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La Navidad, es la fiesta por la llegada del niño Jesús, quien nos recuerda que fue enviado puro,

sin mancha, en el seno de una familia, bendecida, unida y feliz a pesar de las circunstancias.

Es una época para reflexionar acerca de nosotros mismos, de nosotros niños, de nuestra
familia. Es un momento para compartir en unión, de recordar a Dios y darle bienvenida al seno
familiar para que viva en el por siempre.

Navidad es reflexión, es perdón y compromiso hacia Dios, que nos envió a su único hijo para
amarlo y respetarlo, así cada uno de nosotros como hijos de Dios también debemos hacerlo
con nosotros mismos y con los demás.

La Navidad en el Perú se celebra el 24 y 25 de diciembre de cada año, con una cena familiar y
como una costumbre se hace la entrega de regalos (que suelen ser muy variados y de acuerdo
a la posibilidad económica de cada familia) a los niños en representación de los dones que les
fueron entregados a Jesús como una muestra de cariño y amor a su inocencia y pureza.

Se celebran misas y diversas representaciones en las que se hace presente LA FAMILIA.

Cada año, al inicio de noviembre, retornan las almas o ajayus de nuestros seres queridos que
ya fallecieron. A ellos se los espera con los altares armados de los difuntos conocidos como
apxatas, que incluyen alimentos, bebidas y sobre todo a las tantawawas, elementos que tienen
un especial significado en la festividad de Todos Santos en Bolivia. Los amautas o sabios
aymaras mencionan una y otra vez que “venimos de un Wiñay Marka (Pueblo eterno) y
volveremos a ese Wiñay Marka por lo tanto, no existe la muerte sólo volvemos a nuestro
pueblo”.

En Bolivia por la tradición católica se acostumbra a elaborar pan con formas de personas o
Tantawawas, caballos, escaleras y una variedad de panadería, frutas y dulces organizados en
una mesa para recibir y compartir con las almas de los difuntos que, según la creencia, llegan
el 1 de noviembre al medio dia y permanecen hasta las 12:00 de la mañana del 2 de
noviembre, posteriormente se visitan los cementerios para que la gente dé una oración de
despedida para sus seres queridos y a cambio de éste se ofrece cierta cantidad de comida de la
mesa de ofrenda en agradecimiento a las plegarias. Este último día es considerado feriado a
nivel nacional.

Tradicionalmente también se procede a la colocación de velas y adornos florales en donde


yacen los difuntos, en conmemoración a sus seres queridos.2

La festividad de San Bartolomé, más conocida como Ch’utillos, se celebra cada año en Potosí,
atrayendo a propios y extraños a jornadas de muestra de la cultura de la Villa Imperial, en una
tradición que se remonta hace siglos. Desde Sucre, decenas de residentes se trasladan cada
año hasta su ciudad de origen para vivir esta fiesta.

Al margen de la riqueza autóctona y folclórica que demuestra con danzas coloridas como una
síntesis de las expresiones culturales de Potosí y el país, Ch’utillos tiene también un carácter
religioso que debe ser tomado en cuenta y que lamentablemente no es considerado como
corresponde por parte de algunos bailarines y feligreses que participan de las veladas en el
templo de San Bernardo y la visita a la localidad de La Puerta en el municipio de Yocalla,
departamento de Potosí.
La celebración del Día de Corpus Christi se remonta a los años 1192-1258 y hasta la
fecha estas festividades de la Iglesia Católica se realizan en muchos países del mundo.
Corpus Christi es una fiesta de la Iglesia Católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su
principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia Católica en Jesucristo
presente en el Santísimo Sacramento.
La Celebración se lleva a cabo el siguiente jueves al octavo domingo después del
Domingo de Resurrección (es decir, 60 días después del Domingo de Resurrección.
En muchos lugares es una fiesta de especial relevancia y en varios países es un día
festivo oficial (ciertas partes de España, Austria, partes de Alemania y Suiza, Brasil,
República Dominicana, Bolivia, Croacia, Polonia, Trinidad y Tobago, Portugal, Perú y
Venezuela). Por un lado, se cuenta que en Lieja, Bélgica, una religiosa cisterciense
llamada Juliana de Cornillón (1192-1258) tuvo una visión que interpretó como la
necesidad de instituir una celebración a la presencia de Jesús en la Eucaristía.
Una noche, la luna llena brillaba como plata, pero con una mancha negra; interpretó
que la luna representaba a la Iglesia militante en la tierra, que recibe la luz del Sol:
Cristo Jesús; la mancha significó para ella la carencia de una celebración litúrgica para
la Eucaristía.
La fiesta de la Pascua no es una entre tantas; según el catecismo de la Iglesia católica,
es la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades llamada El Gran Domingo
-el día de la resurrección de Jesús- por San Atanasio. Así, en tanto símbolo del paso de
la muerte a la vida, la Pascua tiene un profundo significado para los cristianos. Porque
es el hecho que da sentido a todos los otros tiempos y a toda la acción de la vida de la
Iglesia. El apóstol San Pablo define muy bien la trascendencia de la Pascua: “Si Cristo
no hubiera resucitado, vana es nuestra fe. Nuestra esperanza no tendría sentido“. La
gran semana -como se conoce en Oriente a la Semana Santa– comienza con el ingreso
de Jesús a la ciudad de Jerusalén, montado en un asno y loado como un rey y culmina
con su crucifixión y muerte, unos días más tarde.
El carnaval potosino empieza el martes de Ch'alla". Una de las tradiciones más
arraigadas en Potosí es, sin duda, la famosa "Ch'alla del martes de carnaval". Ese día
las "cancha-pampas", los socavones mineros, los ingenios para la molienda de
minerales, viviendas particulares, al igual que las casas de hacienda, terrenos de
cultivo, movilidades de transporte y todo cuanto se ha adquirido reciben el
enflorecimiento o alegoría, como un reconocimiento al poder espiritual de la
Pachamama.
Se dice que, si la casa, la mina o los objetos propios de cada familia no reciben la
Ch'alla, con el convite y el tradicional ponche potosino, es seguro no tendrá la gracia o
favor que ofrece el espíritu de la madre tierra.
En el pasado, había también la costumbre de realizar la wilancha (sacrificar) a la llama
y la alpaca, con cuya sangre regaban las puertas de sus casas, las bocaminas, los
ingenios y todo lugar de trabajo, pidiendo a la Pachamama prosperidad en la cosecha,
en el comercio, en la mina y salud.

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