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Los actos de comunicación humana no solo se basan en el intercambio de conversaciones sino que
estas se ven siempre acompañadas, subrayadas y modificadas por actos externos no verbales, que
tienen una importancia y una relevancia similar a la propia comunicación verbal. Esta se sustenta en
el uso de las palabras, del idioma ( y es exclusiva de los procesos comunicativos humanos); la no
verbal, en gestos, miradas, posturas, entonaciones, etc.
La teoría de la comunicación ha estudiado estos procesos no verbales y los ha clasificado para su
mejor comprensión. De ahí surgen cuatro disciplinas que estudian los procesos comunicativos no
verbales.
LA CINÉSICA
Se ocupa del estudio de los gestos y de los movimientos corporales que
acompañan a las palabras en cualquier intercambio de información, así
como de los códigos relacionados con el vestido y los complementos.
1. Emblemas. Son actos no verbales que admiten una transposición oral directa; por
ejemplo, los gestos con los que alguien manifiesta estar de acuerdo con su interlocutor).
La mayoría de los emblemas son específicos de una cultura, pero existen algunos que
describen acciones humanas que parecen trascender la barrera cultural, por ejemplo, el
gesto de comer (llevarse la mano hacia la boca). Normalmente, se utilizan para ayudar a
la comunicación cuando los canales verbales están bloqueados o no existen.
2. Ilustradores. Se trata de actos no verbales que aparecen directamente unidos al habla
o acompañándola y que sirven para ilustrar lo que se dice. Estos movimientos pueden
enfatizar una palabra, señalar un objeto presente, representar una acción corporal, etc.
Aparecen normalmente en situaciones en que la comunicación es difícil, por ejemplo,
cuando no se conoce la palabra exacta que designa un objeto.
3. Reguladores. Hay actos no verbales que mantienen y regulan el intercambio
comunicativo. Indican al hablante que continúe, repita, se apresure, termine, etc. Un
ejemplo de comportamiento cinésico regulador son las diversas conductas no verbales
que aplicamos durante las transiciones de los turnos de habla. Parece que la mayoría de
los reguladores están tan interiorizados que no somos conscientes de realizarlos; sin
embargo, somos muy conscientes cuando los producen otros.
4. Expresivos-afectivos. Son, principalmente, gestos faciales que expresan estados
afectivos, aunque también el cuerpo puede transmitir muestras de afecto. Estas muestras
de afecto pueden repetir las producciones lingüísticas orales, contradecirlas o no guardar
relación con ellas.
5. Adaptadores. Se cree que estos actos se desarrollan durante la niñez como esfuerzos de
adaptación para satisfacer las necesidades o cumplir distintas funciones sociales. Por
ejemplo, el acto de cubrirse los ojos como muestra de vergüenza.
LA PROXÉMICA
Estudia la cercanía o lejanía entre los interlocutores, así
como las posturas de estos, en el contexto del proceso
comunicativo. No nos sentaremos ni nos dispondremos
igual para hablar con el banquero que puede concedernos un
crédito que con un amigo en un bar o con nuestra pareja en
una conversación íntima. Así, pues en la proxémica inciden
el tipo de relación entre el emisor y el receptor, el grado de
confianza o intimidad, etc.
LA CRONÉMICA
Se ocupa del análisis de la concepción del tiempo, de su estructuración, su uso y su duración en las
diferentes situaciones comunicativas y en las diferentes culturas. Así, hay un tiempo social, que dicta
la duración de una visita, los horarios de las comidas según cada lugar o las horas más adecuadas
para telefonear a una persona. Los conceptos pronto /tarde varían según los hábitos sociales de los
diferentes países.
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