.
_
que hay· que discutir la explicación de una determmada propiedad, que .cJ­ 3. Como es sabido, esta solución tiene sus raíces históricas en la teoría
rresponde a las exigencias del orden jurídico, del nexo ex1stent� entre ac:1on de la imputación de HEGEL, pero, como acertadamente señaló HüNIG 7, se
v resultado>> 2• Es decir: la cuestión jurídica fundamental propiamente dicha puede desarrollar igual de consecuentemente desde el punto de vista de la
no consiste en averiguar si se dan determinadas circun� tancias, sino et? esta­ metodología neokantiana a la que él estaba próximo. Este autor, sin embar­
blecer los criterios conforme a los cuales queremos imputar determinados go, renuncia conscientemente a fundamentar así su teoría para «deducir el
resultados a una persona. De este modo el cambio de perspectiva que áquí concepto de la imputación objetiva de los principios generalmente reconoci­
se 'lleva a cabo desde la causalidad a la imputación hace que el centro de gra­ dos de la teoría general del Derecho y con independencia de toda posición
.
vedad se desplace ya en la teoría de ;a acción de �a esfera ontológica a la filosófica» 8• Para él, esos principios se desprenden de la comprensión de
normativa: según esto, la cuestión de si se le p� ed� : mputar a un hombre un que el Derecho cumple su misión reguladora de conductas mediante prohibi­
_ _
'resultado como obra suya depende desde un prmc1p10 de los cnt7 n<:s de et?­ ciones y mandatos que se dirigen a la voluntad humana, «porque sólo ésta
juiciamien:to a los que sometamos los datos empíri:os. � or co:1s� gu1ente, s1, puede ser influída por aquéllos». Pero los mandátos y prohibiciones sólo
_
, ¡und1c
como hace HoNIG, se coloca en e; centro de t_oda d1s�u�1on ?p�nal «al pueden exigir con sentido aquella conducta «que le es posible obs_ervar. Por
juicio de imputación con su caracter espec1f1co , y b� s1ca�ente d1stmto d�l consiguiente, los mandatos sólo pueden exigir la producción de un resultado
juicio causal» 3, ello implica la tesis, aún hoy muy d1scut1da, de la normat1- deseado por el legislador y las prohibiciones, la evitación de un resultado no
vidad del concepto jurídicopenal de acción. deseado por el legislador, en tanto le sea posible su producción o evitación
2. Dado este punto de partida, naturalmente el problema funda1:1ental a la persona que está en la situación que el legislador presupone, es decir,
de la teoría del delito no consiste en descubrir una estructura ontológica de de un resultado que esa persona pudiera prever y, por ello, también producir
la acción o un elemento descriptivo común a todas las formas de conducta o evitar» 9•

* Publicado por primera vez en la Festschrift für Richard M. Honig, Gottingen, 1970, 4 Hegels Zurechnungslehre und der Begriff der objektiven Zurechnung, 1926.
pp. 133 SS. Beitrage zur Strafrech ts-
5 Frank-Festgabe, I, p. 188.
1 Festgabe für Reinhard von Frank zum 70. Geburtstag, 6 Op. cit., p. 184.
wissenschaft, tomo I, 1930, pp. 174-201. 1 Op. cit., p. 181.
2 Op. cit., p. 175. s Op. cit., pp. 181-182.
3 Op. c\t., p. 181. 9 Op. cit., pp. 187-188.

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9.-PROR!.H!AS D.Í5IC0S DEL DERECHO PEN.\L
4. En consecuencia, la provocación de un resultado de muerte imprevi­
sible y que, por lo tanto, no se puede concebir como dispuesto finalmente (objektive Bezweckbarkeit) un curso causal dañoso depende de si la conducta
no es una acción de homicidi.p. Esta tesis es muy notable: no sólo incluye una de la persona en cuestión crea o no un riesgo jurídicamente relevante de le­
teoría del injusto personal-objetiva, como la que sólo decenios más tarde se sión típica de un bien jurídico; en el primer caso el personaje A de nuestro
ha impuesto en los delitos imprudentes, sino que sobre todo supone una ejemplo habrá cometido una acción de homicidio, en el segundo no.
negativa al intento de convertir un concepto de acción lleno de contenido y, 6. La reducción de la posibilidad objetiva de pretender al principio del
no obstante, pre-típico en el fundamento del sistema del Derecho penal. «A riesgo facilita una división de nuestro criterio que podría permitir elaborar
mi juicio», dice HoNIG, «no es que la cuestión de la tipicidad suponga una para los delitos de resultado una teoría general de la imputación completa­
limitación de la responsabilidad, sino que sólo ella crea el objeto de enjuicia­ mente desligada del dogma causal. Permítasenos hacer aquí algunas indica­
miento y, con ello, la base de la responsabilidad. Es el fundamento, no el ciones al respecto:
correctivo del concepto de acción. Si la actuación de la voluntad no es tí­
pica, no existe absolutamente ninguna acción en el sentido que interesa al a) La disminución del riesgo
derecho penah>. Y en una nota al respecto advierte: «En mi opinión, ya en Si nos presentamos un caso en que A, que ve cómo una piedra le va a
este punto tiene la palabra el punto de vista normativo y no el naturalista» 10• dar a B en la cabeza con el consiguiente peligro, no puede evitar que la
Para quien haya seguido la discusión sobre la acción en los últimos años piedra alcance a B, pero sí desviarla a otra parte del cuerpo en que el golpe
y decenios, estas palabras siguen siendo atrevidas. Pero si se estima que la sea menos peligroso 12, difícilmente se podrá considerar como una acción de
misión del trabajo dogmático en el Derecho penal es la imputación de resul­ lesiones -aunque esté justificada por estado de necesidad supralegal- la
tados y se hace depender dicha imputación de una contravención a las exigen­ conducta de A que ha disminuido el daño. Es muy dudoso que ese resultado
cias de la norma, la ineludible consecuencia de ello es que una conducta que que nadie discute (rechazar que haya delito de lesiones) se pueda fundamen­
concuerda con las exigencias del tipo relativas al deber no puede pretender tar con ayuda de la teoría de la equivalencia, de la adecuación o de cualquier
objetivamente la provocación del resultado típico. Si a pesar de ello se pro­ otra teoría causal 13• En todo caso, la actividad de A significa una disminu­
duce el resultado típico, no se trata de una obra del autor, sino de un ac­ ción del riesgo para el bien jurídico protegido y, por ello, no se le puede im­
cidente. putar como acción típica. Lo que reduce la probabilidad de una lesión no se
5. Pero el mismo criterio de imputación precisa un análisis más exac­ puede concebir como dispuesto finalmente respecto a un menoscabo de la
to. Si se le examina más de cerca, se verá que el criterio de la «posibilidad integridad corporal. Esto vale para todos los casos de mitigación de sucesos
de dominio a través de la voluntad humana», en el que se basa la finalidad dañosos. Ni siquiera habrá cometido una acción de homicidio quien intenta
objetiva, sólo aparentemente está orientado a la facticidad del poder. En inútilmente impedir un asesinato y en definitiva sólo logra retrasarlo, por
efecto, si en el conocido y clásico ejemplo, que también maneja HoNIG, se más que su conducta ha influido en la forma concreta del resultado y, por
pregunta si «la muerte del sobrino al que le cae un rayo se puede achacar a ello, habría que considerarla causal en el sentido de la teoría de la equi­
valencia.
que A ha mandado durante una tormenta a su sobrino, al que quiere here­
dar, a un monte poblado de altos árboles» 11, en cualquier caso la respuesta b) Creación o no creación de un riesgo ¡urídicamente relevante
negativa no se debe a que a A le fuera imposible renunciar a un comporta­
miento tan extraño. Seguramente el orden jurídico podría prohibir también A este grupo pertenece el caso de la tormenta ya mencionado y, junto
tal experimento con las fuerzas de la naturaleza. Si no lo hace, ello se debe con él, toda la esfera de penetración de la llamada teoría de la adecuación,
únicamente a que dicha conducta no crea un riesgo mensurable de lesión de respecto de la cual se reconoce hoy ampliamente que no se trata de una teo­
un bien jurídico ( en este caso, provocar la muerte mediante un rayo); la ría causal, sino de una teoría de la imputación. En el fondo dicha teoría no
conducta no es peligrosa v, por lo mismo, es indiferente para el legislador. afirma sino que un resultado no es imputable si la acción del autor no ha
Por eso pretende HoNIG que se dé otra respuesta si se hubiera podido ob­ creado un riesgo jurídicamente relevante de lesión de un bien jurídico. Esa
servar «que en esa época del año las tormentas pasaban por encima del conexión se ve muy claramente cuando, por ejemplo, ENGISCH 14, como con-
monte, descargando allí sus rayos» -porque en este caso se podía «contar 12 Ejemplos similares en E. A. WoLFF: Kausalitat von Tun und Unterlassen, 1965,
con ulteriores repeticiones». Así pues, la posibilidad objetiva de pretender pp. 17 y 23.
13 Cfr. al respecto E. A. WoLFF: op. cit., loe. cit., y JESCHECK: Lehrbuch des Straf­
10 Op. cit., p. 195 y nota 3 de esta página. rechts, Allgemeiner Teil, 1969, p. 189.
14 Die Kausalitat als Merkmal der strafrechtlichen Tatbestande, 1931, pp. 41 ss.
11 Op. cit., p. 186.
(46-47).
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secuencia de sus penetrantes investigaciones, denomina causa adecuada de modificado la situación existente de modo jurídicamente relevante. En este
un resultado a una forma de conducta que «hace esperar el resultado como caso no se ha creado una valoración autónoma de un riesgo perceptible; de
consecuencia no improbable», _.,o cuando sigue diciendo que las formas de esa forma no se puede pretender objetivamente provocar una inundación.
conducta adecuadas son «las acciones y omisiones peligrosas en relación con El trabajo de mi estimado amigo y colega ScHAFFSTEIN, publicado en
el resultado», y que en cambio las inadecuadas, que «sólo casualmente traen la Festschrift für Honig (pp. 169 ss.) muestra también con qué relativa fa­
consigo el resultado», son «las acciones y omisiones (relativamente) no peli­ cilidad se pueden resolver gracias a la idea de riesgo «problemas causales»
grosas en relación con el resultado». Aquí no es preciso que nos interesemos insolubles y discutidos desde hace decenios. Según este trabajo, la contro­
por los detalles de la base del juicio y del «grado de tendencia» necesario; versia en torno a la causalidad de la complicidad resulta ser un problema
pero de todos modos debe retenerse en la memoria que en realidad hace tiem­ aparente y se puede prescindir ampliamente de la construcción auxiliar de
po que el criterio en el que se basa el juicio de adecuación ha descartado la complicidad psíquica tan pronto como se acuda al principio general de
como regla de imputación a la teoría de la equivalencia aparentemente «vi­ imputación del aumento de probabilidades creador de riesgo, principio que
gente» en el Derecho penal. En la esfera de los delitos imprudentes el cri­ naturalmente reclama aplicación inmediata en la complicidad, ya que ésta,
terio de la previsibilidad objetiva sirve para impedir la imputación de lesio­ a diferencia de la autoría, no está cualificada por criterios específicos de
nes de bienes jurídicos que se han producido accidentalmente en los casos de imputación. Junto a otros campos de aplicación que por otra parte menciona
conductas que no comportan un riesgo jurídicamente relevante de produc­ ScHAFFSTEIN se podría además aludir a la delimitación entre actos pre­
ción de un resultado; y no otra cosa sucede con los delitos dolosos pese a paratorios y tentativa en los delitos impropios de omisión, que según los
toda la variedad de fundamentaciones que se han buscado: nadie apreciará últimos conocimientos radica en que se alcanza el estadio de la tentativa
una acción de homicidio porque la recomendación de un viaje en avión dé en el momento en que, si se sigue aguardando por más tiempo, aumenta el
lugar a que por estrellarse el aparato muera, conforme se deseaba, el tío a riesgo de que se produzca el resultado. Todo ello está necesitando aún una
quien se quiere heredar. Ahora bien, quien niegue que aquí exista dolo, ten­ elaboración en detalles más amplia, que ponga claramente de relieve las
dría que reconocer que no se ha creado en absoluto un riesgo jurídicamente conexiones existentes y concrete el criterio a emplear, elaboración que aquí
relevante y que, por ello, objetivamente ya no era posible la imputación del no es posible efectuar. Pero al menos puede que haya quedado claro que
resultado. La falta de dolo es entonces un fenómeno secundario. la teoría de la equivalencia, a la que tantos aplausos se han tributado en
En base a los mismos puntos de vista se resuelve también la problemáti­ Derecho penal, es una invención metodológica poco afortunada. Ya el mismo
ca de las llamadas «desviaciones del curso causal». Si la persona atropellada carácter unívoco de los resultados, que se aduce en su honor, está expuesto
por un coche muere víctima de un accidente de tráfico al ser llevada al hos­ a algunas dudas. Pero sobre todo, dicha teoría, como lo demuestran ya los
pital, esa muerte no le es imputable al primer causante ni como homicidio pocos ejemplos que hemos manejado, no puede dar respuesta a las cuestiones
doloso ni corno homicidio imprudente, porque el dar lugar a un recorrido materiales que se le plantean a la imputación en el Derecho penal; precisa
en coche no implica ningún riesgo jurídicamente relevante; así no se puede de innumerables «correctivos», cuya dificultosa fundamentación suprime más
pretender objetivamente causar una muerte. En cambio, si una persona a que de sobra la ventaja de la simplificación lograda mediante la teoría de la
quien se arroja desde un puente al agua con intención homicida, en contra condición; y además crea nuevos problemas, que quedan excluidos de an­
de lo que esperaba muere ya al chocar con un pilar del puente, este hecho temano si se aplican criterios de imputación orientados a la realidad. El pun­
no cambia para nada la afirmación de que hay una acción de homicidio do­ to de partida normativo de HüNIG está, por ello, mucho más cargado de
loso consumado, porque la forma de ejecución escogida implicaba ya de an­ futuro que el dogma causal naturalista, que aparentemente ha dominado
temano el riesgo de que las cosas ocurrieran así. el panorama hasta hoy.
. Pero no es solamente en los cursos causales sorprendentes donde nues­
tro criterio prueba su eficacia. Así por ejemplo, la cuestión, discutida ya c) Aumento o falta de aumento del riesgo permitido
desde v. BuRr y TRAEGER, de si causa una «inundación» en el sentido del Cuando el legislador permite que, al igual que en otras muchas mani­
§ 313 StGB quien vierte el agua contenida en una artesa a las aguas que festaciones del tráfico moderno, en la actividad de establecimientos peligro­
están reventando un dique, puede que, partiendo de las premisas de la sos y en otros casos de utilidad social preponderante se corra un riesgo
teoría de la equivalencia, justifique la docta agudeza empleada para su contes­ hasta un cierto límite, sólo podrá haber imputación si la conducta del autor
tación. Pero en todo caso, desde el punto de vista aquí suscrito está claro, significa un aumento del riesgo permitido. Pero si sucede esto, tiene que
sin más, que esa conducta no se puede imputar como acción de inundación imputarse el resultado al agente, y ello incluso en el caso. de que fuera
porque la cantidad de agua añadida ni cualitativa ni cuantitativamente ha posible que, aun con una conducta intachable, se hubiera producido el
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resultado. Esta es la vers10n más breve del «principio del incremento del
riesgo», que desarrollé hace ya unos años 15 enfrentándome con numerosas bacilos. Porque el legislador, ciertamente ha de ser el único en asumir
opiniones discrepantes y que, considerado a la luz de las reflexiones que el riesgo subsistente aunque se observe¿ todas las prescripciones regla­
hemos hecho aquí, reprodut:e el criterio general de imputación utilizado hasta mentarias; si ese riesgo es demasiado elevado, sería asunto suyo prohibir
ahora, sólo que en mayor grado. La idea ha hallado todo tipo de acogida: totalmente que se empleen pelos de cabra procedentes del extranjero en
aprobación, rechazo e incluso intentos de modificación 16• La discusión al la fabricación de pinceles; pero si alguien, despreciando todas las precau­
respecto no se puede dar aún por concluida 17 y tampoco hemos de proseguirla ciones de seguridad, crea un riesgo que rebasa esencialmente ese límite de
en este lugar 18• Aquí sólo interesa señalar que la concepción defendida por tolerancia, no se ve ninguna razón para que se viera libre de las consecuen­
mí encaja perfectamente en el marco de la amplia teoría de la imputación cias de su actuación sólo porque, aun guardando el comportamiento adecua­
que hemos esbozado. Si, por ejemplo -en el conocido caso del pelo do, hubiera subsistido un cierto riesgo muy reducido. La opinión que defien­
de cabra-, un fabricante, infringiendo los reglamentos, entrega material de esta postura, dominante todavía en la doctrina y en la jurisprudencia,
no desinfectado para su elaboración y a consecuencia de ello cuatro traba­ se ve abocada a la absurda consecuencia de que se podría prescindir im­
jadoras contraen una infección por bacilos de carbunco y mueren 19, esas punemente de todo cuidado en todas aquellas acciones que impliquen un
muertes le son imputables al patrono incluso aunque la desinfección pres­ riesgo -por más que sea permitido- aun procediendo conforme esté or­
crita no hubiera constituido una garantía absoluta de destrucción de los denado. La persona que actuara podría estar segura de que ni siquiera se
le podrían imputar esas consecuencias tan graves de su ligereza, porque no se
15 En ZStW 74 (1962). pp. 411 ss. ( = infra pp. 149 ss.). puede excluir la posibilidad de que el daño también se hubiera producido
16 Cfr. también al respecto Sc!-IAFFSTEIN: Festschrift für Honig, 1970, pp. 169 s,.
17 Las aportaciones más recientes en el campo del Derecho penal, según el trabajo en la otra alternativa, es decir, con una conducta conforme a Derecho. Frente
de KAHR citado por ScHAFFSTEIN -trabajo que se adhiere a mí postura en puntos im­ a esto hay que afirmar que la imputación del resultado sólo podrá quedar
portantes-, son los ULSENHEIMER: JZ 1969, pp. 364 ss., y SEEBALD: GA 1969, pá­ excluida si la conducta del autor no ha traído consigo un aumento del
ginas 193 ss. Recientemente, también se discute de modo muy detallado la cuestión en riesgo permitido, es decir, si v. gr. en el caso que hemos puesto de ejemplo
la literatura cívílista (p. ej., en los escritos de habilitación de MÜNZBERG ' HANAll v·
LoRENZ).
resulta que los desinfectantes prescritos no tienen ninguna influencia sobre
18 Permíraseme sólo una observación sobre el último trabajo de mi adversario Ur.­ bacilos del tipo de los que aquí han producido el contagio; pues en un caso
SENHEIMER, con el que desde hace años mantengo una polémica sobre estas cuestiones. así el patrono no ha podido empeorar con su conducta antirreglamentaria
Ahora ULSENHEIMER sólo me hace objeciones partiendo «de la base del concepto de la situación con relación al estado tolerado legalmente, de tal modo que la
peligro, tal como es entendido generalmente en la literatura»; considera incorrecto que imputación del resultado volvería a llevar forzosamente al principio del ver­
yo quiera basar mi juicio de peligro, que ha de emitirse ex ante, en circunstancias de
hecho que frecuentemente sólo se pueden comprobar ex post (op. cit., pp. 366-367). sari in re illicita.
Pero con ello no se prueba que mi concepción sea incorrecta, sino que lo que se mues­ Por otra parte, el criterio de imputación del aumento del riesgo no es
tra a lo sumo es que la extendida fórmula de la adecuación debe ser modificada aquí, sino una especialización -si bien singularmente agudizada y discutida- de
en cuanto que los hechos, tal como se presentan ex post, pueden contradecir la sospe­ la idea de la posibilidad objetiva de pretender. Volviendo a nuestro último
cha de incremen�o del _peligro basada
_
en que se había sobrepasado el riesgo permitido.
Prec1same1:n e rec1�n!e� mvesl!gac10nes h�n de�ostrad� de modo convincente que no se ejemplo, si la desinfección prescrita resulta ser completamente inútil, por
_
puede emltlr un JUICIO concreto de peligro sm excluir las circunstancias de hecho que mucho que se omita no se puede pretender objetivamente provocar un re­
sólo se pueden comprobar ex post. Así SPENDEL, en su impresionante trabajo «Neube­ sultado, por lo que incluso quien con ello se propone subjetivamente matar,
gründung der objektiven Versuchstheorie» (Studien zur Strafrechtswissenschaft, Fest­ sólo puede responder a lo sumo de tentativa imposible de asesinato -en
schrift für Stock, 1966, pp. 89 ss.), que acude asimismo a la creación del riesgo (puesta en
peligro) como criterio de imputación (cfr. también al respecto ScHAFFSTEIN: op. cit., tanto se la considere punible-. Pero es completamente distinto si, por
pp. 170-171), expone que «una consideración ex-ante ... -tanto para el sujeto que actúa ejemplo, un médico que realiza una operación renuncia a todas las medidas
como para el juez que lo enjuicia- sólo se puede referir a la acción orientada al futuro de esterilización y, como consecuencia, el paciente muere por infectársele
y que muestra una determinada tendencia objetiva a la lesión de bienes jurídicos pero una herida: de ese modo se puede concebir perfectamente un homicidio como
no a las otras circunstancias actuales del hecho que existen con independencia del autor es­
pecialmente el objeto del hecho» (op. cit., pp. 105-106). A un resultado muy si�ilar dispuesto finalmente, y un médico que así obrara sería castigado por homi­
llega SCHWANDER: Die Geführdung als Tatbestandsmerkmal im Schweiz. StGB, en: cidio doloso o, en su caso, imprudente, y ello con independencia de que
SchwZStr 1951, pp. 440 ss. (450, 453). Así pues, ULSENHEIMER debería medir mi con­ a veces se infectan las heridas pese a haber observado todas las medidas
cepto del aum�nto del riesgo en la �orrección o equivocación de la solución del proble­ de seguridad. Por lo tanto es absolutamente lícito el procedimiento de
ma que con dicho �oncepto se consigue, en lugar de hacerlo en base a una concepción
de la puesta en peligro que se ha desarrollado en otros contextos y que en absoluto tie­ ÜEHLER 19 bis de acudir a la idea de la posibilidad objetiva de pretender para
ne validez general. 19 bis Die erlaubte Gefahrsetzung und die Fahrlassigkeit, en: Festschrift für Eb.
19 RGSt. 63, 211.
Schmidt, 1961, pp. 232 ss.
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solucionar casos de este tipo. El principio del incremento del riesgo sólo pro­
porciona el criterio de contenido del que depende la posibilidad objetiva tercer ciclista que viene de frente choca con el primero, el segundo ciclista
de pretender en estas constelaciones. no es responsable del accidente, porque el deber que tiene de llevar puesto
el alumbrado no tiene el sentido de que con ello sean iluminados otros
d) La esfera de protección de la norma como criterio de imputación vehículos (RG 63, 392, 294)». En realidad aquí resulta que la antirregk
mentaría marcha sin luz de la segunda bicicleta también incrementó esen­
La teoría de la esfera de protección de la norma como criterio !imitador cialmente y de modo previsible el peligro de accidente para la bicicleta qu<i'.
de la responsabilidad ha sido desarrollada en el Derecho civil y sólo ahora �e precedía; pero precisamente la esfera de protección de la normá que
comienza a entrar con vacilaciones en la dogmática del Derecho penal 20; impone el deber de alumbrado sólo se extiende a los riesgos de accidentes
naturalmente, a una tradición que sólo con muchos esfuerzos se va desli­ que procedan de la propia bicicleta 22•
gando de la fascinación del dogma causal le tiene que resultar difícil integrar Aún más espinosa resulta la problemática frente a las consecuencias
sistemáticamente o incluso percibir un punto de vista puramente normativo secundarias de infracciones de una prohibición. Supóngase que A atropella
y totalmente inabarcable en el plano óntico. Por ello, no es de extrañar imprudentemente a un peatón y le causa la muerte, y que la madre de
que, si bien la teoría de la esfera de protección ha hallado cierta acogida en éste,_ al recibir la noticia de su muerte, rompe a llorar y sufre un shock
el Derecho penal, no se haya podido conseguir hasta ahora unidad en las nervioso. ¿Debe castigarse a A en este caso por lesión imprudente causada
opiniones sobre su significado y contenido. No me parece adecuado tratar a la madre de la víctima del accidente? Ciertamente se puede contestar a
este topos como sinónimo de la posibilidad objetiva de pretender. Natural­ la pregunta de esta o de la otra manera. Pero no se podrá discutir· que los
mente se podría decir que en las acciones que disminuyen el riesgo, o en homicidios imprudentes crean el peligro de tales consecuencias secundarias;
las inadecuadas, o en las que no aumentan el riesgo permitido, el resultado por lo tanto, no falta la previsibilidad del daño. Ahora bien, lo único que
aparece situado fuera de la esfera de protección de la norma y, por ello, importa para la solución es decidir si se quiere limitar el fin protector de los
no es imputable; pero de ese modo sólo se habría encontrado un nombre correspondientes preceptos a impedir las consecuencias directamente lesivas
distinto para una cosa ya conocida. La idea de la esfera de protección sólo de bienes jurídicos o si se lo quiere extender también a evitar daños se­
puede obtener una función específica si se la reserva para casos que no cundarios desencadenados por aquéllas. La jurisprudencia parece partir tá·
son abarcados por los puntos de vista mencionados hasta ahora, es decir, citamente de la opinión más estricta, ya que los tribunales penales hasta el
para situaciones en las que el resultado se produce como consecuencia de presente nunca han condenado en tales casos. Pero es que todavía falta por
una creación de riesgo no permitida en parte alguna y, sin embargo, no completo la conciencia del problema. Por otra parte, la doctrina civilista, que
es imputado porque el legislador no quiere hacer responsable de ello a la a menudo también ha apreciado precisamente en casos de este tipo la res,
persona que actúa. Dos ejemplos que cíta }ESCHECK 21 en este contexto ponsabilidad por daños indirectos causados adecuadamente, no le puede ser
aclararán a qué nos referimos. Menciona este autor en primer lugar el caso de mucha ayuda al penalista; pues decidir si el sujeto A de nuestro ejemplo
de que «un conductor, cuyo permiso de conducir haya caducado o que trans­ debe responder financieramente de la estancia en la clínica de la madre del
porte alcohol de modo prohibido, atropelle a un peatón>, como ejemplo muerto es algo muy distinto a decidir sí además debe ser castigado por ello·.
de <{manifiesta» falta de «conexión entre el resultado y el fin protector de Para el Derecho penal me parece que lo correcto políticocriminalmente es
la norma infringida». Pero en este caso no era precisa tal aclaración, ya que, la limitación de la esfera de protección de la norma a los daños directos;
si el conductor observa las reglas del tráfico, resulta de antemano que pero sobre este punto aún habrá que seguir discutiendo. ·
tales infracciones de una prohibición no crean riesgo alguno de lesión. Des­ Por lo demás, sólo la determinación de la esfera de protección de las
de hace tiempo también se reconoce usualmente en el Derecho penal que el normas en las que se basan los tipos de lesión podrá aportar la solución en
solo versari in re illicita no es fundamento suficiente de la responsabilidad. aquellos casos en que las lesiones de la integridad corporal o de la vida se
En cambio, es distinta la situación en el siguiente ejemplo de }ESCHECK: producen, no debido a daños directos e imputables, sino por intentar im­
«Si dos ciclistas marchan sin luz en la oscuridad uno detrás de otro y un pedirlos. Todos los años se vuelve a dar el caso de que un vigilante descui"
dado deja que unos niños que se están bañando lleguen a correr peligro de
2Xl Cfr. sin embargo, GIMBERNAT ÜRDEIG: Die innere und üussere Problematik der muerte, sucediendo que otras personas ajenas encuentran la muerte al in­
inadiiquaten Handlungen in der deutschen Strafrechtsdogmatik, tesis doctoral, Hambnrg tentar salvarlos. Que yo sepa, nunca se ha castigado a un vigilante así por
1962; ULSENHEIMER: Das Verhaltnís zwischen Pflichtwídrigkeit und Erfolg bei den
Fahrlassigkeitsdelikten, 1965; RunoLPHI: Vorhersehbarkeit und Schutzzweck der Norm homicidio imprudente de quien intentó salvar a los niños. Y, sin embargo,
in der strafrechtlichen Fahrlassigkeitslehre, en: JuS 1969, pp. 549 ss.
21 Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 1969, p. 387. 22 Cfr. también sobre este discutidísimo caso, ExNER: Frank-Festschrift tomo I 1930 '
pp. 585 ss.; Roxrn: Taterschaft und Tatherrschaft, 2.• ed., 1967, pp. 532' s. ' ..
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desde el punto de vista de nuestra tradicional teoría de la imprudencia de­
pero que no le son exigidos por el orden jurídico. En ese caso lo conse­
bería suceder sencillamente lo contrario, ya que tales cursos de los acon­ cuente es que el osado salvador asuma él solo la responsabilidad por su
tecimientos son absolutamente l?revisibles. En ese as�e�t? no hay nada que actuación y sus posibles consecuencias. Quien por propia decisión y sin estar
añadir a lo que dicen ScHONKE-SCHRODER 23: «La prev1s1b1hdad. no se excluye
obligado jurídicamente quiere poner en juego su vida por otros, se verá abo�
porque el lesionado se haya expuesto libremente al peligro creado por el
cado a .un conflicto sin solución en caso de teners.e que preguntar si podrá
autor. Quien crea peligros con su conducta tiene que contar c�n que otros
conciliar con su conciencia el hecho de que con su audacia, que nadie le ha
actúen para impedirlos y de ese modo resulten dañados ellos mismos». Pero exigido, puede dar lugar a que se imponga una pena criminal a terceros
con ello no se ha solucionado, como cree la opinión dominante, el problema
( concretamente al causante o causantes del accidente). Y asimismo aquél que
jurídico que radica en saber si se debe castigar tam1?ién al auto; por las ha creado la situación de peligro se verá forzado a hacer un cálculo indigno
consecuencias de acciones de salvamento fracasadas, smo que lo umco que si tiene que reflexionar si le conviene pedir un auxilio cuyo fracaso le puede
se ha hecho es plantearlo en la forma correcta. Recientemente ha intentado acarrear más penas. Por ello, me parece que lo correcto es no extender
dar una respuesta RunOLPHI 24, quien, coincidiendo con una concepción tampoco la esfera de protección de la norma a las personas adultas y respon­
mantenida en el Derecho civil por DEUTSCH 25, llega a la conclusión de «que
sables dispuestas a socorrer. Si, de modo análogo a los criterios de impu­
se puede incluir dentro de la esfera de pr?tección de las �ormas jutídicope­ tación anteriormente discutidos, se quieren reducir estas· consideraciones a
nales a quien se pone a sí mismo en peligro con la acc10n . de salvamento, una fórmula orientada a la idea de riesgo, se puede decir que en ambos
si una ponderación de los bienes jurídicos enfrentados entre sí da como grupos de situaciones se trata de casos de exoneración del riesgo, ya .sea
resultado que hay que valorar más el fin de salvación q�e se perseguía '1�e por la imposición del socorro de la que es responsable la ley, ya sea por
la puesta en peligro de sí mismo». No hay duda de que esta es u�� soluc10n
discutible, pero que resulta plausible sobre todo en Derecho C1v1I p�rque la décisión tomada bajo la propia responsabilidad de quien se pone en peligro
al ir más allá de lo que exige la ley 26•
le aseuura al auxiliador «razonable», que pondera correctamente el nesgo
y las ;robabilidades de salvación, una pretensión de �ndemnización por de�it? Se puede ir más lejos y describir con· Ia idea ele la exoneración del ries­
que es justo que recaiga sobre el causante del ��c1de�te, �ado que, en¡m­ go todas las constelaciones en las que, pese a un aumento del peligro no
. . _ _ cubierto por el riesgo permitido, no se imputan consecuencias indeseadas;
ciando la situación ex ante, el mtento de salvac1on comc1d1a ob¡et1vamente
con sus intereses. Pero vista desde el aspecto de la imputación jurídicopenal, pues la delimitación de la esfera de protección de la. notma siempre significa
dicha idea no tiene el mismo poder de convicción. Pues por una parte puede para el aútor verse exonerado de riesgos creados por él. Las razones del le,
ocurrir que la prestación de socorro s�a exigida legalme_nte, bien por el gislador para tales limitaciones de la responsabilidad jurídicopenal, rnmó lo
§ 330 c StGB, bien por el deber que mcumbe a determmados grupos de demuestran ya los pocos ejemplos que hemos manejado, pueden ser muy
personas cuya misión es cumplir funciones de salvamento; y en tal caso me diversas. Hasta ahora ni siquiera se ha intentado abarcar totalmente los
_ grupos de casos que aquí interesan ni encontrar una ·solución diferenciada
parece dudoso que el orden jurídi�o pueda lícitamente cargar el nesgo que
él mismo impuso a la persona obh�ada a socor�er sobre. el causante del ac­ reduciéndolos a las finalidades del legislador, entre otras razones porque
, el mismo planteamiento de la cuestión apenas es conocido todavía v_ En
cidente. De lo contrario, como quiera que la 111tervenc1on de las personas
que intentan socorrer ha sido provocada no sólo por el accidente s1_n,o t�m­ este lugar tampoco se puede emprender la elaboración de una materia tan
bién por imposición del legislador, lo consecuente sena , que tamb en este
_ !
tuviera que responder penalmente por lo� danos que se hay�1: podido pro­
ducir. Naturalmente esto no puede ser as1; pero la construcc1on que enton­ 26 Prosiguiendo con esta serie de ideas, en el «caso de · la viruela» enjuiciado por el
ces nos queda, es decir, la construcción de una creación jurídi�openal del BGH (BGHSt. 17, 359), al médico que por negligencia había dado lugar a que los en­
riesgo en perjuicio de terceros es tan aso�brosa que creo prefenble �c_eptar fermos de su clínica contrajeran la viruela no se le habría podido castigar además por
que hav que excluir de antemano tales danos de la esfera de protecc1011 de delito de lesiones imprudentes al capellán de la clínica que, conociendo el peligro de
la nor�a. Por otra parte existe la posibilidad aún más próxima de que un contagio, había visitado a los enfermos que estaban en cuarentena; a este respecto se,ía
indiferente que el sacerdote estuviera o no obligado a actuar así, dado que en. ·cualquier
valeroso auxiliador corra riesgos, cuya asunción sea digna de admiración y caso el evitar que se contagiara habría quedado fuera de la esfera de protección de la
Je haga merecedor de unn medalla de salvamento si hay un feliz desenlace, norma. En mi obra: «Taterschaft und Tatherrschaft», pp. 546 s., mantuve todavía la
opinión contraria; discrepante también RuooLPHI: JuS 1969, pp. 556-557.
'ZI Ahora ya hay un comienzo con el trabajo de RunoLPHI: op. cit., loe. cit., pero,
23 Kommentar, 14.' ed., § 59, nota 187. por una parte, no. aspira en absoluto a ser completo y, por otra, bajo el punto de vista
2-1 JuS 1969, p. 557. de la esfera de protección trata conjuntamente criterios -cómo, p. ej., el principio del
25 JZ 1967, pp. 641 SS. (643).
incremento del riesgo- que yo preferiría separar de aquél.
138
139
extensa 28• Pero en lugar de ello, y para concluir, como punto de vista inde·
pendiente de los casos de aplicación concretos y de fundamental importancia f:1�dameptará la imputació .
para la teoría de la imputación.,., es digno de mención e l hecho de que con civiles .m jurídicopenales 29, del resu¡tado . n1 desde pun . tos . de .
vista jurídico · -
n
, , po·r eso tanto aquf com . o a11'l · se tie
el concepto «esfe ra de protección de la norma» se designa un criterio que fe, rencia por los legendar1·os · ne. espe cial · ·pre-
casos de I tio , a
va más allá . que el criterio de HoNIG de la· posibilidad objetiva de preten der. eJe mplos d e cat , edra, y también P or eso fue I qu . e se espera heredar como
En efecto, en los tres principios de exclusión de la imputación primeramente se aceptara como causa ., posible . que en el D. erecho
de e · , n e1 ·cnter10 . · civi. l
citados (disminución del riesgo, falta de creación de riesgo jurídicamente «conducta correcta en el tra' xc Ius10n de la imputac1o .. de la
fi'c O>) desarro11a do en
relevante y falta de aumento del riesgo permitido) es igualmente imposible b10,· ¡a «esfera de pro t
ección . e I Derecho p ena1. En cam-
tanto la imputación a la imprudencia como la imputación al dolo. Las ac­ como «aspecto rector» en am de la nord ciertamente se puede utilizar
bos cam rDe�e hº ' en tanto en cuanto
ciones que no crean ningún peligro o que sólo crean un peligro permitido se puede traspasar de la e ,
sfera del �!reiho c1v11 / ª.
para el bien jurídico no pueden ser concebidas como acciones que pretenden conforme a la naturaleza de Derecho . penal; pero
las sas sus respectivos contenido
obj etivamente causar el resultado, de tal modo que desde e l punto de que se r distintos siempre qu ;¡? s tienen
e las ��erge ntes metas de la jus
vista del orden jurídico incluso una voluntad que subj e tivamente pueda del daño, por un lado' y de · ta reparación
la reacc1on adecuada p }'
perseguir ese fin es irrelevante y no da lugar a la imputación de l resultado. o�ro, requi.e ran soluciones o 1tt" cocnmm · a1mente ; por
discrepantes . As1, pues, des
vista es totalmente lógico de este punto de
El cirujano, cuyo paciente mue re pese a que la operación se realizó irre pro­
considerar como acción de hom . !'i
que 11 ªd e1 caso en D
erecho civil se p1,1
chablemente y conforme a la le x artis, ni siquiera habrá cometido u n homi,
cidio aunque ese resultado co incidiera con su voluntad de quitar de en medio
J 1
esa calificación . Naturalment ic1 1o a go que en D erecho . penal no merezca
. ., e' e Ilo presupone
eda

a su rival. En cambio, la «esfera de protección de la norma» po dría perfec­ acc1 un concepto normativo .
on ; el presente estudio deb de
e aclarar al menos a mod
tamente determinarse de modo dife rente según que el hecho fuera doloso o que este concepto -en con o de esbozo; lo
trapo sición a' un concepto
imprudente. Volviendo a los anteriores ejemplos, si alguien quiere mandar ón tico- puede dar de sí 3-0. de acción puram ente
a la tumba intencionalmente a un padre anciano y en fermo de l corazón y 7.
para e llo asesina a su único hijo, o si una persona, por ejemplo, pone. pér­
.
af1rmac1on . Sobre la base de lo discutido hasta ah ºJ� se pueden hacer algunas
es a modo de resumen 5º b e .
fidamente en grave peligro a un niño para que su padre perezca al intentar penal de la acción. No hac . / e1 tan . 1scut1�0 problema jurídico­
salvarlo, en ambos casos se podría pe rfectamente afirmar, si el plan tiene e m h q e -:-sm m enc101:a
partiendo como él del principi
1 � . r a HONIG, p ero
3

éxito, que existe un homicidio doloso consumado . Yo no digo que haya que o de e d
«;Ol nporta tn ie tO personalmente :r: i C>� -:- � r t to la acción �orno
�t
taneanien te que esa formulaci imp b e ' 51 . b�e:1 e¡aba sen tado s1mul­
on
decidir así; pero -puede hacerse porque, si se pretende el resultado, no con�
n

curren las consideraciones teleológicas antes men cionadas, que pueden mo­ ón �n! defmición _de acción,
ver al legislador a la e xoneración del riesgo en los delitos culposos. Por tanto,
sólo designa u n principio rector
ttavés de criterios diferen ciado
s de 1mputac1on.
d
��t. o ologi�? qu� preci�a s sino que
er concretado a
n o es la falta de la posibilidad de pretender lo que conduce a la delimitación : S1 se quiere decir algo má
·· s
de la esfera de protección de una norma. : : :9 Con ello no se debe desconó · ·
cer cju · · to d .
1 ,.g 1¿ª¡':nte también es posible ­
Esa misma particularidad del prin cipio de la esfera de protección en ;31c1ar de modo diferent e el principio ant:s di ?/
scua o e . incremento dél riesgo en en
e

cuanto a la lógica d e la imputación es la que, co mo muestran ya los pocos . canee para el Derecho civil. y para el D ech
ffaf su
J57 s.; MÜNZBERG: VerhaHen und Erfcl itl �nal ¿{fr. p. ej., DEUTS�H: JZ 191;i6,
ejemplos que h e mos manejado , permite tomar dive rsos caminos al aplicar . tung, I?P· 135 ss.). El Derecho civil s run agei:i �er Rechtsw dng .
ese criterio al D erecho penal y al De recho civil. Lo que, o no es peligroso conc urr�n.t)a de culpas Y a través meJia. nt puntos de vista. tale 1 keit und
de las' re las sobre la ca�g s como el d e , fo
en absoluto o se man tiene en el marco del riesgo permitido, lógicamente no sas pos1b�hdades. de correcci ón diferenciado�a d 1o s . e l a de la prueba, tien e divet­
q? · .d n o spon_e
vmcente una idea queecho
el Der penal. R especto d el erec.hm D o
: <? s d r spansabilidad de· las
ciado col ega DE.UTSCH mec1v1hal me parece de lo más con­
e 1 e e
mi
28 Permítaseme indicar tan sólo que la teoría de la prohibición de regreso, que aún conversando .conmigo: la de apre qu e, al i al u. prop u esto .como solución
hoy mantienen algunos (H. MAYER, NAUCKE, LAMPE), se presenta bajo aspectos teleoló­
gicos como una limitación de la esfera de protección de la norma: ante la interposición � redo!sabili�ad por cualquier increlf::ent ¿ de{�¡;;;�echo phal,, tendría qué generarse
d� e ª deb ida mdemnización del ' pero ªbrta que graduar la me-
de un tercero que comete dolosamente un delito, al primer causante imprudente se le segun el grado d e probabilidad daño dentro d� una
exonera del· riesgo por las consecuencias del hecho del otro. Ciertament e que, si se pro­ c?n un comportamiento ad con el u e hubiera proesca !� que. fuera de 1 a 100
ducido el r esultado . incluso
cede correctamente, no se podrá tratar unitariamente esos casos, sino que habrá que ecuado. Sin emia� �
p10 di todo o nada», tan problem ' e to s ºP';'ne de ege lata el. «princi-
difer enciar (diversos int entos en ese sentido hay ya n mi libro «Taterschaft und Tat­ :io n este aspe ático d
cto, el presente traba ·oesd!pone e¡ punto de vista de lpolí
8 s
tica jurídica
herrschaft», pp. 541-550); pero una imputación unitaria de tales resultados según los n_es «s':'bre la capacidad de
rendim ientc! d:] un
C? mpl_emento de mis investiga. cici­.
crit erios d e la teoría de la equivalencia no es menos problemática que una prohibición d ie LeIst ung sfiihigkeit epto . ¡urfd1copenal de acción» ( «Ü er
general de regr eso. pp. 5 5l ss. (=supra pp.des84 strafrech tlichen Hi�dlung sbegn f fs»); en: ZStW 74 (196b2)
3t En la Gedachtnisschri
ss.). . '
ft für Gustav Radbruch 1968
140 ' , pp. 266 SS.

141
conéreto al respecto, se hará bíen en· distinguir dentro de la imputación entre podría hablar de una causac10n de homicidio por parte del autot del acci­
imputación del comportamiento e imputación del resultado. Es �ecir, para que dente, pero no de una acción de homicidio. Por otra parte, tampoco se
algo pueda ser calificado como...acción u omisión de una determinada persona, puede decir que la «finalidad» sea absolutamente irrelevante para la im­
lo primero que es preciso es que ésta se haya «comportado» (sea del modo putación de la acción. Si, por ejemplo, en los «casos de la persona que in­
que sea). Y esto falta en los movimientos provocados por meros reflejos tenta salvar» discutidos anteriormente se aceptara mi idea de que, si el
o por vis absoluta, así como en Un no hacer nada que se debe a 1;1na completa causante del accidente perseguía: la muerte de quien presta socorro, dicha
imposibilidad de acción. Se trata de casos de falta de «voluntariedad», a los muerte puede incluirse en la esfera de protección de la norma, en tal cons­
que se les reconoce en lo esencial la cualidad de exc.luir la imput.ación telación la finalidad cobraría significado constitutivo de la acción, dado que,
a la persona. Pueden ser aprehendidos sin esfuerzo mediante el cnteno de de faltar aquélla, ya no habría una acción de homicidio aunque la situación
HoNtG de· la «posibilidad objetiva de pretender» porque no se puede conce­ de hecho fuera la misma. Ello no tiene nada de sorprendente si se piensa
bir como dispuesto finalmente lo que es inaccesible a cualquier finalidad. que los «elementos>> concretos del suceso externo o interno ( ya se trate de
El mismo HoNIG, si bien es cierto que propiamente no menciona esto en la finalidad, ya del dolo, de un estado de necesidad o de lo que sea) no son
los delitos de comisión, en los que sólo se ocupa de la imputación del piedras de construcción que «pertenezcan» inmutablemente a un determinado
resultado en los delitos de omisión, en cambio, califica expresamente a la lugar del sistema,. sino que sólo cabe plantear la cuestión en el sentido de
pcisibilidád de acción de «fundamento de la responsabilidad»: «Pues sólo si es relevante -y en qué medida- un elemento subjetivo u objetivo desde
la posibilidad le confiere al no hacer su significado de omisión. Ahora bien, el punto de vista de la imputación de la acción, del injusto o de la culpa­
el fundamento apropiado de la responsabilidad penal es la omisión, no el bilidad. Y puede suceder perfectamente que, por ejemplo, un elemento
meró no hacer» 32• Junto a · esta imputación del comportamiento surge la como la finalidad sea importante aquí e irrelevante allá, y; por otra parte,
imputación del resultado, que es decisiva para determinar el contenido de que el dolo o una situación que deba enjuiciarse conforme al § 54 StGB *,
la acción. Así, mientras que, por ejemplo, la constatación de que ha habido por ejemplo, puedan tener relevancia, aunque de· distinto modo, tanto ·para
un movimiento corporal «voluntario» solamente permite llegar a la conclu­ el injusto como para la culpabilidad y sean así «doblemente relevantes».
sión de que existe «en sí una acción» cualquiera, indeterminable en cuanto En esto precisamente estriba la diferencia entrt; un sistema «que desmem­
a su contenido y, por tanto, abstracta, la afirmación de que existe una bra la materia» y compone el hecho punible con partículas del suceso, que
concreta «acción de homicidio>> presupone la imputación de un resultado es el que sigue siendo dominante en Derecho penal, y un sistema teleológico
de muerte. Ya hemos visto que para ello, a más de la comprobación de la orientado por criterios de imputación. En es.te último tipo de formación del
lógica conexión con una condición, hay que acudir a cuatro criterios que sistema la unidad no consiste en la identidad del material que haya que
son la falta de disminución del riesgo, la creación de un riesgo jurídicamente clasificar entre acción, injusto o culpabilidad, sino en la homogeneidad teleo­
relevante, el aumento del riesgo permitido y la esfera de protección de la lógica de principios de imputación que, al desplegarse sobre la materia jurí­
norma . ( es decir, la falta de exoneración del riesgo); de los que los tres dica, pueden aportar .a nuestro campo visual circunstancias reales totalmente
primeros· son plasmaciones de la idea d� }!oNIG de la posibilidad obje�iva diferentes. Ya he expuesto todo esto con más detalles en otro lugar 33 · y
de pretender, mientras que el cuarto criterio representa un punto de vista aquí puedo remitirme al mismo 34•
de .imputación independiente de dicha idea. Respecto de la imputación
del autor aún se añaden después principios de imputación especiales -tales * Él § 54 de la Parte .General del StGB vigente hasta el 1-1,1975 regulaba el lla­
como el dominio del hecho o la lesión de un deber especial extrapenaL
mado «estado de necesidad jurídicopenal». (N. del T)
·33 Gediichtnisschrift für Gustav Radbruch, 1968, pp. 260 ss.
Si se admite esto, la finalidad entonces no es un elemento necesario 34 Sólo quiero añadir que; ·vistas las cosas desde este ángulo, también se presenta
de una acción u omisión determinadas en cuanto a su contenido. Es decir, bajo otra luz diferente el «argumeQto de la tentativa», tan discutido en la .polémica..en
que, si por ir desatento se atropella a otro causándole la muerte, se puede torno a la teoría final de la acción. La idea de que si el dolo o la finalidad son impres­
hablar perfectamente de «acción imprudente de homicidio», sin que esto cindibles para constatar la existencia de tentativa, también tendrán que pertenecer nece­
sariamente al hecho consumado, dado que no pueden desaparecer de la acción porque
sea una· contradictio in· adiecto. Sólo se dará una mera causadón de muerte ésta entre en el estadio de la consumación, sólo es una idea vinculante para una división
si, por ejemplo, un peatón cae bajo las ruedas de �n vehíc.ulo pese a que del sistema conectada con circunstancias materiales. Pero si en lugar de ello se parte de
su conductor había observado todos los preceptos circulatonos: en tal caso que la imputación a la tentativa requiere el dolo, ello no implica tener que afirmar que
hay un accidente y no una acción de homicidio. Del mismo modo, si en los la imputación al hecho consumado tiene necesariamente corno presupuesto el mismo
elemento. Al contrario: como no hay tentativa ímprudente, el legislador también puede
casos de la esfera de protección muere la persona que intentaba salvar, se haber vinculado en los delitos culposos de resultado la imputación de la acción, no al
dolo o la finalidad, sino sólo a otros presupuestos que se han discutido anteriormente
n Op. cit., p. 193. en el texto. Una argumentación similar se encuentra en ENGISCH: Rittler-Festschrift, 1957,
pp. 173 SS.
142 143
concepto de accion
· .8.. También la, cuestión de la · «pretipícidad» deliva descrito . Es cierto ii:nputación del resultado una creación de riesgo de tan escasa �ntidad Es
se presenta bajo otra luz gracia s _al camb io de p e rspect cierto, por ot ra Pª::e, que el disparo del asesino efectuado a gran dist�ncia
que la imputación a la acción no_�s idéntica sin más ni más a la imputación al representa un� �cc10n de matar consumada aun cuando la probabilidad de
aunq se consi d ren posib les, como ya se expuso acertar.a 1 a v1c�ima fueta escasa. Pero lo decisivo aquí no es tam oco ue
tipo, Así. por ejemplo, ue e
finales, e xisten sin em­
más arriba, las acciones de homicidio no dolos as ni el as º conside que la «escasa probabilidad» 37 basta para u!i con(rol
razon es para hac r d e pender del dolo del 'f.8t
ca:,isa undam�nt�dor de la finalidad, sino que lo haga el legislador A si­
bargo buenas y convincentes e
ello no cambia el he cho
autor la imputación al tipo del homicidio • Pero nen importancia circuns­
35
�ismo las desvia�10?es del. curso causal, que en los delitos dolosos son �imul­
d!,! que! .para la imputación de la acción tamb ién ti e t�n m.e e 1esv1ac10nes. fmales, dejan intacta la finalidad si son «inesen­
a en la que se basa el Cla r �
tancias cuya relevancia sólo se determina por la normEsta co-constitución de e�». n e caso consistente en que A quiete matar de un tiro a B pero
tipo (creación del riesgo, esfera de protección, et c.). a quien a1 canza es a C' que e staba ª1 1 ªdo, WELZEL a·f'irma que existe un
HoNIG, como vimos al
la acción pot el tipo, ya elaborada acertadamente porla simple indicación de
principio, no puede se r reducida ad absurdum conde la esfera del Derecho 1
h0 1· c1'd'10 (f . ma.1) consumado de C si tal posibilidad encajaba «en el marco
de a experiencia g eneral de la vida» 38. Esto puede ser correcto en el resul­
.que también hay «acciones» completamente fue;rape ro esas acciones reciben tado, P. ero lo que es seguro es que no se .basa en un concepto de finalidad
penal y de sus t ipos, Esto no lo discute nadieu urales de valores, o tam­ d.etertmnado �or la. disposición final del autor y ontológicamente inmutable
lt
su cualidad a través de otros sistemas socioc nosotros, sin embargo, sólo �{°º1 en b?nsideraciones normativas orientadas en la equivalencia jurídic�
bién . a· través de las .finali dades del gente . A e, os O Jetos de la a cción. Saber cuándo es «esencial» una desviación
ntes de determinados
a

nos importan las cualidades jurídicopenalmente dreleva r fer e ncia (a veces incluso
�u�n�?:, ,P.?r ta��o� r.? es .«fin�l» la acción sólo puede ser una cuestión d�
de o ras cat goría s
procesos que , bajo el aspecto en¡u ciamiento Ju tldico, del mismo modo que el criterio d e l a adecuación

1f
e e
r un significado ab-
t e

en el mismo D.erecho civil, como vimos),


pueden cobr a n ¡ 1:1 }asa WELZEL -y ello es materialmente acertado- por doquier 39
solutamente diferente. � ma¡1 Ja , en vez de basarla en la mera equivalencia de condiciones de-
concluir, decir unas palabras ?ig? . no una causalidad científico-natural sino un principio de imput;ción
· 9. Estas consideraciones nos permiten, paracomo ningún otro la discusión Ji , qu . d · te m?do P,enetra en el concepto pretendidamente prejurí-
sobre ·el concepto de finalidad, qu ha marc ado
e
ZEL creyó habe r hallado en ���� ��. lª. fmaÍiJ5ad , A un mas claramente se manifiesta la normatividad de
básica jurídicope nal de los últimos decenios. WEL fijado e inmutable mente pre­ ste cri o en los res�antes principios de imputación: Quien se ma ntiene
él un criterio de imputación ontológica ment e
d �n�r? �y
io, u n curso causal -si
existente al Derecho penal: conforme a dicho criter hemo s utilizado antes-· sólo
e marco d�l riesgo permitido, no comete una acción final de ho­
mici10 au q�e hubiera perseguido la realización del riesgo que luego se
·se· nos • permite · se guir con el ejemplo que ya p
si el utor lo ha guiado conscientemente pr� e e ect a11;ente. _Y ciertamente, el variable límite del rie sgo per­
es una· acción de homicidio a
Tal concepto de finalidad, \r
lt l o r
(<<supradetetminado finalmente ») a esa me ta. la imputación de la acción, e a mismo tiempo marca para e l D erecho el límite de l control
fmal. dersu ceso, no . es un ele ment o óntico sino un elemento ue es
aunque se cre a poder prescindir d l mism o para
tos; pero ..e-frente a la opinión dominante preC1So ��tabl.ecer norma�ivame nte. La disminución del riesgo tamp�co es
e

e s· provechosti en· múltiples aspec


er como concepto norma­ una ª ccton fma l de . �esiones aunque �e dirija conscientemente el curso
entre los finalistas- sólo se lo puede entend erecho penal. La finalidad, en causal,. . f la provocac10n de consecuencrns que cae n fuera de la esfera de
tivo y sólo as. í . es aprovechable. para el Dión causal libre de valor, sino protecc1on de la norma y que según la terminología de WELZEL se ueden
efecto;' h¿/ se basa únicamente' 'e.n la conex de imputación que se ha n abarcar perfectamente con su concepto de la adecuación social 40 }nclusol
que presu pone igualmente los cri erios obj tivos
de la tormenta» t ainpoco
t e

desarrollado· anteriormente en el texto. En el «casoivamente el tío al que se conforme al estado más reciente de la teoría de WELZEL no es que' sea una
aunq ue efect acción final, p er?,· soci · 'alm:nte adecuad a, de lesiones, · sino que no es en
hay ürta aédón finál de homicidio WELZEL 36 ello obedece
q0íere háedar reslilte mue rto por el rayo. Paraposibilidad de influir en el bs?iuto una acc1on d e l,esi?nes aunque dich as consecuencias se hayan pro­
d se etendia 4 • Pero como la cuestión de qué quiere incluir
a «que-. el autor» no se atribuye a sí mismo u«l t{ � tctº
e egis a or en r
a
trata de so: Aunq e l autor e stime que enviar a a esfera de protección o qué quiere estimar socialmente
-suceso real». Pero no se e e
, seguirá sin haber acción
su tío a' la tormenta es un medio eficaz
de matar
final de homici dio porque el orden ¡urídíc o no conside ra suficiente para Ia 37 WELZEL: Lehrbuch p 64
38 Lehrbuch, p. 70. ' ·
:is Siempr� he. destacado que me parece que en este punto el finalismo ha mostrado : Cfr. Lehr?uch, pp. 42, 43, 70 y 71 .
ente en: ZStW 80 (1968), pp. 716 s.
una pene\rai;ión decisiva; últimam Cfr. los eJemplos del Lehrbuch, p. 53.
.. . 36 Leh,:bucl1; 10: ed., p. 63. 41 Lehrbuch, p. 54.

144 145
10.-PROBLEMAS B.�SICOS DEL DERECHO PENAL
adecuado, sólo puede contestarse m":'diante ·un juicio de valor jurídico, la
normatividad del criterio de la finalidad también se pone muy claramente
de relieve es este caso. Nota posterior a la primera public4ción
En otros variados aspectos la-·finalidad, tal como la emplean los final�stas
en la estructura del· delito también se determina normativamente; lo dicho
reza, por ejemplo, con la s�paración entre do�o eventual e· �prudenc�a cons­ · Las ramificadísimas discusiones en torno al concepto de acc1on han con­
,
ciente, separación que no es en abs?luto ont1cament ducido en los últimos años a una cierta resignación. La «capacidad de ren­
, �. pre�f1stente, sino· qu� dimiento» (cfr. el título del trabajo reproducido supra, pp. 84 ss.) del con­
se debe efectuar segun puntos de vista de la culpab1hdad , y con las cuali­
dades normativas de las circunstancias del hecho, cuya realización controlada cepto de acción, es decir, su utilidad práctica como concepto sistemático
caracteriza al nexo · final 43• Pero no nos hemos de ocupar por más tiempo fundamental y como principio rector de la responsabilidad penal, tropie­
de ello. Dentro del marco de este pequeño estudio sólo me interesaba za con un escepticismo creciente (es característico el tratado de ScHMID·
mostrar que los criterios de imputación,· tal como he intentado desarro�ar­ HAUSER: Strafrecht, Algemeiner Teil, 1970, p. 145: «Así pues, están jus­
los aquí enlazando con Home, no sólo son válidos de.sde el punto de vista tificadas las objeciones que se han aducido en los últimos tiempos contra
de una teoría jurídicosocial de la acción, que es la pnmera con la que han el concepto de acción o contra su supervaloración»). Cada vez gana más
concordado plenamente, sino que· ni siquiera el sistema finalista, contra lo terreno la concepción de que para el Derecho penal es menos importante
que implican sus premisas teóricas, puede prescindir de ellos. �sto no . es averiguar si y con qué requisitos se puede calificar como «acción» una con­
ducta humana, que establecer cuándo y hasta qué punto se le puede impu­
sólo un argumento a favor del acierto material .de. estas soluc1o�es, smo tar como fundamentador de la responsabilidad un resultado a una persona.
que justifica tambié� la esperanza de q;-1e el re.s;1rg1m1ento y la amplia elab?­ A esos esfuerzos por . una nueva fundamentación de una teoría jurídicopenal
ración de una teona general de la 1mputac10n podran , lograr que algun
día nuestra dogmática, actualmente escindida en posiciones divergentes, de la imputación está dedicado el artículo aqúÍ reproducido, que en este
vuelva a encontrar un «modelo de sistema del Derecho penal» que goce de sentido debe completar por el lado positivo mis observaciones críticas sobre
el concepto de acción. A estas aspiraciones hay que sumar otros intentos
reconocimiento general. Haber impulsado de modo duradero y fructífero hace
ya decenios dicha reactualización de la idea de imputac�ón constit�ye uno como los que recientemente --con diversa intensidad e independientemente
unos de otros- se han emprendido en algunos manuales (cfr. JESCHECK:
de los méritos permanentes de RICHARD HüNIG,, a quten se dedica este Allgemeiner Teil, 1969, pp. 187 ss., 386 ss.; ScHMIDAUSER: Allgemeiner
artículo . coino prueba de agradecimiento y admiración. Teil, 1970, pp. 182 ss.; WESSELS: Allgemeiner Teil, 2.ª ed., 1972, pp. 38 ss.).
Queda por ver si una teoría general de la imputación como la que
intenta esbozar mi artículo podrá asumir alguna vez las funciones que hoy
se atribuyen a la teoría de la acción; en este punto la dogmática del Derecho
42 Cfr. al respecto mi artículo: Zur Abgrenzung von bedingt�m Vorsatz und bewus­ penal (a diferencia de la doctrina del Derecho civil) está todavía en sus co­
ster Fahrliissigkeit - BGHSt 7, 363, en: JuS 1964, pp. 53 ss:;· sobre todo las notas 46
y 58 y el texto relativo a· ellas.- . ·· mienzos. DREHER (StGB, 33.ª ed., 1972, p. 12) considera «problemático»
. .' ,· . . . .
43 Así,. p. ej. -si se nos .permite volve� a 1:1Eilizar, aqm_ el e¡emplo de los delitos di­ el intento de este trabajo, mientras que, en cambio, NoLL (Der strafrecht­
rigidos contra !a vid�-, precisament� fa discus1op. mas rec1�nte ha mostrado. que, desde liche Handlungsbegriff, en: Kriminologische Schriftenreihe, tomo 64, 1971,
el punto de vista biológtco, el coID1enzo y el fm 1e la vida hu�ana no se pr_esen!an pp. 21 ss.) y ÜTTO (Kausaldiagnose und Erfolgszurechnung im Strafrecht,
como puntos fíjbs, sino ·como ·proces.os cjue Je ei:ttel!-den en el. uemp�, pero ta!11b1én
que el orden jurídico ha de . de�ermmar . segun �!tterios -normativos cuando . empieza a en: Festschrift für Maurach, 1972, pp. 91 ss.) prosiguen el trabajo en esta
existir para él la vida en formación (¿c�:m la un1on , de óvulo y espe!matozo1de, con. la dirección. Para el estudiante es recomendable que dirija su atención a la
anidaci6n o desp�és?) y cuándo se conv1�rte er: cadaver d hof!lbre vivo .(¿con J� m1;1er­ problemática paralela de la imputación en el Derecho civil para compararla
te cardíaca o con l a m1.1erte cerebral?). Si, p. e¡., se pregunta st comete una accion fmal con ésta. A este respecto ofrecen una buena visión de conjunto DEUTSCH:
de homicidio el médico que, tras haberse producido la muert1; cerebtál del dona�te, le
extrae el. corazón· aún palpitante, la respuesta no viene prev1amente dad� en mnls?na Zurechnung und Haftung im zivilen Deliktsrecht, y LARENZ: Zum heutigen
parte sino que debe determinarse jurídicamente. No se tr�ta de que e! legislador quiera Stand der Lehre von der objektiven Zurechnung im Schadenersatzrecht, am­
0 no' castigar una acción de homicidio, sino que ya su misma presencia depende .de las bos en: Festschrift für Richard M. Honig, 1970, pp. 33 ss., 79 ss.
finalidades del orden jurídico. La anticrítica de WELZEL a mi tesis. de la necesaria no:· Una teoría de la imputación como la que se ha discutido en el pre­
matividad de todos los conceptos de acción que teng� un contenido; (en: ·_«Vom Bl�1-
benden und vom Verganglichen in der Strafrechtsw1ss�nschaft», Ermneru!1g,sgabe. für sente artículo debería encuadrarse en el marco de un sistema del Derecho
Max Grünhut, 1965; también como separata,- 1964) n? ·discute e!1·. detalles m este Il1 los penal estructurado teleológicamente. Sobre ello hace unas consideraciones
restantes puntos de vista citados en el texto, que serian los declSlvos. · previas mi artículo «Einige Bemerkungen zum Verhaltnis von Rechtsidee und
Rechtsstoff in der Systematik unseres Strafrechts», en: Gediichtnisschrift für
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jo «Kriminalpolitik und Strafrechts­
Radbruch, 1968, pp. 260 ss. Mi traba
espa ñola de MUÑOZ CONDE: «Política criminal
system», 1970 [traducción ne un primer intento de materia­
y sistema del Derecho peJ!al», 1972] supo para el tipo, la antijuridicidad y
mática
lizar las consecuencias de dicha siste
la culpabilidad.

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