La importancia de la Weird Tales

El fenómeno de las revistas Pulp marcó un antes y un después para los estilos
literarios del terror, la fantasía, la ciencia ficción, entre muchos otros. Si nos propusiéramos
a buscar en la internet cuántas de estas producciones existen (o existieron), encontraríamos,
incluso en Wikipedia, una lista hartamente extensa de estos singulares tomos (recordar
siempre consultar aquellos artículos con fuentes bibliográficas viables). Es de hecho, en
esta página electrónica, que se nos dice que hay un total de 92 revistas encasilladas dentro
de lo que se suele denominar como Pulp.
¿Pero qué diantres es el Pulp? ¿Por qué tengo la seguridad de que este tipo de
literatura, en las últimas décadas, se ha convertido en un pilar fundamental para nuestras
lecturas favoritas? Bueno, si a alguno de ustedes les suenan los nombres de Lovecraft,
Robert Howard, Robert Block, Bukowski, entre quizás muchos otros, entonces tendrían que
estar agradecidos con el Pulp.
Y es que estas revistas, siendo en su mayoría de precios económicos, eran
fabricadas con un papel de calidad paupérrima, de donde por cierto, deriva su nombre, y
enfocadas hacia clases marginales de la sociedad que no podían costearse literatura
opulenta. La cantidad de los géneros que en ellas se imprimieron era proporcional, en
sentido figurado, a su número de revistas, como ya antes he mencionado. El alma de sus
editores sin duda se dejaba ver, y eso se notaba con el enfoque de sus textos.
Así pues, dejando de lado estilos como ya los antes mencionados por mí en otras
ocasiones, como Weird Menace, Espada y brujería, Noir e inclusive el Pulp homosexual, y
omitiendo también revistas como Famous Fantastic Mysteries, The Horror Zine, Avon
Publications, Terror Tales o tal vez Fantasy Fan, es que en esta ocasión, querida audiencia
de La Corte Bizarra, daremos un rápido vistazo a lo que fue, quizás, la más famosa de todas
estas producciones, la cual es, ni nada más, ni nada menos, que la Weird Tales.
Su primer número se publicó allá en el lejano año de 1923, en el mes de marzo, con
un valor que oscilaba entre los $0.25 de la época, que tomando en cuanta lo de la inflación,
estaría costando, si es que mi matemática no falla, alrededor de los $3.82. En compañía de
su editor original, Edwin Baird, en este primer ejemplar también asistieron sus colegas
Farnsworth Wright bajo los roles de editor (imprimiendo alrededor de 179 números) y
colaborador, llevando a cabo dicha tarea con su amada poesía. Del mismo modo, Otis
Kline, amigo de E. Hoffmann Price, editó un único número en 1924 al incluir su relato La
entidad maligna.
Pese a que Baird se inclinaba más por la ficción criminal que por el terror, eso no
escatimó a que no aceptase el trabajo de H.P. Lovecraft entre sus filas. De hecho, para
Baird, el ser editor no era una opción viable de trabajo, puesto que el material que recibía
era soso y poco original. Aún así, y reitero, a medio año, recibió un total de cinco historias
de Lovecraft, lo que, para sorpresa de todos, terminó por comprarlas todas. Y entre una
serie de alegatos epistolares, Baird le solicitó a Lovecraft que las volviese a presentar como
manuscritos mecanografiados a doble espacio; y dado de que al genio de Providence no le
gustaba escribir mucho, inicialmente sólo envió una historia con estas características:
Dagon; apareciendo en octubre de 1923, marcando así una época con la que iniciaría una
oleada de relatos con sus colaboradores más habituales: Frank Owen y Seabury Quinn.
Desgraciadamente, el tiempo es tan amoral como la existencia misma, y por
desgracia, y tomando a Seabury Quinn como ejemplo, el que éste haya sido el autor más
prolífico de la revista no le valió de mucho para que su nombre perdurase en el salón de la
fama del terror y la fantasía. De hecho, varias de las portadas de la Weird Tales tuvieron
como tema central sus narraciones y su nombre con toda la pompa y circunstancia que ello
representa, tal y como pasó, únicamente por mencionar unos casos, con los números de
enero de 1928 y junio de 1929.
Sin embargo, con el paso del tiempo, Baird relevó su puesto a Wright, a su vez que
otro par de escritores bastante sonados se integrarían al equipo: Robert Howard y Clark
Ashton Smith, formando, junto a Lovecraft, lo que se conoce como Los Tres Mosquiteros
de la Weird Tales. Este hecho, no obstante, también tuvo un lado bastante oscuro, dado de
que la relación que este editor sostenía con este trío de escritores era bastante tensa, debido
a que rechazaba los relatos largos que le ofrecían gracias a su necia fascinación por los
cuentos cortos. Así pues, gracias a este señor, la Weird Tales se miró privada de obras
como En las montañas de la locura, La sombra sobre Innsmouth, La hija del gigante helado
o Los siete Geases. De cualquier modo, Wright fue quien logró la hazaña de que Weird
Tales pasase de ser una simple revista de relatos insípidos a poseer el prestigió que todavía
hoy tiene.
El fenómeno de La Gran Depresión, en la década de 1930, también ocasionó
estragos en la revista, eso sin contar el incontable número de fallecimientos de los que
fueron protagonistas muchos de sus principales escritores: Whitehead en 1932, Robert
Howard en 1936, y por supuesto, Lovecraft en 1937. En 1940 Wright fallece también,
marcando así lo que varios consideran como el fin de la época dorada de la revista,
obligando a que muchos otros de sus colaboradores, como August Derleth, fundasen la
Arkham House en 1939.
Hoy en día se pueden encontrar, en un estado algo aceptable, algunos lotes con
varios de sus números en sitios como ebay; empero, hay que resaltar que muchos rosan la
barrera de lo irrisorio, por lo que si queremos disfrutar algunas de las historias que hicieron
grande a este coloso de lo literario, tenemos las muy diversas alternativas que ciertas
editoriales nos ofrecen con sus colecciones dedicadas a los grandes clásicos.
Yo soy El Conde de Betancourt, me despido de ustedes honorables oyentes de La
Corte Bizarra, no sin antes recordarles que Weird Tales no fue nada más una revista de
terror y fantasía, sino que fue “La revista única”.