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Rodriguez – Evaluación curricular: problemas teóricos y desafíos de la práctica

> Es legítima la exigencia institucional y social de evaluación de las instituciones educativas y de sus
componentes.

> La evaluación concebida como un proceso que permita comprender las características específicas de cada
situación educativa, con miras a interpretar el sentido de sus procesos, el significado que los mismo tienen para
sus actores institucionales y tendiente al fortalecimiento profesional de los docentes y de los procesos de
enseñanza y aprendizaje.

1. Dos funciones críticas: el control y la evaluación

> La evaluación asume la complejidad y opacidad de las prácticas sociales. Desde tal perspectiva se busca
producir conocimiento acerca del objeto de la evaluación. Se trata de captar el sentido particular de cada
situación, de reconocer sus particularidades y no de la búsqueda de la conformidad o no con modelos
preestablecidos.

> En el ámbito del control existe parámetros o modelos exteriores y permanentes, aquí resulta necesario
elaborar, construir sistemas de referencia inherentes a cada situación específica.

> Desde este enfoque la evaluación como proceso complejo, consiste en aplicar a objetos definidos
(comportamientos, instituciones, sujetos, currícula, planes y programas, proyectos individuales o colectivos,
etc.) un instrumento crítico, elaborado, racional que permita el análisis sistemático tendiente a la interpretación
del fenómeno en cuestión y la construcción de un juicio de valor acerca de ellos.

2. El objeto de la evaluación o ¿qué se evalúa?

> En consecuencia el objeto de la evaluación es un objeto construido.

> Podemos reconocer en el proceso de la evaluación un punto de partida constituido por el objeto real a evaluar
(lo factual, el hecho). Sin embargo, no evaluamos el objeto real, sino una representación del mismo. Dicha
representación es el resultado del conjunto de indicadores o bien de interrogantes elaborados para delimitar sus
diferentes dimensiones de análisis. Los interrogantes, así planteados, constituyen hipótesis sobre el objeto-
sujeto de la evaluación y permiten orientar actividades de búsqueda de datos significativos que constituyen el
material de la evaluación (documentos, registros de observaciones, discurso de los actores, etc).

> El objeto de la evaluación, conformado por la delimitación de dimensiones de análisis y por los datos e
informaciones obtenidos a través de diferentes técnicas (entrevistas, observaciones, cuestionarios, análisis
documental, etc.) constituye lo referido.
> El rigor epistemológico y metodológico con relación al objeto de la evaluación nos alerta sobre el problema
del posible deslizamiento de este objeto, es decir el pasaje no identificado y a menudo inconsciente, de un
objeto de la evaluación a otro. > Generalización.

3. Los referentes de la evaluación o ¿en relación a qué evaluamos?

> El referente permite comprender con relación a qué un juicio de valor es emitido.

> A menudo, en las prácticas en el campo de la evaluación, el referente o los referentes son implícitos, puede
tratarse, en algunos casos, de la imagen ideal de institución educativa que comparten los directivos de la
institución, la cual opera como parámetro para evaluar la pertinencia, la significación de las diferentes prácticas
educativas y de la institución en su conjunto.

> El referente o los referentes permiten “situar” al objeto evaluado y puede tratarse de normas, de objetivos
transformados en criterios en el momento de la evaluación, de modelos, de teorías científicas seleccionadas ex
profeso y que permiten la lectura y comprensión del fenómeno sujeto a análisis y de criterios elaborados en
función de la situación específica. Unos son de carácter universal y otros particulares del contexto del aula que
permiten explicar y justificar la evaluación de un dispositivo educativo.

> En términos de evaluación curricular, en muchas de las directivas institucionales, lo que se pretende y espera
es un cambio (total parcial, aunque desde la idea de curriculum como estructura resulta falso hablar de
“reesructuración” o de cambio, ya que toda variación afecta a la totalidad) en los aspectos formales, sin atender
a la evaluación del curriulum real. Esta tensión (evaluación-nueva propuesta) obedece también a cuestiones
metodológicas.

4. Los actores de la evaluación curricular o ¿quién/quiénes evalúan?

> El papel del especialista que puede asumir su rol como “experto” o bien como un “consultor” y en términos
de los actores institucionales a su participación en estos procesos.

> La posición del experto es prescriptiva, la del consultor se orienta hacia una buena “escucha” de los actores
institucionales.

5. Los Destinatarios de la evaluación o ¿para qué evaluar?

> Los primeros destinatarios de los informes de evaluación deben ser los actores institucionales. No sólo como
“destinatarios” sino como autores de los procesos de evaluación curricular.
> Es necesaria la “apropiación” de de la evaluación curricular por parte de los directamente implicados en los
procesos de enseñanza y aprendizaje. Esto supone orientar los procesos de evaluación curricular hacia la
docencia y la rendición de cuentas moral y no de carácter contractual.

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