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I. LA ARGENTINA ORDENADA
MANU MILITARI

.. , ·• ~t:f;1· 1 ·~r:; l? r.~·lC{)!_:¡'1/L<


l. El frágil orden semiconsti.tucional
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·-il"j • : ; r:!.P hi-:::';_i .:) ~:ro t r: :< ~, LfHJ.r ., ~-,
El 28 de junio de 1966, un golpe militar puso fin a la segunda ex-
r;·:tr·;-_,:·,J i";¡ 1; t.:rd1GT,3í ..?.rru··.., -:~rnt·! "' periencia de gobierno civil emprendida desde el derrocamiento del
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peronismo, en 1955. Ejecutado con la perfección de una operación
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largamente planeada, el golpe no encontró resistencias. Nadie podía
sorprenderse: se había discutido abiertamente y para la mayoría de
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los argentinos era un hecho inevitable. La revista Confinnado, en su
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edición del 23 de diciembre de 1965, se había atrevido a fijarle fecha
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y a imaginar cómo se habrían de desarrollar los acontecimientos. Un
__,:_-;"[' I tJ~fr.-id:1) n1\r·uf!"iYl~-' ~¡L L:. desalojo pacífico de los habitantes de la Casa Rosada por parte de las
Fuerzas Armadas pondría fin a un gobierno incapaz de conducir al
::. ,~:'. 1 .1;r:'- f}~r·<1d;.J f;Í r; cJrrn; ·,.) país hacia "su destino de grandeza". No faltó el texto del comunica-
-·r~qJ_¡.:T ·-,.!i rrard¡1:·) 1-d ~b ~·;1 :r_.i;~J-',
do a la población ni el anuncio de quién sería el futuro presidente de
·· .. fij u."; --)b 1)f;,.·~:ni' 1 JÍ.! ::u·HH..p; !;l ·¡o( los argentinos. Un prestigioso jefe militar retirado pocos meses atrás
·-~L ;.:¡_;d:.};.r;:i: ·.:->h cd.~-ru"J(Y! _o,.inuÍJ~ ni:- del servicio activo, advertían, habría de asumir el poder del Estado.
, P'.__!r·:·u:i 1 :~f.t1 !.. Li~:-" ;pr1 ·~ 1 h ~.:, .1H:n~ ~1. "".! ._,,; _,.-.-
Nadie dudaba de quién se trataba. El general Juan Carlos Onganía
había renunciado a su cargo de comandante en jefe de las Fuerzas
Armadas tras un enfrentamiento incidental con el Secretario de
Guerra, a mediados de 1965. Su popularidad trascendía entonces el
ámbito castren~. Su foto era tapa de las revistas de actualidad Extra
y Prime1·a Plana. Conocido como el general defensor de la legalidad
en lo~ sucesos que habían enfrentando a los militares en 1962 y 1963, país. Una nueva clase gerencial, anunciada con júbilo por Primera
acreditaba a su favor la fama de haber sabido conducir a las Fuerzas Plana, como indicador de la modernización en curso, se aseguró un
Armadas por la senda de la modernización y el profesionalismo. lugar en la economía. Institutos de reciente creación difundían los
Los acontecimientos se precipitaron pero no alteraron el libreto métodos de las escuelas norteamericanas de administración de em-
previam.ente anunciado por Confirmado. El ejército ocupó las radios, 1
presas y captaban a un sector ávido de asegurarse ingresos cada vez
las televtsoras y las centrales telefónicas, y concedió un plazo peren- más considerables, que recortaban los de las clases propietarias. Po-
torio al presidente Illia para presentar su renuncia. El doctor Illia no co antes del golpe, Primera Plana publicó un sondeo de opinión se-
renunció y fue expulsado de la Casa Rosada por un destacamento de gún el cual, entre el grupo de los profesionales, el golpe no horrori-
policías de la Guardia de Infantería. Escoltado por sus funcionarios zaba tantó ni a tantos, como ocurría en otros sectores de la sociedad.
y amigos, Illia abandonó la sede de gobierno. Las últimas palabras 1 Un 40 por ciento eran golpistas contumaces y un 10 por ciento se
que ~irgó a la tropa policial sonaron premonitorias: "Yo sé que su !l.
pronunciaba a favor del golpe a condición de que hubiese una rápi-
conc1enc1a le va a reprochar lo que está haciendo. A muchos de us- da salida electoral. Entre las respuestas que registró el semanario,
~eds les dará vergüenza cumplir las órdenes que les imparten estos destacan: "Es preferible que el poder se concentre de una buena vez
mdignos, que ni siquiera son sus jefes. Algún día tendrán que con- en una solá mano", "anular las elecciones por diez años es la medida
tar a sus hijos estos momentos. Sentirán vergüenza ... ". Sin embar- más sabia que puede concebirse, junto con la inhabilitación de los
go, pocos podían entonces atribuir a estas palabras el carácter de políticos actuales", "debe mantenerse la continuidad del próximo go-
una profecía. La debilidad de un presidente, sinceramente conven- bierno mediante plebiscitos, votando por sí o por no y no tener que
cido de la legitimidad de su mando pese a haber sido ungido con el andar optando entre diez listas de candidatos", "el país está viviendo
25 ~or cient~ de los votos bajo un régimen de proscripción del pe- una gran frustración". Los ejecutivos jóvenes, observa el informe, pa-
rorusmo, hacia menos gravoso su derrocamiento. Muchos veían en recen más inclinados a aceptar el golpe que los dueños de empresa,
su caída el fin de una legalidad falaz y no podían imaginar que con temerosos de lo imprevisible. En esta nueva capa social, existe la
ese presidente provinciano y parsimonioso, a quien una caricatura creencia de que el gobierno militar permitirá mejorar la eficiencia en
de la época representó como un anciano en estado de quietud, con la administración pública, una posibilidad que los fascina. 1 Estos tes-
una pal~m de la paz posada en su cabeza, se iría también la frágil timonios más allá de la validez de los sondeos de Primera Plana, ilus-
concordia que había servido de dique de contención de las pasiones '
tran bien la nueva sensibilidad de una minoría surgida al calor de las
que dividían a la sociedad argentina. transformaciones ocurridas en la sociedad.
El 26 de junio, el escenario estaba montado y el protagonista, pre- En el revolucionado clima moral de las clases medias, engrosadas
parado para a entrar en escena. La opinión pública había sido hábil- por nuevos contingentes, los valores tradicionales de la democracia
mente manipulada por una intensa campaña antigubernamental. Un liberal cedieron paso a la exaltación de la eficacia. El eco que el diag-
nuevo tipo de revistas cuyo estilo inauguró la aparición del semana- nóstico de ineficiencia del gobierno, apoyado en una propaganda
r~o Primera .Plana, en 1962, se encargó de construir la imagen nega- masiva, logró en la sociedad argentina de entonces, obedecía a la in-
ttva del gobierno. Con un formato copiado de Time y de Newsweek y satisfacción generalizada con políticas que suponían habrían de pro-
sostenidos por la publicidad de las grandes empresas nacionales y ex- longar el impasse económico y social. Ni la clase trabajadora, identi-
tranjeras, estos semanarios acercaban la política a la gente, le infor- ficada con el peronismo, ni los empresarios, nacionales o extranjeros,
maban lo ocurrido en los pasillos del poder y difundían entre los ar- se reconocían en ellas. Mariano Grandona respondía en un reporta-
gentinos, ansiosos de conocer los entretelones de la política, nuevas je publicado en Primera Plana que "el problema de fondo es la crea-
aspiraciones y pautas de consumo. La modernización técnica y cul-
tural iniciada por Frondizi había modificado la estructura social del 1. Primera Plana, 20 de junio de 1966.
ción de un poder político lo suficienteme t' fuLe o autoritario pa- La consigna vaga del cambio de estructuras, percibidas como
ra absorber los primeros impactos de la e ta J:onómica que, tanto
1

anacrónicas, había calado hondo en la sensibilidad de los argentinos


en el caso argentino como en el brasile o,¡ tieJe que ser muy dura y se manifestaba como un impulso sin contenido preciso, pero en
~orque se manejan situaciones ya muy de r ora as. Desde el 7 de ju-
1
franco contraste con la gestión de un gobierno caricaturizado como
lio de 1963, en lo que estamos en Argenti al es n una etapa de la lu- una tortuga. La lentitud, considerada como prueba de la incompe-
cha por ver quién va a tener ese poder, q ·é: va a mandar todavía en tencia, dejó abierto el interrogante acerca de qué dirección debía to-
la Argentina. En consecuencia, hasta qu :...) lguien no se quede mar el anhelado cambio de estructuras. El gobierno de lliia contó,
con el poder en forma sólida, con reserv ~, ctJ.~· as y estratégicas, no desde su comienzo, con la oposición del movimiento sindical pero-
será posible emprender con éxito esa eco o' 'a estructural". 2 El po- nista y en la medida en que no representó los intereses del podero-
der del presidente Illia no era "sólido", n , or ue fuera escasamen- so bloque económico consolidado durante los años de Frondizi, hi-
te representativo de una sociedad en la qu e' peronismo estaba pros- zo posible la convergencia de una oposición que, en nombre de la
crip_t?, ~ino porque, no obstante ese ori e :, :3Ja representativo del eficacia, y con la complacencia de una opinión pública manipulada
eqmlibno de fuerzas que desde 195 5 ha ' , in entado infructuosa- hábilmente por los órganos de prensa, alentó el gólpe militar. Ma-
mente romper los gobiernos militares y l ; rº era experiencia civil riano Grondona escribía a comienzos de 1965: "Cuando los órganos
de gobierno semiconstitucional encabeza a 1 or Frondizi. normales de poder no funcionan con eficacia -y la eficacia es, lo
1

queramos o no, el nuevo dios de la política contemporánea-, surgen


de fuera del gobierno los sectores reales que operaµ como reservas
y que, a menos que su operación sea muy breve y mesurada, termi-
'.!
'i nan por desnivelar el sistema" ..3
1
;[ El descontento ante un gobierno que alejaba a la Argentina de
.1 la senda de Í~ "modernidad", ya sea por su política de mayores sa-
1

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1
larios reales y empleo; ya sea porque era el resultado de la proscrip-
ción de las mayorías o bien por su estilo demasiado gris y provin-
ciano para adecuarse al tono de la época, encontró diversas formas
de manifestarse. Una entrevista a la esposa del presidente, publica-
da por Primera Plana en agosto de 1965, con el título "La Señora
Presidenta" y su foto en la portada, ilustra bien la campaña psico-
lógica desatada para desvalorizar al gobierno a través de.Ja .figura de
la primera dama. La entrevista presentó; a, un ama dercasa que sabía
hacer de todo,... f~hastJeo,_rgAm: ·heladera, sii:ustedLquiere",
acostumbrada a salir con "un coqueto delantal que,me'.regalaba,al:-
. d el. 1'fü;1que•eosen
--gunaanntga: . b·.Ord'an1muy1 l'm d-O<.y;parao.1qmeil
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.. ... ;r; t_., Cifj) ~<hi.': 1que :aviesamente.:le ~plaiueh el perfodista;t.tella, .sólo aitin6fal des-
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_;~,'.¡:l :.;l!~f7/'-,\ ];·~:. ¡~-p:,c·•t; '.~:1;,i '.:( --mentirlosi a,~eptmdo:l' juicio de1 _que la mujer"tiene, que; s,er, ouque-

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Z. Primera Plana, 4 de enero de 1966,,pág. 8., '·· -19.~4;ptágJ,5 ...; ~')í! Lih t~l!1· 1 :.!;i ;:f ·J!Jr:·_1(1 ~lé\• Í ·!. • •. ~,: <'1:-' t~úr:q.'L- 1 1·..
ta porque es parte de su femineidad. Esta mujer provinciana, que der, en 1946, el Partido Radical había canalizado el rechazo que el
algunos consideraban mandona, esposa de un médico que se decía régimen de Perón despertara en las clases medias y altas. Pero el an-
que "como médico era un fracaso", rechazó que la llamaran "seño- tiperonismo no se limitaba a la reacción ante la orientación autori-
ra presidenta". Contrastada con la imagen de madame Ivonne De taria del régimen de Perón; expresaba, también, la resistencia a las
Gaulle, primera dama de Francia, la primera dama de los argenti- transformaciones sociales que el líder de los peronistas había con-
nos decepcionaba a los frívolos lectores de Primera Plana. Esta cretado en sus dos gobiernos. Poco a poco, el clima de restauración
comparación evocaba la que los sindicalistas habían hecho entre social que animara la Revolución Libertadora de 19 55, cedió paso a
Perón y De Gaulle, en ocasión de la frustrada "operación retorno" la idea de que los cambios introducidos por el peronismo eran irre-
del general exiliado durante 1964. Entonces, De Gaulle había esta- versibles y que, por lo tanto, se imponía atenuar sus consecuencias.
do de visita en Argentina y los jefes sindicales no dudaron en lan- El peronismo era una realidad y así lo reconoció Frondizi, primero,
zar la consigna: "De Gaulle, Perón, un solo corazón". Como Pe- y más tarde, el movimiento de los Azules dentro de las Fuerzas Ar-
rón, De Gaulle habría de retornar triunfante al país del exilio, pa- madas. Illia se comprometió a devolver a la legalidad al movimien-
ra conducir hacia su destino de "grandeza". to político liderado por Perón y cumplió su promesa: el Partido Jus-
Arturo Illia, un respetado político de provincia, había sido ungi- ticialista fue legalmente reconocido en 1965 y gozó de una libertad
do presidente en 1963, tras una victoria electoral que sorprendió a hasta entonces desconocida. Esta audaz apertura no estaba exenta de
todos y gracias al auxilio del voto de partidos menores en el Cole- cálculo político; se esperaba sacar rédito de las contradicciones que
gio Electoral. Los radicales del Pueblo habían optado por preservar atravesaban al movimiento dirigido por Perón desde su exilio en
a su líder histórico, Ricardo Balbín, convencidos de que la alianza Madrid. El proyecto de un peronismo sin Perón había ganado adep-
Perón-Frondizi saldría victoriosa. Sin embargo, los sucesivos impe- tos entre importantes sectores del sindicalismo y líderes de partidos
dimentos legales terminaron por quebrar la coalición armada por de origen provincial. Podía conjeturarse que la solución para el im-
Perón y Frondizi, y Arturo Illia obtuvo la mayoría relativa de los su- passe que había creado la antinomia peronismo-antiperonismo ha-
fragios. A este desenlace había contribuido de manera decisiva la bría de ser la creación de partidos peronistas "modernos", en condi-
candidatura del general Aramburu. Los llamados de Perón y de ciones de formar parte de un sistema político plural, aceptado por el
Frondizi a votar en blanco tuvieron poco eco entre sus seguidores y resto de las fuerzas políticas. La audaz apuesta de Illia no era insen-
fracciones importantes del peronismo prefirieron optar por las al- sata. La proscripción no había sido un obstáculo para la consolida-
ternativas que se les ofrecían para cerrar el camino a quien había si- ción del poder político del sindicalismo peronista. Los sucesivos co-
do presidente de la Revolución Libertadora y figura emblemática de micios celebrados durante el gobierno radical, habrían de demostrar
la restauración autoritaria y antipopular. De este modo, la emigra- que la proscripción no era el único medio para impedir la peroniza-
. ción espontánea de votos peronistas terminó beneficiando a los ra- ción de la sociedad argentina.
dicales de Pueblo y a los radicales Intransigentes que desacataron la La perspectiva de llegar al poder por la vía electoral abrió un
consigna de Frondizi. compás de espera en el peronismo. Illia pudo comenzar su gestión en
Los resultados de los comicios de 1963 fueron el fruto de una op- el marco de la relativa indiferencia del sindicalismo. Pronto, sin em-
ción forzada. Sin embargo, el estilo moderado y moderador del doc- bargo, los jefes sindicales cambiaron de estrategia y optaron por la
tor lllia, en franco contraste con el frontal y fulminante del doctor franca hostilidad hacia el gobierno. En enero de 1964, el secretario
Frondizi, parecía ajustarse al humor de la sociedad argentina, can- general de la CGT declaró que "los recursos legales y constituciona-
sada de tantas frustraciones. Frondizi no había sido "la salida inme- les para encontrar una solución a la situación que padecemos por
diata para la solución que usted desea", como rezaba la consigna de causa de la ley misma se han agotado ... o bien el gobierno hace la re-
su campaña electoral en 1958. Desde la llegada del peronismo al po- volución que el país necesita, o bien esta revolución la hará el pue-
blo".4 Ese mismo mes, la CGT on\mció : PIL de Lucha que por El gobierno pagó el precio de haber abortado el regreso de quien
su concepción y su concreción se asemej alun~ operación cuasi-mi- era el factor aglutinante del peronismo con renovadas huelgas y de-
litar, como observa Torre. 5 Se fueron oc p' ndt a lo largo de varias mostraciones obreras, decidido a continuar eludiendo el enfrenta-
semanas la casi totalidad de las empresas ellpaí , conforme a un plan miento con el movimiento obrero. El ex presidente Frondizi había
que no dejaba mayor iniciativa a los trab j ,dor s. Mientras las ocu- expresado ya en marzo de 1964 la idea de que lllia permanecía ata-
paciones de fábricas se llevaban a cabo d : an ra pacífica, los jefes do a arcaicos métodos de trabajo que le impedían afrontar los pro-
1
sindicales insistían ~n su dispo~cón al di ld ~' pero pref~m­ blemas de la modernización, y esta idea reflejaba la opinión enton-
te con los adversarios del gobierno. El b ettvb de la movilizac1on ces predominante. 6 La política como negociación pacífica de los
sindical era político: se proponía bloque ¡1 p+yecto radical de re- conflictos y transformación gradual de la economía y de la sociedad
cortar el poder de las asociaciones obrera : ediante reformas a la ley por el camino de las reformas, chocaba con la visión de la moderni-
sindical y, simultáneamente, mostrar a lo , "lit:hres y a los empresa- zación como un proceso para cuyo logro todos los medios eran váli-
rios que cualquier arreglo político futuro e ía ~enrlos
1
como aliados dos. Frondizi llevó más lejos su oposición facciosa y llegó a acusar al
indispensables. La hora de la marginació ,el s1ndicalismo peronista gobierno de haber tramado una conjura para asesinarlo.
había terminado y los jefes sindicales esta : diJpuestos a demostrar- Mientras la actitud del radicalismo del Pueblo hacia el peronis-
lo. Durante 1962 y 1963, el sindicalismo o! sólJ había conservado su mo representaba una innovación en la política argentina, el progra-
poder, sino que había logrado acrecenta 1 a d-avés de la recupera- ma económico del gobierno, en cambio, se mantuvo fiel a la tradi-
1

ción del control de la CGT. Considerad or los militares y por la ción. Las banderas inscriptas en la plataforma del Partido desde me-
clase política como uno más de los "fact r: s db poder" en el orden diados de la década del cuarenta -el nacionalismo, la distribución de
posperonista, el gobierno de lllia les pro y;' el ~arco en el cual des- ingresos y el intervencionismo estatal- fueron las claves del progra-
plegaron su nueva estrategia política. e
rn lidrs las etapas del plan ma de la UCRP. En franco contraste con la política de Frondizi, lllia
de lucha, recurrieron a la vieja consigna e~ reg¡reso de Perón. Hacia anuló los contratos firmados con las compañías petroleras interna-
agosto de 1964, el retorno del líder de 1 s ' er~nista, una carta más cionales. Decidido a motorizar el proceso de recuperación de la eco-
en el juego de asedio a la administración a' ·ca~, pasó a·ser el centro nomía a través del aliento al consumo privado -en 1960-1961 la in-
de atención de todos. Frustrada la "oper <ón retorno" -el avión de versión, financiada con recursos externos había desempeñado ese
Iberia en el que el general exiliado viaja : bo a Buenos Aires no papel- el gobierno radical incrementó el crédito bancario al sector
fue autorizado a continuar su viaje desde ''. deITaneiro-los jefes sin- privado en interés de una masa de consumidores predominante-
dicales creyeron llegado el momento de p ;neii fin a una obediencia mente urbanos; disminuyó la carga de las deudas contraídas con los
que ponía en peligro el lugar que habían o: quÍstado en el orden po- empleados públicos y los proveedores estatales; canceló los atrasos
lítico posperonista. Sin embargo, no lo ar' n lh anhelada emancipa- en las transferencias federales a las provincias; aumentó los salarios
ción de su jefe polí~c. En los comicios _l, bratlos en la provincia de y sancionó una nueva ley de salario mínimo y móvil.
l
Mendoza para elegir gobernador, en ah il i e 966, Ernesto Corva- El producto bruto interno creció un 8 por ciento en 1964 y 1965;
lán Nanclares, un oscuro candidato apoy d: pdr Perón, logró vencer la industria lo hizo en un 15 por ciento y el desempleo se redujo a
a Alberto Serú García, el candidato de 1 s ·efe sindicales. la mitad. El crecimiento de las exportaciones gracias al continuo as-
censo de los precios, pero sobre todo al aumento del volumen de la
producción -entre 1963 y 1966 la producción agrícola aumentó más
4. Declaraciones hechas el 13 de enero de 19 4i Véa e CGT, Boletín informa-
tivo semanal, 2º año, nº 44, págs. 10-13.
del 50 por ciento- despejó los temores sobre la balanza de pagos.
5. Torre, Juan Carlos: Los sindicatos en el gob 'o penmista 1973-1976, Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, p 'gi 33. 6. Véase Primera Plana, 24 de marzo de 1964, págs. 20-24.
1
1
¡.

Pese a los logros económicos de una política orientada a atenuar los f: en las elecciones de renovación parcial de la Cámara de Diputados
L
conflictos, la tregua tácita que acompañó a su instalación en el po- de 1965, el gobierno no contó con el aval de los otros partidos me-
der tuvo una corta vida. El Partido Radical no tenía arraigo ni en las nores para sancionar las leyes impositivas destinadas a sanear las fi-
organizaciones de los trabajadores ni en las organizaciones empre- nanzas públicas. En las elecciones de las legislaturas provinciales
sarias. Tampoco parecía preocupado frente a esta debilidad, aunque que precedieron a los comicios legislativos nacionales, los radicales
algunas voces dentro del partido advirtieran sobre los peligros que del Pueblo habían logrado vencer en Formosa, La Rioja y Córdoba.
acarreaba la falta de apoyos sindicales y empresarios. Illia prefirió El optimismo del gobierno, sin embargo, fue desmentido por los re-
gobernar solo. Los partidos menores que le habían dado su apoyo sultados de los comicios para elegir diputados nacionales. Los dipu-
en el Colegio Electoral, pronto descubrieron que no obtenían a tados peronistas pasaron de 17 bancas, originalmente ocupadas por
cambio ninguna recompensa. Esta política de aislamiento se exten- políticos neoperonistas, a ocupar 52. De este modo, se convirtieron
dió a la relación con los jefes militares victoriosos tras los enfrenta- en la segunda fuerza institucional. El resto de los partidos, incluida
mientos armados de 1962 y 1963. Los vencidos, el sector de los Co- la UCRP, perdió bancas. Pocos comentaristas señalaron que el ofi-
lorados, eran los aliados del partido en el gobierno, pero por una cialismo había incrementado sus votos del 25 al 29 por ciento. Tam-
vuelta de tuerca de la política, el radicalismo había llegado a la pre- poco prestaron atención al hecho de que en elecciones competitivas,
sidencia gracias a la acción de los Azules. Illia se resignó a aceptar la alrededor de dos tercios del electorado se pronunciaba por partidos
orientación militar dominante, sin intentar modificarla ni probar un no peronistas y aproximadamente un tercio del electorado, votaba a
acercamiento con las altas jerarquías del Ejército Azul. pequeños partidos que no representaban ni al gobierno ni al pero-
El dilema de qué hacer con el peronismo frente al horizonte nismo. Mariano Grondona se preocupó por señalar que "la opinión
electoral de 1967, se planteaba en un contexto signado por la creen- pública extrajo de esos comicios la idea de que la polarización es in-
cia extendida de que el país estaba económicamente estancado. No suficiente para establecer un equilibrio razonable entre el peronis-
habría "despegue'', se creía entonces, sin una conducción centraliza- mo y el oficialismo". 7
da y eficiente. Esta visión formaba parte del clima de ideas de la dé- La crítica generalizada a los partidos y a la democracia electoral,
cada. Los años '60 fueron tiempos de una conciencia generalizada acusados de no representar a los factores reales de poder de la socie-
del atraso económico como destino al que sólo podía oponérsele dad argentina, las reanudadas presiones de los asalariados del sector
una "revolución", entendida como ruptura con las formas tradicio- público y privado, y la resistencia del mundo de las grandes empre-
nales de gestión de la democracia política. Este diagnóstico, com- sas que no vaciló en acusar al gobierno de "demagogia fiscal" y "di-
partido por la derecha y por la izquierda del espectro político, tuvo rigismo económico", dejaron al gobierno a la espera de un desenla-
un amplio eco en una sociedad que había visto frustrarse las expec- ce anunciado, cuyo rumbo no podía ya torcer. Mariano Grondona
tativas de la nueva Argentina prometida por el doctor Frondizi a.fi- advertía desde su columna de Primera Plana: "Si las elecciones de
nes de los años '50. Poco importó que los dos años completos de la 1967 se anuncian con rasgos similares a las de 1965, la legalidad co-
administración radical (1964 y 1965) hubieran registrado una recu- rre peligro: el país político trabaja sobre la base de este axioma". 8
peración económica con pocos antecedentes en todo el siglo, una Cuando a fines de 1965 la actividad económica comenzó a decaer,
disminución del gasto público en relación con el Producto Bruto In- -reanudando el "ciclo de marchas y contramarchas" que a lo largo de
terno y una reducción del déficit presupuestario. Cuando a media- los últimos quince años había trabado el crecimiento económico de
dos de 1965 la inflación se acercaba al 30 por ciento anual, las ten- la Argentina- la escalada de huelgas, las tomas de fábricas en nom-
dencias negativas de la economía se acentuaron como resultado de
la carencia de respaldo al plan de estabilización intentado por el go- 7. Grondona 1 Mariano: "Vaticinios", Primera Plana, 31 de julio de 1965.
bierno. Sin mayoría propia en el Congreso tras la derrota electoral 8. Ibíd.
bre de un programa de expans1on econo . a mas atractJ.vo para os
•; / 1/ . 1 Los militares pudieron aparecer como una solución menos tetni-
empresarios que para los trabajadores, y a~ prÜneras apariciones de ble que la decadencia y el caos a los que la sociedad se creía enton-
la guerrilla, configuraron un panorama q e ,e ajbstaba bien a las pro- ces condenada. Que esta imagen fuera poco fiel a los datos de la rea-
fecías. El respeto a la ley y las elecciones :riódicas parecían enton- lidad poco importaba. Entonces, la política entendida como vigen-
ces demasiado poca cos~ para a~uyentr 1 ,antÁsma de la_ re~sión y cia de las instituciones democráticas no era la clave para lograr sa-
de la decadencia. Poco importo que a lo a; go He 1965 dismmuyera car al país del atraso. Los partidos políticos eran considerados insti-
la frecuencia de los actos de violencia y s . esa~ticulrn los grupos tuciones arcaicas, mal preparadas para afrontar los desafíos que aca-
guerrilleros. En el libre ejercicio de la ac vi: ad btelectual y la liber- rreaba la empresa modernizadora, tanto por la derecha del espectro
tad sexual, los militares veían la semilla d 1 subversión de los valo- político como por la izquierda.
El editorial titulado "La era de los militares", aparecido en el
res ~cidntales y cristia?os. En nomb~e e.1. la ·~co?mía y de l~ mo-
ral, 1mbncadas en un rmsmo razonarmen 01 los rmhtares habnan de Cuaderno nº 68 de la revista uruguaya Marcha, de marzo de 1973,
encontrar la justificación de una nueva · e e ción. refleja el clima de ideas y los debates de la izquierda de entonces:
La proximidad de las elecciones reviví e esqenario que había lle- "En 1966, unos amigos de Buenos Aires, a poco de la ascensión de
vado al derrocamiento de Frondizi. Los rd ultados de los comicios Onganía, vinieron a Montevideo. Discutimos con ellos duramente.
para elegir gobernador en la provincia de : ndbza habían consagra- Eran y son militantes auténticos y probados, pero la ofuscación y el
do al candidato del Partido Demócrata; s· 'm~argo, el candidato de afán de desquite los cegaba. Recordamos que nos repetían hasta el
Perón superó en votos al de la UCRP. A ll ' había contribuido la es- cansancio, razones y expresiones que ahora extrañamente hemos
trategia del gobierno que, con la espera za deimitar el triunfo del vuelto a oír. A la basura con los formalismos democráticos, nos de-
partido apoyado por los jefes sindicales, o us trabas a la campaña
1
cían, en síntesis; todo eso ha muerto; es el legado del podrido libe-
orquestada por Perón desde su exilio. P r ; 1 c 'ntrario, le otorgó al ralismo del siglo XIX; Argentina nec~sita una revolución nacional;
partido de Cor;alán ~a?-cres el ~er h: . /efdu~io, a-utiliza11.• el Onganía la hará porque no tiene otra salida ... "
nombre de PartJ.do JustJ.ciahsta y np mte · ; .10·el!wa1.e quela esposa Las izquierdas descreían de la democracia política; el radicalismo
d~l caudilo_re~z ent~cs c0n:la misi / ," e,~utralizd·nf:­ del Pueblo y sus aliados habían contribuido a legitimar una demo-
cta de los smd1c~?ta ·en?abz~ds' p~t. ¡ ~t ~andor .. Dos _'dtas cracia a medias, basada en la proscripción del peronismo, y esa con-
ant€Si'de:las: elec01ones 1 Illia· fue omasle1os y 1 et1lnitto que las ra:d1bs y
1
ducta restaba crédito a su apuesta democrática; la derecha no había
-fa: 'tele\tisión myndociná' einitieran, po:r i;. erJ .vez, :desde: 1956, un podido organizar un partido político capaz de plasmar sus heterogé-
-niensaje ·~e Per~n ~onvcad 1
aJ ~s se d !re_s la votar· porsu. ~andi- neas aspiraciones. Esa combinación de circunstancias generó una
iQat'@."Esta 1med1da poco se ·conciliaba co ,a 1magen del pr.es1dente
1
convergencia en los diagnósticos sobre la inevitablidad o bien sobre
·prndentey'parsimónioso.que difuri.dfah t pakanda.·El.líder de los la conveniencia del golpe.
perbriisi:as se·ócúpó:en subrayar que ":H . ". ue~gar.doy la;cá- Las Fuerzas Armadas se hicieron eco de los temas de la propa-
.;beza;:d:e-;yandor.Yo no me opongo a que. ·:;os, cronistas hagan po- ganda contra el gobierno y su comandante en jefe no vaciló en ser-
lítitmJ::pero•si tieneff·edad ~par
1 ponerse. 1 s an alones largos: es me-
1
virse de ellos para· armar una provocación. En su discurso del 29 de
9 1 mayo, el general Pistarini repitió los argumentos críticos ante el
·j'or que noiusen mi:camiseta'11 Con la an e: ciafdel gobierno radical,

.~:=,;i'·.1•í
presidente Illia. Sin embargo, el presidente no lo sancionó. A esa al-

. planificadbs•por'el.gobíerno·ya que en ellos se p ~n a ph.ieba su estrategia de in-


:~nte ma de elección directa por otro, indirecto, que habría de facilitar a radicales y de-
mócratas mendocinos unir sus fuerzas en el Colegio Electoral para evitar, en caso
de ser necesario, el triunfo del peronismo.
"""" •I pomni=o ,¡n Poron. U= ronv=dón o• •tit=« re=pla'ó cl fil•t<·
tura, ninguna medida de Illia hubiera impedido su caída, a lo sumo,
la hubiera precipitado. Los rebeldes vieron frustrada la ocasión de f
actuar, pero la teoría del "vacío de poder" fue ganando más adeptos
entre los civiles. Desde su columna en Primera Plana, Mariano \
Grondona proporcionaba fundamentos a esta teoría, al afirmar:
"Que un edecán pueda criticar al presidente sin recibir más que un
castigo simbólico; que unos obreros ocupen una fábrica y puedan
retener contra su voluntad a quienes tienen posiciones de mayor je-
rarquía en la empresa; que unos estudiantes no reciban sanción por
su atrevimiento al interrumpir un acto al que asisten las más altas
autoridades de la República( ... ) comprometen la base fundamental
de nuestro sistema de valores: la idea de que el superior merece res- i'
\

peto y de que quien se iguala a otro en aquello en que es no-igual,


debe sufrir las consecuencias(...) A veces se confunde, así, democra-
cia con democratismo" .10
¿Cómo colmar ese vacío que deja la debilidad de la autoridad? La m?E:~5},Jit!=.'·;•1{"
respuesta se buscó en la exaltación de las virtudes de las Fuerzas Ar- '
"P/ax", humor en Primera Plana.
madas, única institución que por su organización, sentido de unidad
nacional y manejo de la fuerza, se creía que estaba a la altura de la
nueva misión de sacar al país del atraso y de la ficción de legalidad dicalismo fuerzas muy heterogéneas. En las provincias más atrasa-
en que vivían los argentinos. das, el peronismo había logrado conservar su base policlasista, con-
El significado y los alcances de este golpe contrastan con las in- ducido por dirigentes de tradición conservadora. Los jefes políticos
tervenciones militares precedentes. Ya no se trataba de tomar el po- locales mantuvieron la retórica peronista pero se sometieron al or-
der para buscar una salida electoral: había que fundar una nueva Ar- den posperonista, tomando distancia de las cambiantes directivas de
gentina, la empresa fallida del frondizismo. Ante un gobierno debi- Perón. En las zonas más modernas y urbanas del país, el peronismo
litado, sacudido por el Plan de Lucha lanzado por la CGT, el temor sólo conservó el apoyo de la clase obrera y su fuerza provino de ser
de que demasiada libertad desembocara en el temido retorno del pe- la única organización sobreviviente al derrumbe político de 1955.
ronismo y sirviera de caldo de cultivo para el izquierdismo, los mi- Entre 1956 y 1959, débil y marginado, el sindicalismo optó por una
litares se sintieron convocados para transformar la economía y la so- estrategia de estímulo a la acción de las masas obreras. A partir de
ciedad argentina. Las columnas de Primera Plana prepararon la Re- entonces, cambió su rumbo y privilegió los paros generales en los
volución Argentina matizando las profecías entusiastas de Mariano que lo que contaba era la eficacia de la organización. Los dirigentes
Grondona con el beneplácito hacia otras revoluciones políticas y sindicales comprendieron que sólo podían reforzar su posición en
culturales de signo muy distinto y lograron captar un público fiel estrecha asociación con los centros de poder. Este curso de acción
entre militares y civiles. los llevó a desoír las directivas de Perón, para quien el objetivo prin-
El sindicalismo vio en el golpe militar un camino abierto hacia el cipal era desestabilizar cualquier fórmula de gobierno elaborada por
poder. Tras la caída de Perón, en 1955, habían convivido en el sin- sus adversarios. De este modo, prefirieron adoptar la lógica de gol-
pear primero, para negociar después: una estrategia paralela a la de
10. Primera Plana, 3 de noviembre de 1965, pág. 7. buscar aliados entre los descontentos del gobierno. Augusto Vandor,
n_u~o
1

jefe del sindicato metalúrgico, fue quien e car'. ó mejor el es- men nasserista. Una dictadura militar progresista apoyada en las or-
tilo adoptado. Interlocutor de empresa o jhtares y políticos, se
1
, ganizaciones sindicales podría ser la solución al atraso y la injusticia
consagró como líder de las 62 Organiza i es Como lo ha mostra- social. Poco importó que en Argentina no hubiera sectores política-
1

do Daniel James, esta adaptación a un · ~ ica· ·smo de negociación mente vírgenes como aquellos que el nasserismo supo movilizar en
más qu~ de protesta, además de ensanc a: el margen de acción ~e pos de la modernización. Las Fuerzas Armadas aparecían como el
los dirigentes respecto de sus bases, les r ;me 'a un lugar reconoci- agente del cambio para los nacionalistas de izquierda y de derecha.
do por todos como legítimo en el siste a i o tico argentino. 11 Ambos polos del espectro nacionalista compartían lo que fue el ras-
Al cabo de una década, numerosos s· ,calittas llegaron a la con- go distintivo de las distintas vertientes del nacionalismo arge~tino
clusión de que era el momento de eman i~ rse de la tutela de Perón, desde sus orígenes en la década del '20: la imposibilidad de plasmar
principal obstáculo para el logro de su in o ¡ or ción al sistema de po- sus ideas en la realidad política. Un caudillo militar vendría a con-
der vigente. Ésta fue la estrategia de Au s: o :lndor, quien buscó in- cretar sus propuestas. 12 Mientras la izquierda se nutría del ejemplo
sertar al sindicalismo a través del proces ;lectpral. Sin embargo, los ) nasserista, la derecha acogía la doctrina de la Seguridad Nacional
resultados de los comicios para elegir g b mal:lor en la provincia de encarnada por los militares brasileños.
Mendoza mostraron que la competencia :líti~a no era un terreno en Intelectuales que habían estado vinculados al sector de los Azu-
el que pudieran liberarse de esa tutela. L ~ ·anb radical-conservado- les, políticos a los que los avatares del país habían dejado sin susten-
ra se impuso en las elecciones'. pero .el ~a ·da~ 1
·r.
de Perón aventajó al to popular como el ex presidente Arturo Frondizi y el ex goberna-
respaldado por Vandor y los 1efes smdi ;s rdbeldes. Este resultado dor Osear Alende, y dirigentes políticos y gremiales peronistas, pro-
dejó en claro que el liderazgo político de P: ród, "cansado de tanta fe- movieron el golpe y le dieron la bienvenida a Onganía. Perón, des-
1
lonía política", seguía en pie y que el p rq o, unido detrás de su de su exilio en Madrid, envió la consigna "Hay que desensillar has-
líder, era invencible. La conclusión a la al
1
os arribaron fue que ta que aclare" y esbozó la estrategia de esa tregua en una carta al Co-
sólo suprimiendo las elecciones periódi as¡?? fa ase~r. la ~on­ mando Superior Peronista en la que decía: "El gobierno militar,
nuidad del orden posperonista. El golp ; lita¡r, al abnr al smd1cahs- surgido del golpe de Estado del 28 de junio, ha expresado propósi-
mo un horizonte de acción en el que ha aptendido a desenvolver-
1
tos muy acordes con los que nosotros venimos propugnando desde
se con comodidad, hizo realidad esa ap s 1
1 • hace más de 20 años. Si estos propósitos se cumplen tenemos la
Los caudillos provinciales neopero \as lµcieron otra hipótesis obligación de apoyarlos( ...) Nosotros queremos que se trabaje para
de futuro: una salida electoral negociad 'on Íos militares, de la que el bien del país, en primer término; que se haga justicia al movi-
se excluyera a Perón, era la alternativ ; ratonsolidar un partido miento peronista, en segundo; y que sus hombres sean tratados en
peronista capaz de conducir los destin s . el ' aís. la medida en que lo merecen, en tercero". En contraste con la inter-
Para los integrantes del Movimien , ev lucionario Peronista, pretación del líder exiliado, J ohn William Cooke, un talentoso po-
el golpe significaba el abandono de la s :aciJn de semilegalidad en lítico a quien Perón había designado como su delegado en 1956,
la que se encontraban y el encauzamie t; del peronismo por la vía manifestó sus ideas en una comunicación que, bajo el título "El pe-
de la lucha armada; un camino que cr í ;n ~bría de conferirles la ronismo y el golpe de Estado", dirigió a las bases del movimiento
conducción de esa fuerza justicialista. . 1
Las esperanzas en un gobierno mili a : se eron alentadas por el
entusiasmo que despenó en algunos se t res de la izquierda el régi-
r· peronista. En ella afirmaba: "No es verdad que las Fuerzas Armadas
intervinieron en última instancia, ante una situación anárquica.
Ellas eran el factor principal de esa anarquía, pues no solamente
1

11. James, Daniel: Resistencia e Integración. l 'eromsmo y la clase obrera, Buenos 12. Véase Piñeiro, Elena: La tradición nacionalista ante el peronismo. Itinerario de
Aires, Sudamericana, 1990. una esperanza a una desilusión, Buenos Aires, A-Z Editora, 1997.
1

constituían una amenaza permanente para el gobierno, sino que to- un tropero, duro y autoritario. Comandante del sector del Ejército
da la política estaba condicionada por esa circunstancia. Los parti- bautizado como "los Azules" tras los enfrentamientos que culminaron
1
dos y los grupos opositores predicaban el golpe y actuaban en una i en hechos de guerra, en setiembre de 1962, Onganía se había trans-
forma que trataba de aumentar las apariencias caóticas de la situa- 1
formado en el abanderado de la legalidad. A esta visión contribuyó el

l
ción nacional porque sabían, como todo el mundo, que se podría ju- gobierno de Guido, quien al declarar rebeldes al sector de "los Colo-
gar esa carta con muchas probabilidades de acertar". 13 Al igual que rados", legitimó la acción de los Azules -básicamente oficiales de ca-
su posición política, ésta era una visión minoritaria. ballería y artillería-, otorgándoles el título de guardianes de la Cons-
titución.15 A partir de entonces, los azules fueron percibidos como la
fuerza que el país necesitaba para dar orientación a un movimiento
2. Un general a medida político que se resistía a desaparecer y conducir unas Fuerzas Arma-
das que, gracias a la purga que había pasado a retiro a un gran núme-
El golpe fue acogido por los más variados sectores sociales como ro de oficiales Colorados, se presentaba como un ejército profesional
una esperanza de renovación y fortalecimiento de una Argentina su- del que la política sería definitivamente desterrada. El clivaje entre
puestamente estancada y demasiado gris para los parámetros de una "legalistas", partidarios del profesionalismo prescindente de las Fuer-
década afiebrada. El general Onganía se perfilaba como el caudillo zas Armadas, y "gorilas", partidarios de la proscripción perpetua del
que muchos creían que la Nación necesitaba. "En las jornadas de se- peronismo, reflejaba las diferentes estrategias hacia el peronismo en
tiembre de 1962 surgió algo más que un programa, una situación mi- el seno de la corporación castrense. Los Azules o "legalistas" eran
litar o una intención política: surgió un caudillo", decía Mariano también antiperonistas, pero consideraban al peronismo como una
Grondona en su columna de Primera Plana del día 30 junio. ¿Era On- fuerza nacional y cristiana que había hecho posible salvar a la clase
ganía el "déspota ilustrado" que podía conducir a la Argentina a su obrera del peligro comunista. Los Colorados o "gorilas", en cambio;
destino de grandeza? No pocos habrán dudado de la capacidad de es- veían al peronismo como un movimiento clasista, sectario y violento,
te general sin experiencia política ni sólida formación intelectual. Sin que inevitablemente abriría las puertas al comunismo.
embargo, la parquedad -un rasgo de su carácter recurrentemente des- El intento de estructurar un frente político que incluyera a sin-
tacado- fue exaltada como una virtud en quien ocuparía la jefatura del dicalistas, empresarios y militares, impulsado por Rodolfo Martí-
Estado. ¿Acaso ignorar los pensamientos de quien conduce los desti- nez desde el gobierno con el visto bueno de políticos provenientes
nos de la Nación hizo posible mantener la cuota de misterio necesa- de la democracia cristiana, del nacionalismo y del desarrollismo,
ria para alimentar ilusiones de variada índole? Muchos habrán confia- fracasó. El reconocimiento oficial de la Unión Popular, un partido
do en su probada capacidad de mandar a las tropas en la esperanza de que se había creado en 1955 y ahora se reclamaba representativo
disciplinar un conflicto político cuya clave era la capacidad del pero- del justicialismo, antes que de Perón, era una pieza clave en la es-
nismo de sobrevivir a la proscripción y la imposibilidad de integrarlo trategia de construcción del Frente Nacional y Popular. La UCR
en el sistema político, en términos aceptables para las demás fuerzas denunció la maniobra frentista "de políticos sin votos" y la oferta
políticas, como lo recuerda Tulio Halperin. 14 El general Onganía era

15. José María Guido había llegado a la presidencia tras el derrocamiento de


13. Citado en Selser, Gregorio: El Onganiato, Buenos Aires, Carlos Samonta Frondizi conforme a lo previsto por la Ley de Acefalía. Rodolfo Martínez, ex mi-
Editor, 1973, pág. 5. Cooke fue el principal exponente de la posición que intentó nistro de Defensa de Frondizi, pasó a ocupar la cartera de Interior y desde allí des-
identificar al peronismo con el castrismo. plegó un plan destinado a la progresiva incorporación de los peronistas a la vida po-
14. Halperin Donghi, Tulio: Argentina. La democracia de masas, Buenos Aires, lítica, retomal}do la línea iniciada por Frondizi. El triunfo de los Azules reanimó el
Paidós, 1972. hasta entonces frustrado plan de Martínez.
de la candidatura presidencial a Onga aj' El racaso de esta estra-
tegia no sólo obedeció a la desconfian a;mu a de sus eventuales
~ mariscal Rommel", afirma Gazzera. 18 Sin embargo, esta preocupa-
ción de los legalistas por la búsqueda de una salida democrática ha-
integrantes, y a la oposición del radica s ; o del Pueblo y de vastos bría de tener corta vida. Los nuevos enfrentamientos de abril de
sectores del peronismo. Fue decisiva n ¡es~dnlac la falta de 1963, esta vez, entre la Marina y el Ejército, terminaron por con-
consenso entre los militares azules haci 1: ca, dia~ presidnc~al vencer a los Azules de que la empresa democrática estaba plagada de
de Onganía. ¿Acaso esta resistencia o e ,ec1 a la smcera conVIc- amenazas y se pronunciaron a favor de la proscripción del peronis-
ción de los Azules de que el ~jército d~ í prJsci.ndir de ~a política,
1

mo. La fórmula Matera-Sueldo fue proscripta a último momento y


como sostiene Roth? 16 Que ese haya s1 ol 1 ckmmo elegido por los '1
la candidatura de Vicente Solano Lima, un dirigente -conservador
Azules se explica mejor a la luz del di j q~ dividía a los milita-
1

que había abandonado su partido para acercarse al peronismo, ter-


res y que pronto habría de estallar con a •ub vación de la Marina. minó en la dispersión del voto de peronistas y frondizistas hacia las
Los jefes del Ejército Azul decidieron d ol er a los civiles el go- dos ramas del radicalismo.
bierno para replegarse a la misión espe í ; ca , e mejorar el nivel de Cuatro años después, Onganía habría de ser el titular indiscutido
prof~sinald. y restablecer la autori a¡ ertsionada por las disi- del nuevo gobierno instalado por las Fuerzas Armadas, "favorecido
dencias políticas. 1
por su parquedad, probada decisión y alto prestigio entre los Azu-
El movimiento Azul había hecho ex ' ;ito ~u objetivo político de les" .19 La imagen de Onganía, hombre fuerte de un ejército profe-
luchar por la normalización constitucio al proclamada en el co~u­ sional, defensor de la legalidad y comprometido con la forma de go-
nicado 150 de su comando. Ese comu c' o, !redactado por Maria- bierno constitucional, había ganado popularidad. La "doctrina de
no Grond~ y el coronel Aguirre, exi ,a, a crnvocatoria a eleccio: Westpoint", que el general Onganía había expuesto en 1965, en
nes libres, sostenía que las Fuerzas Ar q s ~ deben gobernar y si oportunidad del discurso que pronunció como invitado en la Acade-
sometr~, al pode: civil, ~arntiz este p :.cto constiu?~l y la in- mia Militar de Westpoint, contribuye a explicar las nuevas ideas de
corporacion a la Vida nacional de todos lo se tores autenticamente la seguridad nacional que cobraron fuerza en la corporación castren-
argentinos. 17 Este texto era una noveda ;a q e, hasta ent~cs, los se. En la formulación de la "doctrina de Westpoint" se advierte la
conflictos militares habían invocado ra o: es e orden estrictamen- presencia del escenario internacional modificado por la Revolución•
te castrense. "Aquel comunicado 150 c q un~ ilusión musical entre Cubana. Estados Unidos ya no cuestionaba las soluciones autorita-
el infernal estallido de los proyectiles d p rados por los cañones, el rias, por el contrario, estaba dispuesto a apoyarlas para combatir al
estallido de las bombas arrojadas por la a ~ ·ac~·n naval y el siniestro peligro comunista en América Latina. De acuerdo con la doctrina de
chirrido de las cremalleras de los tanq s' de agdalena. En medio la Seguridad Nacional abrazada por Onganía, las Fuerzas Armadas
del fragor entre «azules y colorados», l :om ·cado precisaba una argentinas deberían defender la legalidad hasta un cierto límite: ese
posición que sugería la síntesis ideoló i ¡ q · e desde hacía mu~h.o límite estaba fijado en el momento en el que el libre juego de las ins-
tiempo esperaba el pueblo argentino (..)¡no fueron pocos los dm- tituciones constitucionales amenazara las instituciones fundamenta-
. 1 . L'
gentes sindicales que se dieron a la tare ,e c0murncarse con opez les de la Nación y su estilo de vida occidental y cristiano. 20 Desde es-
I 1, .
Aufranc, el jefe de los «blindados» (...) l s mas optirmstas traza an
. b
1

una semejanza entre él y el legendario z; rrd del desierto>> alemán, 18. Gazzera, Miguel, en Andrew Graham-Yooll: Tiempo de tragedia. Cronología
de la Revolución Argentina, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1972, pág. 9.
19. Gazzera, Miguel, ob. cit., pág. 9.
. 16. Roth, Roberto: Los años de Onganía, Bu d Aires, Ediciones La Campana, 20. Las relaciones de los militares argentinos con el sistema militar americano
1
1980, pág. 23. no eran particularmente calurosas, sobre todo si se toma como punto de compara-
17. Grondona Mariano: "Por qué escribí e c mlcado 150", Extra, octubre ción las relaciones que Brasil mantuvo con ese sistema. Los militares argentinos no
de 1969. 1
sólo no habían participado junto a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial,
ta perspectiva, los militares legalistas tendrían derecho a intervenir Circularon rumores, no probados, de que Onganía era cursillis-
cuando entendieran que la situación les reclamaba defender a la ta. Fuera esto cierto, o no, las ideas del ·cursillismo, bajo la influen-
Constitución. Cuando éste fuera el caso, ellos habrían de ser los ar- cia ejercida por el padre Grasset, propiciaron una mística mesiánica
tífices del nuevo orden. Esta doctrina, que desdibujaba los ámbitos que tiñó la gestión de Onganía. La teoría de las fronteras ideológi-
de competencia militar y civil, venía a servir al propósito que había cas, a la que Onganía adhirió en un discurso pronunciado en Brasil,
inspirado a la tradición nacionalista y católica de las Fuerzas Arma- poco después de su estadía en Westpoint, otorgaba un nuevo signi-
das, de crear la sociedad ordenada, jerárquica y corporativa, que el ficado al nacionalismo: la nación no es sólo un territorio a defender
lenguaje eclesiástico denomina integrismo. La misión de "brazo ar- contra las fuerzas armadas extranjeras, es un conjunto de valores,
mado de la Constitución" presentada por Onganía en Westpoint, era creencias, instituciones y una religión. La misión de los militares se
también una empresa religiosa. Los Cursos de la Cristiandad a lo lar- inscribía así en una política continental que era,.a la vez, una cruza-
go de los últimos quince años habían enriquecido esta concepción, da religiosa en defensa de los valores occidentales y cristianos.
cuyas raíces ideológicas se hunden en el pensamiento conservador Mientras el contexto internacional contribuía a dar dramaticidad a
del siglo XIX de filósofos como de Maistre y de Bonald. Los milita- la lectura que de la realidad hacían los militares, la realidad local se
res "cursillistas" se sentían convocados para una cruzada en defensa encargaba de estimular esos temores. Un primer foco guerrillero en
del orden cristiano amenazado por el comunismo, aunque el pero- la provincia de Salta, en 1963, pareció confirmar la idea de que el
nismo había sido decididamente anticomunista. Coherente con este fantasma de otra Cuba se cernía sobre el país.
objetivo, buscaron constantemente entre sus cuadros al caudillo.re- La imagen de Onganía creció en popularidad apoyada en una
volucionario que pudiera plasmar una suerte de paternalismo autori- propaganda eficaz. El golpe militar en ciernes revestía un carácter
tario capaz de conducir a las masas trabajadoras, pero sin darles nin- benigno, capaz de atenuar las consecuencias de cambios percibidos
guna participación en el poder. Para ellos, la -democracia era un pe- como peligrosos. Su misión también habría de ser novedosa respec-
ligro, un fenómeno de igualdad social y mandato mayoritario que de- to de la tradición de golpes militares: tenía que terminar con lo que
sembocaba necesariamenti: en la demagogia. La experiencia peronis- se denominaba una "legalidad falaz", restaurar la unidad nacional
ta les había dado pruebas de que no se equivocaban. Una dictadura perdida por el imperio de las pasiones que dividían a la sociedad ar-
benévola, en cambio, habría de hacer realidad sus aspiraciones de gentina y modernizar el país; requisitos indispensables para el logro
disciplinar a las masas trabajadoras mucho mejor que un gobierno del bienestar general y de lo que los militares denominaron una "au-
sometido a los avatares de las elecciones. téntica democracia representativa". Esta empresa no tenía plazos,
sólo objetivos. Desalojar a Illia del poder no era solamente desacti-
var un riesgo grave de izquierdismo o de populismo, encarnado en
sino que hicieron manifiesta su simpatía por la Alemania nazi y la Italia fascista. el peronismo y en una nueva izquierda formada en la revalorización
Acogieron con frialdad la victoria de los aliados. Recién en 1949, Perón decidió del peronismo y el impacto de la Revolución Cubana . .Era, además,
unirse al campo de los vencedores y ratificar los tratados de Río (1942, fundación el camino para poner en marcha un nuevo proyecto que reemplaza-
del TIAR) y de Bogotá (1948, creación de la OEA). Argentina fue el último país la-
tinoamericano en firmar un acuerdo bilateral con Estados Unidos para ingresar en
ra al caduco puesto en marcha a fines del siglo XIX . El "Mensaje de
el programa de ayuda militar (1964) y por lo tanto, el último en recibir una misión la Junta Revolucionaria al Pueblo Argentino" lo decía expresamen-
militar americana. También fue el primero en independizarse de ese programa pa- te: "Hoy, como en otras etapas decisivas de nuestra historia, las
ra comprar armamentos en Europa en el marco del "Plan Europa" de 1967, duran- Fuerzas Armadas, interpretando el más alto interés común, asumen
te el gobierno de Onganía. La influencia militar europea tenía larga data. Las Fuer-
la responsabilidad irrenunciable de asegurar la unión nacional y po-
zas Armadas argentinas mantuvieron un estrecho y permanente contacto con las
Fuerzas Armadas francesas, que les aportaron la estrategia de la guerra contrarre- sibilitar el bienestar general, incorporando al país los modernos ele-
volucionaria ensayada en Argelia. mentos de la cultura, la ciencia y la técnica, que al operar una trans-
furmación substancial, lo sitúen dond \ clesponde por la inteli- política fundada en el interés nacional supone el esfuerzo acelerado
para transformar esa estructura de producción en una siinilar a la de
1

gencia y el valor humano de sus habi a test la riqueza que la pro-


videncia depositó en su territorio". 1 las sociedades industriales. Exige la construcción de la industria bási-
El general Osiris Vtllegas, uno de 1 s efe militares del golpe, que ca, la promoción de las actividades de la nueva revolución industrial,
poco ~espué hab.ría de ocupar la Seerta ~a ; el ~osej Nacion~ ~e de la energía nuclear, la electrónica o la cibernética. Reclama la revo-
Segundad, orgarusmo clave en el nue ; sefo mst1.tuc1onal, escnb1a lución técnica del campo. Supone, simultáneamente, un gran esfuer-
entonces: "Estamos viviendo la finaliz ci'n qel período de transición zo tecnológico que coordine los esfuerzos de la universidad, las em-
del país agrícola-ganadero, de estruc ; arrhónica dependiente, ha- presas y el Estado en la tarea de la modernización". 21 La empresa del
cia el país industrializado". Y agregab : :'N9 puede trazarse una po- cambfo habría de compaginarse con la entrada de capitales extranje-
lítica fundada en el interés nacional si se reconoce la situación ar- ros en esta nueva versión del nacionalismo, decidida a combatir el
1

gentina de país en vías de desarrollo. 's: e e~ un concepto econóini- atraso para defender, corno lo habían hecho las intervenciones mili-
co que hace al tipo de estructura de p o uclón que tiene el país. La tares anteriores, los valores occidentales y cristianos. Osiris Villegas
desarrolló la que habría de ser la versión más completa de la doctri-
1 na de la Seguridad Nacional, cuyos aspectos principales fueron incor-
porados al Acta de la Revolución Argentina y al Mensaje de la Junta
Revolucionaria al pueblo argentino del 28 de junio de 1966.22 En Po-
líticas y estrategias para el desarrollo y la seguridad nacional se encuentran
todos los ternas clásicos de las dos ramas de esa doctrina, el desarro-
llo econóinico y la seguridad. En la versión de este ideólogo, aparece
una singularidad respecto de otras experiencias latinoamericanas, co-
rno la de Brasil y la de Chile. La seguridad se concibe subordinada al
desarrollo econóinico. Esto explica que el nexo entre la doctrina de
la Seguridad Nacional y la estrategia del gobierno inilitar haya sido
más débil que en Brasil y da cuenta de gran parte de los conflictos que
habría de enfrentar Onganía dentro de su gobierno. La seguridad,
desde esta perspectiva era un proyecto a alcanzar, "un estado espiri-
tual", como habría de definir Onganía a la revolución. El pueblo
nunca aparece del todo distanciado del horizonte de los militares y es,
por el contrario, un elemento de referencia obligado en sus ambicio-
nes políticas.

21 Villegas, Osiris: Políticas y estrategias para el desarrollo y la seguridad nacional,


Buenos Aires, Pleamar, 1969, pág. 136.
22 El Acta de la Revolución Argentina describe un estado de desintegración to-
tal de la Nación en términos que evocan "el borde del abismo": "Todo ello ha crea-
do condiciones propicias para una sutil y agresiva penetración marxista en todos los
campos de la vida nacional, y suscitado un clima que es favorable a los desbordes
extremistas y que pone a la Nación en peligro de caer ante el avance del totalitaris-
mo colectivista".
En la nueva función de las Fuerzas Armadas, ahora definida como ¿Qué imagen del general Onganía evocan los testimonios de
"reserva para el cambio'', no había lugar para los partidos políticos. quienes fueron funcionarios de su gobierno? Onganía aparece como
Parecía, en cambio, posible construir las bases de un nuevo modelo un presidente para el que la tarea principal de su mandato era la fis-
político a través de la incorporación de los nuevos actores surgidos del calización de los actos de gobierno; un hombre que "digería infor-
proceso de modernización del capitalismo iniciado en 1959, cuyos mación un poco como una computadora que está siendo programa-
impactos entendían que era necesario atenuar. Esta integración debía da" -en las palabras de Roberto Roth-, a quien todos llamaban se-
ser decidida por una conducción autoritaria y centralizada para garan- ñor.24 Onganía restaba importancia a la extracción social o las ideas;
tizar la eficacia de la operación. Este punto de partida se asemejaba al era austero por hábito -su único vicio conocido era el consumo de
emprendido por los militares brasileños tras el derrocamiento de cigarl~s- y parco en el decir, "impenetrable poco capaz de pene-
Goulart, en 1964, y más claramente aun, bajo el gobierno de Garras- trar a los demás", según lo describió el doctor Dardo Pérez Gui-
tazu Medici. lhou.25 Estos rasgos poco acercan su imagen a la del caudillo anun-
Las cualidades de eficacia y profesionalidad, anunciadas como dis- ciado por Mariano Grandona en Primera Plana. Inseguro, tenso
tintivas de la elite militar, la convertían en el actor privilegiado para -"era un cuerpo que estaba en guardia( ...) un cuerpo en tensión" es-
llevar a cabo los cambios que el país reclamaba. La intensidad de la cribe Roth-, 26 desconfiado, mantenía siempre distancia. Nunca tu-
campaña psicológica mostró su éxito en la construcción del mito de teaba a los funcionarios, ni siquiera a los generales amigos. Antes
la eficacia que movilizó a una opinión pública carente de fe en la de- bien, la imagen que devuelve este católico militante, célebre por sus
mocracia. La imagen de Onganía, conductor del anhelado cambio de silencios, es la de alguien al que las circunstancias le atribuyeron un
estructuras, se confeccionó a la medida de los diagnósticos que se hi- papel que estuvo lejos de poder desempeñar con éxito: ¿un déspota
cieron de la crisis previa al golpe y de las estrategias diseñadas por sus frustrado? Perón, desde el exilio, pareció...,90mprenderlo así cuando se
asesores civiles para solucionarla. Difundida por medios tan eficaces preocupó en anunciar que "un conducfor político es una cosa y un
como el semanario Primera Plan~ esa imagen contrastaba con la del conductor militar es otra(...) tengo la impresión de que (Onganía) es
presidente Illia, símbolo de la inoperancia y de la decadencia. Illia un buen soldado". Se dice que Onganía nunca nombró a Perón. Dar-
debía dejar el paso a un hombre de acción, una vez más, a un hom- do Pérez Guilhou recordó que, siendo ministro de Educación, el ge-
bre de armas, capaz de torcer el rumbo de la historia y conducir a la neral Franco le pidió que le comunicase al presidente Onganía una
Argentina a lo que consideraban "su seguro destino de grandeza". felicitación y un consej9. Felicitación por nunca nombrar al general
Que éste era el destino del país quedaba asegurado por la solidez con t' Perón; consejo: no hacerlo, porque si lo nombraba, Perón habría de
que dos mitos originarios resistieron el paso del tiempo. El mito de ! volver. Curiosa profecía destinada a realizarse.27

\
un \?aÍs superdotado en riq_uezas, de un país excepciona\, hi1o dilecto ¿_Líder mesiánico, como lo definieron no pocos analistas'?, ¿_árbi-
O.e \a \?roviG.encia, natura\ o G.ivina, y e\ mito, menos virtuoso, O.e un tro entre corrientes encontradas, como lo presenta Roth'? Ninguna
país "decidible" en el plano político, infinitamente dispuesto a ser de las dos imágenes parece ajustarse bien al hombre que fue Onga-
reorganizado desde arriba por un poder que tuviera la voluntad y la
audacia necesarias para hacerlo. Tulio Halperin Donghi, con su ha-
bitual agudeza, describió la genealogía decimonónica de este mito 24. Roth, Roberto, Los años de Onganía, ob. cit., cap. 6. Roberto Roth se desem-
. . . 23
estata l ista y sus vanantes, en un importante ensayo. peñó corno secretario legal y técnico de la Presidencia.
1 2 5. Entrevista al doctor Dardo Pérez Guilhou, sostenida en julio de 1998. Dar-
do Pérez Guilhou fue ministro de Educación, reemplazante del doctor Astigueta en
23. Halperin Donghi, Tulio: "Una nación para el desierto argentino", en Tulio el gabinete que se formó después del Cordobazo, en junio de 1969.
Halperin Donghi (comp.), Proyecto y construccíón de una Nación, Caracas, Editorial 26. Roth, Roberto, ob. cit.
Ayacucho, 1980. 27. Entrevista de julio de 1998 (véase nota 25).
1
nía. Ni líder mesiánico, ni polític ·eg~ciador. Tal vez, la imagen
que mejor lo refleja es la de su Ueg d: e~ carroza a la feria anual de
la Sociedad Rural: ¿un monarca qu s; muestra ante sus súbditos pa-
ra que sepan de su real existencia 1: obtdezcan por el imperio de
su sola presencia? 1

La idea de la política como sinó i • o ' e discordia, de amenaza a


una unidad nacional que debía que a i al ibrigo de la penetración de
ideas foráneas, no estaba confinada al ámpito del imaginario militar
1

de la época. ¿Acaso España no hab a : oguado vencer al comunismo


mediante la aplicación de un régim n] no ~emocráti? Desterrar la
política del gobierno y unificar el 1
o en un presidente, al que ci-
viles y militares debieran obedienc a, ap+ecía como el mejor antí-
doto para detener un proceso que su~a, ante todo, como freno
a la modernización del país y, por es, ra~ón, dejaba indefensa a la
nación ante el peligro del comuni :o. El general Onganía era el
hombre que vino a cumplir una n' iórl que muchos querían ver
realizada y en aras de esa meta esta a ' disbuestos a disimular su sor-
prendente carencia de ideas sobre 1 o que debería darse a un
~!+ JQ~l'1,. _~ue éf:~s;.r,i/J'" :~,.;'· 1 ,.R :f~Y i~a.:
1
;:

país que suponían a la deriva. El p o· ect a realizar era más dificil


de definir que los rasgos del caudill :nea gado de conducirlo. Nin-
, • , • • • , 1 • Illia y Onganía caricaturizados en Primera Plana.
gun mteres concreto, nmguna vmc cioljl precisa con sectores eco-
nómicos, sólo una proclamada voc cºón para conducir a la Nación
hacia su "destino de grandeza", e a'. lod atributos que situaban a la decadencia política. Una fórmula atractiva para aquellos que ha-
Onganía en el papel de conductor, d :tadb de una aparente libertad cían hincapié en la ficción de legalidad en la que había vivido el país
absoluta para elegir a sus colaborad r; s ehtre los mejores técnicos y desde 19 55 y que había terminado por erosionar la creencia misma
decidir sobre las políticas públicas in otrb límite que el que él mis- en los valores de la democracia representativa. Más atractiva aun, si
mo se autoimpusiera. No obstante c md lo recuerda Adolfo Cani-
1
se tiene en cuenta que la continuidad de la democracia constitucio-
trot, "el presidente nos confesó q e: o podía tocar los privilegios nal con pluralidad de partidos era contradictoria tanto con el obje-
j
previsionales de las Fuerzas Arm : ". 2 Esta imagen se concilia tivo de quienes buscaban borrar al peronismo de la escena política,
mejor con la de un hombre sin ex r en<f,a política, desconfiado de como con el propósito de quienes esperaban poder orientar a ese
par~os y de i?eologías, para qui e e: orrenamiento. ~e la adminis- movimiento político nacional y popular hacia nuevos rumbos.
trac10n es la piedra de toque de la g ¡an ansformac1on que espera
1 No sorprendió entonces que el presidente instalado por el golpe
emprender. ¿Voluntarismo ingenu ? ,Un combinación de merito- estuviera profundamente convencido del carácter apolítico de su
cracia y hombre fuerte parecía ser, la ercepción de los protago- gobierno: prohibidos los partidos y transferidos sus bienes al Esta-
nistas de la época, la fórmula para a ar 1país del estancamiento y
1
do, los integrantes ·del gobierno no tendrían otro vínculo que la co-
munidad de objetivos fijados por la denominada "Revolución Ar-
28. Entrevista con el ingeniero Adolfo C. nitr · t, agosto de 1998. Adolfo Cani- gentina". Cqnvencido de que sin la mediación de los partidos, la lu-
trot era funcionario del Consejo Nacion d Sediridad (CONASE). cha de intereses podría ser encauzada bajo nuevas formas de partí-
1
cipación, Onganía se aventuró a imaginar la Revolución como "un
estado espiritual". No obstante, fue el "estado espiritual" de la dé-
cada el que hizo del general Onganía el hombre a la medida de las
aspiraciones de cambio, antes que las virtudes que este hombre pu-
diera exhibir.
Las ansiedades del momento, exacerbadas por la nueva sensibili-
dad hacia el cambio y las promesas que éste encerraba, estimularon
en sectores de la izquierda y de la derecha del arco político una vi-
sión de Onganía como alguien capaz de ser continente de atributos
asociados a empresas muy disímiles, por necesidad o por vocación. A
ello se agregaba el hecho de que el gobierno del presidente Illia se
acercaba a un desenlace que nadie imaginaba distinto al del gobier-
no de Frondizi, y no había otro líder militar suficientemente respe-
tado dentro y fuera de las Fuerzas Armadas, sea para bloquear el se-
guro ascenso del peronismo, o bien encabezar una dictadura progre-
sista, como lo imaginaron los sectores nacionalistas de la izquierda.

3. La Revolución Argentina

La denominada "Revolución Argentina" fue diferente de todas


las experiencias golpistas que la precedieron. El poder del Estado se
convirtió en un objetivo militar, era el instrumento para salir del
atraso e insertar al país en el mundo. Las Fuerzas Armadas, a través
de sus comandantes en jefe, asumieron la representación del pueblo
y se dotaron de un estatuto que reservó a la Junta Revolucionaria el
derecho de designar al presidente y depositar en él todos los pode-
res políticos del Estado. La Corte Suprema de Justicia fue removi-
da y los nuevos miembros juraron con la fórmula revolucionaria. El
presidente reunió las funciones legislativas y ejecutivas en sus ma-
nos. La centralización del poder, conforme a la lógica revoluciona-
ria, disolvió la estructura federal del Estado. Los poderes políticos
provinciales pasaron a ser una prolongación natural de la función
presidencial. Juan Carlos Onganía en la tapa de Primera Plana.
¿Cuán poderoso resultó ser el presidente investido de estos po-
deres? En su discurso del 6 de julio de 1966, dirigido a las Fuerzas
Armadas, Onganía se preocupó por dejar en claro que la autoridad
presidencial no podía ser compartida y por lo tanto, la suma del po-
der público habría de estar en sus ma o ,. L 1 función que la "Revo- Pronto se advirtió que el gobierno no tenía una idea clara de có-
lución Argentina" asignaba a los milit e: eJ la de garantes del nue- mo llevar a cabo un proyecto tan ambicioso como el que anunciaba.
vo régimen; una empresa que les exig a : arltenerse apartados de la El presidente reclamaba que se le concediera tiempo para ofrecer
función pública: "La cohesión de nu s ' as bstituciones, que hizo realizaciones tangibles. El nombramiento del ministro de Economía
posible este acto histórico trascend : 1 debe constituir nuestra fue una señal clara de la estrategia de Onganía. El doctor Néstor Sa-
preocupación permanente, porque es ; áxlma garantía del esfuer- limei, un joven y exitoso empresario en el comercio de oleaginosas,
zo que inicia la República. Protegere o: es1 unidad, substrayéndo- ocupó el cargo. Católico practicante, se apresuró a declarar que
la del desgaste que supone el ejercici d: la !función pública". ejercería su función "sin entrar en política". La lealtad hacia el pre-
En nombre de la "doctrina de Wes :int'j, Onganía reivindicó su sidente era su carta de presentación, y la garantía para Onganía de
libertad de formar un gobierno con ioqarios civiles, sustraídos que el poder no escaparía de su control. Pero esta circunstancia de-
del control de las jerarquías militar s. i sin] embargo, fuera de su
1

terminaba su debilidad; no tenía otro apoyo que el que pudiera ga-


prestigio personal, su única base de u: tentación eran las Fuerzas narse a través de una gestión exitosa. El ingeniero Alsogaray, nom-
Armadas. ¿Creía Onganía que podría i ' ipf ar a los generales, co- brado embajador en Estados Unidos, vio así frustrarse su anhelo de
mo lo había hecho con las tropas baj s m ndo, y privarlos de to- ocupar nuevamente ese ministerio. Era un hombre demasiado influ-
1

da injerencia en el gobierno, sin des e· tar un peligroso malestar? yente para desempeñarse en la conducción económica -hermano
Había ganado la lucha por la preside ci Ptro una vez en ella, co-
, del general Julio Alsogaray, jefe del Primer Cuerpo del Ejército,
1

menzaba otra, para la cual pronto mo tJ.i' ql!ie no estaba preparado. hombre con actuación política destacada y aguerrido defensor del li-
Suprimidos los partidos, el reclu a , ·et,o de los funcionarios beralismo económico- y estos antecedentes, sin duda, pesaron en la
combinó criterios técnicos e ideológi o': la ayoría eran católicos, decisión de Onganía, quien comprendió que nombrarlo en ese car-
todos anticomunistas, se defuúan "ap ': cos.' y se abrevaban en ver-
tientes que cubrían el nacionalismo c n :erv~do y el más progresis-
ta en temas sociales; había entre ellos ~ ori~as y más moderados
29
en el plano político. Como lo adver 'a: las editoriales de la revis-
ta Crite~o, e~ declarado ~atidsmo e ;10~
¡
!miembros del gabinete 1
no era smommo de apolit1c1smo y las t nsubnes a la hora de tomar
decisiones habrían de salir a la luz. 30

¡
1

29. Integraron el gobierno varios de los de El Ateneo de la Repúbli-


ca, asociación creada en setiembre de 1962 p r .un grupo de ciudadanos preocu-
1
pados por la suerte de la República" para con ib. ·r ª}ªsolución de la crisis argen-
tina mediante la difusión de toda palabra aut i~ da obre los urgentes problemas
nacionales del presente. La heterogénea comp s~ ión de El Ateneo se reflejó en el
gobierno de Onganía. Nacionalistas tradicio li tas orno Máximo Etchecopar y
desarrollistas como Mario Amadeo y Raúl Pui b: , iluptran las diferentes vertientes
del nacionalismo católico. Para un análisis de la.com,osición de esta asociación y
de los miembros que formaron parte del gob" r o d Onganía, véase Selser, Gre-
1

gorio: El Onganiato, ob. cit., págs. 18-39.


30. Botana, Natalio; Braun Rafael y Flo a, Carlos: El régi11ten 11tilitar, 1966-
3:
1

1972, Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, l págl 20. Onganía lee su primer mensaje: "Conciliación y reconstrucción".

"" 1
go era quedar a su merced en un área estratégica de gobierno. Sali-
mei era un recién llegado a la política con el único mérito conocido
de ser un self made man. El ministro "exudaba confianza", afirma
Roth, y prefirió colaboradores extraídos de sus empresas en cuya
lealtad podía confiar. 31 Los empresarios pretendían que el nuevo
ministro fuera un vocero confiable de sus intereses y orientaciones,
pero la consigna de "crear trabajo'', levantada por Salimei, y las su-
puestas buenas relaciones que mantenía con el sector del sindicalis-
mo proclive a negociar con el gobierno, sólo podían acrecentar la
incertidumbre que despertaba un presidente para quien el proyecto
de su gobierno era "un estado espiritual".
Salimei eligió a sus colaboradores entre técnicos jóvenes, la ma-
yoría de los cuales se había formado en el exterior a comienzos de la
década, pero no tenían un programa en común, a lo sumo intencio-
nes compartidas. Seleccionados por su perfil profesional, sin expe-
riencia de gobierno, "no eran monetaristas ni provenían de la Es-
cuela de Chicago", sostiene Eduardo Zalduendo. 32 El nombramien-
to de Felipe Tami en la presidencia del Banco Central, decidido par-
tidario de una concepción estructuralista de la inflación, despertó
inquietud entre los defensores del monetarismo y extendida alarma
entre los grandes empresarios. Tami propugnaba un combate gra-
dual a la inflación mediante un pacto social entre empresarios y tra- Dr. Néstor Salimei, primer mi11istro de eco11omía de Onganía.
bajadores, la reducción progresiva del déficit fiscal y ajustes periódi-
cos en el tipo de cambio. Coherente con una visión estructuralista,
desde el Consejo Nacional de Desarrollo se intentó establecer los li- tica y reducir la presencia del Estado en la economía, pugnaban por
neamientos para la planificación del desarrollo económico. Las dis- imponer su estrategia. La confusión crecía ya que las revistas repre-
putas entre Tami y Salimei reflejaron las presiones a las que el mi- sentativas del nacionalismo de derecha en lo político se hacían eco
nistro estaba sometido y el rumbo incierto que imprimían a su ges- de las posturas estructuralistas defendidas por el presidente del Ban-
tión. Tras el consenso sobre los objetivos revolucionarios subyacían co Central. Pronto se puso de manifiesto que Salimei no lograba
desacuerdos sobre la orientación de la política económica. Los de- imprimir un rumbo a la economía y mantenerlo.
fensores de una estrategia desarrollista identificada con el naciona- Se planteaba así una de las cuestiones críticas para afirmar la au-
lismo económico y partidarios de un enfoque gradualista de la infla- toridad de Onganía, la referida a su relación con los grupos econó-
ción, y los liberales, decididos a eliminar la inflación en forma drás- micos poderosos. La otra cuestión, no menos decisiva, habría de ser
la autonomía del presidente de la Nación respecto de las Fuerzas
¡ Armadas. Onganía no se cansaría de proclamar en cuanta ocasión se
31. Roth, Roberto, ob. cit., pág 50. le presentaba que "las Fuerzas Armadas no gobiernan ni cogobier-
1
32. Entrevista sostenida con el doctor Eduardo Zalduendo en setiembre de
1998. Véanse también las declaraciones de Zalduendo a la revista I11édito, Buenos 1
nan"; sin embargo, en la medida en que fueron creciendo las inquie-
Aíres, 23 de noviembre de 1966, año I, nº 7, págs. 13-14. l' tudes de 'la jerarquía militar sobre la marcha de la Revolución, la
1
1
sorda lucha interna fue viendo la !u . : J
una aspiración de Onga-
nía que fruto de una voluntad pres i de1te por parte de los altos
1
ba por la intensidad de los enfrentamientos-con el resto del país. EñJ
1965, el gobierno de Illia había optado por no subvencionar una
mandos militares, inicialmente en n :compás de espera, el crédito producción que superase en un 50 por ciento el promedio del quin-
otorgado pronto fue retaceado.
1
I' quenio 1960-1964. Los conflictos entre industriales y agricultores
La sanción de una ley que oblig b a lbs trabajadores y a¡la pa- cañeros, cañeros y trabajadores del surco, industriales y obreros, y
tronal a someterse al arbitraje oblig t rio\del Poder Ejecutivo Na-
1
de todos contra el Estado nacional, se multiplicaron a partir de en-
cional en todo conflicto laboral en l ' ue no hubiese acuerdo entre tonces. A la suspensión de pago de los jornales y de la caña entrega-
las parte~, fue vista como promisori : ~ 91 empresariado. Empero, da a los ingenios, se sumó la crisis de la administración provincial.
otras acc10nes desalentaban las exp c~ tlvfs del sector. El esfuerzo Los· pagos de los salarios a los empleados públicos se atrasaron y se
del gobierno por promover la firm d nuevos convenios salariales
1
sucedieron los paros, las tomas de ingenios, las manifestaciones en
en condiciones satisfactorias para lo 0 1 re~s r
1

de las industrias meta- las calles y el corte de las rutas.


lúrgicas y textiles, que habría de cu nar con la homologación de 1
I' Al poco tiempo de entrar en funciones, el Dr. Salimei limitó la
los convenios de la Unión Obrer et lúrgica y la Asociación producción de caña de azúcar en un 70 por ciento respecto de 1965,
Obrera Textil, corroboró la ambigü d' d *la gestión. Los empre- intervino ingenios y descargó el peso del ajuste en los pequeños pro-
sarios pretendían que se fijaran top s ala iales, o bien que se con-
1
ductores minifundistas y en los obreros de los ingenios más inefi-
gelaran los salarios incluso al precio d la · tervención o la disolu- cientes. La resistencia social cesó. Los sindicalistas de la FOTIA, el
1

ción de los sindicatos en los casos q e· e~n necesarios. Las medi- gremio de los trabajadores azucareros más radicalizado antes del
das fueron consideradas como un re ef d la debilidad presidencial golpe militar, colaboraron con el gobierno en la solución del pro-
frente al sindicalismo y alimentaron o pe, has sobre cuál habría de blema de los trabajadores cesantes. Habían dado una prueba de con-
ser el papel que Onganía esperab '. torkar a las organizaciones fianza a Onganía al declarar que "no se oponían a cambios funda-
obreras en el nuevo régimen. En to o enbral poderoso, no dejaba
1 mentales siempre que se hicieran gradualmente". 33 Mientras el go-
de rondar el fantasma de Perón, qué a: aríJ si surgiera un nuevo Pe- bierno se ufanaba del éxito del "Operativo Tucumán", la corrupción
rón era la pregunta que desvelaba a reJarios y jefes militares. El que acompañó al proceso de cierre y venta de ingenios en la que el
subsecretario de Tr~bajo, Jos~ ,Tan_i t1 n~. conti:"bu~a ª.alimentar propio Salimei quedó involucrado, erosionó la credibilidad del mi-
ese malestar con su mtervenc1on d1r c~ erl las puJas smd1cales. nistro. La Ley 17 .163 que fijaba los cupos de la producción azuca-
Sin embargo, el mundo sindical o : srtjvo en el centro de la es- rera no se respetaba bajo el pretexto de proteger las fuentes de tra-
cena durante esta primera etapa. Lo i: ge4ios azucareros de Tucu- bajo. La fabricación y comercialización "en negro" del azúcar favo-
mán, provi~ca cuyo panoram: econ ic~ ~ político ~ra consi~ea­ reció a empresas económicamente no viables e hizo posible el enri-
do emblematico de lo que hab1a que r .ad11ar en el pa1s, la admm1s- quecimiento de sociedades de comercialización colaterales. 34 Mal
1

tración pública y las universidades n ci: ndes fueron los principales 1· podía afirmarse Onganía como el hombre de autoridad que la cam-
objetivos del gobierno. En los tres c s ·s sel buscó afirmar la autori- 1 paña psicológica había perfilado, si no era capaz de asegurar el cum-
dad presidencial a rajatablas, pero l q e e logró fue erosionar el plimiento de las leyes ni desterrar el patrón perverso de aprovecha-
prestigio inicial del presidente. miento del Estado para fines particulares. El mundo de los negocios
En un contexto signado por la b jaj pr ductividad del principal se colaba en el gobierno y esta primera muestra ponía de manifies-
producto de la economía tucumana, l : zú ar, y de reducción de los
subsidios con que el Estado naciona h bía protegido a la industria 33. La Gaceta, 2 de agosto de 1966.
azucarera, la crisis de sobreproducci ni de 1965 había desatado los 34. Murmis, Miguel; Sigal, Silvia y Waisman, Carlos: "Tucumán arde", Cuader-
conflictos sociales latentes. El paisaj s· cial de Tucumán contrasta- nos de Marcha, Montevideo, nº 27, julio de 1969, págs. 43-49.
to que la decisión de suspender el sistema político para poner al Es- A un mes de la instalación del gobierno, las universidades nacio-
tado al abrigo de las presiones sectoriales, era ilusoria. La denomi- nales fueron intervenidas. El 29 de julio se suprimió la autonomía
nada ley de "rehabilitación de empresas", conocida también como la de las universidades públicas y éstas pasaron a depender del Minis-
ley "Siam Di Tella", ejemplifica el sesgo de las políticas. Esta em- terio del Interior, área que junto a Educación, Justicia y Comuni-
presa se había sobreexpandido y contraído una deuda sideral. Sa\i.- caciones, había quedado a cargo del doctor Enrique Martínez Paz.
mei proyectó la ley que consolidaba la deuda de ésta y de otras dos- El gobierno adujo que había que poner fin a la infiltración marxis-
cientas de capital nacional, y Onganía la sancionó. El conflicto sur- ta y a la agitación estudiantil. En 1946, un mes después de la victo-
gió a propósito de la reglamentación de la ley. El problema consis- ria electoral de Perón, la misma medida había recaído sobre las uni-
tía en determinar criterios objetivos y parejos para todas las empre- versidades argentinas. Como entonces, un número considerable de
sas que se encontraran en esa situación y un sistema automático de profesores renunciaron para evitar ser víctimas de la purga que se
acogimiento que acordase a todas las mismas facilidades, con los descargaría nuevamente sobre las universidades. Muchos de ellos
mismos plazos. Sin embargo, Salimei optó por un sistema donde el optaron por el exilio y la fuga de cerebros encaminó a los científi-
caso de cada empresa iba a ser considerado por separado, con crite- cos "indeseables" hacia los centros de estudios de Europa, Estados
rios flexibles, lo que dejaba un am,plio margen para la discrecionali- Unidos y América Latina.
dad. El conflicto no pudo resolverse bajo la gestión de Salimei, pe- El activismo estudiantil protagonizado por alas juveniles del Par-
ro se impuso su criterio bajo la gestión de su sucesor, Krieger Vase- tido Comunista y sus diversas escisiones y por agrupaciones de iz-
na. De este modo, el Estado aportaba al sostenimiento selectivo de quierda de variados orígenes, que comprendían facciones despren-
la empresa privada. La denominada con ironía ley ALPI - remedan- didas del viejo Partido Socialista, el trotskismo y el socialismo na-
do la sigla de la asociación de ayuda para las personas incapacitadas- cional, era un elemento particularmente irritante para el nuevo or-
con el argumento de la preservación de las fuentes de trabajo, favo- den que Onganía quería implantar. Sin embargo, a pesar de las de-
reció selectivamente a los empresarios.

Kríeger Vásena, ministro de Economía que ya bahía "La nqcbe de los bastones largos". Desalojo de la Universidad de
fonnado parte del gabinete de Aramburu. Buenos Aires. Fue el comienzo de ta diáspora académica argentina.
nonúnaciones de las agrupaciones es di' les, sólo reclutaban uni- [,, estudios. A él se atribuye la afirmación de que "Argentina es el úni-
versitarios y profesionales. La resoluc ' ; del Consejo Superior de la co país del mundo que no tiene problemas estudiantiles". 36
Universidad de Buenos Aires conden n ¡ o ei golpe fue el detonante El desempeño del nuevo inspector, comisario Luis Margaride,
1

que apresuró la reacción. La universi a: , c~ntro de modernización guardián moral de la ciudad de Buenos Aires, no dejó dudas acerca
científica y cultural durante los prime o: an~s posperonistas, era ju- de las fobias en materia de sexo que dominaban al gobierno. Se per-
risdicción de los intelectuales y ámbit : e que tomaron la palabra siguió a las parejas en las plazas, se multiplicaron las razias a los ho-
en nombre propio. Hasta entonces no h · bí tenido proyección po- teles alojamiento, se clausuraron locales nocturnos y se prohibió el
lítica fuera de ese ámbito académico, o\ o lb muestra Silvia Sigal. 35 uso de minifaldas y pantalones a las mujeres en las escuelas y ofici-
El gobierno radical había respetado 'uto~mía universitaria im- nas públicas. Con la clausura de la revista de humor Tía Vicenta, por
puesta desde 195 5 y tolerado manife ta: io~es estudiantiles y tomas entonces suplemento semanal del diario El Mundo, se inició un ciclo
de facultades. Esta concepción, ajena lal tradición del peronismo, no de cierre de periódicos y revistas. Tía Vicenta había dibujado en su
se compadecía con la voluntad de ord n Ji país indisciplinado que tapa una morsa con el epígrafe: "La era de la morsa ha comenzado",
1

inspiraba a Onganía. La violencia de p~ gada contra los universita- una sutil analogía con los bigotes que usaba el presidente realizada
rios habría de radicalizar los compor :, ·erltos de la generación de por el humorista Landrú, sobre el cual no pocos fantasearon que es-
jóvenes y favorecer la su~tción de a c~nepió de la a~ton­ condían un labio leporino. Extraña imagen la de este presidente que
1

mía, hasta entonces entendida como c pr9rmso personal y libertad 1


ocultaba deformaciones a la mirada de la gente.
cultural, por otra, para la cual todo es p : lítiCJ:a y se borran los límites Onganía no dictó una ley que regulara la prensa, se limitó a afir-
entre la universidad y la sociedad. La · t:. rvtción y abolición del es- mar en cuanta ocasión le pareció oportuna, que la prensa debía ser
tatuto reformista culminaron en la pr ra epresión policial masiva responsable. La autocensura fue la respuesta de quienes se acomo-
del gobierno: "La Noche de 1os Basto e,. L argos I "L
. os go1pes propi-.
1

daron al nuevo diseño del poder. Por otra parte, la reglamentación


nados a los ocupantes de la Facultad d: Ci~cas Exactas tenían un del habeas corpus y del recurso de amparo, orientada a restringir
propósito ejemplificador y cumplier :u objetivo de aislar la resis- drásticamente las libertades públicas, proveyó el instrumento legal
tencia estudiantil. En agosto, el · ·s :eri del Interior disolvió la con el que acallar toda disidencia. La Ley de Defensa Nacional, dic-
asociaciones estudiantiles. Un mes d p: és, la represión de una ma- tada pocos meses después, completó el panorama de un Estado dis-
nifestación estudiantil en Córdoba c ~, la primera víctima. Santia- puesto a reprimir cuando lo considerara necesario.
go Pampillón, estudiante universitari , ; e batido por la policía en Los servicios públicos se convirtieron en otro de los blancos ele-
una manifestación callejera. La op · · ' : pú lica, que había recibido gido por el gobierno. El puerto de Buenos Aires, adujo el gobierno,
con indiferencia las medidas aplicada e, la !universidad, fue conmo- debía ser puesto en condiciones competitivas con el resto del mun-
vida por la ferocidad de la violencia r r; sivt Por primera vez se ma- do. En octubre se estableció un régimen de trabajo que abolió las
taba a un estudiante y este hecho se a ¡ 1 eludio de la efrvsc~n­ Pf prerrogativas de las que disfrutaba el sindicato. La huelga portuaria
cia que más tarde sacudiría la vida v ;rsitaria del país ante la mrra- fue sofocada con la presencia militar y el SUPA (Sindicato Único de
da incrédula del secretario de Educ ci' n Jt Cultura, Mariano Asti- Portuarios Argentinos), intervenido. En diciembre, le llegó el turno
gueta, un nacionalista con inclinació ! acil el cambio radical, deci- a los ferrocarriles. El gobierno diseñó un plan para reestructurarlos,
dido a introducir la religión en la en e an+ y convencido d,e que el
1
basado en el diagnóstico de que el exceso de personal era el factor
nuevo estatuto universitario asegur a! 1 o den en las casas de altos responsable de la baja rentabilidad. La Unión Ferroviaria y La Fra-

el sesenta, Buenos Aires, Punto 36. Potash, Robert: El Ejército y la política en Argentina: 1962-1973, Buenos Ai-
35. Siga\, Silvia: Intelectuales y poder en la
res, Sudamericana, 1994, pág. 77.
Sur,l9~ág.24
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nominaciones de las agrupaciones estudiantiles, sólo reclutaban uni- estudios. A él se atribuye la afirmación de que "Argentina es el úni-
versitarios y profesionales. La resolución del Consejo Superior de la \" co país del mundo que no tiene problemas estudiantiles". 36
Universidad de Buenos Aires condenando el golpe fue el detonante El desempeño del nuevo inspector, comisario Luis Margaride,
que apresuró la reacción. La universidad, centro de modernización guardián moral de la ciudad de Buenos Aires, no dejó dudas acerca
científica y cultural durante los primeros años posperonistas, era ju- de las fobias en materia de sexo que dominaban al gobierno. Se per-
risdicción de los intelectuales y ámbito en el que tomaron la palabra siguió a las parejas en las plazas, se multiplicaron las razias a los ho-
en nombre propio. Hasta entonces no habían tenido proyección po- teles alojamiento, se clausuraron locales nocturnos y se prohibió el
lítica fuera de ese ámbito académico, como lo muestra Silvia Sigal. 35 uso de minifaldas y pantalones a las mujeres en las escuelas y ofici-
El gobierno radical había respetado la autonorrúa universitaria im- nas públicas. Con la clausura de la revista de humor Tía Vicenta, por
puesta desde 195 5 y tolerado manifestaciones estudiantiles y tomas entonces suplemento semanal del diario El Mundo, se inició un ciclo
de facultades. Esta concepción, ajena a la tradición del peronismo, no de cierre de periódicos y revistas. Tía Vicenta había dibujado en su
se compadecía con la voluntad de ordenar un país indisciplinado que tapa una morsa con el epígrafe: "La era de la morsa ha comenzado",
inspiraba a Onganía. La violencia desplegada contra los universita- una sutil analogía con los bigotes que usaba el presidente realizada
rios habría de radicalizar los comportamientos de la generación de por el humorista Landrú, sobre el cual no pocos fantasearon que es-
jóvenes y favorecer la sustitución de una concepción de la autono- condían un labio leporino. Extraña imagen la de este presidente que
rrúa, hasta entonces entendida como compromiso personal y libertad ocultaba deformaciones a la mirada de la gente.
cultural, por otra, para la cual todo es política y se borran los límites Onganía no dictó una ley que regulara la prensa, se limitó a afir-
entre la universidad y la sociedad. La intervención y abolición del es- mar en cuanta ocasión le pareció oportuna, que la prensa debía ser
tatuto reformista culminaron en la primera represión policial masiva responsable. La autocensura fue la respuesta de quienes se acomo-
del gobierno: "La Noche de los Bastones Largos". Los golpes propi- daron al nuevo diseño del poder. Por otra parte, la reglamentación
nados a los ocupantes de la Facultad de Ciencias Exactas tenían un del habeas corpus y del recurso de amparo, orientada a restringir
propósito ejemplificador y cumplieron su objetivo de aislar la resis- drásticamente las libertades públicas, proveyó el instrumento legal
tencia estudiantil. En agosto, el Ministerio del Interior disolvió la con el que acallar toda disidencia. La Ley de Defensa Nacional, dic-
asociaciones estudiantiles. Un mes después, la represión de una ma- tada pocos meses después, completó el panorama de un Estado dis-
nifestación estudiantil en Córdoba cobró la primera víctima. Santia- puesto a reprimir cuando lo considerara necesario.
go Pampillón, estudiante universitario, fue abatido por la policía en Los servicios públicos se convirtieron en otro de los blancos ele-
una manifestación callejera. La opinión pública, que había recibido gido por el gobierno. El puerto de Buenos Aires, adujo el gobierno,
con indiferencia las medidas aplicadas en la universidad, fue conmo- debía ser puesto en condiciones competitivas con el resto del mun-
vida por la ferocidad de la violencia represiva. Por primera vez se ma- do. En octubre se estableció un régimen de trabajo que abolió las
taba a un estudiante y este hecho sería el preludio de la efervescen- prerrogativas de las que disfrutaba el sindicato. La huelga portuaria
cia que más tarde sacudiría la vida universitaria del país ante la mira- fue sofocada con la presencia militar y el SUPA (Sindicato Único de
da incrédula del secretario de Educación y Cultura, Mariano Asti- Portuarios Argentinos), intervenido. En diciembre, le llegó el turno
gueta, un nacionalista con inclinación hacia el cambio radical, deci- a los ferrocarriles. El gobierno diseñó un plan para reestructurarlos,
dido a introducir la religión en la enseñanza y convencido de que el basado en el diagnóstico de que el exceso de personal era el factor
nuevo estatuto universitario aseguraría el orden en las casas de altos responsable de la baja rentabilidad. La Unión Ferroviaria y La Fra-

35. Sigal, Silvia: Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, Punto 36. Potash, Robert: El Ejército y la política en Argentina: 1962-1973, Buenos Ai-
Sur, 1991, pág. 248. res, Sudamericana, 1994, pág. 77.
rternidad aparecieron con su propio pla , ori ntado a preservar los
1
económicos, hacía aguas en el seno mismo del gabinete que, en oca-
Lpuestos de trabajo. La respuesta fue si ·~ rala dada a los portua- siones, se comportaba como una federación de ministerios. La pren-
rios. Onganía decidió la intervención m li, ar el gremio dispuesto a sa recogía la impresión generalizada de la falta de un equipo cohe-
encarar la racionalización de los ferro a~ ileJ con mano firme. El rente de colaboradores en el nivel administrativo. 38 Mientras los in-
conflicto en los ferrocarriles dio impul : ud plan de lucha, lanza- tereses se colaban en un gobierno carente de políticas de mediación
do el 1º de diciembr.e por la CGT, qu d; bí~culminar en un paro que pudieran atenuar sus consecuencias, el presidente parecía con-
nacional. Con esta medida, Augusto Va d; r, gura dominante en el vencido de que el interés público estaba asegurado por funcionarios
movimiento sindical desde los años d 1
on izi, esperaba benefi- identificados con distintos intereses y orientaciones políticas. Con-
ciarse como jefe indiscutido del moví ·e, to ~aborl e interlocutor vertida en filosofía de gobierno, la política "apolítica" de Onganía,
37
privilegiado del gobierno. 1 1 prescindió de la mayoría de las organizaciones existentes y por ese
El reordenamiento de la administr i' n ~'blica fue motivo de camino dejó en libertad a los sectores más poderosos para actuar.
continuo desvelo para el presidente. Sin bar o, los esfuerzos se re-
1
¡. Onganía creía que la solución al problema de la decisión pública
dujeron a forzar a cada repartición a que d'; eñ ra su organigrama. La estaba en el planeamiento, observa Roth. 39 Con esa convicción se
proliferación de oficinas de Organizació M 'todos, tanto en la ad- puso en funcionamiento el Sistema Nacional de Planeamiento y Ac-
ministración central como en las empre s:pú ·cas, no produjo cam- ción para el Desarrollo, responsable de fijar las políticas y estrategias.
1
bios significativos en los comportamien s A ello contribuyó la con-
1
Integraban este sistema el Consejo Nacional de Desarrollo (CONA-
cepción burocrática que de su rol tení l~ FJerzas Armadas, encar- DE), organismo al que se asignó la elaboración de los planes de de-
nada en el coronel Vidueiro, encargad .e irhpulsar la racionaliza- sarrollo acorde con los objetivos políticos fijados por el gobierno, el
ción. ~o se llevaron a cabo los t~os e ~is masivos d.e emplea- Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), creado por la ley de
dos. Solo el aumento de la pres1on nn s; ttd y de las tarifas de los
1

Defensa Nacional para mantener "la seguridad necesaria" y el Con-


servicios públicos inauguró una tenden ia ¡qud habría de permitir un sejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONACYT). Las políticas y es-
mayor margen de maniobra estatal en 1 e: on 'mía a partir de 1967. trategias elaboradas en coordinación por los tres organismos, una vez
La ley de Ministerios, preparada po . nri ue Martínez Paz y su aprobadas por el presidente y su gabinete, habrían de tener carácter
equipo, redistribuyó las materias atrib i~ s a los ministros y secre- imperativo para el sector público e indicativo para el sector privado.
tarios de Estado y creó un quinto mini td io, Bienestar SoCial, cuya No obstante la abundante producción, cinco volúmenes integran el
función sería encarar .. la acción com it ria, la seguridad social, la
1
Plan Nacional de Desarrollo elaborado en el CONADE entre 1966 y
protección de la salud y las mayores fac · ,acles en materia de vivien- 1970 -el cuarto, dedicado a la industria, quedó inconcluso-. El planea-
da". Roberto Petracca, un industrial xiJ os1, fue designado en el miento se compaginaba mal con la orientación predominante en el go-
nuevo ministerio. Muy pronto, el "qu· t, hofbre" se enfrentó con bierno. La coexistencia de profesionales que hacían su tarea en el
las políticas de Salimei. Sin origen par ·d: río común que cimentara CONADE, y no estaban sometidos a presiones, con una administra-
lealtades, cada ministro reclamaba pa a i í 1 definición de lo que ción que resultó ser indiferente a sus resultados, dejaba la impresión de
consideraba la mejor política. La pro la' ada intención del presi- que este sistema era un mecanismo ideado para mantener la ambigüe-
dente de salvaguardar sus políticas de la' erlgencias de los grupos dad sobre el rumbo a adoptar, rasgo que caracterizaba al presidente.40

~
37. A P""' dcl "'"'' polítioo •ufrido Ja.
corriente vandorista había retenido el poder su
I<: doL d< M<ndo,., en 1965, fa
ci' nte ~ar desplazar a los sectores
38. Véase el editorial de Análisis, nº 290, 3 de octubre de 1966, pág. 7.
39. Roth, R., ob. cit. pág. 381.
40. El doctor Zalduendo enfatizó en la entrevista concedida en septiembre de
fieles a Perón. Estos últimos formaron una cor e :te dentro de las 62 Organizacio- 1998 el hecho de que no estaban sometidos a presiones. Zalduendo llegó a desem-
nes peronistas, encabezada por el ex secretario e! la CGT, José Alonso. peñarse como secretario del CONADE.
La sucesión de medidas adoptadas pareció agotar el repertorio empresas nacionales y extranjeras, hombre de fluidos contactos con
del gobierno. Transcurrido un semestre, el esperado plan de acción los organismos financieros internacionales, Krieger Vasena era re-
se había reducido a la declaración de objetivos sin que se pudiera de- putado como prestigioso economista de orientación liberal y prag-
ducir cuál era el programa económico y en qué consistían las inno- mática. La designación de Borda irritó a los sectores liberales de la
vaciones con las que se pretendía cambiar al país. El ejercicio de una derecha. No estaban dispuestos a restaurar el proceso electoral y ha-
autoridad sin restricciones, pero sin rumbo definido, era el saldo del bían avalado con satisfacción el reemplazo de la política por la ad-
balance. El malestar castrense, el descrédito entre las grandes em- ministración, pero desconfiaban de las intenciones corporativistas
presas nacionales y extranjeras y la creciente disconformidad de la de Onganía. El presidente se apresuró a anunciar las tres etapas que
opinión pública, colocaron a la defensiva a la Revolución Argentina. tendría la Revolución Argentina. El tiempo económico, ahora a car-
Las crónicas de los corresponsables del New York Times y del Wásh- go de Krieger Vasena y su equipo de economistas liberales, quienes
ington Post, todas ellas atribuyendo antecedentes o inclinaciones an- llevarían a cabo la tarea de lograr la estabilidad y la modernización
tisemitas a los altos funcionarios del gobierno, deterioraron la ima- del país; el tiempo social destinado a distribuir las riquezas alcanza-
gen en el exterior. das durante la etapa inicial y, finalmente, el tiempo político, en el
Onganía había perdido el crédito inicial y sop,ortaba la presión de que se llevaría a cabo la transferencia del poder a organizaciones
los mandos militares. Salimei no había logrado poner fin a las polí- verdaderamente representativas de la sociedad. Con este planteo,
ticas inflacionarias, nacionalistas y expansivas del pasado inmediato. inspirado en las Bases de Alberdi, Onganía dejaba en claro cuál era
"El primer equipo del presidente Onganía poco ha innovado en ma- el papel que asignaba al nuevo ministro de Economía. Krieger Va-
teria económica respecto de las líneas adoptadas por la administra- sena sería el responsable de la creación de las condiciones necesarias
ción radical", consigna Análisis en su editorial del 3 de octubre de para iniciar el tiempo social. Crítico de los partidos, lo era también
1966. El año 1966 terminó con una tasa de inflación del 30 por cien- del capitalismo al que consideraba causa del egoísmo social y prin-
to anual que no pudo ser doblegada, un crecimiento nulo del pro- cipal obstáculo para el logro de la integración espiritual de la Na-
ducto, descenso en el nivel de inversión y una ajustada balanza de ción. Católico militante, las tesis de la encíclica Populurum Progres-
pagos. La tregua con que la CGT había recibido a Onganía se ha- sio eran un marco de referencia obligado para su gestión. No podía
bía roto con el anuncio de medidas de fuerza, el mismo mes en que imaginar las consecuencias que las transformaciones impulsadas en
el general Julio Alsogaray fue designado comandante en jefe del la economía por su nuevo ministro habrían de tener sobre el com-
Ejército, en reemplazo del general Pistarini, uno de los artífices de portamiento del sindicalismo, al que esperaba situar en el lugar de
la llegada de Onganía al poder. El sector nacionalista católico, y los uno de los pilares de la Revolución. La última carta de Perón que
socialcristianos que integraban su gobierno, perdían posiciones. circulaba entonces auguraba una realidad muy distinta a la imagina-
Había llegado el momento de definir el rumbo. da por Onganía: "La administración de Onganía es una simple con-
Onganía se vio obligado a cambiar su gabinete. Adalbert Krieger tinuación de la acción que ha venido azotando al país en los últimos
Vasena fue nombrado en el Ministerio de Economía y Guillermo 11 años. Lo que inicialmente pudo ser una esperanza se ha transfor-
Borda en el Ministerio del Interior -las dos carteras más cuestiona- mado en una desilusión que ha ido aumentando con el deterioro del
das-. El Dr. Borda, un jurista con actuación en el peronismo, repre- gobierno".
sentaba ufra continuidad con su antecesor ya que compartía la pre-
tensión de sustituir el pluralismo político por la participación de la
comunidad organizada én un Estado fuerte, pero Krieger Vasena es-
taba lejos de ser el candidato de Onganía. Ministro durante la pre-
sidencia de Aramburu, asesor y miembro del directorio de grandes
4. La "gran transformación" para consolidar su poder, alentado como lo estuvo por los funciona-
1 rios del Ministerio de Trabajo y las vagas promesas del doctor Bor-
La etapa que se inició con el nombr rr:i ·en o de Krieger Vasena, en da de un eventual papel asesor para los sindicatos en el marco de un
diciembre de 1966, inauguró un perí d qlfe habría de extenderse
1
consejo económico y social.
hasta mayo de 1969' caracterizado po l : ausencia de una oposición La suspensión de las negociaciones colectivas hasta fines de 1968
civil bien organizada y unificada. La :vic4ión de que el continuo fue el golpe de gracia asestado por Krieger Vasena a la CGT, a po-
progreso económico facilitaría la llega a : el 'jtiempo social" y con és- cos días de canceladas las medidas de lucha. Con esa medida se anu-
laban las bases sobre las que se asentaba la estrategia política del sin-
1

te, el apoyo obrero a la Revolución qu h bría de culminar en la crea-


ción de un consejo económico social 1
calb nacional, alimentó un dicalismo y se abrían las puertas para que el predominio alcanzado
clima de relativa calma. Sin embargo, e;ciiJa obedeció más a la du- desde 1959 por los sectores más concentrados de la economía se pro-
reza con que el nuevo ministro repri ó ! a r~sitenca sindical, que a yectara en el orden político. El Estado se reservó la facultad de fijar
la confianza otor?ad.a por los jefes sin i.:al<:j En el vera~o de 1967, los salarios cada dos años, como parte de su política de estabilización
no se trataba de liqrudar a un grupo de s1 dt¡atos portuanos como lo anunciada en el mes de marzo. Los sindicalistas recibieron la prome-
había hecho Salimei; eran los dirigent s ' e l~ gremios de trabajado- sa de que el salario real se mantendría constante, mientras que las
res industriales bajo la conducción de u' s o Vandor, secretario ge- empresas tuvieron como incentivo para acordar los precios el acceso
neral de la poderosa Unión Obrera et: lúr ica (UOM), quienes se preferencial al crédito bancario y a los contratos con las empresas es-
movilizaban en contra de la política d l obi~rn.
1
tatales. La política de ingresos representó una innovación respecto
El plan de lucha lanzado por la C , el 1º de diciembre recibió de los programas de corte liberal que la precedieron. Partía del su-
una respuesta del gobierno muy disti t a \la esperada por los jefes puesto de que en una economía cerrada como la argentina, los mer-
1

sindicales. A diferencia de lo ocurrid .¡ a~1klo Illia debió enfrentar cados de bienes y salarios no eran competitivos, un diagnóstico más
una situación semejante, el plan de 1 c a e declarado "disturbio realista que el de los anteriores programas de estabilización.
ilegal del orden público" y se castigó a !los indicatos que tomaron Krieger Vasena devaluó en un 40 por ciento el peso -la paridad
parte en él, aunque no se canceló la p r ·on ría de la CGT. El 1O de pasó de 250 a 350 $por dólar- con el propósito de descartar toda
marz~, la cúpula castigada de la ~G ,ba~dnó el plan de lucha a especulación sobre futuras devaluaciones. La novedad de su política
camb10 de la promesa del secretano e ; rall>aJO, Rubens San Sebas- residía en que era el primer intento de compensar los efectos de la
tián, de que las supresiones de las per o; erírs gremiales podrían ser devaluación a través de la fijación de impuestos a las exportaciones
revisadas y el diálogo reanudado. Es a ;priJ;era experiencia de en- tradicionales y la disminución de los gravámenes a la importación;
frentamiento con un gobierno que cr í~ 3ás sensible a sus deman- medidas que impidieron una alteración profunda de los precios. Fue
das, había arrojado una amarga lecci n¡ a l s jefes sindicales: su ac- la primera devaluación que no provocó la transferencia de las ga-
ceso a los mecanismos de decisión d : dí de decisiones políticas. nancias al sector exportador, como era usual. El Estado, por su par-
Los gobiernos semiconstitucionales, bíaJ requerido de su apoyo
1
te, a través de la retención a las exportaciones de los productos agrí-
o de su neutralidad, sometidos com l: e±aban al dictamen de las colas obtuvo recursos para sanear las cuentas públicas. El déficit fis-
urnas. El gobierno de Onganía, con e, qu compartían el resenti- cal se redujo en un 50 por ciento durante su gestión.
miento hacia la clase política, les ha ía: m strado que el poder que Una política fiscal severa, basada en el aumento de la recaudación
1
creían tener era más vulnerable de lo e habían imaginado. Augus- impositiva,41 la elevación de las tarifas de los servicios públicos, la
to Vandor pagó el precio del fracaso, a sa~o de falta de convicción
por los sectores duros del sindicalism in bmbargo, el grupo de los ~H._El grueso de la recaudación obedeció a la mejora en el cobro de los impues-
"participacionistas" liderado por Van vib una nueva oportunidad tos mdirectos. ·
disminución de los empleados públicos y de las pérdidas de las em- Hacia fines de 1968, la inflación había descendido desde un 30
presas estatales, hizo posible que el Estado jugase un papel clave en por ciento anual a menos del 1O por ciento y los precios mayoristas
la expansión de la inversión fija. La inversión pública creció en tér- habían subido un 4 por ciento contra un 21 por ciento en 1967; la
minos reales un 55 por ciento entre 1966 y 1970, y se empezaron o balanza de pagos estaba equilibrada gracias a la entrada de capitales
cobraron impulso obras entre las que se destacan la represa del Cho- de corto plazo que fortaleció las reservas netas de divisas y compen-
cón, el túnel subfluvial Santa Fe-Paraná, el complejo Zárate-Brazo só el desequilibrio generado por el deterioro en los términos de in-
Largo, la central nuclear de Atucha y la pavimentación de la ruta 3. tercambio, y la economía había comenzado a expandirse en forma
Concebido como un ajuste global de la economía destinado a sa- sostenida -el PBN creció el 5,3 por ciento contra el 3,6 por ciento
tisfacer los requisitos de los sectores más concentrados, el programa del año anterior-. El déficit fiscal generado en gran medida por la
distribuyó los costos entre los demás sectores. Los productores ru- reducción de las retenciones a las exportaciones agrícolas con la que
rales debieron ceder parte de sus ganancias extraordinarias deriva- se trató de compensar la caída de los precios mundiales ascendió só-
das de la devaluación del peso, la industria debió competir con bie- lo al 1,7 por ciento.43
nes importados más baratos, los sindicatos se vieron privados de las El gobierno podía poner en su activo el hecho de que el ingreso
negociaciones colectivas y las empresas estatales y la administración salarial, como porcentaje del ingreso nacional, seguía por encima
pública atravesaron un proceso de racionalización forzada. del nivel de 1966. Sin embargo, el éxito económico durante los dos
Krieger Vasena renovó los contratos con las compañías petrole- primeros años de la gestión de Krieger Vasena no se tradujo en po-
ras extranjeras, eliminó los controles de cambio y firmó un nuevo pularidad para el régimen militar. Los sectores afectados por una
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Su política mone- política cuyos principales beneficiarios eran las fracciones más po-
taria, a diferencia de lo que era habitual en los acuerdos con el FMI, derosas de la comunidad de negocios no tardaron en manifestar su
se tradujo en un fuerte crecimiento de la oferta monetaria y del cré- descontento. Los productores rurales se quejaban por el impacto de
dito bancario. Ganar la confianza de la comunidad económica era las retenciones a la exportación pese a que habían obtenido genero-
una meta decisiva para el triunfo del programa estabilizador. El in- sas desgrabaciones impositivas a las inversiones en el sector y logra-
greso de préstamos a largo plazo e inversiones directas del exterior do que se pusiera fin a la prórroga y congelamiento de los arrenda-
se convertiría en el nuevo motor de la economía, que hasta enton- mientos agrarios. Cuando el gobierno intentó imponer un impues-
ces había sido el gasto público. Sin embargo, la reactivación econó- to a la renta potencial de la tierra para estimular la productividad y
mica de 1967 y 1968 obedeció a la acción estatal, en especial a las combatir la evasión fiscal, arreciaron las quejas ante una medida que
inversiones en obras públicas. La cara más visible de las inversiones consideraban "confiscatoria" y "colectivizante". Las pequeñas y me-
del exterior fue la compra de empresas argentinas, hecho que agu- dianas empresas, sin la protección arancelaria de la que habían go-
dizó la crítica de los nacionalistas. Las reiteradas invitaciones al ca- zado hasta entonces y sin acceso al crédito barato, acusaron al go-
pital externo que el ministro hacía en sus declaraciones públicas no bierno de querer concentrar y desnacionalizar la economía en nom-
eran suficientes. Era necesario asegurar que el rumbo económico bre de la eficiencia y la competitividad. Las cooperativas de crédito
habría de mantenerse y que la paz social no habría de sufrir altera- que habían desempeñado un papel clave en el financiamiento de la
ciones, una tarea que desbordaba las posibilidades de Krieger Vase- pequeña y mediana industria y representado una seria competencia
na. La política era su talón de Aquiles, como bien lo muestra para los bancos y sociedades financieras, fueron el blanco de una po-
O'Donnell. 42 lítica de .requisitos y controles que logró reducir su volumen de

42. O'Donnell, Guillermo: El Estado burocrático autoritario, 1966-1973, Buenos 43. Pablo, Juan Carlos de: Política anti-inflacionaria en la Argentina, 1967-1970,
Aires, Ediciones Belgrano, 1982, cap. IV: Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1972, págs. 64-86.
1016, en 1966, a unas 350 hacia e :n J
la gestión de Krieger. La daría los apoyos necesarios para continuar en el poder. La paz que
1

1
l
Confederación General Económi a (C<i;-E), organización que nu-
cleaba a los empresarios del secto , o aciló en calificar de entre-
1

guista al gobierno. Los sindicato , · or su parte, optaron por una


sucedió a la destitución de la Junta Militar era más aparente que
real. Las críticas al esquema de participación sectorial provenientes
tanto de defensores de la idea, pero renuentes a aceptar que se los
prudente pasividad, alimentada po 1' teq.tación de un sector menor, confinara a un papel de asesoramiento, como de quienes denuncia-
pero significativo, que prefirió to e :ar füs políticas del gobierno a ban un diseño corporativista destinado a crear un partido oficial, po-
cambio de pequeños favores. En 1 ,67 [os días hombres perdidos nían de manifiesto que el gobierno no lograba conformar a nadie.
por huelgas fueron 242.953, un ifrJ que contrastaba con los El primer consejo asesor económico-sócial puesto en marcha por el
1

1.664.800 perdidos en 1966. Pese ~ bJja moderada de los salarios gobernador de Córdoba, Carlos Caballero, no había dejado dudas
reales, el descontento crecía en s , lasJ No pocos dirigentes a ni- acerca del carácter que tenía la anunciada participación de los sec-
vel nacional confiaron en recrear · ntitkua alianza nacionalista en- tores representativos de la comunidad. Reducido a producir dictá-
tre militares y sindicatos, conven id s de que la política liberal de menes sin carácter obligatorio para el gobierno de la provincia e in-
Krieger Vasena y su equipo era ex ~ña J
los designios de Onganía. tegrado por miembros designados por Caballero a propuesta de las
Los logros económicos no ale n · arof para disipar la ·inquietud entidades de los distintos sectores de la producción y la cultura, su
de la jerarquía militar, particularm n, e s~nible a las ideas que el Dr. función era puramente simbólica. La población enfrentaba proble-
Borda lanzaba desde el Ministerio d' l Itlterior. ¿Acaso debían limi- mas concretos como los impuestos inmobiliarios y provinciales. Se
tarse a obedecer los designios po í ~ cos 1de un ministro decidido a había desatado una serie de movilizaciones de los centros vecinales
buscar canales alternativos a los d 1 ;onr·tucionalismo liberal y de- sin encontrar eco en el gobierno.
mocrático? La crisis política larv d '. qu se había anunciado en la La política de designación de gobernadores, basada en la idea de
columna "Semana Política" de La : ión el 12 de mayo de 1968, es- distribuir el país según las zonas de influencia de las tres armas, ig-
talló en agosto de ese año, cuand i ng nía destituyó a los coman- noró las enseñanzas que podían obtenerse de la estrategia desplega-
dantes de las tres armas. El gener 11 ulib Alsogaray había criticado da por el general Urquiza después de Caseros. Los gobernadores,
abiertamente la gestión de Borda :mphlsado a los altos mandos a tratados como interventores federales por el presidente, no eran
analizar la gestión del gobierno, e: n ltlb que precipitó su relevo. hombres representativos del lugar. Considerados intrusos, fueron
Cuando dejó el cargo hizo públic ~ p eocupación por la orienta- un elemento clave del malestar creciente en las provincias. La retó-
ción del gobierno, "poco clara en olí .·co" y criticó la concepción rica regionalista del gobierno, cara al nacionalismo, era letra muer-
autoritaria y paternalista de la aut r'daJ que tenía el presidente. Se ta. Ignorantes del potencial de protesta que yacía en los esporádicos
dice que advirtió a su sucesor qu " rd~ o temprano surgirán dis- conflictos que rápidamente languidecían, los funcionarios vivían ha-
cordias".44 Reafirmado en su posi i :n d~ jefe de la Revolución tras ciendo planes de gobierno, prolongadas reuniones profusas en orga-
disolver a la Junta Militar que lo ~ fa bombrado, el presidente se nigramas, encerrados en un ambiente de corte. Las reuniones perió-
dispuso a llevar adelante su plan p lí ·col de crear un sistema de par- dicas con los gobernadores, mecanismo concebido por el denomi-

01
ticipación comunitaria, complem n! arib del sistema de planifica-
ción y toma de decisiones. Canee a esistema político, posterga-
1

do sine die el proceso electoral, co fi: ad s los sectores afectados por


nado "operativo participación", no se traducían en políticas concre-
tas de solución de los problemas de cada provincia. La descripción
de la tercera conferencia de gobernadores realizada en Altagracia,
la transformación económica a oh d. ce disciplinadamente la auto- un año después, es ilustrativa. El semanario económico financiero
ridad, el presidente parecía confia e q e "el tiempo social" le brin- Análisis, con el título "El cuento de la participación", hizo un balan-
ce de la rel,lllión. "El intendente de Altagracia, Antonio Abraham,
44. Anái;,;,, n" 438, 5 ,¡ 11 de mayo. e 9691pig.6. quiso recibir con esplendor al presidente de la Nación: sobre el pór-
1
tico de acceso a la ciudad hizo colocar un gigantesco cartel de géne- beza de las comisiones obreras, estos dirigentes combativos organi-
ro rústico ("Bienvenidos gobernadores") y, en las columnas del zaron la resistencia. Fue precisamente en las industrias establecidas
alumbrado, manojos de banderitas celestes y blancas. El lunes 5 On- en el interior durante la década del 50, en las que se encontraban los
ganía llegó(...) pero ninguno de los 49.000 habitantes de la esplén- obreros mejor pagos, donde floreció una conciencia reivindicativa
dida villa serrana se asomó al camino para verlo pasar... " El artículo que no se resignaba a aceptar las consecuencias que la suspensión de
recoge el editorial del diario cordobés La Voz del Interior que resu- la negociación colectiva había acarreado. Esos trabajadores, en lugar
me las impresiones dejadas por el cónclave: "De alguna manera, la de apoyar la política de estabilización de Krieger Vasena, se consi-
reunión es una imagen bastante aproximada de la actualidad del deraban el sector más perjudicado por la imposición de controles a
país: estructurada, ordenada y dirigida desde Buenos Aires, es otra los salarios y, sobre todo, por la pérdida de su poder de negociación
oportunidad para que se manifieste con todas sus aristas la política que trajo aparejada la suspensión de las negociaciones colectivas.
cerradamente unitaria que se está ejerciendo en la República ... " El Disponibles para movilizarse tras las propuestas que apuntaban al
epílogo de la jornada -concluye la nota de Análisis- deparó a los go- cambio global del sistema, se encolumnaron detrás de los nuevos li-
bernadores y funcionarios el único entretenimiento posible: mirar derazgos sindicales. Cuando la ola de descontento encontró su má-
por televisión la pelea de Locche con Hernández en el Luna Park". xima expresión en Córdoba y Krieger Vasena tuvo que renunciar, se
Entrevistado por la prensa, el secretario de gobierno, Mario Díaz dice que comentó: "Me han volteado los obreros mejor remunera-
Colodrero, negó que en esa reunión se instrumentara un sistema dos del país ... ", los obreros del cinturón industrial cordobés. Esta
corporativista. "Lo que ahora se hace es institucionalizar mecanis- era una constatación sorprendente para el ministro y para el propio
mos de asesoramiento, cosa muy distinta de la de poner en práctica presidente. Sin duda, el general Onganía se debe de haber sorpren-
mecanismos de tipo político."45 dido de la reacción de los trabajadores, no sólo porque provino, en
La división del movimiento sindical entre una línea colaboracio- este caso, de los obreros mejor pagos del país, sino porque la situa-
nista lider;rda por Vandor en las 62 Organizaciones y otra, que se ción del sindicalismo había sido mucho mejor protegida que la de
negaba a convalidar al gobierno militar, pero también a movilizar a los partidos, disueltos y despojados de su patrimonio. Por otra par-
los trabajadores en su contra, las "62 De Pie", contribuyó al opti- te, la Revolución les confería un papel central en la vida pública en
mismo de Onganía, decidido a lograr una CGT apartidaria y despo- un tiempo mucho menos remoto que el que deberían esperar los
jada de líderes ambiciosos. Sin embargo, en el congreso celebrado ,_
partidos políticos.
por la CGT, en marzo de 1968, para elegir las autoridades de la or- El año 1969 comenzó con signos económicos auspiciosos. La ta-
ganización -acéfala desde la renuncia de los responsables de la de- sa de inflación anual rondaba el 7 por ciento, el nivel de actividad
rrota de 1967- se fraccionó un movimiento de oposición conocido continuaba en ascenso y se estimaba que el PBN alcanzaría el 8,9
como la "CGT de los Argentinos", conducido por el dirigente grá- por ciento hacia el fin del año. Las reservas netas de divisas eran las
fico Rairnundo Ongaro y sostenido por los líderes de las industrias más altas desde 1946. Onganía anunció el comienzo del tiempo so-
en crisis. Hasta entonces, este sector rebelde había desafiado sin éxi- cial, convencido de que los logros económicos de su gobierno esta-
to al gobierno. La reacción más vasta habría de surgir en la serie de ban destinados a perdurar y a salvaguardar la calma alcanzada hasta
conflictos a nivel de las fábricas que estallaron en las zonas indus- entonces. Lo que no cabía en los planes de Onganía era la presun-
triales del interior. En esos conflictos hizo su aparición una nueva ción de que la paz social obedeciera a una tregua forzada por el go-
generación de cuadros sindicales, impregnada de una ideología de bierno, antes que a la voluntad de los diversos sectores sociales de
izquierda que movilizó el descontento· de los trabajadores. A la ca- resignarse a aceptar la consolidación de un orden muy distinto al
que habían imaginado y al que comenzaron a percibir corno un pe-
45. Análisis, nº 426, 13 al 19 de mayo de 1969, págs. 6-7. ligro real para lograr sus aspiraciones.

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