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COMUNIDAD CANALTAROT – LIBRO DE APORTACIONES

CAPITULO X

LA CARTA DE “EL ERMITAÑO”

El Ermitaño: Nuestro verdadero nombre


Al final de la serie de cartas impares, termina el viaje del sol en el cielo diurno.
El Ermitaño, de pie en las alturas nevadas, nos enseña que la cosecha del viaje diurno
es el conocimiento más elevado, que encontramos en nuestro proceso de desarrollo
de la conciencia. Los mitos y los cuentos de hadas definen esta etapa como una fase
de retiro y contemplación, o nos relatan el encuentro con un viejo sabio que vive
recluido. Es él quien entrega al héroe las herramientas mágicas. De él aprende la
formula mágica que le protegerá a lo largo del camino, el «ábrete Sésamo» que
necesitará al final para concluir su gran tarea. Aquí es, en definitiva, donde aprende
su verdadero nombre. Ello significa que el héroe o cualquier persona que coja el
camino que conduce a la conciencia, comprende en este momento quién es en
realidad, con independencia de todo lo que sus padres, educadores, familiares y
amigos puedan haberle dicho al respecto. En el camino que conduce al desarrollo de
la conciencia, esta percepción de la verdadera identidad es un fruto que solo puede

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cosecharse en la soledad y en el silencio. Únicamente en este contexto podemos


experimentar quiénes somos de verdad. Este sabio anciano, al igual que las otras
imágenes arquetípicas, no es una manifestación exterior. Aunque tengamos la
convicción de haber recibido el conocimiento a través de alguna persona' no es así.

En realidad, se trata de la manifestación de un poder arquetípico que actúa en


nuestro interior y que, como mucho, utiliza a otro ser humano como vehículo. Sería
trivial salir en busca de algún anciano sabio, por muy interesante que este encuentro
pudiera ser, con la intención de constatar que El Ermitaño nos está esperando en
alguna parte. Es mucho más importante escuchar la llamada interior, que es en este
caso una invitación al retiro ya la soledad. Únicamente allí lo encontraremos, y solo
entonces nos revelará el conocimiento que nos permita saber quiénes somos en
realidad.

Lamentablemente, en nuestra época existe el problema generalizado de la


desaparición del silencio, hasta el punto de que ha llegado a ser increíblemente difícil
encontrar un lugar tranquilo donde poder oír la voz de El Ermitaño. Como
resultado, muy poca gente llega a conocer su nombre verdadero. Son muchos, en
realidad, quienes desconocen su identidad real. En su lugar desesperan, intentando
imitar y representar lo que es «chic», lo que es «in», lo que está de moda, es decir,
lo que no son. Y, aunque cada ser humano haya nacido como un ser único e
irrepetible, cada vez es más la gente que llega al momento de su muerte siendo una
simple copia. C. G. Jung afirma que nuestro talento innato para imitar a otros «es
sumamente útil para fines colectivos, pero muy pernicioso en el proceso de
individuación».

En la historia de Perceval, su primo Sigune le ayuda en el proceso de


desarrollo de la conciencia. Hasta ese momento, había respondido ala pregunta sobre
su identidad identificándose con el papel de hombre atractivo, o hermoso y querido
hijo, como su madre solía llamarlo. Sin embargo, ahora ha tomado conciencia de su
verdadero nombre, y de muchas otras cosas que en la etapa anterior permanecieron
inconscientes. Al mismo tiempo reconoce su culpabilidad en relación con su visita al
Castillo del Santo Grial, pues debido a su ingenua ignorancia olvidó formular la
pregunta que todo y a todos redime. Por esta razón, su primo le llama «Perceval, el
desdichado». Desde tiempos inmemoriales el desarrollo de la conciencia ha ido
acompañado de sentimiento de culpa.

Es imposible vivir y no ser culpable. Nadie puede ocupar nuestro lugar en el


mismo momento. No podríamos alimentarnos sin matar (aunque ello significara
matar plantas «exclusivamente»), o sin robar a otras criaturas lo que les pertenece,
como la leche y la miel. «Visto desde el punto de vista del inconsciente, la conciencia
se convierte claramente en una culpa, en una auténtica y trágica ofensa, dado que
únicamente de esta forma puede el hombre alcanzar la meta de ser él mismo». Pero
si la culpa de nuestros ancestros fue comer el fruto del Árbol de la Sabiduría, la

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nuestra es la falta de conocimiento, y muy especialmente de autoconocimiento. El


héroe, al igual que la humanidad, ha perdido definitivamente la inocencia del
inconsciente y, ahora, al llegar a la mitad del camino, tiene que preocuparse por
superar la penumbra de la semiconsciencia. Y, como condición previa al acceso al
inconsciente colectivo, tendrá también que alcanzar un alto nivel de claridad en el
último tercio del viaje.

Otra personificación de este arquetipo la encontramos en la leyenda del Grial:


es el tío de Perceval, Trevrezent, que vive recluido como un ermitaño. En su larga
búsqueda del Grial, Perceval vuelve una y otra vez a este lugar, hasta que finalmente
encuentra el camino correcto. No solo aprende de este ermitaño cosas que serán
luego decisivas, sino que recibe de sus manos la fórmula mágica. El anciano le susurra
al oído una plegaria que podrá repetir en voz alta cuando se encuentre en momentos
de peligro extremo.

Una vez que el héroe, igual que nosotros mismos, ha aprendido su verdadero
nombre, no debe olvidarlo o negarlo jamás. En otras palabras, cuando descubrimos
quiénes somos en verdad, el desafío implícito, desde ese preciso momento es ser
siempre fieles a nosotros mismos, no traicionarnos en ningún caso, so pena de
acabar como Perceval, teniendo que regresar a este lugar una vez más para comenzar
desde el principio el proceso de autoconocimiento.

Este mensaje queda reflejado en la forma como El Ermitaño cubre y oculta su


cabeza, protegiéndose de influencias externas. Según Waite, con la luz de la lámpara
parece decir: «Mi lugar también puede ser tu lugar». Parece dejar claro, por tanto,
que la experiencia de ese encuentro no está reservada a unos pocos escogidos, sino
que es un paso adelante en el camino de la conciencia, abierto a cualquier ser
humano que escoja el silencio.

El Ermitaño entrega como regalo al héroe una herramienta mágica para que
lleve en su viaje, y esto es algo que no ocurre sólo en los cuentos de hadas. Muchas
veces recibimos regalos inesperados. El regalo puede ser una melodía, una imagen,
una frase, una piedra, una pluma, o simplemente una palabra, una sílaba, un símbolo.
Será fácil reconocerlo sabiendo que suele llegar a nosotros de forma natural,
conmoviéndonos profundamente y dejándonos la extraña sensación de que hay algo
mágico en él. A una mente extremadamente racional, estas cosas pueden parecerle
curiosas o extrañas, pero, aun así, ocurren. Cuando recibimos un regalo de estas
características debemos guardarlo cuidadosamente hasta que podamos ponerlo a
prueba en una situación verdaderamente difícil, en un momento de temor, tal vez. Si
entonces recordamos la frase, la imagen, la melodía, el tacto de la piedra o de la
pluma, sentiremos que un gran poder viene al instante en nuestra ayuda. Es
importante no olvidar lo que los mitos y cuentos de hadas nos dicen sobre el uso de
fórmulas mágicas: no pueden comprarse ni inventarse; no deben jamás divulgarlas u

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olvidarlas; deben venir a nosotros por sí mismas o sernos transmitidas. Solo han de
usarse en momentos de gran necesidad.

¿Cómo puede explicarse este fenómeno? El inconsciente tiene un «poder


mágico» que puede salir en nuestra ayuda, particularmente en situaciones difíciles.
Lamentablemente, muchas de las personas que han vivido y reconocido esta
experiencia, mantienen a su inconsciente prisionero, convirtiéndolo en esclavo
sumiso de sus banalidades, en un catastrófico ejercicio de «pensamiento positivo» .
Intentan, de esta forma, satisfacer los deseos más tontos y egoístas de su ego,
hambriento de poder.

Es posible incluso que el 90 por 100 de las plegarias estén orientadas a


objetivos similares.

Sería sensato, al menos, agradecer a Dios desde el fondo de nuestro corazón


por protegemos, afortunadamente para nosotros, de unos planes supuestamente
razonables y de unos estúpidos deseos. Recordemos, además, que el inconsciente
tiene «poderes mágicos», y puede protegemos de la forma más maravillosa.

Naturalmente, ni la frase, ni la imagen, ni la piedra, poseen poderes mágicos,


como tampoco los tienen los ingeniosos amuletos y talismanes comprados con
dinero en alguna tienda: es el inconsciente el que dota a estos objetos de poderes.
Cuanto más intentemos analizar nuestra fórmula mágica, hablando de ella con
orgullo o revelándola a terceros, más «lavaremos» su magia. No nos quedará al final
sino una fórmula sin alma, palabras vacías, rituales muertos, frases huecas, piedras sin
vida. La magia habrá desaparecido. Por esta razón, los héroes han de preservar la
fórmula mágica en su interior, como un tesoro. Es necesario que comprendamos
que este es un regalo, que podemos aceptar y agradecer, y no algo conseguido por
méritos propios, de lo que el ego pueda vanagloriarse.

El anciano sabio es un arquetipo especialmente significativo, que se ha


encarnado en diversas figuras de nuestra cultura occidental: Hermes Trismegisto
(Hermes Tres Veces Grande) fue una figura legendaria que, de acuerdo con distintas
fuentes, vivió e impartió sus enseñanzas en los albores de la avanzada civilización del
antiguo Egipto. Posteriormente, los egipcios le elevaron ala categoría de Thot, su
Dios de la Sabiduría. Y, como muestra un suelo de mosaicos de la Catedral de Siena,
fue contemporáneo de Moisés. Los alquimistas, los francmasones, casi todas las
sociedades secretas occidentales y muchas sociedades esotéricas, le llaman padre
fundador o lo asocian a sus orígenes de una u otra forma.

Merlín, figura clave del viejo sabio en el ciclo de leyendas del Rey Arturo, nos
es aún más familiar. Otro ejemplo es Odín, dios germánico de la Sabiduría, originario
de los países nórdicos. Se colgó del fresno, Yggdrasil, durante nueve días, tiempo
durante el cual experimentó su iniciación. Desde entonces, como expresión de la

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habilidad adquirida de «viajar a tierras lejanas», es decir, de hacer viajes astrales, lo


acompañan sus dos cuervos, Hugin y Munin.

Otro representante histórico del venerable anciano es Tales de Mileto,


filósofo que vivió en el siglo V a. de C. Los griegos le llamaron el primero de los siete
sabios del mundo antiguo. Dos de las respuestas dadas por él han llegado hasta
nosotros, y se puede decir que son típicas de un ermitaño. En contestación a la
pregunta: «¿Qué es lo más difícil?», respondió, con gran profundidad: «Conocerse a
uno mismo». y a la pregunta: «¿Qué es lo más fácil?», posiblemente con una sonrisa,
respondió: «Dar consejo a otros».

Dentro de nuestra tradición judeocristiana, Moisés es, sin duda, la


representación más familiar de este arquetipo. Recordó a un pueblo entero su
verdadero nombre, su identidad. Los guió durante cuarenta días hacia un destino
previamente determinado y les entregó las leyes divinas. La ascensión al Monte Sinaí
para recibir las leyes divinas encuentra su analogía en el tarot en la transición de la
carta El Ermitaño a La Rueda de la Fortuna.

Palabras Clave sobre El Ermitaño


Arquetipo El anciano sabio.
Tarea Retiro, concentración interior, seriedad, contemplación
Meta Autoconocimiento, protección contra las influencias externas.
Descubrir la propia escala de valores, ser auténticamente uno mismo.
Riesgos Carácter extraño, excéntrico, como de otro mundo, amargado.
Sentimientos vitales: Claridad, espacio interior. Encontrarse a uno mismo y sentirse bien en
la propia piel.

LOLA G

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Tarot Hason Tarot Spiral Tarot de Dali

Samuel

El Ermitaño

LLeva el número VIIII, que es la cifra clave del conocimiento impenetrable y


de la transmutación o ascensión en el orden espiritual, suponiendo perfecta
coordinación de todos sus elementos. Se identifica igualmente con la raza de Adán,
o lo que es lo mismo, con la Humanidad, por ser nueve los meses que tarda el
hombre en nacer y dos veces nueve años la edad en que se le considera adulto.
También se le conoce por los nombres de El Anciano y El Sabio, en los Tarots
esotérico y egipcio, respectivamente. En siglos pasados se le denominó Diógenes por
aludir su representación a la de este filósofo anacoreta de la escuela cínica que vivía
en un tonel y se paseaba por Atenas con un candil en busca de un hombre,
despreciando todo tipo de convencionalismos y vanidades. Merece especial mención
el hecho de que en la terminología francesa del Tarot de Marsella su nombre está mal
escrito, anteponiendo una "h" que no debería figurar de acuerdo con la ortografía y
la etimología griega de la palabra. Esto ha ocasionado que muchos intérpretes
asocien su figura con la de Hermes Trismegisto, el Thoth egipcio, de quien según los
cabalistas deriva el Tarot.

Representa a un anciano de perfil, con la cara ladeada hacia la izquierda,


apoyado en un báculo y portando en su mano derecha, extendida hacia el frente, un
farol, que en ciertas láminas antiguas se torna en un reloj de arena. En mitología,
simboliza a Cronos (Saturno en la terminología latina), que se identifica con la veje/

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y el tiempo. Pertenecía a la dinastía de los Titanes, siendo hijo del dios del cielo,
Urano, contra quien conspiró junto a su madre, Gea, hasta usurpar su trono tras
castrarle con una guadaña de hierro que había confeccionado el mismo. Se le
profetizó que sería derrocado por uno de sus hijos y, tomando ejemplo de su padre,
los iba devorando a medida que su mujer, Rhea, los traía al mundo. Sin embargo, se
salvó Zeus, que sería su sucesor, gracias al ardid de su madre, que envolvió una piedra
en los pañales que Cronos se tragó sin sospechar la argucia. No obstante, los
astrólogos modernos no se muestran tan recelosos ante Saturno como su historia
pudiera parecer, reconociéndole buena influencia para las cosechas, quizás debido a la
fertilidad de la sangre vertida por sus hijos, y para adquirir conocimientos, pues era
también dios de la astucia por sus amplios recursos. En pocas palabras, vendría a ser el
prototipo del maestro de escuela, quien bajo un caparazón aparente de acero guarda
un corazón blando para sus discípulos.

Su figura con la linterna extendida es un faro para todos los demás,


iluminando el camino y representando la luz y sabiduría divina. Es un ser aislado del
mundo y sus placeres, un espíritu profundo en busca de la verdad y de la sabiduría. Es
el arcano que cierra el tercer ternario del Tarot. Con su prudencia juega un
importante papel mediador entre la impaciencia del joven conductor del Carro y la
lentitud de la Justicia, siempre enemiga de todo tipo de improvisaciones. En este
sentido, prudencia sería el fiel de la balanza entre precipitación y pasividad.

En posición normal significa:

- Prudencia. Sabiduría. Discrección. Experiencia. Madure/. Profundidad.


Circunspección. Celibato. Castidad.

En posición invertida:

- Imprudencia. Inmadurez propia del eterno joven. Timidez. Oscuridad. Obsesión.

En el hombre hay cosas buenas y otras menos buenas, un orgullo no siempre


bien empleado, un encanto que a veces se mezcla con el capricho. Sus defectos se
acentuarán a medida que vaya envejeciendo. No soporta que le contradigan,
pudiendo llegar a ser brutal y grosero cuando esto ocurra. No sabe amoldarse a las
costumbres. Con la mujer busca antes la armonía intelectual que la conjunción física,
tratándola de igual a igual.

La mujer tiene un carácter contradictorio, carece de sentido práctico, y por


eso a menudo no encuentra el camino adecuado. Oriente su futuro para no tener
que relegarse a tareas ingratas; su campo puede estar en la moda o en el peinado. Es,
a veces, incrédula e ingenua. No le gusta la sociedad. Tiene tendencias

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aparentemente masoquistas, le gusta la soledad. Deberá vencer su misantropía si no


quiere permanecer soltera toda la vida.

Tarot del Renacimiento

NACHO

E L E R M I T A Ñ O -BARAJA RIDER

Este arcano es un ser que a través de un largo proceso de alquimia o


transformación de su vida como ser humano ha logrado superar los obstáculos
impuestos por el mundo material por medio de los sentidos, pasiones e instintos,
convirtiéndose en un ser justo y perfecto, defensor de las leyes, valores morales,
siendo un consejero y al mismo tiempo un sanador para sus semejantes ya sea por
medios físicos o mentales.

Para así poder contribuir en el sendero de retorno al TODOPODEROSO, el


cuál es el destino o meta final de la existencia y hacerse uno con él conocedor, el
conocimiento y lo conocido como era al principio de los tiempos, donde la materia
no existía, hasta que ADAN Y EVA, traicionaron los preceptos de la ley cósmica,
tales como QUERER ,SABER, OSAR Y CALLAR, al hacerlo conscientemente fueron
expulsados del paraíso, quitándoles todas sus facultades físicas ,emocionales y
espirituales.

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Pero para poder regresar a este paradisíaco estado, el hombre deberá


convertirse en un "ERMITAÑO "; disolviendo a su vez los conceptos de separatividad
por medio del mensaje sublime de nuestro amado maestro "JESUCRISTO ",que
consiste en el AMOR UNIVERSAL y EL SERVICIO desinteresado a los demás sin
esperar otra recompensa que estar junto a EL en el paraíso, solo así podrá la
humanidad cambiar o transformar radicalmente el mundo, convirtiéndolo en un
oasis de PAZ y RIQUEZA, en el cual las desigualdades sociales, filosóficas, políticas,
raciales y económicas no existan.

Al comprender las leyes inmutables que rigen el universo podrá transmutar su


ser interno, al mismo tiempo que su realidad externa provocando con ello la
alquimia no solo de su entorno inmediato sino también del mundo.

Porque este arcano es la clave para vivir atenta e ininterrumpidamente en


comunicación directa con el CREADOR y así ser un faro de luz para la RAZA
HUMANA.

Para este noble arquetipo es fundamental conocerse tanto a nivel físico,


como mental, emocional y espiritual para poder disolver los conceptos de
separatividad y guiar a sus semejantes a hacer lo mismo.

Cuando el individuo logra alcanzar este nivel de consciencia es capaz de sanar


tanto las enfermedades corporales como las psicoespirituales con ayuda del espíritu
divino.

Porque como una persona que desconoce el total y completo


funcionamiento de su cuerpo y de su mente apartarse del mundo material dominado
por los sentidos, pasiones e instintos y al mismo tiempo hacer parte de los 144000
elegidos o átomos de luz, como lo anuncia SAN JUAN en el APOCALIPSIS O
LIBRO DE LAS REVELACIONES apoyando al CORDERO DE DIOS en la BATALLA
FINAL O ARMAGEDON si no ha hecho un proceso de purificación o depuración
tanto a nivel físico como interno por medio de una alimentación apropiada, ya que
las sustancias de origen animal impiden al hombre alcanzar el grado de cristificación
necesario para no hacerse esclavo de sus sentidos y obligado a reencarnar una y otra
vez en su vehículo físico hasta que tome el camino correcto a lo indiferenciado,
absoluto, es decir, a DIOS.

JUAN CARLOS

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CARTA Nº IX EL ERMITAÑO

La carta del Ermitaño plantea un giro absoluto en el proceso de crecimiento


del individuo que se traduce en la búsqueda interior. Así, si la presencia de los
arcanos anteriores indica que se ha ido forjando la personalidad hasta alcanzar un
notable conocimiento de las leyes que rigen la vida, tanto personal como social al
penetrar en el arcano IX se vuelve la vista hacia nuestro fuero interno, pues hemos de
descubrir quienes somos en realidad.

El Ermitaño representa al hombre que ha alcanzado la madurez psicológica,


entendida esta como un estado evolutivo que puede llegar a cualquier edad, en la
que la persona siente que los logros humanos y sociales conquistados hasta el
momento son insuficientes para alcanzar la plena madurez, por tanto, decide
orientar su vida hacia un nuevo objetivo, el conocimiento del espíritu.

Este arcano es la imagen simbólica de Saturno o Cronos, el señor del tiempo


que devora a sus hijos en la mitología clásica, y nos habla de la ley por la cual todo
aquel que entre en el juego de la vida en cualquier línea temporal está sujeto a los
cambios producidos por su transcurrir y, por tanto, a la vejez y a la muerte.
Asimismo está vinculado a la imagen del filosofo griego Diógenes, que caminaba a
pleno día con una linterna encendida exclamando << Busco a un hombre >>; y es que
el Ermitaño representa esa búsqueda que conduce al héroe hasta su verdadera meta,
la de convertirse, gracias a la intervención de la "lampara del espíritu" en un
verdadero héroe. La lampara representa la inteligencia del espíritu, única luz que
ilumina no solo su camino personal, sino el mundo entero. Su rostro, de mirada
penetrante y su frente surcada de arrugas, manifestación del paso del tiempo, está
enmarcado por una abundante cabellera y una larga barba blanca, que evidencian la
pureza de sus intenciones.

El manto con el que se cubre, es símbolo de su capacidad para aislarse de las


corrientes del pensamiento colectivo y permanecer, imperturbable, en el centro del
universo. Por fuera el color del manto es de color azul, lo que indica que sus
pensamientos son de carácter espiritual, mientras que su forro es de color tierra,
representación de la austeridad, indica que vive de manera ascética y que ha
renunciado a los placeres mundanos para ir en pos de la verdad y la luz del espíritu.
En cuanto a la capucha de color rojo, símbolo de la materia, advierte de que sus
pensamientos, aunque nacidos de la fuerza del espíritu, están dirigidos al mundo de
lo cotidiano y material.

Esta carta representa a quien a comprendido las enseñanzas de los maestros y


se ha enriquecido con su propia experiencia: el adepto experimentado. Mientras el
alquimista vulgar, en su ignorancia, manipula sustancias muertas, el adepto se
manipula a sí mismo, como si de un instrumento de laboratorio se tratara.

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A veces, el adepto se ve como un matraz, otras es un atanor o tubería, o bien


un alambique, dentro del cual el plomo, que es la suma de los elementos en bruto,
hierve, se disuelve, se sublima y precipita; en síntesis: elimina las escorias y
perfecciona el espíritu.

Al secreto necesario para completar estas acciones alude el manto que cubre a
el Ermitaño, el bastón es la prudencia que guia sus decisiones y actos, al tiempo que
la lampara, símbolo de la inteligencia racional, expresa la necesidad de mantener un
control sobre las experiencias, a fin de que no se desvíen y sigan los pasos necesarios
para seguir adecuadamente el camino elegido.

Sobre el manto hay que añadir que representa un refugio (templo místico,
laboratorio mágico o capilla filosófica), en la que el adepto medita o reza y donde
sobretodo, desarrolla operaciones secretas que lo elevan por encima de la realidad
común. En su " antro " adecuadamente preparado, el alquimista se abstrae de las
distracciones mundanas y se sumerge en su pensamiento para entrar en comunión
con la dimensión arquetipica, el reino de las formas puras y las ideas perfectas, que es
la fuente única de la belleza y de verdad.

ACUMULAR ENERGÍAS PRECIOSAS

Al desdeñar mezclarse con la multitud, ávida de <<fenómenos de feria>> el


adepto evita el derroche de las energías acumuladas con tanto esfuerzo y que le
confieren un poder carismático, una especie de luz interior que se reflejará sobre la
multitud cuando llegue el momento: por <<antipatía>> resplandecerán las fuerzas del
signo opuesto; por <<simpatía>> atraerá los símiles; por <<sintonía>> transformará unos
y otros, utilizándolos a su placer.

En este poder, así como en las operaciones llevadas a cabo para lograr acumularlo, se
esconden numerosos peligros, tales como el distanciamiento del mundo o, lo que es
aún peor, un deletéreo sentido de omnipotencia.

SIMBOLOGÍA BÁSICA

Otros nombres: El manto de Apolonio

Sustancias místicas asociadas: Plomo

Fase operativa: Novena

Carácter del ritual: Soledad, cuarentena

Efecto de la operación: Eliminación de las escorias, recarga psíquica.

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EN ASTROLOGÍA

Signo zodiacal: Virgo (representando la misericordia de la belleza) del 23 de agosto al


21 de septiembre

Naturaleza del signo: Fijo, femenino, negativo, nocturno, frío, seco.

Planeta: Mercurio regente (indicando la inteligencia de la voluntad) destierro de


Júpiter y Neptuno y caída de Venus en el signo.

Recorre el Zodiaco: En 365 días

Corresponde: Casa VI del horóscopo (Yo Analizo)

Naturaleza del planeta: Andrógino, comprensivo, masculino-femenino, seco-frío.

Correspondencias: Virgo se asocia con la observación y el análisis. Es buen


investigador o médico. Rige intestinos y el sistema nervioso

Características positivas: Temperamento meticuloso, práctico y detallista. Selectivo,


modesto, ordenado, servicial y adaptable.

Características negativas: Temperamento aprensivo e hipercrítico. Excesivamente


quisquilloso y convencional. Remilgado.

EN MEDITACIÓN

Función del arcano: Recibir la luz

Representa: La sabiduría que conlleva trascender los opuestos; el tacto.

Despierta: La perfección y la realización

Desarrolla: la capacidad de análisis y el espíritu observador y critico.

Color del arcano: Azulado

Esencia: Narciso

EN CABALA

Árbol de la Vida: Sendero veinte (de la Misericordia a la Belleza).

Letra hebrea: Tet

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Etteilla copió esta ultima figura pero le atribuyó un significado y un número


distintos, ya que afirmó que era la imagen de Judas y la llamó <<El Traidor>>(Nº 18)

En una de las 16 cartas que se conservan del Tarot de Hércules I de Este


(h.1473) El Ermitaño aparece representado como Diógenes en una escena que alude
a una de sus mas célebres anécdotas. Se cuenta que el filósofo vivía en un tonel, y
que el rey Alejandro Magno, alumno del gran Aristóteles, fue a visitarle como
muestra de respeto a su sabiduría. Cuando estuvo ante el le preguntó que podía hacer
por el. Diógenes contestó: <<Apártate para que no me quites el sol>>

FIN DEL DÉCIMO CAPÍTULO

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