Está en la página 1de 35

UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

“FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS”


Escuela Profesional de Derecho

GRUPO N° 06

TRABAJO GRUPAL:
LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS
HUMANOS

CURSO : DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL


ALUMNOS : GRUPO N° 06
1. DIAZ PAURO, Ángela
2. QUIÑONES BALTAZAR, Briceyda Milagros del Pilar
3. FLORES TAPIA, Gabriela Rene
4. TEJADA SOTELO, Mauricio Gino
5. CUTIPA VILLANUEVA, Cristian Manuel

TURNO : NOCHE
SECCIÓN : “E”
ciclo : XI

TACNA – PERÚ
2021
DEDICATORIA:

El presente trabajo está dedicado a nuestras familias porque son los


alentadores de nuestro estudio para nuestra meta como futuros profesionales
en Derecho.
AGRADECIMIENTO:

Agradecer a Dios por cuidarnos cada día y guiar siempre nuestros pasos, sin
tropezar ni caer en los momentos difíciles que se presentan.
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................1

LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS..............................................................2

I. ANTECEDENTES .....................................................................................................................2
II. FUNCIONES Y COMPETENCIA ..............................................................................................4
III. ORIGEN Y ESTRUCTURA .......................................................................................................9
IV. COMPOSICION DE LA CORTE .............................................................................................11
4.1. Jueces Ad Hoc .............................................................................................................13
4.2. Juez Interino ...............................................................................................................13
4.3. Presidente y Vicepresidente .......................................................................................13
V. PRECEDENCIA .....................................................................................................................14
5.1. Incompatibilidades e Inhabilidades ............................................................................14
VI. RÉGIMEN DISCIPLINARIO ..................................................................................................15
VII. GENERALIDADES DE LA PROTECCIÓN PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN
AMÉRICA LATINA....................................................................................................................16
VIII. DIFERENCIA ENTRE LA CORTE Y LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS
HUMANOS: .............................................................................................................................17
IX. RESPONSABILIDAD DE LOS ESTADOS DEMANDADOS POR LA VIOLACIÓN DE LOS
DERECHOS HUMANOS ...........................................................................................................19
X. LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS POR LOS
JUECES NACIONALES ..............................................................................................................21
XI. LA COMPETENCIA DE LA CORTE IDH PARA CALIFICAR COMO CRÍMENES DE LESA
HUMANIDAD LAS VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS ..............................................24
XII. CASOS: BARRIOS ALTOS Y LA CANTUTA............................................................................26
CONCLUSIONES ..........................................................................................................................30

BIBLIOGRAFIA .............................................................................................................................31
1

INTRODUCCIÓN

La Corte Interamericana de Derechos Humanos se instituyó en 1969 como parte de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos (Capítulo VII de la Parte II). Entró en vigor

el 18 de julio de 1978, debido a que en ese momento se reunió el número de países

establecido por el instrumento para el inicio de su vigencia y falló su primer caso en 1988.

Desde ese momento, se produjo el proceso de establecimiento de una estructura judicial

que tiene como misión principal, hacer eficaces los derechos humanos en el continente.

El presente trabajo tiene como finalidad reconocer la importancia que tiene la COIDH desde

el punto de vista de sus dos funciones específicas en el sistema regional, por un lado la

función jurisdiccional, y su función consultiva relacionados a la Convención o de

otros tratados concernientes a la protección de los derechos humanos en los Estados

Americanos principalmente, más aún cobra importancia debido a que hasta hoy, los países

que han reconocido la competencia de dicho organismo son: Argentina,

Barbados, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití,

Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana,

Surinam, Uruguay, y Venezuela.

Por ello, a lo largo del presente trabajo desarrollaremos temas relacionados a sus

Antecedentes, II. Funciones y competencia, III. Origen y estructura, IV. Composición, V.

Precedencia, VI. Régimen disciplinario, VII. Generalidades de la protección procesal de los

derechos humanos en américa latina, VIII. Diferencia entre la Corte Y La Comisión

Interamericana De Derechos Humanos, IX. Responsabilidad de los Estados, X. La

Aplicación Del Derecho Internacional De Los Derechos Humanos Por Los Jueces

Nacionales, XI. La Competencia Y XII. Caso peruano Barrios Altos y la Cantuta.


LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

I. ANTECEDENTES

La Corte Interamericana de Derechos Humanos fue creada

con el fin de proteger los derechos básicos de las personas en el continente americano, la

Convención estableció dos órganos competentes para juzgar las violaciones de los

derechos humanos: La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte

Interamericana de Derechos Humanos. El primero se estableció en 1959 y comenzó a

operar en 1960, cuando el Consejo de la OEA aprobó su Estatuto y eligió a los primeros

miembros.

Sin embargo, hasta que la "Convención" entre en vigor, el tribunal no pudo establecerse ni

organizarse. Fue el 22 de mayo de 1979 los Estados Partes en la Convención Americana

eligieron, durante el séptimo período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de

la Organización de los Estados Americanos, eligieron a los juristas que se convirtieron en los

primeros jueces que compondrían la Corte Interamericana. La primera reunión de la corte se

llevó a cabo del 29 al 30 de junio de 1979 en la sede de la Organización de los Estados

Americanos en Washington, DC.

La Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos recomendó el 1 de

julio de 1978 aprobar la propuesta formal del gobierno de Costa Rica para que la sede de la

Corte se estableciera en ese país. Esta decisión fue posteriormente aprobada por los

Estados Partes en la Convención durante el sexto período extraordinario de sesiones de la

Asamblea General, celebrado en noviembre de 1978. La ceremonia de instalación de la

Corte se llevó a cabo en San José el 3 de septiembre de 1979.

Durante el Noveno Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA fue

aprobado el Estatuto de la Corte y, en agosto de 1980, la Corte aprobó su Reglamento, el

cual incluye las normas de procedimiento. En noviembre de 2009 durante el LXXXV Período

2
Ordinario de Sesiones, entró en vigor un nuevo Reglamento de la Corte, el cual se aplica a

todos los casos que se tramitan actualmente ante la Corte.

El 10 de septiembre de 1981 el Gobierno de Costa Rica y la Corte firmaron un Convenio de

Sede, aprobado mediante Ley No. 6889 del 9 de septiembre de 1983, que incluye el

régimen de inmunidades y privilegios de la Corte, de los jueces, del personal y de las

personas que comparezcan ante ella. Este Convenio de Sede está destinado a facilitar el

normal desenvolvimiento de las actividades de la Corte, especialmente por la protección que

da a todas aquellas personas que intervengan en los procesos. Como parte del compromiso

contraído por el Gobierno de Costa Rica, en noviembre de 1993 éste le donó a la Corte la

casa que hoy ocupa la sede del Tribunal.

El 30 de julio de 1980 la Corte Interamericana y el Gobierno de la República de Costa Rica

firmaron un convenio, aprobado por la Asamblea Legislativa mediante Ley No. 6528 del 28

de octubre de 1980, por la cual se creó el Instituto Interamericano de Derechos Humanos.

Bajo este Convenio se establece el Instituto como una entidad internacional autónoma, de

naturaleza académica, dedicado a la enseñanza, investigación y promoción de los derechos

humanos, con un enfoque multidisciplinario y con énfasis en los problemas de América. El

Instituto, con sede también en San José, Costa Rica, trabaja en apoyo del Sistema

Interamericano de Protección Internacional de los Derechos Humanos.

3
II. FUNCIONES Y COMPETENCIA

Las personas, grupos o entidades que no son Estados no tienen capacidad de presentar

casos ante la Corte, pero sí pueden recurrir ante la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos. La Comisión puede llevar un asunto ante la Corte, siempre que el Estado

cuestionado haya aceptado la competencia de esta. De todas maneras, la Comisión debe

comparecer en todos los casos ante la Corte.

La Corte IDH ejerce una función jurisdiccional y una función consultiva:

2.1. FUNCION JURISDICCIONAL

Conoce los casos en que este en disputa, que uno de los Estados partes ha violado un

derecho o libertad protegidos por la Convención Americana sobre Derechos Humanos,

siendo necesario que se hayan agotado los procedimientos previstos en los artículos 48º al

50º de la Convención.

Se refiere a la función contenciosa de este órgano. Se encuentra estipulada en los artículos

61º a 63º de la Convención Americana de Derechos Humanos. Solo los Estados Partes y

la CIDH pueden someter casos a la Corte IDH.

a) Aceptación de la competencia

De acuerdo al artículo 61.1 de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos; "

solo los Estados Partes y la Comisión tienen derecho a someter un caso a la decisión de la

Corte". La aceptación de la competencia es opcional o facultativa y puede ser hecha por los

Estados a través de una declaración separada especial e incondicionalmente bajo condición

de reciprocidad, por un período específico o para un caso específico (artículo 61.2

Convención).

Para someter un caso a la decisión de la Corte no es necesario que el Estado Parte haya

aceptado la competencia, aunque es evidente que tal requisito se exige para el Estado

demandado y si éste hubiere aceptado, pero bajo condición de reciprocidad, el requisito se

traslada también al demandante. No obstante, una vez iniciado el procedimiento, el Estado

4
demandante también deberá aceptar la competencia pues estará sometido a los

reglamentos de la Corte.

b) Procedimientos ante la Comisión

Antes de abordar un caso, la Corte debe asegurarse de que los trámites ante la Comisión

(artículos 48 a 50) se hayan cumplido (Convención artículo 61.2). En el caso Viviana

Gallardo et.al (Res. G-101/81) la Corte declaró inadmisible la petición del Gobierno de Costa

Rica, que formalmente había resignado los procedimientos ante la Comisión, haciendo

expreso que tales procedimientos están establecidos como salvaguardia para los individuos.

Esto no convierte a la Corte en instancia de la Comisión, porque ésta no es un órgano

jurisdiccional. La Corte es tribunal de única instancia que decide " si hubo violación de un

derecho o libertad protegidos en la Convención" (artículo 63.1) una vez que los Estados

Partes o la Comisión le sometan el caso (artículo 61.1, artículo 50 del Reglamento de la

Comisión) la Comisión tiene una función investigadora de los hechos denunciados como

violación de los derechos humanos consagrados en la Convención, que es necesario

cumplir en todas las hipótesis, a menos que se trate de un caso de mero derecho.

Valverde (1993) es también el órgano ante el cual el Estado afectado suministra inicialmente

las informaciones y alegatos que estime pertinentes. Pero es además, y esto constituye un

aspecto fundamental de su papel dentro del sistema, el órgano competente para recibir

denuncias individuales, es decir, ante el cual pueden acudir para presentar sus quejas y

denuncias las víctimas de violaciones de derechos humanos y las otras personas señaladas

en el artículo 44 de la Convención.

Sin embargo como la competencia de la Corte se refiere únicamente a violaciones de

derechos humanos (artículo 44-45 Convención) y en cambio, la de la Corte comprende

también la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención" (Artículo 62.3

de la Convención) resultaría posible a un Estado someter a la Corte, de manera directa, un

5
caso referente a otros asuntos diferentes a violación de derechos humanos, como sería lo

referente a las inmunidades diplomáticas de los miembros de la Comisión.

Una vez recibida la denuncia, si ésta procede, la Comisión (CIDH) solicitará información al

gobierno, hará un examen del asunto planteado, y de ser necesario, realizará una

investigación. Se debe buscar llegar a una solución amistosa. Posteriormente, si no se

consigue una solución amistosa, la Comisión hace un informe donde expone las

conclusiones, proposiciones y recomendaciones que juzgue adecuadas.

c) Papel de la Comisión ante la Corte

La Comisión comparecerá en todos los casos ante la Corte" según el artículo 57 de la

Convención; la Comisión actúa en defensa de la persona humana víctima de una violación

de los derechos y por ello la representa.

La Comisión es además, el órgano del sistema de protección, que cumple una clara función

de Ministerio público del sistema, es decir investiga los hechos y acusa, llegada el caso a los

Estados ante la Corte.

d) El fallo y su interpretación

Valverde (1993) cuando se haya comprobado una violación, la Corte producirá el fallo,

definitivo y no sujeto a apelación, pero sí a interpretación por la misma Corte a solicitud de

cualquiera de las partes de conformidad con el artículo 67 de la Convención.

El Estatuto de la Corte Internacional de Justicia contempla la facultad de interpretación

(artículo 60) y el recurso de revisión (artículo 61), este último " cuando se basa en el

descubrimiento de un hecho de naturaleza decisiva, hecho que no era conocido, cuando se

produjo el fallo, por la parte que pide la revisión, siempre y cuando su ignorancia no se deba

a negligencia" lo cual corresponde igualmente a la práctica de otras cortes internacionales y

de tribunales de arbitraje.

6
Este recurso no existe explícitamente, sin embargo, que en el de la Corte Interamericana,

aunque llegado, el caso la Corte habría de aplicarlo en virtud del derecho internacional

general.

e) Contenido

De conformidad con el artículo 63 de la Convención. El fallo dispondrá, asimismo, si ello

fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha

configurado la vulneración de esos derechos, y si fuere el caso el pago de una justa

indemnización. A su vez el artículo 68.2 dispone que la parte del fallo que disponga

indemnización compensatoria se podrá ejecutar en el respectivo país por el procedimiento

interno vigente para la ejecución de sentencias contra el Estado.

La indemnización es de acuerdo con lo anterior, el sistema para que la protección de los

derechos humanos no se quede en mera condena moral y es también lo que distingue a la

Convención Americana de la Europea, que carece de una disposición similar. Es obvio sin

embargo que no siempre, ni en todos los eventos, un fallo contendrá tal disposición pues en

muchos basta el regreso al statu quo anterior o la orden de cesar en una violación.

f) Medidas provisionales

OEA (2000) una parte muy importante de esta jurisdicción contenciosa son las medidas

provisionales que la Corte pueda adoptar, en casos de extrema gravedad y urgencia y

cuando se haga necesario evitar daños irreparables a las personas. (Artículo 63 de la

Convención).

Los tres requisitos: 1) extrema gravedad, 2) urgencia, 3) necesario para evitar daños

irreparables a las personas, tienen que comprobarse, prima facie, para que se otorguen

estas medidas.

La Corte puede aplicar dichas medidas en los casos en que tenga ante sí para resolver o en

asuntos que aún no sometidos a su conocimiento así lo solicite la Comisión. Estas medidas

7
provisionales tienen carácter vinculante para los Estados, y exigen adoptar acciones

positivas o negativas, es decir, de hacer o no hacer.

g) Informe Anual

En su informe anual a la Asamblea General de la OEA la Corte señalará los casos en que

un Estado Parte no haya dado cumplimiento a sus fallos (Artículo 65 de la Convención) y

hará las recomendaciones pertinentes. De acuerdo con el artículo 68 los Estados Partes de

la Convención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte.

2.2. FUNCION CONSULTIVA

La Corte puede ser consultada de acuerdo con el artículo 64 de la Convención por todos los

Estados Miembros de la OEA y por todos los órganos mencionados en el capítulo X de la

Carta. La Comisión es uno de estos órganos.

a) Objeto de la Interpretación

La Corte puede dar opiniones en relación con la interpretación de la Convención " o de otros

tratados concernientes a la protección de los Derechos Humanos en los Estados

Americanos" (artículo 64 de la Convención). La expresión "otros tratados" fue interpretada

por la misma Corte en el sentido que se refiere a " toda disposición concerniente a la

protección de los derechos humanos, de cualquier tratado internacional aplicable en los

Estados Americanos, con independencia de que sea bilateral o multilateral, de cual sea su

objeto principal o de que sean o puedan ser partes del mismo Estado ajeno al sistema

interamericano. La Corte podrá abstenerse de responder una consulta si aprecia que la

petición excede los límites de su función".

b) Procedimiento de las opiniones consultivas

El artículo 55 del Reglamento dispone que la Corte aplicará al trámite de las opiniones

consultivas las disposiciones del Título II del reglamento; que se refieren a los casos

contenciosos; en la medida en que las juzgue compatibles.

8
Valverde (1993) sobre este tema la Corte opinó que no hay nada en la Convención que sirva

para fundamentar la extensión de los requisitos para el ejercicio de su jurisdicción

contenciosa de la Corte al ejercicio de la función consultiva. Es muy claro más bien, que el

ejercicio de la competencia consultiva de la Corte está sometida a sus propios pre-requisitos

que se refieren a la identidad y a la legitimación reconocidas a los entes con derecho a

solicitar una opinión, es decir a los Estados miembros y los órganos de la OEA, en lo que les

compete.

III. ORIGEN Y ESTRUCTURA

3.1. CREACIÓN DE LA CORTE

La Corte Interamericana de Derechos Humanos fue establecida como consecuencia de

haber entrado en vigor, el 18 de julio de 1978, la Convención Americana sobre Derechos

Humanos o "Pacto de San José de Costa Rica", al ser depositado el undécimo instrumento

de ratificación por un Estado Miembro de la Organización de los Estados Americanos. La

Convención fue adoptada en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos

Humanos, celebrada del 7 al 22 de noviembre de 1969 en San José, Costa Rica.

Los dos órganos de protección de los derechos humanos previstos por el artículo 33 de la

Convención Americana son la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte

Interamericana de Derechos Humanos. Ambos órganos tienen la función de asegurar el

cumplimiento de las obligaciones impuestas por la Convención.

3.2. ORGANIZACIÓN DE LA CORTE:

El Estatuto de la Corte dispone que ésta es una institución judicial autónoma que tiene su

sede en San José, Costa Rica, cuyo propósito es el de aplicar e interpretar la Convención.

La Corte está integrada por siete jueces, nacionales de los Estados Miembros de la OEA.

Actúan a título personal y son elegidos "entre juristas de la más alta autoridad moral, de

9
reconocida competencia en materia de derechos humanos, que reúnan las condiciones

requeridas para el ejercicio de las más elevadas funciones judiciales conforme a la ley del

país del cual sean nacionales o del Estado que los proponga como candidatos" (artículo 52

de la Convención). Conforme al artículo 8 del Estatuto, el Secretario General de la OEA

solicita a los Estados Partes en la Convención que presenten una lista con los nombres de

sus candidatos para jueces de la Corte. De acuerdo con el artículo 53.2 de la Convención,

cada Estado Parte puede proponer hasta tres candidatos.

Los jueces son elegidos por los Estados Partes para cumplir un mandato de seis años. La

elección se realiza en secreto y por mayoría absoluta de votos durante la sesión de la

Asamblea General de la OEA inmediatamente anterior a la expiración del mandato de los

jueces salientes. Las vacantes en la Corte causadas por muerte, incapacidad permanente,

renuncia o remoción serán llenadas, en lo posible, en el siguiente período de sesiones de la

Asamblea General de la OEA (artículo 6.1 y 6.2 del Estatuto).

Los jueces que terminan su mandato siguen conociendo de los casos a que ya se hubieren

abocado y que se encuentren en estado de sentencia (artículo 54.3 de la Convención).

Si fuere necesario para preservar el quórum de la Corte, los Estados Partes en la

Convención podrán nombrar uno o más jueces interinos (artículo 6.3 del Estatuto). El juez

que sea nacional de alguno de los Estados que sean partes en un caso sometido a la Corte,

conservará su derecho a conocer del caso. Si uno de los jueces llamados a conocer de un

caso fuera de la nacionalidad de uno de los Estados que sean partes en el caso, otro Estado

Parte en el mismo caso podrá designar a una persona para que integre la Corte

en calidad de juez ad hoc. Si entre los jueces llamados a conocer del caso ninguno fuera de

la nacionalidad de los Estados Partes en el mismo, cada uno de éstos podrá designar un

juez ad hoc (artículo 10.1, 10.2 y 10. 3 del Estatuto).

Los Estados son representados en los procesos ante la Corte por agentes designados por

ellos (artículo 21 del Reglamento).

10
Los jueces están a disposición de la Corte, la cual celebra cada año los períodos ordinarios

de sesiones que sean necesarios para el cabal ejercicio de sus funciones. También pueden

celebrar sesiones extraordinarias, convocadas por el presidente de la Corte (en adelante "el

presidente") o por solicitud de la mayoría de los jueces. Aunque no existe el requisito de

residencia para los jueces en la sede de la Corte, el presidente debe prestar

permanentemente sus servicios (artículo 16 del Estatuto).

El presidente y el Vicepresidente son elegidos por los jueces para un período de dos años y

pueden ser reelegidos (artículo 12 del Estatuto).

Existe una Comisión Permanente de la Corte (en adelante "la Comisión Permanente")

integrada por el presidente, el Vicepresidente y los otros jueces que el Presidente considere

conveniente de acuerdo con las necesidades del Tribunal. La Corte puede nombrar otras

comisiones para tratar temas específicos (artículo 6 del Reglamento).

La Secretaría funciona bajo la dirección de un Secretario, elegido por la Corte (artículo 14

del Estatuto).

IV. COMPOSICION DE LA CORTE

La corte se compone de siete jueces nacionales de los Estados Miembros de la

Organización, de la más alta autoridad moral, de reconocida competencia en materia de

derechos humanos, que reúnan las condiciones requeridas para el ejercicio de las más altas

funciones judiciales conforme a la ley de su país (artículo 52 de la Convención).

OEA (2000) como puede observarse los jueces deben de al menos pertenecer a la un

Estado miembro de la OEA (no necesariamente de un Estado parte en el Convención) y se

les exige la más alta autoridad moral y conocimientos de sobre derechos humanos. Deberán

ser abogados porque deben estar en condiciones de ejercer las funciones judiciales, a

la luz de la legislación de su país de origen o de aquel que los propone.

11
Los jueces actúan a "título personal" es decir, no representan Estados ni tienen

compromisos distintos con la administración de justicia y con la Corte. Esto garantiza

su independencia y su solvencia moral.

Los jueces son propuestos por los Estados Partes y elegidos por ellos en votación secreta

durante la Asamblea General de la Organización. Cada Estado puede proponer hasta tres

jueces, pero solamente dos pueden tener la nacionalidad del proponente (Artículo 53

Convención).

El período de los jueces es de seis años, pero pueden ser reelegidos una vez, para un

máximo de doce años. Los jueces que sean elegidos para reemplazar a uno faltante

definitivamente, es decir muerte, renuncia; antes de la expiración de su mandato,

completarán el período de éste y podrán ser reelegidos por una vez. Los jueces seguirán

conociendo los casos a que ya se hubieren abocado y que se encuentre en estado de

sentencia, a cuyos efectos no serán sustituidos por los nuevos jueces elegidos para

reemplazarlos. (Artículo 54, 54.3 Convención)

1. Las disposiciones de la Corte están inspiradas, en alguna medida en las que rigen la

Corte Internacional de Justicia, y en ellas aparece la institución de los jueces ad hoc,

que los Estados designan en aquellos casos en que tienen interés y no tienen un

juez de su nacionalidad (Artículo 55.2 Convención).

La Corte ha tenido jueces ad hoc en varios casos, con muy diversa experiencia. En efecto,

aunque la Convención diga que el juez ad hoc debe reunir las calidades señaladas para los

jueces de planta (artículo 55.3) al menos en una oportunidad eso no ha sucedido y por esa

razón, se han generado problemas internos.

Es explicable o al menos entendible que en la Corte Internacional de Justicia, que decide

problemas entre Estados y relativos a la pura aplicación del derecho internacional, exista

esta institución. Al fin y al cabo la Corte fue creada en 1919, en una época en la cual

el concepto de soberanía privaba sobre todo.

12
En una Corte de Derechos Humanos la cuestión es mucho más dudosa, en efecto los

tratados de derechos humanos son aquellos en los cuales los Estados, no reciben una

compensación a cambio de las obligaciones que asumen, y si aceptan la competencia de la

Corte, lo cual implica un recorte a la soberanía pues deberían confiar en el tribunal

plenamente. Si los Estados, por el otro lado no entendieran que las personas escogidas

para la función de que ad hoc deben reunir las calidades que la Convención exige y los

escogidos a su vez comprendieran que en virtud de su juramento (artículo 11 Estatuto), son

jueces independientes y no abogados del Estado, la institución si bien seguiría sin

justificarse no ocasionaría problemas en el seno de la Corte.

4.1. Jueces Ad Hoc

El Estatuto estableció una categoría de jueces no prevista en la Convención, la de los jueces

interinos elegidos por el Consejo Permanente de la OEA por los Estados Partes a solicitud

del presidente de la Corte si fuera necesario para preservar el quórum de la misma (artículo

6.3)

4.2. Juez Interino

El Presidente es la persona encargada de dirigir el trabajo de la Corte y tiene, en

determinados casos, atribuciones para dictar Resoluciones, solo o previa consulta de la

Comisión Permanente de la Corte, el Vicepresidente lo reemplaza en sus faltas absolutas y

temporales (Estatuto, artículo12).

4.3. Presidente y Vicepresidente

La precedencia de la Corte se determina por la función (presidente-vicepresidente) la fecha

de elección y la edad.

Los jueces tienen privilegios e inmunidades diplomáticas de los agentes diplomáticos

concedidas automáticamente por los Estados Partes (Artículo 15.4 Estatuto) y por aquellos

Estados miembros que las acepten y así como las contenidas en el Acuerdo de Privilegios e

Inmunidades de la OEA de 15 de mayo de 1949 (Estatuto artículo 15.3).

13
En los términos de la Convención, esos privilegios e inmunidades son las que reconoce el

derecho internacional (artículo 70 Convención). Es decir, las que hoy contempla la

Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas del 18 de abril de 1961.

La Corte tiene un Acuerdo de sede con el gobierno de Costa Rica, suscrito el 10 de

setiembre de 1981, el cual remite expresamente a la Convención de Viena (artículo 11).

Con el objeto de garantizar la independencia e imparcialidad de los jueces, la Convención

los exime de la responsabilidad por los votos u opiniones emitidas.

V. PRECEDENCIA

5.1. Incompatibilidades e Inhabilidades

El artículo 18 del Estatuto menciona los casos de funciones incompatibles con la de juez de

la Corte;

a. Los miembros o altos funcionarios del poder Ejecutivo exceptuados los cargos que

no impliquen subordinación jerárquica ordinaria, así como los de agentes

diplomáticos que no sean jefes de Misión ante la OEA o ante cualquiera de sus

Estados Miembros.

b. Los de funcionarios de organismos internacionales.

c. Cualesquiera otros cargos o actividades que impidan a los jueces cumplir sus

obligaciones, o que afecten su independencia, imparcialidad, la dignidad o prestigio

de su cargo.

Este último garantiza la independencia de la Corte. Es esta la que debe decidir en caso de

duda, pero obviamente para evitas roces y confrontaciones son los Estados, al proponer los

candidatos los que deben tener presentes estas inhabilidades.

Valverde (1993) en cuanto a inhabilidades, éstas se suscitan por haber intervenido o tener

interés en un caso. Las excusas se presentan ante el presidente quien está facultado para

14
decidir, pero si hubiere diferencias la Corte decide. También el propio Presidente puede

suscitar el problema que en definitiva será resuelto por la Corte. (Artículo 19 Estatuto).

1. Los jueces y el personal de la Corte deberán, como es natural y obvio observar

una conducta acorde con la investidura y responder por ella y por la negligencia en el

incumplimiento de sus funciones ante la propia Corte, que está facultada para

solicitar a la Asamblea de la OEA la aplicación de la potestad disciplinaria.

Según el Estatuto esa potestad corresponde a la Asamblea General de la OEA, y no a los

Estados partes, como es lo usual en los artículos de la Convención que transfieren alguna

competencia a los Estados.

VI. RÉGIMEN DISCIPLINARIO

El Reglamento en su artículo sexto establece la Comisión Permanente de la Corte,

encargada de asistir al Presidente en sus funciones.

La Comisión permanente se compone del propio Presidente, Vicepresidente, uno o dos

jueces designados por el Presidente.

Algunos artículos del Reglamento obligan al presidente a consultarle a la Comisión.

Valverde (1993) en la práctica los presidentes de la Corte, han estado inclinados a tomar

todas las decisiones de importancia previa consulta con los jueces, o al menos con la

Comisión Permanente. El mismo artículo sexto permite al Presidente en casos de

emergencia crear comisiones obre asuntos específicos.

15
VII. GENERALIDADES DE LA PROTECCIÓN PROCESAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS EN AMÉRICA LATINA

Es una realidad que con el pasar de los años en América Latina ha habido un progreso

normativo e institucional respecto a la protección en materia de derechos humanos. En tal

sentido, tanto el proceso como el contenido jurídico de estos derechos humanos requieren

de una protección eficaz. Y se puede apreciar una especie de evolución sobre todo en los

últimos años.

Cuando hablamos de la protección procesal y lo jurídico entonces debemos hablar del

control judicial de la constitucionalidad de las disposiciones legislativas y de los actos

concretos de autoridad en América Latina encontramos fundamentalmente dos etapas:

“La primera se refiere a las relaciones entre los tratados internacionales y el ordenamiento

constitucional interno, las cuales, por influencia de los Estados Unidos de Norteamérica,

implican la posibilidad de impugnar la inconstitucionalidad de dichos tratados ante los

tribunales nacionales ya que, al momento de incorporarse al derecho interno, se consideran

como leyes ordinarias de carácter nacional. La segunda y más reciente etapa reconoce una

mayor jerarquía a las normas de carácter transnacional en relación con los conflictos con

respecto al ordenamiento constitucional interno”. ( 1)

Podemos afirmar, en correspondencia a lo que expresa (Fix Zamudio, pág. 341) sobre la

Protección Jurídica de los Derechos Humanos que:

“Aun cuando esta situación ha tenido un desarrollo muy lento debido a la desconfianza

tradicional de Latinoamérica hacia los organismos internacionales, se ha implantado así sea

de manera restringida, en dos sectores: en el campo de los derechos humanos y el de la

integración económica. En este sentido podemos señalar los ordenamientos de Ecuador y

de Panamá que reconocen expresamente las normas y principios de derecho internacional;

1
Con motivo de amparo promovido por el Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo (amparo en revisión
1475/98), la Suprema Corte de Justicia de México estableció que los tratados internacionales se ubican jerárquicamente por
encima de las leyes y en un segundo plano respecto de la Constitución Federal.

16
los de Honduras y El Salvador que otorgan a los tratados internacionales una jerarquía

superior a la de las leyes ordinarias y, finalmente, los derechos humanos como superiores a

las disposiciones internas, e inclusive, la Carta Peruana otorga a dichos tratados el carácter

de normas constitucionales”.

Por otro lado, estos Tratados y reconocimientos jurídicos por parte de los Estado en materia

de derechos humanos cuenta pues con organismos encargados de proteger los derechos

humanos en el Sistema Interamericano, en el caso particular del presente trabajo hemos

desarrollado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sin embargo, el otro organismo

también existente es la Comisión de Derechos Humanos.

VIII. DIFERENCIA ENTRE LA CORTE Y LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE


DERECHOS HUMANOS:

Al respecto, tanto la Comisión y la Corte tienen diferencias, esencialmente, en la diferente

naturaleza de ambos órganos de protección y, por ende, la diferente competencia que tienen

y las diferentes funciones que ejercen. Al respecto, (VENTURA ROBLES, pág. 167) señala:

• Desde el punto de vista de la Comisión: “La Comisión es un órgano de naturaleza

cuasi política y cuasi judicial. Su naturaleza es cuasi política porque al carecer de

obligatoriedad sus resoluciones, necesita de apoyo y voluntad política para alcanzar

sus metas”.

Al respecto, la Corte dijo en un reciente fallo que: “En virtud del principio de buena fe,

consagrado en el [...] artículo 31.1 de la Convención de Viena, si un Estado suscribe

y ratifica un tratado internacional, especialmente si se trata de derechos humanos,

como es el caso de la Convención Americana, tiene la obligación de realizar sus

mejores esfuerzos para aplicar las recomendaciones de un órgano de protección

17
como la Comisión Interamericana que es, además, uno de los órganos principales de

la Organización de Estados Americanos que tiene como función (promover la

observancia y la defensa de los derechos humanos) en el hemisferio” .

(Caso Loayza Tamayo, Sentencia de 17 de septiembre de 1997. Párr. 89).

Finalmente, el autor menciona: “La naturaleza de la Comisión es también cuasi

judicial porque trabaja como un tribunal: recibe denuncias, las tramita, las investiga y

emite resoluciones. Pero estas resoluciones imponen como sanción máxima una

sanción de índole moral: la publicación”.

• Desde el punto de vista de la Corte: “La Corte es un tribunal, ejerce función

jurisdiccional y consultiva y, sus decisiones en el campo jurisdiccional son

obligatorias. La Comisión, que debe comparecer en todos los casos ante la Corte,

tiene en el proceso una clara función auxiliar de la justicia, a manera de Ministerio

Público del sistema interamericano”.

(Asunto Viviana Gallardo y Otras. Resolución del 13 de noviembre de 1981. Párr.

22).

Según el artículo 61.1 de la Convención, solamente los Estados partes y la Comisión

Interamericana pueden someter un caso a consideración de la Corte, para lo cual

éste debe de haber aceptado la competencia obligatoria de la Corte en los términos

del artículo 62 de la Convención. Cabe señalar finalmente que sólo algunos estados

han aceptado la competencia o jurisdicción de la Corte.

Así pues, en cuanto a la conformación del Sistema Interamericano de Derechos Humanos,

los dos organismos que lo integran son la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos

Humanos las cuales están estrechamente relacionadas entre sí.

18
IX. RESPONSABILIDAD DE LOS ESTADOS DEMANDADOS POR LA VIOLACIÓN
DE LOS DERECHOS HUMANOS

Como idea general podemos concebir que la Convención Americana sobre Derechos

Humanos establece en el artículo 25.2, inciso c) que los Estados Partes se comprometen a

garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se

haya estimado procedente el recurso. Por su parte, el artículo 63 menciona que la Corte

Interamericana dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o

libertades conculcados, pudiendo ordenar el pago de una indemnización. En este caso, el

resarcimiento se ejecuta por el procedimiento de ejecución de sentencias que corresponda

al sistema procesal del país condenado

En relación a los Estados parte y su compromiso de garantizar el cumplimiento por parte de

sus autoridades competentes. Según (GÓMEZ ROBLEDO VERDUZCO, 2000, pág. 11)

señala:

“Un punto central en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos es el hecho que los

Estados signantes de la Convención Americana, no están por ello aceptando ipso facto, la

jurisdicción de la Corte de Derechos Humanos, sino que la declaración en la cual el Estado

reconoce como obligatoria de pleno derecho la competencia de la Corte, puede ser hecha

en el momento en que el Estado en cuestión deposita su instrumento, ya sea de ratificación

o de adhesión a la Convención Americana o, inclusive, en cualquier momento posterior a la

ratificación o adhesión”.

Por otro lado, para el procedimiento de ejecución según (GOZAÍNI, 1992, pág. 98)

menciona:

“La sentencia supranacional goza de executio, pero necesita auxiliarse de la colaboración

del Estado Parte para acatar sus resoluciones. La condición jurídica del poder de ejecución

no estaría sujeta entonces, al imperio o autorictas del fallo, sino a los mecanismos internos

que permitan realizar los pronunciamientos vertidos.”

19
De estas ideas principales debemos señalar entonces que desde el punto de vista del marco

normativo que rige a la Corte Interamericana, los Estados que reconocen como obligatoria

su competencia contenciosa adquieren fundamentalmente los siguientes compromisos:

a) Cumplir las decisiones de la Corte en todos los casos en que el Estado interesado

sea parte (Convención Americana, artículo 68.1)

b) Si la Corte decide que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en la

Convención Americana, garantizar al lesionado en el goce de su derecho o libertad

conculcados, reparar las consecuencias de la media o situación que ha configurado

la vulneración de esos derechos y pagar una justa indemnización a la parte

lesionada, según lo disponga la Corte (Convención, artículo 63.1).

c) En casos de extrema gravedad y urgencia y cuando se haga necesario evitar daños

irreparables a las personas, cumplir las medidas provisionales que la Corte considere

pertinentes, si así lo solicitare el Estado interesado.

d) Cooperar con la Corte en la práctica de notificaciones u otras diligencias que ésta

ordene que deban llevarse a cabo en territorio nacional.

Como bien argumenta (Fix Zamudio):

“La Corte Interamericana desde sus primeras sentencias condenatorias ha utilizado de

manera directa el derecho internacional como base de la responsabilidad de los Estados

respectivos, incluyendo la indemnización económica, a pesar de que el inciso 2 del artículo

68 de la Convención establece que la parte del fallo que disponga indemnización

compensatoria se podrá ejecutar en el respectivo país por el procedimiento interno vigente

para la ejecución de sentencias contra el Estado, precepto que hace en este sentido una

referencia al derecho nacional”.

20
X. LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS POR LOS JUECES NACIONALES

A propósito de la sanción de OCMA a los jueces en el caso El Frontón:

El doctor, (RUIZ MOLLEDA, 2009) a propósito de la sanción de OCMA a los jueces en el

caso El Frontón, describe lo siguiente:

“La Oficina de Control de la Magistratura (OCMA) impuso una histórica e inédita sanción

contra tres magistrados de la Corte de Justicia de Lima. El motivo, desacatar una sentencia

de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), sin mayor motivación y

fundamentación. Por primera, vez en la historia de nuestro país, se ha sancionado en sede

disciplinaria a jueces por intentar incumplir y desacatar sentencias de la Corte IDH. Esta

resolución constituye un importante precedente, pues establece como supuesto de

inconducta funcional que acarrea responsabilidad disciplinaria, no solo el incumplimiento de

sentencias de la Corte IDH sino de los propios tratados internacionales de derechos

humanos (TIDH)”.

Como apreciamos este suceso marca un antes y un después en la aplicación de las

sentencias que dicta la Corte en el Perú, y hace de nuestro país un Estado que es firme al

cumplir los Tratados que suscribe y ratifica. Con ello es de observancia para los jueces las

sentencias de la Corte en el derecho nacional, lo cual implica que los operadores del

derecho conozcan de ello y no lo ignoren. Por otro lado, también fortalece la idea de

implementar el derecho internacional en el derecho interno. Haciendo que no solo quede en

teoría o normas escritas, sino que se ponga en práctica, vale decir que surta eficacia

jurídica.

En su momento por tanto vemos que hay una especie de problemática respecto de la

determinación de la fuerza normativa de las reglas jurídicas desarrolladas en la

jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH en adelante).

En concreto, si estas tienen fuerza legal y constitucional.

21
En este aspecto debemos de considerar algunos temas importantes:

• La Constitución Política del Perú de 1993, artículo 55 que señala: “Los tratados

celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional”.

En palabras de (RUIZ MOLLEDA, 2009) se trata de un reconocimiento como fuente

de derecho, pero no esclarece el tema de su fuerza normativa.

• El artículo 3 que menciona: “Derechos Constitucionales. Númerus Apertus. La

enumeración de los derechos establecidos en este capítulo no excluye los demás

que la Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la

dignidad del hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado

democrático de derecho y de la forma republicana de gobierno”.

Vale decir que este artículo reconoce no sólo los derechos que están en nuestra

Constitución sino también aquellos que son parte de la dignidad humana.

(RUIZ MOLLEDA, 2009) al respecto comenta: “En ese sentido, si partimos de la

premisa que los derechos humanos reconocidos en el DIDH tienen como

fundamento la dignidad humana, entonces los mismos, indefectiblemente vienen a

ensanchar el catálogo de derechos reconocidos en la Constitución”.

• Finalmente, la 4 Disposición Final y Transitoria de la Constitución que señala:

“Cuarta. - Interpretación de los derechos fundamentales. Las normas relativas a los

derechos y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretan de

conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y

acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú”.

En ese sentido se reconoce la función interpretativa y esto conlleva a que el TIDH

ayudan a colmar y a rellenar el escueto y muchas veces impreciso contenido de las

disposiciones constitucionales que reconoce los derechos fundamentales.

22
Desde el punto de vista de la fuerza normativa de las sentencias expedida por la Corte IDH:

• (RUIZ MOLLEDA, 2009) aclara que, a su parecer, no hay una norma que de manera

expresa reconozca su fuerza obligatoria. Lo más que tenemos es el artículo 205º de

la Constitución, que de forma tácita reconoce la jurisdicción supranacional de la

Corte IDH: “Agotada la jurisdicción interna, quien se considere lesionado en los

derechos que la Constitución reconoce puede recurrir a los tribunales u organismos

internacionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte”.

• El autor precisa que se aplica la técnica del bloque de constitucionalidad. A través de

este mecanismo o técnica constitucional, se amplía el contenido normativo de la

constitución, para permitir su adaptación histórica. Y para efectos de lo que nos

interesa, a través de este mecanismo o técnica, se logra la constitucionalización del

DIDH.

En otras palabras, ello permite la ampliación del sistema de fuentes con las fuentes

internacionales de producción de derecho: normas y decisiones judiciales

internacionales. En definitiva, ello habilita la aplicabilidad directa de los estándares

internacionales. En consecuencia, queda claro que los tratados internacionales de

derechos humanos como los de los sistemas interamericano y universal de derechos

humanos forman parte del derecho nacional.

23
XI. LA COMPETENCIA DE LA CORTE IDH PARA CALIFICAR COMO CRÍMENES
DE LESA HUMANIDAD LAS VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS

La competencia contenciosa que ha obtenido la Corte Interamericana de Derechos

Humanos para conocer cualquier caso relativo a los derechos humanos es reconocida por

veinte países los cuales son: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa

Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,

Paraguay, Perú, República Dominicana, Surinam y Uruguay. Los estados participantes al

servir de parte en la Convención Americana declaran y reconocen como obligatoria de pleno

derecho esta competencia a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Los crímenes de lesa humanidad son denominados así debido al nivel de investigación que

se debe aplicar para dilucidar los hechos, ya que están asociados a graves violaciones

contra los derechos humanos los cuales involucran repercusiones de derecho penal

internacional, lo que genera que la investigación sea más detallada y rigurosa.

Muchos casos de crímenes de lesa humanidad de acuerdo con Parra Vera (2012)

“involucraban patrones en la comisión de la conducta ilegal realizados de forma masiva y

sistemática, cuando la preparación y ejecución de la violación de los derechos humanos fue

perpetrada con el conocimiento u órdenes superiores de altos mandos y autoridades del

Estado o con la colaboración, aquiescencia y tolerancia, manifestadas en diversas acciones

y omisiones realizadas en forma coordinada o concatenada”.

La Corte Interamericana no constituye un tribunal pena. Sin embargo, ha estimado

pertinente la calificación de algunos hechos como crímenes según lo establecido por el

derecho penal internacional con el objetivo de determinar el alcance de la responsabilidad

correspondiente o para precisar las diligencias de la investigación para determinar los

hechos.

En el caso Almonacid vs Chile, que describe Parra Vera (2012) donde la Corte reseñó los

elementos que configuran un crimen de lesa humanidad y calificó lo ocurrido a partir de

24
dichos elementos. Consideró que el asesinato de la víctima, sucedido en 1973, formó parte

de un ataque generalizado o sistemático contra sectores de la población civil. Se señaló que

dicho ilícito no podía amnistiarse conforme a las reglas del derecho internacional en ese

momento, puesto que constituía un crimen de lesa humanidad. Por ello, la Corte consideró

que el Estado incumplió su obligación de adecuar su derecho interno a efectos de garantizar

los derechos establecidos en la Convención Americana, porque mantenía en vigencia el

Decreto Ley que en Chile no excluye a los crímenes de lesa humanidad de la amnistía

general que otorga.

Hubo mucha controversia y debate respecto al caso mencionado anteriormente ya que se

argumentaba que la Corte Interamericana de Derechos Humanos no tenía competencia para

resolver los crímenes de lesa humanidad ocurridos en países donde no estaba reglamento

este delito como tal. Sin embargo, de acuerdo con la Corte Europea esto no tiene ninguna

relevancia, no importa si la legislación nacional no penaliza los crímenes de lesa humanidad,

ni tampoco si estos han ocurrieron en fecha anterior a la creación de la Corte. Por lo tanto, la

investigación, judicialización y sanción son completamente legales y deben ser respetadas

según los principios internacionales encargados de salvaguardar las garantías de los

procesados.

25
XII. CASOS: BARRIOS ALTOS Y LA CANTUTA

Los casos de Barrios Altos y La Cantuta, constituyeron a la eventual formulación de cargos

contra el expresidente del Perú Alberto Fujimori, por verse involucrado en la acusación por

los crímenes de violación de derechos humanos. Cometidos por él, Alberto Fujimori, y por

otros miembros de los altos mandos del ejército peruano, creando un precedente histórico

en el Perú y contribuyendo de forma rotunda a la lucha contra la impunidad en Perú y en el

continente.

La condena de Fujimori fue la primera vez en que la justicia internacional influyó en el

desarrollo y avance de un proceso penal al nivel interno en contra de un expresidente. Estos

casos también revelan el ambiente de impunidad en el que se vivía bajo el gobierno de

Alberto Fujimori.

La CIDH, al rechazar las leyes de amnistía que protegían a los perpetradores, forma un

precedente que se alza contra la práctica de impunidad en el Perú. Gracias a estos casos

las amnistías han de dejado de usarse en el país como instrumentos para garantizar

impunidad a los responsables de las violaciones de derechos.

12.1. CASO BARRIOS ALTOS

a. HECHOS:

El 3 de noviembre de 1991, seis hombres armados, miembros del “escuadrón de

eliminación” Grupo Colina, con la cara cubierta por pasamontañas, interrumpieron una fiesta

a las 10:30 pm, en la que se encontraban los habitantes de la colonia Barrios Altos, en Lima,

matando a 15 personas, incluyendo a un niño, hiriendo a cuatro personas y dejando

incapacitada a otra. Los atacantes eran miembros del Grupo Colina, cuerpo adscrito al

Servicio de Inteligencia Nacional del Perú.

El caso no fue investigado judicialmente hasta el 19 de abril de 1995, casi cuatro años

después de los hechos. Sin embargo, ésta no se llevó a cabo sin dificultad ya que el

26
Congreso promulgó dos leyes de amnistía —apoyada por los tribunales militares— que

impidieron el desarrollo de las investigaciones por un tiempo. Estas leyes acabaron siendo

rechazadas por la jueza Saquicuray, quien lleva el caso, y eventualmente, también por la

Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Una comisión creada por el congreso peruano, empieza a investigar la masacre de Barrios

Altos. Los integrantes de la comisión visitan el apartamento en el que ocurrieron los hechos

y entrevistan a cuatro personas. La comisión, sin embargo, es incapaz de avanzar en sus

investigaciones a causa del autogolpe en abril de 1992, llevado a cabo por Fujimori, que

disuelve el congreso. El nuevo congreso no continúa la investigación.

El congreso peruano aprueba la Ley Nº 26479, el 6 de marzo de 1996, una ley de amnistía

que exonera a militares, policías y civiles de cualquier responsabilidad en crímenes

cometidos durante el conflicto armado interno ocurrido entre los años 1980 y 1995. Esta ley

fue posteriormente rechazada por la jueza Saquicuray, pero una segunda ley de amnistía se

otorga en respuesta de la decisión de la jueza.

Tres años después del autogolpe, un 4 de julio de 1996, la jueza Antonia Saquicuray, del

16º Juzgado Penal en Lima, inicia investigaciones de los hechos que ocurrieron en Barrios

Altos. Esta investigación sigue una denuncia entregada por Ana Cecilia Magallenes, una

fiscal en Lima, que acusó a cinco oficiales militares por los hechos del caso.

El 6 de junio de 1997, el caso Barrios Altos llega a la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos (CIDH). Mientras que el 6 de noviembre de 1997, el CEJIL se suma al caso de

copeticionario con la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Instituto de Defensa

Legal (IDL), Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH), Fundación Ecuménica para el

Desarrollo y la Paz (FEDEPAZ), Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH).

Posteriormente, el 3 de febrero de 2002, el caso se presenta ante la Corte IDH donde se

celebra una audiencia del caso, apenas un año después de llegar a este Tribunal. Para

finalmente el 11 de junio de 2003, publicar su sentencia. Ésta constituye un punto de

27
inflexión para revertir los efectos de las leyes de amnistía, no sólo en el Perú, sino en toda la

región. En su sentencia, la Corte dispuso que “son inadmisibles las disposiciones de

amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de

responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las

violaciones graves de los derechos humanos”.

Lo que ocasionó que el 4 de julio de 2009, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema

peruana condena a Alberto Fujimori a 25 años de cárcel por su autoría detrás de los casos

de Barrios Altos y Cantuta, considerados crímenes de lesa humanidad. En su sentencia la

Corte determina que "se cometieron en el marco de una política estatal de eliminación

selectiva pero sistemática de presuntos integrantes de grupos subversivos” y porque

“conforme a sus objetivos, afectó a un número importante de personas indefensas de la

población civil”. Vladimiro Montesinos, ex asesor del presidente Fujimori, y a miembros del

Grupo Colina, a 25 años de cárcel por haber perpetrado crímenes de lesa humanidad.

El 9 de julio de 2012, la Corte IDH se pronuncia sobre la sentencia de Alberto Fujimori

respecto al caso Barrios Altos, donde advierte que los beneficios penitenciarios otorgados al

expresidente generarían impunidad.

12.2. CASO LA CANTUTA

a. HECHOS

En la madrugada del 18 de julio de 1992, miembros del Grupo Colina, cuerpo adscrito al

Servicio de Inteligencia Nacional del Perú, irrumpieron en los dormitorios de la Universidad

Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta), secuestrando y desapareciendo a nueve

estudiantes y a un profesor, a las afueras de la ciudad de Lima, para después asesinarlos y

sepultarlos en fosas clandestinas.

A pesar de las denuncias e investigaciones realizadas por los órganos judiciales del Perú, y

a causa de una Ley de Amnistía, los condenados por las desapariciones y ejecuciones de

28
La Cantuta quedaron en libertad. Esto llevó a que los familiares de tres de las víctimas

presentaran una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Luego se sumaron como representantes CEJIL, la Asociación Pro Derechos Humanos

(APRODEH) y el Centro de Estudios y Acción para la Paz (CEAPAZ), quienes litigaron el

caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).

El fallo de la Corte señaló que las leyes de amnistía dictadas eran contrarias a la

Convención Americana sobre Derechos Humanos y por lo tanto que no tenían validez. El

caso refleja cómo el Estado cometió crímenes de lesa humanidad mediante operaciones

encubiertas. Este punto ha contribuido a cancelar las amnistías como instrumentos para

garantizar impunidad a los responsables de las violaciones de derechos. La relevancia de

esta sentencia se extiende a otros países de la región.

Además, en lo que se desarrollaba la denuncia ante el Sistema Interamericano, este caso

llevó a la reapertura del proceso judicial dentro del fuero común en el 2000. Hacia el año

2003 se inició el juzgamiento contra todos los denunciados como presuntos coautores de los

delitos de secuestro, desaparición forzada y homicidio calificado. Asimismo, en el 2001 se

creó la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), cuyo objetivo se centra en el

esclarecimiento de los hechos ocurridos y las responsabilidades, tanto de quienes

ejecutaron, como de quienes lideraron graves violaciones de derechos humanos durante el

conflicto armado interno y en proponer iniciativas de reconciliación entre todos los peruanos.

Las ejecuciones extrajudiciales del caso La Cantuta fueron investigadas por la CVR y

elaboradas en el marco del Informe Final del año 2003.

Finalmente, las investigaciones iniciadas tras la sentencia de la Corte produjeron que se

acusara por los crímenes al expresidente Alberto Fujimori, quien había huido del país en

2002, y a otros miembros de los altos mandos del ejército peruano. Estas condenas han

contribuido de modo determinante a la lucha contra la impunidad en Perú y a sentar un

precedente histórico en Latinoamérica al condenar a altos jefes militares y civiles, vinculados

como autores mediatos de graves violaciones de derechos humanos.

29
CONCLUSIONES

PRIMERA .- Es de suma importancia para latinoamericana la creación de la Comisión y

posteriormente de la Corte; han sido los primeros pasos de los muchos que hay que dar

para lograr una efectiva protección de derechos humanos, el mundo ya decidió cambiar y

ahí se va caminando poco a poco, sin embargo, creemos que aún falta mucho por hacer; es

necesario que todos los países, se sometan a la jurisdicción de cualquier órgano

internacional de protección de derechos humanos, llámese Corte, en el sistema de

protección regional, llamase ONU en el sistema de protección mundial.

SEGUNDA.- Mientras las sociedades no acepten o no entiendan y no se les obligue a

respetar los principios básicos y pilares de los demás derechos, el atropello descarado de

los derechos humanos seguirá siendo un problema de grandes proporciones y no existirá

sistema de protección legal que diga pero que valga, porque ni el mundo ni nadie creerá en

que existe tal mecanismo de protección y promoción y más bien daremos un paso hacia

atrás.

TERCERA.- Es sumamente importante que los Estados Democráticos implementen en su

marco normativo interno todo lo relacionado a los derechos humanos y particularmente lo

emitido por parte de Corte IDH, así por ejemplo en el Perú el caso de la OCMA en el Perú

fue un avance importante pero que requiere un compromiso de parte de los poderes del

Estado para su eficacia desde el aspecto legislativo (implementación legislativa), judicial

(observancia y cumplimiento) y del mismo ejecutivo en su actuación política. De esta

manera hay una garantía de los derechos de las personas en donde el abuso por parte de

los jueces se encuentra limitado.

CUARTA. - Los casos desarrollados en el trabajo demuestran en la práctica el rol protector

que cumple la Corte IDH, teniendo una constante interacción de los sistemas nacionales e

internacionales. La Corte a través de estos casos cumple con su función de lucha contra la

impunidad, tratando de fortalecer la preservación de los derechos humanos en nuestro país.

30
BIBLIOGRAFIA

• OEA. Documentos Básicos en materia de Derechos Humanos en el Sistema

Interamericano (2000) Secretaría de la CIDH. San José. Costa Rica. 2000.

• Valverde Gómez, Ricardo (1993) Los Derechos Humanos. Editorial UNED. San José.

Costa Rica.

• Fix Zamudio, H. (s.f.). Protección Jurídica de los Derechos Humanos. Estudios

Comparativos.

• GÓMEZ ROBLEDO VERDUZCO, A. (2000). Derechos Humanos en el Sistema

Interamericano. México: Pórrua- UNAM.

• GOZAÍNI, O. A. (1992). El Proceso Transnacional, particularidades Procesales de la

Corte Interamericana de Derechos Humanos. Argentina: EDIAR.

• RUIZ MOLLEDA, J. (2009). LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL DE

LOS DERECHOS HUMANOS POR LOS JUECES NACIONALES:. Lima: Instituto de

Defensa Legal.

• VENTURA ROBLES, M. (s.f.). La Convención Americana Sobre Derechos Humanos.

México.

• Parra Vera, O. (2012). La jurisprudencia de la Corte Interamericana respecto a la

lucha contra la impunidad: algunos avances y debates. Revista Jurídica de la

Universidad de Palermo, 5-51.

31

También podría gustarte