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UNIVERSIDAD PÚBLICA DE EL ALTO

Facultad de Ciencia Económicas y Financieras

LA GUERRA DEL AGUA

INTEGRANTES: DANITZA ALCON GONZALES


MARCO ANTONIO CHURA QUISPE
BRAYAN MAMANI URQUIZO
JUAN CARLOS MOLLO SIRPA
LILIANA QUISPE NINA
ROSARIO TICONA TAPIA

DOCENTE : Dra. AMANDA MOLLER


MATERIA : HISTORIA, CULTURA Y ETICA
DE LA SOCIEDAD ORIGINARIA
CURSO : 1C NOCHE
AÑO : 2021
LA GUERRA DEL AGUA

INTRODUCCION

En la década de 1980 los Estados latinoamericanos emiten normativas que garantizan


el amplio funcionamiento de la globalización financiera. En el decenio de 1990 aplican
y ajustan reformas estatales macro estructurales, principalmente de orden económico,
que significa reducción de las competencias del Estado a un rol normativo y regulador
para el libre mercado; desplazando sus principios, deberes y obligaciones
constitucionales y públicos a la esfera privada.

Cochabamba se ha caracterizado desde hace décadas por acarrear un gran problema


en relación a la escasez y a la mala gestión del agua, el 55% de la población urbana y
46% de la rural accede a sistemas de agua potable y alcantarillado en menor
proporción. La expansión de la población, debido a la migración de campesinos y
mineros desempleados, entre otras causas, ha ocasionado con el paso de los años un
incremento enorme de los habitantes y de la demanda de agua para uso doméstico. A
esto se añaden circunstancias ambientales como las sequías, que en determinadas
temporadas generaron a lo largo de la historia una situación real de carencia de agua.
Bolivia, hasta 1999 se habían elaborado 32 propuestas de proyectos de Ley de Aguas,
esta última fue archivada en el Parlamento Nacional por movilizaciones y presiones
sociales campesinas.

Todo esto trajo consigo una cadena de conflictos, los cuales llegaron a un punto máximo
en septiembre de 1999 cuando el
gobierno boliviano, en complicidad
con el municipio de Cochabamba,
entregó en concesión el servicio y
distribución de agua de la ciudad a
la empresa “Aguas del Tunari”
subsidiaria de la transnacional
norteamericana Bechtel. Al mismo
tiempo se promulgó la Ley 2029,
bajo la cual el agua era convertida
en mercancía, atentando contra los
usos y costumbres de la gestión de
agua de los campesinos regantes.

QUIEN ERA LA EMPRESA BECHTEL


Es una de las empresas mundiales más grandes de ingeniería y construcción. Fundada
en 1898 por Warren Bechtel, ha ejecutado más de 19 mil proyectos en 140 países.
Hasta principios de 2001, Bechtel –y su subsidiaria creada para negocios de agua,
International Water Limited (IWL)– tenía ocho operaciones de agua en Asia, Europa
Central, Australia, Reino Unido, Estonia, y Ecuador, y habría tenido nueve de no ser por
la Guerra del Agua en Cochabamba

Inmediatamente, organizaciones populares, como la Federación Departamental de


Regantes (Fedecor), el Comité de Defensa del Agua y organizaciones ambientalistas
denunciaron esta iniciativa de privatización del agua:

• La Ley no respeta los sistemas tradicionales de manejo del agua, basados en usos
y costumbres.
• Prohibición de funcionamiento a sistemas alternativos de distribución de agua, en
áreas de concesión de las ciudades (asociaciones, comités, cooperativas de agua).
• Monopolio a concesionarias en áreas de concesión.
• Reducción de competencias a municipios para fijar tarifas y otorgar concesiones.
• Concentración de poder en la Supe-rintendencia de Aguas.
• No participación ciudadana en la fijación de tarifas, indexadas al dólar americano.
• Aplicación del principio de “full costs recovery” (recuperación total de costos) en la
fijación de tarifas.

La consecuencia inmediata de la instalación de Bechtel en la ciudad, fue: la elevación


en las tarifas de pago por el uso del agua que se incrementaron hasta en un 200% en
algunos casos. En el área rural, la nueva empresa afectaba a los campesinos regantes
cuyos sistemas y usos tradicionales y auto-gestionarios en la gestión del agua se veían
en riesgo: a través de la colocación de medidores para el cobro por el uso del agua, la
trans-nacional intentaba apropiarse de los pozos y sistemas de riego que estas
comunidades agrarias habían construido con sus propias manos. En una palabra, se
trataba de la privatización del agua en la ciudad y en el campo.

Bolivia y la “Guerra del Agua”

Derramaron sangre para no quedarse sin agua. Era el año 2000 y los ciudadanos de
Cochabamba se pusieron en pie de guerra contra la privatización de sus escasos
recursos hídricos.

ANTECEDENTES
A finales de 1999 el
gobierno de Hugo Banzer
vendió a un consorcio
internacional la compañía
municipal de agua,
Marcela Olivera, una
ciudadana que vivía cerca
de la plaza 14 de
Septiembre, en el casco
antiguo de la ciudad de
Cochabamba salió junto a
sus vecinos a luchar por sus Marcela Olivera Activista internacional por el derecho al agua
recursos públicos
convirtiéndose en activista
internacional por el derecho al agua.
En abril, la ciudad se había convertido en un campo de batalla. Banzer sacó al ejército
a la calle y declaró el estado de sitio. Unidades de la Policía y las Fuerzas Armadas se
enfrentaron a la población, primero mediante el uso de gases lacrimógenos y después
con disparos de francotiradores.
Hubo cientos de heridos en la
reyerta y un muerto, Víctor Hugo
Daza, un joven de 16 años herido
de muerte durante la jornada final
de la Guerra del Agua en abril de
2000.

Finalmente, resalta como la Guerra del Agua es una de las experiencias de lucha
colectiva más importantes de los últimos tiempos, sobre todo porque derivó en un triunfo
de los movimientos sociales después de décadas de derrotas y adormecimiento, y
también porque se convirtió en un referente que abrió una nueva época en Bolivia: una
etapa de victoriosas y reiteradas rebeliones contra el neoliberalismo. La incorporación
de los trabajadores fabriles al conflicto fue importante para lograr la generalización del
mismo, ya que con ello se consiguió establecer una articulación entre campesinos
regantes y trabajadores urbanos del sector industrial.

En enero del año 2000, se organizó un nuevo bloqueo regional, esta vez convocado por
la Coordinadora, contra la Ley
2029 y la Concesión,
particularmente el incremento en
las tarifas del agua potable,
establecido por la concesionaria.
La policía reprimió violentamente
las movilizaciones urbanas, pero
se logró un acuerdo para
modificar ambos documentos.
En febrero del mismo año, la
Coordinadora organizó la
llamada “Toma Simbólica de la
Ciudad de Cochabamba”, para
demandar pacíficamente cinco
puntos:

• Anulación de la Ley de Agua


Potable y Alcantarillado
Sanitario.
• Anulación de reglamentos que
hicieron posible la Concesión.
• Anulación del Contrato con
“Aguas del Tunari”.
• Renuncia del Superintendente de Aguas.
• Consenso con todos los sectores sociales en la Ley del Recurso Agua.

A pesar de la represión violenta de la movilización urbana, pero esta continuó, junto con
los bloqueos de los regantes, con un saldo de 22 heridos, más de 100 detenidos, y un
acuerdo, bajo mediación de la Iglesia y el Defensor del Pueblo, estableciendo la revisión
del Contrato con “Aguas del Tunari”, la modificación de la Ley de Agua Potable y
Alcantarillado con participación de campesinos, regantes y organizaciones urbanas
distribuidoras de agua y la suspensión del incremento tarifario mientras continúen las
negociaciones.
Durante las negociaciones de la Ley, la Fedecor y la Coordinadora lograron hacer
modificar casi la mitad de los artículos, hecho inédito en la historia judicial del país; pero
en la negociación del Contrato de Concesión no hubo avances, pues el gobierno se
empeñaba en mantener la Concesión.

En febrero de 2000 impulsada por el Banco Mundial y del Fondo Monetario


Internacional, Bolivia se encontraba en plena oleada de privatizaciones. Para conceder
un crédito al gobierno de Banzer, las instituciones de Bretton Woods habían pedido la
venta de las compañías públicas de agua de las principales ciudades del país. Semapa,
la empresa municipal de agua potable y alcantarillado de Cochabamba, pasó a manos
de un consorcio internacional llamado Aguas del Tunari. un consorcio empresarial
formado por Bechtel (que participaba con el 27,5 por ciento), la empresa
norteamericana Edison, las empresas Politropolis s.a,y las bolivianas Petricevich y
SOBOCE S.A., así como el consorcio español Abengoa S.A. (que participaba con el 25
por ciento). decretó, de la noche a la mañana, un incremento en las tarifas de entre el
30% y el 300%.

Muchas personas se vieron obligadas a retirar a sus hijos de las escuelas o a dejar de
visitar médicos como consecuencia de los precios del agua

Además, para blindar los intereses de las multinacionales, el parlamento aprobó la Ley
2029, que abría la puerta para que estas nuevas empresas cobraran por el uso
particular de los acuíferos públicos y para que los ciudadanos tuvieran que hacer frente
a sus deudas con sus bienes inmuebles. Sobre el papel, esto significaba que Aguas del
Tunari podía cobrar por el agua que los vecinos obtuvieran de sus pozos, del río o
incluso recogieran de la lluvia, y que si éstos no pagaban estaba autorizada a
desahuciarles y quedarse con sus casas.
“Con esta ley no sólo se privatizaba el sistema público de agua, sino que también se
privatizaban los pequeños sistemas autónomos que dan abastecimiento a un 60% de
la ciudad”.

Tras el asesinato de Víctor Hugo Daza, con la policía y el ejército reducidos en sus
cuarteles, el gobierno de Hugo Banzer se sentó a negociar y acordó expulsar al
consorcio internacional y remunicipalizar Semapa, la compañía de agua de
Cochabamba, que la gente tomó al asalto.
Cubierto con un pañuelo y al grito de “¡el agua es nuestra, carajo!”, Marcelo Rojas fue
uno de los primeros guerreros del agua que entraron a “liberar” Semapa.
Quien se ganó el sobrenombre de El
Banderas, y así es como todavía le
conocen en Cochabamba.
En la ciudad casi todo el mundo tiene
tanques elevados donde almacenar
el agua, pero en la zona sur la gente
lo que tiene son turriles (barriles),
Desde el 4 de abril la ciudad fue
prácticamente tomada por la multitud
durante una semana y el bloqueo de
carreteras paralizó al departamento.

El 10 de abril casi 50.000 personas estaban en la Plaza Central de Cochabamba


esperando la decisión del gobierno. El gobierno anunció la cancelación del contrato con
“Aguas del Tunari”. La Coordinadora declaró la victoria, bajo el lema: “el agua es
nuestra, carajo!” Aún a pesar del éxito de las protestas del pueblo cochabambino que
obligaron a la filial de Bechtel, Aguas del
Tunari, a abandonar el país, la empresa se
escabulló y ataca de nuevo como un felino
herido. En febrero de 2002, casi dos años
después de retirarse de Cochabamba,
Bechtel/Aguas del Tunari entabló una
demanda judicial contra el gobierno
boliviano, amparándose en un tratado
bilateral de inversiones, reclamando US$
25 millones en indemnización por
concepto de las ganancias que dejó de
percibir (lucro cesante) por la cancelación
del contrato de privatización.

La revuelta de Cochabamba, termina el mes de enero de 2006, cuando Bechtel,


formalmente abandonó el caso legal que pedía del pueblo boliviano 25 millones de
dólares. Bechtel había puesto la demanda en una corte secreta del Banco Mundial.
Luego de una larga campaña de protestas, presiones sociales locales e internacionales,
Bechtel retiró la demanda y el pueblo ganó, lo cual marca un referente histórico a nivel
mundial.
A partir de esta problemática del agua, comenzó a generarse una conciencia mundial
de características nuevas con una fuerte imbricación con el movimiento
antiglobalización. El aporte de Cochabamba al fortalecimiento a esta nueva conciencia
mundial sobre el agua ha sido fundamental; la forma como lo ha hecho, la participación
ciudadana en esta acción y su magnitud, han sido esenciales en el impulso a todas las
organizaciones, personas y movimientos en el proceso de lucha contra las grandes
empresas.

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