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Para no pensar lo que debes pensar

de Líber Falco

Para no pensar lo que debes pensar


para no decirte lo que debes decirte,
ibas mirando algo que no existe.
Pero debes pensar y oír como se debe.

Mira los árboles.


Tienen hojas verdes ahora
y tú no las has mirado.
Palpaste más de una vez sus troncos
viste latir y subir su savia
Mira sus hojas ahora.

Qué manía tienes.


Quieres estar en el fondo de las cosas
quieres ver las hojas cuando no existen
todavía.
Te quedarás ciego así, confundido;
olvidarás el verde
la forma de toda cosa, morirás.
Olvidarás todo así, todo.
Mira las hojas.
Tienen forma de hojas
y son verdes.
TEORÍA DE LA AGRICULTURA

El labrador viene con su carga amarilla de panes a medio cocer.


Viene por el sendero el labrador adormecido
con la pesada carga de los años.
Saluda al prójimo con su mano encallecida,
y mira, qué lástima, la tierra tan bonita
con su puesta de sol, y el silencio
y los primeros cantos de los grillos
cuando los pájaros se han decidido a dormir.
Qué lástima, con lo que cuesta todo,
piensa que no compensa romperse los huesos,
hacerse viejo y sentencioso y arrugarse
mientras se escucha, idéntica, la campana;
mientras el hijo salta del terrón al cuartel y viceversa.
El labrador, acostumbrado a rascarse los bolsillos,
mira la tierra que no es suya;
vuelve la vista atrás y contempla el panorama,
qué lástima, tan bonito que parece una tarjeta postal,
con los surcos, con la noria, con la remolacha,
con los sarmientos, con las gavillas, con los garbanzos,
fidelísimamente retratados en el atardecer,
cuando las amapolas tienen un brillo póstumo.
Y el labrador se acuerda de su padre
cuando por el sendero venía con su carga
de panes amarillos, y se ponía a mirar
la serena amplitud de este paisaje
que habría de devorarle.
Viene por el sendero, adormecido el labrador,
mirando a las hormigas, qué lástima
tan diminutas, tan olvidadas,
que cualquiera puede pisarlas,
sin que sienta nadie, por ello,
violados los derechos humanos.
Viene
para cederle al hijo la herramienta.

GABINO ALEJANDRO CARRIEDO


1923 – 1979
EL DESTETE
Con qué paciencia la madre
envuelve su magro seno con lana de oveja negra.
Y el seno ya no es más el sitio de la ternura.

Agotada la dulce leche,


la madre hace el rito ancestral del destete:
el niño viene y encuentra
el animal de lana negra en el pecho amado
donde sólo el viejo pezón nutricio
asoma todavía como una provocadora trampa.
El niño huye escarmentado y ahíto
de su primer gran miedo.

Su amor renacerá de ese miedo.


Y ella será la madre que le temblará siempre en la boca.

JOSÉ WATANABE
Perú 1945 – 2007

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