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REFLEXIÓN SALVAJE

Brasil: por una fenomenología


de la destrucción
Renato Lessa

El llamado “bolsonarismo” no tiene nada que ocultar. Se exhibe como es: ante la muerte, no la
escamotea. Sus operadores hacen lo que dicen, y dicen lo que hacen, sin reconocer límites.

“O nome do destruidor é Destruidor,


é o nome do destruidor”
Arnaldo Antunes, A face do destruidor

L
o que llamamos “bolsonarismo” es un va: el concepto, aplicado a la cosa es inductor
fenómeno sin concepto. La obsesión por de predictibilidad. Nos brinda la sensación
atribuirle uno - fascismo, populismo, au- de “saber de qué se trata”; el valor psicológico
toritarismo, necropolítica, lo que sea - surge de del concepto excede en ocasiones su supuesto
la perturbación que sentimos ante objetos sin alcance cognitivo. En la relación entre el cum-
forma, dotados de una concentración insólita plir y la expectativa, esta última se encarga de
de negatividad, expresiones de un insopor- configurar la primera.
table “absolutismo de lo real”. La propensión De todos modos, movido por una sensa-
humana a las fabricaciones de conceptos es, ción de inutilidad del concepto, pienso en la
de hecho, un recurso de autoprotección que posibilidad –y el imperativo– de una feno-
proporciona un sentimiento de familiaridad menología de la destrucción, sustentada en la
ante lo inaudito. Es un sentimiento que resulta siguiente intuición: el “bolsonarismo” no posee
de tener un nombre para todo, sin importar lo una historia intelectual ni siquiera una historia
aterrador que sea. política que lo explique. Debe mostrarse, en mi
Es una cuestión arcaica, ya inscrita en el entender, mediante una historia natural o una
diálogo platónico del Fedón, y retomada en historia de sus efectos destructivos. El objeto
nuestra contemporaneidad por el filósofo ale- –o el nombre– en cuestión no se declina aquí
mán Hans Blumenberg (1920-1996), cuando como un “concepto”: tiene más que ver con la
abordó los temas de la “no-conceptualidad”, etiqueta colocada en el cajón para indicar que
los regímenes metafóricos y el “absolutismo allí se alberga colección de cosas extremas y
de lo real”1. Además, la lógica de la autopro- abyectas. Un tipo de colección que, en condi-
tección, a través de la atribución conceptual, ciones normales, revelaría a su coleccionista
sigue el modelo de cumplir con una expectati- como sujeto de especial cuidado. Para eso
sirven los nombres: conceptos que no están
1 Ver de H. Blumenberg, Paradigmes pour une métapho- precedidos ni comandados por intuiciones no
rologie, Vrin, París, 2006; Descripción del Ser Humano, son más que delirios positivistas; las intuicio-
Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2010; y nes sin nombre para las cosas son como mapas
Teoria da não conceitualidade, Editora UFMG, Belo genéricos de ciudades, desprovistos de rutas.
Horizonte, 2013.

palabra salvaje
Número 2 - Octubre 2021 - ISSN 2730-5015 - www.palabrasalvaje.com
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aunque contrario a la idea misma de la glo-


balización, globalizó a Brasil como un paria.
Una proyección que resulta del proceso más
extremo de “desfiguración de la democracia”3
en marcha en el planeta. Un proceso cuyas
señales son detectables a una escala igualmente
global, pero que en las plagas brasileiras incide
con mayor radicalidad. Un noble efecto de la
colusión dirigida por el amigo-de-la-muerte,
expresión que es válida como el sustrato real
de la marca de fantasía “Jefe de Estado”.
Hechas las cuentas, se trata de un desastre
marcado por un paroxismo doble: pandemia
y pandemónium. Nos superamos en estas dos
dimensiones, algo digno de grandes huestes
de desgracias. Esto no es para cualquiera. El
país, con más de noventa variaciones virales, se
convirtió en un laboratorio privilegiado para la
investigación de la pandemia. También califica
Sección de una fotografía de Talita Virginia, Fundación Gabo, 2019. como una excelente oportunidad para estudios
de caso sobre la deconstrucción civilizatoria.
En cualquier caso, se trata de ocupar la van-
guardia y tener mucho que enseñar al mundo:
En los tiempos que corren, el negocio es no seguimos con el mote de país notable, pero en
involucrarse mucho en eso y seguir la máxima la pendiente de los infinitos negativos. Si se si-
de la gran antropóloga británica Mary Douglas gue de ese modo, habrá que temer el futuro en
(1921-2007): “poner la inmundicia en foco”2. el que supuestamente seríamos, según Stefan
Algo que, como bien advertía, afectará a nues- Zweig, “el país”.
tros modos habituales de cognición, general- En el resto del mundo, sin embargo, per-
mente concentrados en buscar una elucidación sisten fragmentos de difusa simpatía. En clave
de las cosas, a través de la detección de causas menor y personal, es lo que pude constatar
y una precisa determinación conceptual. En con el gesto de Monsieur Mayer, un veterano
el diálogo del Fedón platónico, Sócrates “vio” farmacéutico parisino de la Avenue de Saxe,
en el concepto del Sol lo que no podía ver en no lejos del Instituto Pasteur. Al inocularme
la cosa misma, a riesgo de quemar sus retinas. con la primera dosis de la vacuna contra la
Me temo que para proceder con el ajuste del Covid19, me dijo: “c’est pour l’amitié fran-
ojo, tendremos que quemar las nuestras. co-brésilienne”. Vacunado, salí tocado por el
gesto discreto y desprovisto de solemnidad,
Hacer del país un ejemplo y pensé: Monsieur Mayer debe ser de la cepa
En el estado actual de la situación, el interés de los franceses que se comportaron bien
cognitivo por Brasil por parte de la comunidad durante la ocupación alemana (1940-1944).
científica internacional, parece ser directa- Sin heroísmo armado, pero de alguna ma-
mente proporcional al éxito de la proyección nera observando una regla tan básica como
del país como un paria planetario. Un interés, obsoleta: alucinar a toda la humanidad en
por supuesto, impulsado por la abyección y cada individuo; tratar a cada uno como un
el asombro generalizados, dado el factor de fin, nunca como un medio.
riesgo de salud global involucrado: el término Monsieur Mayer no sabe nada sobre este
“Brasil”, en una reinterpretación desastrosa, inoculado, excepto la distinción de la declina-
merece una invitación a la profilaxis. Cuius
culpa? Mérito exclusivo de un consulado que, 3 La expresión “desfiguración de la democracia” es de la
filósofa política Nadia Urbinati en su libro tan brillante
2 Pureza e Perigo, M. Douglas, Perspectiva, São Paulo, como imposible de ignorar, Democracy disfigured: pi-
2010; Pureza y peligro, Siglo XXI, Madrid, 1973 [edi- nión, truth, and the people, Harvard University Press,
ción original 1966]. Cambridge, 2014.
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ción cortés “Monsieur Lessa “. Bastó un minuto La intuición de Polanyi, aunque se centra
efímero y el espacio exiguo del cubículo, específicamente en el proceso de conoci-
además del líquido y la aguja, para que una miento, puede extenderse a otros aspectos
curiosa mezcla de impersonalidad y de espíritu de la experiencia humana. Así como existe el
solidario compusieran el momento. Monsieur “conocimiento tácito”, es posible imaginar la
Mayer es parte de la miríada de operadores presencia de dimensiones tácitas en las que
solidarios en acción en todo el mundo. Como se fijan sentimientos morales y creencias de
los que persisten en Brasil en el combate a la reciprocidad. Claro está que no se trata de
enfermedad y las emanaciones sulfurosas del suponer que sean naturales e innatas, ya que
amigo-de-la-muerte, así como en el cuidado resultan de acumulaciones culturales que se
del inmenso contingente de víctimas. fijan –quién sabe cómo– a lo largo del tiempo,
tanto a escala individual como intersubjetiva
Dimensión tácita y compartida. Hablo de un complejo invisible
Esa no solemnidad en los actos practicados de expectativas conductuales y creencias de reci-
por los operadores solidarios conlleva una pre- procidad y pertenencia que, aunque presentes,
gunta intrigante: la ausencia de la declinación no exigen de una enunciación explícita cuando
impostada de lo que sería el fundamento del producen sus efectos.
acto solidario hace que éste adopte la forma de También está claro que esa esfera subya-
un gesto automático e irreflexivo. Lo contrario cente y tácita no es el refugio exclusivo de
sería un tanto absurdo y ridículo: suponer que creencias y sentimientos de empatía. Esta no se
cualquier acto o gesto ordinario debe ir pre- mide según los indicadores excluyentes de au-
cedido de un extenso y ruidoso exordio, como sencia o presencia, sino observando su alcance
justificación y condición de inteligibilidad. En e incidencia: cuándo y dónde está, con cuáles
otras palabras, la boutade de Monsieur Mayer, implicaciones, a quién va dirigida, a quién se
recién referida –“c’est pour l’amitié franco-brési- le niega. La esfera tácita a la que me refiero
lienne”– vale por lo que vale: simplemente una está presente de un modo más difuso, en la
fórmula pulida, que que encierra la implica- variedad de nuestros juicios y acciones dotadas
ción particular de algo no declarado, dotado de implicaciones prácticas y morales. Cumple
de un carácter general y de incidencia menos la función de un indicador primario de lo que
específica: vacunar a todos, sin importar nos parece aceptable o no. Su consistencia
quién. Esa fue, creo, la pequeña y silenciosa expresa el establecimiento de límites de lo
metafísica que sostuvo el acto solidario del razonable y lo esperado: es lo que se evidencia
farmacéutico kantiano –sans le savoir– de la en frases tan sencillas como cotidianas como
Avenue de Saxe. “esto ha cruzado la línea” o “no es posible que
Lo que parece subyacer a los gestos y esto haya sucedido”.
acciones simples y comunes de la solidaridad Parece razonable suponer que tales sen-
y el cuidado es algo emparentado con lo que tencias surgen de un sentimiento de que algo
el filósofo y químico húngaro Michael Polan- ya declarado y establecido tácitamente ha
yi (1891-1976) llamó “conocimiento tácito”4. sido agredido por algún tipo de acción o acto
Polanyi, por cierto, habló de algo inherente a declarativo. La generalización de un lenguaje
cada ser humano, en cuanto a la práctica de político en el que todo puede decirse, asociado
un “conocimiento personal”: cada uno sabe a exhortaciones escatológicas y eliminatorias,
más de lo que es capaz de decir y es poseedor supone la rarefacción -o incluso desfiguración-
y practicante de conocimientos que sustentan de una dimensión tácita.
una determinada capacidad para actuar. Algo, La declaración de un fidedigno represen-
por tanto, que no se traduce en las palabras, tante del nuevo grupo de ocupación en el Pa-
sino que emerge en la acción misma, una lácio da Alvorada (Brasilia), en enero de 2019,
facultad que no está basada en saber decir, sino marca el tono: “... nosotros no reconocemos
en saber hacer. límites”. Aquí tenemos una cristalina vocali-
zación del deseo de traspasar una dimensión
4 El tema fue desarrollado por M. Polanyi en obras ejem- tácita, cuya mínima consistencia se deriva del
plares como Personal knowledge, Routledge, Londres, principio mismo de la existencia de límites.
1958, y en The tacit dimension, Doubleday, New York,
Tal vez ese fue la declaración más radical
1966.
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Jair Bolsonaro en campaña electoral, Bahia no Ar, 2018.

proferida por los elementos del nuevo orden, de la pandemia como un hecho de la naturale-
ya que enuncia el principio trascendental –o la za: “nada se puede hacer”; “¿y qué?5”. Existe, al
metafísica– de los actos singulares de destruc- menos, una analogía formal entre los modos de
ción que se sucedieron en el orden del tiempo. plaga lingüística y los modos de contaminación
No tener límite es tomarse a sí mismo como viral. Desde ese ángulo, el horror del amigo-
un límite; es establecerlo en cada acción, para de-la-muerte a la vacuna y su defensa de la
ir más allá en la siguiente. Es un situacionismo “libertad” cobran un perfecto sentido.
puro: en ese paraíso tan libertario, cada acto El filósofo y psicólogo escocés Alexander
fija su propio límite, solo para ser superado Bain (1818-1903) en su libro más importante,
inmediatamente. El posible efecto final es la The Emotions and the Will, de 1859, definió la
reconfiguración radical de la dimensión tácita creencia como un “hábito de acción”. Dota-
a partir de la naturalización del anti-regla de das de un contenido propio, las creencias se
que “no hay límites”. alimentan de su capacidad práctica para fijar
hábitos y modelos de acción. Una fijación
La palabra podrida que de ninguna manera prescinde del uso del
en tanto describe como prescribe formas de
O velho abutre é sábio e alisa as suas penas actuar. En el mismo acto de nombrar las cosas,
A podridão lhe agrada e seus discursos la palabra sirve como preámbulo de pasar al
Têm o dom de tornar as almas mais pequenas acto como de futuros posibles. El lenguaje, al
Sophia de Mello Andersen, Livro Sexto, 1962 mismo tiempo que se mueve dentro de una
alucinación compartida de vivir dentro de
No es novedoso. La destrucción se da en las límites –la dimensión tácita–, puede dar paso
palabras y en los actos. El modo de destrucción y cobijo a la palabra podrida, una fórmula que
radica en la posibilidad de pasar directamente al ser pronunciada destruye el propio entorno
al acto: no hay ninguna mediación entre la sobre el cual incide.
brutal palabra del preámbulo y su más pura La palabra podrida destruye, antes que
consecuencia. Además, el uso del lenguaje de otra cosa, los límites tácitos. Como modelo de
amenaza y ofensa parece seguir el modelo de acción, se hace un prototipo del hábito de des-
una peste, atendiendo una lógica de infestación truir hábitos. En sentido contrario, el modelo
análoga a la actual expansión viral incontrola-
5 Dichos del ocupante del Poder Ejecutivo de Brasil,
da. La analogía ayuda a comprender las razo-
frente a los cuestionamientos sobre la escalada de víc-
nes, digamos, más profundas de la percepción timas por la pandemia.
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de destrucción resulta del poder y el sendero tiempo la inercia y amnesia de la vida-tal-co-


de la palabra podrida, y es a través de la pala- mo-es eventualmente neutralizaría el efecto de
bra que surge la cosa. El sujeto de la palabra podredumbre.
podrida, más que el verdugo de la gramática, Ambas hipótesis tienen sentido y, de hecho,
es enemigo de la semántica y de la forma de no llegan a ser excluyentes. Nada impide
vida asociada a ella. imaginar la dimensión tácita como un espacio
Hay palabras que caen en el vacío, disuel- irregular y heterogéneo, dotado de conteni-
tas por la inercia de lo que ya fue hecho y está dos y actitudes distintas a lo tácito. En otras
establecido. El rasgo distintivo de la palabra palabras, la palabra podrida puede aceptarse
podrida es que no hay mediación entre ella y como un nombre apropiado para lo que ya
su consecuencia práctica. Incluso si no tiene es familiar, y por lo tanto podrido, o puede
sentido, causa estragos. Aún si es repudiada, tomarse con indiferencia y diluirse en muchas
ya fue dicha. Su emisor, además, es un sujeto formas de apaciguamiento.
dotado de una consistencia notable: es capaz De hecho, comprender las razones y formas
de hacer todo lo que dice, sin ninguna reserva de adoptar y de indiferencia ante la palabra
mental. Incluso si no logra completar el acto, podrida, requiere una prehistoria y una etno-
debido a impedimentos externos, el emisor grafía de la dimensión tácita: ¿cómo se llenó?,
de la palabra podrida cree que lo puede hacer ¿qué variedad de actitudes puede albergar? En
y que eso significa libertad. Esto es suficiente notación directa, se trataría de reflexionar so-
para hacerlo muy peligroso, como operador de bre la tortuosa pregunta: ¿cómo llegamos aquí?
una imaginación eliminadora. Es un obcecado La complejidad de la dimensión tácita reve-
en el deseo de matar el lenguaje, lo hace cosa, la, sin embargo, la posibilidad de una actitud
suprime cualquier contenido metafórico o figu- distinta. Esto es lo que muestra la percepción
rativo para la palabra “muerte”. El emisor de la de la difusión de la palabra podrida como algo
palabra podrida es, ante todo, un sujeto dotado que, además de la indignación política, produ-
de aires proféticos: anticipa en todo momento ce un sentimiento de perplejidad, a la vez exis-
el escenario distópico de una forma de vida tencial y cognitiva. En este caso, en lugar de
adornada por excrementos y cuerpos sin vida. preguntar “¿cómo llegamos aquí?”, la pregunta
Es posible suponer que la relación entre la resultante es “¿qué es esto a lo que llegamos?”.
dimensión tácita, a la cual aludo, y la emisión En otras palabras, nos faltaría la inteligibilidad
de la palabra podrida no sea de exterioridad. de este aquí al que arribamos: ¿qué es esto?
Lo que la distinguiría, en este caso, sería el ¿qué es este aquí?
carácter enfático y brutal de la emisión, pero
no el contenido, un núcleo de sentido ya con- El sentimiento de perplejidad
tenido por patrones de subjetividad en formas El sentimiento de perplejidad no condu-
habituales de expresión. Un escenario un tanto ce necesariamente a la parálisis política. Por
trágico, de disolución de la propia lógica de la el contrario, tiene mucho sentido que en la
dimensión tácita, que trae consigo un indica- acción cívica y política, y en compartir el es-
dor de límite y señalización, aunque impreciso, panto, buscar recursos para lidiar con eventos
de patrones de previsibilidad, mientras que la extremos e inauditos. El hecho básico y origi-
palabra podrida se sustenta en la premisa del nador de la perplejidad es la ocupación del go-
no-límite. bierno, por la vía electoral, por un extremista,
Al mismo tiempo, no puede dejarse de con- tras una extensa campaña en la cual, de modo
siderar que tal dimensión tácita alberga una constante y explícito, diseminó la podredum-
extensa zona de indiferencia. En lugar de la bre por todo el país: valores y expresiones en
percepción de infestación, presuponer a la in- total discordancia con la acumulación civiliza-
diferencia como principio tácito se basa en no toria que creíamos haber logrado a partir de la
aceptar la capacidad performativa de la palabra década de 1980. El deseo de eliminar al adver-
podrida, como algo que no debe tomarse en sario y a lo diverso se exhibió sin reservas, jun-
serio. En cierto sentido, la persona indiferente to con el obstinado elogio de los torturadores
cree en la consistencia de la dimensión táci- de la dictadura militar de 1964. El paroxismo
ta, hasta tal punto que considera improbable se alcanzó con lo que puede designarse como
la contaminación, o supone que a su debido el Pronunciamiento de Ponta da Praia, pocos
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Foto en IHU Unisinos y Agencia Brasil

días antes de las elecciones, y en la cual el jefe fisonomía de un sentimiento de desamparo


de la extrema derecha brasileña preanunció el cognitivo, que no impide ni elimina la necesa-
exilio, el encarcelamiento y la muerte de los ria certeza de repulsión política y civilizadora
opositores de izquierda, sin que hubiera alguna frente a configuraciones insólitas.
reacción de las autoridades electorales6. No se Nuestro terremoto tomó la forma de un
trata de reconstituir una historia tristemente acelerado proceso de desfiguración de la
conocida y vivida. Lo que más importa aquí es democracia. La excelente imagen es obra de
enfatizar y explorar la dimensión de la perple- la filósofa política Nadia Urbinati, en un libro
jidad cognitiva: ¿de qué se trata?, ¿qué es esto?, luminoso, bajo el mismo título. Dado que la
¿cómo decir que es esto? democracia no es un “modelo” estático, sino
El filósofo francés Jean-François Lyotard, una figuración móvil, sus principales elemen-
en su libro Le Différend, de 1984, comparó la tos internos –las formas de soberanía popular,
Shoah7 con un terremoto que no solo destruyó los mecanismos legales e institucionales para
vidas, edificios u objetos, sino los propios ins- el control del poder político y el universo de
trumentos para detectar y medir terremotos8. la opinión– tienen sus propios movimientos
No se trata de sugerir una posible compara- y tiempos, y son afectados al mismo tiempo
ción entre la magnitud de la desgracia impues- por dinámicas sociales más amplias. La idea
ta a Brasil por el actual ocupante del gobierno de desfiguración indica la posibilidad de un
de la República y la que estuvo presente en el deterioro progresivo de esos elementos: la re-
contexto de la Shoah. Solo señalo la probable ducción de la soberanía popular a una dimen-
sión puramente mayoritaria, el impulso para
6 La expresión “ponta da praia” (punta de la playa) fue neutralizar los factores que controlan el ejerci-
usada por los agentes de represión política durante la cio del poder y la infestación orquestada de la
dictadura militar (1964-195), para referirse a un esta- esfera de opinión, facilitada por la ocupación
blecimiento militar, en la costa de Marambaia, próxi-
mo a la ciudad de Rio d Janeiro, base logistíca para la que ejercen las “medios sociales” en el campo
desaparición de presos políticos. de la (des)información y difusión de valores.
7 Shoah, derivado del hebreo, remite al concepto de ca- La dirección de la desfiguración, ya sea
tástrofe, y se utiliza para nombrar al holocausto [nota una etapa de algo por venir o como una forma
de los traductores]..
política propia, alimentada por su propia
8 Le Différend, Minuit, Paris, 1984.
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excepcionalidad, no tiene contornos claros: modo, imposibilitado– por el recurso a un


todo sugiere que se nutre de su propio proceso, “ausente disponible”. En esta clave, tanto el
lo hace que su “espíritu” –en el sentido que acto de nombrar como la elaboración me-
le da Montesquieu al término– esté ocupa- tafórica pueden verse como provocados por
do por una voluntad de destruir lo estaba ya un insoportable “absolutismo de lo real”. La
configurado. En pocas palabras, el hecho de “audacia de la conjetura” –como acto original
la destrucción, además del desastre implícito de desprendimiento– se convierte en un ele-
que conlleva, es perturbador como objeto de mento inherente al esfuerzo por comprender,
conocimiento. ¿Cómo lidiar con eso? de hecho en una forma de evitar el enfren-
Los tiempos que precedieron a la acelera- tamiento directo con los “medios físicos”. El
ción de la desfiguración recibieron, entre los camino, también según Blumenberg, resulta de
especialistas en el estudio de la política, un una demanda de autoconservación por parte
modo de conocimiento bastante optimista. del sujeto humano, presente en la lógica de la
El mantra de la “democracia consolidada” y elaboración conceptual. Un efecto de familiari-
el “funcionamiento de las instituciones”, con dad surge de este acto imaginario de apacigua-
pocas islas de reserva y escepticismo, cons- miento de los “medios físicos”: cuando digo el
tituyó el trasfondo y el sentido común de las nombre y el concepto, afirmo que sé qué es la
evaluaciones especializadas sobre el tema. cosa; lo re-presento en forma de nombre, y de
En la jerga adoptada por la ciencia política ese modo, lo hago familiar integrándolo en un
conservadora, el sistema político en su con- complejo de significados ya establecidos.
junto se ha percibido durante mucho tiempo Los términos de Blumenberg, además de
como una dinámica de ajustes y desajustes formidables, son útiles para iluminar lo que
entre “incentivos” y “preferencias”, como en un busco enfocar: “absolutismo de lo real”, “me-
gran parque temático conductista. El hori- dios físicos”, “ausente disponible”, “osadía de la
zonte del mejor de los mundos posibles se fijó conjetura”.
en el buen “diseño de las instituciones”, en la La aplicación del concepto de “autorita-
santificación de la accountability, en la calidad rismo” para enmarcar los fenómenos que
técnica de los procesos de toma de decisiones y conforman la actual situación de ocupación
en las políticas públicas, en la sabiduría de los del gobierno brasileño, ejemplifica bien la
evaluadores y en la consagración de “buenas proyección de un término familiar sobre algo
prácticas”. Los programas de investigación sin precedentes. Sin embargo, son evidentes los
serios tenían que, por fuerza mayor, centrarse problemas por desajustes. El término “autori-
en la “desfiguración” en lugar de la “consolida- tarismo” es una idea confusa y difusa, diluida y
ción”. Como resultado, una de las ventajas del aplicable a un conjunto variado de fenómenos,
redireccionamiento, y para nada menor, fue como efecto de una inercia epistemológica.
poder reevaluar el conocimiento común sobre Parece tener ventajas en señalizar su conteni-
lo que puede significar la “consolidación” de do negativo, aunque no siempre ha sido así.
una democracia. Basta recordar la significativa producción de
ensayos, en Brasil y en otros lugares, en los que
El nombre del destructor los términos “autoritario” y “autoritarismo”
A pesar que la perplejidad nos invadió, per- indicaban alternativas positivas a la democra-
siste el impulso inevitable de dar un nombre a cia liberal9.
lo inaudito: el surgimiento de la cosa exige la En Brasil, durante la década de 1970, “auto-
atribución de un nombre. El nombre, así di- ritarismo” fue un prudente eufemismo movi-
cho, no deja de ser un efecto sonoro o gráfico lizado para nombrar el hecho de la dictadura,
de nuestro propio espanto. Hecho de lenguaje destacándose el importante libro publicado en
y asombro, el sentimiento de desconocimiento
del mundo nos suena como la marea creciente 9 Vale citar, entre otros, para el caso de Brasil al libro de
Azevedo Amaral, Estado autoritário e realidade nacio-
de la distopía. nal, J. Olympio, Rio de Janeiro, 1938, uno de los más
Dar un nombre o un concepto a algo, para importantes para comprender el giro autoritario de los
el filósofo alemán Hans Blumenberg, supo- años 1930. También un óptimo análisis en: Azevedo
ne un acto de tomar distancia. Substituye Amaral e o século do corporativismo, de Michael Ma-
noilesco, no Brasil de Vargas, A. de Castro Gomes, So-
un presente inmediato –extraño y, en cierto
ciologia & Antropologia 2 (4): 185-209, 2012.
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1977 por el brasilianista Alfred Stepan, titulado mo” es evidente. Aprendemos de Primo Levi
Brasil Autoritário10. En la década siguiente, el que el fascismo es polimórfico y no se limita a
concepto sobrevivió a través de una abundante su experiencia como régimen político. Veamos
literatura sobre las “transiciones del autoritaris- lo que dice:
mo a la democracia”, con numerosos “estudios
de caso” de países en ese momento ocupados “Cada época tiene su fascismo; sus signos
por dictaduras. De hecho, el nombre autorita- premonitorios se advierten allí donde la
rismo en una medida nada despreciable conte- concentración de poder niega al ciudadano
nía uno de los atributos señalados por Blumen- la posibilidad y la capacidad de expre-
berg, presente en la lógica conceptual, el de sar y realizar su voluntad. Esto se logra
otorgar el nombre en base a una expectativa. de muchas maneras, no necesariamente
Dicho de otro modo, “autoritarismo”, a con el terror de la intimidación policial,
partir de aquellos años 70, fue sobre todo el sino también negando o distorsionando
nombre de la ausencia de democracia. Su sim- la información, corrompiendo la justicia,
ple declinación trajo consigo la imaginación paralizando la educación, difundiendo de
de la urgencia de recuperar –o construir– la muchas formas sutiles la nostalgia por un
democracia. Además, los fenómenos autori- mundo en el que reinaba el orden supremo
tarios y democráticos eran entendidos como y la seguridad de unos pocos privilegiados.
excluyentes: la incidencia del primero sobre se basaba en el trabajo forzoso y el silencio
el segundo tiene la forma de una interven- forzado de la mayoría”11.
ción exógena, según la criminología política y El pasaje de Levi es elocuente en su adver-
criminal de los golpes de Estado. Los procesos tencia sobre la supervivencia del fascismo por
de desfiguración de la democracia son, por el medio de la desfiguración de aspectos inhe-
contrario, endógenos, ya que son promovidos rentes a las sociedades democráticas: la justi-
por el surgimiento electoral de la extrema de- cia, la educación y el mundo de la opinión. De
recha, a través de los mecanismos regulares de todos modos, o el fascismo es un régimen o es
la democracia y el estado de derecho. un conjunto polimorfo de prácticas, insertado
Una posible refutación consistiría en decir en un régimen no fascista. En este último caso,
que nada de esto impide que una de las posi- si bien el término “fascista” puede ser utilizado
bles trayectorias del proceso de desfiguración como signo de prácticas específicas –distor-
de la democracia en curso en Brasil sea la im- sionar informaciones, paralizar la educación
plementación de un “régimen autoritario”. Con o corromper la justicia– no le corresponde a
todo, eso dependerá de un acuerdo semánti- éste designar el espacio más amplio en el cual
co, dotado de la siguiente premisa: cualquier están presentes las prácticas fascistas. Lo que
configuración política no democrática debe más se puede decir es “hay fascismo”. Pero la
tener en la palabra “autoritarismo” su sello de naturaleza del régimen que sufre o tolera sus
inteligibilidad. Aunque en una clave sombría, prácticas permanece indeterminada, a la luz de
el concepto nos hace suponer que sabemos lo la polimorfa definición de fascismo.
que nos espera. El término también trae como Si optamos por la idea del fascismo como
efecto diluir la desfiguración actual en algo régimen o, digamos, como un “proyecto” para
similar a una tradición. El llamado “bolsona- nombrar nuestras penurias actuales, los pro-
rismo” sería, en realidad, un capítulo de una blemas no son menores. El fascismo histórico
“tradición autoritaria”, aunque el más escaleno, estuvo marcado por la obsesión por incluir
lo que semánticamente le atribuye un lugar a al conjunto de la sociedad en la órbita del
una reiteración, y no a una novedad. Estado12. Su ejecución se llevó a cabo a través
El recurso al término “fascismo” como
“ausente disponible”, como la noción de “au- 11 P. 56, “Um passado que acreditávamos não mais vol-
toritarismo”, tiene un doble valor: exprimir la tar”, en: Primo Levi, A Assimetria e a Vida: artigos e en-
saios, 1955-1987, (M. Belpoliti, org.), Editora UNESP,
abyección y al mismo tiempo decir de qué se São Paulo, 2016.
trata. De hecho, en el centro de todo concepto 12 Un análisis más detallado de esta cuestión en “Presi-
hay una aversión, lo que en el caso del “fascis- dencialismo de Assombração: autocracia, estado de
natureza, dissolução do social (notas sobre o experi-
10 Authoritarian Brazil: Origins, Policies, and Future, A. mento político-social-cultural brasileiro em curso)”,
Stepan (ed.), Yale University Press, New Haven, 1977. R. Lessa, pp 187-209, en Ainda sob a tempestade (A.
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de un modelo de organización corporativa


de la sociedad, cuyo elemento central estaba
constituido por el trabajo y las profesiones, y no
por el ciudadano liberal-democrático, sujeto
a derechos universales. El fascismo opuso
esto a la idea de un derecho concreto, basado
en la división social del trabajo. El horizonte
de la arquitectura institucional corporativista
apuntaba a incluir toda la dinámica social en
los espacios estatales y eliminar toda la energía
cívica y política asociada a la indeterminación
liberal y democrática.
El panorama que se presenta hoy en Brasil
es bastante diferente: no se trata de poner la
sociedad dentro del Estado, sino de devolver la
sociedad al estado de la naturaleza, de remo-
ver de la sociedad los grados de “estatalidad”
y normatividad que contiene, para acercarla
cada vez más a un ideal de un estado espontá-
neo de naturaleza. Un escenario en el que las
interacciones humanas se rigen por volunta-
des, instintos, pulsiones y lo que sea, y en el
cual la mediación artificial es mínima, o inclu-
so inexistente. Tal es el trasfondo de la idea de
destrucción, que indica algo más amplio que la
naturaleza de los regímenes políticos.
Hace unos tres años, cuando comencé a
reflexionar (más) y escribir (menos), sobre la
destrucción en curso del país, comencé por
negarme a nombrar a su principal operador. Le
he dado, de hecho, un no-nombre: el innom-
brable13. Ciertamente es un acto ficticio de Foto Rede Brasil Atual, 2021
colocarlo por fuera del lenguaje o, al menos, de
ubicarlo en el lugar reservado por los siste-
mas lingüísticos a lo que no se puede decir no la escamotea: transforma en evidencia in-
y aceptar en el horizonte semántico común: eludible del curso natural de la vida. Nuestros
el espacio prelingüístico de lo indiscernible. patrones habituales de conocimiento, por el
Pero no se trata de eso. Negar la perspectiva de contrario, presuponen siempre una opacidad
la diccionarización a la cosa, bien vale como en las cosas, un principio según el cual lo que
una señal y náusea ética, aunque los “medios parece ser nunca es lo que es, siendo el ele-
físicos” permanecen activos e indiferentes al mento velado lo que le da sentido. Se trata, en
rechazo del refugio conceptual. efecto, de un atavismo gnóstico presente en
Sin embargo, hay más que idiosincrasia y una atracción por el velo. En sentido contrario,
tontería en este rechazo. De hecho, hay espan- la lógica conceptual consiste en revelar aque-
to ante la enorme dificultad de lidiar con algo llo que el fenómeno esconde y no manifiesta
que se muestra exactamente como lo que es. El como descripción de sí mismo o en su modo
llamado “bolsonarismo” no tiene nada que de aparición.
ocultar, desde el punto de vista de sus elemen- Mostrarse como se es consiste algo extre-
tos constitutivos, aunque sí, desde el punto de madamente perturbador. Algo que se valora
vista penal. Se exhibe como es: ante la muerte, en experimentar los afectos: espontaneidad,
vergüenza, corporeidad, un fácil abrigo para
Novaes, org.), Edições SESC, São Paulo. 2020. las ocurrencias sin nombre y perturbadoras de
13 O inominável e o abjeto, R. Lessa, Carta Capital, 3
su propio sentido, instantáneas y situaciona-
agosto 2018.
94 Número 2 | Octubre 2021

les. En otra temática, siguiendo la perspectiva epistemológica de la observación de la des-


abierta por la filósofa estadounidense Elaine trucción. La sensibilidad analítica que resulta
Scarry14 en una obra memorable, aprendemos de observar y reportar eventos extremos es
sobre la no opacidad presente en la experiencia un excelente entrenamiento para hablar sobre
con el dolor, cuánto es incontestable, cuánto se destrucción. Deben incluirse como lecturas
alberga en el más hondo sentimiento posible obligatorias en los cursos de “Metodología”.
de certeza. Los actos de destrucción valen por lo que
El modelo del dolor constituye una diná- son: actos de destrucción. Sus operadores ha-
mica de eventos disruptivos, cuyo verdade- cen lo que dicen, y dicen lo que hacen: síntoma
ro efecto reside de un modo directo en sus de un vínculo directo entre los “medios físicos”
impactos inmediatos. El nombre dado, como y la aplicación de la palabra podrida. Primo
distante ausente, no lidia con la verdad inscrita Levi en esto vería una cierta lógica de ofensa:
en el acto y sus efectos. Pero además, arriba producir dolor y castigo, por cierto, pero ade-
con atraso: no puede dejar de ser una adición más también destruir por medio de la palabra
post-fáctica. Cuando llega, los efectos ya están precisa. Otra imagen de Primo Levi permite
ahí: topografía de ruinas, escombros y expecta- pasar a un ejercicio final de observación de la
tivas destruidas. destrucción, el de “ir a fondo”17.
Lo que pretendo es indicar que se abren los
Fenomenología de la destrucción abismos, a través de los cuales la destrucción
Cuando Hans Erich Nossack (1901-1977), hace su obra de daño. No se trata de darle a
en junio de 1943, regresó a su ciudad, Ham- la destrucción una dimensión metafísica o
burgo, literalmente borrada del mapa por 1800 sublime. El término vale aquí como una señal
bombardeos británicos durante ocho días –una flecha– que apunta a circunstancias de
consecutivos, no llevó consigo el concepto desfiguración del tejido normativo que, desde
de lo que vio. Caminó atónito por las ruinas, la Constitución de 1988, prefiguraba un modo
entre restos orgánicos sin forma, efectos de lo de vida. “Destrucción” es el nombre que se le
que podríamos llamar como los paroxismos da a esa tal destrucción. Más que revelar un
de los “medios físicos”: la destrucción de toda nombre codificado, capaz de mostrar su núcleo
una ciudad. Grabó imágenes del untergang: más profundo o sus “proyectos”, es apropiado
destrucción, hundimiento, abismo. Un fondo mostrar sus circunstancias y áreas de inciden-
mineralizado, que consiste en escombros y cia. Los hechos primarios son una legión.
restos humanos derretidos o carbonizados. Lo que haré a continuación no es tanto
Cuando escribió su libro principal, Untergang, registrarlos, sino proceder una presentación no
en 1948, registró cosas como esta: “las ratas, exhaustiva de configuraciones más generales
osadas y gordas, que jugaban en las calles, pero sobre las que los operadores de destrucción
aún más repugnantes eran las moscas, enor- ejercen sus efectos. En orden, dichas configu-
mes e iridiscentes verdes, moscas como nunca raciones pueden ser presentadas de la siguiente
se vieran antes”15. manera: (i) Lengua, (ii) Vida, (iii) Territorio y
La descripción de Nossack fue considerada poblaciones Originarias y (iv) Complejo Ima-
por W.G. Sebald como un modelo de una his- ginario-Normativo.
toria natural de destrucción16. En una aproxi-
mación con los términos de Blumenberg, tal 1. Lengua
historia puede tomarse como la narrativa más Uno de los textos más notables sobre la
directa posible del predominio de los “me- experiencia del Tercer Reich fue escrito por
dios físicos”. Es necesario reconocer la ventaja Victor Klemperer, un judío convertido al pro-
testantismo y profesor de literatura románica
14 The body in pain: the making and unmaking of the en la Universidad de Dresde. Conversión de
world, E. Scarry, Oxford University Press, Oxford,
1985; y también A dor física: ima teoria psicoanalítica
da dor corporal, J.-D. Nasio, Jorge Zahar, Rio de Janei- 17 Sobre la idea de “ofensa”, ver Os afogados e os sobre-
ro, 2008. viventes, P. Levi, Paz e Terra, Rio de Janeiro, 2004, es-
15 The end: Hamburg, 1943, H.E. Nossack, University pecialmente el capítulo “A memória da ofensa”. Sobre
Chicago Press, Chicago, 2006. la expresión de “ir a fondo”, la referencia es É isto um
16 Guerra aérea e literatura, W.G. Sebald, Companhia das homem?, P. Levi, Rocco, São Paulo, 1988, en particular
Letras, São Paulo, 2011. el capítulo “No fundo”.
palabra salvaje 95

escaso valor, ya que habiendo permanecido en De manera más abstracta, la palabra podri-
Alemania después de 1933, sufrió todo tipo da es una forma de expresión que produce un
de persecuciones e interdicciones. Finalmente efecto inmediato, ya sea como preámbulo de
escapó del exterminio gracias al devastador una acción violenta, como aviso previo de una
bombardeo de Dresde en febrero de 1945, acción deletérea o como una potencial infes-
que interrumpió el sistema de transporte a los tación del campo simbólico. Por supuesto, no
campos de exterminio. Klemperer dejó como inventó sus términos ni muchas de sus fórmu-
legado un valioso diario y una obra maestra, a las. Es obligatorio reconocer que éstas están
la que dio título en latín: Lingua Tertii Imperii, entre nosotros. La novedad en esta materia es la
más conocida como LTI o Lengua del Tercer ocupación que hace ese tipo de lenguaje de los
Reich, según las ediciones en portugués y en espacios de emisión dotados de gran capacidad
castellano18. Allí, su autor recogió diligentemen- de difusión. El jefe del consulado, por supuesto,
te, durante los 12 años de vida bajo el nazismo, no inventó al tipo violento que usa las palabras
los impactos del lenguaje podrido nazista sobre como preámbulo del golpe físico y doloroso.
el idioma alemán, que inventó su propia varian- Lo que trajo de perturbador fue el sistemático
te del idioma, practicado por adherentes y por uso de la palabra podrida y su entronización en
quienes se vieron obligados a hacerlo. los discursos de la República. Son válidas como
Klemperer se preocupó por los nuevos declaraciones sobre el “estado de la nación”.
términos, eufemismos y distorsiones de sig- Espero que todos estos actos de habla estén
nificado. Juzgó de gran importancia recopilar siendo recopilados por investigadores diligen-
registros del habla podrida, generado por los tes. Será devastador el día que publiquemos,
operadores de la destrucción actualmente en en edición crítica, anotados y comentados, las
curso en Brasil. Sin embargo, en este caso, se obras completas del Destructor.
trata menos de una innovación de vocabulario No se debe confundir la palabra podrida
que de una consagración del lenguaje como con la mentira. Esta, más humana, es inhe-
portador inmediato de sus efectos de violencia. rente a la política. En última instancia, es
Esto es lo que he tratado de designar aquí con vulnerable a la refutación fáctica. Este no es el
la expresión palabra podrida: un acto de habla caso de la palabra podrida que, en este senti-
que cuando se pronuncia degrada el espacio do, es invulnerable al desenmascaramiento.
semántico. Esto se debe a que los operadores capaces de
Confieso que tengo pudor en brindar juzgarla y medirla están ellos mismos, y de
ejemplos directos, pero vamos hacia allí: basta modo creciente, delimitados por la semántica
recordar lo que dijo uno de los más destacados de la podredumbre. Hay, por tanto, un halo
operadores de destrucción, un diputado federal de podredumbre trascendental que acoge y
e hijo del actual ocupante de la presidencia de la justifica proposiciones podridas específicas.
República, al referirse a las compañeras diputa- Así se forma un repertorio explícito e implíci-
das como “portadoras de vaginas”. Es, de hecho, to, según el cual la palabra podrida contagia el
una metonimia podrida, cuya emisión contiene lenguaje cotidiano y delimita los contornos de
fuertes elementos de infestación: deshumaniza- la facultad de juicio.
ción, misoginia, sexismo, brutalidad inaudita.
Este terrible ejemplo basta para aclarar el alcan- 2. Vida
ce de la palabra podrida. Como toda palabra o En el horizonte de la filosofía política
expresión, siempre está precedida de intuiciones moderna, la centralidad del tema de la vida fue
genéricas, y por ello se puede imaginar el espec- indicada de modo definitivo por Thomas Hob-
tro de podredumbre que alberga. bes en el siglo XVII. A él le debemos la consta-
tación de que el Estado es un animal artificial,
18 LTI: Linguagem do Terceiro Reich, V. Klemperer, Con- instituido por el ingenio humano, dotado de la
traponto, Rio de Janeiro, 2009; LTI: La lengua del Ter- justificación básica de brindar protección a la
cer Reich. Apuntes de un filólogo, Minúscula, Barcelona,
2001; sobre sus diarios hay una edición brasileña abre-
vida. Lejos de ser vaga y genérica, esa protec-
viada, Os diários de Victor Klemperer, Companhia das ción surge del horror de la posibilidad de una
Letras, São Paulo, 1999; en castellano, los diarios com- muerte prematura y violenta, un galardón a ser
pletos en dos volúmenes: Quiero dar testimonio hasta conquistado por los practicantes y seguidores
el final I: Diarios 1933-1941, y II: 1942-1945, Galaxia
de una vida absolutamente libre y desprovista
Gutenberg, Barcelona, 2003 y 2004.
96 Número 2 | Octubre 2021

Cementerio de indígenas Yanomami en Roraima; foto Tatiana Merlino, Reporter Brasil, 2021

de factores de contención, tanto externos como de la vida se asocia con el control de la violen-
internos a los sujetos humanos. Considerada cia –o el predominio de los “medios físicos”, en
como absolutista, lo cual fue por razones cir- las palabras de Blumenberg– y con la mini-
cunstanciales, para Hobbes, la adhesión a un mización del sufrimiento, el desamparo y la
pacto común para la protección de la vida debe insolidaridad.
ser absoluta. Creo que no es difícil vislumbrar en qué
Lo que conviene retener de este breve resu- medida la perspectiva de reducir la letalidad
men es la idea de que la cuestión de la vida su- violenta es afectada por el elogio abierto del
pera la dimensión biológica y se inscribe en el armamentismo y las medidas administrativas
fundamento de la legitimidad misma del poder para concretarlo. La destrucción inducida por
político. En otras palabras, la vida se convierte la palabra podrida cuenta cada vez más con
en una figura de derecho público y no solo en su retaguardia armada, con potencia de fuego
algo restringido a la naturaleza, la providencia expansiva, asociada también a la consolidación
y a cada cuerpo biológico. y expansión de un poder miliciano, una de las
El argumento hobbesiano, fijado en la retaguardias de apoyo al proceso más general
prosodia de la filosofía política, puede tomar- de desfiguración de la democracia. Asimismo,
se como la metafísica política de un doble la dimensión del Estado de Bienestar se vuelve
proceso, errático e involuntariamente configu- más vulnerable que nunca. Su peso inercial,
rado en el experimento del mundo moderno: por cierto, dificulta derrumbes abruptos, pero
el largo proceso civilizador, como lo describe el proceso de desfiguración está en la agenda.
Norbert Elias, con sus múltiples mecanis- El ámbito del ataque a la perspectiva de la
mos de mediación y reducción de la letalidad vida como valor e indicador básico de la legi-
violenta en las relaciones sociales –y el experi- timidad del Estado, tiene su escenario noble
mento del Estado de Bienestar, cuyo carácter en la “gestión” de la pandemia. Es un campo
imperioso fue finamente ponderado por Karl privilegiado para observar la destrucción de lo
Polanyi19. En una fórmula más precisa: el tema común. La pandemia nos proporciona la ima-

19 Ver respectivamente O Processo Civilizador, N. Elias, original 1939], y A Grande Transformação, K. Polanyi,
Jorge Zahar, Rio de Janeiro, 1990; El proceso de la ci- Campus, Rio de Janeiro, 2011; La gran transformación,
vilización: Investigaciones sociogenéticas y psicogenéti- Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo,
cas, Fondo Cultura Económica, Madrid, 1987 [edición Fondo Cultura Económica, México, 1992 [1ª ed. 1944].
palabra salvaje 97

gen y la realidad de la presencia de un espacio entramado normativo, que comprende tanto


común. Un dominio, por supuesto, marcado las dimensiones del derecho formal como los
por la negatividad, como en las “comunida- modos tradicionales de conocimiento y ges-
des de aflicción”, según la sagaz expresión del tión de los recursos naturales. La idea aséptica
antropólogo británico Victor Turner20. Albert de lugar prescinde de la larga y lenta precipita-
Camus, en su clásico libro La peste, de 1947, ción de significados sobre el espacio a lo largo
escribió sobre la plaga que asoló la ciudad del tiempo, que define la idea siempre confusa
de Orán, en la entonces Argelia francesa21. A e impura de país.
través de la acción de su personaje principal, el El genial artista plástico sudafricano
Dr. Rieux, la desgracia colectiva brinda su pro- William Kentridge, en su obra fuertemente
pia traducción como una oportunidad para la marcada por la observación de la territoriali-
solidaridad. El común negativo de la enferme- dad de su país durante el apartheid, desarrolló
dad y el positivo común del cuidado mantienen una fina teoría del paisaje que presenta como
relaciones de complementariedad. experiencia espacial y sensorial en la que las
El negacionismo representa, más que una formas de vida están ocultas. Kentridge nos
actitud sanitariamente letal, una negación de dice: hay muchas cosas en el paisaje: cuerpos
lo común. Negar la enfermedad es una forma descompuestos, incorporados a la tierra; una
directa de negar la relevancia de un ámbito tierra que es lugar de combate, disputa, segre-
marcado por la interdependencia de los sujetos gación racial. En suma, el paisaje como lugar
y la posibilidad de establecer amplios lazos en el cual las memorias permanecen como de-
de solidaridad y reciprocidad. La libertad del pósitos coagulados; conjunto de experiencias
“homo bolsanarus” la negación de lo común22. arraigadas como entremezcladas con la tierra23.
La circunstancia de la muerte, regresando el La devastación ambiental va en la dirección
carácter perecedero de los cuerpos individua- opuesta a esta teoría del paisaje. El predominio
les, hace que la vida deje de ser un asunto de del lugar, sin el encanto que despertó a par-
Derecho Público. tir del siglo XVI en los primeros extranjeros,
Tristemente, la diseminación de la letalidad exige la posibilidad de un territorio abierto
es mensurable, al igual que la escala de los que al mayor aprovechamiento posible, según las
sufren secuelas y fueron traumatizados. Pero la lógicas dictadas por sus propios usuarios, en
disolución de lo común y la difusión oficial de un acto de pura libertad. Expulsar al territorio
la insolidaridad son difíciles de medir. Subsisten del Derecho, para no hablar de la supresión de
como factores silenciosos y constantes, esencia- los modos tradicionales de ocupación; devol-
les para la buena obra de la desfiguración. ver la tierra a la naturaleza, entendiendo por
el término su disponibilidad absoluta para
3. Territorio y pueblos originarios la explotación económica. En este sentido, la
Hay un significado inequívoco en el tra- deforestación desenfrenada es imparable, ya
tamiento del territorio y el tema ambiental que cuenta con una miríada de operadores de
que implica una redefinición normativa del destrucción, alentados por la promoción de
espacio brasileño. Se desplaza la idea de país, sus valores e intereses en el ámbito de razones
como experimento cultural denso y duradero, de Estado.
en dirección a la imagen de lugar, una cate- Los pueblos originarios se encuentran entre
goría espacial que trae consigo la posibilidad los principales enemigos de los ocupantes del
de apropiación física. La idea de país es una gobierno de la República, síntoma, sobre todo,
abstracción, la de lugar es un punto geográfico de la negativa a admitir una pluralidad de
realmente existente. El alcance de la diferen- formas de vida en el territorio común del país,
cia entre país y lugar puede medirse por el y bajo la creencia etnocida del imperativo de
grado en que la naturaleza está incluida en un su “aculturación”. Entre invasores de reservas
–como sujetos de libertad natural– y pueblos
20 Ver The Drums of Affliction, V. Turner, Routledge, Lon-
indígenas –sujetos de Derecho como legítimos
dres, 1968. ocupantes de las reservas, reconocidos en su
21 Ver La Peste, A. Camus, Gallimard, Paris, 1947.
22 Sobre esta categoría, véase Homo Bolsonarus, R. Les- 23 “Felix in Exile: Geography of Memory”, p. 122, In: Wi-
sa, Serrote 27, julio 2020, https://revistaserrote.com. lliam Kentridge (C. Dan, et al., eds), Phaidon Press,
br/2020/07/serrote-edicao-especial/ Londres, 2003.
98 Número 2 | Octubre 2021

Selva amazónica incendiada; foto Fernando Martino, Reporter Brasil, 2019.

especificidad cultural y, por ello, beneficiarios 4. Complejo imaginario y normativo


de la protección estatal–, la opción tomada no En este último apartado reúno un vasto
deja lugar a dudas. Al igual que ocurre con conjunto de dimensiones dotadas de una pro-
el territorio, los pueblos indígenas deben ser piedad común: representan el peso de la abs-
expulsados ​​del entramado normativo que, en tracción en la configuración del país. En otras
cierta medida, contiene mecanismos y normas palabras, nuestra “abstractófera” y reserva de
de protección y regulación. negación ante el predominio de los “medios
El tratamiento del territorio y las pobla- físicos”. Aquí inscribo tanto la dimensión de
ciones originarias por parte de los actuales los derechos constitucionales, que definen un
ocupantes de la República está marcado por piso normativo para la figuración de lo social,
una inclinación distópica y atávica: hacer de como nuevos derechos expansivos en el ámbito
la defensa de la libertad una restitución de de los derechos civiles. Las características de
las condiciones originales de la colonización: la Constitución de 1988, concebida como una
exploración del territorio y la “preacción”24 imagen de lo que debería ser el país, y no aco-
para apresar indígenas. La nostalgia por lo que tada a establecer reglas para un juego definido
hubiera sido una libertad irrestricta para lidiar en sentido ascendente, devolvieron la pree-
con la tierra, la naturaleza y los seres humanos minencia del Derecho Público para el diseño
constituye el núcleo arcaico del programa de general del país25. En términos más específicos,
desfiguración. esa Carta representó la plena constituciona-
lización de los derechos sociales, políticos e
individuales, en torno a la idea de “Estado
democrático de derecho”. A pesar del gran nú-
24 Preacción corresponde al término portugués preação
que se refiere a expediciones para capturar y apresar 25 Un óptimo análisis del aspecto programático de la
indígenas, para esclavizarlos, y que ocurrieron bajo la Constitución de 1988 en Pluralismo, Direito e Justiça
colonia portuguesa desde el siglo XVI [nota de los tra- Distributiva, G. Citadito, Lumen Juris, Rio de Janeiro,
ductores]. 1999.
palabra salvaje 99

mero de enmiendas, la Carta contiene impor- partir de la creación del Ministerio de Trabajo,
tantes barreras para contener el ímpetu de la el asunto tuvo un lugar permanente en el ámbi-
desfiguración, aunque está lejos de ser inven- to del Poder Ejecutivo. Su extinción, en el actual
cible. La ocupación por la extrema derecha de consulado, fue precedida por un laborioso tra-
cargos importantes en el ámbito de la justicia bajo de preparación, realizado por el gobierno
y en el campo de los derechos humanos indica de Temer, que alteró aspectos importantes de la
hasta qué punto el ordenamiento abstracto justicia del trabajo e hizo inviable la sostenibili-
de los derechos fundamentales constituye un dad de la mayor parte de la red sindical brasile-
adversario a derrotar. ña al anular el impuesto sindical.
La esfera abstracta también incluye los ám- En nombre de la libertad, el derecho a
bitos de la cultura y la educación. Más allá de organizar sindicatos fue severamente mitigado.
las evidencias en las declaraciones, la primera La perspectiva de la desfiguración del derecho
fue neutralizada por una inmovilización ins- laboral, a pesar de la iniciativa del consulado
titucional sin precedentes. En la segunda, uno anterior, fue asumida plenamente por la actual.
de los principales proyectos del ministerio de La libertad natural celebrada por los actuales
esa área aborda la “educación en el hogar”, ba- ocupantes acoge, en el ámbito de la cuestión
sándose también en el principio de “libertad”, laboral, los dictados de la libertad ultra-neo-li-
lo que en este caso significa el control total de beral, tradicional cláusula petrificada de los
la familia sobre la educación de sus hijos. Las que vinieron al mundo por negocios.
familias, así como las iglesias, se definen como La posible desfiguración de la democracia
lugares privilegiados para la socialización, se puede detectar en varios espacios no consi-
componiendo así un marco general de desfigu- derados aquí. De hecho, hay una ardua tarea
ración de lo común. por hacer, que es sistematizar todas las accio-
El ámbito laboral, aunque duro como una nes que, en sus ámbitos específicos, realizan la
piedra, tampoco está completamente exento de labor de destruir lo mejor del país, aceptando
la presencia de factores aquí presentados como todo lo que fue y es peor. Eso es lo que hay que
abstractos. Así como existe una diferencia hacer, para que podamos llevar a cabo la impe-
entre país y lugar, es posible imaginar la misma riosa deconstrucción de la destrucción.
lógica de oposición para las ideas de trabajo y Las desfiguraciones son móviles. Es muy
empleo. La primera, más que limitada al do- difícil prever su fijación en alguna forma
minio ocupacional, es una categoría cultural y permanente. Tal como está ahora, se alimenta
cívica; la segunda pertenece al espacio semán- de su capacidad diaria de producir efectos des-
tico de la economía y el mercado. tructivos, tanto en sus actos como en sus pala-
El “trabajo” fue una categoría central en la bras. No hay necesidad de un concepto mágico
experiencia del país a partir de la década de y esclarecedor de la cosa. Lo que importa es
1930. Desde aquel entonces, el tema nunca estu- seguir las señales de destrucción y mostrarlas
vo ausente del marco constitucional brasileño: tan implacable como sistemáticamente. Quizás
todas las Constituciones lo acogieron y amplia- el concepto de la cosa sea el rostro del Des-
ron el alcance de los derechos sociales institui- tructor, el “lugar de habla” por excelencia de la
dos durante aquella década. De igual forma, a palabra podrida. n

Renato Lessa es profesor de filosofía política en la Pontificia Universidade Catolica Rio Janeiro, investigador visitante
en el Centre Roland Mousnier (Lettres Sorbonne Université, Paris) en 2021, e investigador asociado del Instituto de
Ciências Sociais da Universidade de Lisboa; integrante del CNPq.
Texto basado en una conferencia brindada en la École des Hautes Études in Sciences Sociales (París, 29 marzo 2021),
titulado “Brésil: pour une phenoménologie de la destroyer”. Una versión resumida se publicó en la revista Piauí (número
178, julio 2021), bajo el título “A destrucción”.
El texto es una traducción de Palabra Salvaje, desde donde agradecemos el permiso de la revista Piauí sobre el artículo
publicado, y al autor por acceder a esta versión original.

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