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NOSTALGIA

En sentido literal, la nostalgia, palabra que proviene de los términos griegos nostos –
'regreso', 'volver a casa'– y algos –'dolor'–, es el sufrimiento causado por el deseo
incumplido de retornar al hogar. El primer caso en la literatura lo encontramos en
la Odisea de Homero, que narra la vuelta de Ulises a Ítaca tras la guerra de Troya. En el
canto X, el ingenioso héroe comunica a su tripulación que Circe, la diosa hechicera, no les
permite cumplir con su propósito: "Seguro que pensáis que ya marchamos a casa, a la
querida patria, pero Circe me ha indicado otro viaje a las mansiones de Hades y la terrible
Perséfone para pedir oráculo al tebano Tiresias. Así dije, y el corazón se les quebró;
sentáronse de nuevo a llorar y se mesaban los cabellos. Pero nada consiguieron con
lamentarse".

Este sentimiento fue descrito explícitamente por primera vez en 1688, cuando el
médico suizo Johannes Hofer utilizó el término para describir la añoranza por el hogar
que embargaba a los soldados de su país. Entre los síntomas físicos y psicológicos que
sufrían figuraban las taquicardias, los ataques de llanto, el insomnio y el miedo; de ahí que
Hofer lo definiera como una “enfermedad neurológica de causas esencialmente
demoniacas”.

Esta teoría fue cuestionada ya entonces por otros especialistas, que atribuían la aflicción
de los soldados helvéticos a los cambios en la presión atmosférica tras ser trasladados desde
sus pueblos de montaña a las llanuras. Hubo incluso quien especuló con que el incesante
sonido de cencerro de las vacas en los Alpes dañaba el tímpano y el cerebro de aquellos
hombres atribulados. Hasta el siglo XIX, la nostalgia siempre se interpretó, en la línea del
facultativo suizo, como una dolencia cerebral. A partir de entonces, pasó a ser descrita
como una forma patológica de melancolía o bien como una especie de psicosis del
inmigrante, es decir, un trastorno psíquico que causa una tristeza indomable y perturba el
pensamiento de aquellos que desean regresar a casa después de un periodo de ausencia.
Estas teorías se mantuvieron hasta 1979, cuando el sociólogo norteamericano Fred Davis
(1925-1993) la describió como un anhelo sentimental por personas, lugares o situaciones
que nos hicieron felices en el pasado. Estableció así la definición moderna del concepto.
Desde entonces, muchos estudios científicos han tratado de demostrar que, lejos de ser un
estado de ánimo negativo, produce bienestar y ayuda a dar significado a nuestra vida.

Un curioso estudio publicado recientemente en Social Cognitive and Affective


Neuroscience (2015) realizado por investigadores japoneses parece haber profundizado en
las claves cerebrales del sentimiento nostálgico, utilizando imágenes de resonancia
magnética funcional.

En su experimento colaboraron mujeres sanas a las que se realizaba la prueba de


neuroimagen mientras veían fotos de sus infancias, y así pretendían analizar los correlatos
neurales de este tipo de emoción. Tal como ya se ha descrito en otras investigaciones, se
encontró actividad en dos sistemas del cerebro: el sistema de memoria y el sistema de
recompensa.

Concretamente, Kentaro Oba y sus colaboradores observaron que, ante las fotos de
momentos agradables de la infancia, los cerebros de estas mujeres activaban de forma
importante estructuras como el hipocampo (fundamental en la memoria), la sustancia negra
y el estriado ventral (importante en el procesamiento de las recompensas). Además, la
coactivación del hipocampo y el estriado ventral era más fuerte cuanto más tendente era la
persona a la nostalgia

Es interesante poder explicar los sentimientos humanos, que al final no están en ninguna
otra parte que no sea en nuestro cuerpo. Ello no solo no les quita belleza, sino que permite
apreciar lo maravilloso que es el cerebro humano.

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