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El asno y su amo

Un asno, conducido a lo largo de un camino en la montaña, de repente

resbaló y empezó a caer al borde de un precipicio profundo. Mientras él

estaba en el acto de abandonarse al abismo, su dueño lo agarró por la

cola, procurando regresarlo. Cuando el Asno persistió en su esfuerzo de

dejarse ir abajo, el hombre lo soltó y dijo:

--Triunfa, pero triunfa a tu propio costo.--

 Al terco hay que dejarlo con su terquedad.

 
EL ÁGUILA Y EL MILANO
Un águila, abrumada con una pena, se sentó sobre las ramas de un árbol en
compañía de un Milano. 

--¿Por qué-- dijo que el Milano,-- tienes una mirada tan pesarosa?--

--Busco-- contestó ella,-- un compañero conveniente para mí, y no he sido capaz


de encontrarlo.--

--Acéptame-- respondió el Milano,-- soy mucho más fuerte que tú.--

--¿Y cómo eres capaz de asegurar los medios de vida por medio de los raptos?--

--Bien, yo a menudo he capturado y llevado a un avestruz en mis garras.--

El águila, persuadida por estas palabras, lo aceptó como su compañero.

Poco después de las nupcias, el águila dijo:

--Vuela y tráeme el avestruz que me prometiste.--

El milano, elevándose a lo alto en el aire, regresó con el ratón más lamentable


posible, apestando por el tiempo que había estado sobre los campos. 

--¿Es esta-- dijo el Águila,-- la realización fiel de tu promesa a mí?--

El milano contestó:

--Por alcanzar tu mano real, no hay nada que yo no hubiera prometido, por más
que yo supiera que podría fallar en la realización.--

Para quien está decidido a alcanzar un objetivo deshonestamente, no le importa hacer


promesas falsas.

 
El aceituno y la higuera
El aceituno ridiculizaba a la higuera porque, mientras él era verde todo

el año, la higuera cambiaba sus hojas con las estaciones. Un día una

nevada cayó sobre ellos, y, estando el aceituno lleno de follaje, la

nieve cayó sobre sus hojas y con su peso se quebraron sus ramas,

despojándolo inmediatamente de su belleza y matando al árbol. Pero

al estar la Higuera desnuda de hojas, la nieve cayó directamente a la

tierra, y no la perjudicó en absoluto.

No debemos burlarnos de las cualidades ajenas, pues las

nuestras pueden ser inferiores.

 
retahilas

El hombre calvo y la mosca


Un mosquito, para alimentarse, se posaba sobre la cabeza desnuda de un hombre
calvo, quien  procurando destruirlo, se dio una pesada palmada. Huyendo, el
mosquito dijo en tono burlón:

--Usted, que ha buscado venganza, hasta con la muerte, por la presencia de un


insecto diminuto, vea qué daño se ha hecho por añadir su propio  insulto a la
herida.--

El hombre calvo contestó:

--Puedo hacer fácilmente la paz conmigo, porque sé que yo no tenía ninguna


intención de dañarme. Pero en cuanto a usted, un insecto mal favorecido y
desdeñable que se deleita con sorber la sangre humana, lamento que yo no
pudiera haberle matado aun si yo hubiera incurrido en una pena más pesada.--

Muchas veces, por no pensar en defendernos con un plan adecuado, el


daño nos lo hacemos nosotros mismos.
El asno y el caballo de guerra
Un asno congratuló a un caballo por ser tan generosamente alimentado y
cuidado, mientras que él mismo tenía apenas lo mínimo para comer y
además le correspondía hacer un trabajo difícil. Pero cuando la guerra
estalló, un soldado pesadamente armado montó al caballo, y llevándolo
al campo de batalla, lo introdujo en medio del enemigo. El caballo fue
herido y cayó muerto en el campo de batalla. Entonces el asno, viendo
todas estas cosas, cambió de opinión, y compadeció al caballo.

 
Cuando no se conocen todos los aspectos de una situación, se la juzga
incorrectamente.

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