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Examen de Traducción e Interpretación Oficial

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Ley de Justicia y Paz en Colombia

La Ley de Justicia y Paz (Ley 975 de 2005) es una ley colombiana, impulsada por el
gobierno de Álvaro Uribe Vélez y aprobada por el Congreso de Colombia, como marco
jurídico para el proceso de desmovilización de paramilitares en Colombia, aunque
eventualmente podría ser utilizada en procesos de desmovilización de grupos guerrilleros.

Durante su redacción y trámite, el proyecto de ley fue criticado por grupos de derechos
humanos y por las Naciones Unidas, entre otras organizaciones. Sus críticos consideraron
que podría ser demasiado generoso al ofrecer penas de 5 a 8 años por delitos graves,
aplicables a aquellos delitos que los mismos desmovilizados confiesen o que el Estado
pueda comprobar posteriormente. También se ha criticado el hecho de que en un principio
fuese relativamente limitado el período de tiempo para las investigaciones o procesos de
delación que ayuden a generar el material probatorio. Las Naciones Unidas, mediante su
vocero Michel Frühling, han criticado el el hecho de que la realización de una confesión
total no fuera un requisito del proceso, sino que en principio se exija más bien una especie
de versión libre sobre las actividades criminales de los desmovilizados, argumentando que
eso constituiría un obstáculo para el pleno desmantelamiento del paramilitarismo y la
reparación a las víctimas.

El gobierno colombiano y los defensores de la Ley de Justicia y Paz argumentaron que


había que encontrar un equilibrio entre los requerimientos de la justicia y los de la paz, lo
cual implica la aceptación de cierta impunidad implícita dentro de un proceso de
negociación. También se argumentó que fue la primera ley y el primer proceso de
desmovilización que ofrecía penas a combatientes y dirigentes que no habían sido
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vencidos en combate, al contrario de los procesos de desmovilización anteriores con las


guerrillas. El entonces ministro del Interior y Justicia, Sabas Pretelt, declaró ante los
medios que la exigencia de la confesión total podría haber constituido una violación a la
Constitución vigente, mediante la autoincriminación.

El Fiscal general Mario Iguarán declaró que su despacho pretende continuar con todos los
procesos que impliquen posibles actividades criminales no confesadas y que se actuará en
consecuencia tanto en ese caso como contra los crímenes posteriores de los
desmovilizados, en caso de ser necesario.

La Corte Constitucional revisó la constitucionalidad de la Ley de Justicia y Paz. En un fallo


de abril de 2006, por 7 votos contra 2, no encontró vicios de forma en el hecho de que el
trámite de la ley en el Congreso haya sido el de una ley no estatutaria.

El 18 de mayo de 2006, en un nuevo fallo referido ya al contenido mismo de la ley, la


Corte condicionó varios apartes de la ley y declaró inexequibles otros, en el fallo la corte
declaró que "quienes se acojan a la ley deberán cumplir a cabalidad las resoluciones de la
ley, como la confesión total de los delitos, la reparación y la verdad, y no volver a
delinquir", a diferencia del proyecto de ley que pasó el gobierno y aprobó el congreso
donde la confesión plena no era un requisito y los delitos que se demostraran posteriores
a la desmovilización no afectaban los beneficios jurídicos obtenidos por los desmovilizados.

Human Rights Watch considera que el fallo de la Corte fue un gran correctivo,
solucionando varios de los graves problemas y vacíos iniciales que existían en el proyecto
de ley

Tomado de: Wikipedia

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