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Importancia de la Historia y Geografía Bíblica

Hay una verdadera conexión entre la historia y la geografía. Si la historia es drama, la


geografía es el escenario donde el drama tiene lugar. Por mucho que uno se interese en la
trama, es imposible entenderla o seguirla sin verla sobre el escenario. Lo que es más, buena
parte de la trama y de su impacto tienen que ver con el lugar que cada actor ocupa en el
escenario, con sus entradas y salidas, con la decoración que establece el ambiente, con el
movimiento de los actores hacia el frente o hacia el fondo.
De igual modo, aprendí hace muchos años que resulta imposible seguir la historia sin
comprender el escenario en que tiene lugar. Debo confesar que durante mis primeros años
de estudio el tema que menos me interesaba era la historia. Tal fue el caso hasta que un día
llegué a descubrir que la razón por la que no me gustaba la historia era precisamente porque
estaba tratando de entender los acontecimientos únicamente en términos de su secuencia
cronológica, como si la geografía o el escenario en que tuvieron lugar no fuese importante.
El resultado fue que lo que debió haber sido el estudio fascinante de vidas y dramas
humanos se volvió una serie de nombres y fechas colgados en el aire, de fantasmas
desencarnados que marchaban por las páginas de mis libros de texto en una sucesión rápida
y confusa. Sólo cuando empecé a verlos como personas reales, con los pies en tierra firme,
y cuando comencé a entender los sufrimientos de los pueblos y las naciones, no solamente a
través del tiempo y la cronología, sino también a través del espacio y la geografía, la
historia se me volvió un fascinante tema de estudio.
Como profesor, he llegado a la convicción de que uno de los principales obstáculos en
la enseñanza y aprendizaje de la historia eclesiástica es que la geografía que sirve de
escenario para tal historia, resulta desconocida para la mayoría de los estudiantes. Puedo
estar muy interesado en los contrastes teológicos y hermenéuticos entre Alejandría y
Antioquía, y dedicarle toda una hora a la explicación de tales contrastes y de sus
consecuencias para la cristología o para la soteriología, y al fin de esa hora descubrir que
mis estudiantes no tienen la más ligera idea de dónde se encuentran Alejandría y Antioquía
en un mapa del Imperio Romano.1

1
Justo L. González, Mapas para la futura historia de la iglesia (Buenos Aires,
Argentina: Ediciones Kairós, 2001), 11–12.
TRASFONDO HISTÓRICO
La historia de Israel no tuvo lugar en un vacío. El mundo por el que anduvieron los
patriarcas era un mundo antiguo, lleno de ambiciones y de conflictos, de las maravillas del
arte y de los horrores de la vejación humana. Era un mundo en el que algunas de las más
grandes civilizaciones de la historia ya habían florecido y habían desaparecido sin dejar
huella.
Olvidadas bajo el polvo de los siglos, muchas de las más extraordinarias concepciones
de la mente humana quedaron sepultadas en el silencio del pasado hasta que la arqueología
moderna las descubrió y las trajo a la luz en el mundo contemporáneo. Hoy esos
antecedentes históricos iluminan la historia de Israel y nos aclaran muchos conceptos e
imágenes de la Biblia.
Porque está donde se encuentran las rutas que unen a los continentes de Asia, Africa y
Europa, la Palestina fue escenario de la presencia humana desde los albores mismos de la
humanidad.2

TRASFONDO GEOGRÁFICO
La Biblia nos llega enmarcada por la situación histórica de su tiempo y, aunque no hay
que conocer esa historia para captar lo esencial de su mensaje, lo cierto es que mientras
mejor la conocemos, mejor entendemos lo que la Biblia nos dice. La historia, por su parte,
es un drama actuado sobre el escenario de la geografía. Por eso es que en las biblias se
incluyen mapas que nos ayudan a entender mejor lo que dice la Palabra Sagrada. Y es por
ello que, antes de adentrarnos a explorar la historia del pueblo del Antiguo Testamento,
tenemos que hacer un esbozo de la geografía de la región en la que ocurrieron los grandes
hechos que narran las Escrituras.3

2
Jorge A. González, Bosquejo de historia de la Israel (Decatur, GA: Asociación
para la Educación Teológica Hispana, 1999), 41.
3
Ibid, 32–33.

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