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Derecho Canónico

Prof. Pbro. Carlos Muñoz Hernández

DERECHO PENAL CANONICO

Libro VI

El derecho canónico se define como el conjunto de leyes establecidas por la


autoridad de la Iglesia, por las que se ordena la constitución y el régimen de la Iglesia y se
dirigen las acciones de los fieles a su fin.

Cuando las acciones de los fieles perturban y trasgreden lo establecido en la ley


canónica merecen una determinada sanción, a fin de que el orden se restablezca por el bien
común. Y si se trata de una violación grave a forma de delito, deberá aplicarse una pena.

Universalmente puede definirse el Derecho penal como el conjunto de leyes por las
que se rige la sociedad en la aplicación de las sanciones contra los delitos. Es un elemento
constitutivo del poder público necesario para conseguir el fin jurídico-social. Si para el
orden social se establecen leyes, estas son obligatorias, y se debe sancionar o coaccionar
para proceder contra quienes por incumplirlas perturban el orden jurídico. Los delitos se
castigan porque perturban el orden público establecido por las leyes.

En la Iglesia que se rige por el derecho canónico también se establece el derecho


penal canónico, que sanciona a los fieles que perturban el orden público establecido por el
derecho eclesial o canónico. Y se comprende en el libro VI del CIC. En este libro se
contiene en dos partes: una sobre los delitos y las penas en general y otra sobre los delitos y
penas en particular.

La primera parte comprende seis títulos: sobre el derecho de la Iglesia a sancionar,


autoridad que establece la ley penal, el sujeto de la ley penal, clasificación de las penas y
demás castigos, la aplicación de las penas y la cesación de las penas.

Parte I. De los delitos y penas en general

Tit. I. Castigo de los delitos en general

1. Derecho originario y propio (c. 1311).

La Iglesia debe ejercer su poder coercitivo pues busca el bien para sus hijos,
comunicandoles su bienes y conservándolos en el camino de la salvación, con remedios
empleados oportunamente, para que no la dejen y se restablezcan. El fiel es una nueva
creatura y no debe pecar, la Iglesia es pueblo santo, pero tiene en su seno pecadores y debe
purificarse con la penitencia y la renovación. Cristo predica la conversión y el
arrepentimiento para la reconciliación de los hombres con Dios. No puede por eso ser
indiferente ante el pecado que cometan sus fieles, busca la corrección (Mt 18, 17-18). El
pecado contradice la existencia cristiana y por eso se buscan modos de superarlo que
pueden ser pastorales, jurídicos no penales y propiamente penales. Un pecado puede llegar
a ser también un delito y convertirse en algo de dominio público que daña a la comunidad.
Por ello se establece el derecho penal como una realidad positiva para restablecer la
justicia.

El derecho de castigar o sancionar de dice nativo y propio de la Iglesia porque ella


confiere bienes sobrenaturales y debe custodiarlos. Este derecho se fundamenta en la
Sagrada Escritura, especialmente en Mt 18, 15-19, donde Cristo exhorta a la corrección
fraterna; también en 1Co 5, 1-13 donde san Pablo dicta su sentencia sobre un
comportamiento reprobable.

Históricamente la Iglesia ha vivido una evolución en su forma de aplicar la


corrección a los fieles. En un principio se establecía la confesión de los pecados y su
expiación con obras de penitencia hasta acceder a la reconciliación. Se imponían penas
expiatorias temporales y se buscaba la enmienda del pecador. En los casos mas graves se le
excluía de la comunidad con la excomunión. Luego se practicaba la penitencia pública para
los pecados que habían causado escándalo. Así hasta que se distinguió entre pecados que
permanecían en el foro interno de la confesión y pecados que tenían consecuencias y daño
externo y público a la comunidad. De forma que la figura de delito fue tipificándose cada
vez más hasta darle configuración canónica, mientras que los demás pecados
permanecieron para una absolución en el foro interno y se suprimió la penitencia publica.

El delito se define, pues como la violación externa y moralmente imputable de una


ley que lleva aneja una sanción canónica por lo menos indeterminada.

La pena por su parte, se define como la privación de algún bien, impuesta por la
autoridad legítima competente para la corrección del delincuente y el castigo del delito.

2. Las sanciones penales (c. 1312, 1 y 2)

Las sanciones penales o penas propiamente pueden ser: medicinales o censuras que
son la privación de bienes especialmente espirituales para la conversión o enmienda del
delincuente; para imponerse se requiere una amonestación previa; se imponen a tiempo
indeterminado, hasta que cese la contumacia del reo; cesan por intervención de la
autoridad.

También están las penas vindicativas o expiatorias, por las que se priva de un bien
para expiación del delito, la reparación del escándalo y de la justicia; generalmente cesan
por cumplimiento del tiempo.

3. Los remedios penales y las penitencias (c. 1312, 3)


Los remedios penales no son penas sino solo acciones que buscan prevenir el delito.
Mientras que las penitencias son obras que se imponen en lugar de una pena o para
aumentarla.

Titulo II, La ley penal y el precepto penal

1. Noción de ley penal y precepto penal

Ley penal es aquella que establece la autoridad competente legislativa y que lleva
determinada o indeterminada (c. 1315, 2) una pena como sanción por un delito (c. 1315). El
precepto penal es un acto administrativo singular por el que la autoridad ejecutiva de
régimen ordena hacer u omitir algo advirtiendo la incursión en una pena en caso de no
acatar (c. 1319, 1).

2. Autoridad que los establece (c. 1315 y 1319)

3. Vía general para imponer la pena (c. 1314)

4. Criterio pastoral para establecer penas (c. 1317-1318)

Titulo III, Sujeto pasivo de las sanciones penales

1. Imputabilidad penal (c. 1321, 1). Punibilidad penal (c. 1312, 2)

2. Incapaz de delito (c. 1322 )

3. Circunstancias que suprimen la punibilidad (c. 1323)

4. Circunstancias que disminuyen la punibilidad (c. 1324)

5. Circunstancias que no eximen (c. 1325)

6. Circunstancias que agravan (c. 1326)

7. Otras circunstancias (c. 1327)

8. Conato de delito (c. 1328)

9. Concurso de delito (c. 1329)

10. Delito no percibido (c. 1330)

Titulo IV, Las penas y demás castigos

1. Las censuras: La excomunión (c. 1331), el entredicho (c. 1332), la suspensión (c. 1333)

2. Las penas expiatorias (c. 1336-1338)


3. Los remedios penales (c. 1339) y las penitencias (c. 1340)

Titulo V, La aplicación de las penas

1. Procedimiento Ponderado (c. 1341)

2. Opción de aplicación (c. 1342)

3. Cómo actuar al aplicar la pena (cc. 1343-1347)

4. Cuando se absuelva de una pena (c. 1348)

5. Cuando se prevé una pena indeterminada (c. 1349)

6. Penas a un clérigo (c. 1350)

7. Obligación de la pena (c. 1351)

8. Suspensión de la pena (c. 1352)

9. Apelación o recurso (1353)

Titulo VI, Cesación de las penas

1. Principios generales (c. 1354)

2. Principios específicos. Foro externo (c. 1355-1356), foro interno (c. 1357)

3. Cesación de la censura (c. 1358)

4. Cuando se afecta con varias penas (c. 1359)

5. Modo de remitir las penas (c. 1361)

6. Prescripción de la acción criminal (c. 1362)

7. Prescripción de la ejecución de la pena (c. 1363)

Parte II. Las penas en cada delito

Titulo I. Delitos contra la religión y la unidad de la Iglesia (cc. 1364-1369)

Titulo II. Delitos contra las autoridades eclesiásticas y contra la libertad de la Iglesia (cc.
1370-1377)

Titulo III. Usurpación de funciones eclesiásticas y de los delitos en el ejercicio de las


mismas (cc. 1378-89)

Titulo IV. Del crimen de falsedad (cc. 1390-1391)


Titulo V. De los delitos contra las obligaciones especiales (cc. 1392-1396)

Titulo VI. De los delitos contra la vida y la libertad del hombre (cc. 1397-1398)

Titulo VII. Norma general (c. 1399)

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