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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLAREAL

FACULTAD DE HUMANIDADES

ESPECIALIDAD DE ANTROPOLOGÍA

ANÁLISIS – REFLEXIÓN SOBRE LA FIESTA DE LA HERRANZA Y EL HOMBRE

ANDINO

Trabajo académico para la asignatura de Antropología de la Religión Andino y Amazónico,

dirigido por el profesor Armando Medina Ibañez, presentado por

Rosemary Baca Quiñonez

30 de setiembre 2021
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RESUMEN

Objetivo:

Describir y comprender la finalidad de la festividad de la herranza en la comunidad de

Pasco y explicar cómo se concibe en la ontología animista en el hombre andino.

Métodos:

Principalmente se tomó en cuenta un material audiovisual producido por la Dirección de

Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura, titulado “La herranza de Pasco”; sin embargo,

este estudio se fundamenta a través de la antropología de la religión y simbólica ya que, permite

la comprensión de la dimensión social y religiosa del hombre andino. Se indaga sobre términos

que se asocian entre el hombre andino y dicha festividad: la herranza.

Palabras claves:

Festividad; herranza; hombre andino; cosmovisión andina; animismo


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INTRODUCCIÓN

Desde hace muchos años, el hombre andino, en comunidad, se ha establecido y

organizado, al llevar a cabo esta organización social también ha logrado desarrollar pilares que

se encuentran fijados en su cosmovisión con la que rigen en sociedad. Por naturaleza el hombre

andino es un ser espiritual y día a día realiza actividades, costumbres, tradiciones, fiestas y ritos

que refuerzan su espiritualidad y contribuyen en la fertilidad y reproducción de su ganado.

Respecto al hombre, Joly (1993) considera que día a día realiza actividades con el medio

que lo rodea, siendo este el motivo que determina sus conductas culturales y espirituales, estas le

brindan cierto soporte para su existencia y por ende de su desarrollo.

La dinámica que existe entre el hombre y el medio ecológico se ha manifestado desde

tiempos remotos, puesto que el hombre en su medio natural se ha caracterizado por su capacidad

de desarrollarse a través de sus prácticas culturales. Esta dinámica puede ser entendida por medio

de la festividad de la herranza en la comunidad de Pasco. El pastoreo y la crianza de ganados, en

los Andes, es una actividad que ha perdurado en el tiempo, siendo considerada para quienes se

dedican a ello como “herencia”, un legado que se mantiene vigente por generaciones. Debido a

ello, en primera instancia, abordaré el pensamiento cultural de la religión en el mundo andino y

de qué manera el hombre andino construye su mundo simbólico sobre esta festividad.
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DESCRIPCIÓN

 Los Andes

Día a día el hombre andino realiza actividades con el medio que lo rodea, siendo el

motivo que determina ciertas conductas culturales y espirituales. La relación espiritual se da a

partir de un sistema de símbolos que otorga la comunidad para integrar a la naturaleza en su vida

cotidiana, construyendo una cosmovisión. Robles (1998) considera que en la vida colectiva e

individual de la gente se desarrolla un equilibrio directo entre las fuerzas de la naturaleza y la

vida nativa y creadora del hombre mismo, algo no ajeno en los Andes.

El mundo andino llevó a cabo distintas prácticas religiosas; sin embargo, la religión

andina estuvo basada en ciertas deidades de orden natural, entre estas, las montañas, la tierra, la

lluvia y el sol, aun animales. Estos elementos de la naturaleza son simbolizados como seres

sagrados; por lo tanto, ese valor especial otorgado por el hombre expresa una noción animista, es

decir, evidencia la capacidad del hombre andino de humanizar seres naturales que son capaces de

actuar sobre la sociedad. Tal como lo manifiesta Avelar (2009).

“La concepción animista común de este sistema ideológico tiene como

germen la tradición recolectora y cazadora, basada en creencias en espíritus y

fuerzas transcendentes que regulaban los cambios astronómicos, naturales y

sociales, sobre todo los de subsistencia de su sistema nómada”. (p.85)

 La religión en los Andes

El estudio de la religión se abarca como un hecho social, histórico y cultural donde

confluyen diversas prácticas y creencias. En caso del mundo andino, el sistema religioso también
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se rige de esta forma, puesto que engloba un sistema de valores, visiones e ideas compartidas

permanentemente por todos los integrantes de la comunidad. Nada ajeno a lo que proyecta Emile

Durkheim (1982) quien define lo religioso como producto del pensamiento colectivo, es decir,

que se encuentra socialmente construido. Además plantea la posibilidad de comparar religiones

de las distintas culturas ya que, todas estas pertenecen a una misma categoría; por ende,

comparten algunos elementos y estas semejanzas radican en los modos de llevar a cabo los

rituales puesto que todos poseen la misma funcionalidad social, cultural y religiosa.

La sociedad andina se ha caracterizado, en gran medida, culturalmente debido a la

diversidad de patrones que marcan su diferencia desde sus principios naturales hasta su

pensamiento mágico – religioso, convirtiendo en deidades y símbolos sagrados a la madre

naturaleza. Tal como lo manifiesta Rappaport (1985) en su libro Naturaleza, cultura y

antropología ecológica.

“Aunque los hombres nacen con necesidades comparables a las de otros

animales, no vienen al mundo con modos genéticamente programados para

satisfacerlas. Por el contrario, nacen con capacidad para adquirir, cultura,

creencias, convencionalismos, conocimientos, técnicas y artefactos dependientes

de la invención y uso de símbolos”. (p. 262)

 Animismo

La originalidad del hombre andino y la expresión de su conciencia religiosa, parte desde

su relación con la naturaleza y de un pasado primitivo religioso, de cómo ellos conciben todos

sus elementos como parte de sí. El andino coge ciertos elementos de la naturaleza y los integra

en todos sus modos de vivir. Entonces esto explica la permanencia de sus patrones culturales a

pesar de las distintas etapas de aculturación a lo que estaban día a día expuestos. Justamente
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Soria (2009) menciona que el hombre andino es un pedazo de la tierra y el sol que se hace

conciencia en su ser cultural. Además considera que en la cultura andina, el hombre no es el

centro del universo, sino que el andino forma parte de la naturaleza y, justamente, de ella

proviene la visión holística de la cosmovisión andina.

La cosmovisión se construye a partir de la relación de un sistema de símbolos que le

otorga la comunidad para integrar a la naturaleza en su vida cotidiana. Robles (1998) considera

que en la vida colectiva e individual de la gente se desarrolla un equilibrio directo entre las

fuerzas de la naturaleza y la vida nativa y creadora del hombre mismo. A partir de esto, se

concibe, en la sociedad, ciertos conceptos animistas que otorga a la naturaleza un lugar en

nuestras prácticas culturales. Nos damos cuenta que el concepto “animismo”, en el mundo

andino se encuentra más relacionado con la naturaleza, estos le otorgan un valor espiritual a los

elementos del medio, como también le otorgan una responsabilidad ya que esperan de estos

obtener una mejora de los recursos naturales, es decir, se humaniza el medio ambiente y este

trasciende en la dimensión social del hombre, es decir, que la naturaleza llega a conformar la

vida del ser humano y al llevar a cabo esta actividad, se genera una conciencia religiosa que

permite construir costumbres y fundar una cosmovisión como también, trascender en su medio.

 La herranza: Fiesta del ganado

Conocido también como “Santiago”, “Tayta Shanty” o “Señalakuy, estos nombres

dependerán del contexto geográfico en que se lleve a cabo dicha festividad. Por ejemplo, en

departamentos como Huancavelica y Ayacucho, esta festividad y ritual, es conocido como

“Señalakuy”. Se entiende a esta práctica cultural y por qué no religiosa, en marcar y clasificar a

los ganados con cintas de distintos colores, además de ser el momento preciso para asignar a

alguien de la parentela para su crianza. En cuanto a las fechas, inicia el 25 de julio; sin embargo,
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el1ero de agosto es considerado como la fecha principal del año porque no solo significa el final

de un ciclo ganadero, sino que inicia otro año nuevo andino con la esperanza de abundancia,

además se encuentra relacionado con el jubileo de los Apus y concluye ineludiblemente en la

fiesta de Santa Rosa.

El rito del ganado además de consistir en la evocación y renovación del compromiso, a

través, de pagos con los Apus Wamanis, es una manifestación cultural mágico religiosa ya que,

alberga en su origen una marcada cosmovisión totalmente andina porque, principalmente, se

establece una comunicación divina y ancestral entre el hombre andino – Jircas o Apus.

Aunque la finalidad de los hombres es pedir e interceder por su ganado a cambio de

ciertos pagos, esto demanda una preparación llena de elementos simbólicos propios del evento

religioso y de la población que lo celebra, sin dudas esta etapa es la determinante para que se

logre desarrollar con normalidad, además de que logra evidenciar el sentimiento de pertenencia a

la comunidad y su identidad colectiva. El sentido social de las prácticas rituales, está ligado a la

identidad, como diría Portal (1997): “el ritual es un procedimiento por medio del cual se estructuran

y reproducen -con base en la construcción de un tiempo y un espacio particulares- las identidades

tanto individuales como sociales”.


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INTERPRETACIÓN

A través del material audiovisual compartido por el Ministerio de Cultura, no solo se

logra conocer los eventos previos llevados a cabo para dicha festividad, desde su preparación

hasta la ejecución del ritual, sino que permite entender el concepto de la herranza y de lo que

significa, para la comunidad, reproducir anualmente el ritual ya que, es un momento sagrado

para rendir culto a los Apus y entregarles sus ofrendas. Respecto a esto De la Cruz y Cóndor

(2012) manifiesta que la herranza es un festival prehispánica milenaria andina, donde rinden

culto a los Apus Wamanis, quien es dios de los cerros y, también, protector de los animales, a

éste se le deposita ciertas ofrendas y se entierra algunas en las entrañas de la Mamapacha.

Sabemos que la crianza de ganados en los Andes, no solo es una actividad productiva,

sino también una parte fundamental de su cultura, de su reproducción como sociedad y fuente de

identidad. Por ejemplo, observamos que la comunidad de Pasco es portadora de un gran bagaje

cultural, místico – religioso porque comprende un escenario de comunión y relación entre los

pobladores, los animales, la Pachamama y los Apus. Esta actividad productiva junto con la

integración de la naturaleza permitirá no solo su desarrollo, sino que se conservará en el tiempo

gracias a sus formas ancestrales de vida asegurando, sobre todo, la reproducción de su ganado

para no padecer de carne y lana. Esto se refleja a partir de los pagos que se realiza a la madre

tierra o a la Pachamama, entre estas, “la mesada” conformada por licores (menta, aguardiente,

coñac, vino), caramelos, gaseosa, galletas, etc, -“Ay, dame permiso, padre mío para poner su

mesa, para dar su derecho al cerro, a la tierra madre”, “Le he dado su derecho al cerro para

que vayan bien mis animales, para que estén cuidados por ellos”, “Tengo mucha fe al cerro,

por eso cada año le traigo su derecho”- son algunas de las expresiones que realiza una
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pobladora al llevar a cabo dicho pago acompañado del chacchado de coca en nombre de sus

carneros, para luego encargarse de la señalización de estos.

De acuerdo a lo descrito anteriormente, Catherine Allen citado por Stensrud (2010)

explica que las prácticas rituales, especialmente, en las comunidades andinas se fundamentan en

la idea de que todos los elementos de la naturaleza se encuentran íntimamente conectados a

través de una sustancia animada y le denomina “consustancialidad”, es decir, se establece una

coexistencia en la misma sustancia que se asienta en una cosmología que le atribuye vida a los

objetos materiales.

A manera de ejemplo, para comprender en qué consiste la ontología animista, Olvera

(2006) explica que el agua es un elemento natural que se encuentra divinizado y que tiene un

lugar en la cosmovisión religiosa andina, por ser indispensable en la vida del ser humano y

especialmente para la agricultura. Del mismo modo, Zenteno (2009) explica la comunicación que

se establece entre el hombre y los animales, en este caso, a través de una ave lacustre “choka”

que se anida en las partes bajas de los totorales, existirá un período de poca lluvia y los niveles

del lago no subirán mucho, permitiendo el cultivo agrícola en las zonas bajas.

Los pastores de Pasco son quienes consideran al Apu Wamani como un ser bondadoso y

a la vez castigador, por lo que se le debe realizar pagos con la finalidad de que cuide de sus

animales en las alturas, le proporcione fertilidad, de sus cosechas y que de alguna forma regule

los cambios climáticos, es decir, que controle las heladas, por estos motivos las Jircas o Apus

llegan a ser el centro de esta festividad, pues prácticamente los eventos que se realizan son,

especialmente, para estos, de esta manera los cerros logran ser parte del sistema de parentesco de

la comunidad al igual que los animales.


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Un lugar como Pasco permite mantener vigente cierta tradición cultural, a través, de la

organización de la misma comunidad que se nutre todo el tiempo de conocimiento para reforzar

esta práctica social anualmente y lo fundamenta mediante su relación con la naturaleza, la

religión y su fe. Sobre esto, Byung-Chul Han (2020) propone que los ritos son acciones

simbólicas que transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada a

una comunidad, al igual que lo hace la religión.

En cuanto a las funciones sociales de la religión serían particularmente enfatizadas por

Durkheim. Para este sociólogo, las creencias y tiros religiosos cumplen una importante función

social aumentando la solidaridad de los miembros del grupo, transmitiendo su cultura de

generación en generación e integrando a los individuos en una estructura normativa. (Ardévol, E

y Munilla, G, 2003, p.46). Entonces la religión es parte de los miembros de un grupo social, que

a través de los rituales permite la cohesión social mediante la realización de ceremonias que

permiten reforzar las estructuras de la sociedad.

Para finalizar, nos damos cuenta que el concepto “animismo”, en el mundo andino se

encuentra más relacionado con la naturaleza, estos le otorgan un valor espiritual a los elementos

del medio, como también le otorgan una responsabilidad ya que esperan de estos obtener una

mejora de los recursos naturales, es decir, se humaniza el medio ambiente y este trasciende en la

dimensión social del hombre, es decir, que la naturaleza llega a conformar la vida del ser humano

y al llevar a cabo esta actividad, se genera una conciencia religiosa que permite construir

costumbres y fundar una cosmovisión como también, trascender en su medio.


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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Avelar, S. J (2009). Cosmovisión y religiosidad andina: una dinámica histórica de

encuentro, desencuentro y reencuentros, Espacio Amerindio, 3 (1), 84-99.

Ardévol, P. & Munilla, C. (2003). Antropología de la religión Una aproximación

interdisciplinar a las religiones antiguas y contemporáneas. Editorial UOC

Byung, H. (2020). La desaparición de los rituales. Herder Editorial

De la Cruz, S. & Cóndor, M. (2012). Concepción mítica religiosa en la actividad ganadera en el

distrito de Huachocolpa Huancavelica (Tesis de licenciado). Recuperada de:

http://repositorio.unh.edu.pe/handle/UNH/508

Di Salvia, D. (2016). Contribución a la ontología animista andina: Funciones, poderes y

figuras en los cultos telúricos de los Andes sur-peruanos. Revista Española de Antropologia

Americana, 46, 97–116.

Durkheim, E. (1982). Las formas elementales de la vida religiosa. Colofón S.A.

Joly, F. (1993) ¿La geografía es solo una ciencia humana? Cuadernos de Geografía:

Revista Colombiana de Geografía, 4(2), 85-108.

Olvera, S. L. (2006). Entidades sagradas y agua en la antigua religión andina. Latino

América, 43, 85–11.

Portal, M. (1997) Ciudadanos desde el pueblo. Identidad urbana y religiosidad popular en

San Andrés Totoltepec, México DF, México, UAM Iztapalapa, Dirección Nacional de Culturas

Populares.

Rappaport, R. (1985). Naturaleza, cultura y antropología ecológica. Centro Latino

Americano de Ecología Social.


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Robles, R. (1998). La cultura popular en el Perú y el premio “José María Arguedas.”

Investigaciones Sociales, 2(2), 217–234.

Soria, V. (2009). Colonización mental: mecanismos de adaptación y fragmentación

psicológica del andino-mestizo. Revista de Investigación Psicológica, 85–94.

Stensrud, A. B. (2010). Los peregrinos urbanos en Qoyllurit’i y el juego mimético de

miniaturas. Anthropological Del Departamento de Ciencias Sociales, XXVIII (28), 39–65.

Zenteno, H. (2009). Acercamiento a la visión cósmica del mundo Andino. Punto Cero,

14(18), 83–89.

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