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Instituto Superior de Formación Docente y Técnica Nº46

(Pueyrredón 1250. Ramos Mejía. Buenos Aires. Argentina)

CARRERA: Profesorado de historia con orientación en Ciencias Sociales

CURSO: 4

AÑO: 2020

CÁTEDRA: Historia Americana S. XX

PROFESORA: Elisabeth Banegas

ESTUDIANTE/ DOCUMENTO/ MAIL:

Julián Condori. DNI. 36832514. E-MAIL. julian_fc_09 @hotmail.com

SINTESIS

UNIDAD 1

1
El periodo que va entre 1880 y 1930 en América Latina delinea sus
características modernas. Las modificaciones en el mundo producidas por
acontecimientos como la Segunda Revolución Industrial, Primera Guerra Mundial y la
Crisis del 30 generaran un impacto en el aspecto económico y político y, por supuesto,
social en todo el orbe Latinoamericano. Tulio Halperin Dongui dirá: En 1880 -años
más, años menos- el avance en casi toda Hispanoamérica de una economía primaria y
exportadora significa la sustitución finalmente consumada del pacto colonial impuesto
por las metrópolis ibéricas por uno nuevo1.
Una de las principales medidas tomadas en este nuevo contexto economía en el
área latinoamericana fue la expansión de la infraestructura económica especialmente, el
ferrocarril. También frigoríficos, silos de cereales e ingenios de azúcar pasan a ser, en
medida variable según las regiones, enclaves de la economía metropolitana en tierras
marginales; en particular son las metrópolis de presencia más reciente las que se lanzan
más agresivamente a la conquista de las economías dependientes, que culmina en la de
la tierra: en ciertas áreas, ya hacia 1910, la alianza entre intereses metropolitanos y
clases altas locales ha sido reemplazada por una hegemonía no compartida de los
primeros. En este sentido, las economías dependientes ingresaban a la división
internacional de trabajo con el monocultivo, es decir, la plantación única de
determinado cultivo solapando otros. La división internacional del trabajo no se fue
estructurando por mano y gracia del Espíritu Santo, sino por obra de los hombres, o,
más precisamente, a causa del desarrollo mundial del capitalismo (…) Tres edades
históricas distintas -mercantilismo, feudalismo, esclavitud- se combinan así en una sola
unidad económica y social, pero era el mercado internacional quién estaba en el centro
de la constelación de poder que el sistema de plantaciones integró desde temprano2.
Sin embargo, este tipo de enfoque económico debilito a la totalidad de las clases
altas terratenientes, cerrando al máximo la propiedad en unos pocos, pese a sus apoyos
en las estructuras políticas, comerciales y financieras locales, frente a los emisarios de
las economías metropolitanas.
Este último proceso tiene su correlato político en un comienzo de
democratización: mientras en México ésta se da revolucionariamente, en Argentina,

1
Halperin Donghi, Tulio (2011) Historia Contemporánea de América Latina. Cap.5 Bs as. Alianza
Editorial
2
Galeano, Eduardo (2015) Las venas abiertas de América Latina. Buenos Aires. Siglo XXI editores
pp. 83-174

2
Uruguay y Chile se manifiesta a través del acceso al poder de nuevos sectores mediante
el sufragio universal.
En este periodo que vemos un paso fundamental: el paso del intervencionismo
europeo a la tutela norteamericana. Esto expresado en, por ejemplo, las políticas del
Corolario Roosevelt a la doctrina Monroe. La expansión norteamericana no solo fue a
nivel económico sino que fue político y cultural reflejado en los progresos de la idea
panamericana. Estados Unidos no debía vacilar en utilizar el «garrote» (big stick) para
imponer su disciplina a las veleidosas repúblicas del Sur.
La evolución política presenta en esta etapa tres aspectos distintos:
revolucionaria en México y marcada en los países australes (Chile, Argentina, Uruguay)
por la democratización pacífica de la vida política, acompañada del triunfo de partidos
populares. El resto de Latinoamérica vive sustancialmente encerrada en las alternativas
de oligarquía y autoritarismo militar, sin que falten situaciones intermedias.
En este sentido nos parece importante la reconceptualizacion que realiza Waldo
Ansaldi3 respecto del termino oligarquía considerándola, no ya como una clase social,
sino como una categoría política del ejercicio de la dominación, caracterizada por la
concentración y limitada base social, definiéndose por exclusión de la mayoría de la
sociedad. Esta oligarquía fundamenta los mecanismos de decisión política de manera
coercitiva respecto de las clases políticas subalternas.
En el resto de Hispanoamérica las tendencias a la ampliación de la participación
política se hicieron sentir de modo aún más saltuario, y con consecuencias más
limitadas. En los países andinos del Pacífico (Perú y Ecuador) hallamos desarrollos tras
de los cuales gravita la división no superada entre su sector moderno y la masa rural
indígena mal incorporada a la nación.
Un caso clave en mencionar y cuyo desarrollo nos permite comprender la
recepción del contexto mundial en América Latina es la Revolución Mexicana. La
Revolución mexicana fue un conflicto armado que se inició en México el 20 de
noviembre de 1910. En todos los nuevos países de hispanoamérica la revolución de
Independencia llevó al poder al sector más poderoso de la clase criolla: aquel vinculado
con las actividades mineras y agropecuarias.
Y aquí algo que sentencia Fernando Mires que resume el porqué de las
problemáticas presentes, no solo en México, sino en todo el continente Americano,
3
Ansaldi, Waldo (2017). Frívola y Casquivana, mano de hierro en guante de seda. Una propuesta para
conceptualizar el término oligarquía en América Latina. Disponible en:
http://catedras.fsoc.uba.ar/udishal/art/frivolacasquivanamanodehierro.pdf

3
entre 1880 y 1930: La independencia no sólo no resolvió las contradicciones de la
sociedad colonial, sino que además creó otras derivadas del desarrollo, a veces
violento de un capitalismo que no podía ser sino dependiente4.
Vemos que la dictadura de Porfirio Díaz se trataba de una expresión política de
la alianza entre la propiedad señorial y el capital extranjero. Por lo tanto, los
revolucionarios ilustrados, consideraban que la única posibilidad para que México
rompiera con su pasado “feudal” residía en una mayor vinculación al capital extranjero,
y para cumplir ese objetivo era necesario un gobierno fuerte y autoritario como el que
representaba Díaz.
En síntesis, y retomando el cambio de la hegemonía económica por la de
EE.UU, podríamos decir que las áreas económicamente estratégicas del país estaban
ocupadas por capitales extranjeros, ganando el norteamericano una rápida hegemonía
sobre el europeo.
En lo que se refiere a los conflictos sociales, los indios consideraban las
expropiaciones de tierras, destinadas a responder a la demanda internacional, como una
especie de segunda conquista. En un país como México, esto no podía dejar de
expresarse en algunos conflictos de tipo racial, sobre todo si se tiene en cuenta que en
los grupos liberales predominaba el elemento “mestizo”.
Con esto surge el Plan de San Luis, y con él, la revolución tendría una cualidad
nueva, pues la lucha no estaría solo centrada en el derrocamiento o continuación de un
gobierno, sino también en el programa de la tierra, lo que para un país como México
significaba el establecimiento de un orden social distinto.
A modo de finalización, el periodo de 1880 a 1930, serán de algún modo la
fuente para el surgimiento de los populismos en América Latina enmarcados por la
fuerte crisis de los años 30 y por la Primera Guerra Mundial, y más adelante la Segunda
Guerra Mundial. Estos tres acontecimientos permitieron el nacimiento de gobiernos
cuya política estaba destinada a nuevas formas de relación entre Estado y sociedad, el
nacimiento de nuevos sectores que demandaran protagonismo político, la centralidad
del Estado nacional, procesos de democratización, y por último, a nivel económico un
enfoque dirigido hacia una industrialización.

4
Mires, Fernando (1988): La Revolución Permanente, las Revoluciones Sociales en América Latina,
México, Ed. Siglo XXI. Capítulo 3 México: Un carrusel de Rebeliones.

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